SEO DE HISTORIA
NATURAL DE VALPARAÍSO
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO
ISSN 0716-0178 VALPARAÍSO . CHILE
Chi : le db am DIRECCIÓN DE BIBLIOTECAS Subdirección
ARCHIVOS Y MUSEOS Nacional
mejo or de Museos
EL PATRIMONIO DE CHILE
ISSN 0716-0178/An.Mus.Hist.Nat.Valpso. Vol.30 2017/Valparaíso/CHILE
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MUSEO DE HISTORIA
NATURAL DE VALPARAÍSO
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO
ISSN 0716-0178 VALPARAÍSO . CHILE
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ISSN 0716-0178/An.Mus.Hist.Nat.Valpso. Vol.30 2017/Valparaíso/CHILE
EDICIONES DE LA DIRECCIÓN
DE BIBLIOTECAS, ARCHIVOS Y MUSEOS
Director de Bibliotecas, Archivos y Museos
Ángel Cabeza Monteira
Subdirección de Museos
Alan Trampe Torrejón
n=
ANALESiÁL
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO
COMITÉ EDITORIAL
Director
Loredana Rosso Elorriaga
Directora Museo de Historia Natural de Valparaíso
Editor en Jefe
Sergio Quiroz Jara
Museo de Historia Natural de Valparaíso
sergio.quiroz(dmuseosdibam.cl
Editoras de producción
Diseño
Andrea Vivar Morales
Museo de Historia Natural de Valparaíso
Consejo de redacción
Vivian Cordero Peñafiel
Museo de Historia de Valparaíso
Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso, ISSN 0716- 0178 (versión impresa). fundada en el año 1968, es una publicación anual pu-
blicada por el Museo de Historia Natural de Valparaíso y la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos destinada a difundir y aportar al nuevo
conocimiento a través de la publicación de trabajos originales e inéditos referidos a temas relacionados con el área de las ciencias naturales,
arqueológicas y antropológicas principalmente de la Región de Valparaíso y la Zona Central de Chile, dirigidos a especialistas y a público en general.
La revista publica artículos científicos originales; artículos de revisión; notas breves; reseñas históricas; revisiones de metodología; recensiones
bibliográficas y artículos de opinión, acogiéndose a las normas definidas por el Comité editorial disponibles en cada ejemplar.
Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso se encuentra en el Directorio de LAYINDEX (Sistema Regional de Información en Línea para
Revistas Científicas de América Latina, el caribe, España y Portugal). Pascal, Periódica (Índice de Revistas Latinoamericanas en Ciencias) y Zoological
Record.
Consultas, suscripción y canje a: Lugar de edición
Vivian Cordero Peñafiel - Bibliotecóloga Edición 500 ejemplares
Museo de Historia Natural de Valparaíso Museo de Historia Natural de Valparaíso
Contacto: biblioteca.mhnv(WAmuseosdibam.cl Condell 1546, casilla 3208, correo 3. Valparaíso, Chile.
Volumen 30, 2017.
ANALES: Anales del Museo de Historia
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAI de varraraiso | Natural de V. alparaíso
INDICE
N*30 2017
PRÓLOGO
EOFE AAA ROSSO EJEM it a it dot A dt A A AA LAA 5
ANÁLISIS MORFOGEOMÉTRICO EXPLORATORIO PARA EL ESTUDIO DE LA VARIACIÓN MORFOLÓGICA
CRANEOFACIAL EN UNA MUESTRA DE QUILLAGUA, NORTE GRANDE DE CHILE (1.000-1.400 d.C.)
UI ANT ale ile IAE O E A A A A A A A A A A A ARAN NE 6
DIETA PREHISPÁNICA EN LA REGIÓN DE VALPARAÍSO, CHILE CENTRAL: EVIDENCIA DEL ANÁLISIS DE
ISÓTOPOS ESTABLES DE CARBONO Y NITRÓGENO DE COLÁGENO ÓSEO HUMANO DE LAS
COLECCIONES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO
TAME Sis uote Oyanedel Perez S-DINanLOpez LODDe nd tds E A DU ae id 22
HÁBITAT DEL GONFOTERIO (GOMPHOTHERIIDAE) DE CASABLANCA (3395; REGIÓN DE VALPARAÍSO, CHILE)
Erwin González-Guarda, Alia Petermann-Pichincura, Viviana Watkins Pastor €: Omar Recabarren Jarl..........oooononnnnnnnnnnno. 39
CONTACTO POLINESIA-MAPUCHE: UN ACERCAMIENTO A LA HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN Y
NUEVAS EVIDENCIAS BIO-ANTROPOLÓGICAS
de Uli ls aya 72070 [0 10 AA AO A OS O AE A A A AA 46
DISEÑO DE UN PROGRAMA DE MONITOREO AMBIENTAL UTILIZANDO EL MODELO DPSIR EN ZONAS
COSTERAS MARINAS DE MÚLTIPLES USOS: EL CASO DE BAHÍA QUINTERO.
Ferhanda Alfanso. Aburto E: Luis: FiquerdasFÓDTEQO.ommatiltes ati A AA a dt 55
EVOLUCIÓN DE PARÁMETROS POBLACIONALES Y ESTADO POBLACIONAL DE LAS ALGAS PARDAS DEL
GÉNERO LESSONIA (LAMINARIALES, PHAEOPHYCEAE) EN ÁREAS DE MANEJO Y EXPLOTACIÓN DE
RECURSOS BENTÓNICOS DEL NORTE DE CHILE.
Luis Figueroa-Fábrega, Tiare Padilla, María José Herrera, Luis Ariz € Rodrigo Silva HQUN........oococccnmcnnnnnnnononannnnnnnnnonononinanananos 61
LA ANTÁRTIDA AMERICANA DE LUIS RISO PATRÓN A COMIENZOS DEL SIGLO XX
Mauricio Lara PernONdezZ :vestcotiabci tó ata di Ed a alt IAE tb lb ll ata otto alado 71
LA FORMACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DE LA CONCIENCIA TERRITORIAL ANTÁRTICA EUROPEA Y CHILENA A
TRAVÉS DE LA DIFUSIÓN DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO, 1895-1916
Mg: ¿BODIO IMAN CL GONZOIEZS a A A be RE e tt e ad ote 75
INDICE
N*30 2017
RESTOS FÓSILES DE HOJAS EN VALPARAÍSO
DEODATO tardas it DAS id E dl 4 q E e eb il O ld ctra dee 83
UNA MIRADA BAJO LA SUPERFICIE DE LA PLAZA O'HIGGINS, CIUDAD DE VALPARAÍSO
Charles GarceduSOOVed Wisin Minas dado le dll dae lalala oil Eolo lalo loa 86
CONOCIMIENTO DE LA COMPOSICIÓN DE LA RIQUEZA DE ESPECIES DE PECES DULCEACUÍCOLAS,
PRODUCTO DE LAS MODIFICACIONES HÍDRICAS EN RÍOS Y ESTEROS GENERADAS POR EL FENÓMENO
DE SEQUIA EN LA REGIÓN DE VALPARAÍSO
Sergio Quiroz Jara, Juan Carlos Orellana Yevenes €. Juan Fernandez Méndez.......ccoooocncccnnoconaconononaonanonocnnnannnoconnnnnnncnananonanass 100
LA COBERTURA VEGETAL COMO EVALUADOR DEL ÉXITO DE UN PROCESO DE RESTAURACIÓN RIBEREÑA A
TRAVÉS DE BIORROLLOS VEGETADOS.
Sergio Quiroz, Diego Antón, Victor Muñoz, Daniel Gutiérrez, Maximiliano Tortello, Josefa Concha, Ella Farías,
Juan Fernández, Juan Carlos Orellana, Francisco Yevenes, Katherine Peña. 8 Romina GOnzalezZ......coocoonnonininnnnnnnininicicacinaninas 108
NORMAS PARA AUTORES... r:oootaiicn actora tira realce gr tc ll ei et tepón 113
D_aA=3 .
1 Volumen 30, 2017.
3 | Anales del Museo de Historia
PRÓLOGO
Me alegra presentar el Volumen número 30 de nuestra publicación científica, ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA
NATURAL DE VALPARAÍSO, que en su primera edición de 1968 indica en su prefacio “unir la ciencia con la exhi-
bición”, en la tarea de hacer de los museos un centro vivo de investigación y de exhibición”, con estas frases que
relata el Sr. Roque Esteban Scarpa, Director General de Bibliotecas, Archivos y Museos de la época, en que ya se
hablaba de que ambos conceptos de ciencia y exhibición tenían que estar alineados.
El mismo Sr. Scarpa dice “Estos Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso inician una nueva era, que
esta Dirección se compromete, solemnemente, a mantener con todas sus fuerzas y su entusiasmo”, esto nos da
cuenta como la Dibam (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos) ya comenzaba a tener la visión del camino
que debían seguir los museos de Chile, ya que en la época se referían al “pequeño museo moderno, didáctico y
hermoso, como es el de Concepción”, referente de la época.
Hoy vemos como no solo investigadores de gran trayectoria publican con nosotros sino también los investigado-
res emergentes de la región, los cuales ven la revista como una plataforma para mostrar su trabajo a la comuni-
dad, dando un espacio importante a las nuevas generaciones.
En este volumen n*30 es atingente agradecer a las personas que hicieron posible cuarenta y nueve años de publi-
cación, a los comités editoriales, investigadores, direcciones de la Dibam y del mismo Museo de Historia Natural
de Valparaíso que con su colaboración y motivación siguen manteniendo intacto este patrimonio de Valparaíso.
El Museo cumplirá 140 años de vida, con un promedio de 200.000 personas al año, que han visto en el tiempo
la adaptación de la exhibición a los nuevos tiempo y desafíos educacionales, tal cual como lo hacían hace años
atrás, perdurando la ciencia en los contenidos que vemos.
Loredana Rosso Elorriaga
Directora
Museo de Historia Natural de Valparaíso.
Volumen 30, 2017. Páginas 6-21
Anales del Museo de Historia
Natural de Valparaiso
ANALESÍTE
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO
ANÁLISIS MORFOGEOMÉTRICO EXPLORATORIO PARA EL ESTUDIO DE LA VARIACIÓN
MORFOLÓGICA CRANEOFACIAL EN UNA MUESTRA DE QUILLAGUA,
NORTE GRANDE DE CHILE (1.000-1.400 d.C.)
Valeria Mena Arias”
Resumen: El presente trabajo pretende ser un aporte al conocimiento bioantropológico de la muestra de Quilla-
gua, resguardada en el Museo de Historia Natural de Valparaíso, adscrita al período Intermedio Tardío del Norte
Grande de Chile (1.000-1.400 d.C.); mediante el análisis de la morfología craneofacial a partir de técnicas mor-
fogeométricas. El objetivo es conocer los cambios morfológicos de las estructuras craneofaciales a partir de la
expresión del dimorfismo sexual a lo largo de la ontogenia y la incidencia de la deformación craneana, así como
la edad. La muestra está compuesta por 101 individuos, de los cuales 55 son femeninos y 46 son masculinos. Se
emplearon imágenes en 2D en norma frontal, sobre las cuales se registraron 18 landmarks y 4 semilandmarks.
Para el análisis estadístico se utilizaron métodos de superposición como deformación. Los resultados revelaron a)
diferencias morfológicas significativas entre ambos sexos, b) mayor variabilidad morfológica en la muestra feme-
nina producto de la presencia o no de deformación craneana y c) mayor variabilidad morfológica en la muestra
masculina producto de la edad.
Palabras clave: Forma craneofacial, dimorfismo sexual, deformación craneana, ontogenia.
Abstract: This work aims to be a contribution to the bioanthropological knowledge of the sample of Quillagua,
sheltered in the Museum of Natural History of Valparaíso, attached to the late Intermediate period of the Norte
Grande of Chile (1,000-1,400 A.D.); based on geometric morphometric analysis. The objective is to know the mor-
phological changes of craniofacial structures from the expression of sexual dimorphism along the ontogeny and
the incidence of cranial deformation. The sample is composed of 101 individuals, of whom 55 are female and 46
are masculine. Two.dimensional images were used in frontal rule, in which 18 landmarks and 4 semilandmarks
were recorded. For the statistical analysis, methods of overlap were used as a deformation. The results revealed
a) a significant morphological differences between both sexes, B) greater morphological variability in the female
sample product of the presence or non-deformation cranial and c) greater morphological variability in the male
sample product of age.
Keywords: Craniofacial form, sexual dimorphism, deformation cranial, ontogeny.
INTRODUCCIÓN
Ya que nos hallamos ante una creciente implementación de nuevas tecnologías y técnicas de análisis para en-
contrar cada vez más respuestas sobre las poblaciones de interés, que no se ven a simple vista, y que por ende
necesitan de un análisis estadístico más específico para contrarrestar en lo posible los márgenes de error propios
de la naturaleza humana, es que este trabajo se adentra a lo que nos puede brindar la morfometría geométrica,
herramienta de análisis que por medio de diversos registros de las muestras como fotografías 2D, rayos-x, 3D
Laser scanning, fotografías 3D, brazo digitalizador, tomografía computarizada, resonancia magnética, entre otros
recursos, y programas computacionales puede llegar a un análisis específico de las formas del material de estudio
(Charlin y Hernández, 2016). En el presente trabajo se realizó un análisis craneofacial, mediante registro fotográ-
fico 2D de cráneo humanos en norma frontal, de una muestra perteneciente al sitio de Quillagua, adscrita al Pe-
ríodo Intermedio Tardío del Norte Grande de Chile (Strange, 1995). Aquí se pretende evaluar el comportamiento
bioantropológico de la muestra, profundizando en las variables de edad, sexo y deformación craneana; analizar
cómo estas influyen en la morfología final de la estructura craneofacial, y aportar más datos que caractericen a la
colección Vergara, ya no sólo con estudios lineales (Vergara 1901, 1905), sino con nuevas técnicas como la morfo-
metría geométrica, llevado al estudio de los rasgos craneofaciales (Fabra y Demarchi, 2009; Cobos, et al. 2012) y
enriquecer así la caracterización de la presente muestra.
1 Antropóloga Física, Antropóloga con mención en antropología física, Universidad de Concepción. E-mail: vale.mena.ariasOgmail.com
6
MATERIALES Y MÉTODOS
La muestra pertenece al oasis de Quillagua, ubicado
en el curso inferior del rio Loa (Fig.1), consta de una
terraza inferior con vegas drenadas, y una superior con
bosques de algarrobo y chañar, con presencia de fauna
menor para la caza y recolección, así como una agri-
cultura regular (López, 1979). Posee asentamientos dis-
persos, con gran diversidad ecológica y alta movilidad a
través del tráfico caravanero. En este sector convergen
la arqueología proveniente de regiones vecinas, como
Perú, Bolivia, y Argentina (Strange, 1995).
É
E
3
E
a
Concarnplne
Figura 1. Área Centro Sur Andina, en rojo: los Valles Occidentales, Azul:
zona circumpuneña. Marcado en punto rojo (sector donde se extrajo la
muestra de estudio, Sitio Quillagua). (Extraído y modificado de Núñez,
19842 en Falabella et al. 2016).
Se trabajó con un total de 101 fotografías 2D en norma
frontal de los cráneos de la colección Vergara, proce-
dentes del Museo de Historia Natural de Valparaíso.
Estas muestras fueron facilitadas por la encargada del
área de depósito arqueológico del Museo de Valparaí-
so, Sra. Lilian López.
Los criterios de inclusión corresponden a muestras en
buen estado de conservación, es decir, cráneos com-
pletos y articulados en su componente facial y craneal,
capaces de constatar la forma completa del cráneo.
Análisis morfogeométrico exploratorio para el estudio...
También aquellas con una edad biológica adulta espe-
cificadas por suturas, erupción dentaria y desgaste. En
cuanto a las fotografías de cráneos en norma frontal,
se utilizaron aquellas en donde se visualice en plenitud
todas las estructuras faciales del lado derecho.
Los criterios de exclusión corresponden a todas aque-
llas muestras que contradigan los criterios de inclusión,
respectivamente; mientras que los criterios de elimina-
ción se determinaron por aquellos sujetos con sexo in-
determinado, fotografías difusas, con luminosidad que
afecta la visualización correcta de los hitos anatómicos
a utilizar.
Para estimar el sexo los parámetros utilizados fueron
el desarrollo de la región margen supraorbital, cresta
nucal y proceso mastoideo (Buikstra y Ubelaker, 1994;
Krogman e Iscan, 1986). Según estas consideraciones,
el sexo del individuo fue registrado como masculino
(M), femenino (F).
En cuanto a la edad biológica de los individuos, debían
ser todos adultos, subdividiendo en adulto joven (AJ)
entre 20 y 35 años, adulto medio (AM) entre 36 y 50
años y adulto maduro (A) entre 51 y más años. Lo an-
terior se estimó con el grado de sincondrósis esfeno
occipital, erupción del tercer molar, para estimar un
mínimo de edad (Buikstra y Ubelaker, 1994) y reque-
rimiento utilizado en el criterio de inclusión, así como
el nivel de pérdidas dentarias antemortem y reabsor-
ción alveolar para los individuos seniles como criterio
de exclusión respectivamente, ya que esto modifica las
estructuras faciales en donde se encuentran los hitos
anatómicos. Otro método que corroboró los distintos
estadios, principalmente para diferenciar adultos me-
dio de adultos maduros, fue el cierre de suturas cra-
neales (Meindl y Lovejoy, 1985).
Para la clasificación de la deformación cefálica intencio-
nal se ordenaron según deformados (D), o sin deformar
(SD). Esta deformación fue registrada según la termi-
nología propuesta por Munizaga (1987). Aunque había
distintos tipos de deformación craneana artificial, no se
catalogó de acuerdo con el tipo de deformación, ya que
no es nuestro objetivo de estudio.
Al seleccionar las fotografías concordantes con los cri-
terios de inclusión, exclusión y eliminación, de un total
de 146 fotografías incluidas y 45 eliminadas, se trabajó
con una muestra de 101 individuos, donde 55 son fe-
meninos y 46 masculinos. Así mismo 12 son Adultos jó-
venes, 62 adultos medios y 27 adultos maduros (Tab.1).
Valeria Mena Arias
Tabla 1. Desglose de muestra
CO PA, A A AN
Ad ulto
Joven
Adulto
Medio
Femenino
Adulto
Maduro
Total
Deformado No
(D)> deformado
(ND)
20
7 38 10 35
(E)
Masculino 5
Tabla 1. Muestra total subdividida en edad con Adulto joven (AJ); Adulto medio (AM) y adulto Maduro (A); también muestra la subdivisión en sexo
femenino (F) y masculino (M), así como la deformación craneana Deformado (D) y No deformado (ND).
PROCEDIMIENTO PARA LA TOMA FOTOGRÁFICA
Primero que todo hay que mencionar cuáles fueron
las herramientas utilizadas para la toma fotográfica, en
este caso se utilizó una cámara canon modelo canon
EOS REBEL T3i, un trípode VIVITAR 980, huincha métri-
ca, un nivel para asegurarnos de que la medida desde
los puntos orbitale y porion derechos, estuvieran a la
misma altura. Se necesitó de un soporte donde ubicar
los cráneos, que estaba adaptado para subir o bajar el
tercio posterior de la superficie y poder regular de ma-
nera práctica el plano de Frankfurt en las muestras.
Por otro lado, aspectos técnicos necesarios para la bue-
na toma de imágenes, se necesitó un fondo negro para
el buen contraste con las muestras a la hora de tomar
las fotografías y un testigo métrico correspondiente
para cada fotografía.
En general se siguió lo sugerido por Fabra y Demarchi
(2013), en donde se ve primero la orientación de cada
cráneo siguiendo el plano de Frankfurt; para ello se
consideró la línea horizontal imaginaria que cruza el
límite inferior del margen orbital derecho (orbitale) y
el límite superior del proceso auditivo (porion), donde
ambos puntos se deberán ubicar a la misma altura evi-
tando así la rotación anteroposterior del cráneo, esto
con la ayuda de un nivel perpendicular, como mencio-
namos anteriormente.
Luego se ubica la cámara en un trípode a una distancia
de 25 centímetros de prostion, calculado con la huin-
cha métrica, así como nivelación de la cámara para evi-
tar rotación anteroposterior o lateral, regulado con el
trípode y el nivel.
Para imágenes en norma frontal se observó la gabela
en el punto de unión de las líneas vertical y horizontal
del visor de la cámara, y a la línea horizontal debe pasar
por el límite superior de ambas órbitas.
PROCEDIMIENTO DEL ANÁLISIS PRELIMINAR
Para poder explicar los cambios morfológicos de las
estructuras anatómicas faciales de la muestra, se cons-
truye como mencionamos anteriormente el hito de
mapas homólogos, con el cual se pretende capturar la
forma facial de las muestras y ver como se entrelaza
la variabilidad a lo largo de la muestra (Zelditch, et al.
2004), respetando la homología de los hitos, por lo que
se trabajó en este estudio con hitos de tipo 1, tipo 2,
tipo 3 y pseudohitos (Toro, et.al. 2010).
Ya localizados los puntos se puede estudiar la forma,
teniendo claro que lo que analizamos es las coordena-
das de los landmarks en su conjunto, no como medidas
independientes; por esto la información de la forma se
condensa y se observa posteriormente con el análisis
de componentes principales o análisis de relativewarps
(RW) en sus ejes, a partir de los programas tpsUtility
versión 1.44, que es para crear el archivo TPS, en este
caso a partir del total de las fotografías de la muestra.
Posteriormente para digitalizar los puntos o landmar-
ks se utiliza el programa tpsDig2 versión2.14 (Rohlf,
1993). En la Figura 2 se muestra la configuración de los
landmarks vistos en norma frontal.
Figura 2. Mapa de hitos homólogos 1(g), 2(n), 3(rhi), 4(al), 5(ns), 6(pr),
7(ekm), 8(psh1), 9(zm), 10(2zy), 11(ju), 12(fmt), 13(ft), 14(fmo), 15(ec),
16(psh2), 17(or), 18(zyo), 19(psh3), 20(d), 21(so), 22(psh4) (TpsDig2).
PROCEDIMIENTO DEL MÉTODO DE SUPERPOSICIÓN
Como se ha mencionado a lo largo del trabajo, para po-
der analizar la forma “pura” o shape, es decir, toda esa
información geométrica que permanece una vez elimi-
nados del objeto los efectos de traslación, rotación y
escala (Bookstein, 1991); hay que calcular primero que
todo el centroidsize, y así abstraer la forma consenso,
la cual es el promedio de todas las configuraciones de
landmarks de los individuos utilizados (Oxnard y O'Hi-
ggins, 2009).
La técnica de superposición implica tres pasos, primero
fijar una de las formas en una orientación dada, deno-
minada forma de referencia, posteriormente se realiza
lo mismo con las figuras siguientes, trasladándolas y
rotándolas a la forma objetivo de manera que coinci-
dan y por último se estudia la magnitud y dirección de
la diferencia entre las formas con relación a los hitos
(Vega, 2014). Esa forma que se abstrae desde la forma
consenso y las de la totalidad de la muestra es la forma
tarjet, y estos cambios entre ambas corresponden al
desplazamiento de los hitos de la forma objetivo a los
hitos de las demás formas de la muestra.
El criterio para minimizar la distancia entre la confi-
guración consenso y la configuración target es el del
Análisis Generalizado de Procrustes (GPA, de la sigla
Análisis morfogeométrico exploratorio para el estudio...
en inglés de Generalized Procrustes Analysis; Goodall,
1991). Así se minimiza la suma de las distancias cua-
dradas entre los hitos de las dos formas (consenso y
target), para que sean superpuestas. El procedimiento
anterior se realiza automáticamente con el programa
MorphoJ versión 1.06b. (Richtsmeier, et al. 2002).
PROCEDIMIENTO DEL ANÁLISIS ESTADÍSTICO EXPLO-
RATORIO.
Para poder realizar el PCA de los datos morfogeométri-
cos, se debe generar una matriz de covarianza, la cual
se obtiene del conjunto de datos crudos de la informa-
ción de forma tras el ajuste de Procrustes. Este análisis
se basa en la descomposición espectral de la matriz
de covarianza, de donde se obtiene una cantidad de
Componentes Principales (PC: Principal Components),
los cuales corresponden al total de dimensiones tras el
Ajuste de Procrustes, ordenando los PC en forma de-
creciente respecto a la variación que explica, siendo el
PC1 que explica el mayor porcentaje de cambios en la
forma (Bookstein, 1991).
Por lo tanto, para explorar los cambios morfológicos
en las estructuras faciales de la muestra, se realizó el
algoritmo en el programa MorphoJ versión 1.06b para
la configuración total con la muestra completa y para
cada conjunto de hitos que representa cada estructura
estudiada.
PROCEDIMIENTO PARA EL ANÁLISIS ESTADÍSTICO
CONFIRMATORIO
Para ver las diferencias morfológicas de la muestra res-
pecto a las variables, edad, sexo y deformación cranea-
na es que se realiza un Análisis de Variables Canónicas
(CVA: Canónical Variate Analysis), como análisis confir-
matorio para ver si dicha separación de los subgrupos
es correcta y si efectivamente muestra y discrimina de
acuerdo con la forma (Richtsmeier, et al. 2002). Aquí el
análisis de variables canónicas actúa igual que el análi-
sis de componentes principales, construyendo un nue-
vo sistema de coordenadas y determina los puntajes a
esos ejes (CV1 y CV2), para todos los individuos (Fig. 3);
pero la diferencia principal con el análisis de PCA, es
que describe las diferencias entre grupos, usando los
patrones de variación dentro de los grupos para escalar
los ejes del nuevo sistema de coordenadas, ahora no es
una simple rotación, hay una distancia del espacio (VC:
variable canónica), no siendo iguales a los originales,
como en los PCA (Zelditch, et al., 2004).
Valeria Mena Arias
|
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A ————— er
Figura 3. Procedimiento donde se agrupan los datos primarios (1), se realiza una PCA dentro del grupo, generando nuevas coordenadas (2), sola-
pamiento de elipsis (3), distorsión del espacio y redirección de círculos (4) (MorphoJ 1.06b).
Para poder realizar este análisis hay que obtener los
datos primarios, luego cada individuo del conjunto
de datos debe estar agrupado a priori. Comienza con
una PCA de las varianzas combinadas dentro del gru-
po, entregando nuevas coordenadas que describen la
posición de cada grupo, posteriormente las elipses se
solapan más en la dirección del eje largo, cambiando
la escala de ese eje proporcionalmente al alargamien-
to de la elipse, distorsionando el espacio, hasta que la
elipse es circular y finalmente se soluciona en qué di-
rección los círculos tienden a apartarse en el espacio
escalado. Los ejes producidos por esto son los valores
CVs, que son las proyecciones de los individuos dentro
de los nuevos ejes (Fig. 3) (Zelditch, et al. 2004).
La problemática de este análisis es que las distancias de
Mahalanobis para todos los pares se calculan utilizan-
do la matriz de covarianza agrupada dentro del grupo,
para todos los grupos conjuntamente, lo que refleja la
suposición de CVA de que las matrices de covarianza
dentro del grupo son idénticas. Motivo por el cual se
hace un posterior análisis entre las parejas de grupos
particulares con el análisis de función discriminante
(DFA) (Klingenberg y Monteiro, 2005).
El análisis discriminante (DFA), más útil a la hora de
comparar grupos específicos, en este caso el sexo en
10
los subgrupos de la muestra (Zelditch, et al. 2004),
por ejemplo, para ver la incidencia de la deformación
craneana en el dimorfismo sexual o si las cronologías
respectivas tienen incidencia en esta variable biológi-
ca. En cambio, la CVA como vimos anteriormente, es
más útil a la hora de analizar generalmente la estruc-
tura de grupos en el conjunto de datos y ver qué da-
tos se presentan más cercanos que otros y así saber
qué subgrupo específico se va a analizar. Por lo tanto,
permite conocer el valor discriminante de las variables
de forma para clasificarlos de acuerdo con las variables
que interesen.
Para evaluar la fiabilidad del DFA se utiliza la validación
cruzada y se incluye el test de permutaciones (1000
rondas), que usa la distancia Procrustes, así como la es-
tadística T-cuadrado. para la hipótesis nula de igualdad
entre las medias de los grupos (Rohlf, 1993).
Así se obtiene el gráfico que detalla las diferencias de
formas entre sexo para cada grupo con deformación
craneana, y edad, pudiendo observar cuales son los
hitos con mayor valor discriminante y la validación cru-
zada. Este análisis se realizó con el programa MophoJ
1.06b, en la configuración craneofacial de la muestra
total y por los subgrupos mencionados.
Todos los análisis estadísticos utilizaron un intervalo de
confianza de 95% (p<0,05).
RESULTADOS
1.- Análisis exploratorio a partir de RW o PCA.
e
RWI=14,22%
a
Figura 4. Gráfico de variación cráneofacial en el análisis de Relative
Warps (RW1 y RW2), presentando la deformación en la placa delgada
para los valores positivos y negativos. (TpsRelw 1.46)
Posterior al cálculo de la figura consenso de los 101 in-
dividuos, se llevó adelante el análisis de relative warps
(RW). En la figura 4 se puede observar que las mues-
tras representativas para la variación de RW1, para sus
valores positivos se caracterizan por una deformación
de la grilla hacia medial craneal, presentando un cam-
bio principalmente en la zona frontal, estrechando el
cráneo a nivel orbital, frontal y área zigomática malar,
también se observa un alargamiento del área nasal de-
bido al movimiento hacia craneal de los hitos 3 y 1, pro-
vocando un estrechamiento en la zona glabelar en sen-
tido caudal-cefálico. Por otro lado, los valores negativos
del RW1 presentan un ensanchamiento del cráneo a
nivel orbital en hitos laterales, mientras que en la zona
frontal hay un acortamiento a nivel de hito frontotem-
poral y frontomalare orbitale, por otro lado, el sector
nasal se ensancha específicamente por el movimiento
11
Análisis morfogeométrico exploratorio para el estudio...
del hito A/are hacia lateral. Para el RW2, nos encontra-
mos con unos valores positivos que modifican al cráneo
a nivel de frontal acortando la línea temporal en senti-
do cráneo-caudal en el hito 13, mientras que el hito 12
toma un sentido caudal-cefálico, arrastrando también
a jugale hacia superior (hito 11). Otro rasgo importante
es que los hitos 10, 11 y 12 tienden a alinearse en una
línea recta, esto hace referencia a individuos con arcos
zigomáticos poco demarcados. Para finalizar se obser-
va en los valores negativos de RW2 que la zona frontal
se alarga hacia craneal con el hito 13, mientras que el
hito 12 se mueve en sentido contrario hacia caudal, por
otro lado, en la zona orbitaria los landmarks laterales
(14,15 y 16), migran hacia caudal, causando que la ór-
bita adquiera una forma más oval hacia lateral. Por otro
lado, los landmarks (4,5,6,7,8) tiende a ir hacia craneal,
estrechando más el cráneo.
Cuando se agrupan los datos por sexo (Fig. 5), se perci-
be una ligera agrupación entre ambos grupos; en cam-
bio en edad (Fig. 6) y deformación craneana (Fig. 7), no
se observa una clara diferenciación entre los grupos en
la matriz de covarianza, respecto a los PC1 v/s PC2. Por
lo tanto, analizaremos el efecto de estas tres variables
en la forma craneofacial a partir de CVA, para ver me-
jor las diferencias entre grupos y luego por DFA, para
analizar de manera individual que formas son las que
realmente varían y cuáles no.
0,
E
pi
a
E
o
Ó
NN
£
7
E
La
ó
1.00 (0)
Principal component 1
Figura 5. Gráfico de PCA agrupados por sexo, femenino amarillo, mas-
culino celeste. (MorphoJ 1.06b)
Valeria Mena Arias
iS]
de
=
D
£
o
a
E
o
o
o
Es
o
5
E
íL
.
0.00 00
Principal component 1
2,03
Figura 6. Gráfico de PCA agrupados por edad, rojo (adultos maduros),
verde (adulto joven), azul (adulto medio). (MorphoJ 1.06b).
0,60
Principal component 1
0,03
am”
"ua
0,06
Figura 7. Gráfico de PCA agrupado por deformación craneana, rojo (de-
formado), celeste (no deformado). (MorphoJ 1.06b).
2.- Análisis confirmatorio a partir de CVA.
Análisis grupal a partir de CVA, para agrupación de va-
riables sexo y deformación craneana.
En la tabla 2 se puede ver que todos los p-value son
altamente significativos p<0,05, evidenciando la dife-
rencia entre las formas para todos estos subgrupos,
graficados en figura 8, en donde también se observa
la separación de individuos femeninos y masculino evi-
denciándose más disparidad entre individuos femeni-
nos deformados y no deformados, que entre los indivi-
duos masculinos tienden a agruparse.
12
Tabla 2. Distancia de Mahalanobis, CVA para def. craneana
y Sexo.
Po p- Values de test de permutaciones (10000 rondas) para distancia Mahalanobis:
E E
<0,0001
<0,0001 <0,0001
Tabla 2. Tabla de CVA para deformación craneana y sexo. F(femenino),
M (masculino), D(deformado), ND (no deformado). (MorphoJ 1.06b)
Canonical wariate 2
Figura 8. Gráfico de CVA entre sexo y deformación craneana, rojo (fe-
menino deformado), verde (femenino no deformado), celeste (Ímascu-
lino deformado) y morado (masculino no deformado) (MorphoJ 1.06b).
Análisis grupal a partir de CVA, para agrupación de va-
riables sexo y edad.
Al igual que en el caso anterior, también se presentan
valores altamente significativos p<0,05, menos para el
grupo adulto joven de masculinos y femeninos (tabla
3). Mientras que en la figura 9 se aprecia separación
entre los individuos femeninos y masculinos, eviden-
ciándose una tendencia a la agrupación de individuos
femeninos a lo largo de su ontogenia, mientras que in-
dividuos masculinos se agrupan en dos subgrupos: AM
y A con AJ, mostrando entonces una cercanía entre las
formas craneofaciales de adultos jóvenes y adultos ma-
duros, no así los adultos medios.
Cd
Uk]
2
E
Ln
Li]
—
=
2
kE
[a]
—
co
oO
Canonical variate 1
Figura 9. Gráfico de CVA entre sexo y edad, rojo (femenino adulto ma-
duro), amarillo (femenino adulto joven), verde (femenino adulto me-
dio), celeste (masculino adulto maduro), azul (masculino adulto joven)
y rosado (masculino adulto medio). (MorphoJ 1.06b)
Tabla 3. Distancias de Mahalanobis en CVA para edad y sexo.
n= p- Values de test de pemutaciones (10000 rondas) para distancia Mahalanobis:
F,A F,AJ
F,AJ <0,0001
<0,0001 <0,0001
<0,0001
<0,0001 <D,0001
0,0004
[rior <0,0001 <0,0001 <),0001 <0,0001 <0,0001
Tabla 3. Tabla de CVA para edad y sexo. Donde AJ (Adulto joven), AM
(Adulto Medio) y A (Adulto maduro); mientras que F es (femenino) y M
(masculino). (MorphoJ 1.06b).
0,0530 0,0011
Análisis grupal a partir de CVA, para agrupación de
variables sexo, edad resencia o no de deformación
craneana.
En la tabla 4 se presentan diferencias estadísticamente
significativas (p<0,05), entre todos los individuos feme-
ninos a lo largo de su ontogenia, más representativa
entre adultos medios y adultos maduros, incluyendo la
influencia de la deformación craneana. Los individuos
masculinos sólo presentan diferencias estadística-
mente significativas bajo la influencia de la deforma-
ción craneana en el estado ontogénico adulto medio.
Esto se ve en la figura 10 donde hay una variación más
dispersa en los individuos femeninos a lo largo de su
ontogenia, con presencia de deformación craneana
artificial, mientras que los individuos masculinos, in-
dependientemente de los efectos de la deformación
13
Análisis morfogeométrico exploratorio para el estudio...
craneana artificial en los adultos medios, que sí pre-
sentan diferencian estadísticamente significativas, se
siguen presentando más agrupados en la gráfica, que
las muestras femeninas.
Tabla 4. Distancias de Mahalanobis, CVA para edad, sexo y
deformación craneana.
p- Values de test de permutaciones (10000 rondas) para distancia
Mahalanobis:
Sexo
EN Adulto joven Adulto medio Adulto maduro
PA IES OO E
A a a
Tabla 4. Análisis de CVA para individuos masculinos y femeninos, según
edad y presencia de deformación craneana D (deformados) y ND (no
deformados). (MorphoJ 1.06b).
M, AM, ND
Canonical variate 2
-2 D 2 4
Canonical variate 1
Figura 10. Gráfico de CVA entre sexo, edad y deformación craneana.
En los tonos plomo oscuro, amarillo y calipsos) y celestes individuos
Femeninos (F), mientras que los tonos plomos claros, violetas, fucsia y
verdes petróleo son individuos masculinos (M). (MorphoJ 1.06b).
3.- Análisis estadístico confirmatorio a partir de DFA.
Análisis de DFA para la variable sexo en muestra total.
Según análisis de DFA la variable sexo, si arrojó valo-
res estadísticamente significativos en la configuración
craneofacial de la muestra total con un p-value <0,05
(Tab.5); lo que representa un 70,9% de aciertos en la
clasificación para individuos femeninos y un 71,73% en
individuos masculinos (Tab.6), explicando entonces, la
variación por si misma.
Valeria Mena Arias
Tabla 5. Análisis del efecto del sexo sobre la variación de la
forma en la muestra total.
Muestra F/M p-value (test permutación de 1000 rondas)
55/46 0,02874782 <0,0001
Tabla 5. Tabla de análisis del sexo sobre la muestra total, mediante DFA.
F(femenino); M(masculino). (MorphoJ 1.06b).
Tabla 6. Tabla de clasificación de la validación cruzada, para
sexo en muestra total.
Grupo verdadero Agrupado en
Femenino Masculino Total
Tabla 6. Tabla de clasificación para la variable sexo en la muestra total,
para la configuración craneofacial. Acierto de 70,9% para individuos
femeninos y un 71,73% en individuos masculinos. (MorphoJ 1.06b).
Análisis de DFA para la variable deformación craneana
en la muestra total.
Según análisis de DFA para la variable deformación cra-
neana, si arrojó valores estadísticamente significativos
p<0,05, en la configuración craneofacial de la muestra
total (Tab.7), con un 60,6% de aciertos para individuos
deformados y un 63,23% para individuos no deforma-
dos (Tab.8).
Tabla 7. Análisis de DFA para la deformación craneana en la
muestra total
uestra DIND | Distancia
Procrustes
de | p-value (test permutación de 1000 rondas)
Tabla 7. Tabla de análisis de la deformación craneana sobre la muestra
total, mediante DFA. D(deformados); ND (no deformados). (Morpho)J
1.06b).
Análisis de DFA para variable edad en la muestra total.
Según análisis de DFA para la variable edad, esta no
arrojó valores estadísticamente significativos en la
muestra total para la incidencia de la edad sobre la
variación de la forma craneofacial en la muestra total
(Tab.9). Por lo tanto, la variable edad no explica por sí
misma la variación de la forma en la muestra total por
lo que está supeditada al sexo y/o deformación cranea-
na.
14
Tabla 8. Tabla de validación cruzada, para deformación cra-
neana en muestra total.
Grupo verdadero
Agrupado en
papal
33
AA ESA
EA APA
Tabla 8. Tabla de clasificación para la variable deformación craneana en
la muestra total, para la configuración craneofacial. Acierto de 60,6%
para individuos deformados y un 63,23% en no deformados (MorphoJ
1.06b).
Tabla 9. Análisis de DFA para edad en la muestra total.
Muestra Edad | Distancia de | p-value (test permutación de 1000 rondas
Procrustes
Mara 02459685 LA AA Y 6080
a e — 0,02141471 AE 0890
AJ-AM 0,02731356 0,1360
Tabla 9. Tabla de análisis de la edad sobre la muestra total, mediante
DFA. A (adultos maduros); AJ (adulto joven); AM (adulto medio). (Mor-
phoJ 1.06b).
Como la variable edad no influye por sí sola en la varia-
ción de la forma craneofacial de la muestra utilizada,
vamos a analizar mediante DFA, la combinación de las
variables tanto de edad con sexo, edad con deforma-
ción craneana y cómo se influyen el sexo con la defor-
mación craneana, para así ver cuál de estas variables
posee mayor influencia en la variabilidad de la forma
vista en los gráficos de variables canónicas.
Análisis mediante DFA como respuesta a objetivo espe-
cífico 2: estudio de la forma craneofacial por la influen-
cia del dimorfismo sexual y de la deformación craneana
La tabla 10 muestra que la influencia de la deformación
craneana artificial solo afecta a las formas craneofacia-
les de los individuos femeninos de la muestra con un
p-value <0,05. Por otro lado, el dimorfismo sexual, solo
explica la variabilidad de aquellos individuos sin defor-
mación craneana artificial con un p-value <0,05. Por lo
tanto, la presencia de deformación craneana no explica
el dimorfismo sexual de la muestra, pero si explica la
variabilidad de las muestras femeninas con un acierto
de un 55% para los individuos femeninos deformados y
un 60% para los individuos femeninos no deformados
(tabla 11), corroborando así lo visto en el primer gráfico
de CVA.
Tabla 10. DFA para dimorfismo sexual y deformación cranea-
na, en la muestra total.
p-value (1000 permutation
rounds)
F, D/M, D 0,02984977 [A EA 2130
F, ND/M, ND 0,03401208 <0,0001
M, D/M, ND 0,02065521 0,7870
Tabla 10. Estimación del dimorfismo sexual sobre la variación de la for-
ma craneofacial, según presencia o no de deformación craneal en la
muestra total mediante DFA; F(femenino), M(masculino), D (con defor-
mación craneana), ND (sin deformación craneana). (MorphoJ 1.06b).
Sexo, Def. craneana v/s Sexo, Distancia de
Procrustes
def. craneana
F, D/F, ND 0,03106458
Tabla 11. Validación cruzada, para individuos femeninos de-
formados y no deformados.
Grupo verdadero
PARRES en
Tabla 11. Tabla de clasificación para la variable deformación craneana
en individuos femeninos, para la configuración craneofacial. Acierto de
55% para individuos femeninos deformados (F, D) y un 60% en femeni-
nos no deformados (F, ND). (MorphoJ 1.06b).
Como se ve en la figura 11, la grilla de deformación
mostró que la mayor variación se da en el hito 13 mos-
trando un achatamiento del hueso frontal, a su vez en
el hito 11 y 12 ocurre un ensanchamiento del hueso
malar en su porción apófisis temporal, generando que
la ubicación del hito jugale sea más angulosa; haciendo
más sobresaliente la cara externa lateral del malar. La
porción maxilar es más amplia a nivel del borde inferior
alveolar disminuyendo su tamaño a medida que termi-
nan los rebordes alveolares en su parte superior. Por
otro lado, las orbitas se presentan más grandes y simé-
tricas, en comparación con los cráneos deformados en
donde son más ovaladas (Fig. 11).
Para el subgrupo de individuos femeninos no deforma-
dos y masculinos no deformados, se dio un acierto en
su variación craneofacial del 55% y 60%, respectiva-
mente (tabla 12); al igual que en el caso anterior.
La figura 12 muestra una grilla de deformación con
marcadas diferencias de forma en el sector frontal,
cigomático, malar y maxilar de individuos masculinos
(M) y femeninos (F), presentando mayor longitud a ni-
vel de hueso frontal las muestras masculinas; así como
área cigomática malar más prominente hacia lateral.
Análisis morfogeométrico exploratorio para el estudio...
Figura 11. Grilla de deformación individuos femeninos deformados (ce-
leste), individuos femeninos no deformados (verde). (MorphoJ 1.06b).
Tabla 12. Tabla de validación cruzada, masculinos y femeni-
nos no deformados.
Tabla 12. Tabla de clasificación para la variable deformación craneana
en individuos femeninos y masculinos, para la configuración craneofa-
cial. Acierto de 55% para individuos femeninos no deformados (F, ND) y
un 60% en masculinos no deformados (M, ND). (MorphoJ 1.06b).
Figura 12. Grilla individuos femeninos (F, ND) en celeste y masculinos
(M, ND) no deformados en verde. (MorphoJ 1.06b).
Valeria Mena Arias
No así el maxilar, siendo más prominente a la altura del
reborde alveolar, hacia caudal, lateral y medial, siendo
más prominente en individuos femeninos que mascu-
linos (Fig. 12).
Análisis mediante DFA como respuesta a objetivo es-
pecífico 3: estudio de la forma craneofacial según in-
fluencia de la expresión del dimorfismo sexual y edad
biológica.
Según resultados expuestos en la Tabla 13, se mues-
tra que el dimorfismo sexual explica la variación mor-
fológica craneofacial presentando diferencias signi-
ficativas con p-value <0,05 en los individuos adultos
maduros (A) y los individuos adultos medios (AM), es
decir, aquellos individuos que presentan una DMO es-
tabilizada, a diferencia de los adultos jóvenes que no
presentan variación morfológica significativa según el
dimorfismo sexual. Por otro lado, podemos corroborar
en base a estos resultados que la variación femenina
de la muestra, a lo largo de los gráficos de CVA no era
debido a la influencia de la edad biológica, ya que, en
este caso, esta variable no presentó diferencias esta-
dísticamente significativas, sino que a la deformación
craneana; no así en el caso de las muestras masculinas,
donde la variable edad si explica la variación morfoló-
gica craneofacial, entre individuos adultos maduros (A)
y adultos medios (AM). Donde los primeros presentan
una pérdida de la DMO, mientras que los segundos es-
tán en un periodo de estabilidad de su DMO.
Tabla 13. Análisis de DFA para sexo y edad en la muestra to-
tal.
Distancia de
Tabla 13. Estimación del dimorfismo sexual sobre la variación de la for-
ma craneofacial, según rango etario en la muestra total mediante DFA;
F(femenino), M(masculino), A(adulto), AJ (adulto joven), AM (adulto
medio). (MorphoJ 1.06b).
Sexo, edad v/s Sexo,
edad
p-alue (test permutación de 1000
rondas)
F, AJF, AJ 0,6550
F, A/F, AM 0,4700
F, AM, A
F, AJJF, AM
F, AJ/M, AJ
F, AM/M, AM
M, A/M, AJ
Por otro lado, se presentó un acierto de un 60%, para
individuos femeninos adultos, mientras que para los
individuos masculinos adultos alcanzó un 70,58% de
aciertos (tabla 14). En el caso de los femeninos y mas-
16
culinos adultos medio, estos alcanzaron un acierto de
un 63,15% y un 58,33% respectivamente (tabla 15).
Finalmente, los masculinos adultos y adultos medios
muestran un acierto de un 58,82% y 62,5% respectiva-
mente (tabla 16).
Tabla 14. Validación cruzada, para individuos femeninos y
Agrupado en
masculinos adultos.
Grupo verdadero
A
Tabla 14. Tabla de clasificación para la variable sexo en individuos
adultos. Acierto de 60% para individuos femeninos adultos (F, A) y un
70,58% en masculinos adultos (M, A). (MorphoJ 1.06b).
