Ed A e A RO o ¿E
E RA EA, TA 1 e
ISSN 0716-0178 / An.Mus.Hist.Nat.Valpsó Vol.'31,"2018/ Valparaíso, Chile.
n AT e, Y 4
4
ANALES
del Museo de Historia Natural
de Valparaiso
$. os
MUSEO DE HISTORIA AD DE LAS AM
NATURAL DE VALPARAÍSO
ISSN 0716-0178 / An.Mus.Hist.Nat.Valpso Vol. 31, 2018/ Valparaíso, Chile.
=
ade —
ANALES
Esmad: E
DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DI VALPARAISO
Vol 31, 2018/155N 0716-0178
0
MINISTERIO DE LAS CULTURAS, LAS ARTES Y EL PATRIMONIO
Servicio Nacional del Patrimonio Cultural
Carlos Maillet Aránguiz
Subdirección Nacional de Museos
Alan Trampe Torrejón
Museo de Historia Natural de Valparaíso
Loredana Rosso Elorriaga
COMITÉ EDITORIAL
Directora MHNV
Loredana Rosso Elorriaga
Editora general
Vivian Cordero Peñafiel
Museo de Historia Natural de Valparaíso
Editor científico
Sergio Quiroz Jara
Museo de Historia Natural de Valparaíso
Diseño de portada
Andrea Vivar Morales
Museo de Historia Natural de Valparaíso
TRADUCCIÓN
Universidad de Las Américas
DISEÑO, DIAGRAMACIÓN E IMPRESIÓN
Menssage Producciones
Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso, ISSN 0716- 0178 (versión impresa) fundada en el año 1968, es una
publicación anual publicada por el Museo de Historia Natural de Valparaíso y el Servicio Nacional del Patrimonio Cul-
tural que tiene por objetivo contribuir a la divulgación científica de trabajos originales e inéditos referidos a las temáticas
de ciencias naturales, arqueología y antropología principalmente de la Región de Valparaíso y la zona central de Chile,
dirigida a investigadores especialistas, académicos, universitarios y público en general.
La revista cuenta con los siguientes formatos de publicación: artículos científicos originales; artículos de revisión; notas
breves; investigaciones históricas referidas a Valparaíso y el Museo de Historia Natural de Valparaíso y recensiones bi-
bliográficas, acogiéndose a las normas definidas por el Comité editorial disponibles en cada ejemplar.
Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso se encuentra en el Directorio de LATINDEX (Sistema regional de
información en línea para revistas científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal), Pascal, Periódica (Indice
de Revistas Latinoamericanas en Ciencias) y Zoological Record.
Consultas, suscripción y canje a: Lugar de edición
Biblioteca Científica John Juger Edición 500 ejemplares
Museo de Historia Natural de Valparaíso Museo de Historia Natural de Valparaíso
Contacto: biblioteca.mhnvOmuseoschile.gob.cl Condell 1546, casilla 3208, correo 3 - Valparaíso, Chile
ANALES Volumen 31, 2018.
L Y A Ma ¿k y
Indice
ÍNDICE
Prólogo
50 años de Anales, Palabras Directora Museo de Historia Natural de Valparaíso
LOS IAN AEOESEO doc daocds llamadas Seco na o 5
Editorial
Revista Anales del Museo: 50 años de existencia apostando por el estudio y divulgación de las
Ciencias Naturales en la Región de Valparaíso.
AMC A dr e E 8 1 o 0, A. 7
Arqueología y Antropología
Colecciones del área de arqueología del Museo de Historia Natural de Valparaíso, su documen-
tación, caso de estudio colección arqueológica Lodwig-Metales.
Lillap López LID Ltd E AA A REA o EA dt da pta 9
Progresos iniciales en la sistematización de la colección bioantropológicas del Museo de Histo-
ria Natural de Valparaíso.
Gaula Orla Dd A e tn a del za
Reflexiones para la construcción de una propuesta metodológica dirigida al estudio de piezas
textiles arqueológicas desde la perspectiva del diseño.
Marinella Bustamante Morales, Ana María Iglesias Daveggio, Patricia Gúnther Buitano y Bianca Ojeda
A E RS ARO e o ORO MOP VEIS Ma MS A A PROS EA: PA MO E AI 27
Trabajo de registro y documentación en colecciones arqueológicas y etnográficas en el Museo
de Historia Natural de Valparaíso.
ESTAN OYV A FUROTES S I 41
Zoología
Recuento estacional de géneros fúngicos anemófilos obtenidos por decantación y de superficies
biológicas pinceladas en salas del Museo de Historia Natural de Valparaíso.
Aa Elatieney ECUACIONES dl 49
Análisis morfométrico comparativo del esternón y quilla de las especies de aves presentes en
Chile, relacionado con su función en el vuelo.
Camtit Figueroa Me Marta Matador lia ra is ette 63
Tras la huella de los animales: la sección zoológica del Museo de Historia Natural de Valparaíso
(1898-1906).
CAINE VAT aZ Mela NURSE escalas TAO E o ASE, E, a, AE e E co E a eL E E A 81
Ecología y Medioambiente
Posibles respuestas de humedales costeros, El Yali, Chile, y Mandinga, México, a algunas presio-
nes por el calentamiento global.
JEMERTUIECO ye Man Ue RECON Tera LOEB enn ano, debi ell UA nao ao e a A 91
“Polizones aéreos”: vida microbiana sobre y a través de las olas.
Scarlett Delgado y Camila (CONZALEZ-ACOO CITA acia dodita tl titi te dedii nadaa alcobas 107
Sección bibliográfica y documental
Recordado un aciago suceso: el terremoto de agosto de 1906 [Colección Juegos de Postales Edit.
Carlos Brandt, Archivo Histórico].
PUSO EOS E E OI To EA A A E 115
Presencia arqueológica de las culturas aborígenes en la región de Valparaíso y la zona central
en los Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso (vol. 1-30): una revisión bibliográfica.
ESC CAMI a eo dad 0d rad dice incor cdis E da 0,8, > re 129
Organización, clasificación e identificación documental del archivo histórico del Museo de His-
toria Natural de Valparaíso, creación del fondo directores Carlos Porter Mossó y John Juger Silver.
Un aporte a la comunidad porteña.
ERA ECON 0 do o tes ol o e Dee o ter o locos LON dl e e tds 29
Investigaciones Históricas
Análisis geo-histórico de las condiciones de habitabilidad del sector oriente del Almendral desde
tiempos prehispánicos hasta el siglo XX.
Nataly den and Sea O LISTO es ig dere DeL dial ind E tierras Eto iddo 139
Identidad urbana y museo. La refundación del Museo de Historia Natural de Valparaíso después
del terremoto de 1906.
Javiera Carmona Jiménez, Catalina Muñoz Cabezas y Valentina ¡Avalos BUStamaRte nica E 159
Valparaíso, construyendo el pasado de la ciudad.
Xaviera.Díaz Carfasco y Andrea IMUDOZ:CGÁÍVOZ . .avaorcsrrigrtonis rr tttce aan abda span id daa carr 179
Normas de publicación: indicaciones para autores y autOraS ....ooociccnicnnnnnonconicnonicnininnoo 189
Y TA VO O
ANJA TES Volumen 31, 2018.
e pa Prólogo
PRÓLOGO
50 años
Me alegra presentar el Volumen número N?31 de nuestra publicación científica, ANALES DEL
MUSEO DE HISTORIA NATURAL DEVALPARAÍSO, perteneciente al Servicio Nacional del Pa-
trimonio Cultural, bajo el nuevo Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
50 años de existencia (1968-2018)
La revista celebra el presente año 50 años de historia, ésta se publicó por primera vez el año
1968 con 35 artículos, por la Directora del museo de entonces, Nina Ovalle; en su historia refe-
rida principalmente al estudio de la Región de Valparaíso y la Zona Central de Chile.
En estos años hay testimonios de la importancia de la revista para algunos investigadores que
han publicado de la zona, como es el caso del director del departamento de biología de la Uni-
versidad de Playa Ancha, Guillermo Riveros, investigador en las ciencias naturales, “mi primera
publicación en Anales fue en 1981, cuando recién salí de mi carrera de pregrado con Distribución
de reptiles y su relación con la vegetación en Parque Nacional La Campana, Chile central”. Actual-
mente, Riveros ya cuenta con 12 artículos publicados.
Otro testimonio es del botánico y profesor de la Universidad de Playa Ancha, Rodrigo Villaseñor
Castro; con 8 colaboraciones en Anales, “la revista ha sido un referente importante en el desa-
rrollo de las ciencias en Chile, con trabajos que son pioneros y muy citados”, por lo que agregó:
“He sido conocido a través de las investigaciones que he publicado en Anales”.
Espacio para la difusión científica
Revista Anales del MHNV, en sus años de historia, ha convocado a investigadores e investiga-
doras para publicar trabajos originales referidos a las ciencias naturales, arqueología y antropo-
logía.
Actualmente indexada en el Directorio de LATINDEX (Sistema regional de información en línea
para revistas científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal); Folio Pascal; incluida
también en Periódica (Índice de Revistas Latinoamericanas en Ciencias) y Zoological Record, al-
canza un impacto nacional e internacional a través del intercambio que proporciona el Sistema
de canje generado por la Hemeroteca de la Biblioteca Científica John Juger del MHNV, con 20
países interesados como son: Alemania, Argentina, Austria, Bélgica, Bolivia, Brasil, Colombia,
Costa Rica, Chile, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Holanda, Italia, Japón, Perú, Po-
lonia, Suiza y Venezuela.
140 años Museo de Historia Natural de Valparaíso
Este 2018 son 140 años de vida del Museo de Historia Natural de Valparaíso, el cual fue
creado por el educador Eduardo de la Barra el año 1878, en dos salas del Liceo de Hombres de
Valparaíso, que permitieron el desarrollo del segundo museo más antiguo de Chile y el primero
regional.
Por carecer de un edificio propio, el museo fue itinerante hasta el año 1988, gracias a un Co-
modato acordado entre la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), actualmente el
Servicio Nacional del Patrimonio y la Ilustre Municipalidad de Valparaíso, el museo se reinaugu-
ra en el Palacio Lyon, declarado Monumento Histórico el año 1979.
Actualmente el museo cuenta con diversos servicios a la comunidad como: talleres educativos,
su Biblioteca científica, Sala de lectura, Auditorio, Salas de exposiciones temporales, Asesoría a
investigadores, Apoyo a prácticas profesionales, publicaciones como la Revista Anales del Mu-
seo de Historia Natural de Valparaíso, entre otros, además de ser el depósito legal de la región.
Tiene un promedio de 200.000 visitas al año, y desde el 2012 que se re abrieron las puertas
del museo dada la restauración de los edificios y la renovación de su Museografía Permanente
lo que ha permitido a la fecha la asistencia de más de un millón de visitantes, dado el estándar
internacional logrado en el Museo.
El futuro
La revista se ha adaptado a los tiempos, lo que ha permitido su permanencia hasta el día de hoy,
pero hay desafíos interesantes que darán más oportunidades para que sigan publicando cientí-
ficos y estudiantes que transitan en el mundo digital. El tiempo no da tregua y como tal quizás
la antigua publicación en papel dará paso a lo digital; ¿A dónde nos llevará el futuro?, ¿habrá
otras formas de búsqueda en línea?, estas y otras incógnitas se despejarán, pero la esencia de su
inicio siempre estará plasmada en su contenido.
Final
Agradecemos a todos los académicos, estudiantes y especialistas del museo que han publica-
do en este número aniversario N*31, seguramente será una revista que marque un Hito por su
medio siglo de vida.
Loredana Rosso Elorriaga
Directora
Museo de Historia Natural de Valparaíso.
ANATESi Í Volumen 31, 2018.
EST Editorial
EDITORIAL
Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso
50 años de existencia apostando por el estudio y divulgación de las Ciencias Naturales en la
Región de Valparaíso
El primer volumen de la Revista Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso fue publica-
do en 1968, en donde la visión museológica vivía un proceso de transformación en el concepto
de comprender y definir a un museo no solo por su exhibición, sino también comprender a este
como un centro de investigación, en donde cada objeto museístico es concebido como una
fuente de información y documentación valiosa, propulsora de nuevo conocimiento.
Desde esta perspectiva la Dirección de Biblioteca, Archivos y Museos, la Sociedad Científica de
Valparaíso y la Conservadora del Museo, Nina Ovalle Escobar, apostaron por crear esta publica-
ción con un espíritu de comunidad en la valoración de las ciencias y de la descentralización del
conocimiento, dotando en este caso a la Región de Valparaíso con una plataforma de expresión
científica teniendo como soporte a uno de los tres museos de Chile estudioso de las ciencias
naturales y el segundo más antiguo del país, el Museo de Historia Natural de Valparaíso.
A través de los Anales del Museo importante conocimiento local fue desarrollado y son hoy
antecedentes base de numerosas investigaciones y de preparación de futuros profesionales en el
área de las ciencias naturales, destacando por ejemplo el estudio de los incendios forestales en
el Parque Nacional La Campana (Saiz, F.), la identificación de líquenes (Redón, J.) y un amplio
catalogo en el estudio de la Zoología. Frente al desarrollo y avances de las ciencias, la publica-
ción a sumado a su trayectoria nuevas tendencias de contenido como lo son el estudio de la
neurociencia, bioantropología, paleontología, el estudio de hallazgos arqueológicos regionales
recientes junto a la apertura hacia las ciencias sociales desde una perspectiva histórica de Valpa-
raíso, trabajando constantemente para ser una publicación que signifique un aporte a la región
y a la cultura del país.
En la actualidad, ya con 50 años transcurridos desde la publicación del primer volumen, el es-
cenario de la investigación científica en Chile y el mundo ha presentado cambios en como com-
prendemos, gestamos y difundimos la información. Hoy, situados en la era de la información,
las tecnologías y el conocimiento, la investigación tiene un papel relevante y de alto impacto
en el desarrollo económico, político, social y cultural de un país. Ante ello las plataformas y las
condiciones de publicación cambian, el internet y la infoxicación se imponen, los repositorios
digitales se establecen y es ahí donde entre la oportunidad de desarrollo comienza una nueva
brecha: el real acceso al conocimiento. Por ello el desafío es mayor y todos los esfuerzos que
confluyen para crear esta publicación año a año son para lograr que la comunidad de la región
de Valparaíso y el país acceda a conocimiento científico en ciencias naturales de buena calidad,
de manera gratuita, en formato impreso y con acceso digital, con temáticas que a pesar de ser
especificas en su estudio permitan a la comunidad re significar contenidos propios de su historia,
cultura y entorno, democratizando el conocimiento desde la entidad museal y aportando a la
comunidad científica experta.
En esta edición, deseo destacar la importancia que tiene el Museo de Historia Natural de Valpa-
raíso como autoridad científica y depósito legal de la Región, quien como entidad especialista
promueve la investigación de las colecciones educativas, biológicas, arqueológicas, y bibliográ-
ficas que custodia ya desde 1878. Cada proceso en la cadena de trabajo del museo, referido a
la documentación, conservación, valoración, difusión de las colecciones, creación de diferentes
estrategias educativas y de comunicación se torna fundamental y gracias a ello podemos invitar-
les de forma activa a investigar nuestras colecciones.
El presente volumen representa fielmente el espíritu de un esfuerzo mancomunado y colabo-
rativo que tuvo la creación de la primera edición de Anales del Museo, hoy el resultado es el
Volumen 31, 2018 que reúne la experiencia de investigadores especializados y el aporte de nue-
vas generaciones abordando temáticas como la biología, zoología, arqueología, antropología,
historia, ecología y medioambiente.
La invitación a investigar el patrimonio natural, cultural e histórico que custodia el Museo de
Historia Natural de Valparaíso esta realizada. El conocimiento lo hacemos todos desde distintos
frentes, como revista y museo, la divulgación del conocimiento científico, su explicación en un
lenguaje claro y la creación de diferentes instancias e iniciativas que permitan su diálogo, ayu-
daran a acortar la brecha del conocimiento y brindar a la comunidad el acceso a la información
referido a las ciencias naturales, siendo la Revista Anales del Museo una extensión del quehacer
de la importante entidad que es el “Museo de Valparaíso”.
Vivian Cordero Peñafiel
Editora General
Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso
ANALES 7 Volumen 31, 2018. Páginas 9-22
MAA Arqueología y Antropología
COLECCIONES DEL ÁREA DE ARQUEOLOGÍA DEL MUSEO DE HISTORIA
NATURAL DE VALPARAÍSO, SU DOCUMENTACIÓN, CASO DE ESTUDIO
COLECCIÓN ARQUEOLÓGICA LODWIG-METALES
COLLECTIONS OF THE ARCHEOLOGY AREA OFTHE NATURAL HISTORY MUSEUM OF VALPARAISO, ITS DOCU-
MENTATION, LODWIG METALS ARCHEOLOGICAL CASE STUDY COLLECTION
Lilian López Labbé *
RESUMEN: El área de arqueología del Museo de Historia Natural de Valparaíso alberga cuatro
tipos de colecciones culturales o elaborados por el hombre (Dibam, 2007) que conforman la
colección patrimonial del museo y que se clasifican en objetos etnográficos, arqueológicos,
patrimonio cultural de Valparaíso y artesanía chilena. Mantiene además, colecciones bioantro-
pológicas y arqueológica de estudio.
Para realizar el trabajo de documentación de sus colecciones se proponen tres fases principales
de acción y se toma como caso de ejemplo a la colección Lodwig de materialidad metal. La que
fuera donada al museo por Juan Lodwig en 1921.
Al término de este proceso se obtiene una colección sistematizada y embalada en condiciones
de conservación, ubicada en un sector especial dentro del depósito tomando en consideración
aspectos relevantes para su óptimo resguardo, registrada en base de datos donde se puede acce-
der de forma inmediata a toda la documentación asociada a ella incluyendo tesis e investigacio-
nes relacionadas, fotografías y fichas.
Las colecciones que albergan los museos guardan información relevante acerca de aquellas cul-
turas a las que les pertenecen, el objeto toma una relevancia especial cuando es posible acceder
y entender su significado, su investigación, difusión y puesta en valor son tareas primordiales
para los encargados de colecciones para lo cual la documentación juega un rol fundamental.
PALABRAS CLAVES: manejo de colecciones, colecciones arqueológicas, colección Lodwig, em-
balajes colecciones metálicas.
ABSTRACT: The archeology area of the Natural History Museum of Valparaiso is home of four
types of cultural collections or human-made creations (Dibam, 2007) that make up the patri-
monial collection of the museum and are classified as ethnographic and archeological objects,
cultural heritage of Valparaiso and Chilean handicrafts. lt also keeps bioanthropological and
archeological study collections.
In order to perform the task of documenting their collections, three main stages of action are pro-
posed, and the Lodwig collection of metal material is used as an example, which was donated to
the museum by Juan Lodwig in 1921.
At the end of this process, a systemized and packed collection with proper conservation condi-
tions is obtained, which is located in a special area inside the warehouse taking to consideration
important features for an optimal protection, registered in a database where all the documenta-
tion associated to it can be accessed immediately, including related theses and research, photos
and file cards.
* Ingeniera Química, Área de arqueología, Departamento de Ciencias e Investigación, Museo de Historia Natural de Valparaíso. Lilian.lopezQ museosdibam.cl
Recibido: 28 de septiembre 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
Lilian López Labbé
The collections kept by the museums have relevant information about their respective cultures,
an object kept here acquires special relevance when it is possible to access and learn about its
meaning. The research, dissemination and valuing are important tasks for those in charge of the
collections, for whom documentation has a crucial role.
KEYWORDS: Collections management, Archeological collections, Lodwig collection, packing of
metallic collections.
INTRODUCCIÓN
Tal como expresa Lina Nagel en el Manual
de Registro y Documentación de Bienes Cul-
turales editado por la Dirección de Bibliote-
cas Archivos y Museos en 2007, las primeras
preguntas que cualquier encargado o curador
de una colección patrimonial deben hacerse
cuando se comienzan las tareas de registro de
colecciones son; ¿Qué tenemos? ¿Dónde lo
tenemos? y ¿Cómo lo tenemos? (Nagel, 2008).
En mayo de 2016 comenzaron mis labores
como encargada del área de arqueología del
Museo de Historia Natural de Valparaíso, y la
documentación de sus colecciones fue una de
las principales tareas que debía asumir.
Para esa fecha, el departamento de ciencias
e investigación del cual forma parte el área
de arqueología se encontraba desarrollando
desde el año 2015 el proyecto FODIM!' “Pro-
grama de Documentación y conservación en
depósitos que acogen colecciones de ciencias
naturales y arqueología, para el desarrollo de
políticas de colecciones que permitan dar pro-
tección a las piezas patrimoniales del Museo
de Historia Natural de Valparaíso” (Quiroz,
2015). Este proyecto permitió adquirir mate-
riales de conservación, mobiliario y sistemas
de seguridad para los accesos a los depósitos,
y comenzar con la revisión e inventario de los
objetos naturales? que alberga el área de bio-
logía. Sin embargo, debido a la falta de un en-
1 Fondo para el Fortalecimiento y Desarrollo Institucional de
Museos Regionales y Especializados de la Dirección de Bibliotecas,
Archivos y Museos.
2 Cordero, L. 2017 Protocolo Manejo de Colecciones y Sistemas
de Inventario. Objetos naturales son aquellos no intervenidos por el
hombre, sin embargo se considera pertinente hablar más bien de
colecciones de objetos de origen cultural (elaborados por el hombre)
y colecciones de objetos de origen natural que no siendo elaborados
por el hombre han sido modificados a ser preparados y mantenidos en
el tiempo en forma artificial como por ejemplo a través de taxidermia,
preparaciones osteológicas o la fijación de tejidos mediante
preservantes líquidos.
10
cargado del área de arqueología sus coleccio-
nes aún no se habían integrado al proyecto.
Al mismo tiempo, se encontraba en desarro-
llo un proyecto del Centro de Documentación
de Bienes Patrimoniales llamado “Trabajo de
Registro Colección de Arqueología Chilena
Museo de Historia Natural de Valparaíso”
ejecutado por la arqueóloga Iris Moya, que
consideraba el registro completo y válido de
objetos pertenecientes a la colección Lodwig
y de Arqueología Chilena para ser ingresados
a SURDOC, (Sistema Unificado de Registro
Documentación). Este trabajo se amplió, para
incluir objetos de las colecciones de Perú,
Mesoamérica y Europa, completando de esta
manera 800 registros (Moya, 2016).
ANTECEDENTES GENERALES DEL MUSEO
DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO
El Museo de Historia Natural de Valparaíso
fundado por el destacado educador, escritor
y periodista Eduardo de la Barra en el año
1878, en algunas salas del entonces Liceo de
Hombres de Valparaíso, y con un profundo
sentimiento de que esta institución sea fuen-
te de conocimiento sobre la ciencia y la na-
turaleza para estudiantes y personas de toda
índole que quisieran visitarlo (Henríquez, et
al. 2016). Este año, el Museo cumple ciento
cuarenta años de vida y es el segundo museo
más antiguo de Chile.
Durante este largo período de existencia, el
Museo ha debido enfrentar diversos desafíos,
entre los cuales se encuentra el terremoto y
posterior incendio de 1906 donde, además
de destruirse el edificio que lo albergaba, se
perdió prácticamente la totalidad de sus colec-
ciones. En un gran esfuerzo, el entonces direc-
tor del museo don Carlos Porter comienza la
difícil tarea de la reconstrucción y obtención
de nuevas colecciones, con la ayuda de, se-
gún sus palabras, el pueblo de Valparaíso y la
decidida voluntad de hombres progresistas y
patriotas y secundado con un personal ya for-
mado, entusiasta y laborioso (Henríquez, et al.
2016). Así, de 6037 piezas con las que conta-
ba el museo en 1906 y la pérdida de práctica-
mente la totalidad de ellas, el año 1907 debi-
do a las gestiones antes mencionadas el museo
llegó a tener 8524 piezas (Cordero, 2018).
El Museo de Historia Natural se instaló en di-
versos lugares, incluyendo el Liceo Amunáte-
gui en Santiago que lo albergó temporalmente
luego del terremoto, luego volvió a Valparaí-
so, específicamente a Playa Ancha, ocupando
el edificio donde se encuentra ahora el Servi-
cio Hidrográfico y Oceanográfico de la Arma-
da (SHOA). También ocupó el ahora llamado
Café Vienés en calle Esmeralda, y un edificio
ubicado en calle Valparaíso de Viña de Mar,
hasta 1988 cuando se traslada al Palacio Lyon,
actual sede de la exhibición permanente del
museo. Las colecciones sin embargo, sufren
otro cambio y ya en 2003 se trasladan defi-
nitivamente al edificio Carlos Porter, anexo al
Palacio Lyon que fue remodelado con el fin
de ubicar el laboratorio, depósitos de colec-
ciones, biblioteca y oficinas administrativas,
quedando con 1020m? construidos en 5 pisos
(Henríquez, 2014).
ANTECEDENTES
GENERALES DE LAS
COLECCIONES DE ÁREA DEARQUEOLOGÍA
A julio de 2018, el área de arqueología del
museo cuenta con tres depósitos de coleccio-
nes, los que en total suman aproximadamen-
te 266m? todos ubicados en el edifico Carlos
Porter, con acceso restringido”.
Alberga cinco tipos de colecciones de ob-
jetos culturales o elaborados por el hombre
(Dibam, 2017) que pertenecen a la colección
patrimonial del museo y que se clasifican de
la siguiente manera:
1
Etnográficos: Según libros, planillas de
inventario y bases de datos*, los prime-
ros objetos que conforman esta colección
corresponden a 14 objetos donados en
3 Para acceder a la investigación de sus colecciones se deben seguir
los procedimientos indicados en documento “protocolo de acceso a
las colecciones del área de arqueología” documento no publicado.
4. Se revisó libro de inventario antiguo, además de bases de datos.
11
5
Colecciones del área de Arqueología del Museo...
el año 1915, provenientes de Rapa Nui,
Perú, Bolivia y Cultura Mapuche. Una co-
lección que destaca por el tipo de objetos
y su procedencia es la Colección Poppe
de Oceanía, ingresada en el año 1916 con
85 objetos provenientes de lugares como
Tahiti en la Polinesia Francesa, Samoa, Fiji
e Islas Carolinas, entre otros.
Arqueológicos: Objetos formatizados ob-
tenidos en contextos arqueológicos. De
gran relevancia, una colección de piezas
arqueológicas recolectadas en la zona de
Caldera a partir de 1890 (Becker, 1997),
de adscripción Molle, Diaguita, Copiapó,
Diaguita e Inca (Becker, 1997; Latorre et
al., 2007; Corral, 2008; Gutiérrez, 2012;
Moya, 2016), ingresada al museo en el
año 1921 por los herederos de Juan Lod-
wig quien desarrolló excavaciones asiste-
máticas en el litoral de Caldera y la pun-
tilla norte de Caldera a fines del siglo XIX
(Corral, 2008).
Patrimonio cultural de Valparaíso: objetos
provenientes de diversos edificios y secto-
res de Valparaíso. Recientemente se ingre-
saron al catálogo SURDOC?, mediante un
proyecto financiado por el Centro de Do-
cumentación de Bienes Patrimoniales, 183
objetos provenientes de edificios y lugares
de la comuna de Valparaíso, incluyendo
algunos pertenecientes al “Palacio Lyon”
actual sede del museo.
Artesanía Chilena: Se clasifican aquí ob-
jetos de elaboración chilena artesanal.
Destaca una colección de 26 objetos co-
rrespondientes a “artesanías de la monjas
clarisas”.
Bioantropológicos: Compuesta por restos
humanos que a julio de 2018 suman apro-
ximadamente 233 individuos esqueleti-
zados y 16 momias en diferentes etapas
de momificación, incluyendo 4 momias
negras o de preparación complicada per-
tenecientes a la cultura Chichorro (Ore-
llana, 2017; López, 2017), ingresados los
primeros entre 1913 a 1915. Cabe desta-
car aquí lo siguiente: “Los restos humanos,
Sistema Unificado de Registro Documentación
Lilian López Labbé
no obstante son de origen natural, desde
el punto de vista de la documentación,
han sido tradicionalmente tratados como
objetos culturales dentro de los museos,
ya sea porque se encuentran en un con-
texto cultural junto con objetos de esta
naturaleza o bien porque han sido inter-
venidos como es el caso de las momias o
fardos funerarios y otros” (Dibam, 2017).
No obstante deban seguir siendo tratados
como objetos culturales para efectos de
inventario y registro, en atención a la re-
cuperación del respeto y la dignidad de la
que son merecedores más allá de la muer-
te, desde inicios del siglo XXI en el ámbito
museológico internacional ha cambiado
el paradigma, pasando ahora a recuperar
su estatus de sujetos (Dibam, 2017). En
consideración a esto, los restos humanos
que custodia el Museo de Historia Natural
de Valparaíso han sido separados del resto
de las colecciones y se han ubicado en un
sector especial con señalética que indica
su presencia.
Dentro del área también existe la colección
arqueológica o de estudio, que está consti-
tuida por material arqueológico proveniente
de excavaciones derivadas de estudios de im-
pacto ambiental o rescates arqueológicos. No
obstante, este tipo de colecciones debe estar
registrada en libros de registro con fichas y ba-
ses de datos especiales, debe ser tratado de
una manera distinta a la colección patrimo-
nial del museo. (Dibam 2017). El último ingre-
so corresponde a los materiales encontrados
en el proyecto de estacionamientos subterrá-
neos de Plaza O'Higgins, donde se encontró
un asentamiento prehispánico Aconcagua
(Garceau, 2017).
MATERIALES Y MÉTODO
Para graficar el proceso de documentación
de las colecciones del área que se ha estado
desarrollando desde mayo de 2016, se tomó
como caso de estudio la colección arqueoló-
gica-Lodwig de metales. Según el listado de
clasificación de objetos del Libro Il, en el “re-
gistro central de objetos”, la colección cons-
taba de 300 objetos clasificados como “Chile
Metales”, los que comienzan desde el número
de inventario 1850 y termina con el número
12
2150, correlativamente divididos en trece ti-
pos de objetos (Vera, 1976).
Para comenzar a responder a las preguntas de
“qué tenemos, dónde lo tenemos y cómo lo
tenemos”, se definieron tres acciones o fases
principales en vista de que el principal o pri-
mer problema diagnosticado para comenzar
el trabajo eran colecciones desordenadas y
dispersas entre los depósitos del área:
Fase 1: Asignar a cada depósito tipos de colec-
ciones, y reubicarlas según la asignación
dada con el objetivo de tenerlas agrupadas
en forma separada y de ahí comenzar el tra-
bajo de revisión y/o elaboración de inventa-
rio. Esta fase también incluye el monitoreo
climático de los depósitos usando RE-5 da-
talogger Elitech, y RE-4HC.
Fase 2: Elaborar base de datos en Excel, ya
que es el formato exportable desde el Sis-
tema Unificado de Registro Documenta-
ción (SURDOC? el cual contiene hasta la
fecha 3143 registros documentados, agre-
gando otros campos que ayudan a la do-
cumentación de los objetos, y se incluyen
hipervínculos a carpetas por objeto, para
tener rápido acceso a toda la información
asociada, tales como fichas, documentos y
fotografías desde la misma base de datos.
Fase 3: Reunir toda la información existente
sobre las colecciones, tales como libros
de registro, archivadores, bases de datos,
prácticas, investigaciones, archivos foto-
gráficos, etc. Digitalizar y archivar.
RESULTADOS
Caso de la colección arqueológica-Lodwig
Metales
En este proceso se tomó como referencia las
mismas fases indicadas en la metodología para
la colección general. Es importante destacar
que ellas no son correlativas, ya que se debe
trabajar en las tres fases en forma simultánea.
Sin embargo, se separan para planificar mejor
las tareas relacionadas con cada una de ellas.
Para albergar la colección patrimonial se dis-
6 www.surdoc.cl
puso el depósito 4A del primer piso. En este
lugar ya se encontraba casi la totalidad de
esta colección, sólo se trasladó a otro depó-
sito la colección arqueológica de estudio,
se dejó en un sector especial y separada la
colección bioantropológica en atención a
los nuevos paradigmas que la institución
ha adoptado, donde las colecciones de res-
tos humanos de ser objetos se deben tra-
tar y pensar como sujetos (Dibam, 2017)
Se hizo una búsqueda de todos los objetos que
pudieran pertenecer a la colección “Chile Me-
tales” de procedencia Lodwig, encontrando
dos cajas con bolsas y con listado de su con-
tenido” , además de varios objetos dispersos
(Figura 1, 2 y 3 respectivamente).
Fig. 1 Cajas con bolsas sueltas y listado. Colección ar-
queológica-Lodwig Metales.
7 Trabajo de práctica profesional realizado por Gabriela Pérez
durante 2014.
13
Colecciones del área de Arqueología del Museo...
maft
Fig. 2 Cajas con bolsas sueltas y listado. Colección ar-
queológica-Lodwig Metales.
Fig. 3 Objetos dispersos. Colección arqueológica-Lodwig
Metales.
Posteriormente, se sacaron de sus cajas y se
dispusieron en un mesón de trabajo con el
fin de comenzar a revisar y chequear según
el libro “Registro Central de Objetos sección
arqueología 2” parte” (Figuras 4, 5 y 6).
Lilian López Labbé
Fig. 4 Revisión de objeto para inventario. Colección ar-
queológica-Lodwig Metales.
Fig. 5 Registro Central de Objetos sección arqueología 2?
parte. Colección arqueológica-Lodwig Metales.
14
Fig. 6 Preparación de objeto para embalaje e inventario.
Colección arqueológica-Lodwig Metales.
La mayoría de los objetos se encontraron en
buen o regular estado de conservación, lim-
pios y embalados en espuma dentro de bolsas
tipo Ziploc selladas y con paquetitos de sílica
gel en su interior. En general, no presentaron
evidencia de corrosión activa (CNCR, 2014).
La mayoría de ellos tenían asociado su núme-
ro de inventario. Cabe destacar que gracias al
proyecto “Colección Lodwig. Visiones de un
pasado atrapado en un museo”, ejecutado por
Cristian Becker en 1996 y financiado por el
Fondo de Apoyo a la Investigación y Conser-
vación de la Dirección de Bibliotecas Archivos
y Museos, con la asesoría del Centro Nacio-
nal de Conservación y Restauración (Becker,
1997), estos objetos se mantuvieran estables y
relativamente ordenados por alrededor de 20
años, lo que permitió que la revisión y che-
queo de inventario se realizara con relativa
fluidez.*
Sin embargo, ya en 2017 y por la ausencia de
una persona encargada de estas colecciones,
la cámara de vidrio hermética construida para
mantener esta colección no existía, la sílica
gel se encontraba ya en viraje a rosado indi-
cando su saturación por lo que ya no estaba
cumpliendo su función y, tal como se mencio-
8 En el trabajo de práctica de Gabriela Pérez se hizo limpieza a
las bolsas contenedoras, sin hacer mención de que hubiera realizado
algún tratamiento a los objetos, por lo que éstos se deben haber
mantenido en buenas condiciones por su embalaje.
nó, varios de los objetos estaban dispersos en
cajas separados y fuera de sus bolsas contene-
doras originales, presentado suciedad, polvo
superficial y números de inventario perdidos
o dispersos en cajas. Además, las bolsas que
aún contenían los objetos se encontraron des-
ordenadas dentro de cajas produciendo que
varios de ellos se cayeran de su embalaje, tal
como se observa en las figuras 7 y 8.
Fig. 7 Objetos dispersos en cajas y fuera de sus bolsas
contenedoras originales. Colección arqueológica-Lodwig
Metales.
Fig. 8 Bolsas con objetos sueltos y desordenados. Colec-
ción arqueológica-Lodwig Metales.
Colecciones del área de Arqueología del Museo...
En enero de 2017 comenzó el monitoreo de
temperatura y humedad relativa (HR) en los
depósitos de colecciones. Así, para el depósi-
to 4A existen dos tipos de datos, uno de ellos
es el monitoreo en la puerta de acceso al de-
pósito que permite registrar en tiempo real
las condiciones de temperatura y humedad
dentro de él y tomar acciones si fuera nece-
sario (Quiroz, 2015). Los datos se registran
manualmente en planilla de papel, que luego
se traspasan a una planilla Excel. Existen re-
gistros desde octubre de 2017, registrándose
un promedio de humedad relativa de 63.2%
y temperatura promedio de 22.4*C, con fluc-
tuaciones de humedad relativa entre 75.7%
y 61.1%. El otro tipo de datos fue obtenido
mediante un datalogger ubicado en el interior
del depósito, entre las cajas con colecciones
sobre estantería metálica. Se registraron datos
de temperatura entre enero de 2017 y agosto
del mismo año cada 15 minutos, observándo-
se una temperatura promedio de 20.1*C, con
fluctuaciones entre 13.6%C y 26.4%C. Según
las notas del ICC 9/2 y 9/1, la humedad re-
lativa máxima en la que deben almacenarse
los objetos de metal y en especial de cobre
y sus aleaciones, es de 50%. Las condiciones
indicadas por el Centro Nacional de Conser-
vación y Restauración en 1997 para la colec-
ción Lodwig-metal en específico, eran entre
el 20% y 30% de humedad relativa (Becker,
1997). Se debe mencionar que este depósi-
to de colecciones alberga distintos tipos de
objetos con diversas materialidades, los que
consideran distintos tratamientos y distintas
condiciones óptimas de almacenaje. Para co-
lecciones mixtas se recomienda que la hume-
dad relativa se mantenga entre rangos de 35%
y 55% (CNCR, 2014).
Tomando en consideración los rangos ópti-
mos de HR para las colecciones mixtas y la
realidad existente dentro del depósito, se de-
cidió tomar acciones concretas para tratar de
forma especial esta colección. No obstante,
también se deben tomar medidas para bajar
la humedad relativa del depósito en general y
más importante aún, regular sus fluctuaciones
tratando de mantener estabilidad.
Gracias al proyecto “Programa de Docu-
mentación y conservación en depósitos que
acogen colecciones de ciencias naturales y
Lilian López Labbé
arqueología, para el desarrollo de políticas
de colecciones que permitan dar protección
a las piezas patrimoniales del Museo de His-
toria Natural de Valparaíso”, financiado por
el Fondo para el Fortalecimiento y Desarrollo
Institucional de Museos Regionales y Especia-
lizados de la Dirección de Bibliotecas, Archi-
vos y Museos que comenzó a ejecutarse en el
año 2015, y cuya segunda parte se ejecutó en
2017 (Quiroz, 2015-2017), el departamento
de Ciencias e Investigación y por ende el área
de arqueología contaba con material de con-
servación adecuado para el correcto embalaje
de esta colección.
Para ello se utilizó espuma de polietileno ex-
pandido (ethafoam), tybek, bolsas de polieti-
leno con sello hermético, sílica gel de vira-
je azul-rosado y cajas de cartón corrugado
rígido estándares (Dibam, 2018), además de
datalogger para monitoreo de temperatura y
humedad en el interior de las cajas y bolsas.
El trabajo de embalaje fue realizado por Fran-
cisco Guzmán, quien en 1997 fue capacitado
en embalaje de conservación en el marco del
proyecto “Colección Lodwig. Visiones de un
pasado atrapado en un museo”.
Los objetos se dispusieron en bandejas de po-
lietileno con cama de tybek, figuras 9 y 10, las
que fueron introducidas dentro de bolsas de
polietileno transparente con cierre hermético
que las aísla del ambiente exterior y minimi-
za el contacto de los objetos con el oxígeno
y polvo ambiental manteniendo del mismo
modo un microclima logrado a través de sílica
gel, figura 11. Las bolsas selladas se introdu-
jeron en cajas de cartón que las mantiene se-
guras y sirve como primera barrera ambiental,
figura 12. La humedad relativa se monitorea
constantemente a través de datalogger y se
mantiene en rangos de 45% +-5, estos valo-
res y la forma de embalaje se determinaron
tomando en consideración la bibliografía con-
sultada así como conversaciones personales
con conservadoras especialistas en embalaje
de colecciones patrimoniales priorizando la
posibilidad de mantener la estabilidad en el
tiempo de los indicadores.?