Tabla 15. Validación cruzada para individuos femeninos y
masculinos, adultos medio.
Grupo verdadero Agrupado en
EY A Y
E a A E A
A A A J]>]
Tabla 15. Tabla de clasificación para la variable sexo en individuos adul-
tos medio. Acierto de 63,15% para individuos femeninos adultos me-
dio (F, A) y un 58,33% en masculinos adultos medio (M, A). (MorphoJ
1.06b).
Tabla 16. Validación cruzada, para individuos masculinos
adultos y adultos medio.
Grupo verdadero Agrupado en
¿A
10
Tabla 16. Tabla de clasificación para la variable edad en individuos mas-
culinos. Acierto de 58,82 % para individuos masculinos adultos (M, A)
y un 62,5% en masculinos adultos medio (M, AM). (MorphoJ 1.06b).
Respecto a la variación morfológica se puede observar
que en la grilla de deformación la Figura 13, los indivi-
duos femeninos adultos maduros poseen una porción
zigomática más grácil que muestra masculina del mis-
mo rango etario; por otro lado, el maxilar es más ancho
y alargado en muestras femeninas que en masculinas
a nivel de reborde alveolar. La porción frontal presenta
una forma más lineal en muestras femeninas que en
masculinas, donde es más angulada, por otro lado, las
orbitas se posicionan levemente más superiores en gri-
lla femenina que masculina; respecto a la porción nasal
se ve que muestra masculina posee una línea media
más alargada que femenina, aunque sólo hasta nasoes-
pinale (LM 5) (Fig. 13).
Análisis morfogeométrico exploratorio para el estudio...
Figura 13. Grilla de deformación de individuos femeninos adultos (F,
A) en celeste y masculinos adultos (M, A) en verde. (MorphoJ 1.06b).
En la Figura 14 se puede observar que la grilla de de-
formación muestra a individuos femeninos más gráci-
les en torno a la región malar, siguiendo hacia superior
con una región frontal más lineal que individuos mas-
culinos. Por otro lado, el maxilar sigue con las mismas
proporciones, más ancho a nivel de reborde alveolar,
pero ya no muestra signos tan distantes en cuanto a
largo (que se asemejan más que en estadios posterio-
res). Por otro lado, la línea media nasal sigue siendo
más alargada en individuos masculinos. La cavidad or-
bitaria es más alargada en las mujeres que en los hom-
bres (Fig. 14).
En la Figura 15, la grilla muestra que los individuos mas-
culinos adultos maduros (A) presentan rasgos más grá-
ciles, tanto en la región maxilar como malar mostrando
en su conjunto una sección más pequeña. En cuanto
a las orbitas, estas son más grandes en los individuos
adultos maduros, mientras que en la región frontal se
mantiene relativamente similar en ambas muestras
(Fig. 15).
Análisis mediante DFA como respuesta a objetivo es-
pecífico 4: evaluar el efecto de la forma craneofacial a
partir del rango etario según la deformación craneana
artificial.
17
Figura 14. Grilla de deformación de individuos femeninos adultos me-
dio (F, AM) en celeste y masculinos adultos medio (M, AM) en verde.
(MorphoJ 1.06b.
Figura 15. Grilla de deformación craneana entre individuos masculinos
adultos maduros (M, A) en celeste e individuos masculinos adultos me-
dio (M, AM) en verde. (MorphoJ 1.06b).
Como se puede ver en la tabla 17, y corroborando los
datos entregados por la tabla 4, se muestra que la inci-
dencia de la edad, entre adultos maduros, adultos me-
dios y adultos jóvenes de la muestra total no muestra
diferencias estadísticamente significativas para la varia-
ción craneofacial, a partir de la deformación craneana,
por lo tanto, estas dos variables no inciden entre ellas.
Esto no se ve cuando se compara la población junto a
variables como sexo, dando cuenta de un alto dimor-
fismo sexual en la totalidad de la muestra estudiada.
Valeria Mena Arias
Tabla 17. Análisis de DFA para deformación craneana y edad
en la muestra total.
Def. craneana Procrustes 1000 rondas)
A, D/AJ, D
0,03384672 0,9290
A, D/AM, D 0,03239010 0,3070
0,3090
A, ND/AJ, ND
| 0,03445205 |
A, ND/AM, ND 0,0264 7082 0,0870
AJ, D/AJ, ND 0,04 758206 0,2790
AJ, D/AM, D
AJ, ND/AM, ND 0,02934458 0,4060
AM, D/AM, ND 0,02501619 0,0620
Tabla 17. Estimación del dimorfismo sexual sobre la variación de la for-
ma craneofacial, según rango etario en la muestra total mediante DFA;
F(femenino), M(masculino), A (adulto maduro), AJ (adulto joven), AM
(adulto medio). (MorphoJ 1.06b).
0,0405 1691 0,4360
DISCUSION
A lo largo del trabajo se ha evidenciado un alto dimor-
fismo sexual en la muestra estudiada, y se ha hecho re-
currente la idea de que la deformación craneana no era
una señal de diferenciación biológica entre hombres y
mujeres, tal como evidencia (Strange, 1995); cuando a
partir de medidas lineales llegó a las mismas conclusio-
nes, aunque ahí se subdividieron los grupos en tipo de
deformación, no presentaban incidencias significativas
a la hora de categorizar por dimorfismo sexual median-
te la deformación craneal. Lo anterior tiene sentido, ya
que otros estudios de medidas lineales mostraron los
mismos resultados a la hora de analizar la forma cra-
neofacial (Varela, et al. 1990 y Díaz, 2010).
Por otro lado, cuando se analizó el dimorfismo sexual
en las muestras se estimó que estos presentan su ma-
yor variación en los estadios ontogénicos adultos me-
dios y adultos maduros, no deformados específicamen-
te variando principalmente en la morfología cigomático
maxilar, más prominentes en muestras masculinas,
mientras que su porción maxilar es más prominente en
muestras femeninas. Respecto a esto se plantea que
los individuos masculinos presentan rasgos más ro-
bustos, principalmente por el aumento de inserciones
musculares y la consecuente expansión de eminencias
(Retamal, 2006), Por otro lado estudios explican que la
expansión transversal y vertical de la región facial, se da
producto de la expansión del espacio naso y orofarín-
geo a partir del requerimiento diferencial de oxígeno,
como consecuencia de la necesidad metabólica más
alta en hombres (Rosas y Bastir, 2002), en consecuen-
cia y entrelazándolo con la evidencia de las vías cara-
vaneras de este sector, donde se da un requerimiento
de oxígeno elevado por el tránsito en altura, hace esta
una posibilidad interesante a la hora de explicar de ma-
18
nera biomecánica el dimorfismo sexual presente en la
muestra estudiada.
Respecto a los maxilares más prominentes en las mues-
tras femeninas, hace pensar que ellas tenían un uso
diferenciado del aparato masticatorio, podría tener
directa relación con la utilización como tercera herra-
mienta. Como efecto contrario, la reducción de la carga
mecánica sobre las funciones masticatorias inhibe la
estimulación del crecimiento óseo, reduciendo su ro-
busticidad, agregando también la perdida antemortem
de piezas dentales en el caso de las muestras masculi-
nas (Manríquez, et al. 2006). Por otro lado, en el caso
de las muestras femeninas que estaban influenciadas
por la deformación craneana como se evidencia en el
presente estudio, a diferencia de las muestras masculi-
nas, nos hace pensar que las fuerzas biomecánicas del
aparato deformador también contribuyeron a modi-
ficar la zona frontal y maxilar alargando ambas zonas
(Friefs y Baylac, 2003).
Otro aspecto interesante fue la diferenciación entre las
muestras masculinas adultos maduros y adultos me-
dios; lo anterior hace sentido en relación con el propio
proceso de la senectud, en donde los rasgos masculinos
se van haciendo cada vez más gráciles a medida que se
va envejeciendo, por la pérdida de la DMO (Muzzo, et
al. 2003). La desmineralización comienza en los perio-
dos ontogénicos adultos medios progresivamente (Ba-
gur, 2017). Supuestamente este hecho debería notarse
más en las mujeres por la llegada de la menopausia,
pero esto no se logró apreciar en la morfología craneo-
facial femenina de la muestra.
Otro resultado a explicar es la variabilidad más alta del
sexo femenino, por sobre el masculino, retomando la
idea de que en la zona norte los individuos masculinos
“prefieren no deformarse” (Costa, et al. 2008) y que las
muestras femeninas presentan más deformación que
las muestras masculinas (Strange, 1995), específica-
mente de tipo tabular, en sitio pica 8 (Retamal, 2006) y
en SPA (Strange, 1995); contribuyendo en gran medida
a la mayor variabilidad femenina por sobre la mascu-
lina en relación de la forma craneofacial presente en
esta muestra. También tenemos la evidencia arqueo-
lógica de los señoríos post caída Tiwanaku, donde em-
pieza una sustentabilidad social y económica autosufi-
ciente con una extensa red caravanera a larga distancia
y alianzas matrimoniales (Cases, 2004; Correa y García,
2014). Por lo que estamos ante una alta migración del
lugar de origen, preferentemente de mujeres, como
medio de intercambio en dichas alianzas.
Referente a las pruebas estadísticas hay una variante
que en este trabajo no se calculó, y es la incidencia
del tamaño en la variación craneofacial; al respecto
cuando se trabaja con morfometría geométrica, esta
variante incrementa el análisis discriminante del PCA
(Gómez-Váldes, et al. 2007), cosa que en nuestro tra-
bajo no pudimos evidenciar, pero de igual manera, la
variante forma fue suficiente a la hora de abordar la
muestra tanto en CVA como en análisis de función dis-
criminante (DFA) para evidenciar el dimorfismo sexual
en la muestra y la variabilidad morfológica craneofacial
que se observó, bajo variables de edad y deformación
craneana.
Por otro lado, los resultados de este trabajo muestran
que la estimación del sexo mediante la observación
morfológica de los cráneos es acertada (Díaz, 2010).
Llegando a un número de individuos femeninos y mas-
culinos similar al estudio previo de Strange (1995),
aunque se eliminaron algunos individuos, el porcentaje
sigue siendo de un mayor número de individuos feme-
ninos por sobre el masculino.
CONCLUSIONES
En este estudio a partir de la hipótesis de trabajo en
que la morfología craneofacial presenta diferencias
estadísticamente significativas en su forma para la ex-
presión del dimorfismo sexual, la cual además puede
verse afectada por acciones culturales, como la defor-
mación craneana, así como la influencia de la edad se
confirma a partir de los resultados expuestos que si se
presenta una diferencia en la expresión del dimorfismo
sexual en la muestra estudiada; por otro lado la presen-
cia de modificaciones culturales como la deformación
craneana afectó diferencialmente a las muestras feme-
ninas por sobre las masculinas, siendo estas primeras
las que presentaban mayor variabilidad por dicha varia-
ble, sin mayor incidencia del proceso ontogénico como
tal. En contraposición, para la muestra masculina, esta
se vio influenciada por la ontogenia, a diferencia de
la muestra femenina, teniendo poca incidencia en su
variabilidad morfológica craneofacial la variable de la
deformación craneana.
En cuanto a la forma craneofacial como tal, las diferen-
cias morfológicas fueron sorpresivas, porque, aunque
se creía que los cráneos masculinos serían más robus-
tos en la totalidad de sus estructuras, se vio en este
estudio que sólo se reducía a las áreas frontocigomáti-
ca, malar y largo nasal; mientras que el hueso maxilar
presentó una forma de más robustez en las muestras
femeninas, aunque analizándolo desde la perspectiva
cultural, hace mucho sentido el obtener este tipo de
resultados.
19
Análisis morfogeométrico exploratorio para el estudio...
Otra estructura craneofacial que presentó diferencias
morfológicas, en el caso de las muestras masculinas
fue la alta reabsorción ósea presente en los estadios
ontogénicos de adultos maduros, cambiando en la to-
talidad su forma craneofacial, tanto en el área frontal,
cigomática, malar, nasal, maxilar y orbital, siendo todas
estas estructuras más robustas y prominentes en los
individuos adultos medios que en los adultos maduros.
Por lo tanto, el objetivo general del presente trabajo se
logró llevar a cabo, conociéndose así la incidencia de
la deformación craneana en el grupo femenino de la
muestra y la independencia del dimorfismo sexual en
la morfología craneofacial en la totalidad de la mues-
tra, más evidenciada en las etapas ontogénicas adultas
medias y maduras. En cuanto a los objetivos específi-
cos, estos también se pudieron llevar a cabo, el prime-
ro fue con las pruebas de análisis exploratorios (RW), y
los siguientes con los análisis confirmatorios, tanto de
VCA como de DFA para el análisis de las variables de
manera independiente y en conjunto, para ver cuál de
ellas tenía más peso en la variabilidad morfológica de
las estructuras craneofaciales. Por otro lado se eviden-
ció en los grupos etarios de individuos adultos medios
y adultos maduros, que la vejez en los procesos de des-
mineralización de la DMO fue evidente en la muestra
masculina, no así la femenina.
Para finalizar, esta investigación netamente explora-
toria permitió constatar la utilidad de esta herramien-
ta, la morfometría geométrica, a la hora de analizar y
complementar estadísticamente la evidencia arqueoló-
gica con la antropológica. Ayuda a entender al mate-
rial cultural netamente humano y a su vez, cómo este
produce variaciones e influye en sus creadores. Tam-
bién podemos darnos cuenta de cómo se ve influen-
ciado el cuerpo humano, a partir sólo del análisis de
una de sus estructuras corporales, siendo interesante
plasmar aquí la importancia de llevar este estudio en
la totalidad del cuerpo humano, y ver que estructuras
se ven más modificadas que otras, tanto por acciones
culturales, patologías y medio ambiente al cual se ven
adaptados. Hay que nombrar también las limitaciones
de esta investigación, para que en futuros análisis estas
puedan ser mejoradas, por ejemplo, trabajar con colec-
ciones incompletas, donde solo se presenta una parte
del cuerpo humano, hace más limitado todas las otras
adaptaciones o modificaciones que estos pudieron te-
ner en vida, como es el caso de las inserciones muscu-
lares en otras piezas óseas frente a las actividades rei-
teradas en el tiempo, como el caso de los marcadores
de estrés ocupacional.
También como futuro trabajo sería importante agregar
un estudio de los distintos tipos deformación craneana
en la muestra, en el caso de los individuos femeninos,
Valeria Mena Arias
haber sabido que tipo de deformación poseían podría
haber ayudado a explicar la alta variabilidad de este
grupo muestral. También agregar la variable “tamaño”
en este estudio podría haber generado comparaciones
con los trabajos más antiguos de morfometría clásica,
craneometría y así poder testear la comparación entre
ambas técnicas de análisis, así como la incidencia en la
variación de la forma.
Con todo esto expuesto, la morfometría geométrica se
hace cada vez más atractiva ya que sus investigaciones
que utilizan el uso de fotografías, son herramientas de
fácil acceso, en comparación con otros recursos (Char-
lin y Hernández, 2016), y este trabajo evidencia el apor-
te que genera esta técnica, tanto por la nueva informa-
ción bioantropológica de los materiales de estudio que
enriquezca su historia; bajo esta premisa la poca ma-
nipulación sobre el material estudiado hace que esta
herramienta promueva el resguardo de las muestras
patrimoniales contribuyendo a su mantención y cuida-
do, sin perder la información que en ellas se esconde.
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Análisis morfogeométrico exploratorio para el estudio...
Volumen 30, 2017. Páginas 22-38
Anales del Museo de Historia
Natural de Valparaiso
ANALES
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO
DIETA PREHISPÁNICA EN LA REGIÓN DE VALPARAÍSO, CHILE CENTRAL:
EVIDENCIA DEL ANÁLISIS DE ISÓTOPOS ESTABLES DE CARBONO Y
NITRÓGENO DE COLÁGENO ÓSEO HUMANO DE LAS COLECCIONES
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO
Jaime Swift”, Juanita Oyanedel Pérez? €. Lilian López Labbé?
Resumen: El objetivo de esta investigación fue aportar nueva información sobre las prácticas dietéticas prehis-
pánicas en la región de Valparaíso utilizando evidencia proveniente del análisis de isótopos estables de carbono
(513C) y nitrógeno ($13N) de colágeno óseo humano. Se obtuvieron muestras de restos óseos humanos de 24
individuos previamente recuperados de varios sitios arqueológicos de la región. Los resultados demostraron va-
riabilidad en las prácticas dietéticas en diferentes contextos temporales (desde el Periodo Alfarero Temprano
al Tardío) y geográficos (costeros vs valle interior), particularmente con respecto al consumo de C4 (maíz) o de
recursos marinos. La amplia gama de valores de 513C del material estudiado apunta a una mayor inclusión del
maíz en la dieta a través del tiempo. También sugieren que la dieta local costera incluyó una mezcla de alimentos
terrestres complementados con recursos marinos, de niveles tróficos más bajos como moluscos o algas marinas.
Mientras que los bajos valores de 915N para los grupos del interior, sugieren una dieta terrestre probablemente
baja en proteínas animales o bien que incluye el consumo regular de leguminosas fijadoras de nitrógeno.
Palabras Claves: Paleodieta, restos oseos humanos, Bato, Llolleo, Aconcagua, Inka.
Abstract: The objective of this research was to provide new information regarding prehistoric dietary practices in
the Valparaíso region, using evidence from stable carbon ($13C) and nitrogen (913N) isotopic analyses of human
bone collagen. Samples were obtained from human skeletal remains of 24 individuals previously recovered from
various archaeological sites within the region. The results demonstrated variability in dietary practices over diffe-
rent temporal (Early Ceramic through to Late) and geographic settings (coastal vs inland), particularly regarding
the consumption of C4 (maize) or marine resources. A wide range of 913C values from the material studied par-
ticularly points towards an increasing inclusion of maize in the diet over time. The new isotopic data also suggest
that the local, coastal diet included a mixture of terrestrial foods supplemented by marine resources, especially
those of lower trophic levels such as molluscs or seaweeds. Whereas low 815N values for inland groups, infer a
terrestrial diet that may have either been low in animal proteins or included regular consumption of nitrogen-fi-
xing legumes.
Keywords: Paleodiet, human remains bones, Bato, Llolleo, Aconcagua, Inka.
1 Antropóloga Física M.A. en Antropología Forense. Investigadora Laboratorio de Arqueología e Historia del Arte, Universidad de Oxford. jaime.
swift arch.ox.ac.uk.
2 Antropóloga Física. Encargada depósito de colecciones Museo La Ligua. juanita.oyanedel.perezOgmail.com.
3 Ingenerio Químico, Encargada Área Arquelogía, Departamento de ciencias e investigación, Museo de Historia Natural de Valparaíso. Lilian.
lopezOmuseosdibam.cl.
22
INTRODUCCIÓN
En Chile central las prácticas dietéticas prehispáni-
cas han sido descritas como una característica de los
diferentes grupos culturales de la zona (Falabella, et
al. 2007). Sin embargo gran parte de la investigación
paleodietaria existente en Chile central se basa en en
sitios de la zona de Santiago y Rancagua (Falabella, et
al. 2007; Falabella, et al. 2008; Planella, et al. 2014;
Sanhueza y Falabella, 2010; Tykot, et al. 2009). Desde
el Periodo Alfarero Temprano (PAT) en adelante, se han
observado diversas prácticas alimentarias y de subsis-
tencia, entre ellas la existencia contemporánea de gru-
pos de cazadores-recolectores y agricultores incipien-
tes, la introducción del maíz domesticado y la posterior
intensificación de prácticas agrícolas.
Una parte importante de las inferencias e interpreta-
ciones previas sobre la dieta en la región de Valparaíso,
en Chile central, se han basado en evidencias arqueo-
botánicas y zooarqueológicas (Belmar, et al. 2013; Car-
mona, et al. 2001), patrones de paleopatología dental
(Arriagada y Oyanedel, 2014; Henríquez, 2006) y el po-
tencial paleoambiental de la región (Ávalos y Saunier,
2011). Del mismo modo, el análisis isotópico estable
de esqueletos humanos puede aportar evidencia de la
dieta y las estrategias de subsistencia del pasado, dis-
tinguiendo entre los diferentes recursos consumidos,
como los alimentos marinos frente a los terrestres y las
plantas C4 (maíz) versus las plantas C3 (quínoa, papas,
frutas). Esta investigación presenta los resultados de
los análisis de isótopos estables de carbono (8$13C) y
nitrógeno ($13N) de colágeno de hueso humano de las
colecciones bioantropológicas del Museo de Historia
Natural de Valparaíso (MHNV), con el objetivo de apor-
tar nueva información sobre la dieta prehispánica en la
región de Valparaíso.
1 ANTECEDENTES GENERALES
La región de Valparaíso, en la zona central de Chile, se
extiende desde los 31055'S hasta los 33038'S y marca
la transición de los desiertos del norte a un paisaje más
fértil en la zona central de Chile. La región está atrave-
sada por varios sistemas fluviales, que incluye la gran
cuenca fluvial del Aconcagua. Asimismo esta área varía
de oeste a este e incluye distintas zonas geográficas:
la costa del Pacífico, la cordillera de la costa, el valle
interior (o depresión intermedia) y la cordillera de Los
Andes (Fig. 1). En tanto la vegetación nativa dominante
en las zonas habitables consiste en arbustos y bosques
esclerófilos (Bambach, et al. 2013; Moreira-Muñoz,
2011).
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Dieta prehispánica en la región de Valparaíso...
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Figura 1: Mapa del área de estudio que muestra la ubicación de los
sitios arqueológicos que incluye el material para este estudio.
La zona está sujeta a un clima mediterráneo con vera-
nos secos e inviernos húmedos. Las condiciones climá-
ticas actuales han permanecido prácticamente iguales
en los últimos 3.000 años, con variaciones estacionales
e interanuales de las precipitaciones, influenciadas por
las fluctuaciones de la Oscilación del Sur El Niño (Jenny,
et al. 2002; Villagrán y Varela, 1990; Villa-Martínez, et
al. 2003).
Chile central comenzó a ser habitado durante el Pleis-
toceno Tardío, y se han definido varios períodos tem-
porales y tradiciones culturales para la subsiguiente
prehistoria humana de una parte de la zona central
(Falabella, et al. 2016; Núñez, et al. 2016; Uribe y Sán-
chez, 2016). Los restos óseos humanos objeto de esta
investigación se relacionan con las poblaciones del
Holoceno tardío desde el Período Alfarero Temprano
hasta el Período Tardío (ca. 300 aC - 1536 dC), de quie-
nes habitaron lo que hoy conocemos como la región
de Valparaíso.
Jaime Swift, Juanita Oyanedel €: Lilian López Labbé
1.1 Período Alfarero Temprano (ca. 300 aC- 1000/1100
dC.)
La presencia de cerámica en el registro arqueológico
indica el inicio del Período Alfarero Temprano (PAT),
sin embargo la introducción de esta nueva tecnología
no significa necesariamente un cambio simultáneo en
la vida de los cazadores-recolectores. De hecho, este
período se caracteriza por pequeños y heterogéneos
grupos de personas que coexisten en una misma área
geográfica, manteniendo diferentes prácticas de sub-
sistencia, cultura material, prácticas funerarias y pa-
trones de asentamiento. Además, algunos grupos del
alfarero temprano mantuvieron un estilo de vida caza-
dor-recolector, con pocos cambios en las estrategias
de subsistencia durante gran parte de este período,
mientras que otros grupos pasaron a una agricultura
incipiente con presencia de cultígenos como la quínoa
(Chenopodium quinoa) y el maíz (Zea mays) que hacen
inferir sobre el inicio de campos de cultivo a pequeña
escala (Ávalos, 2005; Ávalos y Saunier, 2011; Falabella,
et al. 2016; Planella y Tagle, 2004).
Para el Período Alfarero Temprano se han propues-
to varios complejos culturales, de los cuales algunos
eran diacrónicos y otros sincrónicos. En ese sentido,
los complejos mejor definidos incluyen las Comunida-
des Alfareras Iniciales (ca. 300 aC - 200 dC), Bato (ca.
200 - 1000 dC) y Llolleo (ca. 200 - 1200 dC) (Falabe-
lla y Stehberg, 1989; Falabella, et al. 2015; Sanhueza
Riquelme, 2016). Las Comunidades Alfareras Iniciales
(CAl) dependían principalmente de recursos vegetales
silvestres (C3), aunque también se ha registrado la pre-
sencia de quínoa en algunos sitios de las CAl (Quiroz y
Belmar, 2004; Sanhueza y Falabella, 1999).
Los sitios asociados al complejo cultural Bato se lo-
calizan principalmente al oeste de la cordillera costa,
concentrándose mayormente en la parte más septen-
trional de la costa de Chile central, particularmente
alrededor de la desembocadura del río Aconcagua
(Ávalos y Saunier, 2011). Sin embargo, en esta zona
también se han registrado contextos Bato en algunos
sitios del interior (Ávalos, 2007; Hermosilla, 1994). Los
grupos Bato practicaron en gran medida un estilo de
vida de cazadores-recolectores con cierto grado de mo-
vilidad territorial, con dependencia de la costa cercana
y de alimentos marinos de bajos niveles tróficos, como
también de camélidos silvestres y recursos de plantas
silvestres (Ávalos y Saunier, 2011; Carmona, et al. 2001;
Rivas y González, 2008). No obstante, la presencia de
piedras de moler y restos arqueobotánicos de quínoa y
maíz en algunos sitios, particularmente en los sitios de
interior, también demuestra el uso incipiente o acceso
de los grupos Bato a algunas de los primeras plantas
24
domesticadas (Ávalos, 2005, Planella y Tagle, 2004).
Los grupos Llolleo coexistieron junto con los Bato, aun-
que se les considera más sedentarios y con una mayor
preferencia hacia los cultígenos. Estos pequeños y au-
tosuficientes grupos con una identidad colectiva Llolleo
se establecieron en asentamientos dispersos en todo
el curso medio y superior del Valle del Aconcagua, la
Cuenca de Santiago, la Cuenca de Rancagua y también
en algunos sitios costeros, principalmente alrededor de
la desembocadura del río Maipo (Falabella, et al. 2016).
En los sitios Llolleo de la cuenca Maipo-Mapocho (Pla-
nella y Tagle, 2004) se ha registrado una mezcla de
plantas silvestres y cultivadas, junto con huesos de gua-
naco (Lama guanicoe). Asimismo, el equipamiento de
caza identificado en contextos Llolleo ha sido limitado,
con menos puntas de proyectil que en los sitios Bato,
lo que sugiere que la caza tuvo una menor importan-
cia para los Llolleo que para sus contemporáneos Bato
(Falabella, et al. 2016). Por otra parte, los cultígenos
identificados en contextos Llolleo incluyen maíz, quí-
noa, porotos (Phaseolus sp.), zapallo (Curcurbita sp.) y
calabaza (Lagenaria sp.) (Planella, et al. 2014; Planella
y Tagle, 2004; Sanhueza, et al. 2003).
1.2 Período Intermedio Tardío (ca. 1000/1200 dC -—
1450 dC)
La transición al Período Intermedio Tardío (PIT) provo-
có un considerable cambio cultural y tecnológico con
los Aconcagua, reconocidos como el complejo cultural
dominante en Chile central durante este período. Los
asentamientos se localizaban generalmente a lo largo
de las terrazas fluviales de ríos y valles y comprendían
unas pocas unidades residenciales. Los campos de cul-
tivo estaban situados adyacentes a las áreas habitacio-
nales, en tanto los espacios para procesar alimentos,
para la producción de materiales líticos y cerámicos
también fueron designados. Si bien los Aconcagua ha-
bitaron preferentemente los valles interiores, durante
el Periodo Intermedio Tardío también se han registrado
algunos sitios en entornos costeros, como Las Brisas
10-14 (Westfall, 1999).
El desarrollo de una agricultura más intensa en algunos
grupos de la zona central de Chile apareció ca. 1000
DC, pero para otros no tuvo lugar hasta alrededor del
1200 dC (Falabella, et al. 2016). Durante este periodo
la mayor dependencia del maíz se demuestra por la
ubicuidad del recurso en los sitios de la zona, por la
presencia de una variedad más amplia de la especie,
así como por un aumento en el tamaño de los granos
del maíz (Belmar y Quiroz, 2003; Planella, et al. 2014
en Falabella, et al. 2016). Además el aumento en el
tamaño y variedad de porotos, y el tamaño del grano
de la quínoa proporcionan evidencia adicional sobre la
intensificación de la agricultura durante este período
(Planella, et al. 2015). También hay indicios de una ma-
yor dependencia de la carne de guanaco, lo que sugiere
que los camélidos pudieron haber sido domesticados
parcialmente, los cuales habrían sido alimentados con
maíz para animarlos a permanecer cerca de las áreas
de asentamiento (Becker, 1994; Sanhueza y Falabella,
2010; Tykot, et al. 2009).
1.3 Período Tardío (ca. 1450 dC - 1536 dC)
La presencia Inka en Chile central se estableció por el
siglo XV. Conservadoramente, se acepta ca. 1450 dC
(Uribe y Sánchez, 2016), aunque existen algunas fe-
chados por termoluminiscencia de cerámica que su-
gieren una posible presencia anterior, antes del 1400
dC (Sánchez, 2003). La red vial Inka ha sido registrada
longitudinalmente a través de Chile central hacia el sur,
pasando al este a través de la cordillera de los Andes
hacia Mendoza en Argentina. A su vez, las estructuras
imperiales fueron utilizadas para fines ceremoniales,
defensivos y administrativos, estableciéndose en pun-
tos estratégicos a lo largo de los valles fluviales y cami-
nos longitudinales (Coros y Coros, 1999), integrando el
área de la frontera sur a su imperio.
Las culturas locales existentes, como Aconcagua y Dia-
guita, persistieron hasta el Período Tardío (PT), pero
fueron parcialmente aculturadas, exhibiendo signos de
influencia Inka en su cultura material. Junto con esto,
se implementó una jerarquía más definida con unida-
des sociales encabezadas por caciques locales, donde
las comunidades previamente dispersas se organizaron
en pequeños asentamientos. Además, se incrementa-
ron varias formas de producción, entre ellas la minería,
la intensificación de la agricultura de maíz y la domesti-
cación de camélidos (Uribe y Sánchez, 2016).
1.4 Análisis de Isótopos Estables
Los análisis de isótopos estables de carbono ($13C) y
nitrógeno (915N) han sido utlizados cada vez más en
contextos arqueológicos para reconstruir la dieta e
inferir acerca de las estrategias de subsistencia prehis-
pánicas. Ahora, las diferencias en las proporciones de
isótopos de carbono y nitrógeno pueden ser útiles para
distinguir entre dietas dependientes de diferentes ti-
pos de recursos vegetales, así como entre ecosistemas
marinos, terrestres y a veces de agua dulce (Schoenin-
ger y DeNiro, 1984). Las relaciones de isótopos estables
de carbono se calculan en relación con un estándar in-
ternacional, el carbonato de Pee Dee Belemnite (PDB),
que es rico en 13€, lo que significa que los valores de
913C medidos desde la mayoría de las plantas y ani-
23
Dieta prehispánica en la región de Valparaíso...
males son negativos cuando se expresan respecto al
estándar. Por otro lado, las relaciones de isótopos es-
tables de nitrógeno se miden y expresan respecto al
nitrógeno atmosférico (AIR).
Los valores isotópicos estables de colágeno óseo repre-
sentan un promedio más amplio de la dieta, aproxima-
damente de la última década de vida los individuos. Sin
embargo, la tasa de remodelación ósea puede variar
algo dependiendo de factores como la edad, el estado
nutricional y el hueso particular que se ha muestrea-
do para el análisis (Tieszen, et al. 1983; Hedges, et al.
2007). Otro aspecto a considerar es que el 913€ de co-
lágeno óseo está sesgado para la porción proteica de la
dieta (Ambrose y Norr, 1993; Tieszen y Fagre, 1993), y
para 815N representa sólo el componente proteico de
la dieta, es decir, la contribución dietética de las porcio-
nes de lípidos y carbohidratos de los alimentos estará
subrepresentada en los datos de colágeno óseo.
A través de los isótopos estables de carbono también
se pueden distinguir entre algunos tipos de recursos te-
rrestres basados en diversas vías fotosintéticas usadas
por las plantas (tales como C3 o C4). Para el ambien-
te de Chile central, el análisis de isótopos estables de
carbono puede ser particularmente útil para detectar
la introducción e intensificación del maíz (un recurso
C4) en las dietas humanas prehispánicas, considerando
que la vegetación en zonas templadas generalmente si-
gue una vía fotosintética C3, al igual que gran parte de
la vegetación nativa de Chile central. Ciertos cultígenos
y cereales importantes, incluido el maíz, siguen la vía
fotosintética C4. Los valores de los isótopos estables de
carbono para la vegetación C3 generalmente son alre-
dedor de -26,5 %o, mientras que los C4 tienen valores
alrededor de -12,5 %o (Smith y Epstein, 1971). Las plan-
tas modernas requieren una corrección de ca. +1,5 %o
en comparación con el material arqueológico debido al
Efecto Suess; correspondiente a un agotamiento en las
proporciones isotópicas de carbono atmosférico como
resultado de la mezcla con dióxido de carbono indus-
trial producido por la incineracion de combustibles fó-
siles (Keeling, 1979).
Cabe destacar que debido a los procesos metabólicos,
hay una compensación entre los valores isotópicos de
las plantas y los tejidos corporales de los animales que
los consumen. Por ejemplo, los mamíferos tienen un
desplazamiento de alrededor de +5 %o de los valores
de 913C del recurso a los valores de 913C observados
en el colágeno óseo del consumidor (A13Cdiet-colla-
gen) (Ambrose y Norr, 1993; Tieszen y Fagre, 1993). Es
decir, esto incluye un cambio de nivel trófico de ca. +1
%o para los isótopos de carbono, lo mismo ocurre en
cada paso posterior de la cadena alimentaria (Boche-
Jaime Swift, Juanita Oyanedel €: Lilian López Labbé
rens y Drucker, 2003).
Los datos isotópicos publicados anteriormente para
varias especies de plantas en Chile central (ver Tabla
1) pueden proporcionar una guía sobre los puntos
extremos 913€ que podrían esperarse para los consu-
midores de plantas C3 o C4 en esta zona. Ahora, ba-
sándose en el valor promedio de plantas C3 silvestres
y cultivadas de Chile central a 26,6 %o, los herbívoros
que consumen una dieta exclusivamente C3 tendrían
teóricamente valores de colágeno óseo 513C alrededor
de -20,1 %o (cuando se toma en cuenta el desplaza-
miento de +5 %o A13Cdieta-colageno, y añadiendo un
+1,5 %o adicional para tener en cuenta el Efecto Suess).
Si los seres humanos tuvieran una dieta basada en her-
bívoros que consumen pasto C3, como Lama guanicoe,
su puntaje estimado de $13C sería alrededor de -19,1
%o, es decir, el rango estimado 913C de colágeno óseo
para una dieta C4 pura sería alrededor de -4,7 %o. Sin
embargo, es improbable que la gente obtenga el 100%
de su proteína dietética de los recursos C4, incluso en
comunidades fuertemente dependientes del maíz. Por
ejemplo, varios estudios en América Central y del Sur
han reportado valores promedio de 513C alrededor de
-12,1 a -9,2 %o para agricultores de maíz (Finucane, et
al. 2006; Williams, 2005; Reed, 1994; Williams, et al.
2017).
Medias'*C +1 SD (%0)
4157123
266+29 |
Min.- Max.
173a-140
305 a-21,0
293 a-24,7
266 +16
11,2
Tabla 1: Resumen valores de isótopos estables de carbono para mues-
tras de flora modernas de Chile central, adaptado de Falabella et al.
(2007).
Los seres humanos que consumen una dieta con una
mezcla de recursos terrestres tendrán valores de 913C
intermedios a los rangos de una dieta C3 y C4. Sin em-
bargo, los valores de isótopos estables de carbono de
las plantas marinas también se encuentran entre estos
rangos, por lo que potencialmente se superponen con
los valores esperados de una dieta terrestre mixta.
Esto puede complicar los esfuerzos para distinguir una
dieta marina de una dieta C3-C4 terrestre al interpretar
sólo los resultados de 813C.
Los isótopos estables de nitrógeno también proporcio-
nan información sobre el nivel trófico, con un aumento
de aproximadamente de 3-5 %o en cada paso de la ca-
dena alimentaria (Schoeninger y DeNiro, 1984). Dado
que hay muchos otros niveles tróficos en la cadena
alimentaria marina, en comparación con las cadenas
alimentarias terrestres, los consumidores de recursos
26
marinos pueden distinguirse por mayores valores de
915N. Por ejemplo, los agricultores europeos prehis-
tóricos con dietas que consisten en plantas y animales
terrestres tienen valores de colágeno S15N alrededor
de 8-11 %o, con una dieta mixta de proteínas terrestres
y marinas dará como resultado valores intermedios
915N alrededor de 11-15 %o; y los cazadores marinos
que consumen recursos de alto nivel trófico tendrán
valores aún mayores de 915N, a menudo alrededor de
15-20 %o (Schoeninger y DeNiro, 1983; Schulting, En
prensa). De igual manera las poblaciones de la costa
del norte de Chile, que se sabe que dependen en gran
medida de alimentos marinos de alto nivel trófico, han
sido reportadas con 915N tan alto entre 17,3 a 26,7 %o
(Roberts, et al. 2013).
Existen otros factores que también pueden elevar 915N
en los recursos alimenticios, además del cambio de ni-
vel trófico, son la aridez (Pate y Anson, 2008) y el abono
de los cultivos (Bogaard, et al. 2007, Szpak, et al. 2012;
Bogaard, et al. 2013; Fraser, et al. 2011). Por el con-
trario, las plantas fijadoras de nitrógeno, en las que se
incluyen la mayoría de las leguminosas, han reducido el
915N en comparación con las plantas no leguminosas
debido a su capacidad para fijar nitrógeno directamen-
te de la atmósfera (Handley y Raven, 1992). Por lo tan-
to, los seres humanos que consumieron una dieta con
leguminosas también habrían reducido relativamente
el 915N. De hecho, el consumo de leguminosas ha sido
sugerido como explicación de los bajos valores de 9815N
de colágeno óseo humano en sitios del Neolítico medio
en Francia (Schulting y Hamilton, 2012).
Tambien se dispone de datos isotópicos de referencia
para diversos recursos faunísticos arqueológicos y mo-
dernos de Chile central (Falabella, et al. 2007) los que
proporcionan un antecedente útil para este estudio
(ver Tabla 2).
Estas muestras fueron obtenidas de Chile central, de
los cuales se incorporaron algunos datos de esa área de
estudio para esta investigación.
Investigaciones isotópicas previas de sitios arqueologi-
cos ubicados al sur de Chile central, cercanos a los ríos
Maipo, Mapocho y Cachapoal en Santiago y Rancagua
ofrecen datos de colágeno óseo humano para cerca de
82 individuos (Falabella, et al. 2007; Sanhueza y Falabe-
lla, 2010, Tykot, et al. 2009). Estos incluyen poblaciones
de sitios costeros, valles interiores y cordillera andina; y
abarcan períodos temporales y culturales desde el Ar-
caico hasta el Tardío.
Recurso Faunístico Contexto Material
Dieta prehispánica en la región de Valparaíso...
Me dias'N
Hi 15D (%o)
Media sc
1 1SD (%o)
Min — Max.
Herbivoros Terrestres Arqueológico Hueso
Lacustre (Interior) Arqueológico
19,5 + 0,6 -20,2 a-18,6 5.03 0,9
-16,0 2,1
Lacustre (Costa) Arqueológico
22,9 + 0,8 -23,4 a-22,3 7,1+2,6 5,2 a 8,9
Ma mífero Marino
Pez Marino
Arqueológico
Arqueológico Hueso
-11,7 20,2
12,7
Pez Marino
Molusco Marino
Hueso
Carne
Moderno
Moderno
La limitada evidencia sobre las dietas durante el Arcai-
co para esta zona indica que los cazadores-recolecto-
res de este período dependían de un ecosistema C3
(Sanhueza y Falabella, 2010). Una tendencia similar
se observó en las Comunidades Alfareras Iniciales del
Período Alfarero Temprano en Chile central, donde la
evidencia isotópica del período Alfarero Temprano des-
pués del 200 dC aproximadamente, demuestra la prác-
tica contemporánea de por lo menos dos estrategias
de subsistencia terrestre diferentes en los sitios del in-
terior, ligadas a menudo a los complejos culturales con-
temporáneos Bato y Llolleo descritos para esta zona.
Los análisis isotópicos de los sitios que rodean los ríos
Maipo, Mapocho y Cachapoal demostraron que Llolleo
tuvo alguna aportación de cultígenos C4, mientras que
Bato reveló resultados más variables, que sugieren una
dependencia moderada de recursos marinos para al-
gunos, mientras que otros consumieron una dieta te-
rrestre C3 (Falabella, et al. 2007; Sanhueza y Falabella,
2010).
Los resultados isotópicos previos del Período Interme-
dio Tardío mostraron enriquecimiento significativo de
913C en colágeno de hueso humano, lo que indica que
el cultígeno dominante de elección fue el maíz (Fala-
bella, et al. 2007). Así, el maíz siguió apareciendo en la
dieta de los grupos del Periodo Tardío, aunque se redu-
jo en proporción (valores más negativos de 913C) y se
mezcló con un mayor aporte de recursos C3 en com-
paración con el Período Intermedio Tardío (Falabella,
et al. 2007).
2 MATERIALES Y MÉTODOS
2.1 Muestras
Se seleccionaron muestras de hueso humano de 24 in-
dividuos de la colección bioantropológica del Museo de
Historia Natural de Valparaíso (Tabla 3). Todos los restos
óseos se encontraban altamente fragmentados. Con el
fin de minimizar el daño a la colección, para los análisis
de isótopos estables sólo se seleccionaron muestras de
material ya fragmentado. El material muestreado pro
1
1
Tabla 2: Resumen de valores de isótopos estables de carbono y nitrógeno para la fauna de Chile central, adaptado de Falabella et al. (2007).
27
-14,9
135+17 | -155a-114
ATTE A1A 16,0 a18,5
viene de varios sitios de la región de Valparaíso de Chile
central. Los sitios incluyen el Periodo Alfarero Tempra-
no (n = 19), el Intermedio Tardío (n = 3) y el Periodo
Tardío (n = 2), los cuales provienen tanto de la costa (n
= 12) como del valle interior (n = 12). Los sitios coste-
ros se definen como aquellos situados a lo largo de la
llanura costera y al oeste de la cordillera de la costa,
mientras que los sitios de interior corresponden a los
ubicados al este de la cordillera de la costa o más aden-
tro del valle interior, y existe una distancia de aproxi-
madamente 17 km desde la costa hasta el sitio interior
más cercano incluido en este estudio (Villa Alemana).
Cabe señalar que la información contextual disponible
para las colecciones esqueléticas humanas es variable
y, en algunos casos limitada, correspondiente sólo a la
etiqueta de almacenamiento del museo.
2.2 Métodos
Cuando fue posible, se determinó sexo mediante la
evaluación morfológica de los fragmentos de pélvis y
de cráneo (Buikstra y Ubelaker, 1994). La edad se es-
timó en base a la erupción dental para subadultos (Al-
Qahtani, et al. 2010) y a través de desgaste dental para
adultos (Lovejoy, 1985).
Los análisis isotópicos estables de carbono y nitróge-
no se realizaron en el Laboratorio de Investigación de
Arqueología e Historia del Arte de la Universidad de
Oxford. Primero, el colágeno se extrajo de las muestras
de hueso utilizando un protocolo modificado de Longin
(1971) y los fragmentos óseos se limpiaron mediante
granallado con óxido de aluminio. Una vez listas, las
submuestras fueron trituradas y desmineralizadas en
HCl 0,5 M a 5? C durante varios días y la solución de
HCI se cambió periódicamente hasta que las muestras
dejaron de producir CO2 observable en reacción al áci-
do. Luego, las muestras desmineralizadas se colocaron
en tubos sellados de pH 3 H20 y se gelatinizaron a 702C
durante 48 horas. Finalmente, el sobrenadante se filtró
para eliminar el residuo insoluble utilizando 45-90 um
Ezee-filtersTM y luego se liofilizó durante aproximada-
mente 48 horas.
Jaime Swift, Juanita Oyanedel €: Lilian López Labbé
Muestra
Las Brisas 3
Individuo*
Período (Cultura)
PAT Bato)
Subadulto (11.5
años)
Las Brisas 10-14
Las Brisas 10-14
PIT (Aconcagua)
PIT (Aconcagua)
Adulto (35-40)
Adulto (45-55)
Las Brisas 10-14
Concon, Camino
Internacional"
PIT (Aconcagua)
PAT (Bato)
Adulto (45-55)
Adulto (45-55)
Costilla
Tibia
Concon, Camino
Internacional'
Concon, Camino
Internacional'
"individuo
removido"
PAT Bato)
PAT Bato)
Adulto (40-50)
Adulto (45-55)
Fíbula
Cráneo
Costilla
Papudo
PAT?
Adulto (16-20)
Fémur
Papudo
PAT?
Adulto
Cráneo
Papudo
Calle Ricardo,
Santa Cruz
Enterratorio
2653
PAT?
PAT (Lblleoy*
Interior
Adulto
Adulto
Cráneo
Calle Ricardo,
Santa Cruz
Enterratorio
2654
PAT (Lbolleo)*
Interior
Adulto (45-55)
Calle Ricardo,
Santa Cruz
Calle Ricardo,
Santa Cruz
Enterratorio
2655
Enteratorio
2655
PAT (Lbolleoy*
PAT (Lbolleo)y*
Interior
Interior
Adulto
Calle Ricardo,
Santa Cruz
Calle Ricardo,
Santa Cruz
Enteratorio
2656
Enteratorio
2657
PAT (Llolleo)*
PAT (Llolleo)*
Interior
Interior
Adulto
Fémur
Calle Ricardo,
Santa Cruz
Enteratorio
2658
PAT (Lblle oy
Interior
Adulto
Fémur
S-Bato 1
"Disturbado"
PAT Bato)
Costa
Adulto
Fémur
S-Bato 1
1
PAT (Bato)
Costa
Adulto (35-50)
Costilla
Villa Alemana
PT
(Aconc agua-In ka)
Interior
Subadulto (16. 5-
19.5)
Tibia
Villa Alemana
Las Chilcas
“Hallazgo 10”
PT (Aconcagua-
Ink a)
PAT (Bato)
Interior
Interior
Adulto
Adulto (45-55)
Pocochay
Pocochay
1
2
PAT (Llolleo)*
PAT (Lbolleoy*
Interior
Interior
Adulto (45-55)
Adulto (24-30)
Tabla 3: Detalle de las muestras de hueso humano de la colección bioantropológica del Museo de Historia Natural de Valparaíso. * Los números/
nombres aquí registrados son según las etiquetas asociadas a los restos. 4 Se han realizado atribuciones culturales y temporales para estas mues-
tras basadas únicamente en las etiquetas del museo. + Estas muestras pueden referirse a dos sitios, Concon 11 o Camino Internacional, ubicados
a 150m de distancia. Sin embargo, los restos están almacenados juntos sin ningún registro de cuál provenía de Concon 11 y cuál de Camino
Internacional.