9 Notas del ICC 9/1, proyecto Becker 1997 y conversación
personal con Valeria Sepúlveda y Andrea Hermans.
16
Fig. 9 Francisco Guzmán en labores de embalaje. Colec-
ción arqueológica-Lodwig Metales.
Fig. 10 Detalle bandejas de polietileno con cama de ty-
bek. Colección arqueológica-Lodwig Metales.
B ' Ls cda
Fig. 11 Uso de sílica gel. Colección arqueológica-Lodwig
Metales.
Fig. 12 Bandeja de polietileno en bolsa con sello herméti-
co al interior de caja de conservación. Colección arqueo-
lógica-Lodwig Metales.
17
Colecciones del área de Arqueología del Museo...
Las cajas se ubicaron en una sección del de-
pósito alejado de puertas y ventanas lo que
permite tener una mayor estabilidad de la hu-
medad relativa y temperatura, se procuró ade-
más, que se ubicaran en repisas de fácil acce-
so para poder realizar inspecciones regulares
al estado de conservación de los objetos si-
guiendo las indicaciones del Instituto de Con-
servación Canadiense que en sus notas del
ICC 9/2, indica la conveniencia de este tipo
de inspecciones recomendando que se hagan
en forma mensual debido principalmente a la
rapidez con la que el material metálico sufre
procesos de oxidación (ENCR, 2014).
En la fase dos se elabora la base de datos to-
mando como base informe Excel descargado
desde SURDOC'*” , con 2882 objetos patri-
moniales ingresados hasta mayo de 2018, de
los cuales 143 pertenecen a la Colección Lod-
wig de materialidad metal. Estos 143 objetos
cuentan con información de documentación
bastante completas, tales como medidas, ads-
cripción cultural, evaluación del estado de
conservación, descripción y origen de la co-
lección entre otros, además de fotografías es-
tandarizadas'' para cada uno. La base de datos
de objetos patrimoniales del área de arqueo-
logía se completó según el Registro central de
objetos de 1976 y el libro de “actas inventario”
elaborado por los anteriores encargados del
área Jaime Vera y Cristian Becker respectiva-
mente, sumando varios campos considerados
necesarios para el objetivo de mantener toda
la información sobre cada uno de los objetos
reunida en un solo lugar, con rápido y fácil
acceso a ella, incluyendo fotografías y fichas
mediante hipervínculos. A mayo de 2018 ya se
han contabilizado más de 7500 objetos.
En el proceso de revisión, reordenamiento y
clasificación de la colección se definieron cin-
co categorías principales ya mencionadas y
explicadas en “Antecedentes generales de las
colecciones de Área de arqueología” (etnográ-
ficas, arqueológicas, patrimonio histórico de
Valparaíso, artesanía chilena y bioantropoló-
gica). Como segunda categoría se consideran
los orígenes de las colecciones, quedando
registrado en un campo específico para ello.
10
11
Sistema Unificado de Registro Documentación
Parámetros establecidos para www.surdoc.cl
Lilian López Labbé
Como una sub división se consideró dentro de
la Colección Lodwig incorporar la materiali-
dad, quedando entonces esta colección como
arqueológica/ Lodwig-metales. Esto ayuda a
mantener la unidad de la colección en base
de datos, pudiendo acceder mediante filtros a
toda la Colección Lodwig. Cabe destacar que
no se hace ningún tipo de cambio en el núme-
ro de inventario y menos alguna modificación
en los libros originales, esta nueva estructura
es sólo una clasificación que ordena la colec-
ción completa del área asociando los nombres
de ellas a su procedencia, en especial cuando
hay colecciones grandes y de la importancia
de la Colección Lodwig.
De esta manera, en el proceso de revisión
del inventario terminado en mayo de 2018,
se concluyó que la colección Arqueológica
Lodwig-metales del Museo de Historia Natu-
ral de Valparaíso consiste en 374 objetos, de
los cuales hay 44 ausentes o no encontrados,
(consignado con la letra A, en campo de pre-
sencia)'?, 5 objetos sin número de inventario y
2 con número de inventario repetido. La fase
tres implica la búsqueda y revisión de toda la
documentación asociada a las colecciones
que se pueda encontrar, tarea que aún está en
desarrollo. No obstante, esta búsqueda per-
mitió identificar 40 objetos de la colección
Lodwig-metal que fueron prestados al Museo
Regional de Atacama en el año 1997 con el
fin de que fueran parte de una exposición que
se montaría en el marco del XIV Congreso Na-
cional de Arqueología Chilena'”. El préstamo
consistió en 131 objetos de distintas materia-
lidades que pertenecen a la colección Lodwig
del Museo de Historia Natural de Valparaíso.
En la tabla 1 se resume el resultado de la revi-
sión del inventario para esta colección.
Tabla 1. Resumen inventario colección Lodwig-
metales
Total de objetos
374
En préstamo al Museo Regional de
EE: 40
Atacama Copiapó
Sin número de inventario visible
Con número de inventario repetido
12
13 Documento 30/97 con listado completo de objetos en
préstamo enviado por Cristian Becker a Miguel Cervellino Director
Museo Regional de Atacama en 1997.
Base de datos área arqueología
18
Los antecedentes reunidos sobre investigacio-
nes, trabajos de práctica y tesis sobre este ma-
terial arrojaron interesante información que se
utilizó para completar la documentación de la
colección y aclarar en la medida de lo posi-
ble adscripciones temporales y culturales, así
como categorías y subcategorías morfológicas
de los objetos, además de técnicas de manu-
factura. En este contexto, se revisaron cinco
trabajos relacionados con la colección Lod-
wig-metales (Ovalle 1968; Becker 1997; Lato-
rre et al. 2007; Corral 2008 y Gutiérrez 2012).
Nina Ovalle (1968) estudia diez miniaturas lí-
ticas pertenecientes a la colección Lodwig, y
concluye que “parecen tener una antiguedad
relacionada con el contacto Tiwanaku que
vuelven a aparecer en el horizonte incaico”.
Además, indica que “parece evidente su pre-
sencia en las llamadas culturas Diaguitas Chi-
lenas y Argentinas” (Ovalle 1968: 246).
Por su parte, Cristian Becker (1997) aporta im-
portante información sobre la colección Lod-
wig. El autor menciona haber tomado contac-
to con coleccionistas de la zona y constatar
que los objetos que integran esta colección
son idénticos a los que ellos poseen además
de encontrar el antecedente de que “la ma-
yoría de estas piezas provienen de uno de los
cementerios arqueológicos más grandes de la
zona”.
Latorre et al. (2007) identifican técnicas de
manufactura, posible adscripción temporal y
cultural para 306 objetos metálicos de esta co-
lección, ya que del universo estudiado (316),
excluyen 10 que corresponderían a objetos
históricos debido a que su materia prima es
hierro, y dos no metálicos que fueron teñidos
por el óxido de cobre.
Se describen diecinueve categorías formales,
dentro de las cuales las más abundantes son
anzuelos, barras, cinceles, aros y cuchillos.
Indican también técnicas de manufactura pre-
sente y materia prima, determinando que el
90.85% de la muestra estudiada corresponde
a cobre o aleaciones con un alto porcentaje
de cobre.'* En relación a la adscripción tem-
poral y cultural indican que sólo los tupu,
14 Tabla 3 en Latorre et al. 2007: 96
tumi y láminas circulares pueden asignarse
con seguridad a la etapa del dominio Inca,
incluyendo una pinza de cuerpo trapezoidal
que en su extremo se curva formando un arco
de suspensión. En relación a la adscripción
cultural, indican que no es posible determi-
nar con certeza sólo por la localidad donde se
encontraron los objetos qué población pudo
haberlos ocupado y/o producido ya que no se
sabe a ciencia cierta qué población o pobla-
ciones ocuparon dicho lugar, por lo que para
distinguir posibles adscripciones se basan en
comparaciones morfológicas y de técnicas de
manufactura.
Como resumen, indican que la mayor parte
de la muestra presenta características forma-
les que corresponden a una amplia disper-
sión espacial, incluyendo el Norte Grande
de Chile y el Noreste Argentino (anzuelos,
barras, cinceles y cuchillos). En especial los
aros podrían relacionarse principalmente con
contextos Diaguita, y las cuentas, cascabeles
y campanillas cónicas podrían corresponder a
una tradición con origen en el Norte Grande
e influenciada por tradiciones del área Andina
Central (Latorre et al., 2007: 99).
En relación a los estilos tecnológicos, distin-
guen tres tradiciones de manufactura, los que
corresponden al noreste argentino o a influen-
cias cuzqueñas, otras derivadas de los andes
Centrales que pueden haber arribado a través
de la expansión de tawantinsuyo o desde el
Norte grande.
Latorre et al. adscriben a la idea de que “Cal-
dera funcionó como un espacio de gran im-
portancia para el Inca, ya que la concentra-
ción de objetos metálicos no alude sólo a la
presencia de la influencia incaica sino que se
observan elementos asociados con personajes
de alto estatus dentro del aparato estatal” (La-
torre et al., 2007: 104).
En 2008, María Ignacia Corral desarrolló su
práctica profesional en el área de arqueología
del Museo, analizando la Colección Lodwig
de materialidad metal. En ella caracteriza los
objetos separando distintos conjuntos artefac-
tuales según su función: utilitarios, suntuarios
y ornamentales.
19
Colecciones del área de Arqueología del Museo...
De este grupo escoge la categoría ornamenta-
les, analizando 62 objetos que subdividió en
7 categorías principales, como láminas, aros,
tupu, tortero, cuenta, brazalete y anillo. Rea-
liza fichas técnicas con fotografías, medidas,
técnicas de manufactura y descripción de los
objetos. En relación a la adscripción temporal
señala que a pesar de ser objetos descontex-
tualizados, se les ha relacionado con el com-
plejo cultural Ánimas, la cultura Diaguita y la
influencia Inca por las similitudes morfológi-
cas que presentan las piezas (Corral 2008).
Cabe destacar que las fichas elaboradas por
María Ignacia Corral fueron utilizadas para
documentar cada uno de los objetos que ella
analizó y describió en su trabajo.
En el año 2012, Catalina Gutiérrez desarrolló
su memoria para optar al título de arqueólo-
ga, revisando objetos metálicos del litoral de
Atacama procedentes de la colección Echeñi-
que del Museo Nacional de Historia Natural
y parte de la Colección Lodwig ubicada en
el Museo Regional de Atacama, además de
objetos presentes en colecciones del Museo
Paleontológico de Caldera y el Museo Rudolfo
Philippi de Chañaral. La información sobre los
objetos de la Colección Lodwig presentes en
el Museo de Historia Natural de Valparaíso se
obtuvo a partir de investigaciones anteriores
también citadas aquí.
En su investigación realizó una caracteriza-
ción morfológica, asignando 22 categorías
con 56 subcategorías, presentado descripcio-
nes detalladas para cada una de ellas.
Estudia la materialidad metálica proceden-
te de la región de Atacama para determinar
si se hace evidente la presencia de dos tipos
de artefactos; aquellos de origen funcional/
utilitario destinados a la explotación de recur-
sos marinos, y los suntuarios, posiblemente
no manufacturados por las poblaciones cos-
teras y que ingresan a la zona compartiendo
similitudes estilísticas con piezas de Caldera,
eventualmente Arica, junto con zonas del in-
terior como el Noroeste Argentino y el Área
Diaguita, por lo que plantea que el repertorio
metálico del litoral de la región de Atacama,
eventualmente se caracterizaría por la coexis-
tencia de conjuntos de elementos elaborados
Lilian López Labbé
tanto en la costa, como de elementos alócto-
nos, propios de valles interiores (como Área
Diaguita y Copiapó), así como del NOA.
Concluye que la prevalencia de rasgos co-
munes entre distintas zonas geográficas, pro-
bablemente conforman un sustrato común o
tradición propia de los Andes Centro — Sur,
pero que, sin embargo, hubo procesos de in-
teracción entre distintas zonas, desde donde
circularon estos bienes. Así, las características
que adquirieron las tradiciones tecnológicas
litorales revisten de ciertas características pro-
pias, asociadas a “modos de hacer las cosas”,
adaptados a modos de vida específicos (Gu-
tiérrez, 2012).
DISCUSIÓN
La documentación de colecciones donde los
procesos de registro, inventario y cataloga-
ción de los objetos son tareas primordiales, es
un trabajo en constante progreso y tal como
Lina Nagel indica en Manual de Registro y
Documentación de Bienes Culturales, rara-
mente finaliza (Nagel, 2008).
Según el código de deontología del Consejo
Internacional de Museos (ICOM por sus si-
glas en inglés: International Council of Mu-
seums), las colecciones de los museos deben
ser conservadas en beneficio de la sociedad
y su desarrollo y los museos tienen la obliga-
ción específica de facilitar en la medida de
lo posible el libre acceso a ellas, incluyendo
la información relacionada (ICOM, 2013). Es
en este mismo sentido que la Ley de Monu-
mentos Nacionales, según Decreto Supremo
N* 484 de 1990, indica en artículo 21 que las
instituciones asignadas para el resguardo de
las colecciones procedentes de excavaciones
y/o prospecciones deben asegurar la conser-
vación, exhibición y fácil acceso a los inves-
tigadores para su estudio (Ley 17.288, 2016).
Para el Museo de Historia Natural de Valparaí-
so, sus colecciones son el corazón del museo"”.
En este sentido, incluye en su Misión y Visión
el preservar, conservar, investigar y difundir el
patrimonio en todas sus dimensiones. '*
Lema de la dirección del MHNV en relación a sus colecciones.
Misión MHNV, www.mhnv.cl
15
16
20
Para dar cumplimiento a ese objetivo, lo pri-
mero es ordenar, saber exactamente qué se
tiene, dónde y en qué condiciones se tiene,
para luego tomar las acciones necesarias para
cada caso en particular y enfrentar los desa-
fíos que esto conlleva.
Para un museo como este, con 140 años de
historia, que ha tenido que trasladarse en
varias oportunidades, sin duda los libros de
registro e inventarios antiguos fueron de pri-
mordial importancia. Del mismo modo, el tra-
bajo de los encargados anteriores minimizó el
riesgo de pérdidas de objetos al momento de
quedar sin una persona a cargo del área por
casi cinco años. Durante ese tiempo, el ac-
ceso restringido a los depósitos permitió que,
aunque los objetos se encontraran desordena-
dos y dispersos, estuvieran en bastantes bue-
nas condiciones y hasta el momento han sido
hallados en su mayoría.
Hoy en día se cuenta con estrictos protocolos
para el acceso a las colecciones, lo que permi-
te que éstas sean investigadas pero al mismo
tiempo se protegen y se asegura la retribución
por parte de los investigadores en entregar la
información generada.'” Desde mayo de 2017
a mayo de 2018 han tenido acceso a la inves-
tigación de las colecciones del área más de 15
profesionales.
El caso de estudio de los objetos de metal de
la Colección Lodwig es un claro ejemplo de
lo anterior. Luego del registro, solo cuatro de
374 objetos no fueron encontrados, dos de
ellos tienen fichas que indican que ya en la
década del 90 estos objetos no fueron halla-
dos, y es muy probable que los dos restantes
correspondan a algunos de los objetos con
número de inventario repetido (2) o sin nú-
mero de inventario (5). Hasta el momento no
se ha podido identificar con claridad esta si-
tuación, sin duda queda aún mucho trabajo
que realizar y se debe seguir buscando en los
antecedentes sobre la colección.
La diferencia en el numero de objetos encon-
trado con los originalmente indicados en el li-
bro “registro central de objetos” de 300 a 374
se debe principalmente al sistema de conteo,
ya que cada objeto físico debe considerarse en
17 Protocolo de acceso a las colecciones para el área de
arqueología, documento sin publicar.
forma individual. Por ejemplo, en el libro de
registro de 1976 se consideró un objeto con el
número de inventario “1905” que correspon-
de a un fragmento de anzuelo, pero asociados
a él había 31 fragmentos de anzuelo (indica-
dos también en el libro de inventario pero no
considerados por separado en el registro to-
tal de la colección. Ahora se consideran 31
objetos, por lo que en base de datos quedan
1905.1, 1905.2 hasta 1905.31. En definitiva,
no se trata de que se hayan encontrado otros
objetos que no estaban identificados en el li-
bro de registro y se hayan añadido a la colec-
ción, si no que son simplemente los mismos
objetos pero identificados y contabilizados
cada uno e ingresados de esta forma a la base
de datos.
El re embalaje de la colección se realizó con el
objetivo de mejorar lo que ya se había hecho.
En este sentido, los conceptos asociados a él
se mantuvieron, las bandejas y bolsas ziploc
anteriores se convirtieron en bandejas más
grandes y con tybek para cada objeto, y las
bolsas se reemplazaron por otras igualmente
selladas pero del tamaño correcto para estas
nuevas bandejas. Es importante mencionar
aquí la importancia que tendrá el monitoreo
constante de la colección, en relación a los
indicadores de humedad relativa al interior de
las cajas, así como la inspección visual que
se debe realizar mensualmente. El hecho de
que las bolsas de polietileno sean transparen-
tes ayudará a realizar esta inspección sin tener
que sacar los objetos de su microclima.
Otro aspecto del que habrá que tomar accio-
nes en un corto plazo son las condiciones
climáticas de los depósitos de colecciones.
El área de arqueología del Museo de Historia
Natural de Valparaíso alberga colecciones de
muy distinta y compleja naturaleza, con ma-
terialidades que incluyen restos humanos, tex-
tiles, metales, cerámica, vidrio, loza, madera,
material lítico, etc. Sin duda un gran desafío
queda por delante.
Las tres fases de trabajo definidas como me-
todología para enfrentar el desafío de la do-
cumentación de las colecciones del área ha
resultado eficaz y la sistematización de las ac-
ciones en cualquier trabajo de esta naturaleza
resulta primordial para no perderse en el ca-
21
Colecciones del área de Arqueología del Museo...
mino. Tener una planificación ordenada que
considere tareas de corto, mediano y largo
plazo conlleva a ir logrando metas específicas
que luego se convierten en logros para metas
generales y más grandes.
CONCLUSIÓN
Queda mucho por hacer, el conocimiento
también incluye tener una mirada de todo lo
que falta, pero sin duda la planificación a cor-
to, mediano y largo plazo ayudará a ir mejo-
rando cada día y superando las metas.
Las colecciones que alberga el área de ar-
queología del Museo de Historia Natural de
Valparaíso son testimonio de las personas y
culturas que las elaboraron, las usaron, dis-
frutaron y les dieron un significado especial.
Es tarea nuestra preservar y conservar no sólo
el objeto sino que también su historia, debe-
mos procurar que se realice más investigación
acerca de ellos para que de esta forma se pue-
da acceder a un mayor conocimiento de esos
hombres y mujeres que habitaron en el pasado
y debemos difundir este conocimiento, poner
en valor nuestras colecciones, pero nada de
esto es posible si no sabemos primero qué te-
nemos, dónde lo tenemos y cómo lo tenemos.
BIBLIOGRAFÍA
Becker, C. 1996. Colección Lodwig. Visiones
de un pasado atrapado en un museo. Presen-
tación de proyecto para Fondo de apoyo a la
Investigación y conservación de la Dirección
de Bibliotecas, Archivos y Museos. Valparaíso.
Documento sin publicar.
Becker, C.1997. Informe final proyecto Colec-
ción Lodwig. Visiones de un pasado atrapado
en un museo. Presentación de proyecto para
Fondo de apoyo a la Investigación y conserva-
ción de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y
Museos. Valparaíso [Documento sin publicar].
Becker, C. 1997. Documento 30/97 enviado a
Ana Ávalos Valparaíso, 13 de Agosto de 1997.
Canadian Conservation Institute. 2014. No-
tas del ICC 9/1, Como Reconocer la Corrosión
Activa. Traducción del Centro Nacional de
Conservación y Restauración (CNCR).
Lilian López Labbé
Canadian Conservation Institute. 2014. Notas
del ICC 9/2, Almacenamiento de los metales
Traducción del Centro Nacional de Conserva-
ción y Restauración (CNCR).
Consejo Internacional de Museos (ICOM).
2013. Código de Deontología de ICOM para
los museos. Paris.
Cordero, L. 2017. Protocolo Manejo de Co-
lecciones y Sistemas de Inventario. Santiago.
Centro de Documentación de Bienes Patrimo-
niales. Dirección de Bibliotecas, Archivos y
Museos (DIBAM).
Cordero, V. 2018. ¿Por qué fueron entregados
al MHNV estos hallazgos? Contexto Exposi-
ción Plaza O'Higgins, Valparaíso. Museo de
Historia Natural de Valparaíso [Documento
sin publicar].
Corral, M. 2008. Colección Lodwig, Objetos
de Metal. Informe práctica profesional realiza-
da en el Museo de Historia Natural de Valpa-
raíso. Universidad SEK.
Duarte, C. (Editora). 2018. Estándares míni-
mos de registro y conservación preventiva de
colecciones arqueológicas y paleontológicas.
Santiago. Dirección de Bibliotecas Archivos y
Museos (DIBAM).
Garceau, Ch. 2017. Una Mirada Bajo la Su-
perficie de Plaza O'Higgins, Ciudad de Val-
paraíso. Revista Anales del Museo de Historia
Natural de Valparaíso (30): 86-99.
Gutiérrez, C. 2012. El Alma de los Metales:
Producción Tecnológica de piezas metálicas en
el litoral de la Región de Atacama. Universidad
de Chile Facultad de Ciencias Sociales Depar-
tamento de Antropología. Memoria para optar
al título de arqueóloga.
Henríquez, C. Vivar, A. Gutiérrez, R. 2016. El
Museo de Historia Natural, sus Inicios. Museo
de Historia Natural de Valparaíso.
Henríquez, C. 2014. Edificio Carlos Porter,
Anexo al Palacio Lyon. Museo de Historia Na-
tural de Valparaíso.
22
Latorre, E. Plaza, M. Riveros, R. 2007. El
Caso de la colección Lodwig: Caracterización
de un conjunto de piezas metálicas prehispá-
nicas del litoral de Caldera (111 Región, Chile)
Revista Werken (11): 89-105.
Ley 17.288 de Monumentos Nacionales y
Normas Relacionadas 2016. Santiago. Minis-
terio de Educación. Gobierno de Chile.
López. L. 2017. Informe Trabajos de Colec-
ciones Bioantropológicas del MHNV. Museo
de Historia Natural de Valparaíso. Valparaíso.
Documento sin publicar.
Moya, 1. 2016. Informe final trabajo de Registro
Colección de Arqueología Chilena Museo de
Historia Natural del Valparaíso. Licitación pública
4517-1-LE16. Santiago. Documento sin publicar.
Nagel, L. (editora). 2008. Manual de Registro
y Documentación de Bienes Culturales. San-
tiago. Dirección de Bibliotecas, Archivos y
Museos (DIBAM).
Orellana, C. 2017. La Corporalidad del Pasado.
Sistematización de la Colección de Momias del
Museo de Historia Natural de Valparaíso. Ca-
rrera de Antropología Física. Facultad de Cien-
cias Sociales. Universidad de Concepción.
Ovalle, N. 1968. Miniaturas indígenas de Calde-
ra, colección Lodwig del Museo de Historia Na-
tural de Valparaíso. Revista Anales del Museo de
Historia Natural de Valparaíso (1968): 239-247.
Pérez, G. 2014. Informe Práctica Profesional.
Colección Arqueológica del Museo de Historia
Natural de Valparaíso. Departamento de Antro-
pología, Facultad de Ciencias Sociales, Univer-
sidad de Chile. Documento sin publicar.
Quiroz, S. 2015. “Programa de Documenta-
ción y conservación en depósitos que acogen
colecciones de ciencias naturales y arqueolo-
gía, para el desarrollo de políticas de coleccio-
nes que permitan dar protección a las piezas
patrimoniales del Museo de Historia Natural
de Valparaíso. Proyecto presentado al Fondo
para el Fortalecimiento y Desarrollo Institu-
cional de Museos Regionales y Especializados
de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Mu-
seos. Valparaíso. [Documento sin publicar]
ANALES 7) Volumen 31, 2018. Páginas 23-28
MASA Arqueología y Antropología
PROGRESOS INICIALES EN LA SISTEMATIZACIÓN DE LA COLECCIÓN
BIOANTROPOLÓGICA DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO
INITIAL PROGRESS IN THE SYSTEMATIZATION OF THE BIOANTHROPOLOGICAL COLLECTION OF THE NATU-
RAL HISTORY MUSEUM OF VALPARAISO
Claudia Orellana Benavides”
RESUMEN: El Museo de Historia Natural de Valparaíso cuenta con una basta colección de restos
humanos que hasta la presente intervención contaba con muy poca información sobre sus com-
ponentes y estudio científico. En este artículo se exponen los progresos iniciales con respecto a
la sistematización de la colección, con las intervenciones realizadas en cuanto a construcción
inicial de perfil biológico, documentación y registro.
PALABRAS CLAVES: Colección bioantropológica, conservación preventiva, sistematización de
colecciones, Museo de Historia Natural de Valparaíso.
ABSTRACT: The Natural History Museum of Valparaíso has a vast collection of human remains
that until the present intervention had very little information about its components and scientific
study. This article describes the initial progress made with respect to the systematization of the
collection, with the interventions carried out in terms of the initial construction of the biological
profile, documentation and registration.
KEYWORDS: Bioanthropological collection, preventive conservation, systematization of collec-
tions, Natural History Museum of Valparaíso.
INTRODUCCION cuales se especifica principalmente el manejo
de las dimensiones, peso y materiales a utili-
El manejo de restos humanos es un área de- zaren restos esqueletizados, aunque para res-
licada de abordar, especialmente en aquellos tos momificados las especificaciones son real-
que conforman parte de nuestro patrimonio y mente acotadas limitándose exclusivamente
nos ayudan a comprender los fenómenos bio- al manejo de las dimensiones físicas y no a
lógicos y sociales del pasado ya que entregan sus necesidades de conservación preventiva.
información invaluable que contribuye a la Esto genera un panorama complejo para los
construcción de la identidad de la sociedad encargados de colecciones ante la falta de in-
del presente. Los restos humanos bioarqueo- formación estandarizada para la gestión al in-
lógicos componen la totalidad de la colec- terior de los museos, quedando gran parte de
ción bioantropológica del Museo de Historia las acciones a criterio de los profesionales en
Natural de Valparaíso, dentro de la cual en- su formación académica y su capacidad para
contramos tanto osamentas como individuos indagar dentro de la consulta bibliográfica o a
momificados, ambos en diversos grados de otros profesionales que hayan trabajado sobre
conservación, por ende los procedimientos y contextos similares.
abordajes sobre ellos deben ser seleccionados
de acuerdo a la necesidad específica de cada La necesidad de establecer buenas condi-
individuo que se analiza. ciones de conservación y almacenamiento
es cada vez más importante, esto en vista de
Existen algunos lineamientos básicos, que en que el ingreso de restos humanos a los mu-
su momento presentó DIBAM (2006), en los seos se intensifica de acuerdo a los fenómenos
* Antropóloga con mención en Antropología física. clau.orellana.bOgmail.com
Recibido: 27 de septiembre 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
23
Claudia Orellana Benavides
de urbanización, con hallazgos fortuitos que
requieren de rescate inmediato y condiciones
adecuadas para el resguardo del patrimonio,
situación que se encuentra reglamentada a
través de la Ley de Monumentos Nacionales
n*1.7.288.
MATERIALES Y MÉTODO
La colección está conformada por dos tipos de
restos humanos. Estos son momificados o par-
cialmente momificados, y osamentas, las cua-
les requieren procesos completamente distin-
tos en cuanto a su análisis bioantropológico y
conservación preventiva, aunque comparten
los mismos requerimientos con respecto a la
documentación, por lo cual se dividió el tra-
bajo en 3 fases:
Conservación preventiva
a. Evaluación de las condiciones del depósi-
to: Inspección general sobre sus condicio-
nes ambientales tales como el seguimien-
to de los parámetros fundamentales como
son la temperatura y la humedad relativa,
en conjunto a una valoración de la inci-
dencia de elementos como la luz natural,
vibraciones, ingreso de olores y la dispo-
nibilidad de espacio.
b. Elaboración de informes descriptivos de
conservación: Este proceso fue diferen-
ciado para individuos momificados en el
cual se realizó de forma exhaustiva, abar-
cando descripción de alteraciones de tipo
ante-mortem y post-mortem, presencia de
elementos no anatómicos (fibras, telas, in-
dicios de intervenciones de conservación
preventiva anteriores), coloraciones dife-
renciadas, visibilidad de piezas dentales
y otros rasgos particulares que pudiesen
dar luces acerca de variables biológicas o
culturales. Para individuos esqueletizados,
esta información se limitó a una valoración
general de su estado de conservación.
Cc. Reemplazo de materiales inadecuados en
contenedores.
24
Documentación
a. Recopilación de información previa: Revi-
sión de registros y documentos en los ar-
chivos de la institución con el objetivo de
triangular la información escrita y la que
presentan los restos humanos.
b. Creación de herramientas de registro e
identificación: Ficha resumen que abarca
todos los tópicos necesarios tales como
su información básica (datos de ingreso,
origen geográfico, donantes, etc), una va-
loración de estado de conservación (de
acuerdo a Rufino 2012 para individuos
momificados), registro fotográfico, perfil
biológico y elementos asociados.
Análisis bioantropológico
a. Restos humanos esqueletizados: Dada la
enorme cantidad de individuos, y corres-
pondiendo a una fase inicial de trabajo
sólo se contempló estimación de sexo y
asignación de rango etario amplio, en in-
dividuos con buen estado de conservación
que evidencien ambos rasgos de forma in-
mediata.
b. Individuos momificados: Análisis evalua-
do a través de autopsia no destructiva O
examen macroscópico, identificando va-
riables de sexo y rango etario a través de
observación directa de caracteres sexuales
y zonas anatómicas con esqueletización
parcial en metodologías de estimación
propias de la antropología física (morfoló-
gica y métrica).
RESULTADOS
Respecto de las condiciones físicas y ambien-
tales del depósito, se halló una baja inciden-
cia de la luz natural y las estructuras físicas de
éste tienen firmeza y espacio suficiente para
alojar las dimensiones y peso de los restos
humanos. Los promedios de los parámetros
ambientales se establecieron con una tempe-
ratura de 23,5%C y una humedad relativa del
66,15%, registrándose algunas variaciones de
acuerdo a las estaciones (Figura 1).
Parámetros ambientales depósito
Arqueología
14-jun 22-sep 31-dic 10-abr 19-jul 27-oct 04-feb
——HY% —— T
Figura 1. Gráfico de parámetros ambientales durante la
intervención.
En este periodo de trabajo se logró contabili-
zar aproximadamente 218 individuos esque-
letizados, en diversos estados de completitud
y conservación siendo al menos 170 de ellos
Progresos iniciales en la sistematización de la colección bioantropológica...
correspondientes a exclusivamente cráneos,
los cuales conforman la Colección Vergara
donada en 1918. Debido a la extensión de
esta colección, momentáneamente sólo se
establecieron características generales sin es-
timación del perfil biológico resguardándose
esta información de forma sistematizada en
una base de datos.
En cuanto a individuos momificados y par-
cialmente momificados, fue posible identifi-
car Características como sexo, rango etario y
establecer una triangulación efectiva entre los
registros escritos del museo y los individuos
en sí. Como producto de esto, se hizo suge-
rencia un protocolo de manejo de individuos
momificados englobando aspectos como su
traslado, condiciones ambientales, unboxing,
elementos de seguridad a utilizar y su ubica-
ción al interior del depósito.
Tabla 1. Metodologías de la antropología física aplicadas en cada individuo
Estimación de edad
Femenino. Observación de caracteres sexuales | Adulto.
Momia D |(Vulva y mamas) y rasgos craneales según [numérica a
Buikstra y Ubelaker (1994)
No aplicable.
estimación
métodos de
Imposibilidad de
través de
antropología física.
Sub-adulto. Adolescente. Observación
parcial de erupción dentaria indica 10-11
años (Ubelaker 1989) y epífisis no osificadas
no son concluyentes en rangos numéricos.
Femenino. Estimación a través de coxal en
: sínfisis púbica y rasgos distintivos en conjunto
Momia G E
a evaluación de rasgos craneales.) Buikstra $
Ubelaker (1994) y Phenice (1969).
Momia E | No aplicable. Sub-adulto. Y
impide estimar rango numérico.
Femenino. Observación de rasgos craneales
con Buikstra € Ubelaker (1994) corroborados a
Momia C z ide » E
través de compilación de métodos métricos por
Krenzer (2006)
No aplicable.
Infante. Alta degradación
estimación
métodos de
Adulto.
numérica a través de
antropología física.
Imposibilidad de
Sub-adulto. Infante. 2 años Erupción
dentaria, (Ubelaker, 1989) cierre de la
sutura metópica y casi total, de la fontanela
anterior (Young, 1978)
Claudia Orellana Benavides
Tabla 2. Resumen de los contextos de hallazgo de los individuos momificados.
1D momia Fede canto
Ingreso
Certificado por parte del Viceconsulado de España. Se encuentra momia en
tienda perteneciente a los Srs. Valls dentro de un cajón de madera con una
06 de Junio [tapa de vidrio, proveniencia de un cementerio indígena del pueblo de pica.
de 1915
Se establece una descripción física de la momia y su posición, además de las
circunstancias en produjo un daño en ella.
Teniente 1? Luis Telles dona esta momia encontrada en un terreno adyacente
al Morro de Arica, en conjunto a otros objetos encontrados en el mismo lugar.
Se lo declara en el documento “en admisible estado de conservación”
20 de Agosto
de 1915
F- 2285
Donada por el Coronel Horacio Arancibia Lazo. No hay información de su
G-2286 de
contexto geográfico.
Donada por el Sr. Briceño. No hay información de sus circunstancias de
ingreso.
Helmuth Braum se la obsequia al Almirante Manuel Quintana, quien
finalmente es quien la dona al museo. La momia es descrita como “Pre-
Incaica” y llega asociada a diversos objetos arqueológicos del mismo contexto
ráfico (Playa La Lisera, faldeo del Morro de Arica)
30 de Junio
de 1956
Donada por Ciro Araya. Indica que fue descubierta 30 kilómetros al interior
Febrero de :
del puerto de Arica, en excavaciones hechas en faldas del Morro de Arica.
1921 Valle de Azapa.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Posterior a la revisión general de la colección,
se puede dar cuenta de que la mayoría de esta
requería acciones muy básicas de conserva-
ción, análisis y documentación. Por ejemplo,
en el caso de los individuos esqueletizados
se encontraron situaciones en las cuales éstos
aún contaban sedimento, en bolsas sin venti-
lación adecuada o bien con una disposición
de las unidades anatómicas no compatible con
la preservación de estos elementos. Es por ello
que como primer paso se realizó una limpieza
de acuerdo a la necesidad de cada individuo,
un reemplazo de los materiales en los conte-
nedores por los adecuados respecto de una
conservación preventiva Óptima, para poste-
riormente generar un inventario básico regis-
trándose los elementos anatómicos presentes.
Obtenida esta información, se registró esta in-
formación en una base de datos digital sinteti-
zando el contenido de cada caja, su zona geo-
gráfica de origen, investigador asociado, entre
otros. Además, se rediseñaron las etiquetas de
cada caja para crear un estándar en ellas con
información precisa y disminuir los tiempos
de búsqueda y la manipulación innecesaria
de los restos humanos.
26
En el caso de los individuos momificados, el
proceso fue mucho más delicado y cuidado-
so. Su antiguedad en el museo, en conjunto a
la naturaleza de este tipo de restos genera un
panorama que requiere más preocupación en
cuanto a su conservación. Ya que la momifica-
ción ocurre bajo condiciones climáticas espe-
ciales, es necesario crear un ambiente similar
para su almacenamiento utilizando materiales
que permitan la manipulación con mínima
degradación, soportando las dimensiones de
este y su peso, la correcta circulación del aire
a su interior y evitando la adherencia del ma-
terial al cuerpo.
Es de acuerdo a esto que se hizo un segui-
miento y análisis en cuanto a diversas varia-
bles que les afectan con el fin de optimizar sus
condiciones al interior del depósito. Si bien
existe una variación en cuanto a parámetros
ambientales ocasionados por las estaciones
del año, su estabilización no representa gran
problemática en vista de que la estructura físi-
ca del depósito es sumamente adecuada.
El trabajo realizado si bien representa una ins-
tancia básica de encuentro con la colección,
los inicios de la puesta en valor son inmensa-
mente valiosos, y representan un punto de par-
tida para ejecutar investigación y documenta-
ción exhaustiva y adecuada. Los registros que
llevó el museo, anterior a ésta intervención,
obedecían a datos generales que apuntaron
principalmente a una identificación formal,
más que a un reconocimiento de la indivi-
dualidad de los restos humanos y el estado
de conservación con que ingresan. Es por ello
que es importante que quienes ingresan restos
humanos a la institución, cumplan con ciertos
estándares en la entrega efectiva tanto de la
información (a través de inventarios, y datos
tomados in situ) como en las condiciones de
conservación preventiva en que se mantienen
los individuos durante el traslado; de esta for-
ma se optimiza su ingreso al depósito y a las
bases de datos del museo.
La sistematización exhaustiva de la colección
permitirá entonces, establecer puntos compa-
rativos entre periodos temporales, lo cual in-
dicará si las condiciones de conservación son
óptimas logrando efectuar mejoras de acuerdo
a ello en conjunto a una optimización de la
disposición de información hacia los investi-
gadores, quienes utilizando los registros darán
cuenta de forma expedita sobre la naturaleza
de los restos humanos de su interés procuran-
do además evitar manipulación innecesaria
de ellos disminuyendo notablemente los efec-
tos de la degradación en restos humanos que
presentan un estado más delicado.
Sin duda queda mucho por hacer por esta co-
lección, sin embargo estos avances iniciales
han podido dar cuenta del inmenso potencial
que posee para los investigadores, caso que ya
ha quedado ilustrado a través de los trabajos
relacionados a las momias chinchorro. Es vi-
tal, que las instituciones procuren dar la aten-
ción necesaria a los restos humanos en vista
de su naturaleza intrínseca, y de lo que repre-
sentan para el patrimonio de la sociedad en la
cual están insertos, ya que son un puente para
la comprensión y descubrimiento de nuestra
historia, y las particularidades que giran en
torno a los procesos de construcción de iden-
tidad, labor de la cual formamos parte tanto
antropólogos como museos, quienes generan
las instancias de difusión del conocimiento.
27
Progresos iniciales en la sistematización de la colección bioantropológica...
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo fue realizado en el marco de mi
práctica profesional y posterior memoria de
título asesorado desde la Universidad de Con-
cepción por Pedro Andrade, y posibilitado
desde el Museo de Historia Natural de Val-
paraíso quienes pusieron a mi disposición la
colección y su equipo de trabajo.
BIBLIOGRAFÍA
Buikstra, J, y Ubelaker. 1994. Standars for
data collection from human skeletal remains.
Fayetteville: Arkansas archeological survey.
DIBAM. 2006. Estándares para la recepción
de materiales arqueológicos en los museos de
la DIBAM. Santiago de Chile.
Krenzer, U. 2006. Compendio de métodos
antropológico forenses. Guatemala: CAFCA.
Rufino, R. 2012. Valoración del estado de
conservación. La importancia de un buen
chequeo. En c. y. Momias: Manual de buenas
prácticas para su preservación. Ministerio de
Educación. pp. 79-97.
ANEXOS
Figura 2. Momia femenina con acolchados amoldados.
Claudia Orellana Benavides
Figura 4. Resultado final de conservación preventiva en
individuo momificado.
Figura 5. Limpieza de restos esqueletizados y separación
de fragmentos.