El colágeno se analizó usando un Espectrómetro de
Masa de Relación Isotópica Sercon 20/22 en modo de
flujo continuo. Todas las muestras se analizaron por
duplicado para asegurar la reproducibilidad, con una
precisión mayor que 80,2 %o. Se incluyeron normas
internas del valor de alanina conocido a lo largo de las
28
pruebas para permitir la corrección de la deriva. Tam-
bién se incluyeron estándares internos de colágeno
de vaca y foca para la calibración de dos puntos de los
resultados (Coplen, et al. 2006). Los valores isotópicos
promediados se expresan en unidad por mil (%o) con
respecto a los estándares internacionales para 913C
(VPDB) y 315N (AIR).
Se utilizó IBM SPSS Statistics para Macintosh, versión
22.0 para todos los análisis estadísticos. Los datos se
analizaron para verificar su normalidad usando las
pruebas de Shapiro-Wilk, que determinaron el subse-
cuente uso de las pruebas paramétricas (prueba-t de
Student) o no paramétricas (Mann-Whitney U) al com-
parar dos grupos. Además se emplearon pruebas de
bilateridad, con 8 = 0,05.
Todas excepto una de las 24 muestras cumplieron crite-
rios de calidad de colágeno aceptados, con rendimien-
tos > 1% y C:N entre 2,9 y 3,6 (Tabla 4) (DeNiro, 1985;
van Klinken, 1999), sólo una muestra de Villa Alemana
(16058) poseía un valor inaceptablemente alto de 3,86,
la cual se ha excluido del análisis posterior.
3 RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los resultados se muestran en la tabla 4 y en la figura 2,
y se presentan por clasificación geográfica y temporal,
junto con datos comparativos de las zonas de Santiago
y Rancagua en la tabla 5. Existen diferencias significa-
tivas tanto para los valores 913C como 515N para los
sitios costeros en comparación con los sitios de inte-
rior (p = 0,006 para 913C, p = 0,001 para 015N, test
de Mann-Whitney U). Además, el rango de valores de
915N de sitios costeros de Chile central (5,4 %o a 14,8
%o, media 10,5 9 1,9 %o) es mucho menos elevado en
comparación con los valores de 815N de poblaciones
altamente dependientes de recursos marinos de la
región hiperárida del Norte Grande de Chile (ver Fig.
3) (Petruzzelli, et al. 2012; Roberts, et al. 2013; Santa-
na-Sagredo, et al. 2016; Santana-Sagredo, et al. 2015).
No obstante, los valores de S15N y 813C de este es-
tudio sugieren que la dieta costera local incluyó una
mezcla de recursos terrestres complementados con
recursos marinos, particularmente aquellos de niveles
tróficos inferiores tales como moluscos o algas mari-
nas. Estos resultados son consistentes con la presencia
de conchales arqueológicos registrados a lo largo de la
costa (Carmona, et al. 2001; Seelenfreund y Westfall,
2000). En investigaciones isotópicas anteriores se ob-
servaron diferencias similares entre los grupos costeros
e interiores de la zona central de Chile y, para el Perío-
do Alfarero Temprano, se interpretaron como eviden-
cia de asentamientos en zonas ecológicas definidas, en
lugar de un modelo de migración regular entre costa e
interior (Falabella, et al. 2007).
Los valores de S$15N para los individuos de interior
son bastante bajos. El valor promedio del colágeno de
hueso humano para 915N (5,9 8 2,0 %o) es similar a los
medidos para herbívoros terrestres de la región (Lama
guanicoe, media 915N 5,0 9 0,9 %o) (Falabella, et al.
2007), en lugar de los +3.0 a 5.0% más altos que se es-
29
Dieta prehispánica en la región de Valparaíso...
peraría si los seres humanos consumían regularmente
carne de guanaco. Los bajos valores de 915N observa-
dos en humanos pueden deberse a una ingesta insig-
nificante de proteínas animales entre las poblaciones
del interior, aunque esto iría en contra de la evidencia
de los sitios arqueológicos, que incluyen restos de ca-
mélidos e instrumentos de caza (Falabella, et al. 2016;
Ávalos y Saunier, 2011). Ahora, teniendo en cuenta la
disponibilidad variada de porotos (Phaseolous spp.) y
maní (Arachis hypogaea) en el centro de Chile (Pardo y
Pizarro, 2013, Planella y Tagle, 2004), otra explicación
plausible podría ser que las leguminosas fijadoras de
nitrógeno que aparecen regularmente en la dieta local
estén reduciendo los valores de colágeno óseo de 915N
en los consumidores.
Ahora bien, los resultados del material analizado tie-
nen un amplio rango de 913€ (-20,4 %o a -11,4 %o) que
demuestra la variabilidad en las estrategias de subsis-
tencia a lo largo del tiempo, con dietas que van desde
una alta dependencia de C3 hasta una sustancial con-
tribución de alimentos C4. Con base en las estimacio-
nes anteriores de los rangos dietéticos para esta región
(-20,1 + 2,9 para una dieta 100% C3 y aproximadamen-
te -4,7 %o para una dieta 100% C4), se puede estimar
que el rango de valores de 913C de este estudio inclu-
yen dietas que van desde una dependencia de 100%
de C3 en el Período de Alfarero Temprano (como las de
Pocochay, donde 813€ = -20,4 %o) hasta una contribu-
ción de aproximadamente 57% de los recursos de C4
a la porción de proteína de la dieta de la muestra del
Período Tardío de Villa Alemana (913C = -11,4 %o).
Se observa un marcado incremento en los valores de
913C de las muestras del Período Alfarero Temprano
al Período Intermedio Tardío y nuevamente al Período
Tardío, lo que indica la creciente inclusión del maíz a
través de períodos temporales sucesivos. Asimismo, se
han registrado diferencias similares entre los grupos de
la cuenca de Santiago y de Rancagua, lo que apoya la
idea que las prácticas dietéticas son una característica
definitoria entre diferentes grupos culturales en la pre-
historia de la zona central (Falabella, et al. 2007).
Jaime Swift, J
Muestra
anita Oyanedel €: Lilian López Labbé
Sitio
Período
(Cultura)
sc
(%oVP DB)
%
Rendimiento
16039
Las Brisas 3
PAT (Bato)
17,9
7,6
16040
Las Brisas
10-14
Las Brisas
10-14
PIT
(Aconcaqua)
PIT(Aconcagua)
13,5
7,6
Las Brisas
10-14
Concon,
Camino
Internacional
PIT
(Aconcaqua)
PAT (Bato)
Concon,
Camino
Internacional
Concon,
Camino
Internacional
PAT (Bato)
PAT (Bato)
Papudo
PAT
Papudo
PAT
Papudo
PAT
Calle
Ricardo,
Santa Cruz
PAT (Llolleo)
Interior
Calle
Ricardo,
Santa Cruz
PAT (Lolleo)
Interior
Calle
Ricardo,
Santa Cruz
Calle
Ricardo,
Santa Cruz
PAT (Llolleo)
PAT (Lolleo)
Interior
Interior
Calle
Ricardo,
Santa Cruz
Calle
Ricardo,
Santa Cruz
PAT (Uolleo)
PAT (Uolleo)
Interior
Interior
Calle
Ricardo,
Santa Cruz
PAT (Llolleo)
Interior
S-Bato 1
PAT (Bato)
Costa
S-Bato 1
PAT (Bato)
Costa
Villa
Alemana
PT
(Aconca gua-
Inka)
Interior
Villa
Alemana
PT (Aconcagua-
Inka)
Interior
Las Chilcas
PAT (Bato)
Interior
Pocochay
PAT (Llolleo)
Interior
Tabla 4: Resultados de las muestras de carbono (813C) y nitrógeno (915N) estable de colágeno de hueso humano. * Se registra en cursiva la
Pococha y
PAT (Llolleo)
Interior
muestra con criterios de calidad de colágeno inaceptables.
30
Dieta prehispánica en la región de Valparaíso...
APapudo
* Concon Camino
Internacional
OSs-Batol
O Las Brisas 3
Alas Chilcas
dl Santa Cruz
S Pocochay
O Las Brisas 10-14
+ Villa Alemana
10,0
Figura 2: Resultados de carbono (613C) y nitrógeno (815N) estable de las muestras de colágeno de hueso humano representadas por sitio. Los
símbolos vacíos representan los sitios costeros y los símbolos sólidos representan los entornos de interior.
Este Estudio
Período Temporal
Medias'"C
+ 1SD (Man?
Media 5 "N
+ 1SD (Mn)
Costa
Periodo Alfarero Tembrano
Periodo Intermedio Tardío
166>+14
134 +0,2
-18.7 a-146
-13,5 a-13,1
112+21
89a148
5,4 a10.0
Periodo Alfarero Tembrano
Período Tardío
190+16
-20.4 a-14.7
40a76
Estudios
Previos*
Arcaico
Alfarero Temprano (Bato)
-187 +11
-18.0 + 1.0
-19.8 a-17.6
-19.9 a-16.6
10.24 2.7
98+1.6
710a131
8.2 a11.7
Alfarero Temprano (Llolleo)
Periodo Intermedio Tardío
150+0:9
134 +1,9
-16,2 a-13.5
-17,3 a-10,7
106416
10,1+ 2,2
7.1 a126
8.1a14,3
Interior
Arcaico
Alfarero Temprano
(Comunidades Alfareras
Iniciales)
Alfarero Temprano (Bato)
187>+0.6
20103
184 + 1,9
-19,2 a-17,9
-20.3 a-19.6
-19,7 a-17.0
88+309
39a7.6
Alfarero Temprano (Llolleo)
Periodo Intermedio Tardío
14115
11.6 =+0,8
-17.6 a-12,7
-12,8 a-10,3
Periodo Tardío
131+1.2
-15.3 a-10.5
Tabla 5: Valores de carbono (613C) y nitrógeno (815N) estable para los períodos temporales y entorno geográfico de las muestras de colágeno óseo
humano de la Región de Valparaíso. * Los valores isotópicos promediados de estudios anteriores adaptados de Falabella et al. (2007); Falabella et
al. (2008); Sanhueza y Falabella (2010); Tykot et al. (2009).
31
Jaime Swift, Juanita Oyanedel €: Lilian López Labbé
Agricultores
(Ca)
I
I
. MNeolíticos
l
Europeos
de |
dee Grupos de Interior
Dependientes de Cs
-20,0 -13,0
A Periodo Alfarero Temprano (Costa)
OPeriodo lntermedio Tardio (Costa)
Cazadores
Rlarinos,
Norte
de Chile
Agricultores
$ de Maiz
(Ca Perú
+ Grupos Agrícolas
del interior
-14,0
-12,0
di Período Alfarero Temprano (Interior)
+ Periodo Tardio (Interior)
Figura 3: Resultados de carbono (613C) y nitrógeno (815N) estable de las muestras de colágeno de hueso humano de la Región de Valparaíso
representadas por período temporal, acompañadas de ejemplos de dietas humanas en extremos del espectro 813C y 615N (C3, C4 , y marinas de
alto nivel trófico) y datos comparativos de amplios grupos dietéticos identificados en las zonas vecinas de Santiago y Rancagua. Los valores medios
6 15D se han calculado para estos grupos a partir de datos publicados previamente para el centro de Chile, combinando los sitios de los periodos
del Arcaico y del Alfarero Temprano (Comunidades Alfareras Iniciales y Bato) para representar “grupos de interior dependientes de C3” para los
“grupos costeros”, y los datos combinados de los sitios interiores del Periodo Intermedio Tardío y del Período Tardío para representar “grupos
agrícolas del interior” (después de Falabella, et al. 2007; Falabella, et al. 2008, Tykot et al ., 2009). Finalmente, los valores dietéticos comparados
de agricultores europeos adaptados de Schulting (2015), cazadores marinos del norte de Chile de Roberts et al. (2013) y agricultores de maíz de
Williams (2005) y Finucane et al. (2006).
3.1 Periodo Alfarero Temprano
No existen diferencias significativas entre los valores
isotópicos de las muestras del Período Alfarero Tem-
prano del interior de este estudio en comparación con
el Período Alfarero Temprano del interior (ICC, Bato y
Llolleo combinados) de las zonas de Santiago y Ranca-
gua (p = 0,154 para 813€ y p = 0,895 para 915N, prue-
bas t de student). Todas excepto una muestra (16049),
tienen relativamente bajos los valores 913C y 815N ma-
nifestando una estrategia de subsistencia dependiente
de (3, quedando dentro o cerca del rango combinado
de los consumidores de C3 identificados (Período Ar-
caico, Comunidades Alfareras Iniciales y Bato) en San-
tiago y Rancagua.
Los registros del museo indican que Pocochay y Calle
Ricardo Santa Cruz se atribuyen a la tradición Llolleo.
Pero cuando se comparan con los individuos Llolleo del
interior de Santiago y Rancagua, los resultados isotópi-
cos de los grupos Llolleo del valle del Aconcagua (Po-
cochay, Calle Ricardo Santa Cruz ) son significatimente
diferentes para 813C (p <0,00001, prueba de Mann -
32
Whitney U), pero no 915N (p = 0,290, prueba t de
Student) (Falabella, et al. 2007). Llolleo de la zona de
Santiago y Rancagua posee valores 813C mucho más
elevados como resultado de una dieta mixta de C3-C4
que coincide con el cultivo incipiente de maíz entre
estos grupos. Sin embargo, hay un individuo entre las
muestras de Calle Ricardo Santa Cruz (16049, 813C =
-14,6 %o y 915N = 5.8 %o) cuyos resultados isotópicos
caen dentro del mismo rango de Llolleo de C3-C4 que
se conoce más al sur.
Los resultados de Pocochay y Calle Ricardo Santa Cruz
en el valle del Aconcagua pueden representar grupos
Llolleo muy tempranos correspondientes a una etapa
en el Período Alfarero Temprano cuando los cultígenos
C4 aún no se explotaban significativamente, o alterna-
tivamente pueden representar una persistencia pro-
longada de estrategias de subsistencia de cazadores-re-
colectores y dependencia primaria de los recursos C3
en la región de Valparaíso en comparación con los
grupos contemporáneos de Santiago y Rancagua. Sin
más información contextual para los sitios de Pocochay
y Calle Ricardo Santa Cruz, particularmente respecto a
la duración de la ocupación de estos sitios y la edad de
los entierros, es difícil especular sobre la razón de la
diferencia entre la dieta de bajo nivel trófico C3 para la
mayoría de estos individuos en comparacion con otros
trabajos isotópicos anteriores de sitios Llolleo.
A diferencia de otros sitios del período Alfarero Tem-
prano del interior de la colección bioantropológica del
MHNV, los entierros recuperados de Las Chilcas se han
atribuido a las primeras etapas de la tradición Bato
(Hermosilla, 1994). Un individuo de este sitio que fue
incluido en este estudio (16060), evidentemente su
dieta estaba basada en C3. Sin embargo, el 915N (7,6
%o) de este individuo es más elevado que los de otros
sitios del Período de Alfarero Temprano en el interior
(Pocochay y Calle Ricardo Santa Cruz). El S15N leve-
mente más elevado en este individuo puede reflejar la
explotación regular de herbívoros salvajes; en los sitios
Bato de Chile central es común registrar una mayor
frecuencia de instrumentos de caza, particularmente
puntas líticas, piedras de moler en sitios Llolleo, lo que
sugiere que los Bato eran los cazadores más activos
de estos dos grupos culturales (Falabella, et al. 2016).
Asimismo, se registraron varias puntas de proyectil
durante la excavación en Las Chilcas, junto con restos
de semillas y plantas, así como la presencia de algunos
moluscos marinos (Hermosilla, 1994).
Los resultados de las muestras costeras del Período Al-
farero Temprano de este estudio se encuentran prin-
cipalmente dentro de los mismos rangos 913C y 815N
que los datos publicados para grupos costeros en Chile
central (Falabella, et al. 2007). Sin embargo, se observa
que, en promedio, estos valores de 913C son interme-
dios respecto a los datos para Chile central en gene-
ral cuando se examinan por afiliación cultural (Bato y
Llolleo). Los sitios Concon, Camino Internacional, Las
Brisas 3 y S-Bato 1 se han atribuido al complejo cultural
de Bato (Carmona, et al. 2001; Seelenfreund y Westfall,
2000; Novoa, 1999; Hurtado, 2003), pero los resultados
de 913C para los sitios PAT costeros en este estudio son
significativamente diferentes de los resultados publica-
dos anteriormente para ambos Bato costero (p = 0,027,
t de Student) y Llolleo costero (p = 0,017, t de Student).
A excepción del sitio Las Brisas 3, ubicado cerca de la
desembocadura del río Maipo, los sitios costeros del
Período Alfarero Temprano de este estudio se encuen-
tran mucho más al norte, alrededor de los ríos Acon-
cagua y La Ligua. Se han registrado restos de plantas y
semillas silvestres de C3 en fogones de sitios costeros
del Periodo Alfarero Temprano alrededor de la des-
embocadura del Aconcagua, así como cantidades sig-
nificativas de hueso de Lama guanicoe (Carmona, et
al. 2001). Los conchales arqueológicos incluyen varias
especies de moluscos marinos, peces, aves marinas y
2)
Dieta prehispánica en la región de Valparaíso...
lobos marinos (Otaria flavescens) (Seelenfreund, 2006;
Seelenfreund y Westfall, 2000; Carmona, et al. 2001).
Ademas, la frecuencia relativa y la variedad de especies
marinas en estos sitios sugieren que la recolección de
moluscos y la pesca son importantes medios de subsis-
tencia para estos grupos.
3.2 Periodo Intermedio Tardío
Las muestras del Período Intermedio Tardío están re-
presentadas por tres individuos del sitio costero de Las
Brisas 10-14, asociado al complejo cultural Aconcagua.
Los datos isotópicos publicados anteriormente para el
Período Intermedio Tardío de la costa central de Chi-
le incluyen seis individuos de este mismo sitio, y dos
de sitios cercanos, en Tejas Verdes 5 y Santo Domingo
1 (Falabella, et al. 2007). En este estudio, los valores
de 913C y S15N para los tres individuos costeros del
Período Intermedio Tardío coinciden con los resultados
anteriores para este período y entorno, y no muestran
diferencias estadísticamente significativas (913C p =
0,971, 815N p = 0,279, t de Student).
Los resultados de Las Brisas 10-14 revelan valores 913C
más elevados comparados con las muestras del Perío-
do Alfarero Temprano. Estos resultados son consisten-
tes con la mayor dependencia del maíz como cultivo
básico durante el Período Intermedio Tardío. A pesar
de estar localizado en la costa, uno de los individuos
de este sitio (16040), con menor valor $15N, parece
haber estado consumiendo una dieta en gran parte
terrestre. Además, los valores isotópicos para este in-
dividuo (913C = -13,5; 915N = 5,4) corresponden estre-
chamente a los de grupos agrícolas del interior de los
ríos Maipo y Mapocho durante el Período Tardío (Fala-
bella, et al. 2008). Una posible explicación para el bajo
valor 915N de este individuo es que pudo haber vivido
previamente en el valle interior y haber consumido una
dieta de esa zona, y sólo más recientemente habría lle-
gado al entorno costero de Las Brisas, ubicado cerca
de la desembocadura del río Maipo. Si el traslado de
este individuo a la costa fue reciente, la dieta de la zona
interior todavía se reflejaría en los valores isotópicos de
su colágeno óseo, que se refieren a los últimos varios
años de la vida.
Los otros dos individuos de Las Brisas 10-14 tienen ni-
veles de 915N más consistentes con otros sitios coste-
ros de este estudio y con Chile central en general, in-
dicativo de una dieta que incorpora algunos recursos
marinos. Esta dieta estaría basada en el maíz y com-
plementada por algunos alimentos marinos, lo cual se
corresponde con el cambio conocido hacia una mayor
dependencia del maíz durante este período, como
tambien con la presencia de conchales que contienen
Jaime Swift, Juanita Oyanedel €: Lilian López Labbé
varias especies de moluscos registrados durante la ex-
cavación de este sitio (Hurtado, 1999, Seelenfreund, et
al. 2000, Westfall, 1999).
3.3 Periodo Tardío
Sólo hubo una muestra del Período Tardío, del sitio in-
terior Villa Alemana, que dio resultados para este estu-
dio. El contexto de este entierro y el sitio arqueológico
en general lo asocian con influencia Aconcagua-Inka y
Diaguita-Inka como se observa en la cultura material,
particularmente en la ofrenda funeraria de vasijas
de cerámica (Vera Villarroel, 1985; Leguás Contreras,
2013). Los valores 913C y 915N para este individuo son
indicativos de una dieta dependiente de recursos C4.
De hecho, los datos isotópicos para este entierro de Vi-
lla Alemana del Período Tardío se encuentran dentro
del rango de los reportados para los productores de
maíz en Horizonte Medio Perú (Finucane, et al. 2006).
Tanto el valor 913C (-11,4 %o), y particularmente 915N
(11,4 %o), son algo diferentes a los valores promedio
observados para el Período Tardío en el área de Santia-
go (913C = 13,1 81.2 %o y 915N = 5,9 8 1,0 %o) (Falabe-
lla, et al. 2008). El valor de 815N para este individuo es
el más elevado de todos los sitios del interior y sugiere
una mayor ingesta de proteína animal alimentada con
C4, proteína marina o ambas. Este individuo había al-
canzado la edad adulta, por lo que cualquier impacto
del efecto de la lactancia en el elevado 915N puede ser
descartado. A pesar de que Villa Alemana no es un si-
tio costero, se encuentra a unos 18 km del océano en
el borde occidental de la cordillera de la costa, lo que
puede haber facilitado el acceso a recursos costeros. En
tanto el valor 913C para este individuo es el más alto de
todas las muestras analizadas de la colección de MHNV
e indica una explotación sustancial de C4, posiblemen-
te con algún aporte adicional de los recursos marinos.
Los datos isotópicos previos han revelado una reduc-
ción en la proporción de recursos de C4 en la dieta del
Período Tardío en comparación con el Período Inter-
medio Tardío. En este estudio se observa una poten-
cial diferencia en los patrones de consumo de maíz
durante el Período Tardío entre la región de Valparaíso
y las zonas de Santiago y Rancagua, lo que puede tener
implicaciones relacionadas con la administración del
imperio Inka en Chile central y con el control estatal
de producción o suministro del maíz dentro del im-
perio. Sin embargo, con sólo una muestra del Período
Tardío de esta colección, no es posible aseverar si los
elevados valores de 913C y 915N de este individuo re-
presentan un aumento general en el consumo de maíz
en la región de Valparaíso durante el Período Tardío y
que puedan, a su vez, representar diferentes prácticas
34
dietéticas durante este periodo en comparación con la
región de Santiago, o bien se trata de sólo un individuo
con valores 913C y 815N excepcionalmente elevados
para este entorno geográfico y temporal.
CONCLUSIONES
Los resultados aquí presentados proporcionan eviden-
cia a partir de análisis isotópico estable (913C y 815N
de colágeno óseo humano) para prácticas dietéticas
desde el Período Alfarero Temprano hasta el Período
Tardío de sitios costeros e interiores en la región de Val-
paraíso, Chile central. Los análisis de las muestras de la
colección bioantropológica del MHNV demuestran va-
riabilidad en las prácticas dietéticas y la explotación de
recursos en diferentes contextos temporales y geográ-
ficos, particularmente en lo que respecta al consumo
de C4 o de recursos marinos.
Se observaron diferencias entre las dietas de los indi-
viduos de sitios costeros en comparación con los sitios
de interior. Donde el valor moderadamente elevado
de 915N y 813C para las muestras costeras indica que
los habitantes de esta zona estaban incluyendo algu-
nos recursos marinos junto con los recursos terrestres
en sus dietas, muy probablemente de niveles tróficos
más bajos, como los moluscos. Por otro lado, los ba-
jos valores 915N para los grupos del interior sugieren
una dieta terrestre, que pudo haber sido baja en pro-
teínas animales o que incluyó el consumo regular de
leguminosas fijadoras de nitrógeno. La amplia gama de
valores de 913C para estas muestras también manifies-
ta las diferentes prácticas dietéticas entre las muestras
incluidas en el estudio, y particularmente apunta hacia
una creciente inclusión del maíz en la dieta a lo largo
del tiempo.
Estos resultados apoyan de manera general muchas de
las conclusiones de la investigación isotópica anterior
realizada en las áreas de Santiago y Rancagua (Falabe-
lla, et al. 2007; Falabella, et al. 2008). Sin embargo, se
observaron algunas potenciales diferencias en los pa-
trones dietéticos de esta región, los cuales pueden ser
explorados de manera útil a través de nuevos análisis
isotópicos con muestras adicionales dentro de la región
de Valparaíso. Por ejemplo, todas excepto una de las
muestras del Período Alfarero Temprano, incluyendo
aquellas identificadas por los registros del museo como
pertenecientes a la tradición Llolleo, mantuvieron una
dieta terrestre fuertemente dependiente de C3, mien-
tras que los datos isotópicos de los grupos Llolleo de
Santiago y Rancagua indican que fueron ya adoptan-
do maíz en sus dietas, como lo demuestran los valores
más intermedios de 613C (C3-C4). Se sugiere que las
muestras del PAT incluidas en este estudio son de las
primeras etapas de la tradición de Llolleo, antes de una
transición al cultivo de maíz, o bien representan una
persistencia más prolongada de la dependencia de C3
en esta región.
Finalmente, aunque sólo se incluyó una muestra del Pe-
ríodo Tardío en este estudio, los resultados de este in-
dividuo indicaron una dieta más dependiente del maíz
en contraste con los patrones dietéticos previamente
observados en las cuencas de Santiago y Rancagua,
donde se observó una clara disminución del maíz en la
proporción global de la dieta durante este período. El
análisis isotópico adicional, junto con información con-
textual y datación absoluta de material de otros sitios
en el área ayudará a aclarar algunos de estos hallazgos
iniciales respecto a las prácticas dietéticas prehispáni-
cas en la región de Valparaíso, zona central de Chile.
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos al MHNV por brindar acceso a sus colec-
ciones y al CMN por aprobar este tipo de análisis en la
región de Valparaíso. Damos las gracias a Rick Schulting
por su orientación sobre este artículo y también agra-
decemos a los revisores anónimos por sus valiosos co-
mentarios. Finalmente, agradecer al Clarendon Fund,
al Jesus College (Oxford), y a la Asociación de Alumnos
de la Universidad de Bond quienes gentilmente finan-
ciaron esta investigación.
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38
3 | Volumen 30, 2017. Páginas 39-45
AN ALES qa ini Anales del Museo de Historia
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO | Natural de Valparaiso
HÁBITAT DEL GONFOTERIO (GOMPHOTHERIIDAE)
DE CASABLANCA
(3325; REGIÓN DE VALPARAÍSO, CHILE)
Erwin González-Guarda??3, Alia Petermann-Pichincura?*
Viviana Watkins Pastor”, Omar Recabarren Jara??
Resumen: El registro fósil de los gonfoterios en Chile abarca desde los 3125 (Los Vilos) hasta los 4225 (Isla de Chi-
loé). Hasta el momento, el rango cronológico de los gonfoterios por datación de radiocarbono, oscila entre 30.000
y 12.000 años (calibrados). El objetivo de este trabajo fue interpretar el hábitat del gonfoterio de Casablanca utili-
zando isótopos estables. El colágeno (5615N; 613C) de la raíz molar y la bioapatita (613C; 6180) del esmalte dental
indican un hábitat semi-abierto, caracterizado por una vegetación adaptada a la aridez. Desafortunadamente, no
existe datación por radiocarbono para la muestra, sin embargo, de acuerdo con la interpretación del ambiente
realizada en este estudio, probablemente el individuo de Casablanca vivió bajo un hábitat similar al de hoy.
Palabras claves: Hábitat, Isótopos Estables.
Abstract: The fossil record of gomphotheres in Chile ranges from 3125 (Los Vilos) to 4225 (Chiloé) with a chro-
nological range spanning from 30 to 12 cal kyr BP. The main aim of this work was to interpret the habitat of a
gomphothere from the Casablanca area in central Chile using stable isotopes. The collagen in molar root (615N;
613C) and bioapatite in dental enamel (613C; 6180) indicated a semi-open habitat characterized by a vegetation
adapted to aridity. According to the environmental reconstruction presented in this study, this particular indivi-
dual probably lived under a habitat similar environmental conditions to current ones, although radiocarbon dating
for the sample is not yet available.
Keywords: habitat, Stable Isotopes.
1 Instituto de Ciencias de la Tierra, Facultad de Ciencias, Universidad Austral de Chile, Valdivia, Chile.
2 Departamento de Paleontología. Facultad de Ciencias Geológicas. Universidad Complutense de Madrid, 28040 Madrid, Spain.
3 Institut Catalá de Paleoecologia Humana ¡ Evolucio Social (IPHES), C. Marcel-lí Domingo s/n, Campus Sescelades URV (Edifici W3), 43007 Tarra-
gona, Spain.
4 Area de Prehistoria, Universitat Rovira i Virgili (URV), Avinguda de Catalunya 35, 43002 Tarragona, Spain
5 Unidad Especial de Identificación Forense. Av. LA PAZ 1012, Santiago, Chile
39
Erwin González, Alia Petermann, Viviana Watkins £ Omar Recabarren
INTRODUCCIÓN
Los gonfoterios representan uno de los mayores re-
gistros de mamíferos fósiles del Pleistoceno tardío de
Chile, localizados entre los 3125-4225 (González-Guar-
da, et al. 2017). Sin embargo, hace aproximadamente
10.000 años calibrados antes del presente (AP), los
gonfoterios y el 100% de la megafauna se extinguió en
Chile y América del Sur (Cione, et al., 2009).
Para estudiar la dieta y el ambiente de los animales
del pasado los investigadores han utilizado indicadores
paleoambientales tales como los isótopos estables. Los
isótopos estables, son átomos del mismo elemento quí-
mico que tienen la misma masa atómica pero difieren
en el número atómico. Estos átomos no se transforman
en otros elementos como los isótopos radiactivos (por
ejemplo carbono-14), por tanto, son muy útiles para las
reconstrucciones paleoambientales (Koch, 2007).
El análisis de los isótopos estables, puede reflejar va-
riaciones en las fuentes de la dieta y el nivel trófico
(Bocherens, et al. 2014), pero también variaciones que
pueden ser influenciadas por el ambiente y el clima
(Díaz, et al. 2016).
De esta manera, gonfoterios constituyen un excelente
taxón para evaluar las condiciones ambientales dónde
ellos vivían. Hasta el momento, el grupo ha sido carac-
terizado como generalistas y oportunistas (Asevedo, et
al. 2012), por consiguiente, la composición de la dieta
debería reflejar las condiciones ambientales locales en
lugar de una dieta adaptativa óptima. Además, como
los proboscídeos son descritos como modeladores eco-
lógicos (Barnosky, et al. 2016), constituyen un factor
clave para considerarlos en interpretaciones ambienta-
les, ya que, como mega herbívoros, sus altas poblacio-
nes de biomasa son capaces de alterar la vegetación a
gran escala, y como bebedores obligados, el esmalte
dental de este grupo es potencialmente un buen indi-
cador de los valores de la 6180 de las aguas meteóricas
locales (Kovács, et al. 2015). Por tanto, el objetivo de
este estudio fue interpretar el ambiente del gonfoterio
de Casablanca.
La escala temporal de extensión que utilizamos, es la
llamada extensión del organismo; el período de tiem-
po de la vida de un organismo, que puede registrar la
información de la dieta (Davis y Pineda-Muñoz, 2016).
Así, nuestro estudio representa diferentes escalas tem-
porales; a partir de las primeras etapas de la vida (bioa-
patito dental) y un promedio de toda la vida (colágeno)
(Clementz, et al. 2009). La ventaja de la aplicación mul-
tiproxy, es la posibilidad de interpretar la dieta en dife-
40
rentes momentos de la historia de vida del individuo,
aunque sin la resolución de los llamados granos tem-
porales; que es la resolución en la que un proxy puede
detectar cambios en la dieta (Davis y Pineda-Muñoz,
2016).
EL REGISTRO DE LOS GONFOTERIOS EN AMÉRICA DEL
SUR
La llegada de los gonfoterios a América del Sur, fue
propiciada por el Gran Intercambio Biótico America-
no (GIBA), hace 3 millones de años atrás (Leigh, et al.
2014). De las tres familias de proboscídeos conocidos
en Norteamérica; Elephantidae (mamut), Mammuti-
dae (mastodonte americano) y Gomphotheriidae (gon-
foterio), solo esta última cuenta con registros en toda
Sudamérica (Alberdi, et al. 2002). Se reconocen dos
géneros de esta familia.
Cuvieronius: existe consenso en América del Sur para
designar a la especie Cuvieronius hyodon como la úni-
ca válida para el género. La especie se caracteriza por
tener el cráneo largo y bajo, poseer defensas superio-
res de sección sub circular con una torsión en forma de
espiral, hacia afuera o hacia dentro y con banda de es-
malte que sigue la espiral (Prado, et al. 2005). Las eda-
des de sus fósiles van del Pleistoceno Medio hasta el
Pleistoceno tardío (Prado, et al. 2005). Stegomastodon:
con dos especies S. platensis y S. waringi (Alberdi, et
al. 2002; Prado, et al. 2005). La primera se caracteriza
por tener un cráneo corto y alto, con defensas supe-
riores largas y macizas, y con una pequeña curvatura
hacia arriba en algunos casos (Prado, et al. 2005). Sin
esmalte ni torsión en sus defensas (Prado, et al. 2005).
La segunda se caracteriza por poseer un cráneo corto y
alto, de tipo elefantoideo pero menos que en S. platen-
sis y menos deprimido que en Cuvieronius (Alberdi, et
al. 2002). Las defensas en los adultos son relativamente
rectas o con una ligera curvatura hacia arriba, además
de una torsión muy pequeña (Alberdi, et al. 2002). Pre-
sentan una banda de esmalte en los individuos juve-
niles, la cual no se observa en los individuos adultos
(Alberdi, et al. 2002; Prado, et al. 2005). Los fósiles de
este género han sido datados con edades que van del
Pleistoceno medio a tardío (Alberdi, et al. 2002; Prado,
et al. 2005).
En investigaciones recientes, el género Stegomastodon
ha sido puesto en duda en Sudamérica (Mothé, et al,
2012 y referencias allí), y se presenta un nuevo géne-
ro y especie; Notiomastodon platensis (Mothé, et al.
2013). Este nuevo género englobaría todas las caracte-
rísticas atribuibles a Stegomastodon presente en Amé-
rica del Sur (Mothé, et al. 2012; 2013).
La distribución geográfica de los fósiles de gonfoterio
en Chile, se registra principalmente en la Depresión
Central y zonas costeras con edades entre el límite
Pleistoceno tardío/ Holoceno temprano (Frassinetti y
Alberdi, 2000; 2005).
PALEOAMBIENTE
El molar del gonfoterio de Casablanca fue registrado en
un ambiente dominado actualmente por formaciones
de bosques espinosos de Acacia caven que se extien-
den en las zonas semi-áridas, secas y sub-húmedas (Fi-
gura 1) (Luebert y Pliscoff, 2006).
Clima Mediterráneo
Vegetación Moderna
[muaa] Vegetación suculenta de arbustos espinosos
1] Bosques deciduos de tierras bajas
Bosque Valdiviano Siempreverde
MA tosaue Escierório
Clima Templado Lluvioso
Figura 1. Situación geográfica, climática y vegetacional de la localidad
de estudio. 312-3825: esta área está bajo la influencia tanto de la con-
tracorriente Perú-Chile (CPCC) que fluye hacia el sur como de la Co-
rriente Perú-Chile (CPC) que fluye hacia el norte. La CPC, son aguas
superficiales subantárticas provenientes de la región norte del frente
subantártico. A 3025, la influencia del CPC es mayor durante el invierno
austral, mientras que la influencia del CPCC, que trae aguas relativa-
mente cálidas desde las latitudes bajas, es fuerte en el verano austral.
En verano austral, la célula SAP, muy estable (subtropical de alta pre-
sión) localizada alrededor de los 302 S bloquea el sistema frontal de la L
(cinturón de baja presión asociado con los vientos del oeste) (generan-
do sequía) (centrada alrededor de 49-5025). En el invierno austral, el
SAP se desplaza hacia el norte alrededor de los 3085 y el L llega al Norte
de Chile Central, generando lluvias. 382-4325: esta área está ubicada
en el margen norte de la Corriente Circumpolar Antártica (CCA) bajo
la influencia de aguas superficiales subantárticas. La parte norte del
CCA se divide alrededor de 4325 en el CPC que fluye hacia el norte y la
Corriente del Cabo de Hornos (CCH) que gira hacia el sur.
Hábitat del Gonfoterio...
El registro fósil de gonfoterios en Chile abarca un rango
cronológico entre los 30,000-12,000 años calibrados
AP (González-Guarda et al., 2017). En este tramo de
tiempo, el clima fue más frío y más húmedo que hoy
en día. Por ejemplo, durante el Último Máximo Glacial
(26,000-19,000 años calibrados AP), la precipitación
fueron el doble y las temperaturas de verano oscila-
ban entre 7-82 C más frío que la actualidad (Moreno,
et al. 1999). Uno de los aspectos más llamativos del
Pleistoceno tardío fue la alta humedad registrada en-
tre 312-362 S (Kim, et al. 2002; Kaiser, et al. 2008) que
permitió la expansión de grandes áreas boscosas. Esta
situación se mantuvo así hasta los 13.800 cal años AP
(Valero-Garcés, et al. 2005).
Durante el Holoceno temprano (11,700-—9000 años ca-
librados AP), entre 312-342 S, desde sitios continenta-
les se observa un proceso del cambio abrupto del clima
mientras que las condiciones llegan a ser cada vez más
secas y más cálidas. Una similar tendencia se registró a
partir de las temperaturas marinas (Kaiser, et al. (2008),
lo cual terminó reflejándose en el establecimiento de
grandes áreas de vegetación abierta (Valero-Garcés, et
al. 2005).
MATERIAL Y MÉTODOS
Material
Se estudió el molar (M2/m2) de la localidad de Casa-
blanca (Figura 2). Específicamente, se estudió el es-
malte dental y la raíz del molar. El molar se encuentra
en las dependencias del Museo de Historia Natural de
Valparaíso.
Figura 2. Molar M2/m2. A en vista oclusal y B en vista lateral. La barra
mide 10 cm.
Erwin González, Alia Petermann, Viviana Watkins £ Omar Recabarren
Métodos
Para el análisis anatómico del material, se utilizó las no-
menclaturas de Osborn (1942), Tassy (1996), Lambert
(1996) y Frassinetti y Alberdi (2000).
Un taladro de mano rotatorio con una punta de dia-
mante punzón dental, se utilizó para recuperar el es-
malte desde un área del diente lo más amplia posible
para evitar el sesgo estacional relacionado con el mo-
mento de la mineralización. Se muestrearon de cinco a
seis miligramos de esmalte de dientes para los análisis
de 513C y 6180 de la bioapatita, mientras que se reco-
gieron alrededor de 50-100 mg de la raíz del molar para
los análisis de colágeno 613C y 615N. Los resultados
de isótopos estables se informan en la notación 6 ÓHX-
muestra=[(Rmuestra-Restandar)/Restandar]x1000,
donde X es el elemento, H es la masa del isótopo raro y
pesado, y R=13C/12C, 180/160 o 15N/14N. Los valores
de 613C y 6180 se expresan en el estándar Vienna Dee
Belemnite (VPDB), aunque los valores de 6180 tam-
bién se dan en términos de la norma VSMOW (Stan-
dard Standard Ocean Water), de modo que los valores
VPDB pueden convertirse en VSMOW aplicando la si-
guiente fórmula: 61809SMOW = (1.0309 x 6180VPDB)
+ 30.909. Los valores de 615N se entregan en relación
con el nitrógeno atmosférico (AIR).
Los valores 613C y 6180 del bioapatito fueron medidos
en el laboratorio Iso-Analytical Marshfield Bank, Crewe
CW2 8UY, Reino Unido.
Se trataron las muestras siguiendo procedimientos
descritos en Balasse, et al. (2002). Se introdujeron
muestras secas que pesaban * 600 microgramos en
un dispositivo Kiel IV conectado a un espectrómetro
de masas de relación de isótopos Delta V Advantage
(IRMS). Todas las muestras se midieron en dos series
analíticas diferentes. La precisión de las mediciones se
verificaron utilizando un estándar interno de laborato-
rio de carbonato de calcio (Marbre LM normalized to
NBS 19). Durante el período de análisis, un total de 16
muestras de Marbre LM dio un valor medio en la 613C
de +2.09+0.037%o (10) (valor esperado +2.13%o0) y un
valor en la 6180 de -1.92 + 0.071%o (10) (valor espe-
rado -1.83%o0). En este estudio consideramos un valor
de -6.5%o, aceptado para el Pleistoceno tardío (Tipple,
et al. 2010). Por lo tanto, los rangos que considerare-
mos para clasificar la vegetación, según los valores de
613Cesmalte, después de la corrección para la discri-
minación trófica (Cerling y Harris, 1999) son: 1) bosque
de dosel cerrado, -20.5 to -14.5%o; 2) un ambiente hú-
medo que va desde áreas arboladas a áreas de hierbas
(3, -14.5 a -9.5%o; 3) un ambiente árido que va desde
áreas arboladas a áreas de hierbas C3, -9.5 a -6.5%o; 4)
42
áreas abiertas de hierbas C3-C4, -6.5%o a -1.5%o; y 5)
solo áreas de hierbas C4, -1.5%o a +6.5%o (Domingo, et
al. 2012).
Para calcular las Temperaturas Medias Anuales (TAM),
primero estimamos el valor de 6 180am (agua meteó-
rica) ingerido por los gonfoterios usando sus valores de
esmalte 6180P04 y luego aplicamos la regresión lineal
6 180am-6180P0O4 establecida para sus parientes más
cercanos: elefantes modernos. Tal ecuación se selec-
cionó suponiendo que no hay diferencias significati-
vas en el factor de fraccionamiento entre 6 180PO4 y
6 180am de gonfoterios extintos y elefantes vivos. La
ecuación utilizada fue la siguiente: 6180am (VSMOW)
= (6180PO4 (VSMOW) - 23.3)/0.94 (Ayliffe, et al. 1992).
Para calcular el TAM, se utilizó una ecuación lineal en-
tre los valores TAM y 6180am : TAM (2C) = 6180am
(VSMOW) +12.68)/0.36 (R2 = 0.72) (Rozansky, et al.,
1993). Esta ecuación fue elegida porque utiliza da-
tos de todas las estaciones meteorológicas alrededor
del mundo; por tanto, todos los regímenes climáticos
existentes están representados dentro de él. A partir
de los valores de 613C de la bioapatita, la moderna ve-
getación equivalente se calculó utilizando la siguiente
ecuación: 613Cvegetación = 613Cleaf + (613Cmoder-
naatmCO2 - 613CancientatmCO2), donde 613Cleaf =
613Ctooth -14.1%o (Cerling y Harris, 1999), 613Cmo-
dernatmCO2 es -8%o y 613CancientatmCO2 es -6.5%o
(Pleistoceno tardío) (Tipple, et al. 2010). Para calcular
la Precipitación Media Anual, se calculó utilizando la
siguiente ecuación: 613C (%o, VPDB) = -10.29 + 1.90 x
10-4 Altitud (m) - 5.61 log10 (MAP + 300; mm/año) -
0.0124 Abs (latitud, 2) (Kohn, 2010).
Las extracciones de colágeno se realizaron en el la-
boratorio Biomolecular del Instituto de Paleoecología
Humana y Evolución Social (Tarragona, España). La ex-
tracción de colágeno siguió protocolos originales pro-
puestos por Longin (Longin, (1971) y modificado por
Bocherens, et al., (1991)). Los fragmentos de hueso se
limpiaron mecánicamente para eliminar la superficie.
Posteriormente, los fragmentos de hueso (aproximada-
mente 300 a 350 mg) se desmineralizaron usando HCl 1
M, se aclararon con agua destilada y se gelificaron con
HCI 0,002 M a 100€ durante 17 h. Las muestras fueron
luego filtradas, congeladas y liofilizadas en el ICIQ (Ins-
tituto de Investigación Química de Cataluña). Las mues-
tras de colágeno con un peso de aproximadamente 0,3
mg se analizaron por duplicado utilizando un analiza-
dor elemental Thermo Flash 1112 (EA) acoplado a un
espectrómetro de masas de relación de isótopos Ther-
mo Delta V Advantage (IRMS) con una interfaz Conflo
IIl, en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales
Universidad de Barcelona. Se utilizó como control el es-
tándar internacional de laboratorio IAEA 600 (cafeína).
El error analítico medio fue <0,2 %o (10) determinado
a partir de los análisis duplicados de 613C y 615N. El
estándar utilizado para 613C fue Viena PeeDee Belem-
nite (V-PDB), y el estándar para 613N era aire N2 (AIR).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Preservación de la señal isotópica
Las muestras analizadas en este estudio muestran un
valor en A180C03-PO4 de 9.0%o. Este valor está den-
tro de lo establecido en A180C03-PO4 (VSMOW), un
rango para biopatito inalterada para mamíferos actua-
les (i.e., 8.6—9.1%o) (lacumin, et al. 1996), señalando la
buena preservación de los valores originales de 6180-
CO3 y 6180PO4. Las relaciones carbono: nitrógeno
(C: N) del material fósil seleccionado están dentro del
rango aceptado para el colágeno moderno (2,9 y 3,6
en mamíferos vivos) (Clementz, et al., 2009) que apo-
ya la preservación de la señal biogénica 613C original
y Ó15N.
Anatomía
Las medidas del molar fueron las siguientes: largo to-
tal de 149 mm, ancho de los primeros lofos/lófidos 86
mm, ancho de los segundos lofos/lófidos 82 mm, an-
cho de los terceros lofos/lófidos 73 mm y el ancho del
talón/talónido 61mm. El molar corresponde a un M2 o
m2. Con tres pares de lofo/lófidos (trilofodonte) y un
talón/talónido fuerte. Desgaste evidente en los prime-
ros y segundos lofo/lófidos. Su determinación exacta
es difícil debido a que se hallo aislado sin el resto de la
serie dental. El cingulo mesial no es posible apreciar-
lo, por lo tanto no ayuda a la determinación del molar.
Además, estos molares tienen una marcada plasticidad
en sus medidas lo que dificulta la identificación. En vis-
ta oclusal (Figura 2) presenta una marcada anancoidia
en el segundo lofo/lófido, hacia el tercero. Surco medio
no muy definido y poco claro a partir de los segundos
(lofo/lófido). Presenta figura en forma de trébol doble,
dado por la cúspide principal y los cónulos/conulidos
centrales anterior y posterior, evidente en los dos pri-
meros lofo/lófidos y ayudado por el desgaste por uso.
Se observa pticodoncia en los primeros lofo/lófidos.
Hábitat
De acuerdo a los rangos de hábitat establecidos en
previos estudios (Domingo et al., 2012), el valor de la
613Cbioapatito (-9%0) indica un ambiente árido que va
desde áreas arboladas a áreas de hierbas C3. La tem-
peratura media anual nos indica un ambiente cálido
(302C) o de alta evaporación. El valor 613Ccolágeno
(-21.5%o0) indica un ambiente semi-abierto, ya que es
43
Hábitat del Gonfoterio...
más enriquecido que el valor teórico que marca el lí-
mite entre ambiente boscoso y abierto (-22.5; Drucker
et al., 2003). El valor de la 615Ncolágeno (9.5%o) es un
valor elevado. Este valor estaría indicando un ambiente
árido. Por lo tanto, este gonfoterio estuvo viviendo en
un ambiente parecido al actual, aunque algunos de los
datos isotópicos parecen mostrar un ambiente bastan-
te “extremo”.
Finalmente, en el contexto de la escala temporal, te-
niendo en cuenta el valor de 613Cbioapatito, este valor
muestra un comportamiento del animal durante una
parte de su vida. Además, este valor abre una gama
de opciones de dieta para este individuo en particular:
hierbas u hojas, ramas y corteza de árboles. Por tanto,
nos surgen tres preguntas: ¿qué dieta prefirió a lo largo
de toda su vida? ¿tuvo un comportamiento parecido al
de los elefantes modernos (los elefantes modernos, en
la estación húmeda comen hierba, y en la estación seca
comen las hojas y la corteza de los árboles)? ¿En qué
edad vivió? En cualquier caso, los valores del colágeno,
podrían estar indicando que la dieta fue consumida en
un ambiente árido durante un largo período de su vida.
(Tabla 1)
EN (bo
A
50 fo, | 5004
VPDB).a
(Mo,
VPDBjso
Tabla 1. Sumario de los valores isotópicos obtenidos. TMA = Tempera-
tura Media Anual. PMA = Precipitación Media Anual. Bio = Bioapatito;
Col = Colágeno.
CONCLUSIÓN
El individuo de Casablanca, de acuerdo a una interpre-
tación preliminar, vivió en un ambiente semi-abierto,
bajo un clima cálido y árido. Una futura datación ra-
diocarbónica, la aplicación de microdesgaste dental y el
análisis de los microfósiles desde el cálculo dental nos
permitirán reconstruir la historia de vida del gonfoterio
de forma más precisa.
AGRADECIMIENTOS
A Lilian López por su amabilidad para recibirnos en el
área de arqueología del Museo de Historia Natural de
Valparaíso. A Juan Pablo Cruz por haber obtenido las
fotografías del molar de Casablanca. Al programa Capi-
tal Humano Avanzado Becas Chile (CONICYT) por finan-
ciar esta investigación. A Camila Watkins por su apoyo
logístico en la toma de muestras.
Erwin González, Alia Petermann, Viviana Watkins £ Omar Recabarren
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45
Hábitat del Gonfoterio...
a MN
] 5 E AA Volumen 30, 2017. Páginas 46-54
| [ [ . "
mA 5 | Anales del Museo de Historia
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO | Natural de Valparaiso
CONTACTO POLINESIA-MAPUCHE: UN ACERCAMIENTO A LA HISTORIA DE LA
INVESTIGACIÓN Y NUEVAS EVIDENCIAS BIO-ANTROPOLÓGICAS
José Miguel Ramírez Aliaga”
Resumen: Hace más de cien años (Vergara, 1903) se describieron los primeros rasgos morfológicos polinésicos en
huesos humanos prehispánicos encontrados en la Isla Mocha. Hace diez años (Storey, et al., 2007), el ADN poli-
nésico en huesos de gallina en un contexto prehispánico en Arauco permitió confirmar la llegada de exploradores
polinésicos al sur de Chile. Una revisión de los antecedentes y de nuevos materiales bio-antropógicos de la zona
central da mayor sustento a la hipótesis de la llegada de exploradores polinésicos al territorio Mapuche, y a la
posibilidad de que pudieran dejar no solo huellas culturales sino también biológicas en la población receptora. Los
datos ubican ese contacto hace unos mil años atrás, en el momento culminante de la exploración de los polinesios
hacia el este, y en un particular momento de transición cultural en el territorio centro sur de Chile.
Palabras Clave: Contactos transpacíficos, Mapuche, Polinesia.
Abstract: The first pre-hispanic human bones with Polynesian traits from Mocha island were described more than
hundred years ago (Vergara, 1903). Ten years ago (Storey et al., 2007), Polynesian DNA found on chicken bones
from a prehispanic context in Arauco provided the first hard evidence for a transpacific contact in southern Chile.
A reappraisal of the evidence and new bio-anthropological material offers more support to the hypothesis of such
a cultural contact but also for some genetic exchange. The temporal span for such a contact was around 1000
years ago, at the time of the explosive Polynesian migration to their borders, a particular time for local societies
along central south Chile.
Key words: Transpacific contacts, Mapuche, Polynesia.
INTRODUCCIÓN
La historia de la hipótesis del contacto transpacífico prehispánico tiene una larga data, a partir de la observación
de la presencia en América de una variedad de rasgos culturales que se interpretaron como préstamos de culturas
de Oceanía y Asia (Latcham, 1927; Buck, 1938; Dixon, 1933; Eckholm, 1964; Emory, 1942; Estrada, et al., 1962;
Rivet, 1956; Ibarra Grasso, 1958; Menghin, 1967; Heine-Geldern, 1966; Phillips, 1966; Jett, 1983; Meggers, 1975,
1987; Jones, et al. 2011).
Ciertos paralelismos pueden explicarse como desarrollos independientes, sin necesidad de contacto directo, pero
existe un elemento que definitivamente fue trasladado desde América hasta el centro del Pacífico por acción
humana: el camote (Ipomoea batata). En efecto, este cultígeno americano llegó hasta Mangaia, en las islas Cook,
hace mil años (Hather y Kirch, 1991), y desde allí se dispersó por toda Polinesia, con nombres que parecen derivar
de una lengua proto-quechua de los Cañari del Golfo de Guayaquil, en Ecuador: kumal, kumá, kumara, kumaka
(Scaglion, 2004; Scaglion y Cordero, 2007). En Norteamérica, el dato más reciente vincula a Hawaii con los Chu-
mash de California, a partir de paralelismos materiales y linguísticos (Jones y Klar, 2005). En ambos casos, la expli-
cación lógica es que fueron navegantes polinésicos los responsables.
En términos geográficos, la distancia desde el Golfo de Guayaquil hasta Mangaia es de unos 8.600 km. El problema
es que hasta ahora no se han encontrado rasgos culturales de culturas precolombinas de América en el Pacífico.
1 Arqueólogo. Centro de Estudios Avanzados, Universidad de Playa Ancha. mataveriotaiOyahoo.com
46
Por su parte, el eventual contacto con el territorio
Mapuche se relaciona con la presencia de artefactos
como los mataa de Rapa Nui (Aichel, 1924; Oyarzún,
1927), las clavas de tipo Maori (Imbelloni, 1929; 1953;
Looser, 1931; Ling, 1956; Schobinger, 1956; Schobinger,
1956/57; Menghin, 1960; San Martín, 1967), los toki
(Imbelloni, 1928; Imbelloni,1931), unas esculturas de
piedra (Looser, 1932; Carvallo, 1983), la chicha o mu-
dai Mapuche versus la kava de polinesia, el curanto y la
dalca chilota (MacMillan-Brown, 1924; Oyarzún, 1934;
Cárdenas, et al., 1993), la gallina araucana (Wilhelm,
1957; Carter, 1976), y restos óseos humanos con rasgos
polinésicos (Vergara, 1903; Ureta, 1937).
Además, se han descrito interesantes paralelismos des-
de la lingúística (Englert, 1934), y una serie de elemen-
tos de la cultura inmaterial tales como el calendario
lunar, la celebración del Año Nuevo con la salida de las
pléyades después del solsticio de invierno, una tradi-
ción relativa al corte de árboles con un toki mágico (Im-
belloni, 1931), un juego similar al hockey, llamado pai
pai en las Islas Australes y palin en Mapuche, así como
las leyendas de navegantes polinésicos que habrían
llegado hasta las costas de Sudamérica (cf. Ramírez €:
Matisoo-Smith, 2008).
El modelo de la colonización de Polinesia oriental
(Irwin, 1992; Kirch, 2000;) enmarcaba el rango tempo-
ral para ese contacto hacia fines del Período Alfarero
Temprano en la zona centro sur de Chile, alrededor del
año 1000 de Nuestra Era (Falabella, et al., 2016; Adán,
et al., 2016). Falta confirmar quiénes fueron esos nave-
gantes que partieron -o volvieron- desde Sudamérica.
ACERCAMIENTO A UNA ANTIGUA HIPÓTESIS
El primer acercamiento al problema ocurrió en el año
1987, durante la segunda expedición arqueológica or-
ganizada por Thor Heyerdahl a la Isla de Pascua (Skjols-
vold, 1994). Su obsesión por el origen americano de la
cultura megalítica de Rapa Nui fue el estímulo para eva-
luar la eventual presencia de elementos culturales en
el territorio Mapuche. Entre los años 1990-91, un pri-
mer proyecto de investigación (Fondecyt N2 1900193)
estuvo orientado al análisis de los materiales de tipo
polinésico descritos como préstamos culturales entre
los Mapuche prehispánicos del centro-sur de Chile, a
partir de una lista cada vez mayor de rasgos culturales
que se acumulan desde hace un siglo.
Algunos de esos paralelismos culturales resultaron ser
invenciones independientes (e.g., el horno subterrá-
neo), pero algunos permanecieron como posibles evi-
dencias de contacto (en especial, en el área linguística),
mientras que algunos fueron descartados: unas escul-
47
Contacto polinesia-mapuche...
turas antropomorfas de piedra depositadas en museos
(Looser, 1932); y los mataa, armas de obsidiana encon-
tradas en sitios arqueológicos pero sin contextos con-
fiables. Por otra parte, en ese momento surgió un rasgo
de gran interés, cuya trascendencia sólo pudo confir-
marse veinte años después: una mandíbula humana
con un rasgo polinésico, encontrada en la Isla Mocha.
El análisis no fue concluyente en ese momento; no exis-
tía evidencia dura para probar que esos paralelismos se
debían a procesos evolutivos paralelos, invención inde-
pendiente, o a difusión (Ramírez, 1990; Ramírez, 1992).
Entre los elementos culturales Mapuche que han
mantenido un rol importante como posibles eviden-
cias del contacto se cuentan unas insignias de piedra,
denominadas “clavas”, entre las cuales se describe un
“tipo polinésico”, las hachas pulidas llamadas “toki” y
en particular los “toki-kura” (tanto el tipo de artefacto
como su nombre), y una docena de palabras que serían
préstamos desde lenguas polinésicas.
Todos estos datos resultaban muy interesantes, pero
no había forma de comprobar si se trataba de desa-
rrollos independientes o productos de un contacto. Se
necesitaba evidencia dura (Ramírez, 2010 a; Ramírez,
2010 b; Jones, et al., 2011).
LA GALLINA ARAUCANA
En el año 2004, con motivo de la VI Conferencia Inter-
nacional sobre Isla de Pascua y el Pacífico realizada en
Viña del Mar, planteamos (poster no publicado) que la
única manera de probar la llegada de polinesios al sur
de Chile sería a través del ADN de huesos de gallina. La
presencia de gallina en América antes de la llegada de
los españoles era un misterio hasta la fecha, y el origen
de la gallina araucana era especialmente intrigante.
La Dra. Elizabeth Matisoo-Smith, de la Universidad de
Auckland, asistió a la conferencia. Ella había desarro-
llado los estudios de ADN en huesos del ratón poliné-
sico (Rattus exulans) como indicador de los procesos
de colonización a través del Pacífico (Matisoo-Smith
y Robins, 2004), y su alumna de doctorado Alice Sto-
rey había comenzado a trabajar en huesos de gallina.
Ratones, gallinas, cerdos y perros fueron los animales
domésticos transportados desde el sudeste asiático. A
Rapa Nui solamente llegaron la gallina y el ratón. En el
sur de Chile se encontraba la misteriosa gallina arauca-
na prehispánica, con variedades como la kollonka (sin
cola), trintre (con plumas crespas), con aretes, algunas
de las cuales ponen huevos azules, o verde claro.
José Miguel Ramírez Aliaga
Justo cuando comenzaba nuestra investigación en tor-
no a la gallina, un grupo de arqueólogos dedicados al
estudio del Período El Vergel en la zona de Arauco, en-
contraron los primeros huesos de gallina en contexto
prehispánico (Contreras, et al. 2005). El contexto fue
fechado por termoluminiscencia, en el 1.350 d.C. En
el año 2006, enviamos una muestra de esos huesos al
Laboratorio de la Dra. Matisoo-Smith en la Universidad
de Auckland. El análisis fue realizado por Alice Storey,
y el excepcional resultado fue publicado unos meses
más tarde (Storey, et al. 2007): ADN idéntico al de ga-
llina polinésica. Se realizaron tres fechados (AMS) en
los propios huesos, confirmando la asociación cultural
prehispánica: 1.300 a 1.450 d.C.
EL ESCENARIO PARA UN CONTACTO
Sin duda, considerando la capacidad de los más gran-
des navegantes del mundo antiguo, el límite para el
asentamiento humano del Pacífico sólo podría ser el
continente americano. Dado el extremo aislamiento
geográfico de Rapa Nui, es mucho más excepcional que
haya sido encontrada por los exploradores en sus viajes
hacia el este. Sin embargo, bajo ciertas condiciones y
dentro de los límites de su capacidad, no podrían haber
evitado las costas de América.
Desde un punto de vista ecológico cultural, la costa no
es simplemente el límite entre dos compartimentos
estancos, sino una franja permeable. Los antiguos ma-
rineros de la América precolombina traspasaron esta
frontera, y su movilidad a lo largo de la costa se en-
cuentra bien documentada (Lothrop, 1932).
Desde un punto de vista práctico, se debe considerar
que el tránsito por mar no deja huellas, aunque es mu-
cho más eficiente para las distancias largas, hasta la
próxima tierra firme. El movimiento sobre el mar pro-
duce menos fricción, es más económico en términos
de gasto energético y permite un movimiento mucho
más rápido que el medio ambiente terrestre, donde
hay que atravesar selvas, montañas, desiertos, y gran-
des ríos, sin un medio de una locomoción tan eficiente
como el catamarán polinésico (cf. Ramírez, 2014). Ca-
minar desde el extremo norte hasta el extremo sur de
América, desde el comienzo de la colonización pleisto-
cénica hasta el contacto con Occidente, fue mucho más
complicado porque no tenían animales para el trans-
porte de carga, excepto la llama en los Andes, pero nin-
gún carruaje en lo absoluto.
El contacto transpacífico con América pudo ser acci-
dental, pero fue una consecuencia inevitable del pro-
ceso de exploración y colonización del Pacífico Sur, a
medida que los polinesios se movían consistentemente
48
hacia el este. Este logro fue posible cuando pudieron
desarrollar avanzadas capacidades técnicas y habilida-
des de navegación (Finney, 1985; Finney, 1991; Finney,
1994; Finney et al., 1989), que les permitieron utilizar
la dinámica de las corrientes y los vientos, y en parti-
cular fenómenos cíclicos como “El Niño” (Caviedes y
Waylen, 1993). La estrategia de supervivencia de los
exploradores polinesios debió ser una navegación len-
ta en contra de los vientos alisios, para que pudieran
regresar a casa rápidamente y con seguridad si llega-
ban al límite de su capacidad. Sin embargo, los fuertes
vientos del oeste en un evento de El Niño podrían traer
una canoa directamente desde el centro de la Polinesia
hasta las costas del centro sur de Chile (Finney, 1994).
Probablemente, los polinesios utilizaron estos vientos
para navegar entre lugares conocidos, pero pudieron
ser arrastrados por las tormentas mucho más lejos.
El actual modelo de la colonización de la Polinesia
oriental postula un explosivo avance hacia el este que
habría ocurrido entre los años 1.000 a 1.200 d.C., con
una proyección lógica a Sudamérica, sin pasar necesa-
riamente por Rapa Nui (Green, 2001). Jared Diamond
(1988) denominó este proceso como el “Tren Expreso
a Polinesia”. La revisión de los datos arqueológicos y la
filogenia del ratón del Pacífico (Rattus exulans) a través
del ADN mitocondrial respaldan consistentemente el
modelo.
Las simulaciones por computador de viajes en canoa
por el Pacífico han demostrado la viabilidad de muchas
rutas alternativas desde Polinesia hasta la costa sud-
americana (Irwin et al., 1990). La evidencia de gallina
polinésica en Arauco motivó nuevas simulaciones para
la navegación desde las seis islas de la Polinesia que
participaron en el análisis de ADN, así como también
desde Arauco y Ecuador hacia el oeste (Fitzpatrick y
Calaghan, 2009). Todos los viajes desde la Polinesia
llegarían a Sudamérica, directamente a Chile o más al
norte, según las estaciones del año. Respecto de la po-
sibilidad de que algunos polinésicos quisieran volver a
casa desde Arauco, la simulación muestra que una ca-
noa sería llevada por la corriente de Humboldt hasta el
norte de Chile y luego al centro de la Polinesia. MacMi-
llan-Brown propuso este trayecto mucho antes (1924:
266). La distancia hasta Mangaia desde Caldera, desde
donde podrían haber comenzado a desprenderse de la
corriente de Humboldt para girar hacia el oeste, es de
unos 8600 km.
DATOS BIO-ANTROPOLÓGICOS: POLINESIOS EN LA
ISLA MOCHA
La presencia de rasgos polinésicos en cráneos prehis-
pánicos (con bóveda con forma de techo a dos aguas,
pentagonal visto desde norma occipital) aparece en
una antigua monografía sobre la Isla Mocha (Vergara,
1903), y en la investigación del año 1990 observamos
un rasgo polinésico en una mandíbula procedente de
la isla (“rocker jaw”, según Gill, 1990) pero nadie había
evaluado esta información de manera sistemática. En
nuestra visita al Museo de Concepción junto a la Dra.
Matisoo-Smith en diciembre del 2007, pudimos obser-
var la colección de huesos humanos excavados en una
serie de sitios arqueológicos de la Isla Mocha (Constan-
tinescu, 1997).
Se pudieron observar los tres rasgos que caracterizan
el fenotipo polinésico (Houghton, 1996): cráneos con
forma pentagonal, en comparación con los gráciles y
redondeados cráneos Mapuche; mandíbulas con base
curva (“rocker jaw”); y el orificio en la cabeza del fémur
(fovea capitis) de forma oval. Además, se realizaron 29
mediciones craneométricas en los cráneos completos
de adultos. Cuando las medidas fueron llevadas a un
diagrama de dispersión estadística que compara cien-
tos de muestras de cráneos indígenas del mundo, los
cráneos de la Isla Mocha se agruparon en dos sectores:
tres en América, y los otros tres junto a poblaciones del
Pacífico y sudeste asiático (Matisoo Smith y Ramírez,
2010).
Curiosamente, el cráneo más polinésico se encontra-
ba en un claro contexto El Vergel (1.290 d.C.), pero los
otros estaban asociados al Período Alfarero Temprano
(Pitrén, 350 a 1.000 d.C.).
CHILOÉ: LA PRÓXIMA FRONTERA
Ubicados en el extremo sur del territorio Mapuche,
los antiguos habitantes de la “Isla Grande de Chiloé”
(llamados “Veliche” en tiempos históricos) desarrolla-
ron una cultura de características muy especiales, con
algunos rasgos supuestamente polinésicos, tal como
algunos especialistas locales plantean hasta ahora (Cár-
denas, et al. 1993), incluyendo tanto rasgos culturales
materiales como inmateriales.
Algunos paralelos culturales son claramente invencio-
nes independientes, ya que se encuentran mucho an-
tes en el sur de Chile: las técnicas de pesca, tales como
los cercos de piedra para atrapar peces, y el curanto
(horno subterráneo), que estaba en uso hace 6.000
años en la Isla de Chiloé mucho antes que el umu y el
hangi de Polinesia.
49
Contacto polinesia-mapuche...
Sin embargo, un artefacto en particular podría ser con-
siderado como un préstamo de Polinesia: la canoa de
tablas cosidas, la “dalca chilota”. Esta embarcación se
encontraba en la parte norte de los canales patagónicos
occidentales (41 * 50 *- 51? 30' Sur). La construcción de
canoas con tablas cosidas se distribuyó ampliamente
en la Polinesia pero no vuelve a aparecer a lo largo de
las costas de América sino hasta las costas de California
en Estados Unidos, entre los Chumash prehispánicos.
Se ha planteado su origen en un contacto polinésico
transpacífico, desde Hawaii, a partir de una referencia
lingúística (Jones y Klar 2005).
El perro chilote, de posible origen prehispánico, tam-
bién pudo ser trasladado a través del Pacífico. Los an-
tiguos colonizadores del Pacífico trasladaron cuatro
animales desde el sudeste asiático a lo largo de siglos y
de miles de kilómetros: el perro, el cerdo, la gallina y el
ratón polinésico. Solo llegaron la gallina y el ratón a Ra-
panui. El hecho de que el ADN de los huesos de gallina
de Arauco era más cercano a la gallina de Tonga que de
Rapanui indicaría que los exploradores que pudieron
llegar hasta las costas del sur de Chile no partieron des-
de Rapa Nui sino desde más lejos hacia el oeste, desde
donde se habría iniciado la gran exploración hacia el
sol naciente.
EL CAMOTE
Con seguridad, la papa dulce (camote o batata, Ipo-
moea batatas) que se dispersó por Polinesia es un
cultígeno originario de Sudamérica (Buck 1938; Green
2001, 2005), pero la forma en que eso ocurrió sigue
siendo un misterio. Sin embargo, toda la información
discutida aquí apunta a que los polinesios fueron res-
ponsables de su distribución en todo el Pacífico.
Palabras tales como kumara, kumala, kumaka, kumá,
"umala, son formas alternativas para el camote en dis-
tintas islas de la Polinesia, supuestamente derivadas de
“cumal”, la palabra utilizada por el pueblo Cañari del
Golfo de Guayaquil, en Ecuador (Green, 2001).
Algunos especialistas mencionan que en Quinchao, una
isla del archipiélago de Chiloé, se cultivaba una papa
rojiza de forma oval llamada “cumanca”, hasta tiempos
históricos (Cárdenas y Villagrán, 2005). Sin embargo, en
su erudito estudio sobre la papa chilena, Alejandro Ca-
ñas-Pinochet (1901) no incluyó esta variedad en Chiloé,
sino en Arauco.
Una hipótesis para la presencia del nombre kumaka en
Arauco es que llegara con los mismos navegantes poli-
nesios que introdujeron la gallina. En tanto el camote
se encuentra en las islas Cook con una fecha de 1000
José Miguel Ramírez Aliaga
d.C., si resulta que esa kumaka de Arauco no era una
papa (Solanum tuberosum) sino un verdadero camote
(Ipomoea batatas), pudo ser re-introducido a Sudamé-
rica por los exploradores polinesios que encontramos
en la isla Mocha.
Por otro lado, la presencia de navegantes polinesios en
Arauco plantea una hipótesis alternativa para el origen
del camote: partiendo desde Arauco, la corriente fría
de Humboldt los llevaría hacia el norte, a lo largo de la
costa chilena. Las mejores condiciones para girar hacia
el oeste se encuentran a unos 26? de Latitud Sur, frente
al puerto de Chañaral, en dirección a las islas de San
Félix y San Ambrosio, para seguir hacia el oeste en di-
rección a Rapa Nui, en la misma latitud. En esa latitud,
en el norte de Chile, pudieron encontrar el camote y
la calabaza, y llevarlos hasta el centro de la Polinesia.
Según informantes de Rapa Nui, pescadores de tiem-
pos históricos utilizaban corrientes de agua fría (la
corriente de Humboldt en su giro hacia el oeste) para
volver desde Salas y Gómez, un pequeño islote con un
rico ambiente para la pesca y la recolección de huevos
de aves marinas, 415 km al noreste de Rapa Nui.
NUEVO MATERIAL BIO-ANTROPOLÓGICO: SITIO LA
CAPILLA, TUNQUÉN
El sitio La Capilla de Tunquén se encuentra en una me-
seta a 290 msnm, 5 km al este de la playa de Tunquén,
a 27 km al sur de Valparaíso.
El rescate, encargado por el Consejo de Monumentos
Nacionales a un grupo de voluntarios, permitió la recu-
peración de 11 tumbas individuales no disturbadas, y
una tumba disturbada.
Un rasgo muy particular del patrón de mortuorio es
que todas las tumbas fueron excavadas en el subsuelo
de granodiorita descompuesta, que caracteriza los ce-
rros de la costa central con su característico grano ama-
rillo (maicillo). La formación del depósito cultural con
un alto componente orgánico de color oscuro hizo muy
evidente la presencia de las fosas, dejando una macha
de color negro sobre la matriz amarilla, según la forma
en que se dispusieron los cuerpos.
Diez de los once cuerpos correspondían a jóvenes o
adultos (7 hombres y tres mujeres), con solamente un
infante dispuesto en posición extendida, con los brazos
a los costados del cuerpo, en decúbito dorsal. Entre los
jóvenes y adultos se observaron dos mujeres y un hom-
bre dispuestos en decúbito lateral con las piernas se-
miflectadas, y los otros siete en posición extendida. De
estos siete, cinco se encontraban en decúbito ventral,
y dos de ellos en decúbito lateral. Los tres individuos
dispuestos de costado con las piernas semiflectadas
tenían las manos unidas sobre la cara, así como cuatro
de los siete cuerpos extendidos. Los otros tres cuerpos
extendidos tenían los brazos junto al torso pero en dis-
tintas posiciones.
El ajuar mortuorio era muy escaso. Solamente cinco de
los once individuos recuperados contaban con alguna
disposición de piedras y/o conchas de locos junto al
cuerpo. Solamente aparecieron pequeños fragmentos
de cerámica utilitaria junto a las rodillas de una mujer
adulta, que pudieron provenir del depósito superior. El
depósito sobre la superficie del cerro tenía 1 m de po-
tencia, y se caracterizaba por la presencia de conchas
del intermareal rocoso en una matriz limo arenosa. El
depósito inferior, asociado a las tumbas, presentaba
cerámica propia de la fase Bato del Período Alfarero
Temprano, y en los niveles superiores se observaron
fragmentos de cerámica del Período Intermedio Tem-
prano (Aconcagua).
El patrón mortuorio resulta característico de la fase
Bato en la costa de Chile central, pero algunos de los
esqueletos presentaban rasgos morfológicos que ca-
racterizan el fenotipo polinésico. En particular, el indi-
viduo 7 presentaba los tres rasgos: cráneo pentagonal
(FIG. 1), rocker jaw (Fig. 2) y fovea capitis de forma
oval (Fig. 3), mientras que otros tres (indivs. 2, 4 y 14)
presentaban la característica mandíbula de base curva
(rocker jaw). Otro de los individuos (indiv. 5) también
mostraba el rasgo polinésico en la cabeza del fémur
(fovea capitis oval).
Figura 1. Tunquen Individuo N”* 7, cráneo pentagonal.
Figura 2. Tunquen Individuo N” 7, rocker jaw.
Figura 3. Tunquen Individuo N” 7, fovea capitis de forma oval.
Observaciones preliminares en algunas colecciones de
material óseo humano de algunos sitios del mismo Pe-
ríodo Alfarero Temprano de la costa central permitie-
ron registrar rasgos polinésicos dispersos en un indivi-
duo del sitio Camino Internacional en Concón (posible
rocker jaw y fovea capitis oval) y un individuo del sitio
Las Brisas de Santo Domingo (fovea capitis oval) en el
depósito del Museo de Historia natural de Valparaíso; y
un individuo del sitio Puyai 8 de Papudo (fovea capitis
oval), en el depósito del Museo de La Ligua.
CONCLUSIONES
El descubrimiento de ADN polinésico en huesos de ga-
llina en un contexto prehispánico en la costa de Arauco
fue la primera “evidencia dura” para la comprobación
de la antigua hipótesis de un contacto transpacífico en
el centro sur de Chile. La presencia de rasgos biológicos
en esqueletos de Isla Mocha y la costa de Valparaíso,
en contextos similares del Período Alfarero Temprano,
permiten postular una presencia más antigua de lo que
se pensaba para algunos exploradores polinesios, rela-
cionada con las tempranas migraciones que los lleva-
ron a colonizar los extremos de su extenso territorio, y
51
Contacto polinesia-mapuche...
que coincide con la llegada del camote desde América
hasta el centro del Pacífico.
El Período Alfarero Temprano en el centro y sur del
territorio chileno se caracteriza por una alta heteroge-
neidad y variabilidad en los patrones culturales, inclu-
yendo variadas formas de disponer los cuerpos y el uso
de modificaciones corporales como tembetá, orejeras
y deformaciones craneanas, para algunos individuos.
La eventual llegada de exploradores transpacíficos, con
un idioma y tipo físico distintos, pudo ser menos trau-
mática de lo que pudiera pensarse.
En este escenario, la presencia de elementos culturales
que parecen ser préstamos en el campo de la cultura
inmaterial, las palabras y los objetos simbólicos, habla
de una estadía prolongada más que de un contacto efí-
mero. Esos visitantes deben haber buscado el entorno
seguro de algunas pequeñas islas como la Mocha por
un tiempo, pero luego su influencia se pudo extender
a una región mucho más amplia. Eventualmente, los
mismos exploradores o algunos de sus descendientes
pudieron seguir navegando hacia el norte hasta tierras
subtropicales y tropicales, siguiendo la corriente de
Humboldt, donde podrían encontrar el camote y la ca-
labaza. Nunca sabremos si intentaban volver a casa O
estaban explorando, pero en tanto no se han encontra-
do evidencias de la presencia polinésica más al norte,
resulta posible plantear la hipótesis de que fueron ellos
quienes tomaron el camote desde el norte de Chile y lo
llevaron a Polinesia.
Hasta la fecha, existe evidencia material de la presencia
polinésica entre la región de Valparaíso y del Bío Bío, en
contextos costeros, pero podría extenderse hasta Chi-
loé por el sur y hasta mucho más al norte.
La actual evidencia parece indicar que los extranjeros
fueron aceptados y permanecieron el tiempo sufi-
ciente para que la cultura receptora adoptara algunos
elementos que reconocemos hasta hoy en la cultura
mapuche, eventualmente reciclados y modificados a lo
largo del tiempo. Tal vez la coexistencia pacífica tuvo
un impacto relativamente bajo en términos biológicos,
probablemente porque los extranjeros eran un peque-
ño número.
En este contexto, resulta interesante plantear algunas
preguntas que permitirían orientar la investigación en
el futuro: ¿Cuántos viajes pudieron llegar efectivamen-
te y a qué lugares? ¿Durante qué margen de tiempo?
¿Cuántos llegaron? ¿Eran sólo exploradores, sin mu-
jeres? ¿Se quedaron para siempre o volvieron a casa,
algunos o todos ellos?
José Miguel Ramírez Aliaga
Si fueron un número pequeño y se quedaron en en-
claves reducidos como la Isla Mocha, probablemente
habrían sido absorbidos rápidamente por la población
local pero, en ese caso, es difícil pensar en un intercam-
bio cultural de la manera en que lo vemos ahora. La
eventual evidencia genética de mestizaje significaría
abrir un escenario radicalmente diferente.
Por el momento, las evidencias ofrecen un mayor sus-
tento a la hipótesis de que al menos algunos de esos
exploradores polinesios se quedaron y que de esa inte-
racción resultaron aportes culturales que fueron absor-
bidos y reciclados por la población local.
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EL MODELO DPSIR EN ZONAS COSTERAS MARINAS DE MÚLTIPLES USOS:
EL CASO DE BAHÍA QUINTERO.
Fernanda Alfonso Aburto? y Luis Figueroa-Fábrega?
Resumen: La multiplicidad de actividades realizadas en Bahía Quintero la han transformado en una zona extraor-
dinariamente vulnerable y contaminada, siendo urgente un manejo costero que asuma las complejidades inhe-
rentes del sistema y mejorar la eficacia de la gestión de los recursos. Para esto el objetivo del presente trabajo fue
aplicar conceptualmente el modelo DPSIR enfocado en identificar las presiones (tanto antrópicas como naturales)
que afectan al ecosistema de la bahía de Quintero, con la finalidad de identificar las variables de estado que deben
ser incluidas en un monitoreo ambiental de la bahía.
Se desarrollaron modelos conceptuales del ecosistema basados en la comprensión científica además de literatura
pertinente que reflejen los componentes críticos de la bahía de Quintero. De éstos, se definieron cuatro amplios
módulos para este estudio, es decir, Forzantes (antrópicas o naturales) - Presiones - Cambio de Estado, e Impacto.
Las presiones de origen antrópico en comparación con las de origen natural, son las que causan la mayor cantidad
de cambios de estado, afectando tanto los parámetros físico-químicos en la columna de agua, como el fondo ma-
rino y el borde costero, que deben ser incluidos en cualquier monitoreo ambiental dentro de la bahía.
Palabras Claves: Manejo ecosistémico, Modelo conceptual, DPSIR, impacto ambiental, Bahía Quintero.
Abstract: The multiplicity of activities carried out in Bahía Quintero has transformed it into an extraordinarily vul-
nerable and contaminated area, with coastal management being urgently required to assume the inherent com-
plexities of the system and to improve the efficiency of resource management. To this end, the objective of the
present work was to conceptually apply the DPSIR model focused on identifying the pressures (both anthropic and
natural) that affect the Quintero Bay ecosystem, in order to identify the state variables that should be included in
a monitoring environmental protection of the bay.
Conceptual models of the ecosystem based on scientific understanding were developed along with pertinent
literature reflecting the critical components of Quintero Bay. Of these, four broad modules were defined for this
study, ¡e Forces (anthropogenic or natural) - Pressures - Change of State, and Impact. The pressures of anthropic
origin in comparison with those of natural origin, are the ones that cause the greatest amount of state changes,
affecting both the physico-chemical parameters in the water column, such as the seabed and the coastal edge,
which must be included in any environmental monitoring within the bay.
Keyword: Ecosystem management, Conceptual model, DPSIR, environmental impact, Bahía Quintero.
1 Estudiante de Biología Marina, Universidad Andrés Bello. Avenida Francisco Bilbao 1841, Block A, Depto. 43, Providencia. F.alfonsoaburto(W
gmail.com
2 Ecólogo Marino, Investigador del Instituto de Fomento Pesquero, Académico de la Universidad de Viña del Mar. Blanco 839, Valparaíso. luis.
figueroa Oifop.cl.
55
Fernanda Alfonso Aburto €: Luis Figueroa-Fábrega
INTRODUCCIÓN
Las zonas costeras son reconocidas como sistemas al-
tamente complejos, debido a su condición de frontera
entre los ecosistemas marinos y terrestres (Baldwin,
et al., 2016). En estas zonas se presentan algunas de
las comunidades naturales más productivas y ricas
en cuanto a biodiversidad del planeta (Lewison, et al.
2016).
Sin embargo, es en estos lugares donde habita el 40%
de la población mundial, (Agardy y Alder, 2005), ha pro-
vocado que estos ecosistemas estén sujetos a una serie
de factores de estrés que amenazan su capacidad de
supervivencia (Adger, 1999), situación que puede agra-
varse si se considera que se espera un aumento tanto
en las poblaciones humanas como en el desarrollo in-
dustrial en estas áreas a lo largo del siglo XXI (Weins-
tein, et al. 2007).
Este escenario ha estimulado la necesidad de com-
prender los componentes del ecosistema marino, su
interacción y su respuesta a diferentes agentes pertur-
badores, así como evaluar y mejorar las herramientas
de gobierno en el manejo costero (Duarte, et al. 2008;
Barbier, 2014; Rudd, 2014). Los desafíos en este sen-
tido, para el manejo adecuado de estos ecosistemas,
necesariamente pasan por definir y comprender la in-
teracción de los procesos ecológicos y sociales, prede-
cir el cambio y administrar el sistema, hacia una mayor
persistencia y resiliencia (Lewison, et al. 2016).
En el último tiempo se ha visto que una herramienta
eficiente para lograr esta integración del conocimiento,
es el uso de modelos conceptuales ecosistémicos, tal
como el modelo Forzante — Presiones - Estado — Impac-
to — Respuesta o DPSIR por sus siglas en inglés, el cual
es un marco que incorpora la perspectiva de sistemas
describiendo las interacciones entre presiones que
afectan a varios estados del ecosistema y las respuestas
que a su vez influyen en las presiones como relaciones
causa-efecto (Bowen y Riley, 2003).
Bajo este modelo, los “forzantes o fuerzas motrices”
son las políticas económicas y sociales de los gobiernos
y los objetivos económicos y sociales de los involucra-
dos en la industria. Las “presiones” son las formas en
que se expresan realmente estos factores, que degra-
dan el “Estado” del medio ambiente. Los “impactos”
sobre la salud humana y los ecosistemas, haciendo que
la sociedad “responda” con diversas medidas políticas,
como por ejemplo las regulaciones de calidad ambien-
tal (Borja, et al. 2015).
Por consiguiente, estos modelos pueden servir para el
56
diseño de un programa de monitoreo, enfocado direc-
tamente en determinar el grado de las presiones a las
que es sometido un ecosistema costero, en especial
aquellos con un fuerte desarrollo industrial.
Una de las principales bahías de la costa central de
Chile es la bahía de Quintero (Fig. 1). En esta bahía se
encuentra un complejo industrial de dimensiones im-
portantes (Parra, et al. 2014), que comparten el terri-
torio con una comunidad de pescadores artesanales
que realizan actividades extractivas de recursos bén-
ticos utilizados principalmente para el consumo local,
además de otras actividades llevadas a cabo en la zona
como, inmobiliaria e infraestructura hotelera, defensa
(presencia de una base de la Fuerza Aérea de Chile),
actividad agrícola de pequeña escala, pesca artesanal,
extracción de recursos hidrobiológicos (Grawe, 2016),
turística (Contreras, et al. 2013). Este uso cada vez ma-
yor y diverso ejecutado por los mismos seres humanos
derivado de sus múltiples actividades ha conducido
cambios en la vida marina, hábitats, y paisaje, y a un
progresivo abandono de la actividad histórica, como
son la pesca artesanal y la agricultura, que se ha visto
fuertemente mermada producto de las instalaciones
industriales (Espinoza, 2015; Valenzuela, 2016).
Buchuncan
Figura 1. Ubicación geográfica de Bahía Quintero, Región de Valparaíso.
En el último tiempo, varios estudios han detectado al-
tos niveles de metales pesados (principalmente cobre
y arsénico) en sedimentos marinos y que se relacio-
nan con las actividades industriales en el recurso de
la zona (Contreras, et al. 2013, Parra, et al. 2015). Esta
situación, así como la constante contaminación de ori-
gen industrial en la bahía, ha causado malestar y des-
confianza entre los habitantes de la bahía (Sandoval,
2013; Valenzuela, 2016), obligando a las autoridades
nacionales a implementar medidas de remediación
ecológica y restauración de la bahía. Para lograr el éxito
de estas medidas, es necesario desarrollar diferentes
iniciativas dirigidas tanto a la protección y restauración
de los ecosistemas marinos como a la gestión ade-
cuada y sostenible de estos ecosistemas (Rutherford,
et al. 2005). Bajo este concepto, se ha contemplado
el desarrollo de “Planes de Recuperación Ambiental”
a nivel nacional, con los actores involucrados en una
serie de territorios priorizados por la Subsecretaría de
Medio Ambiente, siendo uno de ellos los municipios de
Quintero y Puchuncaví, que administrativamente com-
parten la Bahía de Quintero.
Por esta razón, en el presente trabajo se intenta aplicar
conceptualmente el modelo DPSIR enfocado en iden-
tificar las presiones (tanto antrópicas como naturales)
que afectan al ecosistema de la bahía de Quintero, con
la finalidad de identificar las variables de estado que
deben ser incluidas en un monitoreo ambiental de la
bahía.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se desarrollaron modelos conceptuales del ecosiste-
ma basados en la comprensión científica de los com-
ponentes críticos de la bahía de Quintero. De éstos, se
definieron cuatro amplios módulos para este estudio
(es decir, Forzantes - Presiones - Cambio de Estado -
Impacto). A partir del análisis de la información recogi-
da, se identificaron dos tipos de orígenes de las fuerzas
motrices: 1) los causados por orígenes naturales y 2)
los realizados por acciones humanas (antrópicas).
En el caso de los clasificados como de origen natural,
una de las características más relevantes es que difie-
ren entre sí debido a las diferencias en las escalas tem-
poral y espacial a las que actúan. Entre ellos, podemos
mencionar el Cambio Climático, la Oscilación del Sur de
El Niño, los Terremotos y Tsunamis y las Tormentas e
Inflaciones. En el caso de las forzantes de origen antró-
pico, se identificaron diversos conductores, por ejem-
plo, los relacionados con el crecimiento demográfico,
las actividades industriales (minería, generación de
energía, transporte y almacenamiento de sustancias
peligrosas, entre otros), desarrollo portuario, activida-
des pesqueras y turismo.
Para cada una de las forzantes identificadas se determi-
nó la pertinencia de aquellas presiones físicas, quími-
cas, biológicas y factores que interfieren directamente
en el sistema, definidas por el grupo (IMPRESS, 2003)
así como las utilizadas por otros autores (Borja, et al.
2004; Cook, et al. 2014; Nuttle y Fletcher, 2013). Ade-
más, se incluyeron aquellas presiones consideradas in-
herentes del ecosistema costero de la Bahía Quintero,
Diseño de un programa de monitoreo ambiental...
como aquellas presiones naturales que son típicas de la
costa chilena y de la corriente de Humboldt.
Posteriormente, se procedió a clasificarlas en cinco
grupos afines según la zona donde se ejerce la presión:
1) Columna de agua marina, 2) cuerpos de agua dulce,
3) Fondos marinos (incluye intermareal y submareal),
4) suelos (terrestres y de cuerpos de agua dulce) y 5)
comunidades marinas (fondos blandos, duros y colum-
na de agua). Finalmente, mediante un ranking de repe-
titividad se determinarán las presiones relevantes.
RESULTADOS
En este trabajo, identificamos 62 presiones dentro de
Bahía Quintero. De estas 17 presiones están relacio-
nadas con el forzamiento de origen natural (Tabla 1),
siendo recurrentes las contribuciones de los materiales
terrígenos (n = 14), la destrucción de la costa (n = 11) y
los cambios en el nivel del mar (n = 8). Por otro lado,
45 presiones se asociaron con origen antropogénico,
siendo las más recurrentes la recogida de materiales
peligrosos (n = 9) y el transporte de sustancias peligro-
sas (n = 5) (Tabla 2).
Presiones de origen natural
. Alteración de la profundidad mínima de oxígeno.
. Alteración de patrones de TSM.
. Aportes de materiales terrigenos.
. Aumento/disminución de caudales de agua dulce.
. Aumento/disminución de precipitaciones.
. Aumento/disminución de procesos de surgencia.
. Cambios del régimen de corrientes
. Cambios distribución geográfica de especies marinas.
. Cambios en el nivel del mar.
. Cambios en las cadenas tróficas.
, Destrucción del borde costero,
. Efectos en desarrollo larval de recursos.
. Incremento de tormentas y marejadas.
. Incremento en procesos de erosión y acresión.
. Pérdida de la estructura comunitaria.
. Pérdida del borde costero.
Total general
Tabla 1. Presiones identificadas preliminarmente en base a las forzan-
tes de origen natural.
Fernanda Alfonso Aburto €: Luis Figueroa-Fábrega
Presiones de origen antrópico. no
1. Acopio de materiales peligrosos. ¿UN
2. Actividades de pesca recreativa.
3. Actividades náuticas de verano.
4. Anclajes esporádicos.
5. Anclajes permanentes.
6. Aumento de tráfico marítimo. ca
7. Cambio de uso de suelo.
8. Demanda agua domiciliaria.
9. Demanda de agua industrial.
10. Demanda de combustibles de origen fósil
11. Demanda de recursos energéticos industriales. —
12. Derrame de carbón. cal
13. Dragados y remoción de fondo.
14. Emisión de aguas residuales.
15. Emisión de gases.
16. Emisión de hidrocarburos.
18. Emisión de residuos biológicos.
19. Emisión de Riles.
20. Emisiones agrícolas (Nitratos).
21. Emisiones de aguas residuales domiciliarias no tratadas.
23. Emisiones de gases.
relacionan con cambios en la abundancia y distribución
de los recursos marinos (n = 28) y cambios fisicoquími-
cos de la columna de agua.
Cambios de estado de variables ambientales Número de
presiones
relacionadas
Origen Antrópico 88
Alteración física y química cuerpos de agua dulce,
Cambios de abundancia y distribución de recursos. ==
Cambios físicos del fondo marino.
Cambios fisicoquímicos en la columna de agua.
Cambios físicos columna de agua.
Cambios morfológicos. 10
Cambios químicos de columna de agua.
Cambios químicos de suelos. E
Cambios químicos del suelo,
Cambios químicos fondos marinos.
Contaminación atmosférica.
Interacción negativa con mamiferos y aves marinas.
Peligro contaminación química. EE]
Origen Natural
Alteración física y química cuerpos de agua dulce.
Cambios de abundancia y distribución de recursos.
Cambios físicos del fondo marino.
Cambios físico químicos en la columna de agua.
Cambios físicos del suelo.
Cambios morfológicos.
24. Emisiones de gases y material particulado.
25. Emisiones de material particulado.
26. Emisiones de RlLes
27. Emisiones de RlLes.
28. Explotación de algas.
29. Extracción de mariscos en la zona costera. —
Tabla 2. Presiones identificadas preliminarmente en base a las forzan-
tes de origen antrópico.
La Tabla 3 muestra los efectos que las presiones tuvie-
ron sobre los atributos del ecosistema, dependiendo
de su origen. A partir de esto, se puede deducir que
las presiones de origen antrópico son las que causan la
mayor cantidad de cambios de estado en comparación
con los de origen natural (n = 13 de origen antropogé-
nico y n = 6 de origen natural). Además, se observa que
las presiones de origen antrópico se relacionan princi-
palmente con cambios en los parámetros físico-quí-
micos en la columna de agua (n = 25) (temperatura,
salinidad, densidad, presencia de sustancias químicas,
etc.) fondo marino (n = 11) y cambios morfológicos en
el borde costero (n = 10). En cuanto a las naturales, se
Total presiones
Tabla 3. Cambios de estado de variables ambientales en función del
origen de la forzante y el número de presiones relacionados.