28
Volumen 31, 2018. Páginas 29-40
ANALES]
MASA Arqueología y Antropología
REFLEXIONES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA PROPUESTA METODOLÓGICA
DIRIGIDA AL ESTUDIO DE PIEZAS TEXTILES ARQUEOLÓGICAS DESDE LA
PERSPECTIVA DEL DISEÑO
REFLEXIONS FOR THE CONSTRUCTION OF A METHODOLOGICAL PROPOSAL GEARED TOWARDS THE STUDY
OF ARCHAEOLOGICAL TEXTILE PIECES FROM THE DESIGN PERSPECTIVE
Marinella Bustamante Morales” , Ana María Iglesias Daveggio” , Patricia Gúnther Buitano”” y
Bianca Ojeda Vera””
RESUMEN: El presente artículo trata sobre las reflexiones en torno a la metodología de análisis
de los recursos estilísticos desde la perspectiva del Diseño para textiles arqueológicos, tomando
como caso de estudio el análisis de una pieza textil denominada unku, prenda de vestir mascu-
lina de la cultura precolombina andina, perteneciente a la colección Chile Momia que conserva
el Museo de Historia Natural de Valparaíso. La finalidad principal es poner en valor la colección
textil arqueológica desde la perspectiva del Diseño, presentando una metodología que el equipo
investigador ha denominado del objeto al contexto, con el fin de esbozar significado cultural a
las piezas analizadas. Con ello se busca preservar y difundir tecnologías ancestrales, aportando
pertenencia, territorialidad y registro para las nuevas generaciones de profesionales y creativos
que abordan el ámbito textil.
PALABRAS CLAVES: textil, diseño, metodología, unku, cultura andina, Arica.
ABSTRACT: This article addresses the reflections on the methodology of analysis of the stylistic
resources from the Design perspective for archaeological textiles, using the analysis of a textile
piece called unku, a male garment from the Andean pre-Columbian culture, belonging to the
Chile Momia collection which is preserved by the Natural History Museum of Valparaiso as a
case study. The main purpose is to value the archaeological textile collection from the Design
perspective, introducing a methodology that the research team has called from the object to the
context in order to get an idea about the cultural significance of the analyzed pieces. With this,
the goal is to preserve and make these ancestral technologies known, contributing a sense of
belonging, territoriality, and register for the new professional and creative generations who work
in the textile field.
KEY WORDS: textile, design, methodology, unku, Andean culture, Arica.
INTRODUCCIÓN
La colección arqueológica Chile-Momia que
conserva el Museo de Historia Natural de Val-
paraíso está conformada por un conjunto de
piezas textiles, de cerámicas y de artefactos,
pertenecientes a momias o descubiertas en
contextos de entierros asociados a ellas. Para
el presente artículo, se analiza una prenda an-
dina denominada unku, cuya data corresponde
al periodo intermedio tardío prehispánico de la
cultura Arica (1300-1400 d.C). Esta pieza fue
reconocida y exhibida como “pieza del mes”
por parte del Museo durante el mes de mayo de
p Diseñadora mención Textil, Magister en Gestión cultural mención Patrimonio, Académico titular de la Escuela de Diseño de la Universidad de Valparaíso.
marinella.bustamanteOuv.cl
** Diseñadora mención Textil, Magister en Diseño Estratégico, Académico titular de la Escuela de Diseño de la Universidad de Valparaíso. anamaría.iglesiasOuv.cl
+e* Diseñadora Industrial Mención Textil. Magíster en Conservación del Patrimonio. Académico titular de la Universidad de Valparaíso. patricia.guntherQuv.cl
ee Estudiante. Escuela de Diseño, Universidad de Valparaíso.
Recibido: 28 de agosto 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
M. Bustamante Morales, A. M. Iglesias Daveggio, P. Gúnther Buitano y B. Ojeda Vera
2018. Según los antecedentes del Libro de Do-
naciones C.B perteneciente al Museo, el unku
en cuestión fue donado en 1947 por el teniente
coronel Horacio Arancibia Lazo e indica: “mo-
mia amarrada incásica con su ajuar femenino”.
Recibe la donación el entonces director John
Juger Silver (Número de inventario: 22864).
El caso de estudio se enmarca en el proyec-
to de investigación “Estudio analítico de la
colección textil arqueológica Chile Momia,
perteneciente al Museo de Historia Natural de
Valparaíso” planteado por el Observatorio de
Innovación Textil perteneciente a la Escuela
de Diseño de la Universidad de Valparaíso.
El proyecto tiene por finalidad principal po-
ner en valor la colección textil, a través de
un estudio que considera fundamentalmente
dos etapas de trabajo: la primera se orienta al
reconocimiento y análisis de los objetos ar-
queológicos que componen la colección, y
la segunda, con la base analítica de la etapa
uno, establece desde la perspectiva del diseño
relaciones que permiten esbozar significado
cultural a las piezas analizadas, en base a bi-
bliografía especializada de investigaciones en
textilería andina y entrevistas a expertos.
Por otra parte, cabe señalar que desde una mi-
rada analítica y con el fin de comprender las
complejidades de sus manufacturas textiles, se
procederá a replicar técnicas de tejeduría. Lo
anteriormente descrito, en el afán de preservar
y difundir tecnologías ancestrales, aportando
pertenencia, territorialidad y registro para las
nuevas generaciones de profesionales y crea-
tivos que abordan el ámbito textil.
DEL OBJETO AL CONTEXTO: LOS OBJETOS
Los objetos han sido creados para satisfacer
necesidades naturales, otorgando respuestas
físicas para la adaptación de la especie hu-
mana a su entorno, condición primaria de
los seres vivos que deben lograr subsistir a la
diversidad de climas, geografías y situaciones
propias del ambiente. La mencionada adapta-
ción se ha manifestado en las modificaciones
del metabolismo, aspectos morfológicos y de
comportamiento. En consecuencia, la cons-
trucción de artefactos ha colaborado con el
desempeño en el medio, dando así respuesta
a necesidades básicas como protección del
30
cuerpo, abrigo, cobijo, defensa frente a otros
seres vivos; incluyendo a sus pares humanos.
De manera análoga, al estudiar las culturas pri-
marias reconocemos necesidades estéticas, ob-
servadas en objetos decorativos y funcionales
creados en diversos materiales como piedra,
lana, fibras vegetales y más tarde, en metal.
Por otra parte, otra necesidad observable en las
sociedades es la organización en grupos jerár-
quicos, en donde los líderes se manifestaban
como superiores con una clara diferenciación
en la implementación objetual, de compleja
elaboración y empleando materialidades esca-
sas y exquisitas; objetos de utilización en vida
en su dimensión funcional, simbólica y deco-
rativa. Por ejemplo, con respecto a los textiles
“En la región andina los tejidos integraban mu-
chos e inesperados contextos. (...)” “El tejido
funcionaba igualmente como símbolo de status
personal o como carta forzosa de ciudadanía,
obsequio mortuorio, dote matrimonial o pacto
armisticio”. Por tanto, el textil en cada contexto
adquiere una dimensión simbólica y de compa-
ñía. “Ningún acontecimiento político o militar,
social o religioso, estaba completo si no se ofre-
cían o conferían telas, los que se quemaban,
permutaban o sacrificaban” (Murra, 1989).
Es necesario señalar que los objetos poseen
más o menos intimidad con los individuos se-
gún la proximidad física que tengan con ellos,
de este modo, el vestuario y el adorno cor-
poral son lo más cercano al cuerpo humano.
Estos elementos de estrecha cercanía han sido
útiles para proteger del clima, para embelle-
cer y para significar, considerando desde el
tatuaje y las incisiones en la piel. La alta velo-
cidad de desarrollo de los objetos y el variado
cúmulo de ellos, implicó que una vez resuel-
tas las necesidades básicas se comenzara a in-
crementar las prestaciones y/o apariencia de
ellos. Luego se crean los primeros artefactos:
herramientas que operan como prolongación
del cuerpo o con capacidad de ejecutar tareas
en donde el cuerpo es ineficaz, resolviendo
las necesidades primarias de vida como cazar,
comer y cultivar. Al complejizarse estos arte-
factos aparecen los objetos que favorecen la
creación de otros objetos como el huso de hi-
lar, el telar, el torno, entre otros. Estos últimos
demandan de la observación, la reflexión y la
generación de nuevos artilugios, a través del
dominio de algunas materialidades.
Vinculando lo anterior con el quehacer del
Diseño, cabe señalar que para proyectar un
objeto, el diseñador observa y analiza las ne-
cesidades del usuario, además de reconocer y
comprender las diversas dimensiones de éste.
En ese contexto de lectura y comprensión del
mundo objetual, el diseñador está capacitado
para “leer” artefactos del pasado, actualmente
en desuso. Como testigo y testimonio de vi-
das, los objetos son portadores de informa-
ción, en algunas ocasiones explícita y en otras
difícil de dilucidar y comprender.
De acuerdo a lo anterior, la metodología de
análisis propuesta se enfoca del objeto al
contexto, es decir desde la lectura del objeto,
en términos de reconocer y traducir a través
de éste las características y dimensiones del
contexto que lo albergó. En adelante dicho
modelo analítico será factible de adaptar para
diversas etapas pasadas de la evolución del
ser humano, así como, en un análisis prospec-
tivo, modelar para prever posibles comporta-
mientos y tendencias futuras de la propuesta
objetual del ser humano. Ello será posible al
observar las claves de la situación a la inversa,
es decir, del contexto al objeto.
DEL OBJETO AL CONTEXTO:
APROXIMACIÓN A UNA METODOLOGÍA
De acuerdo a lo anteriormente planteado, el
objetivo principal de la presente investigación
es dar cuenta que, a partir del análisis del ob-
jeto fuera de su tiempo, lugar y uso, es posible
entender y apreciar realidades implícitas en
éste. En consecuencia, la metodología se des-
prende de la idea central antes mencionada,
que el equipo de investigación denominó “del
objeto al contexto”. Dicha metodología apli-
cada al objeto en análisis consta de las etapas
listadas a continuación:
1 Observación de la pieza para su descrip-
ción formal y de configuración estética.
2 Realización de limpieza mecánica, res-
petando las normas de conservación. Se
procede al retiro de elementos excedentes
del objeto, para su posterior análisis (fibras
sueltas, insectos, tierra).
31
Reflexiones para la construcción de una propuesta metodológica...
3 Levantamiento de información existente
en el museo: libro de registro, investiga-
ciones en curso y otros.
4 Lectura pormenorizada del objeto detec-
tando particularidades en él, en cuanto a
conformación, tecnología, materialidad,
construcción y usos.
Se diseña y aplica ficha para este caso.
5 Búsqueda de información en fuentes
bibliográficas y entrevistas a especialistas
con el fin de reconstruir contextos.
6 Reproducción de algunos textiles o partes
de ellos con el fin de comprender las ha-
bilidades creativas y técnicas implícitas.
7 Análisis de lo observado y contraste de los
rasgos encontrados con las fuentes consul-
tadas.
8 Conclusiones.
EL OBJETO: UNKU DE LA COLECCIÓN
CHILE — MOMIA
Las colecciones de textiles que conserva en
sus depósitos el MHNV se caracterizan por
estar descontextualizadas de su origen, no
pertenecen a culturas locales de la zona cen-
tral de Chile y fueron ingresadas a través de
donaciones.
En el contexto de las colecciones de textiles
se encuentra la colección Chile-Momia, a la
cual pertenece la pieza unku analizada en el
presente artículo, prenda de tipo camisa, prin-
cipalmente de uso masculino.
Existe registro de trabajo previo de la colec-
ción, el cual data del año 1990, realizado por
académicas de la Universidad de Valparaíso:
las diseñadoras Patricia Gúnther y Carmen
Peñailillo, y la historiadora Ineke Plazier. En
dicho estudio se catalogaron 22 piezas de la
Cultura Arica y 15 de Quebrada Vítor, cons-
tatándose su ubicación en el depósito del
MHNV. Se definió un catastro textil arqueo-
lógico y etnográfico con la existencia de tal
naturaleza, determinándose como textil a tres
categorías de objetos, y una asociada a la ma-
nufactura textil.
a. Prendas, accesorios, objetos tejidos con
fibras vegetales o animales, en donde se
distinguen artefactos flexibles (ropas, bol-
sos) y rígidos (canastos, abanicos).
M. Bustamante Morales, A. M. Iglesias Daveggio, P. Gúnther Buitano y B. Ojeda Vera
b. Prendas y accesorios no tejidos hechos con
cortezas aplanadas, pintadas o no.
c. Prendas y accesorios hechos con plumas,
conchitas u otro elemento natural, utili-
zados como objeto lineal para adorno o
cubriente como vestuario.
d. Implementos para la hilatura, tinción, teje-
duría y confección como husos, torteras,
telares o partes de ellos, agujas y otros.
De esta clasificación, el proyecto abordará la
colección contenida en el párrafo a. que se
refiere a prendas, accesorios y objetos tejidos
con fibra animal y vegetal, todos objetos flexi-
bles que corresponden a las colecciones Arica
y Vítor. En este caso se presenta el unku antes
mencionado, para lo cual se tomará lo descri-
to en párrafo d., análisis que permite otorgar
contexto técnico a los textiles.
En consideración a este primer caso de estu-
dio de la colección Chile-Momia, cabe se-
ñalar que ha sido nombrado de varias mane-
ras (camisa, camixeta, túnica, vestido, unku,
khawa) y que es una prenda significativa de la
prehistoria andina, como menciona el direc-
tor y curador del Museo de Textiles Andinos
Boliviano Waldo Jordán: “Dentro del atuendo
masculino de la época prehispánica, sin lugar
a dudas esta prenda (se refiere al unku) fue la
más importante tanto por su función -de cubrir
y abrigar el cuerpo junto a la llaqota-como la
de ostentar en forma clara y frontal los colores
y diseños que emblematizados pregonaban la
identidad y otros rasgos de la personalidad so-
cial de los usuarios” (Jordan, 2000).
La historiadora Teresa Gisbert define al unku
como ”...prenda formada por una sola pieza
rectangular que tiene un gran ojal para el cue-
Ilo, el cual se teje en el mismo telar. La pieza
se dobla sobre sí misma, cosiéndose las partes
encontradas con el fin de formar la túnica, de-
jando tan solo la abertura que permite el paso
de los brazos.” (Gisbert et al, 1992).” (Cita-
da en Cuadernos pedagógicos, vestimenta y
registro. Universidad Nacional San Cristóbal
de Huamanga, Ayacucho. Museo Nacional de
Arqueología y Antropología, Parque Bolivar
s/n Pueblo Libre, Lima. Perú. pp.39).
32
Por otra parte en la época Cabuza, en el norte
grande chileno, años 200 a 300 D.C., la cultu-
ra Tiwanaku fue de gran influencia insertando
herramientas y técnicas de labranza que in-
crementaron los cultivos junto a las viviendas
de piedra, caña y totora existentes. El curador
de las muestras del Museo Chileno de Arte
Precolombino, José Berenguer, agrega que
“Enterraban a sus muertos en posición fetal o
en cuclillas envueltos en elaborados unkus o
camisas liadas con cuerdas de totora y acom-
pañados de ofrendas mortuorias” (Berenguer,
2015),
La experta en tejidos andinos, Dra. en antro-
pología Liliana Ulloa, afirma que todos los
textiles encontrados pertenecen a ajuares fu-
nerarios pero no descarta el uso de estas pren-
das en vida. Respecto de camisas o vestidos,
no los nombra como unkus, sin embargo con-
firma su existencia desde el Formativo (1000
A.C. a 500 D.C.) hasta la llegada de los es-
pañoles (1492 D.C.). “Consistía de una sola
pieza rectangular doblada y cosida en sus
extremos laterales, dejando abertura para los
brazos y cabeza”. (Ulloa) Así también, por su
condición de uso accede a la categoría de ser
un objeto comunicador, reflejando contextos
culturales y de épocas, permitiendo estudiar
identidades y pertenencias sociales.
El antropólogo Waldo Jordán, hace referencia
que “El unku o khawa es la prenda masculina
-conocida como «camixeta» por los conquis-
tadores españoles-que al igual que las otras
prendas tejidas tanto para varones como para
mujeres, fue desde la época preinka el ele-
mento cultural que además de cumplir con la
función de abrigar el cuerpo, también se cons-
tituyó en emblematizador de las identidades
de los pueblos.” (Waldo, 2000) Afirma que
los unkus de aimaras, chipayas y quechuas se
diferencian entre sí, aún en el siglo XX, per-
mitiendo reconocer identidad étnica y perte-
nencia geográfico-cultural.
Sin embargo, siendo preferentemente de uso
masculino en tiempo Inca, esta pieza está re-
gistrada e inventariada por parte del Museo
como parte del ajuar femenino de la momia
G. Tomando de referencia la tesis realizada
por la pasante Orellana, C. del MHNV en
2017, confirma en su estudio que es de sexo
femenino, lo cual genera confusión, sin em-
bargo algunos investigadores determinan que
el unku fue usado también por mujeres (ver
cita más adelante de Guardia Mayorga, Cé-
sar).
Por otra parte, no es posible afirmar con certe-
za que fuese portado por una persona de sexo
femenino, al ser una prenda “asociada” a la
momia G y no asegurar que la portaba o que
pertenecía a su ajuar funebria.
En la investigación de la Colección de restos
y cuerpos momificados del Museo Etnográfi-
co se encuentra el estudio de J.B.Ambrosetti,
desarrollado en Argentina (Ambrosetti, 2015),
por un equipo de investigadores. Ellos descri-
ben del ajuar de una momia femenina (pieza
N* 20200, Calingasta, San Juan, Argentina) fa-
llecida a los 18-20 años, una camisa con las
características del unku, es decir, una camisa
sin mangas de aproximadamente 80x120 cm.,
que se supone cubría la mitad del cuerpo, con
una abertura en la zona de la cabeza y cosida
por sus laterales, presentando en el ruedo un
festón liso de color negro. Plantean que “se
observa está confeccionada de una lana más
fina que la del poncho, con pespuntes de hilo
doble, análogos a los de Sayate en la Puna de
Jujuy.”
La segunda descripción, según Diccionario
Kechwa-Castellano, define así a la prenda:
“Unku vestido de mujer, que consiste en una
camiseta que desciende hasta las rodillas.
Los españoles le dieron el nombre de kusma”
(Guardia, 1970).
El hecho de ser una momificación natural de
fardo con objetos textiles asociados de poca
complejidad de factura y diseño, nos sugiere
el primer indicador de la condición social del
individuo, determinando que la prenda co-
rresponde a una persona común, sin un ran-
go social alto. La Dra. en arqueología Helena
Horta afirma “el criterio clásico utilizado en
la arqueología para establecer diferencias de
estatus ha sido básicamente a través de la ob-
servación de la cantidad y la calidad de los
objetos depositados como ajuar y ofrenda”
(Binford 1972; Tainter 1979;Horta. H, 2015)
En figura 1, se presenta una fotografía de la
prenda analizada. En una descripción pre-
33
Reflexiones para la construcción de una propuesta metodológica...
via se puede evidenciar su forma levemente
trapezoidal, que está unida en sus costados
mediante costura dejando orificios para los
brazos, y con abertura para la cabeza, reali-
zada esta última durante el proceso de tejido.
Se presume que la tela fue tejida en telar de
estacas O de suelo debido al ancho que es ma-
yor a 70 centímetros, que es el máximo ancho
habitual para el telar de cintura. En el libro
“La Argentina Textil” publicado en 2018, en
el capítulo Textiles Andinos, la autora Diana
Rolandi determina tres tipos de telares men-
cionando que el telar de cintura es usado para
piezas pequeñas como inkuñas, fajas y chus-
pas, afirmando que las piezas de mayor ancho
debían ser tejidas en telar de estacas.
Figura 1: Prenda textil unku, Fotografía Valentina Carras-
co, Viviana Díaz.
Al consultar a la doctora Liliana Ulloa, advier-
te que la prenda pertenece a zona costera, lo
que calza con su registro que dice que proce-
de de Caleta Vítor, y pareciera ser de la época
Inca, pero el MHNV lo identifica como perte-
neciente al período Intermedio Tardío (Cultura
Arica, 1.300-1400 D.C.) período muy cercano
al dominio inca y también a la llegada de los
españoles. Ulloa lo describe como un tejido a
telar con hilados de irregulares colores natu-
rales de camélido (sin teñir), estructura faz de
urdimbre. Uniones laterales de puntada dia-
gonal (figura 2) y refuerzo con puntada de fes-
tón simple en los bordes de mangas y cuello.
(figura 3). Débil refuerzo en base de abertura
de cuello.
La justificación de la procedencia de esta pie-
za como inca se debe a su simplicidad estilísti-
ca. Al respecto, Hidalgo y Focacci mencionan
“Los tejidos incaicos se individualizan por la
M. Bustamante Morales, A. M. Iglesias Daveggio, P. Gúnther Buitano y B. Ojeda Vera
sobriedad de sus colores y sus diseños. Son de
uso frecuente las talegas listadas con los tonos
naturales de la fibra de lana. (...) Las camisas
son de tonos apagados, café, beige o negras y
es muy raro encontrarlas con alguna motiva-
ción u ornamentación de colores encendidos”
(Hidalgo y Focacci, 1986).
En un estudio de análisis más detallado, el
equipo investigador observa que la prenda
presenta: tres listas diseñadas en claro y os-
curo con decisiones particulares en la com-
binatoria y emplazamiento en el paño tejido,
ubicadas (figura 4) en ambos extremos latera-
les, contrastando colores blancos y marrón os-
curo. Estos conjuntos de tres listas de dibujo,
equidistantes unas de otras, no se presentan
reflejadas respecto del centro de la pieza, sino
que se trasladan en idéntico orden de un ex-
tremo lateral del unku al otro.
Figura 3: Detalle bordado festón manga. Fotografía Bian-
ca Ojeda
Figura 4: Detalle bordado festón manga. Fotografía Valen-
tina Carrasco, Viviana Díaz.
Figura 5: Detalle bordado festón escote en V. Fotografía V.
Carrasco y V. Díaz.
Figura 6: Detalle listados bicolor. Fotografía B. Ojeda.
ESTADO DE LA PIEZA: CONSERVACIÓN
Se realiza un diagnóstico inicial de la pren-
da a estudiar. El unku ha sido conservado en
una planera extendido en la horizontal en el
depósito del Museo (MHNV), protegido con
tyvek, material libre de ácido, de la acción de
la luz y del polvo. Al observar su estado de
conservación, en la figura 1 se visualiza que
en el contorno inferior existen roturas y zonas
con ausencia de material. Como así también,
presencia de agujeros grandes y pequeños en
ambas caras, anterior y posterior, debido a
cortes de urdimbre y de trama (Figura 5 y figu-
ra 6). Este deterioro en los bordes terminales
dificulta reconocer el verdadero largo de ésta.
La pieza presenta dos quiebres pequeños, por
guardado, en borde inferior. No se observa
moho y se encuentran escasos insectos dimi-
nutos, probablemente asociados a materias
orgánicas que hubieren estado próximas al
textil. La pieza en análisis muestra problemas
de sequedad y presencia de polvo y tierra,
también de restos vegetales escasos.
Con respecto al color, no se puede determinar
si está decolorada, pues el material de origen
tiene color disparejo. Se visualizan manchas
atribuibles a flujos corpóreos propios de la
momia, y otras proporcionadas por el sitio de
enterramiento y las características del mismo.
La Dra. Helena Horta, basada en las investiga-
ciones publicadas en 1986 de Hidalgo y Fo-
cacci, se refiere al enterratorio de esa época y
cultura diciendo que se trataba de fosas cava-
das a 120 o 150 cm de profundidad sin revesti-
miento, con espacio solo para el fardo funera-
rio y su ajuar, cerrando la boca de la fosa sobre
la cabeza del difunto con madera y piedras.
Ello permite visualizar que en un espacio redu-
cido se sobreponían el cuerpo de la momia, los
objetos de su ajuar, los productos alimenticios
y los elementos propios de la tierra de esos lu-
gares, por lo que es probable la contaminación
de los textiles con materias ajenas a ellos.
Figura 7: Detalle deterioro. Fotografía Bianca Ojeda
La pieza textil no presenta huellas de conser-
vación, como así tampoco se observa restaura-
Reflexiones para la construcción de una propuesta metodológica...
ción en su vida útil, por lo que se supone que
no tenía daños al ser enterrada con la momia.
Se establece realizar una limpieza mecánica
con brocha y aspirado, separando y clasifican-
do los elementos como: tierra, fibras, algunos
insectos y otros elementos desconocidos, que
se desprenden y se guardan para un estudio
posterior.
DOCUMENTACIÓN
Para una documentación inicial, como mo-
delo se utilizó la ficha de registro textil exis-
tente en el Museo, la cual posteriormente se
fue modificando y complementando según
los propósitos planteados por la investigación.
Cabe señalar que en el Museo no existía ficha
descriptiva del unku estudiado, por tanto, se
diseña una ficha que considera los aspectos
analíticos que aportarán a la valorización y
significancia del objeto en estudio, tomando
en cuenta criterios específicos desde la pers-
pectiva del Diseño.
Las dimensiones y criterios a analizar son los
siguientes:
Primera Etapa
1 Descripción existente en el museo: corres-
ponde a la información de primera fuente
sobre N* de catalogación, identificación
cultural, edad aproximada.
2 Estado de conservación: implica realizar
un diagnóstico previo.
Segunda Etapa
3 Dimensión Morfológica: Corresponde a
las características formales, compositivas
y técnicas de la pieza.
4 Dimensión de uso: se identifica, mediante
consulta bibliográfica, el uso de la pieza.
5 Registro fotográfico: se realiza un registro
acucioso como aporte a la documentación,
conformando un banco de imágenes que
facilita la consulta, evitando manipular de
manera innecesaria el objeto en estudio.
M. Bustamante Morales, A. M. Iglesias Daveggio, P. Gúnther Buitano y B. Ojeda Vera
6 Réplica de áreas, detalles constructivos o to-
talidad de la tela u objeto, según sea el caso.
MUSEO DE MISTORLA
NATURAL DE VALPADALO ¡
'
ROTURAS : Agujeros
grandes y pequeños .
en ambas telas, COLOR/MIBUJO: Blanco en dos
anterior y posterior, matices, en donde el más oscuro
por cortes de parece beige y marrón oscuro para
urdimbre y de trama detalles decorativos por urdimbre
DOBLECES, cas
QLAEBRES: Bos. Atrbubles a jos
dor Edd añ corpóreos de la
borde inferior APA
FICHA TÉCNICA
INFORMACIÓN DEL OBJETO
UNKU (camisa de uso masculino). Siendo una prenda de
uso masculino en tiempo inca, está registrada en el
Museo como pertenencia de la MOMIA 6. que es
femenina.
IDENTIFICACIÓN CULTURAL: Prehispánica, / CULTURA
ARICA
EDAD APROXIMADA: 1300-1400 d.c. Periodo intermedio
CARACTERISTICAS FORMALES
DIMENSIONES: Ancho: 104 cm. en la zona de la
boca; 92 en zona de borde, Largo: 79 cm; 63 cm en
delantero y también en espalda, Variable en ambos
paños por excesivas roturas en el borde bajo.
DENSIDAD/CM: Shs/cm; 8 hs/ecm; 7 hs/cm; Sps/iem;
4 psiem
materialidad/torsión: Lana camélido (Ulloa), a dos
cabos en ur y en tr. Ur. Con hilado más fino por
énfasis en la torsión.
TIPO DE TEJIDO: Tejido plano, ligamento tela o
tafetán, con zonas aleatorias de reps de tr. Tejido en
todo su largo para zonas delantero y espalda, y en
todo su ancho pues no presenta costura central que
indique unión de paños.
"Estructura faz de urdimbre” (Ulloa)
Restauración actual: Sin intervención
Insectos escasos! Sin moho! Mucha suciedad (tierray
Con decoloración.
Figura 8. Ficha descriptiva, V. Díaz y V. Carrasco
De acuerdo el análisis realizado y los referentes
consultados de diversas investigaciones efectua-
das a la prenda en estudio, el unku corresponde
a una prenda tejida a telar de estacas, ambos
paños constituyen un solo tejido continuo que
se dobló en los hombros para formar el unku.
“(...) acorde a la concepción de los textiles en
la que son tratados como seres vivos, por esa ra-
zÓn su construcción debe considerar sus bordes
estructurales, el objeto no debe presentar cortes
y “nacer” como un cuerpo en telar.” (Cereceda
1978, Arnold 2000, Groenelwald, 2002. Citado
por Hoces de la Guardia, Brugnoli, 2003).
El unku observado posee una dimensión de
ancho 104 cm. en la zona de la boca; 92 en
zona de borde. Largo indeterminado por su
estado de conservación: pero la zona medible
corresponde entre 79 cm y 63 cm en delante-
ro y también en espalda. Variable en ambos
paños por excesivas roturas en el borde bajo.
36
Con respecto a la materialidad, por referencias
consultadas es de fibra de camélido (Ulloa),
sin embargo, aún en estudio la identificación
de la especie específica de camélido.
La densidad del tejido es levemente irregular y
se expresa en el siguiente cuadro:
Densidad
Urdimbre
Trama
9hs/cm
Figura 9: Densidad del tejido.
En relación a la torsión, corresponde a dos
cabos en los hilados de urdimbre y también
de trama. La urdimbre se presenta con hilado
más fino, probablemente por un énfasis mayor
en la torsión.
Reflexiones para la construcción de una propuesta metodológica...
El tipo de tejido corresponde a un tejido pla-— CONFIGURACIÓN VISUAL
no, ligamento tela o tafetán; debido a la alta
densidad de urdimbre se denomina faz de ur-— Con respecto a la composición cromática y
dimbre. Presenta zonas aleatorias de aumento gráfica:
en las tramas, de forma irregular. Está tejido
de una pieza en todo su largo para zonas de- Se presenta hilado en dos matices de marrón.
lantero y espalda, y en todo su ancho pues no Además se observa hilado marrón oscuro para
presenta costura central que indique unión de detalles de urdimbre. Lo anterior, se ejempli-
paños. En la zona de la boca de la prenda se fica en las figuras 10 y 11.
deja una abertura para la cabeza durante el
proceso de tejido, y más tarde se remata con Franjas por urdimbre, equidistantes entre 3,5
costura de festón. Los extremos de la abertura y 3,8 cm. unas de otras (32 hilos aproximada-
están reforzados con puntadas, con el mismo mente), observar figura 10 y 11.
material de la prenda.
AN
a b Cc
Figura 11: representación tejido. Elaborado por la diseñadora textil Valeria Moya
Este orden (a,b,c) es idéntico en el otro extre- dad dentro del museo que la alberga; dedicar-
mo en el ancho, sin reflexión sino por trasla- le atención de conservación preventiva; docu-
ción. De este modo, el orden c queda una vez. mentar cada pieza con bibliografía y consultas a
al centro y la otra al borde. expertos, así como la aplicación de los propios
conocimientos desde el Diseño, incrementando
Con respecto al color, se observa que el hilado e incluyendo nuevas dimensiones de análisis a
no ha sido teñido, corresponde al color natural la información que ya posee el Museo. En este
del animal. Las terminaciones de uniones (Ho- caso, se visualiza al conjunto como tal, aun
ces de la Guardia, Brugnoli, 2004)) correspon- cuando no hay certeza de que constituyan un
den a “uniones laterales de puntada diagonal” solo ajuar, como tampoco si faltan algunas uni-
y con respecto a las terminaciones de refuerzo, dades textiles y no textiles a dicho ajuar.
corresponden a “puntada de festón simple en
los bordes de mangas y cuello. Débil refuerzo La investigación en curso nos ha brindado la
en base de abertura de cuello.” (Ulloa). Cabe oportunidad de plantear una línea sustentada
destacar que se usó el mismo material con el desde la perspectiva del Diseño, centrándonos
cual se tejió (Observar figura 2). en la búsqueda de las relaciones que pueden
surgir desde el análisis del objeto arqueológi-
CONCLUSIONES PRELIMINARES co a la comunicación de su contexto cultural.
Todo lo anterior, fundamentado en la revisión
Poner en valor una colección textil arqueológi- bibliográfica de investigaciones específicas en
ca que se encuentra en un museo, en este caso el ámbito textil arqueológico, así como tam-
MHNV, es comenzar por reconocer su identi- bién en entrevistas a expertos.
37
M. Bustamante Morales, A. M. Iglesias Daveggio, P. Gúnther Buitano y B. Ojeda Vera
El equipo investigador ha planteado una me-
todología que se origina a partir del objeto,
mediante la comprensión de sus diversas di-
mensiones, como lo son: las dimensiones
morfológica, estética y de uso, las cuales me-
diante la observación nos brindan poder dilu-
cidar modos de hacer, tradiciones y costum-
bres de una cultura determinada. Las diversas
investigaciones en torno a los textiles andinos,
nos han aportado a la documentación de la
colección estudiada desde una perspectiva
histórica, pudiendo delimitar territorialidad y
cultura.
Una de los objetivos a lograr con la investi-
gación es el planteamiento de una comuni-
cación efectiva de los contenidos y hallazgos
logrados. Es por lo anterior que el equipo in-
vestigador ha convocado a un equipo de estu-
diantes de último año de la Escuela de Diseño
de la Universidad de Valparaíso, quienes en-
tre otros elementos han propuesto una ficha
descriptiva que incluye gráficos, esquemas vi-
suales, infografía e ilustración, que aportan a
la comunicación e integración de contenidos
para una mejor comprensión de los aspectos
contextuales, morfológicos, técnicos, de usa-
bilidad y estéticos de la pieza analizada (Ob-
servar figura 8).
A partir del estudio del unku, mediante el le-
vantamiento de diversas investigaciones cita-
das en el presente artículo, se pudo constatar
su procedencia histórica y aspectos culturales.
Sobre la base del estudio descriptivo en torno
a las dimensiones morfológicas y de uso, sos-
tenemos que es una prenda de uso cotidiano,
cuyo análisis textil estructural nos da cuenta
de una “simplicidad”. Lo anterior desde la
comparación con prendas andinas correspon-
dientes a ajuares funebria pertenecientes a
personas de alto rango social, los cuales son
de elevada complejidad con respecto a es-
tructuras textiles.
El trabajo desde el diseño textil puede verifi-
carse en base a lo que la especialidad permite
observar, y básicamente se refiere a la compo-
sición formal de las piezas y al uso de recur-
sos morfológicos y sus relaciones. En relación
con esto último, nos referimos en concreto a
formas, colores, texturas, iconografías y geo-
metrías presentes en cada pieza.
38
Por otro lado, nos ocupamos de la tecnología,
los materiales y el tratamiento de los mismos,
y develamos el proceso productivo de las pie-
zas, replicando partes o la totalidad de ellas
con recursos actuales.
Hemos visto que, aun cuando están dañados
por el tiempo, los textiles nos sorprenden con
oficiosidades complejas que nos hablan de
que esas piezas fueron pensadas o bien “he-
chas y vueltas a hacer”, con el fin de lograr
óptimos resultados. Es un proceder análogo al
que usa actualmente el diseño y algunas ar-
tesanías.
El textil que nos ocupó en primera instancia se
asocia a la momia G, que es de sexo femeni-
no. La descripción formal que realizamos nos
llevó de menos a más. La pieza unku es una
prenda aparentemente muy simple, no tiene
iconografía, su colorido es sobrio y sus deta-
lles estilísticos son tres franjas bicolor, en don-
de la tercera es diferente; franjas que marcan
y destacan cada borde de la prenda.
El análisis y comparación con otros unku
nos muestra que el aparente concepto de si-
metría, que suele estar presente en la mayo-
ría de los tejidos unku, en este caso se repi-
te en cuanto a que son tres a cada extremo.
Significa entonces que la señal de asime-
tría la da la traslación del orden de las tres
franjas y no la reflexión. Darnos cuenta de
esto nos abre preguntas. ¿Se equivocó el te-
jedor? ¿Significa algo este rasgo? ¿Qué es?
La simplicidad estilística del unku, según lo
investigado indica que su proveniencia podría
ser inca (Ulloa) aun cuando se supone ante-
rior (1300- 1400d.c.) así como puede ser la
pieza que “va sobre todo el fardo”, pues ese es
de materialidad más tosca y gruesa.
En cuanto a su tecnología, la bibliografía nos
confirma que ha sido tejido en telar de estacas
y no de cintura, debido al ancho de la tela ma-
yor a 70 centímetros, el hilado es de camélido
tanto para urdimbre como para trama.
Rasgo destacable es el oficio impecable en
costuras, festones y refuerzos de la boca del
unku, pues es un trabajo realizado con tal pul-
critud que no se ve en otros unkus cuyas telas
son más trabajadas.
Cabe señalar que la función de la pieza estu-
diada es equivalente a aquéllos que presentan
alta complejidad en su tejeduría como en los
que destacan por su simpleza; la diferencia y
el acento está dado por los aspectos simbóli-
cos, estéticos y comunicacionales de éstos. La
mencionada diferencia es posible materializar
en los diferentes niveles de complejidad y re-
sultados textiles, a partir de las posibilidades
que la tecnología de la época otorgaba.
Quedan diversas cuestiones aún por resolver,
como por ejemplo: no se puede determinar
el por qué en la pieza unku analizada se ob-
serva la traslación de un efecto y no existe
la reflexión de ellos en una prenda, pensada
como unidad para un ser con dos lados ¡gua-
les ¿Error? ¿Intención? ¿Causa técnica? ¿Cuál?.
Planteadas las consideraciones anteriores, se
da concreción y proyección al trabajo reali-
zado con la elaboración de artículos y otros
medios de comunicación que permiten visi-
bilizar dicha investigación. Dadas las caracte-
rísticas del trabajo desarrollado, es factible así
destacar no solamente los contenidos propios
de éste sino también el trabajo colaborativo
entre profesionales de diversas disciplinas, en
este caso de las instituciones Museo de Histo-
ria Natural de Valparaíso y Escuela de Diseño
de la Universidad de Valparaíso.
En consecuencia, como equipo investigador
planteamos recursos de análisis desde el pris-
ma y las herramientas que nos otorga el oficio
del diseño, con el aporte de otras disciplinas
que permiten la contextualización del objeto
en estudio, a través de la multidimensión de
análisis y la comprobación de elementos que
se “leen” en la pieza analizada. La mixtura
disciplinar de interpretación, verificada en el
caso unku, permite entender cómo los obje-
tos creados por el hombre recogen, retratan
y son capaces de hacer perdurar en el tiempo
un momento de la historia y la historia que
éstos-los objetos- recogen en diversos nive-
les y complejidades tanto en su morfología,
materias primas, comunicación, tecnología y
simbolismo.
39
Reflexiones para la construcción de una propuesta metodológica...
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos al Museo de Historia Natural de
Valparaíso por brindar acceso a sus coleccio-
nes textiles y en especial a la encargada de
Arqueología Lilian López L., por brindar su
apoyo a la realización de esta investigación.
Y a las estudiantes de nuestra Escuela que han
participado en la investigación.
GLOSARIO
Ur = urdimbre. Hilos verticales que se insta-
lan de modo paralelo entre sí en el telar.
Tr. = trama. Hilos horizontales que se entre-
cruzan con los anteriores para armar el
tejido.
Hs. = hilos. Se denominan hilos a los destina-
dos a la urdimbre, en su montaje y en el
conteo.
Ps. = pasadas. Se denominan pasadas a las tra-
mas destinadas a entretejerse como trama.
BIBLIOGRAFÍA
Ambrosetti, J.y Doro, R et al. 2015. Colección
de restos y cuerpos momificados del Museo
Etnográfico de Argentina. MOMIAS integrante
de la Red NAyA de sitios de Antropología y Ar-
queología. www.momias.equiponaya.com.ar
Ultima modificación de esta página 11/6/15
Berenguer, J. 2015. “Gorros del desierto de
Atacama”. Orgrama Impresiones. (pp.39)
Guardia, C. 1970. Diccionario Kechwa- Cas-
tellano, Lima. Ediciones Peisa, 4. pp.27
Gisbert, T. 1992. Citada en Cuadernos peda-
gógicos, vestimenta y registro. Universidad
Nacional San Cristóbal de Huamanga, Aya-
cucho. Museo Nacional de Arqueología y
Antropología, Parque Bolivar s/n Pueblo Libre,
Lima. Perú. pp.59.