DISCUSIÓN
Estos resultados obtenidos concuerdan con los obteni-
dos por otros autores en ecosistemas marinos y coste-
ros. Por ejemplo, Altman, et al. (2011) en el ecosiste-
ma de Golfo de Maine determina que las actividades
antrópicas son los principales impulsores del cambio
ecosistémico, identificando y describiendo un total
de 21 forzantes de origen antrópico, de los cuales el
desarrollo costero en cuencas hidrográficas, la pesca,
la conservación de áreas marinas protegidas, el cam-
bio climático y la contaminación son los conductores
directos más recurrentes en la zona. Algo similar ob-
serva Borja, et al. (2004) en la costa del País Vasco, en
España, donde la alteración morfológica y los vertidos
de contaminante derivados de actividades antrópicas
son las presiones de mayor relevancia en dichos eco-
sistemas.
Sin embargo, independientemente del origen de las
Forzantes, los cambios físicos y químicos en la columna
de agua fueron sin duda el principal atributo del ecosis-
tema que es susceptible de ser afectado por un evento
perturbador. Por esta razón, para correlacionar esta
presión con el efecto sobre los servicios ecosistémicos
identificados en un estudio previo en la bahía (Carcamo
y Sfeir, 2016), se refuerza aún más la idea de la impor-
tancia de esta variable de estado en el ecosistema de
Bahía Quintero.
Por lo tanto, y sobre la base de la información analizada
en este estudio, la implementación de cualquier moni-
toreo ambiental dentro de la bahía, debería considerar
el monitoreo tanto de las características físicas y quími-
cas de la columna de agua, seguido de la calidad de los
sedimentos marinos y finalmente de la morfología de
la zona costera.
El seguimiento de las variables ambientales, orientadas
a las presiones a las que el ecosistema es sometido, ha
sido una sugerencia recurrente a nivel mundial (Song y
Frostell, 2012) y que puede ser crucial para mejorar la
comprensión y gestión de los ecosistemas marinos. Por
otro lado, el uso del modelo DPSER ayudó a identificar
las múltiples presiones que tiene el ecosistema de la
Bahía Quintero, tanto de origen natural como antró-
pico. Por consiguiente, el modelo ayuda a abordar la
necesidad de conocimiento científico necesario para
apoyar la implementación de políticas locales, evaluar
diferentes escenarios de actividades costeras, apoyar
las decisiones de manejo y promover la sostenibilidad
de los recursos costeros (Campuzano, et al. 2013).
Sin embargo, creemos que la participación de los usua-
rios finales del modelo o herramienta de gestión, que
en este caso son las variables del estado, es de gran
importancia para lograr su aceptación y garantizar la
demanda y utilidad del programa de monitoreo. Esto
está en consonancia con lo que han sugerido varios
investigadores de todo el mundo para formular políti-
cas y herramientas de toma de decisiones (Tscherning,
et al. 2012), lo cual ayuda a evitar la dependencia de
las causalidades únicas unidireccionales y que ha sido
fuertemente criticadas cuando se aplica el DPSER en
ecosistemas intervenidos (Niemeijer y Groot, 2008).
Por ello, el siguiente paso es la valorización de las dife-
rentes presiones del ecosistema por parte de los usua-
rios y tomadores de decisiones, de tal manera que se
logre una mayor comprensión de la sociedad en la ges-
tión sostenible de la bahía y se logre la compatibilidad
de las diferentes actividades que se reúnen en ella.
29
Diseño de un programa de monitoreo ambiental...
CONCLUSIONES
La aplicación del modelo conceptual DPSIR permitió
identificar las múltiples presiones que tiene el eco-
sistema de la Bahía Quintero, tanto de origen natural
como antrópico, siendo estas últimas las que provocan
una mayor cantidad de cambios de estado, las cuales
se relacionan principalmente con cambios en los pará-
metros físico-químicos en la columna de agua, seguido
por cambios en el fondo marino y en el borde costero.
De esta forma, las variables de estados que deben ser
incluidas en la implementación de cualquier monitoreo
ambiental dentro de la bahía son las características fí-
sicas y químicas de la columna de agua como de los
sedimentos marinos, y morfología de la zona costera.
AGRADECIMIENTOS
Se agradece el aporte realizado por la alumna Nicol Zu-
ñiga Cueto, de la Universidad Andrés Bello. Resultados
parciales de este trabajo han sido presentados en el
Congreso de Ciencias del Mar de mayo del 2017.
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xiso | Natural de Valparaiso
EVOLUCIÓN DE PARÁMETROS POBLACIONALES Y ESTADO POBLACIONAL DE LAS ALGAS
PARDAS DEL GÉNERO LESSONIA (LAMINARIALES, PHAEOPHYCEAE) EN ÁREAS DE MANEJO
Y EXPLOTACIÓN DE RECURSOS BENTÓNICOS DEL NORTE DE CHILE.
Luis Figueroa-Fábrega”, Tiare Padilla”,
María José Herrera?, Luis Ariz*, Rodrigo Silva Haun?.
Resumen: Un mecanismo para salvaguardar los recursos bentónicos es el sistema de “Áreas de Manejo y Explota-
ción de Recursos Bentónicos” (AMERBs), el cual asume que los éxitos o fracasos del manejo dependen del cuidado
que los usuarios tengan del área y sus recursos. En los últimos años se ha visto un incremento en el interés de
extraer algas pardas desde estos lugares, principalmente del género Lessonia, las cuales son reconocidas a nivel
mundial por ser estructuradoras de los ecosistemas costeros. En este sentido se evaluó la densidad promedio y
el promedio del disco basal, para determinar el estado poblacional de las especies de algas pardas del género
Lessonia que se extraen en AMERBS del Norte de Chile.
Los resultados muestran que en aquellas regiones con mayor historia de extracción en AMERBs, como Atacama y
Coquimbo, se logra un remplazo poblacional efectivo del recurso lo que asegura su sustentabilidad al interior de
las AMERBs. Esto no es observado en Tarapacá, lo que es un síntoma de la falta de buenas prácticas extractivas del
recurso algal en AMERBs. Se propone el análisis integrado de las tendencias de ambas variables, como herramien-
ta válida para determinar el estado de situación de las algas en AMERBs.
Palabras claves: Lessonia, AMERBs, parámetros poblacionales, situación poblacional.
Abstract: One mechanism to safeguard benthic resources is the “Areas of Management and Exploitation of Ben-
thic Resources” (AMERBs), system which assumes that management successes or failures depend on the care
users have of the area and its resources. In recent years there has been an increase in the interest of extracting
brown algae from these sites, mainly the genus Lessonia, which are recognized worldwide for being structuring
coastal ecosystems. In this sense, the average density and the mean of the basal disk were evaluated, in order to
determine the population status of the species of brown algae of the genus Lessonia that are extracted in AMERBS
of the north of Chile.
The results show that in those regions with the highest extraction history in AMERBs, such as Atacama and Co-
quimbo, an effective population replacement of the resource is achieved, which ensures ¡ts sustainability within
the AMERBs. This is not observed in Tarapacá, which is a symptom of the lack of extractive good practices of the
algal resource in AMERBs. The integrated analysis of the trends of both variables is proposed as a valid tool to
determine the status of algae in AMERBs.
Keyword: Lessonia, AMERBs, population situation, population parameters.
1 Ecólogo Marino, Investigador del Instituto de Fomento Pesquero, Académico de la Universidad de Viña del Mar. Blanco 839, Valparaíso. luis.
figueroa Oifop.cl.
2 Estudiante de Biología Marina, Universidad de Valparaíso. Avenida Borgoño 16344, Viña del Mar.
3 Ingeniera Química Ambiental, Ministerio de Medioambiente, Departamento de Información Ambiental. San Martin 73, Santiago.
4 Ingeniero Pesquero, Instituto de Fomento Pesquero. Blanco 839, Valparaíso.
5 Ingeniero en Medioambiente y Recursos Naturales. Magister en Gestión Ambiental. Jefe de Carrera de Ingeniera en Medioambiente y Recursos
Naturales de la Universidad de Viña del Mar. Agua Santa s/n. Viña del Mar.
61
L. Figueroa-Fábrega, T. Padilla, M. Herrera, L. Ariz, R. Silva Haun
INTRODUCCIÓN
Los Bosques y praderas de algas pardas, son sistemas
altamente productivos (Kain y Jones, 1971, Sjgtun, et
al. 1995) que desempeñan importantes funciones eco-
lógicas en los ecosistemas marinos costeros (Makino,
et al. 2009, Mansilla y Alveal, 2010). Sin embargo, en
distintas partes del mundo se ha registrado un aumen-
to en la degradación de estas poblaciones, lo cual ha
sido provocado principalmente por la sobreexplota-
ción, tanto de las mismas algas como de otras especies
asociadas a ellas (Reed y Lewis, 1994, Jackson, et al.
2001, Steneck, et al. 2002, Wernberg y Goldberg, 2008,
Wernberg, 2009).
Dentro de este grupo, se encuentran las del género
Lessonia (Laminariales, Phaeophyceae), las cuales in-
cluyen un conjunto de especies distribuidas en las cos-
tas de Sudamérica, Nueva Zelanda, Tasmania y algunas
Islas cercanas al continente Antártico (Cho, et al. 2006).
En las costas de nuestro país, se ha descrito la presencia
de tres especies pertenecientes a dicho género, estas
son: Lessonia trabeculata, Lessonia beteroana y Lesso-
nia spicata. Sus diferencias además de morfológicas, se
basan en los rangos de distribución tanto batial como
geográfica. Por ejemplo, Lessonia trabeculata (Villou-
ta y Santelices, 1986) (Phaeophyceae, Laminariales) se
caracteriza por alcanzar longitudes que superan los 2
m de largo (Camus y Ojeda, 1992, Tala, et al. 2004), y
se distribuye en Chile entre los 18%S y los 40%S (Avila,
et al. 2010), habitando de preferencia el submareal ro-
coso entre los 2 y los 30 m de profundidad (Vásquez
y Buschmann, 1997, Vega, et al. 2005). Por otro lado
Lessonia berteroana y Lessonia spicata, se encuentran
en el intermareal inferior, hasta los 3 metros de profun-
didad (González, et al. 2014). Ambas especies solían ser
identificadas como Lessonia nigrescens, pero estudios
recientes han demostrado que existen diferencias ge-
néticas y moleculares, separándose la antigua especie
geográficamente en dos, con L. berteroana desde los
305 al norte y L. spicata desde los 30*S al sur (Monte-
cinos, et al. 2012, Tellier, et al. 2009).
Independiente de los aspectos sistemáticos, las tres es-
pecies del género han sido reconocidas como especies
estructuradoras de hábitat en el submareal rocoso (An-
gel y Ojeda, 2001; Ortiz, 2010; Vasquez, 1992) ya que
forman intrincados laberintos que dan origen a densas
y tupidas praderas submarinas (Graham, et al. 2007;
Núñez y Vásquez, 1987; Villegas, et al. 2008), propor-
cionando refugio, alimento y hábitat para una gran di-
versidad de invertebrados, peces, y otras algas marinas
(Mann y Chapman, 1975; Bernstein y Mann, 1982; Vas-
quez,1992; Vega, et al. 2005; Mansilla y Alveal, 2010).
62
Ante esto, se ha sugerido a nivel internacional la adop-
ción de una serie de acciones y mecanismos que apun-
tan a mejorar la gestión de los ecosistemas costeros y
sus recursos (Garcia y Grainger, 2005; Hilborn, et al.
2005; Pauly, et al. 2002) de tal manera de no poner en
riesgo la sustentabilidad de ecosistemas tan importan-
tes para la productividad de los sistemas marinos.
En Chile, uno de los principales mecanismos para sal-
vaguardar los recursos bentónicos de interés comercial
a lo largo de la costa, ha sido el sistema “Áreas de Ma-
nejo y Explotación de Recursos Bentónicos” (AMERBS).
Este sistema ha sido considerado una forma de asigna-
ción de derechos de uso territorial (San Martín, et al.
2010; Stotz, 1997), cuyo sustento radica en la entrega
de la administración de los recursos a la comunidad de
pescadores, bajo el supuesto que el éxito o fracaso de
dicha gobernanza dependerá del cuidado del área y del
recurso por parte de los usuarios, previniendo de esta
manera la sobreexplotación (Gallardo, et al. 2011, Hil-
born, et al. 2005, Orensanz, et al. 1998).
Sin bien es cierto, el sistema fue diseñado para la pes-
quería del gastrópodo Concholepas concholepas (Bru-
guiére, 1789), con el correr del tiempo se han incluido
otras especies a la medida de manejo (Gelcich, et al.
2005, 2010; González, et al. 2006), entre las que es-
tán las especies del género Lessonia. De hecho, estas
especies han sufrido una fuerte presión de extracción
(ver Fig.1), debido principalmente a un aumento en el
precio del recurso, tanto para la obtención de algina-
tos, como para fuente de alimentación para especies
cultivadas como Erizos y Abalones (Tala y Edding, 2007;
Vasquez, et al. 2008).
Ante esta situación, se hace necesario identificar indi-
cadores que nos permitan determina el estado de si-
tuación de las poblaciones bajo cierto grado de presión
de extracción, para lo cual la búsqueda de patrones en
los descriptores poblacionales actuales es de suma im-
portancia para tomar medidas que ayuden a proteger
el recurso y su sustentabilidad.
Por consiguiente, el presente trabajo evalúo la efectivi-
dad del uso de la densidad promedio y el promedio del
disco basal, como indicadores del estado poblacional
de las especies de algas pardas del género Lessonia,
intentando entregar algunas explicaciones que ayuden
a proponer medidas de resguardo ante determinadas
situaciones observadas.
MATERIALES Y MÉTODOS
La información, tanto de la densidad poblacional, como
del diámetro del disco basal, de las especies del géne-
ro Lessonia (ie. Lessonia trabeculata, L. berteroana
y L. spicata), se determinó a partir del análisis de los
reportes técnicos contenidos en los Informes Técnicos
de la Subsecretaria de Pesca y Acuicultura para cada
AMERBS entre los años 2012 — agosto 2016.
Las AMERBS analizadas fueron aquellas que reporta-
ron información de las algas pardas en sus informes de
seguimiento, y que se encuentran localizadas entre la
Región de Arica y Parinacota a la Región de Coquimbo,
zona donde se concentra la extracción histórica del re-
curso en AMERBS (ver Fig 1).
El análisis regional fue realizado separando la especie L.
trabeculata del complejo Huiro negro, este último con-
formado por las especies Lessonia berteroana y L. spi-
cata. Esto se debe a que ambas especies habitan am-
bientes completamente diferentes en la escala batial.
Posteriormente, se procedió a organizar la información
tanto de la densidad poblacional (ind/m2), como del
diámetro del disco basal (cm) de todas aquellas áreas
de manejo que evaluaron y reportaron dicha informa-
ción en el citado periodo de tiempo, considerando dos
escalas espaciales: una regional y otra nacional.
El análisis a nivel regional consideró la información de
los informes técnicos emitidos entre 2012 y agosto del
Evolución de parámetros poblacionales...
2016, para lo cual se confeccionó una serie de repre-
sentaciones gráficas de ambas variables por año y re-
gión.
Para determinar si existen diferencias significativas en-
tre los distintos años en las variables mencionadas, se
realizaron análisis de varianzas (ANDEVA), con niveles
de confianza superiores al 95% (Sokal y Rolfh, 1995).
Cuando los datos, a pesar de ser transformados, no
cumplieron con los supuestos de normalidad y homo-
geneidad de la varianza, se procedió a evaluar las dife-
rencias entre grupos mediante el test no paramétrico
de Kruskal Wallis KW (Sokal y Rolfh, 1995).
Luego, y con la finalidad de determinar cuántos grupos
significativamente difieren entre sí, se realizó el test a
posteriori de Bonferroni, procedimiento de compara-
ción múltiple para determinar las medias que son signi-
ficativamente diferentes unas de otras cuando se tiene
un número de datos dispares (Sokal y Rolfh, 1995).
Finalmente, en base a las tendencias observadas, se
procedió a realizar un cuadro explicativo de la situación
general que puede estar representando dichas tenden-
cias, y su posible explicación, la cual es presentada en
el presente trabajo como una posible hipótesis de tra-
bajo para investigaciones futuras.
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
3 5 4 15 24 40 28
50
Figura 1. Áreas de Manejo y de Explotación de Recursos Bentónicos distribuidos entre Arica y Valparaíso, que incluyeron en sus Estudios de Situa-
ción Base (ESBA) o en los Estudios de Seguimiento el recurso Huiro Negro entre los años 2004 y 2016.
L. Figueroa-Fábrega, T. Padilla, M. Herrera, L. Ariz, R. Silva Haun
RESULTADOS
a. Análisis a nivel regional del complejo Huiro Negro
(L. berteroana y L. spicata)
Del análisis para el complejo Huiro Negro se determinó
que no existen AMERBS con algas pardas como especie
principal, en los seguimientos de la región de Arica y
Parinacota iniciándose el reporte de estas especies a
partir de la localidad de Pisagua, en la Región de Tara-
pacá. Mientras que en la región de Antofagasta el re-
gistro histórico es muy acotado como para realizar un
análisis de tendencias.
Para el caso de la Región de Tarapacá se constató (Fig.
2A) que no existen diferencias estadísticamente signi-
ficativas entre los distintos años analizados, pero las
tendencias nos muestran que al aumentar el tamaño
del disco disminuye la densidad del recurso y viceversa.
En cuanto a la Región de Atacama, se determinó que
existen diferencias estadísticamente significativas tan-
to en la densidad (F=3,42; P=0,0473), como en el diá-
metro del disco (Kw=5,21; P=0,012), entre los distintos
años analizados (Fig. 2B). En el caso de la densidad, el
aumento detectado en el año 2016 fue estadísticamen-
te diferente al observado en años anteriores. Este au-
mento de la densidad en el 2016, es coincidente con la
disminución en el promedio del tamaño del disco entre
los distintos años, con dos grupos diferentes: uno con-
Densidad: KW=2,15; P-0,54
Diámetro disco: KW-=0,14; P-0,98
Densidad (ind/m2)
Diámetro del disco (cm)
Densidad: F=1,71; P=0,16
Diámetro disco: Kw= 7,90; P=0,04
8
Densidad (ind/m2)
5
e
==]
Diámtero del disco (cm)
formado con las densidades registradas en los años
2013 y 2014 y otro para el 2015 y 2016.
En cuanto a la Región de Coquimbo, el análisis deter-
minó que existieron diferencias estadísticamente signi-
ficativas tanto en la densidad (F=1,71; P=0,016), como
en el diámetro del disco (Kw=7,90; P=0,04) (Fig. 2C),
entre los distintos años analizados.
La baja densidad registrada en el 2013 contrasta con las
densidades de los años posteriores, pero la presencia
de diferencias significativas responde al fuerte aumen-
to en el promedio del diámetro del disco en el 2015.
Al igual que en la Región de Atacama, al aumentar la
densidad, disminuye el tamaño del disco, lo que debe
ser el resultado del ingreso de nuevos individuos a la
población.
b) Análisis a nivel regional de la especie Lessonia tra-
beculata
El número de AMERBs que incluyeron en sus estudios
al recurso L. trabeculata como especie principal dentro
de sus informes de Seguimiento aumento fuertemente
en los últimos 6 años (Fig. 3), siendo las regiones de
Atacama y Coquimbo donde más años se ha incluido
estas especies en los registros. Por otra parte, y al igual
que en el complejo de especies Huiro Negro, no se re-
gistraron AMERBS que incluyesen algas pardas en sus
seguimientos tanto en la región de Arica y Parinacota, y
en menor escala en la de Antofagasta.
Densidad: F=3,42; P=0,0473
Diámetro disco: F=5,21; P-0,012
E
Ñ =
E E
El =
he a
= =
H
E =
E E
á E]
a
Línea de tendencia densidad.
Línea de tendencia diámetro
== Densidad (ind/m2)
—— Diamétro Promedio Disco[cm)
Figura 2. Densidad Promedio (Barras Negras) y el Diámetro de Promedio del Disco Basal (líneas con puntos negros) y sus respectivas desviaciones
estándares entre los años 2013, 2014, 2015 y 2016 reportados en AMERBS en las regiones de (A) Tarapacá, (B) Atacama y (C) Coquimbo para el
complejo de especies Huiro Negro (Lessonia berteroana y L. spicata). Las líneas punteadas representan la tendencia a nivel interanual. Los asteris-
cos y cruces indican grupos distintos estadísticamente por medio del análisis a posteriori de Bonferroni).
64
Evolución de parámetros poblacionales...
ción Base (ESBA) o en los Estudios de Seguimiento el recurso Lessonia trabeculata, entre los años 2004 y 2016.
En relación a los patrones tanto de la densidad prome-
dio, como del diámetro del disco basal, se pudo obser-
var que existen diferencias estadísticamente significa-
tivas entre los distintos años analizados solo para esta
última variable, con una clara tendencia a disminuir y
con la presencia de tres grupos de años diferenciados
estadísticamente entre sí. Por otra parte, para el caso
de la densidad se puede apreciar que, si bien no existen
diferencias estadísticamente significativas, la tendencia
general es a disminuir su densidad.
Para el caso de la Región de Atacama (Fig. 4B), se ob-
servó que no existen diferencias significativas tanto en
la densidad (F=1,10; P=0,5571), como en el diámetro
del disco (Kw=2,07; P=0,5571), entre los distintos años
Diámetro disco: F=6,69; P=0,001
mm
e
Sa
Densiclad [inc/m2)
Diámetro del disco (cm)
Densidad: F=2,77; P-0,05
Diámetro disco: kw=3,17; 0,36
s
Densidadlindfm2)
mn
e
=
Densidad: kw=2,17; P=0,5360
Diámetro del disco (cm)
Densidad [inc/m2)]
analizados. A pesar de esto, en ambos casos la tenden-
cia es a incrementarse con el paso de los años, aunque
para el diámetro del disco este incremento es menos
abrupto.
En la Figura 4C, se detectó que la densidad promedio
regional tiene una leve tendencia a disminuir entre el
2013 y el 2016, aunque no hay diferencias significati-
vas, lo cual también se observó en el diámetro del dis-
co. Esto llama poderosamente la atención si considera-
mos que esta región es una de las zonas donde mayor
extracción se reporta para la especie, tanto dentro
como fuera de las AMERBs.
Diámetro disco: kw=2,07; P-0,5571
Densidad: F=1,10; P=0,3639
Diámetro del disco (cm)
Línea de tendencia densidad.
Línea de tendencia diámetro
del disco.
== Densidad (ind/m2)
—s— Diamétro Promedio Disco(em)
Figura 4. Densidad Promedio (Barras Negras) y el Diámetro de Promedio del Disco Basal (líneas con puntos negros) y sus respectivas desviaciones
estándares entre los años 2013, 2014, 2015 y 2016 reportados en AMERBS en las regiones de (A) Tarapacá, (B) Atacama y (C) Coquimbo para la
especie Lessonia trabeculata). Las líneas punteadas representan la tendencia a nivel interanual. Los asteriscos y cruces indican grupos distintos
estadísticamente por medio del análisis a posteriori de Bonferroni).
65
L. Figueroa-Fábrega, T. Padilla, M. Herrera, L. Ariz, R. Silva Haun
C. Análisis a escala nacional y supuestos asociados a
las tendencias observadas
En la Tabla 1 se resumió las posibles asociaciones ob-
servadas entre cada variable analizada, el estado de si-
tuación que se puede inferir, su respectiva explicación
y una predicción del estado poblacional, asociados a
factores biológicos para las especies analizadas.
Densidad
(Ind/m?)
Predicción
Diámetro | Situación
Explicación
Basal del asociada
Disco
(cm)
- | Aumento Bosque o pradera
poblacional individuos
predominancia
y con
adultos con posible
individuos
coalescencia, con
adultos renovación efectiva
Aumento
Bosque o pradera
Población
estable
largo plazo.
poblacional y
con renovación
aumento , a
AR poblacional
individuos ]
; ' incrementada
. juveniles
Tendencia
Disminución Bosque o pradera
de
posible
Población
en
poblacional
predominancia
de
adultos
con perdida
individuos,
, declive
a : . [en el largo
individuos | coalescencia, sin
plazo.
renovación efectiva
Disminución >
Bosque o pradera | Población
de
sin
Poblacional y
con perdida en declive
aumento Poleo:
individuos
en el corto y
largo plazo.
individuos ; É
renovación efectiva
juveniles
Tabla 1. Tendencias teóricas esperables para la densidad (ind/m2) y
diámetro del disco (cm), sus posibles explicaciones asociadas según las
características biológicas y ecológicas de las especies y la predicción
relacionada a la población.
Mientras que en la Tabla 2 se mencionó las tendencias
a nivel regional para ambas variables y el estado de si-
tuación asociado descrito en la Tabla 1, determinándo-
se un patrón regional para cada especie y año.
Región de | Complejo Huiro Negro Lessonia trabeculata
Densidad Diámetro Basal | Situación Densidad | Diámetro Basal | Situación
del Disco del Disco
| | a]
201 14
+ B
Cc
Cc
2014-2015 | - hi
2015-2016 | - +
Región de
Complejo Huiro Negro Lessonia trabeculata
Densidad Diámetro Basal | Situación Densidad | Diámetro Basal | Situación
PO to O ao
E MA
+
Atacama
(nda)
2014-2015 |+ Ñ B + + A
2015-2016 | + A + A
+
| Región — de | Complejo Huiro Negro - ' Lessonía trabeculata. ==
Densidad Diámetro Basal | Situación Densidad | Diámetro Basal | Situación
del Disco del Disco
MA [CIA AAA GA
2013 -2014 + AoC
+ lc
E TD
2014-2015 |-
Tabla 2. Resumen de las tendencias observadas en la densidad (ind/
Coquimbo
B
Cc
B
+
2015-2016 | + -
66
m2) y diámetro del disco (cm) para las especies del género Lessonia
entre el 2013 y el 2016 entre las regiones de Tarapacá, Atacama y Co-
quimbo y el estado de situación planteado en relación a la tabla 1
Finalmente podemos proponer un patrón general a ni-
vel nacional (Fig. 5) para el estado del género Lessonia
entre el 2012 y 2016 donde se observó dos etapas: la
primera con un aumento de la densidad y una dismi-
nución del diámetro basal del disco, lo que en base a
nuestros criterios responde a la existencia de bosques
o praderas con renovación poblacional incrementada
entre el 2012 — 2014 y una disminución de la densidad
poblacional, pero con un aumento en el diámetro del
disco, lo que reflejaría una perdida de individuos, la po-
sible coalescencia y perdida de renovación poblacional
efectiva.
»
a
s
m
Ss
AS
ES
pe
2
3
Densidad (individuos/m?)
Diametro basal del disco ( cm)
8
2013 2014
»maDensidad emmDiámetro basal del disco
Figura 5. Patrón general para la densidad promedio (ind/m2) y el Diá-
metro basal del Disco (cm) para el Género Lessonia a nivel nacional
entre los años 2013 y 2016, reportadas en AMERBS entre las regiones
de Tarapacá y Coquimbo.
DISCUSIÓN
Los resultados muestran el incremento del interés por
incluir las especies del género Lessonia dentro de las
especies principales a ser sujeto de extracción en las
AMERBs del norte de Chile en los últimos 5 años. En
cuanto a los patrones observados en la densidad y diá-
metro del disco en estas algas pardas, se apreció que el
análisis de ambas variables es importante para conocer
el estado poblacional de las distintas especies del géne-
ro Lessonia, y pueden ser consideradas como un buen
indicador para evaluar el grado de sustentabilidad de la
extracción del recurso, tal como ha sido sugerido ante-
riormente por Vega, et al. (2014).
Sin embargo, es necesario tener en cuenta cuales son
las posibles interacciones entre las distintas variables
en evaluación, así como las causas que pueden estar
originando este tipo de patrones y tendencias. De
hecho, si se quiere que estos patrones se comporten
como indicadores del estado situacional de las pobla-
ciones sometidas en este caso a una perturbación, es
necesario que reflejen, de manera simple, los distintos
procesos biológicos y/o extractivos que estén ocurrien-
do en la naturaleza (Ehler, 2003). Por ejemplo, en una
pradera libre de perturbaciones, es de esperar que se
aprecien fenómenos biológicos equilibrados, que den
cuenta tanto del crecimiento de la población (eg. au-
mento de la densidad por ingreso de reclutas (Vega, et
al. 2014)), como del crecimiento natural de los indivi-
duos y sus procesos asociados (eg. Crecimiento indivi-
dual y/o coalescencia o fusión entre individuos (Gonzá-
lez, et al. 2014)). Por consiguiente, este patrón debiese
representar la sustentabilidad de la pradera en el me-
diano y largo plazo, debido al reemplazo que se origina
en aquellos lugares o espacios que han quedado libres
por la mortalidad natural (Vásquez, et al. 2012).
Por otra parte, en una pradera sometida a buenas prác-
ticas de manejo, o sometida a extracción regulada, es
esperable que el ingreso de reclutas sea de tal mag-
nitud que asegure la abundancia poblacional, a pesar
de que exista una disminución en el tamaño promedio
del disco basal, lo cual reflejaría el repoblamiento o re-
emplazo efectivo de la pradera, de tal manera que la
disponibilidad de sustratos después de la cosecha fa-
vorece el reclutamiento de la especie, permitiendo su
sustentabilidad en el tiempo (Vásquez et al. 2012, Vega
et al. 2014).
Ambos casos son observados en los patrones anuales
registrados en las regiones de Atacama y Coquimbo,
existiendo un aumento en la densidad para ambas es-
pecies, lo que refleja el éxito reproductivo en ambas
regiones. A pesar de esto, existen diferencias en los
patrones asociados al diámetro basal del disco, lo que
manifiesta la existencia de fenómenos de coalescencia
(ie. fusión de organismos) y perdida de individuos de
mayor tamaño, sin afectar el remplazo poblacional.
Por consiguiente en ambas regiones, existiría renova-
ción de la pradera sometida a extracción, reflejando la
efectividad de las AMERB para asegurar la sustentabi-
lidad del recurso, tal como ha sido observado en otro
tipo de estudios, donde se ha registrado que los patro-
nes poblacionales tienen comportamientos similares
en áreas sometidas al régimen de AMERBS y en Áreas
Marinas Protegidas (AMPs) (Vega, et al. 2014), lo que
estaría asociado a la efectividad en el manejo dentro
de las AMERBs (Gelcich, et al. 2009).
Diametralmente distinta es la situación observada en
los patrones de ambas variables en la Región de Ta-
rapacá. En este caso, el estado de situación en ambas
especies ha sido definida como de tipo C y D, lo que se
asocia a una clara disminución de la densidad poblacio-
nal. Esto refleja que, dentro de las AMERBs, no existe
una renovación poblacional optima, lo que pone en
riesgo la sustentabilidad del recurso. Ahora bien, hay
diferencias entre las especies estudiadas en relación al
67
Evolución de parámetros poblacionales...
diámetro del disco para esta zona. Por ejemplo, para el
caso del Complejo Huiro Negro, el diámetro del disco
aumenta en los periodos 2014 -2015 y 2015 — 2016,
lo que indica la existencia de procesos de coalescencia
incrementada. En este sentido se ha esgrimido que la
existencia de este fenómeno aumentan el tamaño del
disco, formando individuos de tamaño cosechable (>
20 cm de diámetro) (González, et al. 2014), pero que
carecen de estructuras reproductivas (ie. falta de ma-
durez), no contribuyendo al reemplazo de la población
(Rodríguez, et al. 2014), poniendo en riesgo la renova-
ción de la especie (Vega, et al. 2014).
Por otro lado, para el caso de Lessonia trabeculata en
la Región de Tarapacá, los patrones en ambas variables
tienden a disminuir. Esto tiene distintas implicancias ya
que estaríamos en presencia de una falla en el reem-
plazo de la población, explicada por una fuerte dismi-
nución en la presencia de individuos adultos con capa-
cidad de reproducción, lo cual disminuiría el potencial
de regeneración, dando paso a otros fenómenos que
acrecientan la disminución de la población, como por
ejemplo la ausencia de regulación de especies herbí-
voras como Caracoles o erizos por medio de la acción
físicas de las algas adultas o efecto látigo (Perreault, et
al. 2014).
Ahora bien, el uso del análisis de las tendencias de
ambas variables a escala nacional para las especies del
género Lessonia, nos ayuda a tener una visión gene-
ral de las poblaciones. De hecho, la disminución en la
proporción de adultos que permite una dominancia de
juveniles y reclutas es un efecto claro de la presión de
extracción a la que es sometido el recurso, y que ha
sido reportado en otras especies de algas pardas (eg.
Thompson et al. 2010, Wootton y Pfister, 2013) y cuyos
efectos se pueden a prolongar en el tiempo, con efec-
tos negativos para el ecosistema (Seeley y Schlesinger,
2012).
En cuanto a las diferencias encontradas a nivel regio-
nal, pueden ser atribuidas a las particularidades tan-
to del mercado, como del nivel de madurez del régi-
men AMERBs. De hecho, para explicar el éxito en el
reemplazo poblacional observado en las Regiones de
Atacama y Coquimbo, se puede argumentar que estas
zonas llevan más tiempo cosechando algas, por lo que
es de esperar que exista una mayor internalización de
las implicancias asociadas a extraer el recurso algal de
las AMERBs por parte de los pescadores artesanales,
tal como lo ha sugerido Gelcich, et al. (2014), lo que
ayuda a entender el éxito de las AMERBs en asegurar
la extracción del recurso en el tiempo. Mientras que,
en el caso de la Región de Tarapacá, la extracción se ha
visto incrementada recién en los últimos 5 años, por lo
L. Figueroa-Fábrega, T. Padilla, M. Herrera, L. Ariz, R. Silva Haun
que los patrones observados serian el reflejo de la so-
breexplotación, falta de cuidado y falta de aprendizajes
en el manejo de los recursos costeros, afectando por
consiguiente la efectividad de las AMERBs para lograr
la sustentabilidad de los recursos bentónicos.
Esto es preocupante, pues de ser esto así, no solo se
pone en riesgo la sustentabilidad del recurso algal en
particular, sino que de todas las especies que se vincu-
lan a estas especies estructuradoras. Adicionalmente,
es muy probable que el fenómeno observado en las
AMERBs de la Región de Tarapacá, se repita en aque-
llas regiones del sur de Chile, donde existe interés por
extraer especies del género Lessonia, situación que ha
comenzado a ser reportado recientemente en las re-
giones de Los Lagos, Los Ríos y Biobío.
Ante esto, es necesario establecer criterios a partir de
los patrones y tendencias de los mismos, de tal manera
que permitan evaluar y manejar de mejor manera los
recursos, e incluso, cuando el reclutamiento ha fallado,
proponer medidas de repoblamiento y de gestión que
permitan revertir la situación.
Evidentemente, es necesario seguir mejorando este
tipo de herramientas, pero incluyendo una escala local
menor (ie. a escala individual de AMERBS o grupos aco-
tados geográficamente de ellas). Sin embargo, la pre-
sente herramienta de análisis puede ayudar a orientar
las medidas de manejo, haciéndolo adaptativo al esta-
do poblacional del recurso.
CONCLUSIONES
Los resultados muestran que existe un aumento en la
densidad en la mayoría de los casos, acompañado de
una disminución del diámetro del disco. Esto podría
estar relacionado al incremento de individuos de me-
nor tamaño (reclutamiento) al sistema. Sin embargo, la
recolonización de un área sometida a la remoción de
algas no es inmediata, lo que puede explicar las dife-
rencias encontradas en los patrones regionales. La re-
colonización de un área sujeta a remoción no es inme-
diata, por lo que un reemplazo poblacional deficiente
puede tener efectos no deseados en las intrincadas
relaciones comunitarias, poniendo en riesgo la efecti-
vidad de las AMERBs en cuanto a la sustentabilidad de
los recursos.
Esta situación puede ser compleja si consideramos
el rol ecológico que estas especies tienen en la zona
costera, por lo que el uso del análisis de patrones de
tendencia, de la densidad como del diámetro basal del
disco, puede ser una herramienta efectiva para la toma
de decisiones.
68
AGRADECIMIENTOS
Se agradece el aporte realizado en terreno, a los biólo-
gos marinos Claudio Vega y Lianella Diaz, y a los Buzos
Técnicos Yerco Peña, Arturo Lebtun y Alex Gonzales
del Instituto de Fomento Pesquero. Adicionalmente se
agradece por su trabajo de gabinete a las estudiantes
Romina Arancibia de la Universidad de Viña del Mar y
María Jesús Valdez del DUOC — UC Valparaíso. Este es-
tudio ha sido financiado por el proyecto Seguimiento
de Pesquerías Bajo el Régimen de Áreas de Manejo y
Explotación de Recursos Bentónicos del Ministerio de
Economía y llevado a cabo por el Instituto de Fomen-
to Pesquero. Resultados parciales de este trabajo han
sido presentados en el Congreso de Ciencias del Mar
de mayo del 2017, en el Congreso Internacional de
Conservación Marina realizado en Coquimbo en sep-
tiembre del 2017 y en el Congreso Latinoamericano de
Ciencias del Mar de Noviembre del 2017.
BIBLIOGRAFÍA
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and exudation of dissolved organic matter by the kelp Lamina-
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AN o. el ds
$ Volumen 30, 2017. Páginas 71-74
ANALES5 - y Anales del Museo de Historia
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO | Natural de Valparaiso
LA ANTÁRTIDA AMERICANA DE LUIS RISOPATRÓN A COMIENZOS DEL SIGLO XX
THE AMERICAN ANTARCTICA OF LUIS RISOPATRON AT THE BEGINNING OF THE TWENTIE-
TH CENTURY
Mauricio Jara Fernández?
Fondecyt N* 1170314
Resumen: Se exponen algunos de los antecedentes históricos que habría tenido en cuenta Riso Patrón al mo-
mento de redactar su trabajo y los elementos teóricos en que sustenta su propuesta de La Antártida Americana.
Palabras Claves: Antártida - Antártica Americana - Historia Antártica Chilena.
Abstract: Some of the historical background that Riso Patrón would have taken into account when writing his work
and the theoretical elements on which his American Antarctic proposal is based.
Keywords: Antarctica - American Antarctica - Chilean Antarctic History.
INTRODUCCIÓN
A 110 años de la aparición de La Antártida Americana? de Luis Riso Patrón Sánchez* bajo la forma de un folleto en
1907 y al año siguiente como memoria científica en los Anales de la Universidad de Chile, resulta apropiado hacer
una breve reflexión sobre el contexto y contenido de este primer trabajo chileno sobre la Antártica. En especial
porque en ese momento el gobierno chileno se encontraba definiendo una política de concesiones hacia las aguas
y tierras australes y antárticas y, llevaba igualmente adelante, un proceso de conversaciones con Argentina por las
islas Shetland del Sur. En la elaboración de este trabajo, la fuente principal es La Antártida Americana.
CONTEXTO
Antes que nada decir que el estudio Antártida Americana del geógrafo chileno Luis Riso Patrón se escribió y circuló
antes que el hombre llegara al Polo Sur (Amundsen lo logró en 1911) y que el gobierno británico dictara la primera
Carta Patente, conocida como la Dependencia de las islas Falkland o Malvinas que dejó bajo la administración de
esa colonia en el atlántico sur un inmenso espacio comprendido entre los meridianos 20” y 80” de longitud oeste
y desde los 50” de latitud sur hacia el sur (en julio de 1908).
Riso Patrón al momento que redactó este estudio prestaba servicios profesionales en la Oficina de Límites ads-
crita al Ministerio de Relaciones Exteriores y desde esa posición funcionaria era permanentemente consultado
en asuntos territoriales y limítrofes. Por lo general sus asesorías estaban acompañadas y/o complementadas por
recomendaciones aportadas por “letrados” o abogados* hacia las diferentes oficinas o jefaturas ministeriales y a
los diplomáticos y cónsules nacionales acreditados en el exterior.
A nuestro entender, la mayor conexión de Riso Patrón con los territorios australes y antárticos provino del hecho
de tener que responder y atender una serie de consultas geográficas solicitadas por la Cancillería durante el
proceso del laudo arbitral de 1902 y, con posterioridad, a los cancilleres Antonio Huneeus Gana y Federico Puga
Borne entre 1906 y 1908.
1 Profesor Historia y Geografía. Magíster en Historia. Profesor titular Departamento de Historia, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso. mjara(O
upla.cl
2 Riso Patrón Sánchez, L. (1907). Antártida Americana. Santiago: Editorial Cervantes y Riso Patrón Sánchez, L. (1908). La Antártida Americana.
Anales de la Universidad de Chile. Tomo CXXII. Santiago: (Enero-Junio), pp. 243-265.
3 Ingeniero geógrafo nacido en Valparaíso en 1860 y fallecido en Santiago en 1930. Funcionario de la Oficina de Límites del Ministerio de Relacio-
nes Exteriores de Chile y autor de numerosas obras de geografía nacional y de límites con Argentina y Bolivia.
4 Alejandro Álvarez Jofré fue el abogado de la Cancillería con quien Luis Riso Patrón intercambió visiones y compartió el trabajó solicitado por
los ministros y otros funcionarios del Estado entre 1906 y los comienzos de 1908, fecha en que Álvarez fue destinado a un puesto en el exterior.
71
Mauricio Jara Fernández
Resaltar que fue precisamente en estas dos instancias
de asesorías al gobierno y mientras los mencionados
cancilleres trataban de avanzar en acercamientos y
conversaciones chileno-argentinas para establecer una
línea demarcatoria en las aguas y tierras antárticas que
Riso Patrón habría sentido la necesidad de redactar
una obra que recogiera aspectos históricos, geográficos
y meteorológicos y que él comenzó a llamar Antártida
Americana”.
A la elaboración de un Mapa de Chile para la Enseñanza
de la Geografía en las Escuelas Públicas en 1884 por
Alejandro Bertrand y donde en el extremo meridional
de esa carta aparece claramente el contorno de la pe-
nínsula antártica? , Riso Patrón con seguridad llegó a
pensar que ya era el momento propicio y útil para “vul-
garizar en estos países los conocimientos jeográficos ¡
jeofísicos que se han adquirido últimamente acerca de
esas tierras” ”. Había que comenzar a educar a la pobla-
ción de los países cercanos a la Antártica y poseedores
de una posición prioritaria como Chile y Argentina?. En
este sentido, el trabajo de Enrique Delachaux en 1904
que Riso Patrón conoció, apostaba por esta nueva rea-
lidad, tras el rescate de la nave de Otto Nordenskjóld
Antarctic en 1903 por la corbeta argentina Uruguay?.
CONTENIDO
Por las “noticias históricas” e informaciones geográ-
ficas y meteorológicas que Riso Patrón maneja en su
estudio, no hay duda alguna que su conocimiento era
muy extenso y preciso. Su relato histórico se inicia con
el descubrimiento del estrecho de Magallanes en 1520
hasta las exploraciones de Jean Charcot en 1904-1905.
El análisis geográfico y meteorológico que entrega en
el texto es muy acertado y demostrativo del nivel de
actualización que tenía sobre la geografía general y
particular de la Antártica.
Las exploraciones en los mares y tierras de la Antártica
se habrían iniciado luego de concluido el VI Congreso
Internacional de Geografía de Londres en 1895 y donde
se había declarado “que las esploraciones de las rejio-
nes antárticas son el punto de interés jeográfico más
importante que queda por emprender”* antes de con-
cluir el siglo XIX. En especial todo cuanto se relacionara
con observaciones que permitieran adelantar en la teo-
ría del magnetismo telúrico en esas latitudes australes.
Los países que respondieron inmediatamente al llama-
do del congreso de Londres fueron Bélgica, Inglaterra,
Escocia, Noruega y Alemania, “y desde ese día en que
el Bélgica volvió a Europa después de haber sufrido,
antes que nadie, los rigores de la invernada antártica
(71* 30' de latitud sur), el casquete polar austral, se ha
convertido en el objeto de cuatro grandes expediciones
nacionales, inglesa, alemana, sueca y escocesa”*,
Para Riso Patrón, sin embargo, el mayor interés estaba
en: “La tierra conocida vulgarmente con los nombres
de Luis Felipe, Graham, Palmer, etc., situada al sur del
archipiélago de las Shetlands del Sur, (que) son las que
más se destacan al norte del círculo polar antártico,
constituyendo la prolongación del continente ame-
ricano”*?. La atracción por los territorios de Luis Feli-
pe, Graham y Palmer era porque a través de estos, las
expediciones que se organizaban (y las que seguirían)
eran para adelantar en dirección al “acariciado y soña-
do' Polo Sur.
Aquel Interés, sostenía Riso Patrón, estaba presen-
te desde 1821 cuando una escuadrilla de cinco naves
americanas al mando de los capitanes Palmer, Pend-
leton y Sheffield fondearon en la isla Decepción, islas
Shetland de Sur y “Al año siguiente Palmer, acompa-
ñado esta vez por Powell, hizo una nueva esploración
en las Shetlands del Sur ¡ un levantamiento de las islas
Orcadas del Sur. Se cree que el capitán americano Ben-
jamín Morrell divisó en 1823 el cabezo oriental de la
Antártida Americana”*”,
En su concepto, la Indiscutible presencia histórica ame-
ricana en este territorio austral y antártico, llevaban a
5 Archivo General Histórico Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Fondo Antártico. Comisión Antártica Chilena y Actas de Sesión, 1906-
1948. Vol. 3.
6 Bertrand H., A. (1884). Editor. Santiago: Imprenta P. Gadot. (Source gallica.bnf.fr / Bibliotheque nationale de France).
7 Riso Patrón, L. (1908), p. 244.
8 Riso Patrón, L. (1908), p. 243. (La prolongación del continente americano estaba en las tierras Luis Felipe, Graham, Palmer y Shetland del Sur,
todas ellas situadas en La Antártida Americana).
9 Delachaux, E. (1904) Antártida. Boletín Instituto Geográfico Argentino Tomo XXI! (1-6) Buenos Aires: 144-160.
10 Riso Patrón, L. (1908), p. 247.
11 Faustini, A. (1903). Hacia el Polo Antártico. Los primeros resultados del Discovery y los preparativos del doctor Charcot. Boletín del Centro
Naval, Tomo XXI, N* 235 y 236, Buenos Aires, Junio- Julio, p.79. (Las cuatro expediciones en referencia son: la inglesa del Discovery comandada
por Robert F. Scott, quien llegó en trineo y en compañía del doctor Wilson y del teniente Shackleton, entre el 31 de diciembre de 1902 y el 1* de
enero de 1903, hasta los 82” 17” de latitud sur, la alemana del Gauss al mando del profesor Erich von Drygalski, la tercera del Antarctic dirigida por
Otto Nordenskjold y la escocesa del Scotia liderada por Williams S. Bruce) y Aramayo Alzérreca, C. (1949) Historia de la Antártida. Buenos Aires:
Editorial Hemisferio, p. 44.
12 Riso Patrón. (1908), p. 243 y Ballvé, H. (1903). Conferencia para cooperar a la Expedición Antártica Internacional. Boletín del Centro Naval, Tomo
XXI, N* 235 y 236, Buenos Aires, Junio- Julio, p. 38.
13 Riso Patrón. (1908), p. 245.
72
que fueran americanas; a este respecto, Riso Patrón sin
decirlo de forma directa en La Antártida Americana, es-
peraba que aquello ocurriera por ser lo científicamente
razonable.
Fuera de estas comprensivas apreciaciones de Riso Pa-
trón por los territorios antárticos, él reconocía que la
Antártida correspondía a un sexto continente y donde
todas las expediciones estaban contribuyendo al ma-
yor y mejor conocimiento de los archipiélagos, mares,
costas y de la península Antártica en torno a los mares
australes de Weddell y Bellingshausen. Era un intenso
proceso de investigación internacional que como nun-
ca antes había ocurrido en esta zona austral del orbe,
dejando sus huellas en las innumerables toponimias y
producción de cartografías.
Pero la mayor originalidad y acierto de Riso Patrón fue
en lo que él geográficamente llamó Antártida Ameri-
cana. Tal impacto tuvo este trabajo y publicación en
1907-1908 que cuarenta años después, según el di-
plomático y especialista nacional Pinochet de la Barra,
aquella denominación evolucionó al de Antártica Sud-
americana?”.
En términos generales, Riso Patrón definió La Antártida
Americana de la siguiente manera: “Podemos designar
con el nombre de Antártida Americana la parte de las
tierras antárticas encerradas entre los meridianos es-
tremos de la América Meridional, es decir desde el gru-
po de las islas Sandwich del Sur, en la latitud 55”, hasta
la isla de Pedro | (70* S). Comprendería..., el archipié-
lago Sandwich del Sur, las Orcadas del Sur, el grupo de
las Shetlands del Sur ¡ el continente antártico, con los
archipiélagos adyacentes de Joinville, Palmer, Biscoe””,
etc.” . Pero de todo este conjunto, decía Riso Patrón, “el
grupo más importante de la Antártida Americana es el
de las Shetlands del Sur: no menos de doce islas, cuyas
superficies varían entre 56 a 1300 kilómetros cuadra-
dos, se estienden en la dirección SO. A NE., en un largo
de 300 millas”** (Fig. 1).
australes, el grupo de las islas Shetland del Sur era para
Riso Patrón — y para muchos en aquella época - el de
mayor valor tanto por su ubicación y cercanía con Tie-
rra del Fuego como por los recursos marinos allí exis-
tentes, tales como lobos y ballenas?”.
La antártida americana de Luis Riso Patrón ...
¡una!
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merdensijóld (omo). Brea (el
Recopilazaa de
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1607
fucsia de PESO
Figural1. La Antártida Americana de Luis Riso Patrón.
Fuente: Riso Patrón, L. (1908). La Antártida Americana. Anales Univer-
sidad de Chile. Tomo CXXII. Santiago. Enero-Junio, pp. 243-265.
Dentro de esta amplia superficie oceánica y de tierras
Sin embargo, no deja de llamar la atención que por pri-
mera vez un autor chileno utilice la combinación de las
latitudes y longitudes para proyectar un espacio diver-
so en accidentes geográficos al sur de Tierra del Fuego
y que él denominó América Meridional. Hacer presen-
te que por esos años en el Parlamento canadiense se
estaba aceptando el empleo de los meridianos para
resolver la proyección de los territorios nacionales en
dirección al Polo Ártico. A este respecto, como Riso Pa-
trón desempeñaba funciones en la Oficina de Límites e
igualmente estaba frecuentemente proponiendo reco-
mendaciones para la toma de decisiones del gobierno,
el estudio de cartografías y numerosos textos sobre los
territorios polares o antípodas** y australes chilenos
y antárticos, era parte de su trabajo. Basta una simple
mirada al texto La Antártida Americana para advertir
que ese conocimiento existió y de lo cual Riso Patrón
dejó testimonio a lo largo de su texto?”,
Un segundo y último tema significativo que a nuestro
entender Riso Patrón no eludió y enfrentó abiertamen-
te en su trabajo fue la conexión (sea la contigúidad y
continuidad geográfica) de los territorios australes
americanos con los antárticos”. Sobre este particular,
sostenía que “Las tierras antárticas son pues monta-
ñosas ¡ sus costas, tanto al oriente como al poniente,
14 Pinochet de la Barra, O. (1976) La Antártica Chilena. Santiago: Editorial Andrés Bello, p. 15. (La denominada Antártica Sudamericana fue reco-
nocida por Chile y Argentina y abarca un sector angular desde los 24” y 90” de longitud oeste de Greenwich).
15 Riso Patrón (1908), p. 250.
16 Riso Patrón (1908), p. 251. (Las islas Georgias y Sandwich del Sur se localizan a 54” 15' S / 36” 45' O y la isla Pedro | en 682 48' S / 902 35'
O).
17 Riso Patrón (1908), pp. 252-255.
18 Riso Patrón (1908), p. 256. (El polo norte estaba constituido por mares y el polo sur por tierras).
19 En La Antártida Americana hay 30 anotaciones entre referencias bibliográficas o notas explicativas.
20 Pinochet de la Barra, O. (1976), pp. 20-21 y Nordenskjóld, O. (1904-1905). Viaje al Polo Sur. Tomo ll, Barcelona: Editorial Maucci, p. 47. (H.
Arctowski sostiene en 1895 que “los Andes reaparecen en la Tierra de Graham”; J. Gunnar Andersson, profesor de la Universidad de Upsala, afirma
Mauricio Jara Fernández
son quebradas ¡ circundadas de islas, canales ¡i fjords?*”
y “la cordillera de los Andes, en su estremo sur, dobla
hacia el este, para continuar submarinamente, a través
de la isla de los Estados, las Falkland, el banco de Brud-
wood-Shagrocks, las Jeorgia del Sur; Sandwich del Sur,
Orcadas del Sur i Shetlands del Sur”??. Las explicacio-
nes alusivas a la continuidad geográfica del territorio
andino chileno-argentino con la península antártica
presentadas por Riso Patrón serán uno de los temas
más controvertidos treinta años después, puesto que
supondrán la existencia del denominado “Arco de Sco-
tia” que divide los océanos Pacífico y Atlántico.
Curiosamente, en ninguna parte del texto de Riso Pa-
trón hay mención a que Chile posee una proyección
austral antártica; tampoco hay una relación de Chile
con las aguas y tierras antárticas, sino simplemente, y
en esto Riso Patrón es enfático y repetitivo: hay nota-
bles similitudes entre las montañas de Tierra del Fuego
y la Tierra de Graham.
En este sentido y comportándose como el científico
que era, en La Antártida Americana, Riso Patrón reco-
nocía la validez de la teoría de la continuidad geográfi-
ca — y por cierto también la de contigúidad geográfica-,
entre el continente antártico y el americano. Induda-
blemente Chile estaba (y sigue estando) en América.
REFLEXIONES FINALES
Luis Riso Patrón, es el primer autor chileno en escribir
en extenso sobre la Antártica, no obstante, al hacerlo
no conectó de manera directa a Chile con ese territorio;
en la expresión seleccionada: La Antártida Americana,
y de modo indirecto, sostuvo que había una prolonga-
ción del continente americano en las tierras Luis Felipe,
Graham, Palmer y Shetland del Sur.
Por sobre la buena factura que presenta el texto en
cuanto a un ordenamiento lógico y documentado,
a nuestro entender el mayor mérito — en un sentido
político más que geográfico o en una combinación de
ambas — es que Riso Patrón empleó las coordenadas
geográficas como las latitudes y longitudes para la de-
finición geográfica de La Antártida Americana. Segura-
mente, las recientes experiencias en Canadá habrían
influido positivamente en esa proposición.
AGRADECIMIENTOS
Se agradece a la dirección del Museo de Historia Natu-
ral de Valparaíso por la oportunidad de haber presenta-
do parte de este trabajo en las | Jornadas Interdiscipli-
narias de Investigación Antártica de Valparaíso el 24 de
agosto de 2017. El trabajo que estamos presentando es
un subproducto del proyecto de investigación Fonde-
cyt N” 1170314 (2017-2019), titulado: “El Piloto 2* Luis
Pardo Villalón y la Segunda Carta Patente Británica: La
Política Antártica Chilena entre la Pertenencia Histórica
y la Incertidumbre Internacional, 1906-1917”.
BIBLIOGRAFÍA
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(Source gallica.bnf.fr / Bibliotheque nationale de France).
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gentino Tomo XXI!I (1-6) Buenos Aires: 144-160.
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tados del Discovery y los preparativos del doctor Charcot. Bo-
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lona: Editorial Maucci.
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Editorial Andrés Bello.
Riso Patrón, L. 1907. La Antártida Americana. Santiago: Edi-
torial Cervantes.
Riso Patrón, L. 1908. La Antártida Americana. Anales de la
Universidad de Chile.
Tomo CXXII. Santiago: (Enero-Junio), pp. 243-265.
que: “1” Los contornos y la orografía de la extremidad meridional de la América del Sur y de la Tierra de Graham se parecen en tal forma, que uno
se puede representar cualquiera de estos continentes como un reflejo del otro. 2” La estructura geológica es estrictamente simétrica. 3” La serie
de capas del cretáceo superior y del Terciario es la misma en la Patagonia y en la Tierra de Graham” y; el explorador sueco Otto Nordenskjóld, en
1904-1905, expresaba: “De gran importancia fue nuestra expedición a una pronunciada cadena de montañas en la Georgia del Sur, y el hallazgo en
ellas de un fósil que identificaba la configuración geológica de esta cordillera con la que recorre la Tierra del Fuego y con las montañas de la Tierra
de Graham”).
21 Riso Patrón (1908), pp. 255-256.
22 Riso Patrón (1908), p. 256.
ANALES El Volumen 30, 2017. Páginas 75-82
al Un Anales del la de Historia
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAISO. | Natural de Valparaiso
LA FORMACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DE LA CONCIENCIA TERRITORIAL ANTÁRTICA EUROPEA
Y CHILENA A TRAVÉS DE LA DIFUSIÓN DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO, 1895-1916
THE CREATION AND STRENGTHENING OF EUROPEAN AND CHILEAN ANTARCTIC
TERRITORIAL AWARENESS THROUGH THE PROMOTION OF SCIENTIFIC KNOWLEDGE,
1895-1916
Proyecto Conicyt-Fondecyt Regular n* 1170314
Mg. Pablo Mancilla González*
Resumen: El descubrimiento y conquista de la Antártica fue un proceso sistemático que duró varios siglos y donde
participaron gobiernos, instituciones científicas y hombres de ciencia que, con el objetivo de definir sus potencia-
les futuros, lograron además dar forma a una conciencia territorial que fue promovida a través de la divulgación
del conocimiento en revistas científicas. En ese devenir, europeos y chilenos siguieron caminos distintos, no obs-
tante, hacia fines del siglo XIX y principios del siguiente, lograron encausar sus intereses en los Congresos Interna-
cionales de Geografía que se realizaron entre 1895 y 1913.
Palabras Claves: Continente Antártico — Conocimiento Antártico — Conciencia Territorial Antártica
Abstract: The Discovery and conquest of the Antarctica was a systematic process that lasted several centuries in
which governents, science institutions as well as scientists participated with the aim of determining its future po-
tentials, shaping a territorial awarness promoted though the spreading of knowledge in science magazines. Along
the way, Europeans and Chileans followed different roads, however, by the end of the XIX century and begining
of the next one, they finally agreed on their interests in the Geography International Congresses hold between
1895 and 1913.
Keywords: Antarctic Continent — Antarctic Knowledge — Antarctic Territorial Awarness
INTRODUCCIÓN
Los hombres de ciencia se han enfrentado al desafío de acrecentar, sistematizar e interrelacionar los conocimien-
tos adquiridos en el tiempo con el objeto de explicar los fenómenos de distinta índole que afectan a mares y
territorios antárticos. Por iniciativa personal o con el concurso de sus gobiernos e instituciones civiles y científicas,
muchos de ellos se embarcaron en largas y costosas travesías exploratorias a fin de descubrir e incorporar esa vas-
ta zona geográfica a los campos de la investigación científica. No obstante, esos mismos anhelos han propiciado
en el tiempo el establecimiento de una conciencia territorial antártica que se ha fortalecido gracias a la publica-
ción y amplia difusión de los conocimientos adquiridos, principalmente en las revistas seriadas de las sociedades
geográficas europeas.
1 Universidad Santo Tomás - Viña del Mar — Chile- pmancillag(Wsantotomas.cl
75
Pablo Mancilla González
El contexto expuesto, nos lleva a plantear la necesidad
de definir las etapas de desarrollo y consolidación de
esa conciencie territorial antártica en Europa y Chile,
identificar a las principales instituciones y hombres de
ciencia que participaron en esos procesos y, por último,
establecer los mecanismos utilizado para divulgar el
conocimiento adquirido sobre el continente antártico
entre 1885 y 1916.
Las fuentes utilizadas para este trabajo corresponden
a revistas seriadas publicadas en Chile (Anales de la
Universidad de Chile, Actas de la Sociedad Científica de
Chile, Revista Chilena de Historia Natural de Valparaíso,
Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile, Revista de
Marina, Anales del Museo Nacional de Chile y Revista
Chilena de Historia y Geografía, entre otras), Londres
(The Journal of the Royal Geographical Society of Lon-
don, Proceedings of the Royal Geographical Society
and Monthly Record of Geography y The Geographical
Journal), París (Bulletin de la Société de Géographie y
La Géographie. Bulletin de la Société de Géographie de
France), Estados Unidos (Journal of the American Geo-
graphical and Statistical Society, Journal of the Ameri-
can Geographical Society of New York, Bulletin of the
American Geographical Society y Geographical Review)
y Escocia (The Scottish Geographical Magazine).
LA CONCIENCIA TERRITORIAL SUBANTÁRTICA Y AN-
TÁRTICA: UNA APROXIMACIÓN A SU ORIGEN
La conciencia territorial se entiende como un proceso
por el cual un conjunto de personas logra identificarse
con un sector geográfico delimitado por fronteras na-
turales y/o político-administrativos. Esta identificación
puede ser definida y medida cualitativa y/o cuantitati-
vamente dependiendo de el o los mecanismos utiliza-
dos para su cimentación, fortalecimiento y proyección,
por ejemplo, iniciativas político-administrativas, prácti-
ca de actividades económicas, posicionamiento geoes-
tratégico, expediciones y exploraciones científicas, di-
fusión de conocimientos sobre el territorio, entre otros
(Navarro, 1999; Capel, 2016).
Hacia fines del siglo XIX y principios del siguiente si-
glo, en las zonas antárticas al sur del Cabo de Hornos
se pueden identificar dos tipos de territorios donde
se buscó edificar y consolidar una conciencia territo-
rial: a) aquellos que por sus condiciones geográficas,
climáticas y de accesibilidad no permitían ningún tipo
de ocupación efectiva, por ejemplo, las costas y el inte-
rior del continente antártico y b) los que, considerando
iguales factores, permitían una ocupación efectiva no
permanente o esporádica, por ejemplo, los archipiéla-
gos de las Shetlands del Sur y Orcadas del Sur (Royal
Scottish Geographical Society, 1909; David, 1914). Sien-
76
do durante este período los primeros en buscar edificar
y consolidar una conciencia territorial antártica Gran
Bretaña, Francia, Escocia, Alemania, Noruega, Suecia,
Chile y Argentina.
El origen de la conciencia territorial antártica europea
se encuentra en la necesidad de los gobiernos por
descubrir y anexar a sus soberanías nuevas áreas geo-
gráficas con fines geoestratégicos y, que prontamen-
te, despertaron un creciente interés por explotar sus
recursos económicos (Raboy, 1911; Markham, 1912).
No obstante, para el caso de Chile su génesis se ha-
lla en las instituciones gobierno y hombres de ciencia
que miraron con preocupación la sobreexplotación de
los recursos marinos que embarcaciones nacionales
y extranjeras realizaban impunemente en las islas su-
bantárticas, principalmente las Shetland del Sur, y en
las posibles reclamaciones de soberanía que algunas
naciones europeas podrían realizar sobre los mismos
sectores (Jara, 2012; Mancilla, 2016).
A pesar de que los orígenes de la conciencia territorial
antártica europea y chilena son diferentes, existe una
innegable influencia de la primera sobre la segunda.
Esta situación se explicaría por el hecho de que los eu-
ropeos hacía fines del siglo XIX habían prácticamente
consolidado su conciencia territorial al momento que
Chile recién comenzaba a trabajar en ella, siendo los
principales factores de influencia: la llegada a Chile de
científicos europeos que poseían un amplio conoci-
miento sobre las exploraciones e investigaciones que
se realizaban en la Antártica; el influjo que las expedi-
ciones y exploradores antárticos tuvieron en las institu-
ciones políticas y científicas al pasar por Chile; la parti-
cipación de delegados chilenos en eventos científicos
internacionales, por ejemplo, el Primer Año Polar de
1882-1883, los Congresos Internacionales de Geografía
(Londres, 1885; Berlín, 1899; Washington, 1904; Gine-
bra, 1908; Roma, 1913) y la Conferencia Polar Interna-
cional de 1906; el intercambio de publicaciones entre
comunidades científicas europeas y chilenas donde se
divulgaban los resultados de las investigaciones antár-
ticas; y, por último, la necesidad de definir los poten-
ciales económicos y científicos del continente antártico
para el futuro desarrollo del país (Mancilla, 2010).
LA CONCIENCIA TERRITORIAL ANTÁRTICA EUROPEA,
1520-1916
Desde mediados del siglo XVI, diferentes gobiernos
europeos mostraron una preocupación e interés por
desentrañar y explicar los misterios que envolvía el
continente antártico y, para cumplir ese objetivo, in-
centivaron, financiaron y enviaron expediciones explo-
ratorias que terminaron por despertar una conciencia
territorial que involucró aspectos políticos, estratégi-
cos, económicos y científicos.
No obstante, la construcción de esa conciencia terri-
torial antártica fue un proceso sistemático que puede
dividirse en tres etapas. La primera, donde se cimen-
taron las bases se denomina la “Búsqueda de la Terre
Australis Incognita, 1520-1775”, que tiene como acto-
res principales a España y Gran Bretaña, quienes en-
viaron expediciones a los mares del sur con los objeti-
vos de descubrir un paso entre los océanos Atlántico y
Pacífico, verificar la presencia de territorios habitados
y determinar la existencia de la Terra Australis Incog-
nita (Kirwan, 2001). Durante estos años, los viajes que
más destacaron fueron los comandados por Hernando
de Magallanes (1519-1522), Francisco García Jofré de
Loaysa (1525-1536), Simón de Alcazaba Sotomayor
(1534-1535), Juan Bautista Pastene (1545), Juan Fer-
nández de Ladrillero (1557-1559), Francis Drake (1577-
1581), Pedro Sarmiento de Gamboa (1579-1580), Jacob
LeMaire y Guillermo Cornelio Schouten (1615-1616),
Pedro Fernández de Quiróz (1605-1606), Gabriel de
Castilla (1603), James Cook (1768-1771 y 1772-1775)
y Joseph Kerguelen (1771-1772). La consecuencia que
tuvieron estas expediciones fue el cambio en la per-
cepción sobre la extensión del mundo conocido y el
despertar de intereses que se evidenciaron en el envío
de nuevas expediciones a fin de definir con precisión
todos los aspectos geográficos de los sectores descu-
biertos y sus potenciales científicos.
La segunda etapa de definición de la conciencia territo-
rial antártica europea se denomina “Explotación de los
Recursos y Primeros Esbozos del Conocimiento Científi-
co Subantártico y Antártico, 1819-1883” que, a su vez,
se subdivide en tres fases. La primera fase abarca el
período 1819-1832 y caracteriza por la realización de
viajes que combinaron la explotación de los recursos
económicos y la recolección datos científicos básicos,
durante estos años destacaron las travesías de Williams
Smith (1819), Fabian Bellingshausen (1819-1821), Na-
taniel Palmer (1820), Edward Bransfield (1820), James
Weddell (1823-1824) y John Biscoe (1820-1832). El éxi-
to de estos viajes trajo como consecuencia una mayor
presencia de exploradores y comerciantes con nuevas
tecnologías y objetivos científicos, quienes lograron ex-
plorar y explotar algunas secciones y recursos existen-
tes en las costas antárticas ubicadas al sur de América
y Australia y, además, despertar los primeros intereses
políticos que se evidenciaron en unos esporádicos ac-
tos de toma de posesión de islas subantárticas (Cook,
1901; Mill, 1903; Balch, 1910; Brown, 1912).
La segunda fase, corresponde a los años 1837-1843,
donde los principales actores fueron las sociedades
17
La formación y consolidación de la conciencia territorial...
geográficas de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos,
las que con el objetivo de explorar las tierras y mares
al sur de los 60” de latitud planificaron y enviaron las
expediciones de Dumont D'“Urville, Charles Wilkes y
James C. Ross, cuyos resultados abrieron la discusión
sobre cuáles territorios debían ser considerados como
antárticos: los ubicados al sur de Australia y Nueva Ze-
landa o los que se encontraban al sur de América (Ross,
1847; D'Urville, 1843; Wilkes, 1845; Sánchez, 1856;
Brown, 1912; American Geographical Society, 1915).
La última fase, abarca desde 1874 a 1883, donde nue-
vamente las sociedades científicas de Gran Bretaña y
Francia buscaron definir la real extensión y dimensio-
nes del continente antártico y determinar sus poten-
ciales científicos, siendo los hechos más destacados los
trabajos vinculados a los Tránsitos de Venus de 1874 y
1883 y la celebración del Primer Año Polar Internacio-
nal de 1882-1883 (Rogers, 1982).
La tercera etapa, de consolidación de la conciencia te-
rritorial se designa “La Conquista Científica del Conti-
nente Antártico, 1895-1913”, que se caracterizó por la
mayor presencia de gobiernos e instituciones científi-
cas interesados por el conocimiento polar, siendo los
principales objetivos que tenían: la definición de una
institucionalidad científica antártica, la iniciación de las
exploraciones hacia el interior del continente polar y
las conquistas de los polos magnético y sur geográfico.
A inicios de este período, las comunidades científicas
europeas interesadas en el conocimiento antártico fue-
ron las sociedades geográficas de Noruega, Bélgica e
Inglaterra y, desde principios del siglo XX, se sumaron
las de Escocia, Francia, Alemania y Suecia, quienes or-
ganizaron y enviaron expediciones subantárticas y an-
tárticas (Mancilla, 2016). Sin embargo, el principal pro-
blema que tuvieron fue que sus resultados científicos
no fueron suficientemente compartidos y conectados
con otros existentes. Para solucionar este problema,
desde el VI Congreso Internacional de Geografía de
Londres de 1895, los exploradores polares Carl Larsen
y Carsten Borchgrevink, ambos noruegos, y el belga
Adrien de Gerlache, abogaron por una mayor coope-
ración entre las distintas sociedades geográficas para
lograr un mayor y amplio conocimiento y comprensión
de los fenómenos antárticos (American Geographical
Society, 1896; Murray, 1898; Bartholomew, 1898; Hu-
lot, 1899). Posteriormente, en los Congresos Interna-
cionales de Geografía de Berlín de 1899 y Washington
de 1904, otros exploradores polares como, por ejem-
plo, el inglés Robert F. Scott, el alemán Erich von Dry-
galski, el sueco Otto Nordenskjóld, el escoses William
Bruce y el francés Jean Charcot, se sumaron al llamado
de 1895 (Markham, 1899 y 1903; Buchanan, 1899; Ar-
Pablo Mancilla González
towski, 1901; Bidlingmaier, 1901; Cordier, 1904; Nor-
denskjóld, 1904).
En 1906, en el Congreso Mundial de Expansión Eco-
nómica celebrado en Mons, los exploradores polares
Nordenskjóld, Bruce, Charcot, Gerlache, Scott, Shac-
kleton, entre otros, propusieron nuevamente crear una
Comisión Polar Internacional para unificar y sistemati-
zar las informaciones y registros científicos antárticos.
Resultado de esta propuesta que ese mismo año se
creara una comisión que, posteriormente, organizó el
Primer Congreso Polar Internacional donde se sostuvo
la necesidad confeccionar un sistema integrado donde
estuvieran presentes todos los países con intereses an-
tárticos (Rabot, 1905a y 1905b; American Geographical
Society, 1905 y 1906a y 1906b; Balch, 1905; Royal Scot-
tish Geographical Society, 1906a y 1906b).
En el IX Congreso Internacional de Geografía de Gi-
nebra de 1908, finalmente se creó la tan anhelada
Comisión Polar Internacional y, por ende, se terminó
de consolidar la conciencia territorial antártica euro-
pea. Esta Comisión, estuvo compuesta por países que
hasta ese momento tenían una activa participación o
colaboración en las exploraciones polares y quienes, a
su vez, podían admitir en su seno a delegados de otras
naciones o de corporaciones científicas (Montebruno,
1909). Posteriormente, la comisión se reunió en 1908
en Bruselas y en 1913 en Roma.
Desde la creación de la Comisión Polar hasta el X Con-
greso Internacional de Geografía de Roma de 1913, las
actividades en el continente antártico fueron abun-
dantes, resaltando las expediciones del británico Er-
nest Shackleton (1907-1909), del francés Jean Charcot
(1908-1910), del japonés Nobu Shirase (1910-1912),
del alemán Wilhelm Fischer (1911-1913), la del norue-
go Roald Amundsen (1910-1912) y del británico Robert
F. Scott (1910-1913) (Rabot, 1913; Amundsen, 1913a
y 1913b; Bruce, 1913; Royal Scottish Geographical So-
ciety, 1913). Estas últimas expediciones que lograron
alcanzar el polo sur geográfico cerraron un ciclo de
amplia cobertura y difusión del conocimiento antártico
pero, además, iniciaron otro donde la conciencia terri-
torial antártica va a ir declinando paulatinamente hasta
llegar a los inicios de la década de 1930 cuando se cele-
bre el Segundo Año Polar Internacional.
Durante esta tercera etapa de consolidación de la
conciencia territorial antártica europea, los principa-
les mecanismos de difusión de los conocimientos an-
tárticos fueron las revistas seriadas de la a) Sociedad
Geográfica de París que publicó en el Bulletin de la
Société de Géographie y La Géographie: Bulletin de la
Société de Géographie de France un total de 222 tra-
78
bajos, resaltando los de Charles Rabot, Jean Charcot,
Henri Froiveaux y Jules Girard, b) la Sociedad Geográ-
fica de Londres quien en The Geographical Journal dio
a conocer 265 publicaciones, siendo los autores más
importantes Henry Arctowski, Clements Markham, Er-
nest Shackleton, Griffith Taylor y Hugh Robert Mill, c) la
Sociedad Geográfica Americana que en Journal of the
American Geographical Society of New York, Bulletin
of the American Geographical Society y Geographical
Review difundió 318 artículos, resaltando los de Robert
Ward, Edwin S. Balch y William Hobbs y, d) la Sociedad
Geográfica de Escocia que en The Scottish Geographi-
cal Magazine divulgó 361 trabajos, subrayando los John
Murray, William Bruce, Robert Mossman y Rudmose
Brown.
LA CONCIENCIA TERRITORIAL ANTÁRTICA CHILENA,
1820-1916
Desde que Chile se independizó de la Corona Española,
distintos funcionarios de gobierno, militares, hombres
de ciencias, empresarios e instituciones públicas y pri-
vadas, vieron la importancia que los mares y tierras an-
tárticas tendría para el futuro desarrollo del país y, por
tanto, efectuaron sucesivos llamados para que se asu-
miera una mayor responsabilidad en la planificación y
ejecución de políticas que resguardaran, principalmen-
te, el poblamiento y actividades económicas. Hacia
fines del siglo XIX, los emplazamientos a la autoridad
se hicieron más recurrentes, en especial, por la preo-
cupación que causaba el aumento de la explotación y
comercio clandestino de los recursos vivos y las posi-
bles reclamaciones de soberanía que países europeos
podían realizar sobre esas zonas (Jara, 2012).
Desde 1830, los hombres de ciencia europeos que se
avecindaron en Chile, como otros que estuvieron por
un esporádico tiempo, generaron motivaciones que
más tarde derivaron en la necesidad de desentrañar los
misterios que ocultaban los territorios más apartados
del país y, por ende, un interés por conocerlos en su to-
talidad y detalle. De aquello, se evidencia el inicio de un
proceso de creación de una institucionalidad científicas
que aglutinará a otros eruditos que, posteriormente,
serán fundamentales en la definición y consolidación
de la conciencia territorial antártica chilena (Mancilla,
2010).
Es así, que la primera etapa de este proceso se deno-
mina “Definición de una Institucionalidad Científica Na-
cional, 1830-1872”, donde la institución que se dedicó
al desarrollo y profundización del conocimiento del te-
rritorio fue el Estado quien, motivado por la necesidad
de determinar la extensión y potencialidad del país,
contrató a hombres de ciencia extranjeros, especial-
mente europeos, para que efectuaran estudios cientí-
ficos con el fin de fortalecer la defensa, la industria, la
agricultura, el transporte y el poblamiento. Esta situa-
ción, tuvo como consecuencia que los deficientes re-
sultados alcanzados en esos trabajos fueran una fuente
de influencia para que ilustres nacionales comprendie-
ran la necesidad de contar con instituciones que vigo-
rizaran el desarrollo de la ciencia y el conocimiento,
dando paso a la creación del Museo de Historia Natural
de Chile (1830), Universidad de Chile (1843) y el Ob-
servatorio Astronómico Nacional (1853) que, directa o
indirectamente, contribuyeron en los años siguientes
a generar y difundir el conocimiento antártico (Cañas,
1944; Mancilla, 2010 y 2016).
Los hombres de ciencia que durante este período des-
tacaron por sus aportes a la génesis de la conciencia
territorial antártica fueron, entre otros, Bernardo O'Hi-
ggins, Manuel Bulnes, Juan Williams, José Vicente Bus-
tillos, Federico Field, Guillermo Frick, Alejandro Vial,
Luis Troncoso, Francisco Fierro, Gabriel Izquierdo, José
Ignacio Vergara, José Zegers, Juan José Dauxion de La-
vayene, Carlos Ambrosio Dossier, José Alberto D'Albe,
Robert Fitz-Roy, Charles Darwin, Claudio Gay, Ignacio
Domeyko, Bernardo Philippi, Andrés Bello, Amado Pis-
sis, James M. Gillis y Carlos Moesta. Mientras que la
publicación que resaltó por la divulgación de los cono-
cimientos sobre los territorios australes, subantárticos
y antárticos, sean estos de cualquier naturaleza, fue
la revista Anales de la Universidad de Chile la que, a
su vez, fue el principal medio de intercambio y/o can-
je que tuvo el país para adquirir publicaciones de si-
milares o iguales características que se publicaban en
Europa.
La segunda etapa, llamada “Colaboración Científica
Chilena al Conocimiento Antártico Internacional, 1874-
1883”, se caracterizó por la influencia que los hombres
de ciencias extranjeros avecindados en el país genera-
ron sobre los gobiernos nacionales para aumentar y
ampliar los contactos con las nacientes organizaciones
científicas de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos,
siendo estas también las primeras en comenzar a con-
vocar con mayor recurrencia la colaboración de Chile
para emprender actividades científicas en las costas
australes y continente antártico (Berguño, 1998). Es
así, que en base a ese objetivo, entre otros, se creó la
Oficina Hidrográfica de la Armada de Chile en 1874 que
se sumó a los trabajos que realizaban el Museo de His-
toria Natural, la Universidad de Chile y el Observatorio
Astronómico. Estas instituciones a través de una mutua
colaboración lograron repotenciar los estudios desti-
nados a esclarecer la intrincada geografía nacional y
determinar sus posibles potenciales económicos, espe-
cialmente los marítimos, desde el sur de Chiloé hasta
79
La formación y consolidación de la conciencia territorial...
el Cabo de Hornos e, incluso, proyectándolos hasta las
mismas islas subantárticas (Berguño, 1999).
La propuesta que se realizó en el Congreso Interna-
cional de Meteorología celebrado en Roma en 1879,
de levantar una serie de observatorios en la periferia
del continente antártico con el objeto de obtener da-
tos meteorológicos, climatológicos y magnéticos, tuvo
como resultado la organización de varias conferencias
—Chile fue representado por Carlos Moesta- que dieron
vida al Primer Año Polar Internacional de 1882-1883.
Este hecho, es el primer intentó internacional de co-
laboración organizada entre naciones, instituciones y
hombres de ciencias —Chile se hizo presente a través de
la Oficina Hidrográfica de la Marina y el Observatorio
Astronómico- y que tuvo como resultado un aumento
de la interdisciplinariedad de las ciencias y el intercam-
bio de conocimientos sobre las zonas polares (Rogers,
1982).
En estos años, las personalidades que destacaron y
que se sumaron a los que aún continuaban del período
anterior, fueron, por ejemplo, Francisco Vidal Gormaz,
Alejandro Bertrand, Óscar Viel, Enrique Simpson, Juan
Tomás Rogers, Baldomero Pacheco, Ramón Serrano,
Alberto Fuentes, Recaredo Amengual, Enrique lbar,
Pablo Ortega, Álvaro Bianchi Tupper, José Toribio Me-
dina. Mientras que las publicaciones que se sumaron
a los Anales de la Universidad de Chile en el proceso
de divulgación del conocimiento fueron el Anuario Hi-
drográfico de la Marina de Chile y la Revista de Marina.
La tercera etapa, definida como “Consolidación de la
Conciencia Territorial Antártica Chilena, 1884-1916”, se
caracterizó por el aumento de la preocupación de los
gobiernos por los territorios y mares subantárticos y
antárticos, especialmente, por las continuas controver-
sias diplomáticas y fronterizas con la República Argenti-
na, por el rápido aumento de la explotación clandesti-
na e indiscriminada de los recursos marítimos y por las
constantes solicitudes de la comunidad científica inter-
nacional para que Chile participará en las actividades
antárticas (Pinochet de la Barra, 1981; Berguño, 1993;
Escudero, 1953; Jara y Mancilla, 2014). Estos factores,
más otros que fueron apareciendo, habrían generado
que el Museo de Historia Natural de Chile, Universidad
de Chile, Observatorio Astronómico Nacional, la Ofici-
na Hidrográfica de la Marina de Chile y otras nuevas
instituciones que se sumaron como, por ejemplo, el
Museo de Historia Natural de Valparaíso (1878), la So-
ciedad Científica de Chile (1891), el Servicio Sismoló-
gico Nacional (1908) y la Sociedad Chilena de Historia
y Geografía (1911), vieran la necesidad de acelerar las
investigaciones científicas para consolidar la conciencia
territorial antártica.
Pablo Mancilla González
Durante este período, el impulso cooperativo entre los
Estados, instituciones públicas y privadas, y hombres
de ciencias de distintas nacionalidades no se detuvo y
con el objetivo de seguir profundizando y divulgando
los conocimientos antárticos en los Congresos Interna-
cionales de Geografía de Londres, Berlín y Washington
se llamó a las sociedades científicas y hombres de cien-
cia a incentivar el envío de expediciones y colaborar
con ellas. En tal sentido, Chile consolidó su conciencia
territorial antártica con el envío de representantes a es-
tas instancias internacionales, por ejemplo, en Londres
Luis A. Goñi a nombre de Chile ofreció amplió apoyo a
las exploraciones que se dirigieran a las tierras y ma-
res antárticos; posteriormente, en Washington, Rober-
to Maldonado, apoyó la creación de un Comité Polar
Internacional; en el Congreso Mundial de Expansión
Económica celebrado en Mons y en el Primer Congreso
Polar Internacional, ambos de 1906, Luis Aldunate, in-
formó a los gobiernos sobre la importancia internacio-
nal que comenzaba a tener el continente antártico; y,
por último, Julio Montebruno, presente en el IX Nove-
no Congreso Internacional de Geografía de Ginebra de
1908, presentó un informe donde señalaba la necesi-
dad de Chile de adherir a la Comisión Polar Internacio-
nal (Montebruno, 1909; Mancilla, 2010 y 1016; Jara y
Mancilla, 2014).
Las figuras presentes en este período son, entre otros,
Manuel Señoret, Federico Puga, Luis Goñi, Luis Uribe,
Federico Chaigneau, Luis Pomar, Lindor Pérez, Agustín
Fontaine, Alberto Chandler, Jorge Boonen Rivera, An-
tonio Huneeus, Carlos Porter, Federico Delfín, Alejan-
dro Álvarez, Alberto Obrecht, Hans Steffen, Recadero
Amengual, Julio Montebruno, Alberto Edwards, Carlos
Silva Cotapos, Federico Ristenpart.
No obstante, los más importantes por la difusión que
realizaron del conocimiento antártico y por ser los que
evidenciaron en sus trabajos el fortalecimiento y con-
solidación de la conciencia territorial antártica nacional
serán Rodolfo Philippi, Francisco Fonck, Federico Al-
bert, Ismael Gajardo, Luis Riso Patrón y Fernando Mon-
tessus de Ballore, quienes realizaron constantes llama-
dos para definir los potenciales antárticos, organizar y
enviar expediciones científicas y, además, estudiar la
posibilidad de establecer una posible soberanía.
Finalmente, las publicaciones que divulgaron el conoci-
mientos antárticas fueron los Anales de la Universidad
de Chile, el Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile,
la Revista de Marina, las Actes de la Société Scientifique
du Chili y la Revista Chilena de Historia Natural y la Re-
vista Chilena de Historia y Geografía, donde sobresalen
los siguientes trabajos: “Nuevo Mapa de Chile, Traba-
jado Aquí” (Bertrand, 1884), “Los Musgos Colectados
80
por la Expedición Antártica Belga en el Estrecho de Ma-
gallanes y Tierra del Fuego” (Porter, 1900), “Dípteros
Nuevos Chilenos Descubiertos por la Expedición Antár-
tica Belga” (Porter, 1903), “Un Socorro Oportuno a los
Expedicionarios del Antarctic” (Gajardo, 1903), “Por los
Mares Australes: Reminiscencias de la Primera Campa-
ña del Antarctic a las Tierras del Rey Óscar 11” (Gajardo,
1905a), “Por los Mares Australes: Resumen de las Más
Importantes Expediciones Polares Antárticas” (Gajar-
do, 1905b), “La Antártida Americana” (Riso Patrón,
1908), “Reseña del IX Congreso Internacional de Geo-
grafía” (Montebruno, 1909) y, por último, “Observacio-
nes Sismológicas hechas por la Expedición Francesa del
Dr. Charcot en la Antártida Chilena” (Montessus, 1910).
REFLEXIONES FINALES
A pesar de los disimiles orígenes y desarrollos de la
conciencia territorial antártica de europeos y chilenos,
los procesos iniciados por ambos desembocaron final-
mente en la creación de una institucionalidad antárti-
ca internacional que se abocó a incentivar, primero a
través de los Congresos Internacionales de Geografía
y, posteriormente, por medio de la Comisión Polar In-
ternacional a los gobiernos, sociedades científicas y
hombres de ciencias para que planificaran y enviaran
expediciones al continente antártico.
Es así, que finalmente, la consolidación de la conciencia
territorial antártica europea y chilena tuvo como base
la cooperación lograda por los diferentes actores par-
ticipantes y que el principal mecanismo que utilizaron
para difundirla fueron las revistas seriadas de las Socie-
dades Geográficas o de otras interesadas en divulgar
iguales conocimientos, principalmente, en las áreas de
meteorología, magnetismo, oceanografía, glaciología,
sismología, vulcanología, batimetría, paleontología,
botánica, zoología.
AGRADECIMIENTOS
El presente artículo es parte del Proyecto Conicyt-Fon-
decyt Regular N2 1170314, titulado “El Piloto 2” Luis
Pardo Villalón y la Segunda Carta Patente Británica: La
Política Antártica Chilena entre la Pertenencia Histórica
y la Incertidumbre Internacional, 1906-1917”.
Además, se agradece al Museo de Historia Natural de
Valparaíso que permitió presentar parte de este traba-
jo en las | Jornadas Interdisciplinarias de Investigación
Antártica de Valparaíso que realizó el 24 de agosto de
2017 bajo el título “La ciencia en la formación de la
conciencia antártica chilena en las primeras décadas
del siglo XX”.
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7 | Volumen 30, 2017. Páginas 83-85
ANALES E dal Anales del Led de Historia
pa
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAISO | Natural de Valparaíso
RESTOS FÓSILES DE HOJAS EN VALPARAÍSO
Diego Campos Olivares*
Resumen: En agosto del año 2017 en la ciudad de Valparaíso fueron encontradas hojas fósiles o “improntas” per-
tenecientes a un nuevo afloramiento en la quebrada del cerro La Virgen. En éste texto se describirán en breve las
características del hallazgo que sigue en estudio y el contexto geológico y paleontológico del lugar.
Palabras Clave: afloramiento, paleontología, geología.
Abstract: In August of 2017 year in the Valparaíso city was finded fossil leafs or “imprints” belonging of a new
outcrop in La Virgen hill's ravine. In this text will be described in brief the find's characteristics that keep studying,
and the geological and paleontological context of place.
Key Words: outcrop, paleontology, geology.
INTRODUCCIÓN
En Chile el registro fósil se caracteriza por múltiples registros repartidos a lo largo del territorio que representan a
distintos seres vivos los cuales existieron en épocas muy diferentes, la zona central del país no es sino un ejemplo
claro del amplio potencial paleontológico que existe y que aún queda por explorar e investigar.
La V región posee una gran cantidad de afloramientos fosilíferos que datan desde hace 300 millones de años en
Puchuncaví, hasta hace unos miles de años antes de nuestra época.
El presente yacimiento mencionado posee características únicas, siendo de los pocos afloramientos cenozoicos
(entre 66 millones y 11.200 años atrás) capaz de conservar vegetación en la zona central.
1 Estudiante segundo medio, Colegio Mar Abierto. Correo: diego.p.campos.o(Wgmail.com.
83
Diego Campos Olivares
LUGAR DEL HALLAZGO
El sector donde se encontraron los restos de vegeta-
ción está ubicado en la ladera oeste del cerro La Virgen
alrededor unos 80 msnm. Cercano a la estatua de la
Virgen y corresponde a una unidad sedimentaria que
se extiende desde los cerros Las Delicias y Ramaditas
con estratos de origen detrítico, producto de la des-
composición en fragmentos de otras rocas, en este
caso rocas graníticas que al día de hoy componen la
mayoría de los cerros de Valparaíso.
Los estratos contienen distintos tipos de rocas sedi-
mentarias como areniscas gruesas, medias y finas,
también conglomerados y brechas, todas estás con es-
casa consolidación.
RESTOS FÓSILES
Los restos fósiles descubiertos consisten en ejemplares
con alto grado de conservación en cuanto a los detalles
de la impresión a tal punto de que es fácilmente distin-
guible el tipo de hoja y las características morfológicas,
sin embargo la falta de consolidación de la roca que los
expone hace que las muestras se deterioren con facili-
dad quedando en riesgo de pérdida, los ejemplares se
encuentran en estudio en el Museo de Historia Natural
de Valparaíso.
Las hojas pertenecen al tipo de vegetación esclerófila,
el cual está adaptado a climas mediterráneos con in-
viernos lluviosos contrastados por veranos secos, para
esto desarrollaron hojas duras y porosas para retener
la humedad y también una corta distancia entre nudos.
Esta vegetación existe en la zona central a día de hoy y
se ha desarrollado desde el periodo mioceno (25-5 Ma)
debido a los numerosos cambios climáticos y geográfi-
cos (Hinojosa y Villagrán, 1997).
Figura 1. Hojas fósiles encontradas en cerro La Virgen, Valparaíso.
Figura 2. Hojas fósiles encontradas en cerro La Virgen, Valparaíso.
Los géneros mejor representados son Peumus sp. y Li-
threa sp. a los que pertenecen especies dominantes del
bosque esclerófilo, ante esto se puede inferir también
que se trata de lugares cercanos a superficies continen-
tales en las que estos organismos se desarrollaron.
Existe una alta probabilidad de que el sector pertenez-
ca a la formación Navidad (i.e. Fm. Horcón) por las ca-
racterísticas morfológicas y los tipos de areniscas y su
coloración, por ejemplo las areniscas finas grisáceas.
Figura 2. Hojas fósiles encontradas en cerro La Virgen, Valparaíso.
Figura 3. Hojas fósiles encontradas en cerro La Virgen, Valparaíso.
Figura 4. Hojas fósiles encontradas en cerro La Virgen, Valparaíso.
El sector aún permanece en estudio ya que fue recien-
temente descubierto y se relaciona con otros aflora-
mientos de la provincia de Valparaíso, como cerro Cas-
tillo en la ladera sureste o el sector de Quebrada Verde
en Laguna Verde, ambos pertenecientes a los ambien-
tes marinos de la formación Navidad, siendo el último
fosilífero con moluscos (Gana, et al. 1996).
Probablemente el sector se originó por actividad fluvial
y aluvial (canales de agua dulce esporádicos y perma-
nentes, zonas de inundación), debido a que presenta
rocas sedimentarias graduadas, lo que podría indicar
relación con las precipitaciones y similitudes con los
estratos de Potrero Alto, formación que también po-
see fósiles de vegetación pero en mal estado, de origen
continental.
85
Restos fósiles de hojas en Valparaíso...
AGRADECIMIENTOS
Agradezco afectuosamente a Loredana Rosso, Lilian
López y al equipo detrás por aceptar los ejemplares en
el Museo de Historia Natural de Valparaíso y facilitar la
divulgación de este hallazgo, también a mi amigo Emi-
liano Matthies por su apoyo en terreno.
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7 A E : a] 017. Páginas 86-99
ANALESÁES num
aL | Anales de Museo de Historia
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO | Natural de V alpar aíso
UNA MIRADA BAJO LA SUPERFICIE DE LA PLAZA O'HIGGINS,
CIUDAD DE VALPARAÍSO
Charles Garceau Saavedra?
Resumen: En el marco del proyecto de construcción de los estacionamientos subterráneos de la plaza O'Higgins,
se han realizado una serie de intervenciones arqueológicas producto del hallazgo de evidencias que han salido a la
luz. Estas dan cuenta de distintas fases de ocupación en un lapso amplio de tiempo, lo que ha venido a establecer
un precedente de lo que aún podría permanecer bajo la superficie la ciudad de Valparaíso.
Palabras Claves: Plaza O'Higgins, arqueología, Valparaíso.
Abstract: A series of stages of archaeological work have been carried out in Plaza O'Higgins as a result of the dis-
covery of evidences that have come to light, during the construction of underground parking lots. These evidences
account for different phases of human occupation over a long period of time, which has set a precedent for what
could still remain below the surface of the city of Valparaiso.
Keywords: Plaza O'Higgins, archaeology, Valparaíso.