Horta, H. 2015. El señorío Arica y los reinos
altiplánicos (1000.1540 d.C.) Complemen-
tariedad ecológica y multietnicidad durante
los siglos pre-conquista en el norte de Chile.
pp.176.
M. Bustamante Morales, A. M. Iglesias Daveggio, P. Gúnther Buitano y B. Ojeda Vera
Hidalgo, J., Focacci, G. 1986. Multietnicidad
en Arica, SXVI. Evidencias etnohistóricas y
arqueológicas. Revista Chungará N*16-17.
Universidad de Tarapacá. Arica-Chile. (141):
137-147.
Hoces de la Guarda, Brugnoli. 2003. “Inves-
tigación y descripción de textiles precolom-
binos andinos. Acercamiento a una metodo-
logía. Actas del Simposio ARQ-21. Tejiendo
sueños en el Cono Sur. Textiles andinos: pasa-
do, presente y futuro. (38):36-45
Hoces de la Guarda, Brugnoli. 2004. “Manual
de técnicas textiles andinas” Terminaciones.
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
(pp.15)
Jordán, W. 2000. Las “camixetas” en el
Tawantisuyo: Los unkus o khawas; emblemas
de identidad de Los Andes. Textos Antropo-
lógicos N* 11, UMSA, La Paz — Bolivia. (55,
57):55-63.
40
Murra, J. 1989. Las funciones del tejido andi-
no en diversos contextos sociales y políticos.
Arte Mayor de los Andes. Museo chileno de
arte Precolombino. (19): 1- 103.
Orellana, C. 2017. “La corporalidad del pa-
sado: Sistematización de la Colección de
momias del Museo de Historia Natural de
Valparaíso”. Tesis de pregrado. Departamento
de Antropología física. Universidad de con-
cepción.
Rolandi, D. 2018. “La Argentina Textil” Patri-
monio del fondo nacional de las artes. Minis-
terio de la cultura de la nación. 2018. Buenos
Aires, Argentina
Ulloa, L. “Vestimenta y adornos prehispánicos
de Arica”. Instituto de Antropología y Arqueo-
logía, Universidad de Tarapacá. (33) 21 — 44.
A MW] A | | $ | 1 Volumen 31, 2018. Páginas 41-48
ALU DE FESIUNIN NATAL Arqueología y Antropología
TRABAJO DE REGISTRO Y DOCUMENTACIÓN EN COLECCIONES
ARQUEOLÓGICAS Y ETNOGRÁFICAS EN EL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE
VALPARAÍSO
REGISTRATION AND DOCUMENTATION WORK IN ARCHEOLOGICAL AND ETHNOGRAPHIC COLLECTIONS IN
THE NATURAL HISTORY MUSEUM OF VALPARAISO
Iris Moya Fuentes”
RESUMEN: Expone los avances y metodología utilizada en el proceso de registro y documenta-
ción de colecciones del Museo de Historia Natural de Valparaíso para el poblamiento de infor-
mación en el Sistema Unificado de Registro y Documentación (SURDOC) entre los años 2011
y 2016.
PALABRAS CLAVES: Colecciones, Documentación, Museo de Historia Natural de Valparaíso,
SURDOC.
ABSTRACT: This explains the progress and methodology utilized in the registration and docu-
mentation process of collections of the Natural History Museum of Valparaiso for the populating
of information in the Unified Registration and Documentation System (SURDOC, in Spanish)
between 2011 and 2016.
KEYWORDS: Collections, documentation, Natural History Museum of Valparaiso, SURDOC
ANTECEDENTES ingresados a SURDOC, 2254 objetos, de los
cuales un número importante fue además fo-
El Centro de Documentación de Bienes Patri-. tografiado en alta calidad bajo los estándares
moniales (CDBP), como organismo que ase- establecidos para fotografía documental.
sora a las instituciones avocadas al patrimo-
nio cultural, considera el proceso de registro Esta labor se realizó en tres etapas instrumen-
como una etapa clave en el manejo de las tales, debido a las diversas necesidades que
colecciones. Por medio del sistema SURDOC, tenían las colecciones seleccionadas.
permite el registro de objetos en línea y el in-
greso de la información completa asociada a METODOLOGÍA DE TRABAJO
estos y sus contextos, para la visualización de
investigadores y público general, que accede De acuerdo a la diversidad de las colecciones
fácilmente a toda la información de las colec- trabajadas y respondiendo a sus distintas ne-
ciones, de forma virtual. cesidades, se abordó cada una de forma dife-
rente, no obstante, los objetivos generales res-
Dentro del proceso de incremento de conte- ponden a una pauta establecida que organiza
nidos, a partir del año 2011, con el ingreso el trabajo en tres grandes etapas:
de la colección Bahamondes al MHNV, el
CDBP inicia un proceso de colaboración con +» Proceso de Análisis Previo de las Colec-
el Museo de Historia Natural de Valparaíso ciones: en esta etapa se revisa la totalidad
que culminará en el año 2016. En total, fueron de los objetos a registrar, contrastando in-
* — Arqueóloga, Universidad Internacional SEK. Investigadora asociada al Centro de Documentación de Bienes Patrimoniales. iris.moyaGsngp.cl
Recibido: 11 de septiembre 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
41
Iris Moya Fuentes
formación textual si existe, y establecien-
do los parámetros para la siguiente etapa.
: Proceso de Registro in situ: Durante el
proceso de registro in situ, se obtiene la
información directamente de los objetos,
obteniendo medidas, características físi-
cas y tomas fotográficas.
- Proceso de registro en el sistema SUR-
DOC: Toda la información obtenida del
análisis directo de los objetos, así como de
la revisión de libros de inventario y fichas
existentes, tomas fotográficas y datos bi-
bliográficos, se ingresan al administrador
de colecciones patrimoniales disponible
en línea en www.surdoc.cl.
PROCESO DE ANÁLISIS PREVIO
a. Análisis de los objetos y revisión de cada
Uno para constatar su número de inventa-
rio, rótulo y correspondencia con la infor-
mación contenida en los libros de inven-
tario existentes.
b. Revisión de fichas en papel antiguas de la
institución para corroborar datos de ingre-
so, dimensiones y descripción física, así
como de imágenes, si existieran.
c. Comprobación de libros de donaciones
para identificar fecha y forma de ingreso
a la institución.
PROCESO DE CARACTERIZACIÓN DE LAS
COLECCIONES TRABAJADAS
Colección Bahamondes (2011-2012)
La colección Dámaso Raúl Bahamondes
ingresó el Museo de Historia Natural de Val-
paraíso producto de una donación entregada
al Servicio Nacional del Patrimonio Cultural
(ex DIBAM) en parte mientras estaba con vida,
y luego por sus herederos. Compuesta en su
mayoría por instrumentos óseos, malacológi-
cos y líticos asociados al utillaje de pesca,
cuenta también con una cantidad de objetos
cerámicos, de fibra vegetal y textiles de ads-
cripción etnográfica. Además de los objetos
obtenidos de las investigaciones, la colección
posee algunos que fueron comprados o dona-
42
dos por amigos y familiares. (Figura 1, 2 y 3)
[Rd "NOOO
Fig. 1 Registro SURDOC 4-1659. Arpón metálico de ads-
cripción etnográfica. Colección Bahamondes. Fotografía:
Romina Moncada.
Fig. 2 Registro SURDOC 4-1911. Punta de proyectil frag-
mentada de bordes dentados. Colección Bahamondes.
Fotografía: Romina Moncada.
Fig. 3 Registro SURDOC 4-1711. Detalle de Huso de hi-
lar con tortera e hilo. Colección Bahamondes. Fotografía:
Romina Moncada
El Señor Bahamondes fue un investigador que
trabajó principalmente entre las zonas de la II
y IV Región, dedicado al estudio de los sec-
tores costeros, elaboró un importante número
de cuadernos de campo, dibujos y diagramas
de los sitios arqueológicos y objetos, algunos
de los cuales fueron donados también a la ins-
titución.
La colección Bahamondes se abordó a lo lar-
go de dos proyectos diferentes entre los años
2011 y 2012. Al tratarse de una colección que
estaba recién ingresando al MHNV, fue ne-
cesario realizar una selección de los objetos
museables, separándolos de los materiales de
estudio, que en este caso se encontraban en
condiciones que hacían compleja su iden-
tificación, o bien, en mal estado de conser-
vación. Se trabajó la colección integralmen-
te, comenzado por el rotulado, embalaje de
emergencia, registro completo e ingreso al
sistema SURDOC. Se estableció una organi-
zación por cajas de contenido y se entregaron
al museo las fichas en papel en formato solici-
tado, en soporte físico y digital.
Colección Pascua y Oceanía
Esta es una de las colecciones consideradas
“históricas” dentro del MHNV. Ingresada en
su mayoría durante la primera mitad del siglo
XX, consta de objetos provenientes de Rapa
Nui, principalmente esculturas de madera
y de piedra, Moai de varios tipos, así como
objetos líticos, de fibras vegetales y adornos
como vestuario y collares de conchas. Divi-
dida en colección Pascua (actual colección
43
Trabajo de registro y documentación en colecciones...
Rapa Nui) y colección Oceanía o Poppe, se
diferencia esta última por provenir de diferen-
tes islas del Pacífico como Samoa o Fiji, lo que
le vale el apelativo de “Colección Exótica”. La
Colección Poppe consta de figurillas talladas,
adornos y textiles confeccionados en fibras
vegetales, modelos a escala de embarcacio-
nes y armas rituales. (Figura 4 y 5)
Fig. 4 Registro SURDOC 4-1931. Escultura de madera ta-
llada de aspecto zooantropomorfo. Colección Rapa Nui.
Fotografía: Romina Moncada.
Fig. 5 Registro SURDOC 4-1931. Escultura de madera ta-
llada de aspecto zooantropomorfo. Colección Rapa Nui.
Fotografía: Romina Moncada.
Ambas colecciones son adquisiciones anti-
guas de la institución, en su mayoría dona-
ciones de particulares, que habían sido abor-
dadas anteriormente con buenos métodos de
registro, ya que contaba con fichas manuales
que incluían fotografías y dibujos que fueron
adjuntados a sus respectivos registros SUR-
DOC para preservar la información.
Iris Moya Fuentes
Colección Lodwig y Colección de Arqueolo-
gía Chilena
La Colección Lodwig es una de las más gran-
des e importantes dentro de la institución, fue
coleccionada por el señor Juan Lodwig, em-
presario y arqueólogo autodidacta radicado
en la III Región; ingresó al MHNV en el año
1921 con un gran número de objetos cerámi-
cos, líticos, metálicos y óseos que abarcan las
culturas El Molle, Gentilar, Copiapó, Diaguita,
Diaguita-Inca y Quitor (Figura 6).
Fig. 6 Registro SURDOC 4-2183 Estatuilla de madera ta-
llada y decorada con ojos de nácar de la especie Haliotis
iris. Fotografía: Romina Moncada.
La mayor cantidad de objetos corresponden
a puntas de proyectil de diversas denomi-
naciones, pero destacan principalmente los
contenedores cerámicos en buen estado de
conservación, con escasas intervenciones
como repintes o consolidaciones, así como
los objetos metálicos, “únicos” dentro de las
colecciones de los museos del Servicio. Los
objetos de hueso corresponden a finas espá-
tulas decoradas con incisos y pigmentaciones,
miniaturas, cuentas de collar de piedra y col-
gantes zoomorfos y antropomorfos.
Se conservan además, un par placas fotográ-
ficas ingresadas junto a los objetos, que dan
cuenta de la forma en la que el señor Lodwig
organizaba y exhibía sus colecciones cuando
estaban en su poder.
La colección Lodwig fue abordada parcial-
mente, en una primera etapa se trabajaron los
objetos metálicos y de hueso, y en una segun-
da etapa, cerámica, parte de la colección líti-
ca y objetos de hueso restantes.
44
La Colección de Arqueología Chilena, como
su nombre lo indica, es un conjunto de obje-
tos obtenidos por medio de donaciones e in-
vestigaciones del museo que no alcanzan un
elevado número, pero que considera objetos
como los materiales del sitio Pangal 2 en la
VI Región, hallazgos de adscripción Aconca-
gua provenientes de Villa Alemana (Figura 7),
y una vasija cerámica de grandes dimensiones
encontrada en el Sitio La Reina (Región Me-
tropolitana), investigado y donado al Museo
por la destaca arqueóloga de origen austria-
co, radicada en Chile, doctora Grete Mostny
(1914-1991).
Fig. 7 Registro SURDOC 4-227. Olla perteneciente a la
cultura Aconcagua con diseño en zigzag y triángulos
rojos y negros sobre fondo blanco. Fotografía: Romina
Moncada.
Colección Etnografía Mapuche (2015)
Se trata de un pequeño volumen de objetos
cerámicos, metálicos principalmente platería
de uso masculino y femenino, textiles, conte-
nedores vegetales y de origen orgánico. Pro-
venientes la mayoría de la donación del señor
Hawliezec, fueron registrados completamente
durante el año 2015 dentro de un proceso de
revisión de objetos de la cultura Mapuche
pertenecientes a varias instituciones del Servi-
cio. Parte de esta colección que se encuentra
en préstamo en el Museo Mapuche de Cañete
fue trabajada por una profesional asociada al
CDBP en dicha institución e ingresada tam-
bién a SURDOC.
Colección Mesoamericana (2016)
Esta colección, considerada también como
“Exótica”, proviene de Costa Rica y México
con una importante cantidad de cerámica
de la cultura Nicoya en excelente estado de
conservación. Destacan entre los objetos, una
variedad de vasijas de tipo olla, cuencos e in-
censarios tripode con decoración biomorfa y
vegetal estilizada, realizados con técnica de
modelado por rollos con inclusiones de pasta
modelada, engobes de color rojo y anaranja-
do, así como improntas de motivos zoo y an-
tropomorfos. Cuenta también con un metate
tallado y figurillas antropomorfas de piedra y
cerámica de pequeñas dimensiones. La colec-
ción consta de un total de 30 objetos que fue-
ron donados al museo en la década de 1930.
Colección Cerámica de Perú (2016)
En su mayor parte compuesta por cerámica
arqueológica y etnográfica Chimú, Moche y
Lambayeque, es una gran muestra de objetos
decorados con figuras zoomorfas, vegetales
y atropomorfas. Se trata de una colección en
buen estado de conservación, en general ads-
critos a la forma botella, con distintos grados
de restricción, decorados en adiciones mode-
ladas, con superficies pulidas y bruñidas; en
su mayoría, con pastas finas de color gris o
negro, trabajadas por medio del moldeado;
se observan algunos objetos muy similares o
idénticos, que hablan de una tecnología seria-
da elaborada para el comercio e intercambio.
Esta colección cuenta con una muestra de más
de 90 objetos que ingresaron a la institución
en la década de 1950.
Colección Europea (201 6)
Se trata de una pequeña colección de obje-
tos líticos de tecnología neolítica obtenidos
mediante el canje con el NationalMuseet de
Dinamarca realizado por tratos entre el enton-
ces director, don John Juger Silver y el enton-
ces curador del museo, Jens Yde. Consta de
cuchillos, buriles, hachas y hachuelas líticas
elaboradas en sílice de alta densidad. Esta co-
lección fue denominada “Eurasia”, nombre
que designa los continentes de Asia y Europa
unidos, ya que comparten características geo-
gráficas y lingúísticas comunes.
45
Trabajo de registro y documentación en colecciones...
PROCESO DE REGISTRO IN SITU
a Selección de objetos de acuerdo a su es-
tado de conservación y posibilidades de
exhibición. Se identifican y contabilizan,
separándolos del material de estudio, con-
siderado como objetos fragmentados cuyo
deterioro hace compleja su identificación.
bh Rotulado de cada uno de los objetos con-
tabilizados que no lo poseen. Para esto,
se rotulan los objetos directamente con
una capa de resina sintética Paraloid di-
luido al 10% en acetona, tinta china negra
o blanca aplicada con plumilla técnica F
(fine) Hinks and Wells Shell Pointed, más
una capa de Paraloid sellante. En el caso
de objetos que no pueden ser rotulados de
forma directa de acuerdo a su materiali-
dad, se usó etiqueta colgante de algodón
100% anudada y cosida con hilo de algo-
dón blanco.
c Toma de dimensiones con pie de metro
manual y huincha. Las medidas se toman
en centímetros y milímetros, sin decimales.
Se consideran al menos tres medidas para
los objetos tridimensionales (alto, ancho,
espesor) y medidas particulares para ciertas
partes de interés para la identificación.
d Análisis de las características físicas de los
objetos, así como de las particularidades
que los definen, con la finalidad de elabo-
rar las descripciones físicas.
e Revisión de su estado general de conser-
vación, considerando nivel de completi-
tud, deterioros observables y otro tipo de
alteraciones que sea necesario consignar.
PROCESO DE REGISTRO FOTOGRÁFICO
De acuerdo a los proyectos elaborados por el
CDBP, un número considerable de objetos,
que ascienden a un total de 1636 fueron re-
gistrados visualmente por un fotógrafo profe-
sional con equipo especializado. En este caso,
se realizaron tres vistas para cada objeto, más
vistas especiales de detalles, las cuales fueron
supervisados por el registrador a cargo.
Iris Moya Fuentes
Fuera de la labor de un fotógrafo especializa-
do en registro de colecciones, un total de 770
registros fotográficos fueron realizados por el
investigador en formato de registro sencillo,
con cámara digital de 8mpx y luz natural.
Las tomas de objetos de menos de 10 cm se
realizaron con regleta blanco y negro, depen-
diendo del tamaño de objetos a fotografiar.
Los fondos utilizados fueron crema, gris claro
y negro de acuerdo a los colores del objetos
a fin de destacar la materialidad, los colores y
detalles de cada registro.
Las capturas de imágenes se realizan en for-
mato nativo de la cámara y se revelan en for-
mato TIFF para el archivo digital, y en formato
JPG para su inclusión en SURDOC. En la pla-
taforma se ingresan las fotografías en 650 x
650 pixeles, que son las dimensiones estándar
establecidas por defecto de sistema.
PROCESO EN SURDOC (SISTEMA UNIFICA-
DO DE REGISTRO Y DOCUMENTACIÓN)
SURDOC es un gestor de colecciones en lí-
nea dependiente del Centro de Documenta-
ción de Bienes Patrimoniales y mantenido por
el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.
Cuenta con una vista pública que permite el
libre acceso a todo tipo de visitantes, y una
página de administrador optimizada para el
ingreso y mantención de las colecciones de
todos los museos del Servicio.
El ingreso de las colecciones a SURDOC es
una labor fundamental de cada museo, ya
que permite tener un control actualizado y
estandarizado de las colecciones, además de
compartir al público general la información,
difundiendo los contenidos y mejorando la
experiencia de los visitantes en línea y presen-
ciales de los museos.
En la plataforma interna utilizada por el admi-
nistrador local, los contenidos son integrados
al sistema de forma organizada, normalizada
y con múltiples posibilidades de nutrir los da-
tos con hipervínculos y adjuntos en formato
de texto, referencias bibliográficas, e ingreso
de fotografías profesionales y de alta calidad.
46
Para el ingreso de la información a la plata-
forma, el CDBP realiza capacitaciones fre-
cuentes a los profesionales administradores
de cada museo del Servicio y privados que lo
requieran, además de responder a las nece-
sidades particulares que surgen en cada mu-
seo respecto de sus colecciones. Elabora tam-
bién, de forma interna, diferentes manuales
y protocolos de identificación, catalogación
y registro a fin de facilitar la labor de inves-
tigadores y encargados de colecciones. Den-
tro de los requerimientos establecidos para el
poblamiento de datos, es importante tener en
consideración que esta información será de
consulta pública, por lo que el procedimiento
de registro debe realizarse siguiendo ciertas
pautas de trabajo que aseguren la veracidad
de los datos proporcionados.
Dentro del ingreso de información, la deno-
minación de cada objeto es uno de los temas
que el CDBP ha abordado de manera proble-
matizada, trabajando con el Tesauro de Arte €
Arquitectura, el Tesauro Regional Patrimonial,
y otras fuentes clave a la hora de la identifica-
ción, como diccionarios especializados y tex-
tos de consulta dependientes de organismos
nacionales e internacionales
Además de la obtención de los contenidos de
cada objeto, se trabaja en la elaboración de
descripciones en formato estandarizado para
cada tipología de objetos. Considerando que
el sistema SURDOC acepta un número míni-
mo caracteres para la descripción física, se re-
dactan las descripciones siguiendo la siguien-
te pauta:
« — Funcionalidad y/o tipología.
« Descripción general de cada objeto, des-
de el ángulo superior a inferior, tomando
en cuenta la forma en que se utiliza.
« Detalles de decoración y colores emplea-
dos.
« Detalles específicos como marcas de ma-
nufactura y elaboración, huellas de uso o
alteraciones.
« Materiales y técnicas aplicadas en el pro-
ceso de manufactura, las cuales se en-
cuentran listadas en diccionarios vincula-
dos.
Se considera además que una descripción
normalizada debe contar con un lenguaje for-
mal y técnico de fácil lectura a fin de que los
objetos puedan ser reconocidos en su estruc-
tura general así como en sus singularidades.
- Identificación del estado de conservación,
categorizando en Muy bueno, Bueno, Re-
gular, Malo y Muy malo. Esta es una defi-
nición basada en la observación directa y
en la manipulación, y se encuentra diri-
gida por el texto publicado por el equipo
de Conservadata del Centro Nacional de
Conservación y Restauración (CNCR) en
200%:
: Descripción del estado de Conservación,
basado en la publicación del 2007, donde
se mencionan los deterioros significativos
que pudieran tener los objetos, además
de alteraciones, restauraciones anteriores,
consolidaciones u Otras marcas, Como va-
rios números rotulados, por ejemplo.
* Ingreso de las tomas fotográficas realiza-
das durante el proceso in situ dentro de la
institución, la cual se realiza siguiendo el
orden de una vista frontal, vista posterior,
vistas laterales, inferior y vistas de detalles.
« Ingreso de la adscripción cultural identi-
ficada para cada uno de los objetos, esta-
bleciendo cronología, cultura arqueológi-
ca o etnográfica, zona cultural y datos de
los sitios arqueológicos si se tiene acceso
a esta información.
« Asociación de los objetos con referencias
bibliográficas específicas, relacionando
cada uno con las publicaciones que hacen
mención de ellos, siguiendo un esquema
de cita normalizado, con la posibilidad
de adjuntar el documento respectivo en
formato digital para posterior consulta del
museo o de otras instituciones.
« Ingreso de datos administrativos que dan
cuenta de la fecha y forma de ingreso de
cada objeto al museo, así como informa-
ción de su ubicación dentro de la institu-
47
Trabajo de registro y documentación en colecciones...
ción (exhibición o depósito), movimien-
tos, bitácora de exposiciones vinculadas,
y datos del o los registradores.
CONCLUSIONES
Desde el punto de vista instrumental y técni-
co, SURDOC cumple la finalidad de gestionar
las colecciones y darlas a conocer. Por me-
dio de los diferentes proyectos abordados a
lo largo de aproximadamente cinco años de
trabajo ordenado en base a las colecciones
seleccionadas, se logra generar y mejorar la
información de 2254 objetos pertenecientes a
las colecciones Bahamondes, Pascua y Ocea-
nía, Lodwig y Arqueología chilena, Mesoame-
rica, Perú y Europa, disponibles en www.sur-
doc.cl con información actualizada, completa
y contextualizada, que cuenta con imágenes
de buena resolución e información comple-
mentaria.
El trabajo en el MHNV, con las múltiples tipo-
logías, materialidades y procedencias analiza-
das, significó una labor extensa y fructífera ca-
paz de aunar el proceso de investigación con
la tarea necesaria del registro. En este sentido,
trabajar con colecciones de envergadura en el
poblamiento de datos, es la razón de ser del
proceso de documentación, enriqueciendo el
asombroso potencial de información disponi-
ble en los museos.
La información disponible para todo públi-
co, por medio de las plataformas en línea es
uno de las mayores ventajas de un entorno
digitalizado. Llegar a una mayor cantidad de
personas interesadas en las colecciones y lo
objetos que las componen, forma parte de los
desafíos de una institución que no sólo guarda
las piezas, sino que las investiga, documenta,
preserva y difunde.
AGRADECIMIENTOS
A Claudio Henríquez y Jaime Vera Villarroel
por la valiosa información proporcionada en
torno a las colecciones del Museo de Historia
Natural de Valparaíso.
Iris Moya Fuentes
BIBLIOGRAFÍA
CNCR. 2007. Determinación de estado de
conservación. Criterios. Elaborado por el
equipo de Conservadata.
Garrido, Francisco: El camélido sagrado y el
hombre de los valles: una aproximación a la
Cultura Copiapó y sus relaciones a partir de la
alfarería. pp. 270 En Memoria para Optar al
Título de Arqueólogo, Universidad de Chile,
Santiago, 2012.
González, Carlos: Una pieza cerámica de uso
desconocido del Complejo Cultural Acon-
cagua. pp. 9 En Revista Aisthesis N*27. ,
Facultad de Filosofía. Universidad Católica de
Chile, Santiago, 1994
Latorre, Elvira, Plaza, María Teresa Y Riveros
Rodrigo.2008. El caso de la colección Lod-
wig: caracterización de un conjunto de pie-
zas metálicas prehispanas del litoral de Cal-
dera (11! Región, Chile). Revista Werkén N*11.
Ediciones de la Universidad Internacional
SEK-Chile.
48
Mostny, Grete: Un cementerio incásico en
Chile central. pp. 41 En Publicaciones del
Museo Nacional de Historia Natural N* 23,
Santiago, 1947.
Ovalle, Nina. 1968. Miniaturas indígenas de
Caldera. Anales del Museo de Historia Natural
de Valparaíso N*1.
Vera, Jaime: Pangal - 2, Yacimiento andino de
Chile Central. Notas Preliminares. pp. 14 En
Anales del Museo de Historia Natural de Val-
paraíso, Volumen 15, Valparaíso, 1982.
Vera, Jaime: Excavación de salvataje en Quil-
pué, Chile central. pp. 14 En Anales del Mu-
seo de Historia Natural de Valparaíso, Volu-
men 16, Valparaíso , 1983-85.
Vera, Jaime: Un enigma arqueológico en el
Valle de Quilpué pp. 2 En Artículo Online,
Museo de Historia Natural de Valparaíso, Val-
paraíso.
Waissbluth, Verónica. Museo de Historia Na-
tural de Valparaíso. Un Viaje Inolvidable. Re-
vista PAT N* 61. Verano de 2014.
A NJ] A | ESi Í Volumen 31, 2018. Páginas 49-62
of Zoología
RECUENTO ESTACIONAL DE GÉNEROS FÚNGICOS ANEMÓFILOS OBTENIDOS
POR DECANTACIÓN Y DE SUPERFICIES BIOLÓGICAS PINCELADAS EN SALAS DEL
MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO
SEASONAL COUNT OF ANEMOPHILOUS FUNGAL GENERA OBTAINED BY DECANTING AND OF BIOLOGICAL
SURFACES BRUSHED IN ROOMS OF THE NATURAL HISTORY MUSEUM OF VALPARAISO
Anabell Lafuente” € Eduardo Piontelli”*
RESUMEN: La presente investigación consistió en la determinación de hongos (solo a nivel de
género) presentes en el interior de cuatro Salas del Museo de Historia Natural de Valparaíso,
como también en algunas piezas de colección en exhibición, con la finalidad de conocer las
cargas fúngicas presentes en el aire y los hongos predominantes en la superficie de estas colec-
ciones, durante un período de 12 meses entre el año 2016-2017. Para las técnicas de muestreo
en Salas se utilizó la decantación en placas de Petri con agar papa zanahoria y en las piezas de
colección la de arrastre mediante pincel estéril sobre el cultivo en placas de Petri con el mismo
agar. La abundancia relativa de géneros fúngicos en salas demostró que el género Cladosporium
predomina en todas ellas y en todas las estaciones del año, representando un 58%, seguido de
Penicillium (subgénero penicillium) con un 11% de representatividad y un 10% de hongos hia-
linos que no lograron fructificar. En cuanto a las piezas de colección, en mamíferos el ejemplar
que presento mayor carga fúngica fue el zorro chilla (Lycalopex griseus) con 128 UFC, y en aves,
el Petrel gigante subantartico (Macronectes halli), con 484 UFC, en ambos casos, el género con
mayor representación fue el Cladosporium seguido del Penicilluim (Subgénero Penicillium).
PALABRAS CLAVE: Museo Historia Natural, hongos anemófilos, colecciones de museo.
ABSTRACT: The present investigation consisted in the determination of fungus (only at genera
level) present in the interior of four Rooms of the Natural History Museum of Valparaiso, as well
as in some pieces of collection in exhibition, with the purpose of knowing the fungus loads
present in the air and the predominant fungus in surface of these collections, during a period of
12 months between 2016-2017. For the sampling techniques in Rooms the decantation in Petri
plates with potato-carrot agar was used and in the pieces of the collection the technique of dra-
gging with a sterile brush on the culture in Petri plates with the same agar was used. The related
abundance of fungal genera in rooms showed that the genus Cladosporium predominates in
all of them and in all seasons of the year, representing 58%, followed by Penicillium (subgenus
penicillium) with 11% representativeness and 10% of hyaline fungus that failed to fructify. As
for collection pieces, in mammals the specimen with the highest fungal load was the chilla fox
(Lycalopex griseus) with 128 CFU, and in birds, the subantarctic giant Petrel (Macronectes halli),
with 484 CFU, in both cases, the genus with the highest representation was the Cladosporium
followed by the Penicilluim (Subgenus Penicillium).
KEYWORDS: Natural History Museum, anemophilous fungus, collection pieces.
Museo de Historia Natural de Valparaíso, Anabell.lafuenteOmuseosdibam.cl
** Universidad de Valparaíso, Escuela de Medicina. Cátedra de Micología. Valparaíso, Chile. eduardopiontelli hotmail.com
Recibido: 27 de septiembre 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
49
A. Lafuente 8: E. Piontelli
INTRODUCCIÓN
El continúo conocimiento y control de las
condiciones ambientales en archivo, bibliote-
cas y museos constituye hoy en día uno de los
elementos más importantes a tener en cuenta
en la conservación preventiva del Patrimonio
Documental para una Nación. La prevalencia
de condiciones ambientales inadecuadas jun-
to a la presencia de elevadas concentraciones
microbianas en el aire de los depósitos donde
se conserva ese patrimonio, viene despertan-
do cada vez la atención de investigadores y
especialistas del área de la conservación de
bienes patrimoniales, debido al riesgo que
esto implica tanto para la integridad del patri-
monio que conservan como para la salud del
personal que laboran en estas instituciones oO
que recibe servicios sistemáticos en ellas (Bo-
rrego et al., 2010a; Sterflinger, 2010; Sterflin-
ger £ Pinzari, 2011). Específicamente, la con-
taminación fúngica es uno de los principales
objetivos del estudio, ya que las esporas fún-
gicas constituyen el grupo más numeroso de
todo el material biológico que es transportado
por el aire además del elevado potencial bio-
deteriorante y patógeno que posee este grupo
microbiano (Florian, 2004; Mesquita et al.,
2009; Cappitelli £ Sorlini, 2010; Sterflinger $
Pinzari, 2011; Michaelsen et al., 2012).
La composición de los microorganismos en
ambientes cerrados puede variar tanto en Ca-
lidad como en cantidad de acuerdo a factores
como la microbiota predominante en el aire
exterior, tipo de edificación y localización
geográfica, número de personas presentes y
actividades que se realizan, condiciones mi-
croclimáticas (humedad relativa y tempera-
tura), puntos locales de vegetación, sistemas
de ventilación y limpieza. (Jones y Harrison
2003, Maggi et al. 2000, Nevalainen y Mo-
rawska 2009, O'Gorman y Fuller 2008, Pyrri
y Kapsanaki-Gotsi 2007, Shelton et al. 2002).
Varios autores han evaluado el “Síndrome del
edificio enfermo” [Sick building syndrome
(SBS)1” estimando la calidad microbiológica
de diferentes ambientes internos como archi-
vos, bibliotecas, catedrales, edificios, labora-
torios, museos y hospitales (Aira et al. 2006,
Bogomolova y Kirtsideli 2009, Borrego et al.
2008, 2010a, b, Bueno et al. 2003, Chao et al.
50
2001, Gómez et al. 2005, Haleem Khan et al.
2009, Pitzurra et al. 1999, Rojas et al. 2008,
Toloza-Moreno y Lizarazo-Forero 2011), y
han encontrado que los microorganismos
pueden crecer sobre diversos materiales tanto
orgánicos como inorgánicos causando su bio-
deterioro, además de que pueden representar
un riesgo para la salud, originando alergias,
infecciones e intoxicaciones (Labarrere et al.
2003).
Es por esto que se hace imprescindible cono-
cer la composición y la calidad microbiana
de ambientes internos como el mecanismo
más elemental de prevención de enfermeda-
des (Labarrere et al. 2003) y para conocer el
riesgo al que están expuestos los materiales y
documentos (Borrego et al. 2008, MiniCultura
Colombia 2009).
El objetivo de este estudio fue detectar los ti-
pos hongos anemófilos a nivel genérico pre-
sentes por decantación y en superficies bio-
lógicas en el interior del Museo de Historia
Natural de Valparaíso durante un ciclo anual.
MATERIALES Y METODOS
El estudio fue realizado en el Museo de Histo-
ria Natural de Valparaíso, específicamente en
cuatro de las salas de la exhibición permanen-
te, las cuales fueron escogidas bajo el criterio
de ser las salas que contienen mayor canti-
dad de piezas de materialidad categorizadas
como sensibles a cambios ambientales, (Pro-
cedimiento para un adecuado monitoreo de
condiciones ambientales en Museos DIBAM,
versión 20140620, CNCR) conformadas prin-
cipalmente por aves y mamíferos. Se realiza-
ron muestreos bimensuales, en un periodo de
doce meses, desde abril 2016, hasta marzo
2017, a fin de conocer el comportamiento
estacional de los microorganismos presentes.
Para ello se trabajó con el medio de cultivo
agar papa-zanahoria añadiendo el antibiótico
cloranfenicol (200mg x L) al medio, a fin de
evitar el crecimiento bacteriano. El muestreo
se realiza con seis placas de Petri por sala,
de las cuales se dividen, tres para realizar
muestreos del ambiente de la sala y tres para
muestreos directos sobre piezas de colección
biológica.
El método de colecta que se utilizó para las
muestras del ambiente de las salas fue un
muestreo por gravedad, con un tiempo de
exposición de las placas abiertas durante 15
minutos, en cada punto determinado, ubicán-
dolas sobre una base a 1,5 metros de altura.
Para el caso de la colecta directa sobre las pie-
zas de colección, esta se realizó con el mé-
todo de arrastre con un pincel fino esteriliza-
do, realizando pequeños movimientos a favor
del pelo o las plumas de las piezas a fin de
arrastrar las esporas que estuvieran deposita-
das en su superficie hasta las placas de Petri
con agar. Las placas de Petri fueron incubadas
Recuento estacional de géneros fúngicos anemófilos...
a 22-24”C durante 7 días, posteriormente se
realizó el recuento e identificación de los gé-
neros fúngicos.
Para el análisis de los datos obtenidos, se ela-
boraron matrices por cada Sala de estudio,
con los datos anuales y separados por esta-
cionalidad, separadamente para cada pieza
de colección biológica muestreada, dividida
en mamíferos y aves. De estas se analizan los
datos directos, para el caso de las Salas en es-
tudio se aplicó la fórmula de Smith (1980), y
así determinar la densidad relativa (DR) de los
géneros de hongos encontrados, donde:
FORMULA 1
DR
Para la determinación de los géneros fúngicos
se utilizaron las claves del “Manual de Mi-
crohongos filamentosos comunes |, Eduardo
Piontelli Laforet 2013”.
Puerta de ingreso
Número de colonias del género o especie
Número total de colonias de todos los géneros o especies
x 100
A continuación, se muestra la manera en que
distribuyeron los puntos de muestreo en cada
sala de estudio.
Nombre de sala: Mar, superficie.
Superficie sala: 41,4 m?.
Ubicación: 1er piso del Museo.
Tipo de colección en exhibición: Aves marinas.
Puerta de ingreso
O Puntos de muestreo ambiental.
O Puntos de muestreo de piezas de colección.
Figura N*1: Distribución de puntos de muestreo ambiental y de piezas de colección en sala Mar, superficie.
51
A. Lafuente 8: E. Piontelli
Puerta de ingreso
Nombre de sala: Valle silvestre.
Superficie sala: 36,05 m?.
Tipo de colección en exhibición: Aves, mamífe-
ros y reptiles (colección húmeda).
O Puntos de muestreo ambiental.
O Puntos de muestreo de piezas de colección.
Figura N*2: Distribución de puntos de muestreo ambiental y de piezas de colección en sala Valle Silvestre.
Puerta de ingreso
Nombre de sala: Río Aconcagua.
Superficie sala: 90,72 m?.
Tipo de colección en exhibición: Aves, mamífe-
ros, reptiles y anfibios (colección húmeda).
O Puntos de muestreo ambiental.
O Puntos de muestreo de piezas de colección.
Nombre de sala: Parque Nacional La Campana.
Superficie sala: 70,3 m?.
Tipo de colección en exhibición: Aves, mamífe-
ros y reptiles (colección húmeda).
O Puntos de muestreo ambiental.
O Puntos de muestreo de piezas de colección.
Figura N*4: Distribución de puntos de muestreo ambiental y de piezas de colección en sala Parque Nacional La Campana.
52
Recuento estacional de géneros fúngicos anemófilos...
RESULTADOS (%) en las salas de estudio, se expresan en la
Tabla N*1, estas fueron tomadas durante dos
El resultado de las variables ambientales, semanas, y de estos valores se obtuvo el pro-
como temperatura (“C) y Humedad relativa medio de cada estación.
Tabla 1. Valores promedio de temperatura y humedad relativa, obtenidos de las Salas de estu-
dio, en el Museo de Historia Natural de Valparaíso, Chile
Salas de estudio/ variables E ] :
e estudios
AE at e a aaa
sitiar Ya Ps peso port faopa
[Sala Río Aconcagua | 219 | 56 | 162 247 |
Ss La Nacional Ñ IFC ESE
167
Campana.
un 70% registrado en invierno. Si bien estos
En las Salas estudiadas las temperaturas du- valores son de referencia, dado que son re-
rante el año fluctúan entre los 16,2%C la más sultados del promedio de las temperaturas to-
baja registrada en invierno, y los 24,7%C la madas durante dos semanas en cada estación,
más alta en verano. Para la humedad relativa los rangos en los que se encuentra el interior
se obtuvieron como valor mínimo 48%, regis- del Museo, son propicios para el desarrollo de
trado durante el verano, y como valor máximo gran cantidad de géneros fúngicos.
53
A. Lafuente €. E. Piontelli
Tabla 2. Se muestran los valores de cada Sala por estación, representando la carga fúngica
anual de cada una de estas
Sala Mar,
superficie
Hongos v/s Salas
(UFC)
cremonium
lternaria
ureobasidium pullulans
spergillus
otritys
Chaetonium
Cladosporium
Esclerosios
usarium
Geotrichum
Gliocladium
Graphvum
evadura blanca
evadura rosada
evadura negra
Mucor
a2ecilomyces
enicillium (sub. Genero Aspergilloides
Penicillium (sub. Genero chrysogenum
complex
enicillium (sub. Genero Furcatum
enicillium (sub. Genero Penicillium
homa
hizopus
hodotorula
copulariopsis
tenocephalopsis subalutaceo
—i
ES
_
Ko]
Chaetonium______ |
Cladosporium___________ |]
Esclerosios__ |
Geotrichum___________ |
Gliocladium______ |]
Graphyum________ |
Mucor___ |
Sala Parque
Nacional La
Campana
Sala Río
Aconcagua
(UFC)
Sala Valle
Silvestre
(UFC)
MN —
¡5 a 1) Eh Eh ¡es == Jo ¡18 153)
a
PE
A O E IV
Sin fructificar, hialino
Total, UFC Ll 200 | 205 | 207 | 262 | 964 |
La Tabla 2, muestra la cantidad de hongos
presentes en el ambiente de cada Sala estu-
diada, resultados que establecen que la Sala
Valle Silvestre presenta la mayor densidad re-
lativa, representada en un 31%, con 295UFC
aisladas, seguida de la Sala Parque Nacio-
nal la Campana con un 27%, constituyendo
262UFC aisladas. La Sala Río Aconcagua y
Mar superficie, fueron las salas que presenta-
ron menos carga fúngica, estableciéndose en
207UFC y 200UFC respectivamente.
Tabla 3. Comportamiento estacional de los hongos v/s ambiente de las salas
Recuento estacional de géneros fúngicos anemófilos...
La Tabla N*3. Representa el comportamiento de humedad relativa. En invierno si bien fue
de los hongos presentes en las Salas de estu- menos la cantidad de hongos aislados, esta
dio, indicándonos que en la estación de otoño estación represento a 242UCEF, las cuales se
se encontrarían las mejores condiciones para desarrollaron en condiciones de temperatura
el desarrollo de hongos en el Museo, ya que de 16,2- 16,7%C y humedad entre los rangos
fue la estación que mostro mayor carga fúngi- del 57 — 70%. En primavera en cambio, se
ca, aislando 340UFC, con valores de hume- aislaron 122 hongos, con valores ambientales
dad relativa entre el 55- 63% y con tempe- de temperatura de19- 21*C y 56% de hume-
raturas dentro de los rangos de 19,2- 21,9*C. dad relativa.
Durante el verano se obtuvieron igualmente De acuerdo a la técnica utilizada en las pie-
gran cantidad de cepas aisladas, represen- zas de colección, a continuación se presenta
tadas en 260UFC, y cuyos valores ambien- la Tabla 4, los valores y géneros aislados para
tales fluctuaron en 23,3- 24,9"C, y 48- 56% la colección de mamíferos estudiados.
Tabla 4. Recuento de hongos, en colección de mamíferos
Zorro Chilla
(Sala Parque Nacional La
Campana
uique
(Sala Valle Silvestre)
Zorro Chilla
(Sala Valle Silvestre)
lternaria
ureobasidium pullulans
spergillus
otritys
otryotrichum piluliferum
Chaetonium
UI
¡[a)
usarium
Graphyum
evadura blanca
evadura rosada
evadura negra
Mucor
2ecilomyces
Penicillium (sub. Género
Furcatum
Penicillium (sub. Género
Penicillium
hitomyces
homa
hizopus
hodotorula
copulariopsis
richoderma
DD
in fructificar dematiaceo
in fructificar, hialino
Total
IO
AO
OOO
AO
OOOO
[NE CA]
AO
AAA
OOOO
AO
OOOO
ti
HP
OOOO
IT
olelcrktrRrRrE SET TFT ETT To
Ss y
e] a
y S
a e)
S S
3 S
> 3
+
8
=
5
D
E
D
q 0)
w lu N Ba Ro h w 3
30 128
En la Tabla 4, el mamífero que presento ma- tificación representados en 13 UFC. Respecto
yor cantidad de hongos aislados fue el zorro a la colección de aves muestreadas, la Tabla
chilla (Lycalopex griseus) ubicado en Sala 5, muestra los datos obtenidos de los cuales
La Campana, con 128 UFC, siendo el hongo se determino que el ave que presenta mayor
más presente el Cladosporium con 50UFC, carga fúngica es el Petrel gigante subantartico
y el Penicillium (Subgénero Penicillium) con (Macronectes halli), con 484UFC, siendo los
16UFC, además de hongos hialinos sin fruc-. hongos con mayor abundancia el Cladospo-
55
A. Lafuente 8. E. Piontelli
rium (245UFC), Penicillium (Subgénero Peni-
cillium) (56UFC), Phoma (34UFC), Alternaria
(55UFC, incluyendo Ulocladium).
Igualmente en la pieza de colección Cóndor
(Vultur gryphus), se aislaron 463UFC, siendo
nuevamente el Cladosporium el mayor repre-
sentante (253UFC), Penicillium (Subgénero Pe-
nicillium) (44UFC), Alternaria (65UFC, inclu-
yendo Ulocladium), Phoma (19UFC).
El Albatros ceja negra (Thalassarche me-
lanophris), presento 429UFC, de las cua-
les el más abundante fue el Cladosporium
(206UFC), Penicillium (Subgénero Penicillium)
(47UFC), Levadura blanca (33UFC), Alternaria
(28UFC) y Phoma (22UFC).
Tabla 5: Recuento de hongos en piezas de aves de la colección.
Albatros ceja negra
Petrel subantartico
Pingúlino de Humboldt
cremonium
lternaria
ureobasidium pullulans
spergillus
ipolaris
otritys
otryotrichum piluliferum
Chaetonium
Cladosporium
Clanostaquis
Didymella
DICOCCUM
usarium
Geotrichum
evadura blanca
evadura rosada
eptosphaerulina australis
Monodictys
Mucor
aecilomyces
Penicillium (sub. Género
Aspergilloides
peniciljum (sub. Género
Penicillium
Chaetonium____
Cladosporium____
Clanostaquis
Didymella_____
¡Geotrichum____
Monodictys
Mucor_
homa
leospora
Rhizopus
Rhodotorula
copulariopsis
Sordaria
tachybotrys
temphylium
Trichoderma
Triochothecium roseum
Torula
Wallemia seebii
in fructificar, dematiaceo
in fructificar, hialino
Total
773 (07 E um [a as = Ts
o)
a
Ñ
a =
[col
3
SS
=
a
=
5
Ñ
S
>
429 484 88
56
Pato jergón grande
E A A E Y EA
Ll 463 | 19 | 160 | 09 | 165 |]
Recuento estacional de géneros fúngicos anemófilos...
Tabla N*6: Hongos presentes en piezas de colección v/s salas de estudio.
Hongos v/s
Colecciones en Salas
Colecciones en
Sala Valle Silvestre
(UFC)
Colecciones en
Sala Río Aconcagua
(UFC)
Colecciones en
Sala Mar, superficie
Colecciones en Sala Parque
Nacional La Campana
(UFC)
Acremonium____ > | 13 | | 3 [oo
Alternaria______ | _ to | 3 | 7», _ [| 20
Aureobasidium pullulans ¿___Á—_ —_——
Aspergillus
Bipolaris
Botritys
Botryotrichum piluliferum IES PI IE ¡A TER [EAS |
Chaetonium_____ ll 34 | 1 | 2 _ | 1 |
¿qx
Clanostaquis
Epicoccum
Fusarium | u“w__ ll - | 7 | 3
Graphyum__ ll ll | - | 1
Levadura blanca
Leptosphaerulina australis Al > lo
Monodictys
a O A
Penicillium (sub. Género Aspergilloides)]____9_l|__=__|__4 _|| 3 __
Pithomyces cartarum__ ll _ | - | 2
Pleospora__________l__-__|__-_| | 1
RhizOBERE AAA AN ANO A
Rhodotorula______|__2 __l|__ 1 || 1 || -
[Scopulariopsis________|__4 __l|__- __| 3 || 1
Sordaria___________| == _ | | 1- |
Stachybotrys_ ll | 1 | -
_ —_—— _—_—__
Ulocladium
Vorticillium
(A > A
¡Sin fructificar, hialino______|__4%__|__1v4 | 36 _ | 36
Sin fructificar, dematiaceo___|__3_|__5s _|_ _3 || -
lecciones expuestas en la Sala Parque Nacio-
Como muestra la Tabla 6, podemos decir que nal La Campana, lo que se reduce aun mas en
las colecciones que presentaron mayor den- la Sala Valle Silvestre, aislando 83UFC en las
sidad de géneros fúngicos es la Sala Mar su- colecciones que alberga.
perficie con 982 UFC, seguida de la Sala Río
Aconcagua, de cuyas colecciones se aislaron Respecto a los géneros fúngicos predominan-
826UFC, reduciéndose a 394UFC en las co- tes, en las colecciones ubicadas en la Sala Mar
57
A. Lafuente 8: E. Piontelli
superficie, se encuentran el Cladosporium, el
cual fue el más aislado, correspondiente a
489UFC, Penicillium (Subgénero Penicillium)
con 113UFC, Alternaria con 61UFC.
En las colecciones de Sala Río Aconcagua, los
géneros predominantes fueron Cladosporium
con 436UFC, Penicillium (Subgénero Penici-
llium) con 81UFC, Alternaria con 113UFC,
incluido Ulocladuim.
La Sala Parque Nacional La Campana alber-
ga en sus colecciones 181UFC de Clados-
porium, 48UFC de Penicillium (Subgénero
Penicillium), 36UFC de hongos hialinos sin
fructificación.
Para el caso de la Sala Valle Silvestre, los hon-
gos predominantes en sus colecciones son
30UFC de Cladosporium, 14UFC de hongos
hialinos sin fructificación, 13 UFC de Penici-
llium (Subgénero Penicillium).
DISCUSIÓN
La mayor abundancia de géneros fúngicos
presentes en las salas de estudio, fue sin duda
el Cladosporium, el cual representa un 58,7%
del total de UFC presentes en todas las salas
estudiadas, seguido de Penicillium (Subgéne-
ro Penicillium) y de hongos hialinos (Tabla 2)
que no lograron fructificar, este hecho de que
no fructificaran se atribuye a que esas cepas
podrían tener mayores requerimientos en el
tiempo de crecimiento, lo que en el muestreo
se ajustaba a siete días, o a requerimientos nu-
tricionales distintos (medio de cultivo).
En cuanto a la abundancia de géneros, se lo-
gró aislar 31 géneros en el ambiente de las
Salas, representando una gran diversidad en
comparación con estudios similares en am-
bientes cerrados (Herrera, K, Cóbar, O, Ba-
rrios, et al. 2014. Evaluación de la contami-
nación del aire por hongos microscópicos en
dos colecciones biológicas y dos museos de
la ciudad de Guatemala; Daniela S. Nitiu,
Andrea C. Mallo, et al. 2015. Monitoreo de
la carga fúngica ambiental y de otros bioae-
rosoles en un depósito de restos momificados
del NOA del Museo de la Plata (argentina): un
estudio de caso; Borrego S, Perdomo l, Guia-
met P, Gómez de Saravia S. 2010 b. Estudio
58
de la concentración microbiana en el aire de
depósitos del Archivo Nacional de Cuba; S.F.
Borrego, |. Perdomo, et al. Revista del Museo
de la Plata 2011, Sección Botánica, 18 (119);
1-18. Relevamiento microbiológico del aire y
de materiales almacenados en el Archivo His-
tórico del Museo de La Plata, Argentina y en
el Archivo Nacional de la Republica de Cuba;
Sofía Borrego Alonso, Alian Molina Veloso,
AUGMDOMUS, —6:1-24,2014 Asociación
de Universidades Grupo Montevideo ISSN:
1852-2181. Comportamiento de la aerobiota
en dos depósitos del Archivo Nacional de la
Republica de Cuba durante 7 años de estu-
dio; Dante J. Bueno, Julio O. Silva, Guillermo
Oliver, 2003. Hongos ambientales en una bi-
blioteca: Un año de estudio. Anales de Docu-
mentación, N*6, 2003, págs. 27-34.; Tinoco
Canto, Jhoenmert Edgar, Carhuaz, etal. 2016.
Determinación del crecimiento microbiológi-
co por factores ambientales y su repercusión
en la salud de la comunidad estudiantil en la
biblioteca de la Universidad peruana Unión;
Borrego S, Perdomo l, Guiamet P, Gómez de
Saravia S. 2010b. Estudio de la concentración
microbiana en el aire de depósitos del Archivo
Nacional de Cuba.)
En el sentido comparativo de las cargas fúngi-
cas y la abundancia de los géneros obtenidos,
con Estudios realizados en Chile, existe un Es-
tudio publicado el año recién pasado (Catalina
Zúñiga, Cecilia Rodriguez y Fernanda Espino-
za, Conserva 22, 2017; pp.85-102, Estudio de
carga fúngica al interior del Archivo Nacional.
Evaluación del riego potencial en la conserva-
ción de Colecciones y en la Salud de Traba-
jadores) el cual si bien utilizo otra técnica de
muestreo y corresponde a otro tipo de colec-
ción (Archivo), coinciden en los géneros pre-
dominantes, siendo estos Cladosporium y Peni-
cillium. Por lo que corrobora lo que menciona
Borrego et.al. (2010) indicando que Clados-
porium, Aspergillus y Penicillium son habitual-
mente encontrados en ambientes de interior
como casas, bibliotecas, archivos y museos.
Es importante mencionar que el Museo de His-
toria Natural de Valparaíso, mantiene un cons-
tante flujo de visitantes, nacionales e interna-
cionales, los cuales mantienen un promedio
anual de público de 180.000 usuarios aproxi-
madamente, lo que se traduce en un flujo de
100 a 500 personas diarias, lo que en ocasio-
nes con actividades especiales, puede llegar a
alcanzar a los 1.800 usuarios en un día.
En cuanto al comportamiento estacional de
los géneros fúngicos presentes en este Estu-
dio, se observa que durante las estaciones
de otoño y verano fueron donde se aislaron
mas hongos, representando el 35% y el 27%
respectivamente (Tabla 3), mientras que en in-
vierno y primavera se obtuvieron 25% y 13%
(Tabla 3), lo que demuestra que en estas esta-
ciones las condiciones ambientales fueron las
mas favorables para su desarrollo.
Respecto a las piezas de colecciones mues-
treadas, los resultados muestran que en la
Sala Mar superficie, es donde más se aislaron
hongos, (Tabla 6) lo que al comparar con la
Sala Valle Silvestre (Tabla 6), demuestra que
las vitrinas cerradas sin duda actúan como
una barrera para el ingreso de polvo y con
esto de esporas, ya que, esta ultima Sala es
la única de las muestreadas que cuenta con
ello, todas las demás, presentan vitrinas abier-
tas. Si bien las salas Río Aconcagua y Parque
Nacional La Campana, tienen dimensiones y
características iguales, se observa una gran
diferencia entre los valores de hongos obte-
nidos en las colecciones de ambas (Tabla 6),
esta diferencia se atribuye a las características
y elementos museográficos de cada Sala. En
Río Aconcagua la vitrina es alargada, y no
presenta mayores elementos que las mismas
colecciones, sin embargo, en Parque Nacio-
nal la Campana, se elevan replicas realistas
de especies arbóreas, distribuidas en todas las
vitrinas, cubriendo la zona media vertical de
la Sala, lo cual, dado los resultados obtenidos,
actúan capturando el polvo en sus hojas y así
evitando que caiga sobre las colecciones que
se ubican en su mayoría en la base de las vi-
trinas, si bien el numero de colonias encon-
tradas en la sala Parque Nacional La Campana
fue menos que en Río Aconcagua (Tabla 6),
igualmente es un número elevado ya que al
estar las vitrinas abiertas las colecciones que-
dan a disposición de polvo u otras partículas
que pueden transportar esporas y depositarse
en ellas sin dificultad.
En cuanto al estudio de colecciones, se identi-
fico que en aves la pieza Petrel gigante suban-
59
Recuento estacional de géneros fúngicos anemófilos...
tartico (Macronectes halli), y Cóndor (Vultur
eryphus), fueron los que tuvieron más presen-
cia de hongos (Tabla 5), mientras que como
tercera pieza con mas abundancia de géneros
fúngicos esta el Albatros ceja negra (Thalas-
sarche melanophris), (Tabla 5), esto se debe a
que las piezas mencionadas en comparación
con el resto de las aves muestreadas, son de
mayor envergadura, lo que sugiere que al te-
ner mayor superficie, hay mayor posibilidad
de que caigan mas esporas en ellas, por tanto
la técnica de arrastre con pincel estéril utiliza-
da, arrastro mayor cantidad dada la superficie
disponible.
De los mamíferos muestreados, el Zorro chilla
(Lycalopex griseus) ubicado en la sala Parque
Nacional La Campana, fue el que presento
mayor carga fúngica, (Tabla 4), seguido del
Quique (Galictis cuja) y el Zorro chilla (Ly-
calopex griseus) (Tabla 4), ambos ubicados
en Sala Valle. Al igual que con las aves la su-
perficie disponible juega un papel importante
a la hora de la decantación de las esporas, y
aunque en este caso se estudiaron dos Zorros
chilla, el primero se encuentra en una vitrina
abierta y su posición es caminando, mientras
que el segundo se exhibe en una vitrina cerra-
da y en una posición sentado, por lo que la
superficie a disposición se redujo y la vitrina
además actuó como barrera en la decantación
de esporas.
Dentro de la diversidad de géneros que se
encontraron, hay algunos que determinamos
como raros, ya que aparecieron en una o dos
oportunidades, entre estos esta el Stenocepha-
lopsis subalutacea, hongo cuyo hábitat ha sido
citado en madera (mayormente angiosper-
mas), Australasia, Europa, América del Norte
(Seifert, K et al. The genera of Hyphomyce-
tes-2011 update. Persoonia. 2011; 27; 119-
129) Sudamérica (Chile) (Eduardo Piontelli,
Peggy Vieille, laura Carvajal. Bol. Micil.2017;
32(2):28-33; Notas Micológicas XIl: Steno-
cephalopsis subalutacea un discutido hongo
hifomicetoso desde el aire de un museo de
historia natural, Valparaíso, Chile) donde fue
aislado solo una vez en la sala Parque Nacio-
nal La Campana, realizando el muestreo bajo
la corteza aserrada de un ejemplar de Roble
Europeo (Quercus robur).
A. Lafuente 8. E. Piontelli
Scopulariopsis, es una cepa que al igual que
el anterior, se aisló de la sala Parque Nacional
La Campana, es un hongo saprófito que habita
en suelo, platas e insectos, y se caracteriza por
su gran resistencia a los anti fúngicos, asocia-
do a varias enfermedades infeccionas como
onicomicosis, lesiones dérmicas, queratitis,
sinusitis, etc. (Web: candidiasisweb.com/que-
es/scopulariopsis.php)
Triochothecium roseum es un hongo sapro-
fito y se encuentra en todo el mundo, se ha
encontrado en suelos de varios países, entre
ellos, Polonia, Dinamarca, Francia, Rusia, Tur-
quía, Israel, Egipto; Australia, Panamá, entre
otros. Los hábitats conocidos incluyen suelos
con leguminosas, suelos forestales, plantacio-
nes de cítricos, dunas, marismas y compost
de jardín, comúnmente se puede aislar de la
hojarasca de diversos arboles como el abedul,
pino, abeto, algodón y la palma (Domsch,
KH; Gams, Walter; Andersen, Traule-Heidi
(1980). Compendio de hongos del suelo (2*
ed.). Londres, reino Unido: Academic press.
ISBN 9780122204029), para el caso de este
Estudio, se aisló en la sala Río Aconcagua.
Stachybotrys es un hongo que mayoritaria-
mente habita en materiales ricos en celulo-
sa, presentando una amplia distribución, fre-
cuentemente son asociadas con una calidad
de aire pobre que se acrecienta después del
crecimiento de hongos en materiales de edi-
ficios dañados por el agua (Kirk PM, Cannon
PF, Minter DW, Stalpers JA. 2008. Dictionary
of the Fungi (10th edición). Wallingford: CABL.
p. 659; Fog Nielsen K 2003. “Micotoxin pro-
duction by indoor or molds”. Fungal Genet
Biol 39 (2): 103-17) para efectos del estudio se
aisló en las colecciones de la sala Río Acon-
Cagua.
Vorticillium, es un género que suele incluir es-
pecies saprofitas y parasitas de platas superio-
res, insectos, nematodos, huevos de moluscos
y otros hongos. Actualmente se cree que este
género contiene 51 especies, que se pueden
dividir en tres grupos, los micopatógenos, en-
tomapatogenos (Zare y Gams, 2001) y patóge-
nos de plantas y saprofitos de restos vegetales
(Bárbara y Clewes, 2003).
60
En el caso especial de la Botrytis, este hongo
apareció en todas las salas estudiadas, sin em-
bargo, solo en un periodo determinado, entre
los meses de marzo a mayo. Esta cepa es un
reconocido hongo patógeno de muchas espe-
cies vegetales, animales y bacterias, aunque
su hospedador más importante desde el punto
de vista económico es la vid.
Si bien en el entorno del Museo no hay cul-
tivos de vid, su aislamiento en este Estudio
se asocia a la cercanía de Valparaíso con la
comuna de Casa Blanca, localidad donde se
encuentran varias viñas reconocidas del país,
además de las visitas de colegios de la zona,
y la dispersión del viento en dirección hacia
Valparaíso.
CONCLUSION
Los factores que pueden influir en las cargas de
hongos encontrados al interior de las salas del
Museo, se debe a diferentes causas, entre ellas,
una deficiente ventilación, temperatura, hume-
dad relativa, movimiento del aire por visitantes,
ingreso de aire y polución desde la calle (dada
la ubicación del museo), cantidad de visitantes
que ingresan a diario al Museo, cercanía al mar
(aportando humedad), entre otros, todos estos
juegan un papel importante en el ambiente al
interior del Museo, y por tanto, es fundamental
poder controlar estas variables a través de siste-
mas O programas de control ambiental, imple-
mentación de sistemas de aireación, y análisis
microbiológicos al interior.
Los géneros predominantes Cladosporium y
Penicillium, revisten una especial importancia
desde el punto de vista de la salud de las per-
sonas, siendo hongos reconocidos como alér-
genos, provocando afectaciones que se des-
criben a continuación. (Gallup, 2006; Ellis,
2006).
Cladosporium: Es un alérgeno potente. Produ-
ce alergias del Tipo | (hipersensibilidad inme-
diata o rinitis alérgica seguida de ataques de
asma, son el caso de la fiebre del heno y el
asma) y del Tipo !!l (hipersensibilidad tardía,
es el caso de la hipersensibilidad a neumo-
nías). Produce toxinas que provocan serios
efectos al hombre. Puede producir micosis
severas.
Penicillium: Es un alérgeno común. Produce
alergias del Tipo | y III. Produce toxinas dañi-
nas al hombre. Produce compuestos orgáni-
cos volátiles que dan un fuerte olor a moho o
algo mohoso y que resultan Irritantes. Algunas
especies pueden producir infecciones en el
hombre (e.g. P. marneffei).
Si bien, desde el punto de vista de la conserva-
ción de las colecciones no se ha evidenciado
deterioro por causa de hongos en las piezas
de colección, y a que la técnica utilizada en
las piezas de colección al ser forzada, puede
influenciar los resultados, el estudio entrega
información valiosa respecto a la abundancia
de géneros fúngicos presentes en el ambiente
del Museo, lo que pone en manifiesto la im-
portancia de la limpieza, la ventilación y la
manera en que se exhiben. Por lo que este tra-
bajo es el inicio para posteriores investigacio-
nes, y poder generar comparaciones de datos,
para así evaluar el efecto sobre las colecciones
biológicas del Museo, los potenciales efectos
de deterioro en materiales como en piezas de
colección y la posible afectación a la salud de
quienes manipulan las colecciones.
AGRADECIMIENTOS
Se agradece a Loredana Rosso y Sergio Qui-
roz, jefaturas del Museo de Historia Natural
de Valparaíso por su constante apoyo y aliento
en este trabajo, a Hugo Báez por su importan-
te ayuda en los muestreos, a la Sra. Angélica
Carvajal por su incondicional apoyo y ayuda
técnica vital para el desarrollo de esta investi-
gación, a Vivian Cordero por la ayuda brinda-
da, a Juan Belmar, por facilitar las dependen-
cias y equipos del laboratorio del Museo, al
personal de mantención del Museo, Sra. Isa-
bel y Odilia quienes estuvieron siempre dis-
puestas a ayudar cuando se necesitó, y en es-
pecial agradecer al Dr. Eduardo Piontelli, por
su voluntad de trabajo y buena disposición.
BIBLIOGRAFÍA
Albright, DM. 2001. Human health effects of
airborne mycotoxins exposure in fungi-con-
taminated indoor environment. Professional
Safety: 26-28,
61
Recuento estacional de géneros fúngicos anemófilos...
Borrego S, Perdomo l, Guiamet P, Gómez de
Saravia S. 2010b. Estudio de la concentración
microbiana en el aire de depósitos del Archivo
Nacional de Cuba.
Zúñiga, C., Rodríguez, C. y Espinoza. F. 2017.
Estudio de carga fúngica al interior del .Archi-
vo Nacional. Evaluación del riesgo potencial
en la conservación de colecciones y en la sa-
lud de trabajadores. Conserva (22): 85-102.
Daniela S. Nitiu, Andrea C. Mallo, Lorena A.
Eliades, et al. 2015. Monitoreo de la carga
fúngica ambiental y de otros bioaerosoles en
un depósito de restos momificados del NOA
del Museo de la Plata (argentina): un estudio
de caso.
Dante J. Bueno, Julio O. Silva y Guillermo
Oliver. 2003. Hongos ambientales en una bi-
blioteca: Un año de estudio. Anales de Docu-
mentación, N*6, 2003, págs. 27-34.
Deisy, L., Toloza-Moreno, Luz M. Lizarazo-Fo-
rero, Jorge, O. et al. 2012. Concentración y
composición microbiana en el ambiente de la
biblioteca central Jorge Palacios Preciado de
la Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Colombia, Tunja, Colombia.
Domsch, KH; Gams, Walter; Andersen,
Traule-Heidi .1980. Compendio de hongos
del suelo (2* ed.). Londres, reino Unido: Aca-
demic press. ISBN 9780122204029
Piontelli, E., Vieille, P. y Carvajal, L. 2017.
Notas micológicas XII: Stenocephalopsis sub-
alutacea un discutido hongo hifomicetoso
desde el aire de un museo de historia natural
(Valparaíso, Chile). Boletín Micológico Vol.
32 (2):28-33.
Fog, N. 2003. Micotoxin production by in-
door or molds. Fungal Genet Biol 39 (2): 103-
JNE:
Herrera, K., Cóbar, O., Barrios, R. et al. 2014.
Evaluación de la contaminación del aire por
hongos microscópicos en dos colecciones
biológicas y dos museos de la ciudad de Gua-
temala.
A. Lafuente 8. E. Piontelli
Rodríguez, J. 2016. Evaluación aeromicrobio-
lógica del depósito del Centro de Documen-
tación del Museo Nacional de la Música de
Cuba. Ge-conservacion 9:117-126.
Kirk, P., Cannon, P., Minter, D. et al.
2008. Dictionary of the Fungi (10th edición).
Wallingford: CABI, 659 pp.
Valentín, N., Muro, C., Montero, J. 2010. Mé-
todos y técnicas para evaluar la calidad del
aire en Museos: Museo Nacional Centro de
Arte reina Sofía.
Sáenz, C. y Gutiérrez, M. 2003. Esporas at-
mosféricas en la comunidad de Madrid. Do-
cumento técnico de salud pública.
Seifert, K. 2011. The genera of Hyphomy-
cetes-2011 update. Persoonia 27: 119-129.
Borrego, S., Perdomo, l., et al. 2011. Releva-
miento microbiológico del aire y de materia-
les almacenados en el Archivo Histórico del
Museo de La Plata, Argentina y en el Archivo
Nacional de la Republica de Cuba. Revista del
Museo de la Plata, Sección Botánica 18 (119):
1-18.
Borrego, S., et al. 2014. Comportamiento
de la aerobiota en dos depósitos del Archivo
Nacional de la Republica de Cuba durante 7
años de estudio. AUGMDOMUS 6:1-24.
62
Borrego, S. 2012. Cladosporium: género fún-
gico que deteriora soportes documentales y
afecta a la salud del hombre. Boletín del Ar-
chivo Nacional de la República de Cuba (18-
19-20): 104-118.
Tinoco, J., Carhuaz, M., Flores, D., etal. 201 6.
Determinación del crecimiento microbiológi-
co por factores ambientales y su repercusión
en la salud de la comunidad estudiantil en la
biblioteca de la Universidad peruana Unión.
Revista de Investigación: ciencia, tecnología y
desarrollo Vol. 2 (1):25-40.
Valentín, N. 2004. El biodeterioro de ma-
teriales orgánicos. En Jornadas Monografías
Prevención del biodeterioro en archivos y
biblioteca, Instituto del Patrimonio Histórico
español, 14-15 junio, pp.88-89.
Vaillant callol, M. y Valentín, R. 1996. Princi-
pios básicos de la conservación documental y
causas de su deterioro. Ministerio de educa-
ción y Cultura, Dirección General de Bellas
Artes y Bienes Culturales Madrid, Instituto del
Patrimonio Histórico español.
ANALES Volumen 31, 2018. Páginas 63-79
MAIS DP Zoología
ANATOMÍA MACROSCÓPICA DEL ESTERNÓN DE LAS AVES QUE HABITAN EN
CHILE, RELACIONADO CON SU FUNCIÓN EN EL VUELO
Camila Figueroa” y Marta Maturana”
RESUMEN: El presente estudio se realizó para proporcionar una referencia para la anatomía
macroscópica del esternón de las aves que habitan en Chile, además de encontrar la relación
forma-función de los esternones estudiados y sus respectivas formas de vuelo, partiendo de la
premisa de que son “las presiones en la musculatura de un ave (por ejemplo, la locomoción) las
que inducen a la determinación de la conformación ósea” (Witmer, 1995).
Se toman en cuenta las características métricas y no métricas de 108 ejemplares de aves, com-
prendidas en 23 órdenes, 49 familias y 69 géneros. Así, en el análisis de los resultados, se en-
contraron diferencias en la forma y desarrollo de las piezas estudiadas según el nicho en el que
habita la especie o etapa de la vida en la que se encuentren, principalmente en la proporción y
forma del esternón.
PALABRAS CLAVES: Aves, esternón, morfometría, vuelo.
ABSTRACT: This study was carried out to provide a reference for the macroscopic anatomy of
the sternum of the birds that inhabit Chile, as well as to find the form-function relationship of the
studied sternums and their respective flight forms, starting from the premise that it is “the pressu-
res in the musculature of a bird (for example, locomotion) that induce the determination of bone
conformation” (Witmer, 1995).
The metric and non-metric characteristics of 108 bird specimens, comprising 23 orders, 49 fami-
lies and 69 genera, are taken into account.
Thus, in the analysis of the results, differences were found in the shape and development of the
pieces studied according to the niche in which the species inhabits or the stage of life in which
they are found, mainly in the proportion and shape of the sternum.
KEYWORDS: Birds, sternum, morphometry, flight.
INTRODUCCIÓN En todos ellos se ha descrito al menos una de
las tres formas de vuelo existentes: Vuelo acti-
El vuelo es una forma de locomoción presente vo, en la cual existe una propulsión muscular
en el reino Animalia, tanto en invertebrados: In- para el movimiento de la estructura anatómica
secta (Thomas € Norberg, 1996) y Cephalopo- que permita mantener la sustentación (aleteo);
da (Maciá, Robinson, Craze, Dalton, € Thomas, Vuelo pasivo: descrito como el aprovecha-
2004), como en vertebrados: Osteychtyes (Fish, miento de la dinámica de un fluido mediante
1990) (Davenport, 1994); Amphibia (Oliver, el despliegue de extensiones corporales (pla-
1951); Reptilia (Oliver, 1951); Aves (Feduccia, neo) y Vuelo combinado: en el cual se alterna
1996) y Mammalia (Schmidt - Nielsen, 1972). el vuelo activo y pasivo, con el fin de ahorrar
Encargada de colecciones biológicas, Museo de Historia Natural de Valparaíso camila.figueroaQ museosdibam.cl
*+* Bióloga, Fundación Aprende con Ciencia. marta.maturanamOgmail.com
Recibido: 27 de septiembre 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
63
Camila Figueroa y Marta Maturana
energía y reducir la fatiga muscular (Penny-
cuick, 1972).
En las aves, se ha identificado los tres tipos
de vuelo de acuerdo a las diversas familias
que componen los 40 órdenes existentes en
el mundo (Ornithology, 2017). Cada una de
ellas ha evolucionado de acuerdo al ambiente
físico en el cual se desenvuelve, y su nicho en
general.
La frecuencia de aleteo, y en consecuencia el
tipo de vuelo, se determina por a la tasa meta-
bólica, y además por la masa corporal del ave,
estudios han revelado que a mayor masa cor-
poral existe una menor frecuencia de aleteo,
pero que a su vez poseen una mayor potencia,
como sucede en las familias Pelecanidae y
Cathartidae (Rayner, 1988). Como la potencia
de las aves planeadoras es tan alta, se logra
fácilmente alcanzar el equilibrio entre el es-
fuerzo y el gasto energético necesario para ge-
nerar el desplazamiento, por lo que el planeo
comienza a pocos segundos de comenzar el
vuelo (Manzanares, 2015).
Dicha potencia se logra gracias a los múscu-
los pectorales, cuya función aductora permite
elevar el cuerpo en cada aleteo. Los múscu-
los mencionados se insertan en el esternón de
cada ave, particularmente en la zona media y
alta de la quilla, por lo que esta estructura tie-
ne un papel protagónico en el vuelo del ave.
El esternón es una pieza ósea cóncava, que
dependiendo de la especie puede presentar
poros y/o agujeros neumáticos, y su función
principal del esternón es la protección de la
caja torácica y sus Órganos vitales (corazón,
pulmones y sacos aéreos). En las aves, el es-
ternón presenta un accidente óseo llamado
quilla o carina, que funciona como superfi-
cie de inserción para músculos pectorales y
supracoracoídeos, además de ser el soporte
óseo de la pared ventral del tronco.
El esternón es una estructura Ósea presente
desde el nacimiento del ave pero que se mo-
difica durante su vida, es así como el extre-
mo caudal del esternón es cartilaginoso en las
aves jóvenes, osificándose con la edad. Su fle-
xibilidad, por tanto, puede ser indicativa de la
edad del ave. Además, las aves con poca ca-
64
pacidad de vuelo osifican más tarde la quilla
o aquellas aves que tardan en salir del nido.
El esternón trabaja en conjunto con una serie
de huesos que conforman la “cintura escapu-
lar”: coracoides, escápula y clavícula.
El hueso coracoides es el hueso más grande
de la cintura escapular, es neumatizado, tiene
orientación ventro-caudal y articula craneal-
mente con el húmero y caudalmente con el
esternón, unido por ligamentos. El conjunto
de las dos clavículas tiene como función la
contención de los hombros para que éstos no
se aproximen demasiado durante el vuelo.
La escápula es alargada y plana y se sitúa pa-
ralelamente a la columna vertebral, llegando
a hasta 4” o 5? par de costillas.
Las dos clavículas, izquierda y derecha, se
unen en el plano mediano a través de su ex-
tremo ventral constituyendo la fúrcula en la
zona de unión, donde se proyecta una peque-
ña apófisis que se relaciona con el extremo
craneal de la cresta esternal por un ligamento
o en algunos casos (ej. Pelecanidae) formando
una unión ósea, para generar estabilidad.
El presente estudio tiene como objeto el análi-
sis del esternón de las aves y su comparación
entre las dimensiones del cuerpo esternal y
quilla, en paralelo con el tipo de vuelo típico
de cada familia representada.
METODOLOGÍA
Se estudió con atención las características
presentes en la estructura ósea, agujeros o po-
ros, tamaño, forma y presencia o ausencia de
estructuras en los esternones de 108 ejempla-
res de aves, comprendidas en 23 ordenes, 49
familias y 69 géneros (tabla 1); considerando
por lo general, dos o más especies por fami-
lia, para unir dos o más diferencias y siempre
teniendo en cuenta que pueden haber indivi-
duos atípicos.
Se debe considerar que los esternones estu-
diados se tomaron de las colecciones de aves
de Chile presentes en el Museo de Historia
Natural de Valparaíso y el Museo Nacional
de Historia Natural. En el caso de algunas es-
pecies faltantes, fueron preparadas en pieles
de estudios, incrementando la colección del
Museo de Historia Natural de Valparaíso, pues
éstas ofrecen una fuente permanente de infor-
mación representando la biota regional a tra-
vés de su colección, la cual cuenta con unas
serie de datos registrados en tiempo y espacio.
Cabe destacar que se excluyeron los esterno-
nes pertenecientes a aves extranjeras no nati-
vas de Chile, para así poder dar exclusividad
a las características métricas y no métricas de
las aves presentes en el territorio nacional.
En el estudio osteométrico se realizaron medi-
ciones lineales con un pie de metro (mm) con
la posición anatómica del esternón. Se deter-
minó el ancho craneal, desde apófisis cráneo
Anatomía macroscópica del esternón de las aves...
lateral; ancho caudal del cuerpo del esternón;
largo esternón; desde manubrio hasta xifoides
medial; alto, desde vértice de la quilla hasta el
borde caudal; profundidad o concavidad del
esternón; y largo quilla, desde el vértice hasta
el extremo caudal (fig. 1).
También se consideró la presencia o ausencia
de agujeros y poros neumáticos, presencia de
fenestra, incisura simple o doble.
Los resultados obtenidos se analizan y compa-
ran, resaltando las funciones entre especies y
función o tipo de vuelo. Los resultados fueron
tabulados para determinar el valor medio y
proporción de las mediciones. Además, de ser
comparados con bibliografía disponible.
4. Vista ventral B. Vista lateral izquierdo E, Vista dorsal
LA ue
g. Alto quilla
El
Ud al
Fig 1. Esternón Suliforme; Phalacrocoracidae; Phalacrocorax gaimardi (Lile) MHNV-OST39'
1 Muestra colección osteológica Museo de Historia Natural de Valparaíso
65
Camila Figueroa y Marta Maturana
RESULTADOS
Características métricas
1 Proporción alto:ancho
Se observa que el orden con mayor valor en la
relación alto:ancho es el de las Apodiformes,
destacándose muy por encima de las otras ór-
denes estudiadas. En orden decreciente, las si-
guientes órdenes con valores altos correspon-
den a las Columbiformes y Galliformes (1.3 y
1.1 respectivamente) (ver Gráfico 1).
2 Proporción ancho:alto
Se observa que la mayor proporción ancho:al-
to la obtienen, en orden descendente, las ór-
denes Pelecaniformes, Strigiformes, Accipitri-
formes, Anseriformes y Phoenicopteriformes
(Estas últimas 3 órdenes con igual valor de
proporción), seguidas de las Cathartiformes y
Sphenisciformes (ver Gráfico 2).
Gráfico 1: Proporción alto:ancho en 21 órdenes estudiados
Proporción alto:ancho
2,0
1,8
1,6
1,4
1,2
1,0
0,8
0,6
0,4
hi pl
0,0
Promedio
BAccipitriformes mM Anseriformes E apidiformes E Caprimulgiformes — H cathartiformes E Charadriiformes mM Columbiformes
Ecoraciformes E falconiformes E Galliformes E Gruiformes 1 Paseriformes B Pelicaniformes M Phoenicopteriformes
Bpiciformes E podicipediformes — E Procelariiformes *= Psittaciformes ESphenisciformes E Strigiformes Esuliformes
Gráfico 2: Proporción ancho:alto en 21 órdenes estudiados
Proporción alto:ancho
2,5
2,0
1,5
1,0
, mil l n E
A E
Promedio
BAccipitriformes mM Anseriformes BL apidiformes
Ecoraciformes E falconiformes E Galliformes
Bpiciformes E podicipediformes — E Procelariiformes
Características no métricas
1 Agujero neumático: Se observa predomi-
nancia de agujero neumático en los siguientes
1 Caprimulgiformes — E cathartiformes
E Gruiformes
F Psittaciformes
66
1 Charadriiformes mM Columbiformes
Mn Paseriformes ñ Pelicaniformes MH Phoenicopteriformes
ESphenisciformes E Strigiformes E suliformes
órdenes: Accipitriformes, Anseriforme, Ca-
primulgiforme, Columbiforme, Coraciiforme,
Falconiforme, Pelecaniforme, Phoenicopteri-
forme, Psittaciforme y Strigiforme.
2 Poros neumáticos: Se observa predominan-
cia de poros neumáticos en las siguientes
órdenes: Accipitriforme, Cathartiforme, Pe-
lecaniforme, Phoenicopteriforme, Piciforme,
Strigiforme y Suliforme.