INTRODUCCIÓN
Durante el otoño de 2016 se iniciaron las obras de construcción del proyecto de estacionamientos subterráneos
de la plaza O'Higgins. Obras como esta han sido implementadas en distintas plazas de nuestro país, como respues-
ta a la alta demanda de estacionamientos en lugares céntricos de la ciudad. Sin embargo, su centralidad dentro
del espacio urbano generalmente coincide con áreas fundacionales, o con una ocupación prolongada durante
tiempos históricos, y no con poca frecuencia también ocupaciones prehispánica. Lo último se justifica en el hecho
de que las primeras ocupaciones coloniales justamente se asientan en espacios con disponibilidad de recursos
naturales y potencial agrícola, que precisamente los pueblos indígenas también aprovecharon.
Frente a tales antecedentes el Consejo de Monumentos Nacionales (en adelante CMN), solicita implementar un
monitoreo arqueológico? para acompañar las obras de construcción del proyecto de estacionamientos subterrá-
neos de la plaza O'Higgins. Es así que durante el inicio de las obras se comienzan a detectar una serie de vestigios,
principalmente de carácter histórico, que restringen completamente la continuidad de los trabajos de construc-
ción (Galarce, 2016). Ante este panorama el CMN solicita estudios de sondeo arqueológico? , a objeto de determi-
nar las características de lo que parecía ser un yacimiento arqueológico de importancia. Fue así que en septiembre
de 2016 comenzamos los primeros trabajos de excavación utilizando técnicas arqueológicas” , logrando identificar
los componentes culturales más representativos del sitio (Garceau, 2016).
1 Arqueólogo. Email: charles.garceau(Vgmail.com
2 La implementación de un monitoreo arqueológico implica la presencia de un profesional arqueólogo principalmente durante la fase de movi-
mientos de tierra.
3 El sondeo arqueológico implica la excavación de calicatas en todo el predio a ser intervenido a objeto de caracterizar en términos arqueológicos
el depósito bajo la superficie.
4 Una excavación con técnicas arqueológicas implica extraer sedimentos de manera controlada y por niveles, tamizando y separando los materiales
culturales recuperados para ser sometidos con posterioridad a distintos análisis. Este proceso se acompaña de registro escrito, fotográfico y dibujo
técnico
86
En esa oportunidad se logra identificar un componente
mayoritariamente histórico de la fase Republicana, que
ya había sido detectado previamente durante el moni-
toreo arqueológico. Además, se identifica un compo-
nente colonial y, para nuestra sorpresa, se documenta
también un depósito prehispánico asignado a la cultu-
ra Aconcagua. Teniendo estos nuevos antecedentes, el
CMN solicita realizar un completo rescate arqueológi-
co del predio del proyecto, que involucró excavar me-
diante técnicas arqueológicas una superficie bastante
extensa, sobre todo de los sectores con mayor canti-
dad de evidencias (Garceau, 2017). Una vez concluido
este último trabajo, se autoriza en febrero de 2017 la
reanudación de la construcción del proyecto, pero nue-
vamente condicionado a un monitoreo arqueológico.
Las excavaciones con maquinara lograron rebajar has-
ta niveles más profundos, detectando, esta vez, con-
textos de funebria prehispánicos. Inmediatamente se
detienen una vez más las obras y se restringen cuatro
polígonos para ser trabajados por medio de un rescate
arqueológico adicional. Los restos culturales recupe-
rados de las distintas etapas de trabajo arqueológico
fueron sometidos a distintos análisis especializados.
A esto se suman análisis de dataciones absolutas me-
diante termoluminiscencia y carbono 14, para precisar
la cronología del componente prehispánico, además de
estudios isotópicos del colágeno de muestras de restos
bioantropológicos” .
Una mirada bajo la superficie de la plaza O'Higgins...
El presente artículo da cuenta de una experiencia de
lo que surgió cuando se abrió la tierra bajo la superfi-
cie de la Plaza O'Higgins, y sobre el aporte que entrega
el trabajo arqueológico cuando existe la posibilidad de
realizar un rescate de evidencias en un espacio como
este. Esimportante notar que la experiencia del trabajo
arqueológico es un proceso en el cual la documenta-
ción de objetos y estratigrafías se van tomando como
testigos de historias ocultas que se van revelando poco
a poco. En este proceso la visión del pasado va mutan-
do constantemente y la interpretación que se presenta
nunca puede esperarse que sea completamente obje-
tivo. En este sentido, quisiéramos validar el rol de la
imaginación en el proceso del trabajo arqueológico, y
en los resultados que puedan ser difundidos al públi-
co. Tal como señala Michael Shanks (2012), la Imagina-
ción Arqueológica tiene una importancia fundamental
en recrear el mundo detrás de una ruina en el paisaje,
reanimar a las personas detrás de objetos fragmenta-
dos dejados en la tierra. O como indica Carmel Schrire
(1995), sólo la imaginación puede darle sustancia al
sonido y gusto al tiempo que ha pasado, anclando el
sabor de los momentos perdidos en el desorden de ob-
jetos que han quedado atrás. La literatura arqueológica
generalmente se centra en macro conceptos como la
subsistencia, las estrategias de dominación, patrones
de asentamiento, entre otros. Pero limitándose a ellos,
queda un profundo silencio de las personas del pasa-
do a partir de los objetos que estos dejaron (Garceau,
2014).
Figura 1. Fotografía aérea del predio de la plaza O'Higgins donde se aprecia la distribución de las unidades de rescate arqueológico.
5 Restos óseos humanos.
Charles Garceau Saavedra
A pesar de esto, coincidimos con Alfredo Gonzalez-Rui.-
bal (2006) en que es necesario mantener reflexiones
productivas del pasado en vez de reflexiones narcisis-
tas, y que las narraciones del pasado deben estar en-
trelazadas con evidencias concretas.
Considerando este punto de partida, hablaremos de lo
que se encontró debajo de la plaza O'Higgins, preten-
diendo entregar un panorama a partir de los resultados
obtenidos del trabajo arqueológico realizado. De aquí
deriva la pregunta fundamental de lo que se expone
en este artículo: ¿Qué hay bajo los pies de las perso-
nas que ocupan actualmente la plaza O'Higgins? Luego
de presentar la recopilación de antecedentes históri-
cos para el predio, presentaremos las evidencias que
se fueron detectando durante el trabajo arqueológico.
Para esto último, seguiremos un orden inverso desde
las evidencias más recientes hasta aquellas más anti-
guas, siguiendo la lógica en cómo el arqueólogo expe-
rimenta el orden temporal, retrocediendo en el tiempo
a medida que bajamos la estratigrafía estudiada hasta
los niveles más profundos. Tal como señala el antropó-
logo Cristian Simonetti (2014), en la disciplina arqueo-
lógica se concibe el pasado bajo nuestros, mientras que
el tiempo transcurre verticalmente desde abajo hacia
arriba. Finalmente, haremos un recuento de los distin-
tos componentes expuestos, cruzando la información
documental y arqueológica, sin dejar de lado un poco
de imaginación-interpretación en este proceso.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL BARRIO DEL ALMEN-
DRAL
Durante épocas coloniales Valparaíso constituye un
poblado muy reducido, concentrado principalmente
en lo que fueron los movimientos portuarios. Tuvieron
importancia núcleos militares y religiosos que fueron
colonizando el espacio, acompañado del surgimiento
de espacios poblados. El Almendral se constituye como
un lugar de quintas y pequeñas industrias artesanales,
separado del sector de puerto por un peñon rocoso
natural denominado Punta del Cabo (actual subida
Concepción). El puerto, por su parte, se mantuvo como
centro activo de la vida comercial y bodegaje.
Especialmente a partir del siglo XVIIl Valparaíso se des-
plegó como puerta de entrada y salida de mercaderías
que iban y venían principalmente de Perú. En los mo-
mentos de cosecha el “puerto de Santiago” se llenaba
con ferias de comerciantes provenientes de las zonas
agrícolas centrales, ofreciendo sebo, piel curtida de
animales, jarcia, mulas y coco de los alrededores de
Valparaíso. Desde Perú llegaban telas, tabaco, azúcar,
miel y posiblemente alfarería vidriada (Schlipmann y
Recarte, 2006).
88
El barrio del Almendral, que ocupa actualmente la Pla-
za O'Higgins, comienza a surgir especialmente a partir
de la llegada de la orden de los Mercedarios que se ins-
talan hacia 1715, en torno a lo que es actualmente la
calle Uruguay y la calle Victoria (Morgado, 2013). En el
año 1717 se construye la primera iglesia, formando uno
de los primeros asentamientos que definen el orden
espacial — urbano del radio (Vergara y Ferrada, 2010).
Dicha orden religiosa estimuló la ocupación del espa-
cio mediante loteos y cesiones de terrenos, generando
caminos para unir el sector con el puerto, propiciado
adicionalmente por un naciente flujo hacia la capital. Es
importante recalcar que el área que comienza a tener
un desarrollo poblacional incipiente gracias a la ocupa-
ción de los mercedarios, justamente coincidiendo con
el eje de la calle Victoria, a la altura de lo que es actual-
mente es la Plaza O'Higgins. Todo parece indicar que
previo a la llegada de la orden religiosa, espacio haya
tenido un carácter nétamente rural y de uso agrícola,
posiblemente con algunas viviendas dispersas.
La primera iglesia de la Merced construida en 1717 fue
destruida por el terremoto y maremoto de 1730 (Tor-
nero, 1872), construyéndose una segunda iglesia en
el mismo lugar. En el siguiente plano de carácter ale-
górico del capitán Barbinais Le Gentil, quien viajó por
nuestro país hacia la segunda década del siglo XVIII, es
posible observar algunas construcciones hacia el sec-
tor del Almendral, incluyendo una de tipo religioso que
probablemente corresponde a la primera iglesia de los
Mercedarios (Le Gentil, 1728).
ERE 213
Va h - Pl4 R AS 0) - £
A
Figura 2. Fragmento de plano colonial de carácter alegórico de Valpa-
raíso (Le Gentil, 1728). A pesar de esto, representa el sector del Puerto
y el sector del Almendral, siendo el primero caracterizado como un es-
pacio de mayor densidad constructiva (abajo a la derecha) y el segundo
como un espacio de construcciones dispersas y concentradas en torno
a Una estructura religiosa que probablemente corresponde a la prime-
ra iglesia de los Mercedarios (arriba a la izquierda).
Hacia finales del siglo XVIII el Almendral aún se econ-
traba separado del sector del puerto. En 1778 se inau-
guró un tercer templo de la Merced, esta vez, de mayor
amplitud y construida de ladrillos. Esta iglesia se habría
construido de igual manera en lo que actualmente es la
esquina de las calles Victoria y Uruguay, con el frontis
dando hacia esta última. Esta iglesia fue ilustrada por
la viajera María Graham en su paso por Valparaíso en
1822, coincidiendo ese mismo año con un terremoto
que la derribó (Graham, 1889).
En el siguiente plano se advierte un núcleo de construc-
ciones en torno al enclave Mercedario, a ambos cos-
tados de lo será la calle Victoria y por tanto el margen
sur de la plaza O'Higgins. El resto del espacio se ob-
serva subdividido con algunas construcciones aisladas,
mierntras que el estero de las Zorras (posteriormente
llamado estero de Las Delicias y Avenida Argentina) se
observa con su cauce natural. Dicho estero constituye
la unidad hidrológica de mayor superficie en Valparaí-
so, que en conjunto con el área de inundación por las
mareas a la altura de lo que es la actual Av. Brasil, gene-
raba una barra de desembocadura del estero y un siste-
ma de estuario natural (Álvarez, 2001). Tal es así que la
actual calle 12 de Febrero se llamaba la calle Del Peligro
por las constantes amenazas de inundaciones de ese
sector. Parte de la superficie que ocupa actualmente
la Plaza O'Higgins y la totalidad del Congreso Nacional
fueron áreas de suelo libre y que eventualmente se
inundaban (Luis Álvarez com. pers.).
Figura 3. Fragmento de plano del Almendral de 1790 (en Vásquez, et al.
1999). Por el costado derecho de la imagen se aprecia el cauce natural
del estero de Las Zorras y la ilustración de construcciones a lo largo del
eje de la futura calle Victoria.
6 Fuente www.memoriachilena.cl
Una mirada bajo la superficie de la plaza O'Higgins...
Ya hacia comienzos del siglo XIX Valparaíso comienza
paulatinamente a adquirir una planta unitaria entre
el sector del Puerto y el Almendral. Notable resulta la
descripción de María Graham hacia el año 1822 de este
sector: “El Almendral se extiende más de tres millas a
lo largo, pero es muy angosto; las casas, como casi to-
das las de la ciudad son de un piso. Su construcción es
de ladrillos sin cocer, que llaman adobes, y que están
blanqueadas y techadas con tejas coloradas” (Graham,
1889). Las ilustraciones del sector del Almendral que
acompañan el trabajo de María Graham, muestran un
paisaje que aún tiene mucho de una configuración ru-
ral, lo que a su vez complementa su descripción del Al-
mendral como un lugar con chacras y pequeños cursos
de agua (Graham, 1824).
Figura 4. Ilustración de María Graham desde su casa del sector del Al-
mendral hacia el año 1822? . Vista hacia la bahía de Valparaíso. A la
izquierda (a lo lejos) se observa lo que probablemente fue la torre de la
tercera iglesia de los Mercedarios.
A partir de la independencia de la corona española, el
comercio chileno se pudo abrir a través de Valparaíso,
marcando el comienzo del periodo de mayor esplen-
dor poblacional y económico. Se consolida como un
enclave dentro de las rutas que comunicaban Europa
con la costa del Océano Pacífico a través del Cabo de
Hornos. Fue así que entre 1810 y 1822, la población
de la ciudad aumenta de 5.500 a 16.000 habitantes
con una población flotante de más de 3.000 marinos
nacionales e internacionales (Sánchez, et. at. 2009). Ya
hacia mediados del siglo XIX se advierten grandes cam-
bios, un aumento en la densidad de construcciones, y
obras urbanas como el encausamiento del estero de
Las Zorras, pasando a llamarse estero de Las Delicias.
Esto último, permite la incorporación de los sectores
previamente inundables hacia el noreste de la actual
plaza O'Higgins, tal como se puede ver en el siguiente
plano con el levantamiento topográfico de Valparaíso
de 1848 de Ramón Salazar.
Charles Garceau Saavedra
por Ramón Salazar en 1848 ”. Se observa por el costado derecho de la
imagen una línea diagonal que corresponde al encauzamiento del anti-
guo estero de Las Zorras, ahora llamado estero de Las Delicias.
En un acercamiento del mismo plano se puede obser-
var que la manzana que actualmente ocupa la Plaza
O'Higgins, se encuentra con edificaciones por todo su
contorno, incluyendo una edificación donde se lee el
texto Tivola, que coincide con el nombre de la antigua
calle Tivola (actual calle Rawson por el costado oriental
de la Plaza O'Higgins). En el plano se puede observar la
cuarta iglesia que fue diseñada por el arquitecto San-
tiago Pringle e inaugurada en 1838, cuyo frontis daba
hacia la calle Merced (Uruguay). Poseía muros de ladri-
llo y adobe, cuyo frontis presentaba dos torres peque-
ñas (Tornero, 1872).
Figura 6. Fragmento de plano de levantamiento topográfico realizado
por Ramón Salazar en 1848 con un acercamiento de la manzana de lo
que sería la futura plaza OHiggins y su entorno. Se observa la cuarta
iglesia de la Merced por el costado sur de la calle Victoria.
Figura 7. Fotografía de la calle Victoria donde se puede apreciar una
de las torres de la cuarta iglesia de la Merced, cuyo frontis daba hacia
la calle de la Merced, actual calle Uruguay. Las construcciones que se
observan a la derecha corresponden al margen sur de lo se constituiría
posteriormente como la plaza O'Higgins.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX la planta ur-
bana de Valparaíso se densifica aún más, impulsado
principalmente por el control del comercio del cabo-
tage vinculado la actividad salitrera (Vergara y Ferrada,
2010). Con todo el desarrollo en la infraestructura ur-
bana de la ciudad puerto, parece ser que la cuarta igle-
sia mercedaria quedó chica, comenzandose a construir
una quinta iglesia que fue inaugurada en 1893, esta
vez, con el frontis hacia la calle Victoria cuya ubicación
se mantiene hasta el día de hoy. Al año siguiente se de-
muele la iglesia anterior y se construye un edificio de
rentas de los Mercedarios (López, 2007).
Figura 8. Fotografía del sector del Almendral previo al terremoto de
1906. La flecha indica la quinta iglesia de la Merced, y por el costado
se observa el edificio de rentas construida en el antiguo espacio ocu-
pado por la cuarta iglesia. A su vez, se delimita en rojo la manzana que
actualmente ocupa la plaza O'Higgins, que muestra una profusión de
construcciones.
7 Fuente: Mapoteca Biblioteca Nacional Digital. http://www.bibliotecanacionaldigital.cl/bnd/631/w3-article-165715.html
Finalmente, el paisaje urbajo de Valparaíso se ve drás-
ticamente modificado con el desastre del terremoto
de 1906. En particular el sector del Almendral fue el
más devastado, ocasionado principalmente su empla-
zamiento sobre depósitos de sustrato arenoso, a lo que
se suma un gran incendio que incluye la manzana de
lo que actualmente es la plaza O'Higgins, que termina
por arrasar con lo poco que queda en pie. Es intere-
sante notar que en una publicación sobre los recuentos
de los daños del terremoto se describe el colapso de
la quinta iglesia de los mercedarios, pero también se
menciona la destrucción del edificio del Teatro Nacio-
nal ubicado hacia el margen norte de la calle Victoria
en lo que actualmente es la Plaza O'Higgins (Rodríguez
y Gajardo, 1906). Este edificio también es individuali-
zado en un plano de Valparaíso de 1897 de Francisco
Garnham, frente al edificio de rentas de la orden mer-
cedaria.
La plaza O'Higgins justamente surge como parte de la
planificación urbana post terremonto, en respuesta a
la necesidad de contar con espacios abiertos donde
fuera posible acampar al aire libre luego de una catas-
trofe como el terremoto acaecido. Por tanto, la plaza
O'Higgins se constituye como tal, creando un sello con
cubierta vegetal y paseos que invitan a la distención e
intercambio social. Poco a poco los restos que queda-
ron abajo fueron olvidados como un pasado lejano e
invisible.
RESULTADOS DE LOS TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS
Tal como se indicó más arriba, seguiremos un orden
inverso en el tiempo para ir describiendo las distin-
tas ocupaciones detectadas en el predio de la plaza,
siguiendo la lógica de descender desde la superficie;
profundizándonos a medida que se retrocede en el
tiempo, a través de la maraña de restos que fueron
documentados durante las distintas etapas de trabajos
arqueológicos. En el sitio se identifican principales tres
fases: Republicano, Colonial y Prehispánico.
Fase Republicana
Esta es la fase más representada del sitio, coincidiendo
con la densificación poblacional y el advenimiento de
la revolución industrial, además de la integración del
Almendral a un continuo urbano con el Puerto de Val-
paraíso. Para esta fase se identifican tanto evidencias
muebles (restos de utensilios y otros desechos) como
inmuebles (constructivas) que se asignan al siglo XIX,
posterior a la independencia de Chile y previo al te-
rremoto de 1906. Estas se encuentran principalmente
insertas en el estrato que hemos definido como capa
A, concentrando la mayor densidad de material cultu-
91
Una mirada bajo la superficie de la plaza O'Higgins...
ral recuperado del sitio. Corresponde a un relleno con
desechos constructivos como ladrillos, tejas, mortero,
gravilla y arena, constituyendo una matriz de suelo
heterogénea. Se logra vislumbrar una compleja red de
desagues y fundaciones asociadas a viviendas u otras
construcciones previas a la constitución de la plaza.
También es notable la presencia de contenedores de
árboles que pudieron ser parte de la configuración de
patios interiores, así como de pisos de ladrillo con dre-
najes. La presencia de gran cantidad de desechos de es-
combros de techumbre de teja y otros restos construc-
tivos sobre antiguos pisos detectados en alguna de las
unidades excavadas, podrían estar atestiguando tanto
un dinámico proceso de construcción y reconstrucción
durante este siglo, como del desastre y posterior aban-
dono como lugar residencial a partir del terremoto de
1906.
Figura 9. Detalle de muro fundación de mampostería de piedra unida
con argamasa de arena y cal. Unidad 74.
Figura 10. Cámara de ladrillos con confluencia de cañerías de cerámica
inglesa. Unidad 138.
Charles Garceau Saavedra
Figura 11. Noria o resumidero de ladrillo. Unidad 47.
Figura 12. Contenedor de árbol de ladrillo. Aún se observan restos de
las raíces de árbol en su interior. Unidad 21.
Entre los desechos y artefactos recuperados de los
sedimentos de este estrato republicano, incluyen una
secuencia que ocupa todo el siglo XIX, especialmente
representado por ejemplares diagnósticos de cerámi-
ca de alta temperatura (loza, porcelana y gres)$ . Tal
identificación está dada principalmente por atributos
estilísticos, pero más precisamente por la presencia de
sellos que permiten determinar origen y años específi-
cos. Existe un predominio de loza inglesa, y en menor
proporción loza alemana y francesa, siendo concor-
dante con relatos acerca del comercio de Valparaíso,
donde se explicita que las tiendas inglesas eran las más
numerosas y surtían de artículos de mercería y loza. Se
reconoce un predominio de los tipos de loza Whitewa-
re y Pearlware siendo ambos propios del siglo XIX.
Con respecto al análisis de vidrio realizado se puede
apreciar que la mayor parte de los ejemplares corres-
ponden a restos de botellas, asignándose casi toda la
muestra al siglo XIX ?. Esta situación obedece probable-
mente al cambio tecnológico en la industria en vidrio
para esta época, que permitió la masificación de la
producción de vidrio, y la disminución de sus costos.
Se registran etiquetados de origen alemán, francés e
inglés, especialmente vinculado al envasado de bebes-
tibles, y en menor proporción botellas de uso estético
o medicinal, y tinteros.
La gran mayoría de los elementos metálicos analizados
recuperados del sitio, provienen asimismo del siglo XIX,
en especial de la segunda década en adelante?” . Estos
objetos se encuentran representados por numerosos
restos constructivos como clavos cortados, bisagras,
cáncamos, pomos de puertas y aldabas, entre otros,
junto a objetos muebles como partes de lámparas, cla-
vos tapiceros industriales y resortes de colchón, que
pueden ser asignados a este momento. Igualmente es-
tán presentes objetos domésticos, como parte de una
plancha, restos de palmatorias, candado y dedales. Por
otra parte, esta misma ocupación muestra una alta fre-
cuencia de objetos portados por individuos, especial-
mente botones y en menor medida otros elementos de
vestuario, que provienen de una variedad de prendas
tanto civiles como militares, femeninas y masculinas, y
de telas finas a gruesas. Destaca también la presencia
de monedas en un rango de fechas con alta continui-
dad entre 1835 y 1907, incluyendo una cantidad no
menor de monedas de plata y dos monedas peruanas.
Menos abundantes son los elementos asociados a la
preparación/consumo de alimentos o bebidas, desta-
cando recipientes para cocinar en hierro fundido, cu-
biertos de aleaciones de base cobre, fragmentos de
bombillas para mate, restos de latas fabricadas con
costuras de plomo, así como objetos que podrían co-
rresponden a latas de conservas muy tempranas fabri-
cadas en bronce/latón en vez de hojalata. Esto último
no es extraño ya que las primeras conservas fueron
destinadas a usos militares, especialmente para largas
travesías marítimas. Otros objetos que probablemente
sean asignables a esta ocupación son partes de instru-
mentos de precisión, como un tubo que podría haber
pertenecido a un catalejo o artefacto similar y tornillos
de ajuste, junto a objetos relacionados con el comer-
cio, como una plancha tipográfica con una relación de
cifras que probablemente informa de transacciones o
estados financieros, sellos de plomo y una plaquita con
la inscripción de la cantidad en onzas.
8 Análisis especializado de cerámica de alta temperatura realizado por la arqueóloga Gia Lazzari
9 Análisis especializado de vidrio realizado por la arqueóloga Catalina Rodillo.
10 Análisis especializado de metal realizado por la arqueóloga Elvira Latorre.
La gran cantidad de restos arqueofaunísticos o mate-
rial óseo animal analizado** provienen de lo que fue
definido como la capa A, sugiriendo que su asignación
temporal es principalmente republicana del siglo XIX.
Las taxas mayormente representadas corresponden a
vacuno y caprinos, siendo más abundante los restos de
oveja por sobre la presencia de cabra. Por otra parte,
llama la atención la baja proporción de restos de peces
dentro de la muestra estudiada, considerando la cer-
canía al mar.
Fase Colonial
Esta fase marca un largo periodo que, como vimos,
deriva probablemente de un uso agrícola y carácter
rural de la explanada del Almendral durante al menos
los dos primeros siglos de la colonia, para comenzar un
proceso incipiente de ocupación a partir de la instala-
ción de la orden mercedaria a partir de comienzos del
siglo XVIII, que se desarrolla a lo largo del eje de la calle
Victoria en dirección al puerto. Durante nuestras exca-
vaciones arqueológicas identificamos un estrato are-
noso orgánico que seguramente corresponde al suelo
rural original. Dicho estrato es denominado capa C, y
se encuentra generalmente bajo el estrato de relleno
republicano con abundancia de desechos constructi-
vos. La capa C presenta tanto evidencias de ocupación
prehispánica como colonial, lo que sería coherente con
el suelo original de este espacio. Es interesante notar
que la capa C, a diferencia de la anterior, aporta un tipo
de loza inglesa llamada Creamware, cuya producción
fluctúa entre 1743 y 1750, esperándose su ingreso a
los puertos chilenos en la última fracción del siglo XVII!
y primera del siglo XIX. Esta capa también aporta cerá-
mica mayólica*? Alcora de origen valenciano, configu-
rándose como elemento diagnóstico cronológico con
un rango temporal similar.
En cuanto a otros elementos diagnósticos de alfarería
colonial, podemos mencionar la presencia de cerámi-
ca pulida delgada elaborada por las monjas Claras de
Santiago, asociado a la clase acomodada citadina de
la Colonia. Se caracteriza por ser de color rojo, negro
o café, con superficies bruñidas, de paredes muy del-
gadas y formas tales como pequeñas ollas o jarritos,
así como también platos bajos. Daniel Schávelzon, ha
ubicado tentativamente este tipo de cerámica entre
los años 1650 a 1780 (Schávelzon, 2001; Prieto, et. al.
2006). También se registra la presencia de cerámica vi-
driada atribuida a la producción de los jesuitas, situada
alrededor del siglo XVIIl (Schávelzon, 2001).
Una mirada bajo la superficie de la plaza O'Higgins...
Por otra parte, resulta notable que se hayan identifi-
cado elementos diagnósticos más propios del siglo
XVIl que podría estar atestiguando un asentamiento
previo al advenimiento de la orden de los Mercedarios
en el área próxima a lo que es actualmente la Plaza
O'Higgins. Nos referimos a la presencia no menor de
ejemplares de mayólica de origen panameño, que se
fabricó desde fines del siglo XVI hasta 1671, cuya ma-
nufactura fue realizada en el sitio de Panamá La Vieja.
Por su parte, la mayólica Más Allá de origen peruano,
también presente en el sitio, se popularizó de manera
posterior, pero durante la fase colonial (Prado, 2009).
Vale la pena mencionar la presencia de ejemplares de
bases de botijas, caracterizados por ser contenedores
grandes que poseían una forma globular ligeramente
cónica, con una base aguzada inestable y una boca
bastante estrecha. Según algunos autores, estas piezas
fueron utilizadas para el trasporte de alimentos agrí-
colas desde España a América, especialmente aceite y
vino, durante todo el siglo XVI (Sánchez, 1996).
En cuanto a los objetos metálicos para tiempos colonia-
les, podemos destacar objetos de fabricación artesanal
tanto en hierro como en bronce/latón, con una varie-
dad artefactual menor a la fase republicana, propia
de momentos preindustriales, siendo conspicuos los
clavos forjados. Junto a ellos se distinguen algunos ar-
tefactos de terminaciones estructurales, fijaciones de
muebles, escasos elementos de vestuario, ornamen-
tos, monedas y proyectiles esféricos de hierro (balas).
Destaca la presencia de dos crucifijos fabricados sobre
bronce/latón, evidencias de la religiosidad de un grupo
que tiene acceso a algunos metales, pero no a la joye-
ría de raigambre europea, ya sean parte del clero o de
la población seglar. En cuanto a las monedas para esta
fase se registran de 1733, 1792, 1810 y 1817, todas alu-
sivas a la corona española.
Para la fase colonial no se descarta que parte de las
estructuras registradas durante nuestras excavaciones,
especialmente las fundaciones de mampostería de
piedra más toscas con argamasa de barro, puedan ser
exponentes de una fase de ocupación rural previa a la
republicana.
Fase Prehispánica
En general esta fase se presenta en menor densidad en
comparación a los componentes históricos del sitio, sin
embargo, son notables los ejemplares diagnósticos de
cerámica vinculados a la cultura Aconcagua, además de
elementos atribuibles al periodo de ocupación Inca.
11 Análisis especializado de material arqueofaunístico realizado por los arqueólogos Rafael Labarca y Elisa Calas.
12 La mayólica se diferencia de la loza por ser confeccionada mediante una cocción a baja temperatura.
Charles Garceau Saavedra
A pesar de existir una importante intervención en el ya-
cimiento arqueológico producto del desarrollo urbano
de la fase republicana, se pudo contar con una buena
representación del suelo original (capa C) en algunos
sectores, con depositaciones claramente prehispáni-
cas. Estas se caracterizaron por presentar concentra-
ciones de fragmentos de conchas con presencia de
cerámica diagnóstica Aconcagua Salmón y ejemplares
tricromo engobado” . El tipo Aconcagua Salmón se ca-
racteriza por la presencia de decoraciones negro sobre
salmón, rojo sobre salmón por las superficies exterio-
res o interiores de las vasijas, mientras que el segundo
está caracterizado por la presencia de fragmentos con
decoraciones negro sobre blanco, y negro y rojo sobre
blanco frecuentemente aplicadas por la superficie inte-
rior. Esta última cerámica puede presentar elementos
diaguita incaicos, así como también Aconcagua, pero
se inscriben dentro de lo que se denomina Inca local,
ya que sus aspectos morfológicos y decorativos se acer-
can estilísticamente a la cerámica Diaguita. Ha sido de-
finido comúnmente como un contexto alfarero de po-
blaciones locales que denota influencia Inca (Sánchez,
et. al. 2004). Sin embargo, no pueden ser consideradas
como parte del conjunto alfarero de los grupos del Nor-
te Chico, por lo que se piensa que corresponderían a
piezas producidas localmente (González, 2000).
Es importante notar que el tipo Aconcagua Salmón en
otros sitios del mismo periodo en Chile Central es mu-
cho más frecuente en la costa que en el interior, mien-
tras que el tipo Aconcagua Rojo Engobado es mucho
más frecuente en el interior que en la costa (Sanhueza,
et al. 2003). En este sentido el sitio Plaza O'Higgins se
comporta de acuerdo a lo esperado por su localización
en la costa, siendo el tipo Aconcagua Salmón el más
frecuente. Finalmente, es importante señalar que un
fragmento de cerámica negro sobre salmón analiza-
do por termoluminiscencia obtuvo un fechado 1450
a.C. (565 +- 50 años A.P.)** , lo que es coherente con
la cronología asignada a la ocupación incaica en Chile
Central.
Notable resulta la recuperación de importantes con-
textos funerario asignados a esta fase cultural, con un
importante aporte de vasijas completas como ofrendas
mortuorias. Las piezas que fueron clasificadas como al-
farería Aconcagua se caracterizan por diseños del tipo
Aconcagua Tricromo Engobado o Aconcagua Salmón
Policromo y del tipo Aconcagua Negro sobre Salmón.
Estos presentan motivos netamente Aconcagua, tales
como líneas paralelas quebradas con pestañas, rombos
con líneas paralelas quebradas y triángulos con pesta-
ñas.
Figura 13. Vasija 12. Tipo Aconcagua Tricromo Engobado
Figura 14. Vasija 3. Tipo Aconcagua Negro sobre Salmón.
Las piezas que pudieron ser clasificadas dentro del tipo
Inca Mixto o Inca Local, se caracterizan por presentan
diseños sobre la superficie interior que muestran ele-
mentos incaicos, diaguita - incaicos y Aconcagua, tales
como reticulado, líneas paralelas quebradas con pesta-
ñas, patrón laberinto y laberinto con pestañas.
Figura 15. Vasija 2. Tipo Inca Mixto.
13 Análisis especializado de material cerámico realizado por los arqueólogos Claudia Solervicen, Sebastián Avilés y Mariela Torres.
14 Datación de cerámica por termoluminiscencia realizada en el Laboratorio de Dosimetría del Instituto de Física de la Pontificia Universidad
Católica de Chile.
Figura 16. Vasija 5. Tipo Inca Mixto.
A parte de la cerámica, también se registra material
vinculado a los procesos de talla lítica para fabricar ins-
trumentos cortantes y puntas de proyectil*”. Estas últi-
mas son propias de tiempos tardíos en Chile Central,
caracterizado por ser triangulares pequeñas de base
escotada. A esto se suma la presencia de artefactos de
molienda como morteros y manos de moler.
Figura 18. Mortero de piedra prehispánico de Plaza O'Higgins.
Una mirada bajo la superficie de la plaza O'Higgins...
El metal es otra categoría de material cultural que re-
presenta la ocupación prehispánica en el sitio (Latorre,
2017). Primero, es de notar que para la zona central
de Chile los hallazgos de objetos metálicos de cronolo-
gía prehispánica son bastante escasos, especialmente
para sitios costeros. En términos generales se puede
indicar que el conjunto metálico prehispánico en el si-
tio se puede asignar al período tardío, por la presencia
de cinceles y barras, categorías artefactuales que sólo
aparecen en Chile Central con la expansión del imperio
Inca. Por su parte, existe estrecha afinidad en cuanto a
dimensiones y morfología con piezas de sitios contem-
poráneos a la zona meridional del Norte Semiárido. Se
sugiere, por tanto, que los objetos corresponden a una
tradición metalúrgica Diaguita y habrían sido fabrica-
dos ya sea en el Norte Semiárido o en la zona central
por artesanos Diaguitas, puesto que las coincidencias
son muy estrechas y no hay antecedentes previos para
la mayor parte de los artefactos.
Figura 19. Anzuelos prehispánicos de cobre del sitio Plaza O'Higgins.
Figura 20. Cincel prehispánico de cobre del sitio Plaza O'Higgins.
15 Análisis especializado de material lítico realizado por el arqueólogo Patricio Aguilera.
Charles Garceau Saavedra
Si bien los restos arqueofaunísticos muestran una baja
frecuencia de restos óseos de pescado en general para
el sitio, es importante notar que estos se encuentran
más concentrados en la capa C, lo que podría estar acu
sando un aporte importante de este recurso durante
tiempos coloniales y prehispánicos. La presencia de
ejemplares de fauna nativa dentro de la muestra, como
guanaco, además de restos de otáridos (lobo de mar)
y algunos ejemplares de aves marinas sugieren un uso
prehispánico de tales recursos.
Por último, haremos referencia a los contextos funera-
rios detectados en el sitio*?. Tal como se mencionó más
arriba, durante la etapa final de monitoreo arqueoló-
gico se detectan cuatro polígonos con presencia de
entierros humanos. Uno de estos mostró la presencia
de un cuerpo incompleto previamente disturbado y sin
ofrendas. Por otra parte, hacia la porción norte del si-
tio (cerca de la calle Pedro Montt y calle Rawson) se
detectan dos polígonos con la presencia de contextos
funerarios con ofrendas de vasijas cerámicas asociadas
a la ocupación Aconcagua detectada previamente en el
sitio. Se trata de al menos 6 individuos: un adulto-joven
femenino entre 20-24 años de edad (Individuo 5), un
adulto-medio masculino entre 35-45 años de edad (In-
dividuo 6), un subasulto indeterminado (Individuo 7),
un adulto-mayor masculino entre 50-59 años de edad
(Individuo 8), un niño entre 3-5 años de edad (Individuo
9) y un infante entre 3-9 meses de edad (Individuo 10).
De estos esqueletos, se envió una muestra bioantropo-
lógica del individuo 8 para ser analizado por carbono
14 y análisis isotópico?*” . Respecto a lo primero, pode-
mos adelantar un fechado de 1.290 años a.C. (660 +-20
años A.P.), que llama la atención puesto que se trata de
un fechado del Periodo Intermedio Tardío previo a la
ocupación incaica, lo que sugiere una continuidad en
el uso de este espacio hasta la llegada del Inca. Es de
notar que el individuo 8 se encontraba acompañado
de un total de cinco vasijas, cuatro de las cuales son
monocromas sin elementos diagnósticos, y sólo una de
ellas presentaba decoración Aconcagua Tricromo Engo-
bado (vasija 12, ver Fig. 13), que perfectamente podría
ser pre incaico y por tanto coherente con el fechado
obtenido.
Finalmente, el polígono 2 ubicado más al sur, presentó
tres individuos: un adulto juvenil femenino entre 19-23
años de edad (Individuo 2), un adulto-medio indeter-
minado entre 45-55 años de edad (Individuo 3) y un
adulto-joven femenino entre 24-30 años de edad (Indi-
viduo 4). Desde un primer momento llamó la atención
que este grupo de entierros no presentara ofrendas de
cerámica como los polígonos anteriores. Esto motivó el
envío de una muestra bioantropológica del individuo
2, para ser sometido a análisis por carbono 14 y aná-
lisis isotópico, al igual que para el individuo 8, y por
tanto evaluar eventuales diferencias. Fue así que se
obtuvo un fechado de 700 años a.C. (2650 +-20 años
A.P.), lo que inmediatamente permitió establecer una
diacronía entre ambos contextos, perteneciente este
último a una ocupación de grupos cazadores recolec-
tores del periodo Arcaico Tardío. Otras evidencias de
carácter habitacional o doméstico de estas poblaciones
no han sido pesquisadas por el momento a través de
la información obtenida a partir de nuestras excava-
ciones. Debido a la cercanía de los tres individuos del
polígono 2, y la ausencia de una asociación con ofren-
das cerámicas, consideramos que probablemente los
tres pertenezcan al mismo contexto cultural. Aún nos
encontramos a la espera de analizar los resultados iso-
tópicos entre ambos contextos, que permita establecer
patrones de modos de vida (alimentación) y establecer
eventuales diferencias.
Figura 21. Fotografía de planta del individuo 8 del polígono 4. Contexto
funerario de la cultura Aconcagua.
Figura 22. Fotografía de planta del individuo 2 del polígono 2. Contexto
funerario del periodo Arcaico Tardío.
16 Análisis especializado de restos bioantropológicos realizado por la antropóloga física Violeta Abarca.
17 Análisis realizado en Center for Applied Isotope Studies de la Universidad de Georgia en Estados Unidos.
DISCUSIÓN
En base a los datos que hemos presentado sabemos,
entonces, que en el mismo espacio donde se consti-
tuye actualmente la plaza O'Higgins existió hace unos
2.700 años atrás un asentamiento de cazadores reco-
lectores que en arqueología asignamos al Periodo Ar-
caico Tardío. Aún no hemos podido encontrar indicios
de evidencias domésticas, fuera de las evidencias fune-
rarias registradas. Sabemos que el lugar que ocupa la
Plaza O'Higgins se encuentra cercano a los márgenes
de lo que antiguamente fue un humedal o estuario na-
tural de desembocadura. Este tipo de ambientes ofre-
ció abundancia de recursos por su rica biodiversidad,
lo que con seguridad fue aprovechado por poblaciones
cazadoras recolectoras del periodo Arcaico. No es difícil
imaginar un campamento de pequeñas chozas cubier-
tas de cuero de guanaco y fibras vegetales a la luz rojiza
del sol de atardecer que logra alumbrar entre las nubes
del horizonte.
Unos 2.000 años después, lo que llamamos cultura
Aconcagua ocuparía este mismo espacio, congregando
a un mayor número de familias. Sus viviendas proba-
blemente fueron elaboradas en quincha (ramas y ba-
rro), cubiertas con techo de fibras vegetales extraídas
del mismo estuario. Estos habitantes aprovecharon los
recursos del mar por medio de la pesca y posiblemen-
te también la cacería de mamíferos marinos. Pero por
sobre todo consumieron alimentos producidos en sus
propios huertos de la explanada del Almendral, ade-
más de productos de los valles interiores como fruto
del intercambio. Sus familiares difuntos, enterrados en
el sustrato arenoso cercano a sus habitaciones, acom-
pañaron a los vivos en los movimientos y en el tiempo
transcurrido en la aldea, el procesamiento y molienda
de los alimentos.
Poco después llegarían los Incas como los nuevos me-
diadores de las entidades del paisaje, especialmente
con los señores de las montañas que controlaban la
fertilidad de los campos. Los gobernantes incaicos se
harían presente en estos nuevos territorios, marcando
grandes cambios y estableciendo relaciones de pres-
tigio y reciprocidad con los caciques locales. Aquellas
relaciones de prestigio se simbolizaban con el acceso a
objetos nuevos como mejores anzuelos de cobre y cin-
celes del mismo material. Se integran nuevos estilos de
otras culturas, especialmente de origen Diaguita. Nue-
vos elementos decorativos fueron incorporados por los
alfareros de la cultura Aconcagua, produciendo lo que
llamamos Inca Mixto.
18 Nombre quechua que se le dio al imperio Inca.
Una mirada bajo la superficie de la plaza O'Higgins...
Todo parece indicar que el pueblo Diaguita adquiere
una posición privilegiada dentro del Tawantinsuyu!* , y
que en cierta medida sirven de intermediarios con el
nuevo modo de organización, seguramente asumiendo
el rol de mitmakunas?*,
A partir, de la llegada de los europeos a estas tierras,
mucho sabemos de los grandes cambios que vivieron
los pueblos originarios. La tierra se divide y se entre-
ga a los conquistadores, junto con la encomienda de
mano de obra indígena. Durante la colonia el sector
del Almendral pasa por un largo periodo como suelo
netamente rural. Como vimos, existen elementos que
acusan algún tipo de instalación durante el siglo XVII
en el sitio que ocupa la plaza O'Higgins, previo a la lle-
gada de la orden Mercedaria. A partir de la llegada de
estos últimos, se constituye un eje de desarrollo a lo
largo de lo que actualmente es la calle Victoria, a partir
de un centro religioso que también maneja algún nivel
de comercio y movimientos con el puerto, y de la ruta
hacia Santiago.
Luego de la independencia de Chile, sumado al adve-
nimiento en nuestro país de la revolución industrial y
de la apertura económica, Valparaíso se sitúa en un
punto clave. En este punto de inflexión en el desarrollo
de la ciudad, el sitio de la plaza O'Higgins, pasa de ser
un espacio rural o semi rural, a uno fuertemente urba-
no que vive aceleradas transformaciones constructivas
y arquitectónicas. Esto lo pudimos presenciar por la
abundancia de desechos domésticos y un depósito de
relleno con alta densidad de restos de construcciones
asignados al siglo XIX. Dicho depósito probablemente
se ve aumentado de manera dramática a partir de la ca-
tástrofe del terremoto de 1906, donde todo lo que ha-
bía en este espacio, así como gran parte del Almendral,
se viene abajo. A partir de este momento la planifica-
ción post terremoto contempla la construcción de una
plaza como un espacio necesario, no sólo por su valor
estético y de uso público, sino por su importante papel
que espacios abiertos como estos adquieren luego de
un terremoto para acampara al aire libre.
CONCLUSIONES
Los descubrimientos arqueológicos de la Plaza O'Hi-
ggins vienen a establecer un hito patrimonial dentro
del paisaje urbano de Valparaíso. Bajo su cubierta de
árboles, paseos y bancas para el descanso, propio de
las plazas de nuestro país, yacía una historia que habla
sobre distintas ocupaciones que se dieron en el tiempo
y que terminan con el desastre del terremoto de 1906.
Fue justamente a partir de este último evento que se
19 Colonos dentro del sistema de traslado de poblaciones muy propio del sistema de dominio incaico.
Charles Garceau Saavedra
constituye la plaza, creando un sello (la plaza) que de-
tiene en el tiempo lo que queda debajo. Esto en tér-
minos arqueológicos es algo notable como fenómeno.
Otro aspecto notable del sitio es la representación de
distintas ocupaciones a lo largo del tiempo, incluyendo
evidencias prehispánicas que establecen un preceden-
te dentro de la literatura arqueológica.
El potencial de información contenida en los objetos
recuperados de la plaza O'Higgins es enorme. Por limi-
taciones de espacio hemos presentado aquí una ligera
pincelada, tanto en términos de los datos como de las
posibles interpretaciones del registro. A partir de los
análisis de las distintas categorías de materiales cultu-
rales recuperados, aún se puede ahondar en distintas
preguntas de investigación. Dichos materiales han que-
dado almacenados siguiendo estrictos protocolos de
conservación en dependencias del Museo de Historia
Natural de Valparaíso. Institución que los custodiará
para que queden a disposición de futuras investigacio-
nes y para difundir sobre los descubrimientos que se
obtuvieron de este sitio arqueológico ubicado en plena
ciudad.
Queremos recalcar la importancia que tienen los tra-
bajos de rescate arqueológico que van de la mano
de nuevas obras de infraestructura y progreso. Sobre
todo, porque los sedimentos contenidos en una estra-
tigrafía de un depósito arqueológico constituyen un
registro que sólo se puede leer una vez, y cuya lectura
sólo se puede realizar mediante el lente metodológico
del quehacer arqueológico.
A través del trabajo expuesto, se ha pretendido apor-
tar en la difusión del trabajo arqueológico de la Plaza
O'Higgins a los habitantes del presente, al abrir una
ventana como esta hacia el pasado. En este proceso se
reformula y resignifica este patrimonio como parte del
imaginario y la identidad del lugar, y de paso se con-
memora a aquellos que habitaron en este lugar antes
que nosotros.
AGRADECIMIENTOS
Quisiera agradecer a las decenas de arqueólogos y sus
ayudantes, además de conservadores, dibujantes, to-
pógrafos y cineastas, que hicieron posible un completo
registro del rescate arqueológico de Plaza O'Higgins.
98
Figura 23. Vista de trabajos arqueológicos realizados en el sitio Plaza
O'Higgins.
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Volumen 30, 2017. Páginas 100-107
Anales del cito de Historia
Natural de Valparaíso
ANALESÍTE
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DI VALP ARAISO
CONOCIMIENTO DE LA COMPOSICIÓN DE LA RIQUEZA DE ESPECIES DE PECES
DULCEACUÍCOLAS, PRODUCTO DE LAS MODIFICACIONES HÍDRICAS EN RÍOS Y ESTEROS
GENERADAS POR EL FENÓMENO DE SEQUIA EN LA REGIÓN DE VALPARAÍSO
Sergio Quiroz Jara*, Juan Carlos Orellana Yevenes? €: Juan Fernandez Méndez?