3 Fenestra: Se observa predominancia de fe-
nestra en las siguientes órdenes: Accipitrifor-
mes, Anseriformes, Columbiformes, Psittaci-
formes y Strigiformes.
4 Incisura simple: Se observa predomi-
nancia de incisura simple en las siguientes
órdenes:Caprimulgiforme, Cathartiforme,
Charadriiforme, Coraciiforme, Falconifor-
me, Gruiforme, Passeriforme, Pelecaniforme,
Phoenicopteriforme, Podicipediforme, Sphe-
nisciforme, Suliforme y Tinamiforme.
5 Incisura doble: Sólo se observa predominan-
cia de incisura doble en Galliforme, a pesar de
que hay presencia también en otras órdenes.
DISCUSIÓN
La proporción ancho:alto tiende a tener va-
lores más altos en las aves de vuelo pasivo,
donde los músculos pectorales no son tan uti-
lizados como en aves de vuelo activo, y que
por ende, no se necesita de una quilla tan alta.
Los resultados obtenidos indican que, además
de las aves de vuelo pasivo, las órdenes que
poseen un esternón más ancho son las que se
exponen a una mayor presión, ya sea porque
vuelan a mayor altitud o porque vuelan a mu-
cha profundidad bajo el agua (en el caso de
los Sphenisciformes), de modo que la enver-
gadura de su esternón se debería a la mayor
protección que necesitan los órganos vitales
(ver Fig. 2 en el anexo).
La proporción alto:ancho tiende a ser mayor
en aves de vuelo activo, especialmente donde
existe una mayor frecuencia de aleteo en un
lapso X de tiempo, por lo que la quilla hiper-
desarrollada del picaflor da una gran propor-
ción alto:ancho debido a la alta tasa de aleteos
por segundo (70 en el caso de Sephanoides
sephaniodes; 8 a 10 en el caso de Patagona
gigas), lo que implica desarrollar músculos
pectorales de mayor envergadura y por ende
67
Anatomía macroscópica del esternón de las aves...
una mayor superficie de inserción de dichos
músculos (ver Figura 3 en el anexo).
En el caso de las Columbiformes y Gallifor-
mes, es probable que esta alta relación sea
por la estrategia reproductiva que tienen en
el momento de cortejo, en ambas órdenes el
macho muestra su pecho de sobremanera a la
hembra, por lo que quizás un pecho de mayor
tamaño (mayor musculatura y por ende una
quilla más alta) dé como resultado una mayor
probabilidad de cópula. Esta es una hipótesis
no comprobada, por lo que es necesario reali-
zar estudios para comprobar su veracidad.
En la superficie dorsal del esternón existen
agujeros neumáticos que lo comunican con
el saco aéreo clavicular. Los agujeros y po-
ros neumáticos son característicos de las aves
buenas voladoras o nadadoras, estos son la
inserción de sacos aéreos. Ayudan al i¡nter-
cambio gaseoso y conectan los pulmones con
sacos aéreos clavicular.
En cuanto a la zona caudal del esternón, la
mayoría de las órdenes suelen tener incisuras
simples, sin embargo estas tienden a cerrarse
a medida que el ave envejece, formando lo
que conocemos como fenestra, por lo que los
resultados obtenidos en este estudio no repre-
sentan necesariamente la predominancia de
fenestra o incisura simple en las diferentes ór-
denes, ya que no se cuenta con el dato “edad”
de las muestras analizadas. Se sabe sin embar-
go que el orden de los Galliformes, así como
algunos miembros de otras órdenes, poseen
incisuras dobles, las cuales al estar cubier-
tas por un tejido fibroso llamado fascia, sir-
ven como fijación de los músculos del pecho
(Handbook of Bird Biology, 3rd Edition) (ver
Figura 4 en el anexo).
Como dato anexo a este estudio, se observa
que el caso de los Pelecanidae, es el único
ejemplar estudiado que presenta la fúrcula
osificada al manubrio del esternón, esta ca-
racterística es típica de las aves prehistórica
como es el caso de Pelagornis, las afinidades
filogenéticas de Pelagornithidae todavía se de-
baten. La mayoría de los autores han asigna-
do estas aves a los Pelecaniformes como “no
monofiléticos” (por ejemplo, Ericson et al.,
Camila Figueroa y Marta Maturana
2006)? donde la fúrcula osificada genera una
mayor estabilidad dada por la envergaduras
de las alas y el nicho en el que vive (Ver Figu-
ra 5 en el anexo).
CONCLUSIÓN
El reconocimiento por la anatomía externa de
las aves, sigue siendo relativamente fácil, por
lo que la identificación de especies median-
te piezas óseas sigue siendo un tema no muy
profundizado y/o difundido.
El esternón de las aves, es una pieza que se
modifica desde el nacimiento de la misma y
tiene adaptaciones durante su vida, según las
necesidades de la especie.
Encontramos que dentro de un mismo orden
puede haber variaciones a nivel de género,
familia o especie, dependiendo de diversas
variables como: altura del vuelo, frecuencia
del aleteo, tipos de vuelos e intensidad; por lo
que la forma del esternón puede generalizarse
sólo en casos extremos, como son las Apodi-
formes, Sphenisciformes y Rheiformes.
Las aves planeadoras de altura como el Vul-
tur gryphus (Cóndor) realizan menor fuerza al
sostener el vuelo, por lo que su esternón es
más ancho que alto. En el caso de Pelecanus
thagus (Pelícano), se trata de un ave de vuelo
pasivo dinámico, por lo que requiere mayor
fuerza y estabilidad al mantener el planeo, di-
firiendo entonces de las demás aves planeado-
ras en su proporción.
A su vez, los vuelos a grandes altitudes requie-
ren una mayor cantidad de oxígeno, facilitado
por la presencia de sacos aéreos que, además
de ayudar a la respiración, ayudan a disminuir
la densidad corporal aligerando el esqueleto
apendicular mediante la neumatización de
sus huesos (Manzanares, 2015).
En cuanto a las aves de vuelo activo, se com-
prueba que a mayor tasa de aleteo, la relación
alto:ancho es mayor, siendo un extremo de
esto las Apodiformes.
2 Mayr, Gerald $ Hazevoet, Cornelis 8 Dantas, Pedro
8 Cacháo, Mário. (2008). A Sternum of a Very Large Bony-
Toothed Bird (Pelagornithidae) from the Miocene of Portugal.
68
Si se desea hacer un estudio de qué aves tie-
nen predominancia a tener fenestra natural,
y cuáles no, es necesario tener en cuenta la
edad del ave antes de analizar las muestras.
AGRADECIMIENTOS
Al área de ciencias e investigación del Museo
de Historia Natural de Valparaíso por incen-
tivar el trabajo, estudio e investigación de las
colecciones.
También, al departamento de vertebrados del
Museo Nacional de Historia Natural por dar-
nos acceso a las colecciones.
Al Instituto de Ciencias Marinas y Limnológi-
cas de la Universidad Austral de Chile, Facul-
tad de ciencias, por facilitar sus muestras.
Y a la Fundación Aprende con Ciencia, por
facilitar ejemplares para estudio.
BIBLIOGRAFÍA
Davenport, J. 1994. How and why do flying
fish fly? Reviews in Fish Biology and Fisheries,
4 (2): 184-214.
Feduccia, A. 1996. The Origin and Evolution
of Birds. New Heaven: Yale University Press.
Fish, F. 1990. Wing design and scaling of
flying fish with regard to flight performance.
Journal of Zoology, 221 (3): 391-403.
Maciá, S., Robinson, M., Craze, P., Dalton,
R., %« Thomas, J. 2004. New observations on
airborne jet propulsion (flight) in squid, with a
review of previous reports. Journal of Mollus-
can Studies, 70 (3): 297-299,
Mayr, Gerald €: Hazevoet, Cornelis £ Dantas,
Pedro €: Cacháo, Mário. (2008). A Sternum of
a Very Large Bony-Toothed Bird (Pelagorni-
thidae) from the Miocene of Portugal. Journal
of Vertebrate Paleontology - ) VERTEBRATE
PALEONTOL. 28.762-769.10.1671/0272-
4634(2008) 28[762:ASOAVL]2.0.CO;2.
Manzanares, M. 2015. De extremis avis:
Un estudio de los límites del vuelo activo en
Neognathae (Aves). Caracas.
Meinertzhagen, R. 1955. The speed and al-
titude of bird flight (with notes on other ani-
mals). The Ibis, 97 (1): 81-117.
Oliver, J. 1951. “Gliding” in Amphibians and
Reptiles, with a Remark on an Arboreal Ad-
aptation in the Lizard, Anolis carolinensis car-
olinensis Voigt. The American Naturalist, 85
(822): 171-176.
Ornithology, C. L. 2017. Clements Checklist.
Obtenido de http://www.birds.cornell.edu/
clementschecklistídownload/
69
Anatomía macroscópica del esternón de las aves...
Pennycuick, C. 1972. Animal flight. Studies in
Biology, N*33.
Rayner, J. 1988. Form and function in avian
flight. Current Ornithology, 5: 1-66.
Schmidt - Nielsen, K. 1972. Locomotion: En-
ergy Cost of Swimming, Flying, and Running.
Science, 177 (4045): 222-228.
Thomas, L., 8 Norberg, R. 1996. Skimming the
surface: the origin of flight in insects? Trends in
Ecology and Evolution, 11 (5): 187-188
ANEXOS
Fig.2: A. Esternón Sphenisciforme; Spheniscidae; Aptenodytes forsteri (Pingúino emperador) MHNV-OST37* B. Esternón
Rheiformes; Rheidae; Rhea pennata pennata (Nandu)*. Aves A y B no voladoras, sin embargo la diferencia anatómica
de ambos esternones es notoria. Ejemplar A, a pesar de no presentar vuelo su esternón está provisto de quilla y agujeros
neumáticos. La quilla pronunciada nos muestra que el ejemplar sustituyó sus necesidades de vuelo con el buceo (vuelo
subacuático). Ejemplar B, tiene su quilla totalmente cóncava y lisa.
3 Muestra colección osteológica Museo de Historia Natural de Valparaíso
4 Muestra colección zoológica del Instituto de Ciencias Marinas y Limnologicas de la Universidad Austral de Chile, Facultad de ciencias.
70
z 0
bronbad dados!
b
|
9
|
rob
8
add
ol
|
Figura 3: A, vista dorsal y A, vista lateral izquierda: Esternón con quilla Apodiformes; Trochilidae; Patagona gigas MHNV-
OST61? B, vista dorsal y B, vista lateral izquierda: Esternón con quilla Apodiformes; Trochilidae; Sephanoides sephaniodes
MHNV-OST60*. Aves A y B muestran proporción 1:3 en relación a ancho:alto.
5 Preparación de ejemplar, incrementando la colección osteológica Museo de Historia Natural de Valparaíso.
6 Preparación de ejemplar, incrementando la colección osteológica Museo de Historia Natural de Valparaíso.
71
PALO ¿QA
Figura 4: A. Columbiformes; Columbidae; Columba livia (Paloma) MHNV-OST367 B. Anseriformes; Anatidae; Oxyura
vittata (Pato rana) MHNV-OST82*? C. Pelecaniformes; Ardeidae; Nycticorax nycticorax (Huairavo) Sin número? D. Chara-
driiformes; Haematopodidae; Haematopus palliatus (Pilpilén) MNHN 4864".
Ejemplos de esternones de distintas especies, muestran variedad de formas de xifoides medial y vértice de la quilla.
Además indica que:
A, B y C presentan agujero neumático. B y C presenta poros neumáticos. C presenta fenestra. B presenta incisura simple
y D presenta incisura doble.
Muestra colección osteológica Museo de Historia Natural de Valparaíso, V región
Muestra colección osteológica Museo de Historia Natural de Valparaíso
O 0. Jl
Muestra colección osteológica del Área de Vertebrados, Museo Nacional de Historia Natural de Chile.
10. Muestra colección osteológica del Área de Vertebrados, Museo Nacional de Historia Natural de Chile, año 1993, Cahuil VI región.
72
A A
An:
E:
Figura 5: Esternón de Pelecaniformes; Pelecanidae; Pelecanus thagus (Pelicano) MHNV-OST56"'
11 Muestra colección osteológica Museo de Historia Natural de Valparaíso
73
Camila Figueroa y Marta Maturana
Tabla 1: Mediciones lineales con pie de metro, medidas presentadas en cm.
s/d: sin datos. Letras referencia fig. 1
2
—i
. ES . . .
—i
. da .
PERA
[ES
EEN
ena
sa]
EM
RE
Parabuteo unicinctus EEN
EEN
En
[SN
[267]
Es]
en
EM
ES
66
EN
nea]
Isa]
CAN
Lita
4
4
3
Mm —
o Me DD
Systellura longirostris
[AE
EEN
Et
Em
Esto
47 |
EA
Wesza
[EA]
HEZA
EM
EA
68
82
[8
[Exenl
ES=
[rel
¡0s)
¡On
Vultur gryphus
Thinocorus orbignyianus
Thinocorus orbignyianus
NO . . .
h
Mm mm,
MvEal
[irases |
MEssal
MEE
Zenaida auriculata
Zenaida auriculata 19
Columbalivia_ 21 | 617
74
[AI
ESEER
EMS
CEE
IR
EEE
Per | 5
46 | 1
ESTE
[Ponle
[ESE] AE
[A
EU
salis
EE
EM
a |
sd | 1
a |
sd |
ESE
CEE
EXE
o] EEN]
NENR
ESA
ENE
AA
4.2
4.8
SAL
4.7
20
6.7
4.7
5.4
4.8
8.2
5.6
1.6
3
¿2
.1
2.0
3.4
s/d
550
5.0
7
4.8
5.8
4.4
6.5
ro,
93
31
4.2
4
4.9
Ko)
TSE
EA
Las | 06
PEE
4 | 06
Lacie:
PESTE
2]E05tl
PERIe5S
La
es
EAS
IES
EESOEASa
| 9
7
5% 8
y 4
6.2 7
4 z
1
5.8 6
6.4 3
6.5 E
m5 8
8.8 j
5
1,9
309 5
A
222]
.5 3
a
7 ;
4 8
.1 8
.5 E
A 7
O f
ña 4
5.1 7
eS ,
Pal 2
A 8
1.4 3
.6
ES 7
el
6.1 7
a EA E
Anatomía macroscópica del esternón de las aves...
| NombreCientífico | a | B | c | o | e | re] 6
Zenaida auriculata | 16 | 33 | 19 | 09 | 24 | sa | 13 |
Megaceryle torquata | 26 | 43 | 31 | 08 | 5 | vd | 14
Milvago chimango | 24 | 48 | 25 | 0639] 3 | 13
29
e
campera o e | Jos | o [oo 19
Pardrals sarganotentes > Paz Jos far Pos Par Pos fra
Fulicaamilata | 39 | 66 | 39 [11] 6 | 39 | 18
Turdus falcklandi | sa 5 5 | os | 21 [19 | 08
Passerdomesticus Y 2 [19 | o2 | 19 | 17 | 09
Sicalis auriventris | o9 | 21 [14 | os [16 [ 1 [08
Tachycineta leucopyga | 1 | 17 | 13 [os [| 16 [13 | 081
Tachycineta leucopyga | o9 | 19 | 12 | os | 16 | 16 | 07 |
Diucadiwa |] 12 | 26 | 16 | 02 | 21 [os | 09
Passerdomesticus | ta 22 [13 | o3 | 18 [17 | 08
Diucadiwa | 12 | 24 | 14 | o2 | 18 | 18 [ 08
Zonotrichia capensis___| o9 | 18 | 1 | o3 | 14 | 13 | 06
Pyropepyrope_ || 13 | 22 | 14 | os | 17 | sa | os
Agriomis vida a as [2 [o6 [28 | va | 11
Sicalis auriventeis Y pr 12 [os [| 18 [15 | 06
Diucadiwa | 15 | 25 | 16 | 05 | 21 | 19 | 091
[Scelorchilus albicollis | 15 | 19 | 1 [| o5 [15 [15 [09
e e e e
Pmetomne Pra fos fos foa fa fos fo
Phrygilusfruticei 13 2 12 | o2 | 18 | 19 | 07
Pyropepyrope_ | 15 | 27 [13 [05 | 2 | 21 | 08
Phytotomarara— 7 28 [15 [os | 25 | 23 | 09
Aphrastura spinicauda | o9 | 13 | oz [| o2 [| 1 [08 [04
Mimusthenca po [2 [15 [os | 16 | 14 | 08
Leptasthenura striata | o9 | 13 | o7 | o2 | 1 [08 | 03
Theristicus melanopis | 5 | o9 | 58 | o9 | ez [55 | 351
Nycticorax nyeticorax | 38 | 67 | 38 | o9 | 55 [ 34 | 18 |
75
Camila Figueroa y Marta Maturana
NombreCientífico | a | B | c | o e]rpo
Pelecanus thagus pros [128 [9 | 22 | 85 | 85 | 39
Pelecanus thagus 105 | 123 | 91 | 45 | 8 [651 [381
Podiceps major_______| 47 | 69 | 34 | 13 | 5 [07 | 2
Thalassarche melanophris | 85 | 9 | 74 | 21 | 71 [28 | 71
Pieradroma externa | 31 [55 | 4 | 09 | 46 | 29 | 23 1
Oceanites oceanicus | 16 | 24 | 15 | 04 | 19 | 18 | 09
Enicognathus ferrugineus | 2 | 48 | 25 | 06 | 47 | 26 | 171
Enicognathus leptorhynchus | 24 | 51 | 31 | os | 56 | 25 | 171
spheniseas spp 6s [133 [69 | 15 125 | 63 | 4.1
Spheniscussp_ | 65 [129 | 75 | 18 | 109 | 66 | 32
Athene cunicularia | sa | 46 | 3 | o6 [31 [| 3 [14
Claucidiumnanum_ 18 | 31 [21 [os
Athene cunicularia | 28 | 44 | 3 | oz | 3
Athene cunicularia | 21 [35 | 23 | 07 | 2
ET E RC E CT E
Sula variegata | 47 [or [| 6 | 13]5
CEET VE RO CEA E
Phalacrocorax gaimardi_ | 58 | 74 | 6 | 16 | 4
|Nothoprocta perdicaria | sa | wa | 2 | o7 | 9
76
Anatomía macroscópica del esternón de las aves...
Tabla 2: Presencia de fenestra (H), incisura simple (1) o doble ()), agujeros (K) y poros
neumáticos (L) en las aves estudiadas
Orden [especie > fm teo y [xk fe
[a]
Circus cinereus
Accipitriformes
Oxyura Sp.
Anas Sp.
Anseriformes
Chloephaga rubidiceps EA
Oxyura Sp.
' Sephanoides sephanoides
Apodiformes
Patagona gigas
: Systellura longirostris
Caprimulgiformes a]
Systellura longirostris
Cathartes aura
Cathartiformes [Cathartessp Y PAHO Y
Valturgryphas YY
|Thinocoras orbignyianus Y PAHO Y]
|Thinocoras orbignyianas |
Himantopus melanurus |
Vanellas chilensis
|Thinocoras orbignyianus |
, Vanellus chilensisspp_ |
do Haematopus palliatus Y Y
Stemula lorata
Larus dominicanas Y
Larus modestas
[iaa]
|Calidris bairdii
77
Camila Figueroa y Marta Maturana
CO
Columbiformes
Megaceryle torquata
Milvago chimango
Galliformes
Gruiformes
Passeriformes
78
Pelecaniformes
Phoenicopteriformes
Podicipediformes
Procellariiformes
Psittaciformes
Sphenisciformes
Strigiformes
Struthioniformes |Rhea pemmata
Suliformes
Anatomía macroscópica del esternón de las aves...
Especie fm teo ly [xk fe
Theristicus melanopis Y |
Nyeticorax mycticorax Y PH
un]
Nycticorax nycticorax
y)
O
O
9)
Ñd
3
<
“un
+
=p
Dd
5
<
“un
Pelecanus thagus |
Spheniscus sp.
Spheniscus sp.
Rhea pennata
AY)
O
O
(2)
Dd
pa)
<
“n
+
3
Dd
SS
<
un
Pygoscelis papua
Sula variegata
Phalacrocorax bougainbillii
Phalacrocorax gaimardi
Nothoprocta perdicaria a]
Athene cunicularia
79
80
ANALES LL Volumen 31, 2018. Páginas 81-89
o A Zoología
TRAS LA HUELLA DE LOS ANIMALES: LA SECCIÓN ZOOLÓGICA DEL MUSEO DE
HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO (1898-1906)
BEHIND ANIMAL FOOTPRINTS: THE ZOOLOGICAL SECTION OF THE MUSEUM OF NATURAL HISTORY IN VAL-
PARAISO BEFORE THE FIRE OF 1906.
Carolina Valenzuela Matus*
RESUMEN: El artículo tiene como objetivo indagar sobre las principales características de la
sección zoológica del Museo de Historia Natural de Valparaíso con anterioridad al terremoto e
incendio que lo destruyó en 1906. A pesar de la desaparición de la mayor parte de las coleccio-
nes, aún es posible identificar los objetos, gracias a las Memorias enviadas al Ministerio de Ins-
trucción Pública, al Boletín del Museo de Historia Natural de Valparaíso y a la Revista Chilena de
Historia Natural, creada por el naturalista Carlos Porter. Al caracterizar la antigua colección, se
busca valorar el papel de los donadores, de la importancia de la preservación, así como también
de la misma diversidad de especímenes existentes que son materiales de conocimiento científico
y fruto del intercambio a nivel internacional e interoceánico.
PALABRAS CLAVES: sección zoológica- circulación de piezas-donaciones-preservación
ABSTRACT: This article aims to investigate about the main characteristics of the Zoological Sec-
tion of the Museum of Natural History in Valparaíso before the earthquake and fire that destroyed
itin 1906. In spite of the disappearance of most of the collections, it is still possible to identify the
objects thanks to the Memoirs created by naturalist Carlos Porter. He sent them to the Ministry of
Public Instruction, the Bulletin of the Museum of Natural History of Valparaíso, and the Chilean
Review of Natural History. In characterizing the old collection, we seek to assess the role of do-
nors, the importance of the preservation and the diversity of specimens as material of scientific
knowledge, and objects of international and interoceanic exchange.
KEYWORDS: zoological section- circulation of objects- donations- preservation.
INTRODUCCIÓN
En la noche del domingo 2 de septiembre de vida natural y la historia de los pueblos del
2018, la comunidad internacional quedó con- Brasil. Tras el incendio, las autoridades de ese
mocionada con el fatídico incendio del Mu- país se enfrentan al enorme desafío de la re-
seo de Historia Natural de Río de Janeiro. A construcción en un escenario complejo, don-
consecuencia de este trágico evento, valiosí- de solo es posible comenzar desde cero.
simas piezas fueron abrasadas por las llamas,
perdiéndose una parte importante del patri- Más de cien años atrás, otro devastador incen-
monio de la humanidad. Han desaparecido dio puso fin al Museo de Historia Natural de
para siempre los testimonios del pasado de la Valparaíso, reduciendo a cenizas sus coleccio-
Ñ Historiadora. Doctora en Estudios del Mundo Antiguo, Universidad Autónoma de Chile, Avenida Pedro de Valdivia, 425, Santiago. Carolina.
valenzuela01 Guautonoma.cl Este artículo es fruto del trabajo CONICYT FONDECYT/INICIACIÓN/N? Proyecto 11170033 Antigiledades y naturaleza:
circulación interoceánica de objetos en los primeros gabinetes de historia natural como estrategia de posicionamiento de la ciencia en Chile.
Recibido: 1 de octubre 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
81
Carolina Valenzuela Matus
nes y también los inconmensurables esfuerzos
de destacados naturalistas!', entre ellos Carlos
Porter, director de la institución entre 1897 y
1910, con el firme propósito de convertirla
en una de las más importantes del país. Pocas
cosas se rescataron del fuego, entre ellos, al-
gunos herbarios y libros. Ante este triste esce-
nario, Porter hace un llamado a la comunidad,
clamando para que, cual ave fénix, el Museo
pueda renacer desde sus cenizas.
“El Museo de Valparaíso, como todos los de su
jénero, habrá de formarse en gran parte por
medio de los obsequios. Confiamos que Ud.,
con su reconocido patriotismo, querrá ayudar-
nos a hacer renazca de las cenizas el Museo,
enviándonos de cuando en cuando, todo ob-
jeto de historia natural y obra científica que
usted considere de utilidad para el incremento
de nuestras colecciones” (Porter, C. Circular n*
1, 19 de octubre de 1906, en Revista Chilena
de Historia Natural, 1907, año XI).
Así comienza una larga historia de esfuerzos
para levantar el Museo y proyectarlo hacia el
futuro. No obstante, esta no es la historia que
contaremos. Nos proponemos ir más atrás en
el tiempo, rastreando las huellas que las ceni-
zas no pudieron destruir. A través de las Me-
morias enviadas al Ministerio de Instrucción
Pública, los Boletines del Museo y la informa-
ción proporcionada por la Revista Chilena de
Historia Natural, indagaremos sobre las ca-
racterísticas de la sección zoológica en el pe-
riodo previo a su irreparable pérdida. Seguire-
mos la huella de estos animales —mamíferos,
aves, peces e invertebrados—que ocuparon
un espacio en vitrinas y bodegas. El artículo
busca centrarse en tres aspectos, estrecha-
1 De acuerdo a María José Correa Gómez, naturalista es un
apelativo que aludía a una comunidad de hombres formados en la
tradición de la filosofía natural, la que, transformada en el curso del
tiempo, había depurado la metafísica aristotélica y el ocultismo en
las explicaciones e inaugurado nuevos estándares de evidencia y
experimentación, comenzando a adquirir una forma moderna y a
transformarse en ciencia”. (Correa, 2018, 57).
2 La Revista Chilena de Historia Natural, fundada por Carlos
Porter en 1897 y que, junto con dar cuenta del trabajo científico
chileno y los intercambios con el exterior, informaba sobre la donación
de piezas al Museo y el canje de revistas y libros especializados en
el extranjero. Como director del Museo, Porter lo independizó del
liceo de Valparaíso y lo dotó de una amplia red de relaciones con
las principales instituciones y personalidades científicas de Chile y el
extranjero (Jaksic et. al, 2012, 108).
82
mente vinculados a la historia de las piezas
con el fin de comprender la formación y las
características de la sección zoológica. Éstas
son: las donaciones, la preservación de espe-
cies y la circulación interoceánica de objetos.
1. Las donaciones en la sección zoológica
Los donadores tuvieron un rol esencial en la
formación de los museos de historia natural
del país. Estas instituciones contaron con esca-
so presupuesto público, destinado principal-
mente a pagar los sueldos de los funcionarios
e invertir en materiales para la preservación
de las especies ya existentes”. Por lo tanto, el
incremento de las colecciones, se debió prin-
cipalmente a la acción benefactora de estos
ciudadanos, que, a través de la donación,
manifestaron un interés por su propia comu-
nidad y un sentimiento de pertenencia local.
De esta manera contribuyeron a la perfección
del inventario de los recursos del territorio
(López-Ocón, 1999, 413) y también propor-
cionaron objetos provenientes de otros puntos
del globo. En cuanto a la incorporación de los
primeros objetos al Museo desde su origen en
1878, su fundador, Eduardo de la Barra, espe-
raba que este se conformara principalmente
en base a la generosidad privada. Los prime-
ros objetos en llegar correspondían a:
“400 muestras de minerales de Atacama,
muestras geológicas de Europa, plantas, insec-
tos, fósiles, crustáceos, mamíferos, mil aves,
veinte mil insectos, peces, un puma (león chi-
leno), varios buitres”. (Carta de Eduardo de la
Barra, en Soto et. al, 2016, s/p).
Entre los animales exóticos donados destacan
especies tan variadas como un mono araña
de Brasil, lémures, monos del antiguo conti-
nente (Chimpancé y orangután). De acuerdo
a Porter, este orangután “bastante parecido a
la especie humana” fue muerto el 20 de abril
3 El Museo de Historia Natural de Valparaíso realizaba
adquisiciones. No obstante, es complicado hacer el seguimiento de
las efectuadas por la sección de zoología, ya que rara vez aparecen
los datos completos, como el precio. La compra que tenemos mejor
documentada es la de la colección de aves de Valdivia de Manuel
Ossa ¡ Ruiz, evaluada en $2000 en 1899, donde también figuran
mamíferos en buen estado de conservación, bien embalsamados
y montados. (Memoria del Museo de Valparaíso al Ministerio de
Instrucción Pública, 12 abril de 1899).
de 1885, a las orillas del lago Onangoné, Ga-
bón. Se registra también un coatí procedente
de Panamá obsequiado al Museo en 1882 por
la señorita Cristina Garay. De Europa hay un
zorro, un tejón y un lobo ingresado en 1880.
A esto se suma un Leopardo, un lince macho y
un ocelote, ingresados en 1881, junto con un
león africano y una ardilla europea, ingresada
en 1878 (Porter, 1898, 11-20).
Tras la huella de los animales...
de adquisición de las mismas, siendo uno de
ellos la recolección. Las excursiones realiza-
das por los naturalistas les permiten recolectar
y seleccionar objetos. Esta actividad fue desa-
rrollada con frecuencia por el mismo direc-
tor del Museo, Carlos Porter. Durante 1899 y
1905, algunas donaciones, producto de esta
recolección, son registradas en la Revista Chi-
lena de Historia Natural, como se presenta en
el siguiente cuadro:
Entre los donadores de piezas nacionales, se
han evidenciado registros acerca de la forma
Cuadro 1
ADQUISICIÓN DE PIEZAS MEDIANTE EXCURSIONES
COLECTOR | PROCEDENCIA OBJETOS OTROS DATOS
e " o Excursiones a los valles
Carlos Porter Chañarcillo 1899 | Coleópteros y arácnidos E
de Copiapó
1 orteóptero
Carlos Porter Viña del Mar 1904 | 1 coleóptero
1 crustáceo
Ortépteros
Arácnidos
' Vermes
Bracey Wilson , e
. Aysén 1900 | Dípteros
(Armada de Chile) ,
Crustáceos
Coleópteros
Himenópteros
Viña del Mar
Armada de Chile
F. T Delfín
Coleópteros
Esa MO Neurópteros
orter y equipo de
Ia Cordillera 1903 | Arácnidos
Museo 5
Himenópteros
Anélidos
! . 27 arácnidos, 26 peces, 2 | Excursión del Dr. FT.
F. T. Delfín Juan Fernández 1904 ' , H
equinodermos Delfín a Juan Fernández.
Aves
Excursión del Museo a la
Cordillera
Seno de Última Peces
Agustín Prat ¿ Marina de Chile
Esperanza Equinodermos
Moluscos
Fuentes: Memoria Presentada al Sr. Ministro de Instrucción Pública por Carlos E. Porter, Santiago 12 de abril de 1899,
12 de octubre de 1899, Memorias al Ministerio de Instrucción Pública en Revista Chilena de Historia Natural, Años
1899- 1905.
83
Carolina Valenzuela Matus
Por otra parte, también identificamos a los do-
nadores provenientes de la Armada, que, a lo
largo de la historia del Museo, se convierten
en importantes benefactores*. Gracias a sus
viajes, los marinos chilenos hicieron llegar una
gran cantidad de piezas a la institución por-
teña y especialmente a la sección zoológica.
Entre tales especímenes encontramos: crus-
táceos, peces, moluscos y aves, entre otras.
En este contexto, Pascal Riviale (2011) señala
que marineros de todas las naciones fueron
mordidos por el bichito coleccionista durante
aquella época, y esto se aplica también para
el caso chileno”. De esta forma, las institucio-
nes científicas reconocieron rápidamente el
potencial en unos amateurs entusiastas y com-
pilaron compendios para guiarlos en su tarea
de recolección con fines científicos (Riviale,
2011, 261). En el Museo de Historia Natural
de Valparaíso se identifican a varios miembros
de la Armada como donadores regulares:
CUADRO 2
Donaciones provenientes de miembros de
la Armada entre 1899- 1905
Federico T. Delfín
Bracey Wilson
Francisco E. Neff
Tomas Green
Miguel Díaz
Agustín Prat
Roberto Maldonado
Carlos Plaza
Ismael Huerta
Dr. Ávalos (cirujano)
Luis Pomar
Fuentes: Memoria Presentada al Sr. Ministro de Instruc-
ción Pública por Carlos E. Porter, Santiago 12 de abril de
1899, 12 de octubre de 1899, Memorias al Ministerio de
Instrucción Pública en Revista Chilena de Historia Natu-
ral, Años 1899- 1905.
4 “Los miembros de la Armada Nacional, señores Francisco E.
Nef, Federico T. Delfin, Tomas Green ¡ Miguel Díaz, han contribuido
con envíos de objetos importantes obtenidos en sus viajes”. Porter,
C. Sección Zoológica, en “Revista Chilena de Historia Natural”,
1902, p. 14.
5 Mariners from all nations were bitten by the collecting bug.
Captain Evan Nepean of the Royal Navy, for instance, followed
in Dunamour's footstep and collected antiquities from the Isles
of Sacrificios (his collection was donated to the British Museum
in 1844). Some of the very early Peruvian collections brought to
Europe in the first part of the nineteenth century were gathered by
mariners, as well as diplomats, engineers, and merchants (Riviale,
2011, 261).
84
Entre ellos, Federico Delfín, naturalista cola-
borador del museo y miembro de la Armada,
escribió un artículo para guiar la labor de la
colecta y conservación de especies para los
museos. En su texto señalaba lo siguiente:
“Es necesario desterrar la falsa idea de que
los objetos raros y deformes son los dignos de
remitir o figurar en un Museo. Hoy deben en-
contrarse reunida toda la escala de los seres,
unidos por orden sucesivo como los eslabones
en las cadenas que, si faltan algunas de por
medio, el valor que se le asignará al conjunto
vendría a ser sin importancia. Naturalmente
que los Museos tienen que ir colectando es-
labón por eslabón y clasificándolos (las es-
pecies) a medida que se obtienen, según un
método científico al que debe acompañarse
el nombre vulgar con que es conocido en el
lugar de orijen. Es por esto que, para que sea
más beneficioso el regalo que se le haga de
alguna especie u objeto, no se debe olvidar de
acompañarlo del nombre vulgar con que es
conocido, por más caprichoso que este sea ¡
si es posible del tondo del mar o río en que se
ha encontrado, del instrumento con que se ha
pescado, del nombre de la localidad ¡ del do-
nador o demás particularidades que se tenga
conocimiento” (Delfín, 1900, 148-149).
De esta manera, el artículo contribuía al en-
tusiasmo amateur por la recolección de obje-
tos en el país y proveía una guía para entregar
las piezas al Museo, también pensando en las
tareas de recolección de los miembros de la
Armada que con frecuencia donaban a la ins-
titución.
Junto a los donadores nacionales, hemos de
considerar a los extranjeros, tanto personas
como instituciones, que también contribuye-
ron al Museo. El registro de nombres apare-
cidos en la prensa o en la Revista Chilena de
Historia Natural, puede dar pistas de la his-
toria de los objetos donados provenientes de
otros países.
Entre los donadores extranjeros podemos
identificar a:
Tras la huella de los animales...
CUADRO 3
z z
DONACIONES EXTRANJERAS DESTACADAS SECCION ZOOLOGICA
1899 Coleópteros Bruselas-Bélgica
1900
1900
1901
Insectos de Brasil (
Fco. Campos R. 1902 Eoados Epa 4 Guayaquil- Ecuador
1902 | 50 especies de aves de Inglaterra
Carlos Tóbar 1903 No se publica objeto donado
E. López W. 1904 Guayaquil: Ecuador
Información extraída del Boletín del Museo de Valparaíso, periodo 1899-1906, en Revista Chilena de Historia Natural.
Gracias a las donaciones provenientes de consolidar su importancia como institución
dentro y fuera del país, se produjo un rápi- en el contexto nacional. En el siguiente grá-
do incremento anual en las colecciones, lo fico identificamos la variación de la sección
bastante significativo como para permitir al zoológica en el periodo 1898-1905.
museo aumentar la diversidad de especies y
Incremento anual de la sección zoológica entre 1898 y 1905
1899 1900 1901 1902 1903 1904
mM Vertebrados M Invertebrados m Otros
Fuente: Resumen del movimiento habido en el Museo de Historia Natural de Valparaíso desde el 1 de enero de 1898
hasta el 31 de diciembre de 1902, en Memoria del Museo, Revista Chilena de Historia Natural, 1903, Año VII, p. 89 y
Resumen Estadístico: El Museo de Historia Natural de Valparaíso durante el año 1906. Memoria presentada al Ministro
de Instrucción Pública, 25 de febrero de 1907, Revista Chilena de Historia Natural, pp. 39-42. Información del Boletín
del Museo de Valparaíso, periodo 1900-1906, en Revista Chilena de Historia Natural. Consultado en Biblioteca especia-
lizada del Museo de Historia Natural de Valparaíso.
Los invertebrados corresponden al 88% del conexión con la institución en el contexto de
total de los objetos del periodo que correspon- lo que se espera de un ciudadano. En la época,
den a 11.936 piezas. Esta elevada presencia las prácticas naturalistas se vinculaban estre-
se explica por tratarse de piezas de pequeñas chamente con ciertas virtudes morales como la
dimensiones. El tamaño facilitaba su transpor- simplicidad y el auto-control que producía la
te, donación y también exhibición. exploración de la naturaleza (Schell, 2008). De
esta manera, la práctica naturalista contribuía a
Este aumento de las colecciones refleja tam- forjar el carácter del individuo convirtiéndose
bién el interés de la comunidad por contribuir en actividad digna de un buen ciudadano.
a la construcción del Museo y establecer una
85
Carolina Valenzuela Matus
2. La preservación de las especies en la sec-
ción zoológica
La preservación de las especies constituye una
de las principales preocupaciones de Carlos
Porter como director del Museo. Al igual que
para otros museos de Historia Natural de la
época, la taxidermia es una actividad impor-
tante dentro de la institución, pues se requiere
conservar las pieles de los animales, así como
realizar el montaje de los diversos ejemplares
que se incorporan. Tales animales disecados
pueden ser interpretados como elementos de
lujo, creaciones artísticas u objetos de ciencia,
entre otras lecturas posibles (Aragón, 2014).
En abril de 1899, Porter solicitó al Estado el
presupuesto para la contratación de un pre-
parador competente?, desconocemos si por
desacuerdo con el taxidermista a cargo, Juan
Mildahn. Sí sabemos que la taxidermia se de-
sarrolló en el Museo desde sus inicios”. El he-
cho de que se albergaran animales disecados
ya exigía una gestión singular en lo tocante
al almacenamiento y a la documentación,
así como también respecto al espacio y la or-
ganización de depósitos y reservas. Hay que
considerar, por ejemplo, que la recreación de
las aves, con sus alas desplegadas, necesa-
riamente requeriría mayor espacio y recursos
(Aragón, 2014). Y por los testimonios de épo-
ca, sabemos que el Museo recibió desde sus
orígenes, los más diversos animales.
Después de Mildahn, no se logró localizar el
nombre de los siguientes preparadores. Tampo-
co hemos podido establecer si fueron uno o va-
rios los que ejercieron esta función entre 1900
y 1905*. Podemos afirmar, en cambio, que sus
trabajos no están exentos de críticas. En los do-
cumentos aparecen en ocasiones las quejas de
los naturalistas respecto al trabajo de los pre-
paradores. Lamentaban que sus observaciones
6 Porter, C. Memoria al Ministerio de Instrucción Pública, abril
de 1899, en Boletín del Museo de Historia Natural.
7 De acuerdo a Camila Figueroa, solo la colección de pieles de
aves se comenzó a constituir en el año 1876 por Eduardo de la Barra,
fundador del Museo de Historia Natural de Valparaíso. Señala que: “a
través de la historia, la colección tuvo aportes de diversos científicos
que aumentaron el número de la colección consistentemente,
ejemplo de ello es la colección de Carlos Rahmes de 32 ejemplares
recolectados entre los años 1905 y 1920. (Figueroa, 2016, 90).