Resumen: Los últimos años Chile ha sido marcado por un déficit de precipitaciones que ha disminuido las reservas
de aguas, afectando los cursos de agua a lo largo del país. Por este fenómeno de sequia prolongada, podemos
asumir que la comunidad de peces dulceacuícolas se ve directamente afectados, esencialmente porque, como or-
ganismos estrictamente acuáticos dependen de la disponibilidad del vital elemento para la obtención de oxígeno,
alimentación y reproducción.
La existencia de esteros y ríos sin agua, provoco una disminución de las distribuciones espaciales de las pobla-
ciones de especies icticas, es así que especies nativas como Basilichthys microlepidotus hallan disminuidos su
rango de distribución en un 50%, debido y producto de la sequía los cuerpos de aguas (ríos Petorca, Ligua, estero
Catapilco y Casablanca) que habitualmente se registraba, hoy se encuentran sin agua. Situación que también
afectó a las poblaciones de Trichomycterus areolatus con un 42% y Cheirodon pisciculus con 40% de pérdida en
sus distribuciones
Palabras claves: Peces dulceacuícolas, sequia, Región de Valparaíso.
Abstract: In recent years Chile has been marked by a lack of rainfall has decreased the water reserves, affecting
the water courses throughout the country. By this phenomenon of prolonged drought, we can assume that the
community of freshwater fishes is directly affected, essentially because, as strictly aquatic organisms depend on
the availability of vital element for obtaining oxygen, feeding and reproduction.
The existence of swamps and rivers without water, led to a decline in the spatial distributions of the populations
of fish species, so that native species like Basilichthys microlepidotus are diminished its range in a 50%, because of
the drought and the bodies of waters (rivers Petorca, La Ligua, Catapilco y Casablanca) which are usually recorded,
today are without water. A situation that also affected the populations of Trichomycterus areolatus with a 42%
Cheirodon pisciculus and with 40% loss in their distributions.
Keywords: Freshwater fish, drought, Valparaiso Region.
1 Curador, Departamento de Ciencias, Museo de Historia Natural de Valparaíso, sergio.quiroz(Wmuseosdibam.cl.
2 Estudios y Restauración Ambiental Sustentable, contacto(OWerasustentable.cl
100
ANTECEDENTES
La ictiología en la Región de Valparaíso
Estudios sobre fauna de peces de agua dulce de la Re-
gión de Valparaíso son escasos. Uno de los primeros
aportes lo realizó Eigenmann (1927) quien desarrolló
un extenso estudio a nivel nacional y de manera tan-
gencial cito algunas especies de la Región, establecien-
do un probable origen de esta fauna. Más centrado en
la región se encuentra el aporte de Dazarola (1972),
el cual se refiere particularmente a la distribución de
la ictiofauna del río Aconcagua. Este autor reconoció
17 especies, de las cuales ocho son nativas Carago-
la lapicida, Cheirodon pisciculus, Galaxias maculatus,
Trichomycterus areolatus, Basilichthys microlepidotus,
Basilichthys regia laticlavia, Mugil cephalus y Percich-
thys melanops, y nueve exóticas Salmo trutta, Salmo
fontinalis, Gambusia affinis, Cnesterodon decemmacu-
latus, Cyprinus carpio, Carassius carassius, Tinca tinca,
Odonthestes bonariensis y Cichlasoma facetum. Como
también para el estero Marga - Marga, donde describe
cinco especies, tres nativas Basilichthys microlepidotus,
Trichomycterus areolatus y Cheirodon pisciculus, y dos
introducidas Cyprinus carpio y Carassius carassius.
Barría y Boré (1978), al estudiar la calidad del agua del
estero Limache, afluente del río Aconcagua, en vista de
la futura construcción del embalse Los Aromos, esta-
blecen que la ictiofauna en el estero Limache ha dis-
minuido tanto en su distribución como su diversidad,
entre la zona de descarga (Puente de Colmo) y Que-
ronque (Limache), reconociéndose cinco especies: Di-
plomystes chilensis, Cheirodon pisciculus, Percichthys
trucha, Gambusia affinis y Basilichthys microlepidotus.
En el estudio de línea de base en el río Aconcagua rea-
lizado por la Consultora Kristal- Homsi et al.,(1996),
se cita la presencia de cinco especies de peces, para
el tramo comprendido entre San Felipe y Puente de
Colmo, de las cuales tres corresponden a especies na-
tivas: Cheirodon pisciculus, Trichomycterus areolatus y
Basilichthys australis; y dos exóticas: Cyprinus carpio y
Gambusia affinis.
Baeza (1998) plantea la situación actual de la fauna
íctica del Estero Limache, entre el Sector de Los Cha-
parros y Puente Colmo, reconociendo la presencia de
doce especies, de las cuales cinco son nativas Cheiro-
don pisciculus, Trichomycterus areolatus, Basilichthys
microlepidotus, Mugil cephalus y Percilia gillissi; y siete
foráneas: Cyprinus carpio, Cnesterodon decemmacula-
tus, Gambusia affinis, Cichlasoma facetum, Carassius
carassius y Odonthestes bonariensis.
101
Conocimiento de la composición de la riqueza de especies...
Quiroz (1999) establece la ictiofauna presente en el Es-
tero de Viña del Mar, entre el Puente las Cucharas, en
el sector alto de la ciudad homónima y su desembo-
cadura, reconoce ocho especies de las cuales dos son
nativas Trichomycterus areolatus y Basilichthys micro-
lepidotus y seis foráneas Cyprinus carpio, Cnesterodon
decemmaculatus, Gambusia affinis, Cichlasoma face-
tum, Odonthestes bonariensis y Cheirodon interruptus.
Y Zunino (2009) registra las comunidades de peces en
11 desembocaduras de ríos y esteros de la región de
Valparaíso. Los resultados muestran 23 especies, de
las cuales el 68,8% (14 especies) son nativas y/o endé-
micas. Quiroz (2009), genera un compilado a través de
una guía de campo de las especies de peces dulceacuí-
colas de la región de Valparaíso, estableciendo un total
de 25 especies.
PROBLEMA DE ESTUDIO
Los últimos años Chile ha sido marcado por un déficit
de precipitaciones que ha disminuido las reservas de
aguas y afectando los cursos de agua a lo largo del país.
Según datos de la Dirección Meteorológica, el período
entre 2003 y 2014 ha sido la década más seca desde
1866 para la zona central que comprende desde la re-
gión de Coquimbo hasta Biobío y 2014 se perfiló como
el quinto año consecutivo de déficit pluvial en la zona.
Considerando lo anterior, podemos asumir que la co-
munidad de peces dulceacuícolas se ve directamente
afectadas por este fenómeno de sequia prolongada,
esencialmente porque, como organismos estrictamen-
te acuáticos dependen de la disponibilidad del vital
elemento para la obtención de oxígeno, alimentación
y reproducción. Y si estas condiciones no son favora-
bles pueden llevar a la mortandad de una gran canti-
dad de individuos, como también puede provocar una
fragmentación de las poblaciones, situación originada
por la baja de los niveles de agua, generando pozones
aislados en toda la extensión del cauce del río o estero.
De los antecedentes, podemos ver que los últimos le-
vantamientos de información sobre las comunidades
de peces en la región de Valparaíso, fueron desarrolla-
dos en el año 2009. Hoy ya transcurridos ocho años,
en los cuales se ha producido el fenómeno de sequia
antes descrito, se hace necesario y urgente desarrollar
un estudio que permita conocer hoy la situación co-
munitaria de los peces dulceacuícolas de la Región de
Valparaíso.
Sergio Quiroz, Juan Carlos Orellana €: Juan Fernandez
METODOLOGÍA
Área de Muestreo
El trabajo se realizó en 11 cuerpos de aguas, ríos y es-
teros exorreicos de la región de Valparaíso (Figura 1).
De Norte a Sur se prospectaron los siguientes cuerpos
de aguas: Estero Guaquén (UTM 270253 E/6418374
N), Río Petorca (UTM 320027 E/6430393 N), Río Ligua
(UTM 293685 E/640667 N), Estero Catapilco (UTM
278425 E/6391878 N), Río Aconcagua (UTM 325811
E/6372276 N), Estero Reñaca (UTM 263160 E/6349014
N), Estero de Viña del Mar (UTM 266261 E/6340404
N), Estero Puangue (UTM297804 E/6327054 N) , Este-
ro el Sauce (UTM 251472 E/6333819 N), Estero Casa-
blanca (UTM 267242 E/6313637 N), Estero del Rosario
(UTM 267262 E/6294015 N) y Río Maipo (UTM 258415
E/6275786N).
REGION DE COQUIMBO
ARGENTINA
e
O
L
O
É
8)
z
Q
e
REGION
METROPOLITANA
Figura 1. Esteros y ríos propuestos para estudio de la Región de Val-
paraíso.
Se realizaron los muestreos en cada cuerpo de agua
donde se fijaron tres estaciones de trabajo: curso alto,
curso medio y desembocadura. Cada estación presento
una longitud máxima de 100 metros de longitud.
La captura de peces se realizó en cada una de las esta-
ciones a través de la técnica de pesca eléctrica con un
equipo SAMUS 725 MP de última generación, con un
esfuerzo hombre de captura que se estandarizó in situ.
Los individuos capturados con chinguillos, fueron de-
positados en baldes con la misma agua del río más un
sistema de aireación portátil. Fueron identificados,
cuantificados y registrados sus características biométri-
cas de Longitud Total (LT), Longitud estándar (LE), y an-
cho, por medio de un ictiómetro ó un pie de metro de 1
mm de precisión y pesados usando una balanza digital
marca Jadever, modelo “SNUG — 300” de 0,1 gramos de
precisión. Terminado lo anterior estos se mantuvieron
en baldes de recuperación para ser nuevamente de-
vueltos a su hábitat.
Con los datos obtenidos en las tres estaciones, se reali-
zó un análisis de los parámetros ecológicos a través de
los índices de similitud y diversidad aplicando el So-
fware Biodiversity Pro, versión 2.0.
RESULTADOS
Riqueza
Los resultados obtenidos en la campaña del mes de
septiembre de 2015 nos muestran que de los 11 cuer-
pos de aguas investigados, sólo siete se encuentran
naturalmente activos por presentar agua en su cauces,
estos fueron Estero Guaquén, Río Aconcagua, Estero
Reñaca, Estero de Viña del Mar, Estero Puangue, Estero
el Sauce y Río Maipo.
El muestreo permitió establecer una riqueza de la ic-
tiofauna regional (Tabla 1) de 12 familias (Characidae,
Trichomycteridae, Galaxiidae, Mugilidae, Atherinopsi-
dae, Percichthyidae, Perciliidae, Salmonidae, Cyprini-
dae, Characidae, Poecilidae y Cichlidae) con 16 espe-
cies. De estas últimas se registraron nueve especies
nativas (Cheirodon pisciculus, Trichomycterus areola-
tus, Galaxias maculatus, Mugil cephalus, Basilichthys
microlepidotus, Odontesthes brevianalis, Percichthys
trucha, Percichthys melanops y Percilia gillissi) y siete
especies exóticas (Oncorhynchus mykiss, Salmo trutta,
Cyprinus carpio, Cheirondon interruptus, Cnesterodon
decemmaculatus, Gambusia holbrooki y Australoheros
facetus).
Respecto a la riqueza especifica por cuerpo de agua,
vemos en tabla 1, que para el norte de la región de
Valparaíso, sólo el Estero Guaquen presentó disponibi-
lidad de agua en su cauce, presentando sólo una espe-
cie exótica: Gambusia holbrooki, Al sur de la región, el
río Maipo agrupo en sus aguas un total de 10 especies;
de las cuales seis son nativas: Cheirodon pisciculus,
Trichomycterus areolatus, Galaxias maculatus, Mugil
cephalus, Basilichthys microlepidotus, Odontesthes
brevianalis y cuatro exóticas Cyprinus carpio, Cheiron-
don interruptus, Cnesterodon decemmaculatus, Gam-
102
Estero Guaquen
Ría Aconcagua
Estero Reñaca
au JEstero de Viña del Mar
Estero el Sauce
Estero Casablanca
Estero del Rosario
Pb JEstero Puangue
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[ra
1
dl:
2
E
1
1
Tabla 1. Fauna ictica registradas en los cuerpos de aguas superficiales
estudiados de norte a sur de la región. En color se indican los cuerpos
que se encontraban sin agua: Río Petorca, Río la Ligua, Estero Catapilco,
Estero Casablanca y Estero del Rosario.
La mayor riqueza se presenta en el centro de la región,
donde los cinco cuerpos de aguas estudiados presenta-
ron especies. El Estero de Viña del Mar registró un total
de ocho especies. De las cuales sólo tres son nativas
(Cheirodon pisciculus, Trichomycterus areolatus y Basi-
lichthys microlepidotus) y cinco exóticas (Cyprinus car-
pio, Cheirodon interruptus, Cnesterodon decemmacu-
latus, Gambusia holbrooki y Australoheros facetus),
le sigue en términos de riqueza de especies el Estero
Puangue, en la localidad de Colliguay con siete espe-
cies de las cuales cinco son nativas (Trichomycterus
areolatus, Cheirodon pisciculus, Percichthys trucha,
Percichthys melanops y Percilia gillissi) y tres exóticas
(Oncorhynchus mykiss, Salmo trutta y Cheirondon in-
terruptus). A continuación el Río Aconcagua presentó
una especie nativa (Trichomycterus areolatus) y cuatro
exóticas (Cyprinus carpio, Cheirodon interruptus, Cnes-
terodon decemmaculatus y Gambusia holbrooki).
Una situación diferente se presentó en los esteros Re-
ñaca y el Sauce, en los cuales no se registraron especies
nativas, sólo exóticas. El estero Reñaca presentó sólo
una especie Cnesterodon decemmaculatus y el estero
el Sauce tres especies Cheirodon interruptus, Cnestero-
don decemmaculatus y Gambusia holbrooki.
103
Conocimiento de la composición de la riqueza de especies...
ABUNDANCIA
Las abundancias registradas fueron acotadas en cada
uno de los cuerpos de aguas estudiados, establecien-
do un total de 86 individuos, de los cuales el 40% (34
individuos) correspondieron a especies nativas, el res-
tante 60% (52 individuos) fueron especies introducidas
(Figura 2).
De las especies nativas, Trichomycterus areolatus pre-
sentó la mayor abundancia con 12 individuos, seguida
por Cheirodon pisciculus con siete individuos y Basilich-
thys microlepidotus con cinco especímenes.
Para el caso de las especies Introducidas la familia Poe-
cilidae reunió la mayor abundancia poblacional con
un total de 33 individuos alcanzando el 63% respecto
a las demás especies. La familia se encuentra confor-
mada por dos especies, Cnesterodon decemmaculatus
y Gambusia holbrooki con 15 y 18 individuos respec-
tivamente.
DISTRIBUCIÓN
Respecto a la distribución espacial, la campaña realiza-
da en el mes de septiembre de 2015, permitió visua-
lizar agrupaciones comunitarias bien definidas en los
cuerpos de aguas ubicados en el centro de la región
(Río Aconcagua, Estero Reñaca, Estero de Viña del Mar,
Estero Puangue y el Estero el Sauce) concentrando una
riqueza de 13 especies equivalente al 81% del total re-
gistrado en la región.
Se observa que la condición de sequía, en los Río Pe-
torca, Río la Ligua, Estero Catapilco, Estero Casablanca
y Estero del Rosario , han provocado una distribución
agregada de la ictiofauna hacia los tramos medio-bajo
del sistema fluvial, observando presencia de peces en
áreas potamales (aguas lentas) con sustratos de ripio
y bolones.
Es así que se registran tres grupos de distribución
agregada, en los cuales existen especies dominantes
respecto a sus abundancias: hacia el norte de la región
en el estero Guaquen único sistema con disponibilidad
de agua domina la especie introducida Gambusia hol-
brooki. Entre el río Aconcagua y el estero el Sauce se
presentan seis especies dominantes, dos de ellas na-
tivas: Cheirodon pisciculus, Trichomycterus areolatus,
y cuatro introducidas: Cyprinus carpio, Cheirodon inte-
rruptus, Cnesterodon decemmaculatus, Gambusia hol-
brooki y el tercer grupo en el río Aconcagua, con tres
especies dominantes una nativa: Mugil cephalus y dos
introducidas: Cnesterodon decemmaculatus y Gambu-
sia holbrooki.
Sergio Quiroz, Juan Carlos Orellana €: Juan Fernandez
Abundancia
cam
[=]
=
lr]
=u
A
=]
pr
<<
Figura 2. Gráfica que muestra las abundancias de la comunidad íctica de la región de Valparaíso en el mes de septiembre de 2015. En color naranjo
se presentan las especies nativas y en color azul las especies introducidas.
BIOMETRÍA
Las medidas corporales promedios de los individuos de
cada especie mostraron tendencias de longitud total
pequeñas con rangos de 3,4 cm a 18 cm para las espe-
cies nativas; mientras que las especies introducidas que
habitualmente son grandes presentaron rangos de 2,7
cm a 19 cm de Longitud total. El peso promedio presen-
to rangos de 0,2 gramos a 81 gramos, este último valor
asociado a especies nativas de tallas grandes como lo
es Mugil cephalus. En el caso de las especies introduci-
das el rango para el peso fue similar de 0,2 gramos a 98
gramos, este último valor asociado a Cyprinus carpio.
Figura 3. Especies registradas en septiembre de 2015 (A)
ANÁLISIS COMUNITARIO
El análisis comunitario nos muestra que las similitudes
están asociadas a las especies introducidas (Figura 4),
las cuales se encuentran en la totalidad de los esteros y
ríos estudiados, siendo los esteros Guaquen, Reñaca y
Sauce, los sistemas que no registraron especies nativas.
La similitud en este sentido alcanzó un 66,7% entre el
estero el Sauce y el Reñaca donde Cnesterodon decem-
maculatus es predominante.
El dendrograma refleja que el estero de Viña del Mar,
el río Aconcagua y el río Maipo presentan una simili-
tud entre 51,3% al 55,6%, por presencia de especies
nativas de las familias Characidae, Trichomycteridae y
Atherinopsidae, siendo la especie Trichomycterus areo-
latus la especie predominante.
Cheirodon interruptus, (B) Percilia gillisi, (C) Cnesterodon de-
cemmaculatus, (D) Basilichthys microlepidotus, (E) Gambusia
holbrooki y (F) Trichomycterus areolatus.
104
BrayaCuris Clustar Analysis (Single Link]
Estero de Viña del Mar
Estero Guaquen
Figura 4. Dendrograma de similitud biocenotica de las comu-
nidades icticas.
Respecto a la diversidad, los resultados nos muestran
que el río Maipo presentó la más alta diversidad con
0,93 bits/individuos, con 10 especies: seis nativas
(Cheirodon pisciculus, Trichomycterus areolatus, Ga-
laxias maculatus, Mugil cephalus, Basilichthys micro-
lepidotus, Odontesthes brevianalis y cuatro exóticas
Cyprinus carpio, Cheirondon interruptus, Cnesterodon
decemmaculatus, Gambusia holbrooki. Seguido del es-
tero de Viña del Mar que refleja una diversidad de 0,86
bits/individuos, con ocho especies: tres nativas (Chei-
rodon pisciculus, Trichomycterus areolatus y Basilich-
thys microlepidotus) y cinco exóticas (Cyprinus carpio,
Cheirodon interruptus, Cnesterodon decemmaculatus,
Gambusia holbrooki y Australoheros facetus).
CARACTERIZACIÓN DEL PAISAJE FLUVIAL
El paisaje de los esteros y ríos que presentaron dispo-
nibilidad de agua, refleja el impacto del fenómeno de
sequía presente en la zona mediterránea de Chile. En
los esteros y ríos muestreados durante el mes de sep-
tiembre de 2015, los valores promedios de profundi-
dad de la columna de agua, fluctuaron entre los 0,01 a
0,33 metros, con lechos representados en un 54% por
ripio, 21 % de limo-fango, 19% por ripio de bolones y
un 6% de grava. Los valores de velocidad presentaron
una variación entre 0,06 a 0,83 metros por segundo.
Respecto a los parámetros físicos y químicos, vemos
que el pH fluctuó entre los 7,60 a 8,30. Los valores de
conductividad presentaron valores entre los 0,24 a 0,34
mS/cm, mientras que los sólidos disueltos se presenta-
ron entre los 0,31 a 0,41 partes por millón. Por último
Conocimiento de la composición de la riqueza de especies...
las temperaturas del agua fluctuaron entre los 18,9 a
23,0 grados Celsius, con valores de oxígeno disuelto de
6,51 a 9,03 miligramos por litro.
CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN
Enunciando del problema...”De los antecedentes, po-
demos ver que los últimos levantamientos de informa-
ción sobre las comunidades de peces en la región de
Valparaíso, fueron desarrollados en el año 2009. Hoy ya
transcurridos seis años, en los cuales se ha producido el
fenómeno de sequía, se hace necesario y urgente desa-
rrollar un estudio que permita conocer hoy la situación
comunitaria de los peces dulceacuícolas de la Región
de Valparaíso”...vemos que los resultados obtenidos
en septiembre de 2015, si reflejan un efecto conside-
rable por efecto de la sequía, primero por la existencias
de esteros y ríos sin agua (Figura 5).
105
Figura 5. Condición de sequía en estero Casablanca y río Pe-
torca.
Segundo y que es efecto directo al encontrar sistemas
sin agua, es la disminución de la riqueza de especies.
Si, en los antecedentes Zunino et al. (2009) y Quiroz
(2009) registraron un total de 25 especies, los resulta-
dos de esta investigación y después de transcurridos
seis años, permitió registrar sólo el 64% (16 especies)
del total histórico.
Comparando los últimos antecedentes del año 2009,
vemos que nueve especies no se registraron en el pre-
sente estudio, de las cuales cinco son nativas (Morda-
cia lapicida, Nematogenys inermis, Diplomystes chilen-
sis, Basilichthys australis y Odontesthes mauleanum) y
cuatro introducidas (Acipenser transmontanus, Caras-
sius carassius, Tinca tinca y Odontesthes bonariensis).
Sergio Quiroz, Juan Carlos Orellana €: Juan Fernandez
La existencia de esteros y ríos sin agua, provoco una dis-
minución de las distribuciones espaciales de las pobla-
ciones de especies icticas, es así que especies nativas
como Basilichthys microlepidotus hallan disminuidos
su rango de distribución en un 50%, debido y producto
de la sequía los cuerpos de aguas (ríos Petorca, Ligua,
estero Catapilco y Casablanca) que habitualmente se
registraba, hoy se encuentran sin agua. Situación que
también afectó a las poblaciones de Trichomycterus
areolatus con un 42% y Cheirodon pisciculus con 40%
de perdida en sus distribuciones.
Otra tendencia provocada por la sequía es que las co-
munidades de especies introducidas por sus cualidades
de tolerancia, se presentaron mucho más dinámicas y
estables en abundancias que las especies nativas, cu-
yas tendencias producto de las características hídricas:
poca profundidad, temperaturas altas y discontinuidad
del lecho con agua, fueron más disgregadas espacial-
mente y pobre en sus abundancias.
Lo anterior se explica con las similitudes obtenidas
donde especies como Cnesterodon decemmaculatus
y Gambusia holbrooki fueron las más representativas,
posiblemente dada su características reproductivas
donde el incremento poblacional es más rápido por ser
especies vivíparas.
Finalmente, los resultados obtenido muestran que el
fenómeno de sequía, si ha provocado un cambio en la
composición de la riqueza de las especies de peces dul-
ceacuícolas, especialmente en la pérdida de distribu-
ción espacial que especie nativas presentaban previo
al fenómeno.
AGRADECIMIENTOS
Al Museo de Historia Natural de Valparaíso y al Centro
de Investigación Diego Barros Arana perteneciente a
la DIBAM por el financiamiento otorgado a través del
proyecto FAIP-N-76-inv año 2015.
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107
Conocimiento de la composición de la riqueza de especies...
A A = ¡ Volumen 30, 2017. Páginas 108-112
ANALESA pa 5 | Anales del Museo de Historia
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO | Natural de Valparaíso
LA COBERTURA VEGETAL COMO EVALUADOR DEL ÉXITO DE UN PROCESO DE
RESTAURACIÓN RIBEREÑA A TRAVÉS DE BIORROLLOS VEGETADOS.
Sergio Quiroz J*., Diego Antón A.*, Victor Muñoz M.*, Daniel Gutiérrez D.?,
Maximiliano Tortello B.?, Josefa Concha R.?, Ella Farías D.? Juan Fernández M.?,
Juan Carlos Orellana Y.?, Francisco Yevenes G.*,
Katherine Peña L?. € Romina Gonzalez T?.
Resumen: Los proyectos de restauración ambiental tienen por objetivo la restauración de la integridad ecológica
del medio. Para evaluar la eficacia de un proyecto de restauración de una ribera mediante biorrollos vegetados,
se utilizó la cobertura vegetal de diez parcelas de estudio (cinco restauradas y cinco control), evaluando mensual-
mente durante un periodo de dos años la cobertura vegetal.
Palabras claves: Restauración ambiental, biorrollos, cobertura vegetal, Chile.
Abstract: Environmental restoration projects are aimed at the restoration of the ecological integrity of the east.
To evaluate the effectiveness of a restoration project of a riverside through coir logs vegetated, used the cover of
10 study plots (five restored and five control), evaluating monthly for a period of two years, the vegetation cover.
Keywords: Environmental restoration, coir logs, vegetation cover, Chile
Antecedentes
La Sociedad Internacional para la Restauración Ecológica (SER) define esta actividad como el proceso encaminado
a la recuperación de la integridad ecológica del medio, sobre la base de la variabilidad propia de estas zonas, en
término de biodiversidad y procesos y funciones ecológicas, en un contexto regional histórico, en el que se tengan
en cuenta también los usos tradicionales (SER, 2017).
La restauración es, por tanto, un proceso complejo que debe iniciarse con el reconocimiento de los factores de
alteración naturales o de origen humano, responsables de la degradación de la estructura y funciones del eco-
sistema ribereños, o del deterioro en su capacidad de recuperación , por ello, requiere un buen conocimiento y
comprensión de dichas funciones, y de los procesos físicos, químicos y biológicos. De esta forma, la restauración
incluye un amplio conjunto de medidas diseñadas para permitir la recuperación natural del equilibrio dinámico y
las funciones de los ecosistemas ribereños.
La restauración puede comprender, a la vista de lo anterior, tres niveles de intervención (Magdaleno, 2008). Por
una parte, la no intervención, en aquellas ocasiones en que la simple eliminación de las causa de degradación es
suficiente para conseguir una rápida recuperación de las condiciones originales del medio ribereño.
1 Estudios y Restauración Ambiental Sustentable, contacto(OWerasustentable.cl
108
La segunda posibilidad es la intervención parcial, como
asistencia a la recuperación de las funciones y estruc-
tura del ecosistema. Este enfoque es especialmente
oportuno en aquellos casos en que el corredor ribere-
ño muestre signos de recuperación, pero que lo haga
de forma tan lenta o incierta que se requiere un grado
de intervención para mejorar o acelerar el proceso.
La última opción es el manejo completo del sistema, en
los casos en los que la capacidad de auto-recuperación
del ecosistema no es suficiente para alcanzar la estruc-
tura y dinámica naturales.
En Chile las experiencias de restauración, han estado
enmarcadas en viverizaciones y plantaciones de espe-
cies nativas terrestres del tipo Nothofagus para el sur,
y del tipo esclerófila en la zona central de nuestro país
(Smith-Ramírez, et al., 2015), lo anterior, bajo el trabajo
de reforestaciones experimentales, en ambientes de-
gradados por pastoreo, erosión y de desforestación.
Al respecto no se registran experiencias de restaura-
ción de ecosistemas ribereños, y siguiendo los objeti-
vos de la Red Chilena de Restauración Ecológica (www.
restauremoschile.cl), de promocionar la investigación
y puesta en práctica la restauración, es que hemos
desarrollado una de las primeras experiencias a nivel
nacional de restauración ribereña utilizando biorrollos
vegetados, en el humedal Campiche, ubicado en la re-
gión de Valparaíso.
La cobertura vegetal como evaluador del éxito...
METODOLOGÍA
Área de estudio
El humedal Campiche (UTM Datum WGS 84 huso 19H
267578 E; 6371951 N), se ubica a un costado de la ruta
F-30-E, perteneciente a la planicie litoral, cercano al
polo industrial de Puchuncavi-Quintero, en la región de
Valparaíso (Figura 1). Corresponde a un cuerpo de agua
somero con una gran variación de nivel de las aguas a
lo largo del año.
El humedal reúne una gran diversidad de fauna y flora,
Sin embargo su ribera poniente carece de la vegetación
típica del ecosistema ribereño, dejando expuesto el
suelo, con potencial signos de erosión.
Técnica de Restauración ribereña
A partir del año 2014, se implementa un programa de
restauración a través del uso de biorrollos vegetados
con la especie Typha angustifolia. Un biorrollo vegeta-
do, corresponde a una estructura cilíndrica compuesta
por una bolsa de malla arpillera, compactada y rellena
con fibras orgánicas (Figura 2), a la cual se le ha dis-
puesto propágulos de Typha angustifolia. Su uso parti-
cular es proporcionar un soporte de suelo para el cre-
cimiento radicular y foliar de especies vegetales, que
requieren de un mejor sustrato, situación inexistente
en ribera poniente del humedal.
Figura 1. Humedal Campiche, en recuadro se indica ribera poniente en la cual se realizó restauración.
109
Quiroz et al.
Figura 2. Biorrollos vegetados con Typha angustifolia, montaje en unas
de las parcelas restauradas, año 2015.
Se implemento un total de 500 biorrollos vegetados
con 1.000 unidades de propágulos, en aproximada-
mente 200 metros lineales, en toda la ribera poniente
del humedal. Durante dos años (2015 y 2016), se rea-
lizó evaluación del sistema de biorrollos y de la cober-
tura vegetal.
Estudio de la cobertura vegetal
La caracterización de la cobertura vegetal en cada una
de la parcelas se realizó midiendo el porcentaje de sue-
lo cubierto por vegetación. Este porcentaje se mide con
una malla de 1 m2 (1m x 1m), con cuadros de 0,10m
x 0,10m. Se consideró como suelo cubierto a aquel
que engloba la vegetación y restos de vegetación (Re-
nard,1997).
Los restos de vegetación fueron considerados, ya que
tienen un efecto protector neto del suelo a pesar de
que no tienen anclaje de raíz al suelo (Lianes, 2008).
Se determinaron diez parcelas de estudio, divididas en
cinco parcelas de restauración (PR, parcelas con biorro-
llos revegetados) y parcelas de control (PC, parcelas de
la ribera sin biorrollos).
En cada parcela, restaurada y control, se instalaron
1.000 plantas de Typha angustifolia. Todas las parcelas
fueron visitadas mensualmente durante un periodo de
dos años (2015-2016) con el objetivo de determinar el
porcentaje de suelo cubierto por vegetación.
RESULTADOS
El resultado de la medición de la cobertura vegetal en
las parcelas de restauración muestra que tras la planta-
ción de los individuos, en el mes inicial de monitoreo,
enero 2015, los individuos trasplantados en los bio-
rrollos ocuparon un porcentaje de cobertura del suelo
entre 20-40%, comenzado un aumento en la cobertura
vegetal hasta alcanzar el 100% de cobertura vegetal
en el total de las parcelas en el monitoreo de octubre
2015. Estos valores de cobertura se mantuvieron en el
tiempo durante el año 2016 (figura 3).
Figura 3. Cobertura vegetal en parcelas restauradas con biorrollos vegetados con Typha angustifolia. (A y B) Parcela 1, año 2015 y 2016 respecti-
vamente. (C y D) Parcela 5, año 2015 y 2016 respectivamente.
110
La cobertura vegetal como evaluador del éxito...
Porcentaje de cobertura por parcela
3
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mar.-15
Figura 4. Gráfica de porcentaje de cobertura vegetal, registrados en parcelas restauradas con biorrollos vegetados con Typha angustifolia (PR) y
parcelas sin biorrollos (PC).
Las parcelas de control registraron una cobertura en-
tre O y 5% sin la aparición de una cobertura vegetal
continua a lo largo del tiempo, sino que aparecieron
especies ruderales, principalmente en los meses de pri-
mavera. En las parcelas de restauración, la cobertura
fue generada por el desarrollo de la parte aérea de los
propágulos plantados de Typha angustifolia, además
de la generación de nuevos individuos de esta especie
por reproducción de los individuos plantados.
DISCUSIÓN
Los trabajos iniciales de la restauración tuvieron como
objetivo la búsqueda de las causas de la ausencia de
plantas en el área de restauración. Comparando las
condiciones de la vegetación natural (presencia de
agua, radiación solar o el impacto de la fauna) se iden-
tificó al suelo como el factor limitante en el desarrollo
de las macrófitas.Identificando al suelo como el prin-
cipal factor limitante del establecimiento de plantas
en el área a restaurar, además de prestar atención a
factores secundarios como la presencia de herbívoros
(Myocastor coypus o herbívoros domésticos) se definió
la estrategia de restauración.
Estudios como Valladares, 2011 muestran que las co-
berturas vegetales en zonas de restauración en los que
se ha aportado tierra vegetal son superiores que en
zonas control sin tierra vegetal. Mientras que las par-
celas no tratadas tardaron tres años en alcanzar valo-
res medios de cobertura vegetal equivalentes a los que
seregistraron el primer año en las parcelas con tierra
vegetal.
111
La comparación en terreno corroboró los resultados
esperados, generando una cobertura vegetal en el sitio
ocupado por biorrollos del 100%, mientras que el suelo
sin acción restauradora nunca llegó a alcanzar esos va-
lores de cobertura.
CONCLUSIONES
Por primera vez en Chile se implementa experiencia en
restauración ribereña, utilizando biorrollos vegetados,
presentando un exitoso aumento de las coberturas de
Typha angustifolia, macrófita que alcanzó transcurri-
dos dos años un porcentaje del 100%.
Las características propias del biorrollo vegetado, de
ser una estructura cilíndrica compuesta por una bolsa
de malla arpillera, compactada y rellena con fibras or-
gánicas, además de servir de soporte de suelo para el
crecimiento radicular y foliar de especies vegetales, ha
contribuido de manera positiva al establecimiento de
las plántulas de Typha angustifolia, permitiendo vigor y
un desarrollo sanitario para una planta sana.
Los biorrollos vegetados, contribuyeron efectivamente
para la restauración de una ribera desprovista de ve-
getación, convirtiéndola en un corredor vegetacional
estable y autosostenible.
Quiroz et al.
AGRADECIMIENTOS
Damos el agradecimiento al equipo de profesionales y
técnicos de Estudios y Restauración Ambiental Susten-
table, y de Codelco que participan en el proyecto de
restauración del Humedal Campiche.
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112
ANALESÍLE
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARARO |
| Volumen 30, 2017.
ESE Anules del Museo de Historia
Natural de Valparaíso
REVISTA ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO
NORMAS DE PUBLICACIÓN — INSTRUCCIÓN PARA LOS AUTORES
!. INFORMACIÓN GENERAL
a. Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso,
ISSN 0716-0178, fundada y publicada el año 1968 por
el Museo de Historia Natural de Valparaíso y la Direc-
ción de Bibliotecas, Archivos y Museos, es una publi-
cación de carácter anual destinada a publicar trabajos
originales e inéditos referidos a temas relacionados
con el área de las ciencias naturales, arqueología y an-
tropología principalmente de la Región de Valparaíso y
la Zona Central de Chile, dirigida a especialistas y públi-
co en general.
b. Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso
se encuentra indexada en el Directorio de LATINDEX
(Sistema regional de información en línea para revistas
científicas de América Latina, el Caribe, España y Portu-
gal), Pascal, Periodica (Índice de Revistas Latinoameri-
canas en Ciencias) y Zoological Record.
c. Se reciben contribuciones producto de investigacio-
nes originales que sean un aporte en su campo discipli-
nario, presentadas por investigadores nacionales o ex-
tranjeros, redactadas en castellano o inglés, pudiendo
presentar la información en los siguientes formatos de
texto: artículos científicos originales, artículos de revi-
sión, reseñas históricas, notas científicas breves, recen-
siones bibliográficas y artículos de opinión, todos de
carácter inédito, es decir que no hayan sido publicados
en otra revista o medio de comunicación.
d. Todas las contribuciones presentadas se deben aco-
ger de manera estricta a las normas de publicación de-
finidas por el Comité Editorial de Revista Anales; el no
cumplimiento de las mismas es razón suficiente para
su rechazo.
e. La recepción de los trabajos, comienza el primer día
hábil de marzo y tiene como fecha de cierre el último
día hábil del mes de Agosto de cada año. Posterior al
mes de Agosto no se recibirán trabajos, ya que el co-
mité editorial se encuentra en proceso de diseño y re-
visión final para su publicación. Los artículos recibidos
serán sometidos a una primera revisión por el Comité
Editorial, el que determinará su aceptación o rechazo.
Aquellas contribuciones que pasen esta primera ins-
tancia serán sometidas al juicio crítico de especialistas
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externos vinculados a la temática del escrito; la opinión
de estos expertos será definitiva para la aceptación,
modificación o devolución de los trabajos. La acepta-
ción final de un trabajo para su publicación estará con-
dicionada a que se hayan realizado las modificaciones
de estilo, forma y contenido que el Editor haya comuni-
cado. Los autores son responsables del contenido y el
correcto uso de las referencias que se citen.
f. El envío de los manuscritos es por correo electrónico
con el objeto de hacer más expedito el proceso de revi-
sión. El texto original se debe enviar como documento
Word, acoplándose al formato de las normas de pu-
blicación, junto con una carta dirigida al Editor en Jefe
de la Revista Anales Sr. Sergio Quiroz Sergio.quiroz(W
museosdibam.cl, la cual debe indicar en su contenido
la fecha en que se envía el manuscrito para la revisión y
evaluación del Comité, el titulo del manuscrito, el nom-
bre de los o el autor e información de contacto (teléfo-
no y correo electrónico) para devolver la respuesta de
aprobación del texto. A él o los autores se le mantendrá
informado vía mail sobre el avance de los procesos de
publicación de la revista; cuando el volumen ya este
impreso se le hará llegar dos ejemplares impresos de
cortesía y el artículo en formato PDF para su uso perso-
nal a cada autor que participe de la publicación.
11.- CÓDIGO ÉTICO
a. Mientras un manuscrito se encuentre en proceso de
revisión para su aceptación, no debe ser enviado para
su publicación a otras revistas. Tampoco puede ser dis-
tribuido en bibliotecas o similares sin el permiso explí-
cito, y por escrito, del Editor.
b. Los editores considerarán la publicación de un traba-
jo de acuerdo a los méritos, estructuración adecuada
y cumplimiento de las normas de publicación y se re-
servan el derecho de rechazar aquellos trabajos que,
a su juicio, no se ajusten a la política editorial o al ni-
vel de la revista. La aceptación, rechazo o sugerencias
y observaciones serán puestas en conocimiento de los
autores.
c. Los manuscritos recibidos se procesarán con la ma-
yor diligencia y no se revelará ninguna información
sobre un manuscrito en proceso de revisión o publica-
ción, a ninguna persona fuera del Comité de Expertos
o del Asesor al que se le solicite consejo profesional.
d. El Comité Asesor de Expertos deberá asentar sus jui-
cios por escrito, de manera que los editores y los auto-
res conozcan los argumentos de sus comentarios. No se
aceptará la vinculación directa de los autores con algún
experto de la Comisión, la existencia de conflictos de
interés, ni la falta de nivel de expertisse del revisor con
respecto al autor.
e. Las propuestas de los revisores se comunicarán a los
autores, para su aceptación y modificación o discusión.
Los autores tendrán un plazo máximo de 30 días para
realizar los cambios sugeridos.
f. Los autores deberán adjuntar una carta autorizan-
do al Museo la publicación del artículo y difusión del
mismo a través de distintas plataformas utilizadas para
este cometido, como también expresando su respon-
sabilidad del contenido a publicar. El Museo no asume
responsabilidad alguna por los dichos, comentarios
u opiniones expresadas en el trabajo, los que son de
completa responsabilidad del autor y de los coautores.
El Museo pública esta revista con la finalidad de lograr
un fomento a la investigación y divulgación científica,
en ningún caso se gesta con fines de lucro.
III. ESPECIFICACIONES DE LA PUBLICACIÓN
Formato del manuscrito
General
Original escrito en archivo Word con formato carta, le-
tra Arial, tamaño de letra 12pt, interlineado a 1,5 líneas
y justificado a la izquierda, márgenes 2 cm por lado.
Secciones del manuscrito
a. Titulo: debe exponer el contenido real del trabajo,
en forma concisa y si incluye algún nombre científico
genérico o específico se deberá indicar el taxón inme-
diatamente superior. El Editor se reserva el derecho de
editar el título previa consulta con los autores.
b. Autor (es): él o los autores deben colocar su nom-
bre y dos apellidos seguidos de uno o más asteriscos,
los que indicarán al pie de página en letra Arial 10pt la
profesión, grado académico, pertenencia institucional
y dirección (postal o electrónica).
c. Resumen y abstract: deben ser concisos e informati-
vos, especificando el objetivo, la metodología, los prin-
cipales hallazgos y las conclusiones en un máximo de
114
200 palabras.
d. Palabras claves y keywords: bajo el resumen y el
abstract se propondrán entre dos a seis palabras claves
que hagan referencia a los aspectos más destacados
del artículo y no estén presentes en el título.
e. Texto: debe contar con introducción, materiales y
método, resultados, discusión y conclusiones. No usar
tabulaciones. Para la puntuación: dejar un espacio des-
pués de coma (,) y de punto y coma (;) - y dejar dos
espacios después de punto (.). El contenido gráfico será
denominado figura en el texto y su lugar tiene que es-
tar claramente identificado en el cuerpo del artículo.
Todo el contenido gráfico y la lista de leyendas respec-
tiva deben entregarse en archivo separado, nunca in-
serta en el manuscrito.
f. Agradecimientos, deben ser breves y en lo posible
debe evitarse el uso de grados académicos. Se sugiere
poner el nombre de la persona a la que se agradece y
el nombre completo de las instituciones (Corporación
Nacional Forestal en lugar de CONAP), considerando un
máximo de 30 palabras.
g. Bibliografía o literatura citada: debe estar relacio-
nada con el texto mediante las citas y notas de pie de
página. Se deben limitar en la utilización de pie de pá-
gina, comprendiendo que son de utilidad aclaratoria o
de complemento al texto.
h. Anexos (tablas, figuras, leyendas): se pueden incluir
hasta 15 imágenes; las fotografías serán consideradas
como figuras para su numeración.
¡. Las notas científicas breves, reseñas históricas, re-
censiones bibliográficas y artículos de opinión, las cua-
les tienen menor extensión se deben construir con la
misma estructura aquí presentada, considerando las
siguiente extensión de acuerdo al tipo de manuscrito:
Tipo de manuscrito extensión máxima
Artículos científicos originales 30 pág.
Artículos de revisión 15 pág.
Notas científicas breves 10 pág.
Reseñas históricas 5 pág.
Recensiones bibliográficas 5 pág.
Artículos de opinión 5 pág.
Figuras
Las imágenes, gráficos, fotografías y tablas deben ser
adjuntados en un archivo aparte, en formato TIF o JPG
(JPEG)de buena resolución. Todas las figuras deben nu-
merarse e indicar su ubicación en el texto (“Fig. 1”.).
Cada uno deberá tener un título breve y mencionarse
en el cuerpo del artículo. El uso de figuras deberá li-
mitarse al mínimo indispensable para comprender el
texto.
Tablas
Realizar tablas en Word, una en cada página, si la tabla
excede el tamaño de una página debe iniciar una nueva
en otra página y continuar completando los datos. No
realice tablas continuas en varias páginas, para evitar
que se alteren datos al traspasar a diseño. Separe sus
celdas con doble espacio (1,5 líneas). Encabezado co-
lumna corto o abreviado, que no exceda el tamaño de
la columna. Separe con líneas horizontales solamente
los encabezamientos de las columnas y los títulos ge-
nerales. Las columnas de datos deben separarse por
espacios y no por líneas verticales. No utilice formatos
PDF ni Excel.
Fotografías
Entregar cada una en archivo separado en formato TIFF
o JPG (JPEG) con alta resolución. Sólo si el tamaño real
de las imágenes resulta excesivo, éstas pueden redu-
cirse a escala; dada la pérdida de resolución, no deben
incluirse imágenes que requieran aumento de tamaño.
La resolución mínima aceptable es de 300 dpi. Si las fo-
tografías se obtienen directamente de cámara digital,
la indicación debe ser “alta resolución”. No se aceptan
imágenes obtenidas en internet o escaneadas con re-
solución baja o entre 72 y 96 dpi.
Consideraciones
Los cuadros de datos tabulados que contengan exclu-
sivamente texto deberán elaborarse con la aplicación
“Tabla” de Word. Los esquemas y diagramas, gráficas
de pastel, barras, etcétera, con herramientas Word.
Literatura citada
Las citas bibliográficas incluidas en el texto deberán
consignar el apellido del autor y el año (Baeza, 2010),
si son dos autores se mencionarán los apellidos sepa-
rados por la palabra ”y”, una coma (,) y el año (Baeza y
González, 2015); cuando sean más de dos autores se ci-
tará al primero seguido por una coma (,) y las palabras
“et al.” y el año (Baeza, et al. 2015). Si hay varios traba-
jos de un mismo autor(es) en un mismo año, se citará
con una letra en secuencia junto al año (Baeza, et al.
2015a, 2015b, 20150), siempre colocando los parénte-
sis correspondientes en cada caso como se ejemplifica
en este punto.
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La literatura citada que no corresponda a publicacio-
nes en libros o revistas deberá ser citada como notas al
pie de página comprendiéndolas como una aclaración
o complemento al texto. La fuente de las notas al pie
de página es Arial 10 pt y debe consignar un número
correlativo de acuerdo a su lugar en el texto.
La bibliografía incluirá solo las referencias citadas en el
texto, ordenándolas alfabéticamente por apellido del
primer autor, seguido del año de publicación y el título
de la obra. Para las referencias de un mismo autor se
seguirá el orden cronológico usando el siguiente for-
mato:
Libros, tesis y otras monografías
Albert, F. 1900. Las dunas del centro de Chile. Santiago:
Imprenta Cervantes, 228 p.
Artículos o capítulos de libros
Castro, C. 2012. Federico Albert y las dunas en Chile.
En: Las dunas del centro de Chile (Albert, F). Santiago:
Cámara Chilena de la Construcción, pp. 9-24.
Artículos de revistas
Vidal, A. 2010. Evaluación de la evidencia arqueobotá-
nica durante el período formativo en el norte grande de
Chile. Revista Werken (12): 61-76.
Stehberg, R. y Sotomayor, G. 2012. Mapocho Incaico.
Boletín del Museo Nacional de Historia Natural (61):
85-159.
Recursos procedentes de Internet
Cita bibliográfica correspondiente. Disponible en < di-
rección internet> [Consulta: mes, año].
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