8 En el periodo comprendido entre 1928 y 1971 tenemos
conocimiento sobre el taxidermista a cargo del mantenimiento e
86
y estudios se habían visto entorpecidos por al-
gunas disecciones deficientes, tal como le su-
cedió a Edwyn Reed, primer director oficial del
Museo de Historia Natural de Valparaíso, que
deploraba la incapacidad de los taxidermistas
chilenos para embalsamar una tunina?.
Por otra parte, también está demostrada la ad-
miración por la labor de la taxidermia, expre-
sada en este poema de Eduardo de la Barra,
fundador del Museo de Historia Natural de
Valparaíso, que en 1890 escribió:
“Tendido estaba sobre el banco tosco que su
cadáver llena, mientras del hábil disector la
mano los músculos cortando i las arterias, em-
plea toda su arte en infundirle vida a aquella
pieza””.
Lo que sí está claro es que la preservación de
especies a través de la taxidermia, así como
la necesidad de contar con los materiales
necesarios para estos trabajos fue esencial
para el mantenimiento de la sección zooló-
gica del Museo. Por ello, se compraban en
Europa diversos materiales como frascos, tu-
bos de vidrios, cajas para insectos o alcohol,
materiales para construir los pedestales de las
aves, ojos para aves, formol, estopa, cáñamo,
arsénico, etc''. Otra de las preocupaciones
manifestadas por Porter se refiere a la ense-
incremento de las colecciones, se trata de José Carpeneto Corsiglia.
Un completo estudio sobre él se puede encontrar en Valenzuela, C.
Una contribución científica desde la taxidermia. José Carpeneto y su
colección en el Museo de Historia Natural de Valparaíso, Colecciones
Digitales, Museo de Historia Natural de Valparaíso, obtenida de: http://
www.mhnv.cl/636/w3-article-837203.html?_noredirect=1
9 En 1878, Edwyn Reed consiguió 2 tuninas para el Museo de
Valparaíso. Protesta contra los cueros mal embalsamados que pueden
llevar a confusión y hacer pensar que se trate de dos especies distintas
“queda el deber de demostrar mas diferencias que el color solamente
(...) Con todo respeto para los meritorios taxidermistas de Chile, que
hacen lo que pueden ¡ lo que saben, afirmo que en toda la República
no hai uno solo de ellos capaz de embalsamar debidamente a una
tunina; así es que solamente doy importancia a un ejemplar en carne,
como Dios le ha creado ¡ no como el preparador le ha caricaturado”.
(Reed, 1904, 139).
10 De la Barra, Eduardo. En el taller del Museo, 1890, Biblioteca
Nacional deChileen: http://www.bibliotecanacionaldigital.
cl/bnd/623/w3 -article-134585.html
11 “Para la debida conservación ¡ esposición de los objetos se
ha adquirido en plaza ¡ en Europa gran cantidad de frascos ¡ tubos de
vidrio, varias cajas para insectos, formol, alcohol i demás sustancias
necesarias para la conservación”. Porter, C. Memoria del Museo, en
Revista Chilena de Historia Natural, 1903, 115.
ñanza y difusión de la preservación. Por ello,
en 1898 organizó un curso de zoología con el
fin de educar a los potenciales colectores en
la búsqueda, transporte y conservación de los
animales destinados al Museo. En este senti-
do, Porter manifiesta el apoyo a una práctica
propia de los naturalistas profesionales que
centraron su atención en la preparación de
métodos y reglas para normalizar los proce-
dimientos de recolección y preservación de
ejemplares (López-Ocón, 1999, 416).
3. Circulación interoceánica de objetos
Gracias al trabajo colaborativo de los natu-
ralistas chilenos y extranjeros, el Museo de
Historia Natural de Valparaíso estuvo inserto
en una activa red global para el intercambio
de objetos provenientes de lejanas latitudes.
El mismo Porter señalaba que “un museo sin
relaciones con sus congéneres de los distintos
CUADRO 4
Tras la huella de los animales...
países no puede progresar como es debido, ni
prestar al país ni a la ciencia grandes servi-
cios” (Porter, 1902,78).
Durante el periodo 1899-1905 se documentan
varios canjes con el extranjero, que aseguraba
el envío de objetos de la fauna de Chile, a cam-
bio de piezas provenientes de otras latitudes.
Lamentablemente, en la revista no aparecen
registrados cuáles son los objetos que desde
el Museo se enviaban en canje, aunque sí se
registran los objetos recibidos como, por ejem-
plo, 50 coleópteros de Ecuador y Europa en
canjes con el Ecuador o coleópteros de Gua-
temala!?. Carlos Porter señala que el Museo ha
realizado canjes con museos de Sudamérica y
Europa y las colecciones que más han progre-
sado en la sección zoológica son la de los pe-
ces, aves y artrópodos'”. En esta investigación,
hemos ordenado la información y registrado
algunos canjes destacados en las fuentes:
CANJES CON EL EXTRANJERO
PROCEDENCIA
Italia- Instituto técnico de Viterbo
Ecuador
Bélgica
Guatemala
Francia
1902
1905
1903
1904
OBJETO
Moluscos
30 especies de coleópteros de Brasil, 50 de
Ecuador, 100 europeos, 5 Rincotos del Ecuador
72 coleópteros de Bélgica y el Congo
190 coleópteros, 2 arácnidos
Rincotos
1904
Fuentes: Memorias al Ministerio de Instrucción Pública en Revista Chilena de Historia Natural, Años 1899- 1905 y Bo-
letín del Museo de Historia Natural de Valparaíso, enero-febrero 1904.
Algunos de estos canjes evidencian el interés
existente por establecer contacto de por parte
de los museos extranjeros con la institución
porteña, estableciéndose fructíferas redes de
colaboración, que se extendían ciertamente
más allá de la sección zoológica, pues incluían
todo tipo de especies y también intercambio
de libros y revistas especializadas. Todo ello
en pos del conocimiento científico impulsado
desde la región y su difusión dentro de la co-
munidad porteña, así como la proyección de
ese conocimiento hacia el exterior.
87
REFLEXIONES FINALES
Es importante considerar que la historia de los
museos es en parte la historia de sus coleccio-
nes (Cacciotti, 2016) y el interés de este artí-
culo se ha centrado en algunos aspectos que
caracterizan a las colecciones de la sección
zoológica del Museo de Historia Natural de
Valparaíso desde la perspectiva de los dona-
dores, la preservación y la circulación trans-
nacional e interoceánica de objetos.
12 Boletín del Museo de Historia Natural de Valparaíso, 31 de
enero de 1904, año VIII, 116 y Boletín del Museo de Historia Natural
de Valparaíso, febrero 29 de 1904, 15.
13 Porter, C. Memoria del Museo al Ministro de Instrucción
Pública, en Revista Chilena de Historia Natural, 1902, 15.
Carolina Valenzuela Matus
La mayor dificultad para conocer las caracte-
rísticas de la sección zoológica es la pérdida
de las colecciones debido al devastador in-
cendio de 1906, que dejó al Museo de His-
toria Natural de Valparaíso en ruinas. A falta
de las evidencias materiales, queda el regis-
tro, considerado central en la configuración
de la ciencia moderna (Podgorny, 2018), so-
bre todo si tenemos en cuenta la fragilidad de
las muestras zoológicas perdidas. Este registro
se encuentra en las Memorias al Ministerio de
Instrucción Pública, los boletines y conteni-
dos de la Revista Chilena de Historia Natural.
A través del análisis de las fuentes, hemos vis-
to que las colecciones de la sección zoológica
se constituyeron por tres vías: compra, dona-
ciones y canje. Las dos últimas tuvieron un
peso gravitante en el incremento anual de la
sección. El papel de las donaciones constituye
uno de los principales medios para el incre-
mento de las piezas. Estos donadores o bene-
factores están conscientes de su actuar como
buenos ciudadanos y se identifican con las
actividades naturalistas, haciendo importantes
donaciones tanto de objetos exóticos como de
piezas nacionales. Muchos de los objetos de
la sección zoológica provienen de excursio-
nes a distintos puntos del país. En este pun-
to destaca especialmente la armada de Chile
que, por la naturaleza de sus funciones, tiene
entre sus miembros a importantes donadores.
La compra también fue un medio de adquirir
objetos, no obstante, lo limitado de los presu-
puestos anuales, que debían cubrir la nece-
sidad de materiales para la preservación de
las colecciones, así como los sueldos de los
funcionarios, hicieron de la donación y canje
medios importantes para formar las coleccio-
nes de historia natural, no tan solo en Valpa-
raíso, sino que en Chile en general durante
fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
En cuanto a la preservación, la labor del ta-
xidermista resulta esencial y su figura está
presente desde los inicios del Museo. Pero
no basta su competencia en la disección sino
cuenta con todos los materiales requeridos
para su trabajo y adquiridos anualmente con
el presupuesto de la institución. A esto se agre-
ga la necesidad de utilizar métodos científicos
que reduzcan los errores en la interpretación
de la pieza que procede a montar o a conser-
88
var, en un esfuerzo de darle vida a ese objeto,
como bien señalara Eduardo de la Barra en su
poema.
Sobre la circulación transnacional e intero-
ceánica de objetos, observamos que los na-
turalistas de la época, como Carlos Porter, for-
maron parte activa de las redes de intercambio
científico a escala global, relacionándose con
otros naturalistas de distintas partes del mun-
do. Por ello, el acopio de objetos para la sec-
ción zoológica del Museo de Historia Natural
de Valparaíso se vio facilitado gracias al canje
con otros museos e instituciones. Mediante la
colaboración recíproca, los museos partici-
pantes en este intercambio incrementaron la
variedad de sus colecciones en sus respecti-
vos centros, facilitando a sus visitantes cono-
cer especies diversas provenientes de distintos
puntos del globo.
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo fue realizado en el marco del Pro-
yecto Fondecyt Iniciación n* 11170033 Anti-
gúedades y naturaleza. Circulación interoceá-
nica de objetos en los primeros gabinetes de
historia natural como estrategia de posiciona-
miento de la ciencia en Chile. Agradezco es-
pecialmente al Museo de Historia Natural de
Valparaíso, al Personal técnico del proyecto
Fondecyt y al profesor invitado de este pro-
yecto, Dr. Francisco Martínez Hoyos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Aragón, S. 2014. En la piel de un animal: el
Museo de Ciencias Naturales y sus Coleccio-
nes de taxidermia. Madrid: Centro Superior de
Investigaciones Científicas.
Boletín del Museo de Valparaíso, periodo
1900-1906. En: Revista Chilena de Historia
Natural.
Caccioti, B.2016. Para una historia del co-
leccionismo de antigúedades entre Italia y
España. En: Romero, M. y Soria, G. (eds.) El
almacén de la Historia. Reflexiones histo-
riográficas, Biblioteca Nueva, Madrid, pp. 71-
100.
Correa, M.J. 2018. “A kind of Wiesbaden, or
rather Leukerbad, in the bosom of the Andes”.
Experiencia científica y cultural termal en los
Andes, siglo XIX. En: Sanhueza, C. (ed.). La
movilidad del saber científico en América La-
tina. Objetos, prácticas e instituciones (siglos
XVIII al XX). Santiago: Editorial Universitaria,
pp. 55-74.
Delfín, F. T. 1900. Algunas observaciones so-
bre la colecta, conservación i remisión de pe-
ces para los museos. En: Revista Chilena de
Historia Natural, año IV, núm. 8, pp.148-149.
De la Barra, Eduardo. En el taller del Museo,
1890, Biblioteca Nacional de Chile en: http://
www.bibliotecanacionaldigital.cl/bnd/623/
w3-article-134585.html
Figueroa, C. 2016. Colección de pieles de
aves depositadas en el Museo de Historia Na-
tural de Valparaíso. En: Anales del Museo de
Historia Natural de Valparaíso, vol. 29, pági-
nas 89-103.
Jaksic, F. Camus, P. Castro, S. 2012. Ecología y
Ciencias Naturales. Historia del Conocimien-
to del Patrimonio Biológico de Chile. Santia-
go: Centro de Investigaciones Barros Arrana.
Podgorny, I. 2018. Hacia una historia buro-
crática de las ciencias. En: Sanhueza, C. (ed.).
La movilidad del saber científico en América
Latina. Objetos, prácticas e instituciones (si-
glos XVIII al XX). Santiago: Editorial Universi-
taria, pp. 19-54.
Porter, C. 1902. Resumen del movimiento ha-
bido en el Museo de Historia Natural de Val-
paraíso desde el 1 de enero de 1898 hasta el
31 de diciembre de 1902. En: Memoria del
Museo, Revista Chilena de Historia Natural,
1903, Año VII, p. 89
89
Tras la huella de los animales...
Porter, C. 1898. Guía del Museo de Historia
Natural de Valparaíso, Taller de San Vicente de
Paul, Valparaíso.
Porter, C. 1902. Memoria del Museo al Minis-
tro de Instrucción Pública, en Boletín del Mu-
seo de Historia Natural de Valparaíso, p.15.
Porter, C. Circular n* 1, 19 de octubre de
1906, en Revista Chilena de Historia Natural,
1907, año XI.
Porter, C. 1908. El Museo de Historia Natural
de Valparaíso (en formación) durante el año
1907. Memoria Presentada al Sr. Ministro de
Instrucción Pública por Carlos E. Porter, San-
tiago 13 de abril de 1908. En: Revista Chilena
de Historia Natural, p. 141.
Reed, E. 1904. Sobre una tunina chilena. En:
Revista Chilena de Historia Natural, junio,
año VIII, pp. 138-139.
Riviale, P. 2011. Europe Rediscovers Latin
America: Collecting Artifacts and Views in
the First Decades of the Nineteenth Century.
En: Bleichmar, Daniela y Mancall, Peter (eds.)
Collecting across cultures. Material exchanges
in the early Atlantic World. Philadelphia: Uni-
versity of Pennsylvania Press, pp. 254-268.
Schell, P. 2018. Natural history values and
meanings in nineteenth-century Chile. Notes
and Records, Royal Society Publishing, pp.
1-25.
Soto, C.; Vivar, A. Pérez, R. 2016 Museo de
Valparaíso... sus inicios, DIBAM, Museo de
Historia Natural de Valparaíso.
ANA LESTE- Volumen 31, 2018. Páginas 91-106
UU! Ecología y Medioambiente
POSIBLES RESPUESTAS DE HUMEDALES COSTEROS, EL YALI, CHILE, Y
MANDINGA, MÉXICO, A ALGUNAS PRESIONES POR EL CALENTAMIENTO
GLOBAL
POSSIBLE RESPONSES TO SOME PRESSURES CAUSED BY GLOBAL WARMING AT THE COASTAL WETLANDS OF
EL YALI, CHILE, AND MANDINGA, MEXICO
Javier Aldeco” € Manuel Contreras-López”
RESUMEN: En esta revisión se comparan algunos efectos del cambio climático global en dos
lagunas costeras, de diferentes latitudes, génesis y fisiografía. Se describen los ambientes de las
lagunas costeras El Yali, Chile central, y Mandinga, Golfo de México. La comparación muestra
que en El Yali es determinante la disminución de las precipitaciones y el ascenso de la costa,
lo que favorecería la pérdida del humedal por evaporación y falta de aportes hídricos y la des-
conexión con el mar; mientras que en México la elevación del nivel del mar y la subsidencia,
favorecen el anegamiento. En ambos lugares costeros los efectos del cambio climático parecen
menos severos a los provocados por el cambio de uso de suelo y las modificaciones de origen
antropogénico que ejercen los habitantes de los alrededores de estos sistemas.
PALABRAS CLAVES: calentamiento global, nivel del mar, humedal costero, servicios ambienta-
les.
ABSTRACT: In this review we compare some effects of global climate change in two coastal
lagoons, from different latitudes, genesis and physiography. The environments of the coastal la-
goons El Yali, central Chile, and Mandinga, Gulf of Mexico are described. The comparison shows
that in El Yali the decrease in rainfall and the rise of the coast is decisive, which would favor the
loss of the wetland due to evaporation and lack of water inputs and disconnection with the sea;
while in Mexico, sea level rise and subsidence favor waterlogging. In both coastal locations, the
effects of climate change seem less severe than those caused by the change in land use and the
modifications of anthropogenic origin exerted by the inhabitants of the surroundings of these
systems.
KEY WORDS: global warming, sea level, coastal wetland, environmental services.
Laboratorio de Procesos Costeros, Departamento El Hombre y su Ambiente, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad
Xochimilco, Ciudad de México, México, e-mail: jaldecoOcorreo.xoc.uam.mx
Académico Facultad de Ingeniería e Investigador Centro de Estudios Avanzados, Universidad de Playa Ancha, e-mail: manuel.
contrerasOupla.cl.
Recibido: 30 de agosto 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
91
Javier Aldeco €: Manuel Contreras-López
INTRODUCCIÓN
El propósito de este trabajo es la comparación
de las respuestas de dos sistemas lagunares
costeros disímiles frente a diferentes perturba-
ciones naturales y antrópicas, con un énfasis
en comprender los efectos del cambio climá-
tico contemporáneo como agente perturba-
dor principal. En algunas situaciones parece
imposible separar las responsabilidades entre
dos o tres agentes que actúan simultánea-
mente (v.g. disminución de la disponibilidad
hídrica por disminución de precipitaciones,
explicada por el cambio climático, y aumento
de consumo debido al incremento de la po-
blación). Por este motivo, un proceso de com-
paración permite mejorar la comprensión de
la acción de cada agente, al existir mayores
combinaciones entre ellos: Un agente podría
afectar un sistema lagunar y no al otro, gene-
rándose una suerte de diseño experimental a
escala natural.
Las lagunas costeras son ecosistemas frágiles
y de vida media corta (Antony et al., 2009),
y son vulnerables a grandes perturbaciones
como sequías prolongadas (Dolbeth et al.,
2016), levantamientos o subsidencia costera
(Valdovinos et al., 2012; Marín et al., 2014),
cambio de uso de suelos con fines agrícolas
o acuícolas (Pendleton et al., 2012), y otras
intervenciones humanas como el relleno y la
desecación de estos cuerpos de agua (Kirwan
y Megonigal, 2013).
Se ha reconocido a las lagunas costeras como
sitios útiles en cuanto al aporte de servicios
ambientales (aún poco valorados por el siste-
ma económico, local y mundial), por lo que
discutir los efectos del cambio climático en
estas resulta razonable. Las lagunas en escruti-
nio están en costas diferentes (océano Pacífico
Chileno y golfo de México mexicano), por lo
que las variables tendrán valores diferentes en
una y en otra.
La comparación de dos sistemas lagunares
sirve para entender diferentes respuestas a un
mismo estímulo y, a partir de estas respuestas,
generar ideas para su conservación. El cambio
climático global está representado por al me-
nos el calentamiento global y los efectos de
este en diferentes sistemas ambientales coste-
92
ros; los ecosistemas son de diferentes escalas
espaciales y responden a diferentes escalas
temporales.
El calentamiento global, cualquiera que sea su
origen, está presente en el ambiente circun-
dante, y los efectos que genera son de distinta
índole y envergadura. En las lagunas costeras
este efecto no se ha evaluado de una manera
objetiva, sino que hay especulaciones respecto
a los posibles daños que se pueden generar en
estas; Anthony et al. (2009) menciona que los
cambios esperados en las características físi-
cas y ecológicas van desde modificaciones en
el régimen de recambio de agua, entradas de
agua dulce y la química del agua, hasta inun-
dación total y la pérdida de comunidades natu-
rales y humanas. Sin embargo, esta descripción
que ofrecen Anthony et al. (2009) resulta ser
diferente en diferentes fisiográfias de lagunas
costeras. Kirwan y Megonigal (2013), obser-
van por su parte que se deben tener en cuenta
las capacidades de resiliencia que tienen estos
cuerpos de agua, que les permitirán adaptarse y
sobrevivir por ejemplo al continuo cambio del
nivel del mar producto del cambio climático.
En el continente americano se tienen dos ti-
pos de costas que difieren de manera radical.
Las costas del Pacífico, debido a las zonas de
subducción de la corteza oceánica bajo la
continental, en general presentan morfologías
complicadas por el ascenso tectónico de la
costa e isostático del continente y la actividad
volcánica; mientras que las costas del Golfo
de México y Caribe, y en general las del Atlán-
tico, son de pendiente suave debido al empuje
de las placas oceánicas que se pliegan contra
los continentes.
Los servicios ambientales que proporcionan
las lagunas costeras son de diversa índole.
Las comunidades humanas que habitan en la
proximidad han aprendido a hacer usufructo
de estos servicios, y han aprovechado la pesca
y la protección que da la vegetación de estas
lagunas contra eventos hidrometeorológicos
severos, como frentes fríos, huracanes, vagua-
das, tormentas extratropicales, etc. (Barbier et
al., 2013); también las lagunas costeras son
sitios de amortiguamiento de tsunamis e inun-
daciones generadas por escurrimientos de la
cuenca (Beatley, 2009).
El desarrollo humano en la costa es intenso
desde la perspectiva que sigue funcionando
como un polo de atracción para el estableci-
miento de industria, hogares y puertos. Esto ha
traído modificaciones considerables en la es-
tructura ecológica de los sistemas costeros; las
lagunas costeras, aún con su importancia eco-
lógica y su fragilidad, no han estado exentas
de estas afectaciones con un consiguiente de-
trimento de la cantidad y calidad de servicios
ambientales. Son servicios ambientales im-
portantes todos los que se refieren al resguar-
do de larvas y alevines de especies de impor-
tancia ecológica y comercial; la importación
de detritus orgánico y ¡ones inorgánicos que
se transforman en materia orgánica de calidad
(esto es en fitoplancton y zooplancton), y que
es exportada por efecto de la marea para en-
riquecer el mar costero adyacente. Otro ser-
vicio ambiental importante es la purificación
del agua y retención de metales. La mitigación
de emisiones y la fijación, reducción, secues-
tro, almacenamiento y absorción de gases de
efecto invernadero (Odum y Campbell, 1994).
La resiliencia de los sistemas lagunares coste-
ros es crucial para regresar la calidad y can-
tidad de los servicios ambientales (Holling,
1973). Existen diferentes aspectos a abordar
para proteger o restaurar los sistemas ambien-
tales, y ninguno de estos esta desligado de la
investigación de los procesos físicos y quími-
cos que ocurren dentro del sistema lagunar.
Para realizar esta comparación, se revisaron
antecedentes publicados de ambos humeda-
les, las proyecciones de cambio climático y
las presiones identificadas en el entorno de
cada uno de ellos. Para facilitar la compara-
ción, esta información fue tabulada. Los ante-
cedentes fueron complementados y discutidos
con base a la experiencia de investigación y
monitoreo de cada uno de los autores con
cada humedal.
ÁREAS DE ESTUDIO
El sistema de humedales El Yali, Chile
(33%45'S; 71%43'"W; Figura 1 esquina inferior
izquierda) está situado en la comuna de San-
to Domingo, a 35 km al sur del poblado del
mismo nombre, y a 135 km al sur de Valparaí-
so. Se emplaza en una de las zonas litorales
más intervenidas y pobladas del país, pero
93
Posibles respuestas de humedales costeros...
este sistema de humedales forma parte del
área protegida Reserva Nacional El Yali, que
cuenta con 520.37 ha, y es reconocido como
uno de los más importantes lugares de avista-
miento y protección de aves de Chile central
(Vilina et al., 2014). El sistema consta de un
estuario, una laguna costera o albufera y más
de 11 cuerpos de agua cercanos (Figura 2). El
clima es mediterráneo en la costa y en el inte-
rior existe nubosidad matinal en la costa casi
todo el año con una marcada persistencia. Las
precipitaciones costeras suman una media an-
ual de 450 mm, principalmente en invierno;
al interior las precipitaciones llegan a 250 mm
anuales (Dussaillant 2012). La vegetación de
El Yali es de marisma, que es un ecosistema
húmedo con plantas herbáceas que crecen en
el agua (Fariña et al., 2012). Una marisma es
diferente de una ciénaga, que está dominada
por árboles en vez de herbáceas; el agua de
una marisma puede ser de mar, aunque nor-
malmente es salobre. Las marismas suelen
estar asociadas a estuarios y se basan común-
mente en fondos arenosos. Las marismas son
importantes para la vida silvestre y son uno
de los hábitats preferidos para la cría de una
gran variedad de vida; desde diminutas algas
planctónicas, hasta una abundante cantidad
de flora y fauna, fundamentalmente aves (Vili-
na, 1994) y batracios (Garin y Hussein, 2013).
El Sistema Lagunar de Mandinga, México
(SLM; 19%03'"N; 96%04'W, Figura 1 esquina
superior derecha), está ubicado a 18 km al
sur del puerto de Veracruz, a 4 km al sur de
la localidad de Boca del Río, en el munici-
pio de Alvarado, estado de Veracruz. Tiene
una orientación norte-sur, y está compuesto
por tres lagunas (Lagunas Larga, Redonda y
Grande, Figura 3); hacia el noreste las lagu-
nas se separan del mar por una barrera de mé-
danos. La laguna está asociada al río Jamapa
que desemboca en el Golfo de México, en el
lugar conocido como Boca del Río; sitio don-
de está la conexión con el SLM. El SLM tiene
un clima cálido subhúmedo (García, 1988),
con una precipitación total anual que va de
1500 a 2000 mm; la marea es de tipo diurno
regular. El Sistema Lagunar de Mandinga es
un bioma formado con un bosque de manglar
(árboles tolerantes a la sal) y alberga una gran
diversidad biológica con alta productividad;
se encuentran muchas especies de aves, pe-
Javier Aldeco £« Manuel Contreras-López
qe
E”
Golfo de
México
20%
Mandinga
to
18%
329
Pacífico
ARGENTINA.
.
-339
PF
hist
Región de Valpara
¡Chile Central Lo
* y
y REGIÓN. F
METROPOLITANA |
Fl
ER
1
la
-349
729 71% - 709
Figura 1. Ubicación geográfica de la laguna costera El Yali y del Sistema Lagunar de Mandinga. El Yali está en un clima
subtropical y la vegetación presente es de marisma. En 33%45'S; 71%43'"W en el hemisferio suroccidental. Mandinga está
en un clima tropical y la vegetación presente es de mangle. En 19? 03” N; 96% 04/ W en el hemisferio noroccidental.
71%46'W 71%44'W 71%42W F1430'W
OCÉANO
PACÍFICO
Laguna
Cabildo
=>
Laguna
Laguna Matanzas
Colejuda
33%46'5
33"46'5
Estero
El Yali
Laguna Seca
Simbología
+ RESERVA NACIONAL EL YALI
Embalse
Los Molles
Laguna . — , Salinas E Ñ ls
del Rey de Convento y n
33485
33485
Salinas de
Bucalemu
Escala 1:80,000
D, 1
71946 71%44'W PL 2W TICTOW
Figura 2. Ubicación geográfica de la laguna costera El Yali. Esta laguna está en un clima subtropical y la vegetación
presente es de marisma.
94
ces, crustáceos, moluscos y otras (Lara-Do-
mínguez et al., 2009); es un hábitat temporal
de muchas especies de aves migratorias del
neoártico y neotrópico. Los manglares son
biotopos (conjuntos de hábitat) tropicales, há-
bitats anfibios (con características acuáticas y
terrestres), localizados en la zona intermareal
(entre pleamar y bajamar), de costas protegi-
das o poco expuestas -golfos y ensenadas, es-
tuarios o desembocaduras de ríos- con fondos
96%9'W E 2565'W
19%
195'N
PE A
Ls
¿Laguna Larga
. ras
Laguna
Redonda
e
193'N
A
Laguna Grande
— We el
+
¿A
de
190'N
969 W SW 905'W
ELE]
Posibles respuestas de humedales costeros...
blandos (de arenas, limos o arcillas, nunca
rocosos) y que reciben periódicamente agua
dulce por escurrimiento (Sippo et al., 2016).
El vocablo mangle proviene de una voz cari-
be o arahuaca, quizá guaraní, y significa árbol
retorcido. El bosque de manglar proporciona
una protección natural contra fuertes vientos,
olas producidas por huracanes e incluso por
maremotos.
06%0'W 9558 W 95 55W
19%7'N
GOLFO DE
MÉXICO
El
19%5N
193'N
MUNICIPIO DE
ALVARADO
19%0'N
96%0'W 9558 Ww ISS W
Figura 3. Ubicación geográfica del Sistema Lagunar de Mandinga. Esta laguna está en un clima tropical y la vegetación
presente es de mangle.
RESULTADOS
En la Tabla 1. se presentan los resultados de la
comparación realizada para ambos humeda-
les. Se presentan las características generales,
las presiones antrópicas, las tendencias climá-
ticas y las principales perturbaciones naturales.
De acuerdo con la clasificación tectónica de
Inman y Norstrom (Carranza-Edwards et al.,
1975), el litoral de Chile central es una costa de
colisión continental. En efecto, esta costa se en-
cuentra frente a una zona de subducción, don-
de la corteza oceánica (placa de Nazca) está
penetrando por abajo de la corteza continen-
tal (Placa Sudamericana). Esta colisión ocurre
frente a la costa chilena, formado la trinchera
95
oceánica de Atacama, que tiene una profundi-
dad máxima alrededor de 8,800 m. Desde esta
perspectiva la costa está emergiendo, proba-
blemente a una tasa de 5.5 mm/año (Kaizuka
etal., 1973), es decir a una velocidad compara-
ble que el alza del nivel del mar explicado por
dilatación térmica del océano y el aporte de
los derretimientos de casquetes polares y gla-
ciales (Albrecht y Shaffer, 2016). Esto explica la
existencia de tasas de cambio del nivel medio
del mar negativas en el entorno de El Yali (Con-
treras-López et al., 2017b): el nivel del mar no
está descendiendo, sino más bien la corteza
terrestre en la zona se deforma más rápido que
el alza del nivel del mar, provocando la apa-
riencia de un descenso del agua (Montecinos
etal., 2017).
Javier Aldeco £« Manuel Contreras-López
Tabla 1. Comparación Humedal El Yali — Sistema Lagunar Mandinga
El Yali (Figura 4) Mandinga (Figura 5)
“Mosquito” proviene de un vocablo ma- | “Forajido” proviene de un vocablo africa-
pudungun no
Sitio Ramsar N*878. Reserva Nacional, | Sin figura de protección específica, pero
pero sin protección efectiva sobre el agua | existe normativa que protege el cuerpo de
del humedal agua y el bosque de mangle circundante.
Oleaje oceánico
Vegetación rivereña
Principales perturbaciones na-
turales
Presiones Humanas
Actividades productivas
Presiones climáticas
Tendencia Nivel del Mar
Tendencia Oleaje
Límite entre un clima Semi-árido y medi-
terráneo. Cuatro estaciones bien marca-
das (verano, otoño, invierno y primavera),
concentrando 4 meses de precipitaciones
en el invierno austral
Cálido subhúmedo con tres estaciones
bien marcadas (norte, lluvias y secas), con-
centrado en 5 meses de precipitaciones
intensas en el verano boreal. Temperaturas
ambientales más altas.
200 — 400 mm 1500 — 2000 mm
7-17*C (Contreras-López et al., 2017a 18-30 *C
mixtas con desigualdad semi-diurnas mar-
cadas, amplitudes máximas de 160 cm
(SHOA, 2017)
Altura significativa de 1.8 a 2.4m, con fre-
cuencias promedios de 10s (Beyá et al.,
2017)
Marismas (herbáceas)
,
semidiurna
Sin antecedentes
Terremotos y tsunamis, El Niño, erosión ,
Huracanes, vientos del norte
costera (Contreras-López et al., 2017a)
Cambio de uso de suelo para la agricultura
(Schulz et al.,), parcelación de tierras (Fari-
ña et al., 2012), reemplazo de vegetación
por especies con altas demandas hídricas
(Fariña et al., 2012).
Avicultura intensiva, ganadería, agricul-
tura industrial (Persea americana “Hass”),
plantaciones forestales (Contreras-López
et al., 2017a).
Tendencia a un enfriamiento local con las
temperaturas (Falvey y Garreaud, 2009).
Disminución de las precipitaciones y pro-
longada escases hídrica (Luebert et al.,
2012)
No significativo frente al ciclo sísmico
(San Antonio 0.4 + 0.3 mm/año, Valparaí-
so — 0.1+ 0.1 mm/año) Contreras-López et
al,. (2017b).
Aumenta el número de marejadas incre-
mentando la erosión costera (Martínez et
al. 2018
)
Huracanes No se presentan
El Niño
Aumento del nivel medio del mar por paso
de ondas Kelvin, incremento de precipita-
ciones (Contreras-López et al., 2017b)
Tala de mangle
Cambio de uso de suelo
Contaminación
Construcción ribereña
Dragado
Pesca de jaiba y ostión, restaurantes típicos
con servicios turísticos y gastronómicos.
Paseos en lancha en la rivera del manglar
(Aldeco et al., 2015). Desarrollo inmobi-
liario
No hay cambios estadísticamente signifi-
cativos en la temperatura y las precipita-
ciones (Gutiérrez-García y Richter, 2011)
Aumenta (Veracruz 1.9 + 0.8 mm/año, Al-
varado 1.8 + 2.3 mm/año) Zavala-Hidalgo
etal. (2010)
Sin antecedentes
Aumento intensidad de huracanes (Kang y
Elsner, 2015)
Leve aumento de precipitaciones
Movimiento del fondo Ascensional subsidencia
96
Figura 4: El Yali. A) Naves engorda de aves en las cercanías del humedal. B) Laguna costera posterior a una marejada,
Posibles respuestas de humedales costeros...
se aprecian los remanentes de dunas y la vegetación de marisma. C) Detalle erosión dunas frente al humedal producto
de una marejada. D) Línea de residuos dejado por el tsunami de septiembre 2015. Se destaca la posición de la laguna
y los restos de la duna.
Además, esta conformación geológica, donde
la sismicidad es frecuente, da a la región la
cualidad de ser tsunamigénica (zona gene-
radora de tsunamis) (Contreras-López et al.,
2017a), los que han anegado la laguna cos-
tera El Yali, al menos en el año 2010 (Con-
treras-López, 2014) y 2015 (Contreras-López
et al. 2016). Según la clasificación geomor-
fológica y genética de Shepard (1948), pre-
dominan las costas primarias, formadas por
movimientos diastróficos, con fallas, costas de
A 4 B
20m.
A
iria ITA
ma
a
e a
escarpes de falla. No obstante, se presentan
en menor escala: costas secundarias genera-
das por erosión por oleaje, promontorios cor-
tados por oleaje, costas con terrazas elevadas
cortadas por oleaje y costas secundarias por
depositación marina, playas de barrera y gan-
chos de barrera. El material del transporte li-
toral en las bahías corre el riesgo de perderse
frente a puntas y salientes por el encuentro de
cañones submarinos, como es el caso del Ca-
ñón de San Antonio.
Figura 5: Mandinga. A) Mangle interrumpido por desarrollo inmobiliario en la ribera de las lagunas. B) Centro comer-
cial ('Mall”) cuyo estacionamiento fue reemplazado por una marina de yates para el transporte de los habitantes de las
lagunas. C) Asentamiento de pescadores. Se puede apreciar como el mangle fue reemplazado por especies exóticas y
contaminación en la ribera. D) Embarcadero en la ribera de la laguna que procura minimizar el efecto del mangle, que
es usado como cerco verde de una vivienda (Se alcanza a divisar el piso superior).
97
Javier Aldeco £« Manuel Contreras-López
La región morfotectónica donde se encuentra
el SLM se localiza entre la Sierra de Villa Rica
(Punta Delgada) y Coatzacoalcos, ambas en el
estado de Veracruz. De las dos grandes clasi-
ficaciones de costas, la de Inman y Norstrom
(Carranza-Edwards et al., 1975), que se basa
en los grandes efectos tectónicos de placas,
el SLM es una costa de mares marginales;
mientras que de acuerdo con la clasificación
de Shepard (1948), que es una clasificación
genética y geomorfológica, es una costa pri-
maria de depositación subaérea, por viento, y
con dunas. En esta costa existe un proceso de
subsidencia costera (Paine, 1993), que ampli-
fica el alza del nivel del mar.
Estimaciones de la tasa de ascenso del nivel
del mar en el sur del Golfo de México, rea-
lizadas a partir de datos de la red de mareó-
grafos que mantiene la Universidad Nacio-
nal Autónoma de México, muestran tasas de
incremento anual alrededor de 3.9 mm/año.
En la Tabla 2 se muestran las tasas de eleva-
ción del nivel del mar en 7 puertos del sur del
GoM (datos tomados de Zavala-Hidalgo et al.,
2010), y se puede señalar de esta tabla que las
tasas de ascenso son diferentes en diferentes
sitios y, por la desviación estándar, que la ve-
locidad de ascenso puede ser más rápida en
ciertos periodos que en otros.
Tabla 2. Tendencias del nivel del mar en el sur del Golfo de México (datos tomados de Zavala-
Hidalgo et al., 2010).
Sitio Tendencia (mm/año) Número de Años
Cd. Madero, Tams. 9.2 + 5.1 115
Tuxpan de R. C., Ver DIRE 16
Veracruz, Ver. 90.6 43
Alvarado, Ver. 1.9+2.3 19
Coatzacoalcos, Ver. 2.9:+1.5 Dd
Cd. del Carmen, Camp. 3.4+1.0 26
Progreso, Yuc. Pao e JE ZA
Promedio
3.5 mm/año
A partir de series de tiempo horarias del nivel
del mar (periodo de 1966 a 1976), de siete
localidades del sur del golfo de México, Salas
de León et al. (2006) señalaron para el sur del
golfo de México una tasa de incremento del
nivel del mar de alrededor de 1.4 mm/año.
Con respecto al contexto climático atmosfé-
rico, los registros por más de 5 décadas de la
estación meteorológica de Santo Domingo,
que es la más cercana a El Yali, muestra que la
temperatura ambiente ha subido en 0.5*C en
los últimos 50 años, mientras que las precipi-
taciones anuales han descendido en un 12%
en el mismo período (Contreras-López et al.,
2017a), cifras que son coherentes con el ca-
lentamiento global. Sin embargo, las tempe-
raturas costeras han experimentado un enfria-
miento local influenciadas por la corriente de
Humboldt (Falvey y Garreaud, 2009).
98
Por otra parte, un análisis reciente de la res-
puesta de los bioclimas de la región a dife-
rentes escenarios de cambio climático para
el año 2080 (Luebert y Pliscoff, 2012), revela
una disminución de la precipitación y un au-
mento de las temperaturas en toda la exten-
sión de la región de Valparaíso.
Para el caso de las precipitaciones anuales se
espera un patrón de disminución latitudinal en
las áreas costera y andina (que puede alcanzar
a una disminución de 280mm), mientras que
en el área interior se observan los menores
montos de disminución, del orden de 50 a 80
mm por año. En el caso de la temperatura me-
dia anual, se observa un patrón longitudinal
de aumento, con los menores valores en el
área costera (19C), llegando hasta un aumento
de 2.4 a 3.5”C en el área andina. Bajo estas
condiciones climáticas se podría esperar, en
el largo plazo, un desplazamiento latitudinal
ascendente de los pisos de vegetación, espe-
cialmente del área andina, así como un des-
plazamiento latitudinal en sentido norte-sur
de la vegetación, con la incursión de elemen-
tos provenientes de zonas áridas y semi-áridas
del centro-norte de Chile, especialmente en el
área costera. El reciente hallazgo de Suaeda
foliosa en la Reserva Nacional El Yali (Flores
y Contreras, 2015), corriéndose en 300 km al
sur su límite de distribución, parece ser una
expresión temprana de este fenómeno. Junto
a esto, siglos de explotación agrícola en Chile
central ha provocado una progresiva degrada-
ción de sus suelos y una severa fragmentación
de los bosques esclerófilos, lo que tiene con-
secuencias sobre el hábitat (Grez et al., 2006),
generando una reducción de la biodiversidad
y volviendo el sistema más sensible a las fluc-
tuaciones del clima y los descensos de los re-
cursos hídricos disponibles (Contreras-López
etal., 2017a).
Por su parte en México, al sureste de Man-
dinga, con información de once estaciones
meteorológicas del período de 30 años, 1977-
2006, el promedio de temperatura del aire
media anual estuvo entre un mínimo de 24.1
y un máximo de 27.2 *C, y la precipitación
anual promedio entre 1272 y 4201 mm. De
la combinación de los datos de las once es-
taciones y los 30 años, el mes más frío regis-
trado fue en promedio enero (21.8 *C), y el
mes más caluroso fue mayo (28.8 *C); el mes
más seco en promedio fue marzo (34 mm), el
más húmedo fue septiembre (418 mm) (Gutié-
rrez-García y Ricker, 2011).
Al sureste de Mandinga, en el análisis de se-
ries temporales de 48 años de temperatura
ambiente y precipitación, se observó que no
hay cambios estadísticamente significativos
de la temperatura ambiente media anual o
la precipitación anual, pero se observó en la
temperatura una tendencia al alza de 0.016
“C por década, y una tendencia a la baja en
las precipitaciones de -0.23% por década
(Gutiérrez-García y Ricker, 2011).
En el estado de Veracruz se analizó la variabili-
dad natural de la lluvia de los meses de verano
y otoño para observar el impacto en el clima
regional; registros climatológicos de la segun-
99
Posibles respuestas de humedales costeros...
da mitad siglo veinte indican la existencia de
gran variabilidad de la lluvia, del orden de 35-
40% de la lluvia climatológica (Ruíz-Barra-
das, 2012). Se observó que la conjunción de
anomalías positivas de las temperaturas de la
superficie del océano Atlántico, las anomalías
positivas de El Niño, y las anomalías negati-
vas de La Niña en el Pacífico tropical, dictaron
que el análisis de variabilidad del clima y su
impacto en la lluvia en Veracruz se centrara
en fenómenos de teleconexión con el ENSO
(El Niño Southern Oscilation), la PDO (Pacific
Decadal Oscillation) y AMO la (Atlantic Mul-
tidecadal Oscillation), ya que pueden produ-
cir no solo lluvias anómalas, sino lluvias ex-
tremas (aquellas que exceden una desviación
estándar) en Veracruz, tanto en verano como
en otoño (Ruíz-Barradas, 2012).
DISCUSIÓN
Para revisar la respuesta de las dos lagunas
costeras en estudio se cuenta con los siguien-
tes hechos: a) la atmósfera se está calentando
más rápido de lo estipulado en las prediccio-
nes y debemos prepararnos para el ascenso
del nivel del mar; los casquetes de nieve están
disminuyendo y la duración de hielo en lagos
y ríos se ha acortado; el hielo del Ártico ha
disminuido un 40% su grosor y se espera un
aumento del nivel del mar de -13 cm para el
2050 con referencia al del año 2000 (Dagg y
Shaw, 2001).
En México las sequías son comunes. Un mo-
delo de lluvia que ha considerado eventos
ENSO y variaciones en los fenómenos hidro-
meteorológicos señala, para el eventual calen-
tamiento global, que México se verá afectado
por sequías (Seager, et al. 2009). El sur del país
cuenta con lluvias suficientes para tener positi-
va la relación P-E (Precipitación-Evaporación)
y no hay problema de sequías. El problema se-
vero es la deforestación (Chávez-Maya, 2014.)
de las cuencas hidrológicas y la consiguiente
merma de recarga de mantos freáticos, que
restan agua al sistema lagunar de Mandinga.
En cambio, en Chile central, la zona donde
se emplaza el humedal El Yali, ha sido reco-
nocida como la más vulnerable frente al cam-
bio climático (MMA, 2017), principalmente
por la sostenida tendencia a la disminución
de las precipitaciones, el incremento de los
Javier Aldeco £: Manuel Contreras-López
requerimientos hídricos y el avance de la de-
sertificación, transformando esta zona de un
clima mediterráneo a uno semiárido (Contre-
ras-López et al., 2017c).
El nivel del mar de los mareógrafos instalados
en la proximidad de las lagunas costeras en
este estudio da una idea de la velocidad o tasa
de incremento anual de nivel del mar. Sin em-
bargo, como se puede ver en las tasas de mo-
vimiento del nivel del mar, estos datos no son
homogéneos. Esta disparidad de datos tiene
mucho que ver con los movimientos verticales
de la costa. Desde esta perspectiva, se presu-
me que la costa de El Yali está emergiendo, lo
que pone al sistema de marisma en situación
de transformarse en un lago costero en cuanto
pierda su comunicación con el mar. Este pro-
ceso está representado en las lagunas presen-
tes atrás de la línea de costa (Matanzas, Cole-
juda, Cabildo y el Embalse Molles), y ha sido
señalado con anterioridad (Contreras-López et
al., 2017a). Una de las fuentes de sedimentos
para la barra de arena de la laguna El Yali es
el río Rapel (Vergara, 2014), y el represamien-
to de los caudales que desembocaban en la
costa y los sedimentos que coadyuvaban en la
formación de la barra de arena del sistema la-
gunar, han disminuido; aunado al aumento de
marejadas que han hecho que el ancho de la
barra de arena de la laguna esté adelgazado.
En Chile central, la principal fuente de varia-
bilidad climática es el fenómeno de El Niño,
que tanto en su fase cálida como fría (La
Niña), altera la temperatura ambiente en la
costa y el régimen de precipitaciones (Acei-
tuno y Garreaud, 1995). También el ENOS,
tanto en su fase cálida (El Niño), como fría (La
Niña), altera los parámetros del oleaje (altura
significativa y dirección) en la costa de Chile
central (Molina et al., 2011): La condición El
Niño induce en el oleaje un incremento en la
altura significativa y direcciones SW, mientras
La Niña induce disminuciones en los perio-
dos, direcciones W, y aumentos en la altura
significativa, acrecentando las probabilida-
des de generar sobrepasos en los humedales
costeros y erosión de playas (Martínez et al.,
2018).
En la escala temporal del cambio climático de
movimiento vertical del nivel del mar ocurren
100
procesos de compactación de sedimentos en
la costa del Golfo de México (Texas; Paine,
1993), por lo que esta subsidencia debe ser
sumada a la tasa de incremento del nivel del
mar en el golfo de México. Habrá que seña-
lar que el nivel medio del mar (NMM) es un
eufemismo. El NMM en tiempo real siempre
oscila, con olas capilares, olas de viento, ma-
rea, fenómenos hidrometeorológicos, etc., y
esto en distintas o similares escalas de tiempo,
desde segundos en tsunamis (minutos), horas
(marea) o estaciones del año, variaciones in-
teranuales causadas por ejemplo por el Niño/
Niña (Salas et al., 2006), oscilaciones deca-
dales de los océanos Pacífico y Atlántico. Sin
embargo, hasta ahora nos damos cuenta de
que el nivel del mar, el nivel medio de todas
sus oscilaciones se incrementa año con año,
y así lo ha hecho por siglos (Pilkey, 2012). El
problema actual surge de los intereses huma-
nos asentados en la proximidad de la costa y
su riesgo real (Kirwan y Megonigal, 2013).
Las lagunas El Yali y Mandinga son microma-
reales. La marea es un factor importante en la
salud de ambos sistemas costeros ya que es un
parámetro crucial en la resiliencia de un siste-
ma lagunar es su tiempo de recambio de agua
(flushing time; Huang, 2007). El recambio de
agua tiene que ver con despejar al sistema de
materiales no útiles al sistema, estos pueden
ser nocivos o parte de un servicio ambiental.
Debido al alto tiempo de residencia del agua
en el sistema Lagunar de Mandinga, y a las
industrias que se encuentran en el río Jamapa,
uno de los problemas de Mandinga es la con-
taminación en ostiones (Crassostrea virgínica)
de Cadmio, Cromo y Plomo (Guzmán-Gar-
cía et al. 2009; Rosas et al. 1983). Una tarea
pendiente es la modelación numérica hidro-
dinámica (Seddon, 2011; Arega et al., 2008;
Vergano y Nunes, 2007) de estos sistemas la-
gunares.
En El Yali el ataque de las olas, en conjunto
con una capacidad de resiliencia cada vez
más pobre por la disminución de sedimento,
pone la persistencia de este sistema en riesgo.
En el SLM el aspecto de ataque del oleaje por
efecto de un nivel más alto del nivel del mar
no aplica porque el oleaje no ingresa al siste-
ma lagunar.
Los mangles normalmente tienen tiempo sufi-
ciente para ir acoplándose al nuevo incremen-
to del nivel del mar, esto es, son resilientes
(Kirwan y Megonigal, 2013). Sin embargo, el
problema reside en los límites que el desarro-
llo urbano a puesto a la posible transgresión
de estos biomas. El mangle puede ser resilente
y seguir dando sus servicios ambientales ante
la elevación del nivel del mar, el problema es
que atrás del mangle de Mandinga hay ca-
rreteras e infraestructura turística que “no lo
deja” transgredir hacia un nuevo status atrás
de la habitual línea de costa (Kirwan y Mego-
nigal, 2013).
El cambio en la frecuencia, duración y exten-
sión de inundación del mar afecta la circula-
ción estuarina, las pesquerías y reclutamiento
de especies. Las lagunas costeras y marismas
modifican su fisiología debido al incremento
de temperatura del agua debido al calenta-
miento global, probablemente con la apari-
ción de especies oportunistas y/o invasoras
(Kirwan y Megonigal, 2013). Falta conocer
cómo se afectará la interacción continen-
te-océano, donde, cuando menos en el Golfo
de México, la productividad está ligada a los
escurrimientos continentales. Los cambios en
el nivel del mar pueden ser graduales, pero
Posibles respuestas de humedales costeros...
los cambios en la naturaleza, debido a su
resiliencia, no lo son. La naturaleza cambia
más bien en estados (niveles), que pueden ser
más complejos o simples (Holling, 1973); sin
embargo, en los sistemas lagunares en cues-
tión es probable que sea en detrimento de la
complejidad. Seguimos ignorando y sin en-
tender la realidad del cambio biológico. Los
efectos del cambio y los efectos secundarios
están pobremente entendidos y son difíciles
de predecir (por ej. pesquería y consecuencias
socioeconómicas). Existen otros efectos que
muestran afectar la abundancia pesquera, es-
tos son el cambio de uso de suelo (pérdida de
hábitat), sobrepesca, contaminación, a través
de impactos humanos más directos. Ante estas
manifestaciones humanas, los efectos del ca-
lentamiento global es probable que sean más
extendidos y más difíciles de identificar.
La Tabla 3 resume los principales efectos del
cambio climático contemporáneo, para cada
uno de los sitios estudiados, y las posibles
respuestas; estos tienen que ver con las mo-
dificaciones al nivel del mar, del régimen de
precipitación y temperatura, del oleaje y de la
mayor intensidad de eventos extremos. Ambos
sistemas son forzados además por presiones
antrópicas.
Tabla 3: Comparación de los efectos atribuibles al cambio climático (alza del nivel el mar, alte-
raciones de oleaje, cambios en el régimen de precipitaciones y temperatura) identificados para
El Yali, Cl y Mandinga, Mx.
El ali
Cambios en Nivel del Mar no es significativo frente
a procesos intersísmicos o co-sísmicos (que pueden
retrasar O adelantar el alza del nivel del mar).
Cambios en la dirección del oleaje y aumento fre-
cuencia de eventos extremos acelera erosión de
playa y dunas costeras, afectando la sustentabilidad
de la laguna costera.
La marisma puede verse afectada por el alza del ni-
vel del mar, pero más por la disminución de apor-
te de sedimentos, tanto continentales como del río
tributario.
Cambios en el régimen de precipitaciones y tem-
peratura ambiente puede afectar la distribución de
especies (por ejemplo, colonización reciente de
Suaeda Foliosa).
101
El ascenso del nivel del mar probablemente afecte
las localidades adyacentes, sobre todo potreros. El
mangle se ajusta a la elevación del nivel de la la-
guna.
Los cambios de dirección de oleaje no afectan al
sistema lagunar, pero si a la infraestructura fuera del
sistema lagunar.
El manglar puede responder al ascenso del nivel del
mar y no afectar al bosque de manglar, siempre y
cuando la salud del sistema lo permita.
El cambio en régimen de precipitaciones y tempera-
tura ambiente puede afectar la distribución de espe-
cies (por ejemplo, los bancos de ostión Crassostrea
virgínica).
Javier Aldeco £« Manuel Contreras-López
Existe una corriente de pensamiento que señala vé seguirá incrementándose en los próximos
lo económico que resulta para las comunidades 50 años (Komar et al., 2010). Aunque el nú-
el retirarse de la costa, y dejar que los procesos mero de huracanes no se ha incrementado en
costeros tengan lugar (Pilkey, 2012); menciona el Golfo de México, la intensidad de estos sí
que no todas las soluciones tienen que venir de (Kang y Elsner, 2015).
la ingeniería y que la sociedad ahorraría mucho
dinero en no “pelear” contra el mar. De acuerdo a Kirwan y Megonigal (2013) las
respuestas de los sistemas costeros, marismas
Es probable que la desigual distribución de O manglares, ante las presiones del cambio
CO, en la atmósfera (y de otros gases de efecto climático global se manifiestan en dirección
de invernadero), además del desigual calenta-— horizontal o vertical, esto es, la marisma de
miento de la superficie oceánica y la distribu- El Yali responde en dirección vertical al mo-
ción de calor por las corrientes oceánicas, han dificarse la profundidad de los pastos mari-
generado un desplazamiento de los centros nos (zoostera sp., por ejemplo), mientras que
de alta presión prevalecientes, y a mesoesca- en Mandinga se observará una población de
la probablemente se han desplazado los sitios manglar en los potreros aledaños, esto es en
de generación de oleaje en los océanos y gol- la dirección horizontal. En la Tabla 4 se mues-
fos. Por lo pronto la altura del oleaje (altura tran las respuestas de los humedales estudia-
significante y H,,.) en la costa, producto de dos por efecto de la dirección de la presión
tormentas extratropicales o huracanes, se pre-. ejercida por los efectos del cambio climático.
Tabla 4. Dirección fundamental del tipo de presión y la respuesta por los efectos del cambio
climático en los dos ambientes estudiados, El Yali, Cl., y Mandinga, Mx.
ba] Tipo de respuesta
El ali
| Marejadas Segmentación del mangle
Horizontal dl O! A Á
Disminución columna agua Cuña salina
! Ciclo-sísmico ,
Vertical Nivel del Mar
ENOS
CONCLUSIONES los provocados por el cambio de uso de suelo
y las modificaciones de origen antropogénico
Se compararon dos costas, una del Pacífico que ejercen los habitantes de los alrededores
Chileno y otra del Golfo de México Mexicano de estos sistemas.
ante los efectos del cambio climático contem-
poráneo. Los efectos del cambio climático tie-— AGRADECIMIENTOS
nen similares facetas en costas morfológiman-
te diferentes del continente americano, sin Se agradece a la Dirección General de Inves-
embargo, la respuesta es diferente. En Chilees tigación y de Vínculos internacionales de la
determinante la disminución de las precipita- Universidad de Playa Ancha y al personal del
ciones y el ascenso de la costa, lo que favore-— Departamento de Extensión de la Universidad
cería la pérdida del humedal por evaporación Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimil-
y falta de aportes hídricos y la desconexión co, Ciudad de México, México, M. en C. Re-
con el mar; mientras que en México la eleva- beca Gutiérrez-Medrano, por las facilidades
ción del nivel del mar y la subsidencia, favo- brindadas para elaborar el Convenio de Cola-
recen el anegamiento. boración entre ambas Universidades (julio del
2015). El geógrafo Cristián Larraguibel con-
En ambos lugares costeros los efectos del feccionó las figuras de localización.
cambio climático parecen menos severos a
102
BIBLIOGRAFÍA
Aceituno, P. y Garreaud, R. 1995. Impacto de
los fenómenos el Niño y la Niña en el régimen
pluviométrico Andino. Revista Chilena de In-
geniería Hidráulica, 9, 12-20.
Albrecht, F. y Shaffer, G. 2016. Regional
Sea-Level Change along the Chilean Coast in
the 21st century. Journal of Coastal Research
Journal of Coastal Research, 32(6), 1322-
133,
Aldeco, J., Cortés-Avalos, G. y Jurado-Molina,
J. 2015. Adaptaciones culturales y económi-
cas a cambios provocados por la tala de man-
gle y deterioro pesquero en Mandinga, Vera-
cruz. Revista Sociedades Rurales, Producción
y Medio Ambiente. Vol. 15. No. 29. pp. 137-
158:
Anthony, A., Atwood, J., August, P. et al.
2009. Coastal lagoons and climate change:
ecological and social ramifications in U.S. At-
lantic and Gulf coast ecosystems. Ecology and
Society 14(1): 8.
Arega, F., Armstrong, S. y Bard, A.W. 2008.
Modeling of residence time in the East Scott
Creek Estuary, South Carolina, USA. Journal of
Hydro-environment Research (2): 99-108.
Barbier, E. B., Georgiou, l. Y., Enchelmeyer, B.
y Reed, D. J. 2013. The value of wetlands in
protecting southeast Louisiana from hurricane
storm surges. PLoS ONE 8, e58715.
Beatley, T. 2009. Planning for Coastal Resil-
ience. Best Practices for Calamitous Times.
Island Press, Washington. 181 p.
Beyá J., Álvarez M., Gallardo A., et al. 2016.
Atlas de Oleaje de Chile. Primera edición.
Valparaíso, Chile, Escuela de Ingeniería Civil
Oceánica - Universidad de Valparaíso.
Carranza-Edwards, A., Gutiérrez-Estrada,
M. y Rodríguez-Torres, R. 1975. Unidades
morfo-tectónicas continentales de las costas
mexicanas. Anales del Centro de Ciencias del
Mar y Llimnología. UNAM. Vol. 1975-1(13),
9p.
103
Posibles respuestas de humedales costeros...
Chávez Maya, H. A. 2014. México pierde
155,000 hectáreas de bosques y selvas entre
2005 y 2010. Periodico el Financiero(Mex).
12.02.2014 Última actualización 20.03.2013.
http: //www.elfinanciero.com.mx/archi-
vo/mexico-pierde-155-000-hectareas-de-
bosques-y-selvas.html.
Contreras-López, M. 2014. Efectos del terre-
moto y tsunami del 27 de febrero de 2010 en
la Reserva Nacional El Yali. Anales Museo His-
toria Natural de Valparaíso (27): 79 — 92.
Contreras-López, M., Salcedo-Castro, ).,
Cortés-Molina, F., et al. 2017a. El Yali Nation-
al Reserve: A system of coastal wetlands in the
Southern Hemisphere affected by contempo-
rary climate change and tsunamis. En: Coastal
Wetlands: Alteration and Remediation. Finkl,
C. W. y C. Makowski (Eds.). Springer., pp.243-
274.
Contreras-López, M., Torres, R. y Cevallos, ).
2017b. Tendencias del Nivel Medio del Mar
en el litoral del Pacífico Sur Oriental. En Bo-
tello A, Villanueva S, Gutiérrez ) y Rojas JL
(eds.) Vulnerabilidad de las zonas costeras de
Latinoamérica al cambio climático, Editori-
al Universidad Juárez Autónoma de Tabasco
(UJAT) - Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) - Universidad Autónoma de
Campeche (UAC), 165-176.
Contreras-López, M., Figueroa-Sterquel, R.,
Salcedo-Castro, J., et al. 2017c. Vulnerabili-
dad de humedales y dunas litorales en Chile
central. En Botello A, Villanueva S, Gutiérrez
J y Rojas JL (eds.) Vulnerabilidad de las zonas
costeras de Latinoamérica al cambio climáti-
co, Editorial Universidad Juárez Autónoma
de Tabasco (UJAT) - Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) - Universidad
Autónoma de Campeche (UAC), 227-246.
Dagg, M. y Shaw, R. 2001. Climate change:
what will it mean for Louisiana's coastal fish-
eries? En: Coast € Sea, Marine € Coastal Re-
search. Hoja técnica. Louisiana Sea Grant
College Program. LSU. Fall 2001. 3p.
Javier Aldeco € Manuel Contreras-López
Dolbeth, M., Stálnacke, P., Alves, F. L, et al.
2016. An integrated Pan-European perspec-
tive on coastal Lagoons management through
a mosaic-DPSIR approach. Scientific Reports
(6):19400. doi:10.1038/srep19400.
Dussaillantt A. 2012. Hidrología de
Humedales Costeros de Chile Central: El caso
de la reserva nacional El Yali. En Fariña MJ] €
Camaño A (editores) “Humedales costeros de
Chile”. Ediciones UC, Santiago de Chile. pp:
2591.-287.=
Eggleston, J. y Pope, J. 2013, Land subsid-
ence and relative sea-level rise in the south-
ern Chesapeake Bay region: U.S. Geological
Survey Circular 1392, 30 p., http://dx.doi.
org/10.3133/cir1392.
Falvey, M. y Garreaud, R. D. 2009. Regional
cooling in a warming world: Recent tempera-
ture trends in the southeast Pacific and along
the west coast of subtropical South America
(1979-2006). Journal of Geophysical Re-
search: Atmospheres, 114(D4).
Fariña, J.M., Bertness, M.D., Silliman, B., Ara-
goneses, N. y Gayo, E. 2012. Historia natural
y patrones ecológicos del humedal costero El
Yali, Chile Central. En: Humedales costeros
de Chile (Fariña, M.J. y Camaño, A). Santiago:
Ediciones UC, pp. 215-250.
Flores-Toro, L. y Contreras-López, M. 2015.
Suaeda foliosa Moq. (Caryophyllales: Che-
nopodiaceae) first record of the genus and
species for Valparaíso region, Chile. Revis-
ta Chilena de Historia Natural, 82(2), DOI
10.1186/540693-015-0035-5.
García, E., 2004. Modificaciones al sistema
de clasificación climática de Kóppen (para
adaptarlo a las condiciones de la República
Mexicana. Instituto de Geografía, UNAM. Ci-
udad de México, 98p. Isbn: 970-32-1010-4.
Garin, C.F. y Hussein, Y. 2013. Guía de recon-
ocimiento de anfibios y reptiles de la región de
Valparaíso. Espinoza A y D. Benavides (eds.).
Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), 63p.
104
Grez, A.A. y Bustamante-Sánchez, M.A.
2006. Aproximaciones experimenta-les en es-
tudios de fragmentación. En: Grez A, Simon-
etti JA, Bustamante RO (eds) Biodiversidad en
ambientes fragmentados de Chile: patrones y
procesos a diferentes escalas. Editorial Univer-
sitaria, Santiago de Chile, pp 17-40
Gutiérrez-García, G. y Ricker, M. 2011. Cli-
mate and climate change in the region of Los
Tuxtlas (Veracruz, Mexico): A statistical analy-
sis. Atmósfera 24(4): 347-373.
Guzmán-García, X., Botello, A.V.,
Martínez-Tabche, L. y González-Márquez,
H. 2009. Effects of heavy metals on the oyster
(Crassostrea virginica) at Mandinga Lagoon,
Veracruz, Mexico. Revista Biología Tropical
57(4): 955-962.
Holling, C. S. 1973. Resilience and Stability of
Ecological Systems. Annual Review of Ecology
and Systematics, 4(1): 1-23.
Huang, W. 2007. Hydrodynamic modeling of
flushing time in a small estuary of North Bay,
Florida, USA. Estuarine, Coastal and Shelf Sci-
ence (74):722-731.
Kaizuka, S., Matsuda, T., Nogami, M. y Yb-
nekura, N. 1973. Quaternary Tectonic and Re-
cent Seismic Crustal Movements in the Arau-
co Peninsula and its Environs, Central Chile.
Technical Report. Department of Geography,
Tokyo Metropolitan University. 48 p.
Kang, N.Y. y Elsner, J. B. 2015. Trade-off be-
tween intensity and frequency of global trop-
ical cyclones. Nature Climate Change, 5(7):
661-664. doi: 10.1038 /nclimate2646
Kirwan, M. L. y J. P. Megonigal, 2013. Tidal
wetland stability in the face of human im-
pacts and sea-level rise. Review. Nature, 5
December, Vol 504, pp. 53-60. doi:10.1038/
nature12856
Komar, P. D., Allan, J. C. y Ruggiero, P. 2010.
Ocean Wave Climates: Trends and Variations
due to Earth's Changing Climate. In: Chapter
35. Handbook of Ocean and Underwater En-
gineering. Edited by Young C. Kim. World Sci-
entific Press, New Jersey, pp. 971-996.
Lara-Domínguez, A. L., López-Portillo, ).,
Martínez-González, R. y Vázquez-Lule. A.
D. 2009. Caracterización del sitio de man-
glar Mandinga. En: Comisión Nacional para
el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad
(CONABIO). Sitios de manglar con relevancia
biológica y con necesidades de rehabilitación
ecológica. CONABIO, México, D.F. Ficha de
referencia. 6 p.
Luebert, F. y Pliscoff, P. 2012. Variabilidad cli-
mática y bioclimas de la Región de Valparaíso,
Chile. Investig Geogr Chile 44: 41-56
Marín, A., Gelcich S. y Castilla, J.C. 2014.
Ecosystem services and abrupt transforma-
tions in a coastal wetland social-ecological
system: Tubul-Raqui after the 2010 earthquake
in Chile. Ecology and Society 19(1): 22. http://
dx.doi.org/10.5751/ES-05633-190122
Martínez, C., Contreras-López, M., Winc-
kler, P., Hidalgo, H., Godoy, E. y Agredano,
R. 2018. Coastal erosion in central Chile: A
new hazard?, Ocean «€ Coastal Management,
156: 141 — 155, 2018.. DOI: 10.1016/;¡.0ce-
coaman.2017.07.011
MMA. 2017. Capítulo 3: Vulnerabilidad del
país y su Adaptación al Cambio Climático en
Tercera Comunicación Nacional de Chile ante
Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre Cambio Climático. Ministerio del Medio
Ambiente. ISBN: 978-956-7204-58-8. Dispo-
nible en http://portal.mma.gob.cl/wp-content/
doc/TCN-2016b1 .pdf
Molina, M., Contreras, L., Winckler, P., Sali-
nas, S. y Reyes, M. 2011. Consideraciones so-
bre las variaciones de mediano y largo plazo
del oleaje en el diseño de obras marítimas en
Chile Central, Anales del Instituto de Ingenie-
ros de Chile. Vol.123(3): 77 — 88.
Montecinos, H.D.C., Ferreira, V.G., Cue-
vas, A., Castro-Cabrera, L., Soto-Báez, J.C.
y De Freitas, S. 2017. Vertical deformation
and sea level changes in the coast of Chi-
le by satellite altimetry and tide gauges. In-
ternational Journal of Remote Sensing, doi:
10.1080/01431161.2017.1288306.
105
Posibles respuestas de humedales costeros...
Netto, S. A. y Fonseca, G. 2017. Regi-
me shifts in coastal lagoons: Evidence from
free-living marine nematodes. PLoS ONE
12(2): e0172366. Doi: 10.1371/ journal.
pone.0172366.
Odum, H. T. y Campbell, D. 1994. El valor
Ecológico y Ambiental de los Manglares: El
Método EMergetic. Santiago, Chile: FARO:
Revista para la Administración de Zonas Cos-
teras en América Latina. 6 p.
Paine, J. G. 1993. Subsidence of the Texas
coast: inferences from historical and late Pleis-
tocene sea levels. Tectonophysics (222): 445-
450.
Pendleton L, Donato DC, Murray BC, Crooks
S, Jenkins WA, Sifleet S, et al. 2012. Estimating
Global “Blue Carbon” Emissions from Con-
version and Degradation of Vegetated Coastal
Ecosystems. PLoS ONE 7(9): e43542. https://
doi.org/10.1371/journal.pone.0043542
Pilkey, O. H., 2012. We Need to Retreat From
the Beach. The New York Times, The Opinion
Pages. November 15, 2012, on page A35
Rosas, l., Baez, A. y Belmont, R. 1983. Oys-
ter (crassostrea virginica) as indicator of heavy
metal pollution in some lagoons of the Gulf
of Mexico. Water, Air, and Soil Pollution (20):
127133
Ruíz Barradas, A., 2012. Inundaciones, 2010.
Lluvias extremas en Veracruz y su relación con
la variabilidad natural del clima. Informe Téc-
nico. Programa de Predicción del Clima para
las Américas (ATMO738907, NA17EC1483 y
NA100AR4310158). Department of Atmos-
pheric and Oceanic Science, University of
Maryland, E.U.A. 30p.
Salas-de-León, D. A., Monreal-Gómez, M.
A., Salas-Monreal, D., Riveron-Enzastiga, M.
L. y Sánchez-Santillan, N. L. 2006. Inter-an-
nual sea level variability in the southern Gulf
of Mexico (1966-1976). Geophysical Re-
search Letters, Vol. 33, LO8610, doi: 10.1029/
2006GL025832.
Javier Aldeco € Manuel Contreras-López
Seddon A. W. R., Froyd C. A., Leng, M. J., Mi-
Ine, G. A. y Willis, K. J. 2011 Ecosystem Re-
silience and Threshold Response in the Gala-
pagos Coastal Zone. PLoS ONE 6(7): e22376,
doi:10.1371/journal.pone.0022376.
Seager, R., Ting, M., Davis, M., Cane, N,,
Naik, J., Nakamura, C. Li., Cook, E. y Stahle,
D. W. 2009. Mexican drought: an observatio-
nal modeling and tree ring study of variability
and climate change. Atmósfera 22(1), 1-31.
Shepard, F. P. 1948. Submarine Geology. Har-
per £« Row Publ, New York. 557p.
SHOA. 2017. Tablas de marea de la costa de
Chile 2018. Publicación 3009, Servicio Hi-
drográfico y oceanográfico de la Armada de
Chile, Valparaíso.
Schulz, J.J., Cayuela, L., Echeverria, C., Salas,
J. y Benayas, J. M. R. 2010. Monitoring land
cover change of the dryland forest landscape
of Central Chile (1975-2008). Applied Geo-
graphy, 30(3), 436-447.
Sippo, J. Z., Mahler, D. T., Tail, D. R., Ho-
Illoway, C. y Santos, l. R. 2016. Are mangroves
drivers or buffers of coastal acidification?. In-
sights from alkalinity and dissolved inorganic
carbon export estimates across a latitudinal
transect. Global Biogeochemical Cycles (30):
753-766, doi: 10.1002/2015GB005324.
Stefanova, A., Krysanova, V., Hesse C. y Lilleb,
A. 1. 2015. Climate change impact assessment
on water inflow to a coastal lagoon: the Ria
de Aveiro watershed, Portugal. Hydrological
Sciences Journal 60(5): 929-948, doi:10.1080/
02626667. 2014.983518
106
Valdovinos, C., Sandoval, N., Vásquez, D.
y Olmos, V. 2012. El Humedal Costero Tu-
bul-Raqui: Un ecosistema chileno de alto va-
lor de conservación severamente perturbado
por el terremoto del 2010. En: Fariña MJ, Ca-
maño A (eds) Humedales costeros de Chile.
Ediciones UC, Santiago, pp 391-437
Vergano, L. y Nunes, P. A. L. D. 2007. Analy-
sis and evaluation of ecosystem resilience:an
economic perpective with application to the
Venice lagoon. Biodiversity and Conservation
(16):3385-3408, doi 10.1007/510531-006-
9085-y.
Vergara, H. 2014. Características sedimento-
lógicas y mineralógicas de playa El Yali, región
de Valparaíso. Anales Museo Historia Natural
de Valparaíso (27): 68-78.
Vilina, Y. A. 1994. Apuntes para la conserva-
ción del humedal “El Yali”. Boletín Chileno de
Ornitología (1): 15 - 20.
Vilina, Y.A., Tala, C., Meza, J. 2014. Nuevas
especies de aves registradas en el humedal El
Yali, Chile central. Anales Museo Historia Na-
tural de Valparaíso N*27: 28 - 34
Zavala-Hidalgo, J., Hernández-Maguey, F. y
Santiago, J. A., 2010.Sea-level trends along
Mexico's coast. Symposia on Sea Level rise in
the Gulf of México, March 1-3, 2010. Tomado
de http://gulfsealevel.org/Zavala-Hildago,_Jor-
ge.pdf. Consultado el 02 agosto 2017.
ANALES LE Volumen 31, 2018. Páginas 107-113
USO DS Ecología y Medioambiente
“POLIZONES AÉREOS”: VIDA MICROBIANA SOBRE Y A TRAVÉS DE LAS OLAS
“AIR STOWAWAYS”: MICROBIAL LIFE ON AND THROUGH THE WAVES
Scarlett E. Delgado” € Camila González-Arancibia”
RESUMEN: Esta revisión analiza el efecto que tienen los microorganismos sobre la recepción
olfatoria y el reconocimiento de su hábitat en el caso de las aves marinas. Reconocer dónde
estamos y con quién es importante en todas las especies, pero en mayor medida en aquellas
que migran grandes distancias y cuya vida transcurre en solitario. Un caso destacable entre este
grupo de animales son las aves pelágicas, como los albatros, quienes pueden migrar kilómetros,
pero siempre regresan al mismo nido con la misma pareja. En 2017 un grupo de investigadores
propuso que las bacterias que pueblan los animales pueden influenciar el reconocimiento olfa-
torio, idea aún nueva y que puede dar luces para entender el olfato más allá de las aves.
PALABRAS CLAVE: Olfato, Microbiota, Migración, Aves, Mar
ABSTRACT: This review analyzes the effect that microorganisms have on the olfactory reception
and recognition of their habitat in the case of the seabirds. Recognizing where we are and with
whom is important for all species but, to a greater extent, in those who migrate great distances
and whose life is spent in solitude. A notable case in this group of animals is the pelagic birds
such as albatrosses, which may migrate for miles but always return to the same nest with the
same partner. In 2017, a group of researchers proposed that the bacteria that populate animals
can influence olfactory recognition, an idea that is still new and that can shed light on the under-
standing of olfaction beyond the case of birds.
KEYWORDS: Sense of smell, microbiota, migration, birds, sea.
Programa de Doctorado en Neurociencias, Universidad de Valparaíso. Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso. CINV, Millenium
Institute, Universidad de Valparaíso. Pasaje Harrigton 287, Playa Ancha Valparaíso. Laboratorio de Biocomplejidad y Comportamiento. Ingeniera en
Biotecnología Molecular, Universidad de Chile. scarlett.delgadoOpostgrado.uv.cl
Programa de Doctorado en Neurociencias, Universidad de Valparaíso. Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso. CINV, Millenium
Institute, Universidad de Valparaíso. Pasaje Harrigton 287, Playa Ancha Valparaíso. Laboratorio de Neuroquímica y Neurofarmacología. Bioquímico,
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Recibido: 31 de agosto 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
107
Scarlett E. Delgado €: Camila González-Arancibia
INTRODUCCIÓN
La migración no es una conducta poco común
en el reino animal, un sin número de especies
migra o moviliza desde su hábitat normal a
zonas lejanas de apareamiento que pueden
tener características completamente diferen-
tes (temperatura, humedad, entre otras) (Cha-
pman et al., 2011; Bauer y Klaassen, 2013),
como es el caso de los salmones que viven en
el mar y que desovan o se reproducen en los
ríos. ¿Cómo una especie se orientan? ¿Cómo
reconocen el lugar donde nacieron? ¿Cómo
pueden reconocer el camino de regreso?, es-
tas son algunas de las preguntas centrales que
muchos investigadores han tratado de resol-
ver por anos. Si bien, peces, aves y mamíferos
presentan estas conductas, lo cierto es cada
especie posee sus propias y especiales habi-
lidades para orientarse, lo que sucede es que
no siempre las vemos. En la presente revisión,
nos concentramos en evaluar la participación
de microorganismos en conductas olfatorias
en una familia de aves en la cual el sentido del
olfato sería importante en la migración como
guía, fenómeno que fue destacado reciente-
mente en el trabajo de Pearce y colaboradores
del 2017.
En general, los sentidos estrellas para guiar
este tipo de reconocimiento son la visión y el
olfato, éste último y según lo que sabemos, en
menor medida en las aves. Hasta la fecha la
historia aceptada es que si bien los ancestros
de las aves modernas, o dinosaurios, poseían
en su mayoría un excelente sentido del olfato
(Zelenitsky et al., 2008), esta característica no
persiste en las aves actuales, quienes no de-
penden del olfato como otros animales del filo
cordados (grupo que incluye además a peces,
mamíferos, reptiles y anfibios), pero es posible
que ese no sea el caso para todas las familias
y/o especies de aves.
DESAROLLO
Interesantemente, un trabajo reciente ha mos-
trado, que el orden de aves Procellariformes
puede utilizar su olfato y señales entregadas
por las bacterias que viven en su cuerpo para
reconocer individuos y ubicaciones diferen-
tes. Esta conducta se vuelve crucial durante
migraciones que realizan en época de aparea-
108
miento, ya que estas aves que viven en soli-
tario siempre anidan en el mismo lugar y se
encuentran con la misma pareja (Pollonara et
al., 2015; Reynolds et al., 2015; Pearce et al.,
2017).
El nombre de este orden de aves proviene de
“Procella” que en latín significa “tormenta” y
“forme” que quiere decir “forma” por lo que
su nombre puede interpretarse como aves que
poseen “la forma de la tormenta”, un nombre
bastante intrigante si consideramos que estas
aves pasan la mayor parte de su vida en el
mar. Algo más interesante aún es que el nom-
bre común asignado por pescadores ingleses
a estas especies de aves es “petrel”, diminu-
tivo de Pedro, un honor que fue recibido por
estas aves hace siglos debido a su costumbre
de “caminar sobre las aguas mientras vuelan”
(Foley, 2005).
Para adentrarnos en este grupo debemos sa-
ber que incluye a cuatro familia como la Dio-
medeidae (albatros), Procellariidae (petreles),
Hydrobatidae (paiños) y Pelecanoididae (pe-
treles buceadores); todas compuestas por aves
de tamaño medio a grande, y que incluyen a
las especies de aves vivas que tienen el récord
mundial por la mayor envergadura de alas,
como es el albatros real del sur (Diomedea
epomophora) y el albatros errante (Diomedea
exulans), cuyas alas extendidas pueden alcan-
zar los 3,5 metros de largo (Jaramillo et al.,
2005).
Para comprender el comportamiento de las
aves marinas debemos saber que estas se cla-
sifican en dos grupos, las aves costeras, que
viven y se alimentan en zonas de la costa, y
las aves pelágicas, que se alimentan y viven
gran parte de su vida en vastas extensiones
superficiales del océano interior. Ejemplos de
ambos grupos son las aves Charadriiformes
(comúnmente conocidas como gaviotas) y las
Procellariitormes (como los albatros), respec-
tivamente. Es importante notar que el retor-
no de las aves pelágicas a las costas se debe
en gran medida a su reproducción (Shealer,
2002).
Las aves Procellariformes no solo cambian su
ambiente durante su reproducción, sino que
viven prácticamente solos en el mar abierto,
por lo que las características de su ambien-
te son muy cambiantes, día a día enfrentan
el oleaje y los vientos de alta mar y la poca
disponibilidad de agua dulce, junto a otras
múltiples adversidades. Estas condiciones a su
vez ejercen potentes fuerzas selectivas en es-
tas aves, regulando su comportamiento, eco-
logía y demografía (Schreiber y Burger, 2002).
Conocer el nicho, el tipo de vida y conductas
que tienen las aves es importante en su con-
servación, y para las aves de la familia Proce-
llariiformes, es central sus conductas.
Dentro las conductas que destacan en esta
familia de aves se encuentra un fuerte com-
portamiento de filopatría, el cual se refiere a
cuando un animal vuelve a su lugar de na-
cimiento para reproducirse y anidar por años
(Chown et al., 1998). Además, son animales
monógamos (Bried et al., 2003) y de largo
y dedicado cuidado parental, lo que quiere
decir que ambos padres cuidarán por largos
periodos a sus crías y una vez que se forma
una pareja de aves en la juventud, éstas siem-
pre volverán a reunirse (Albores-Barajas et al.,
2015), elementos cruciales en su sobreviven-
cia y éxito reproductivo (Weimerskirch et al.,
2000). Cabe destacar que, si un albatros mue-
re, su pareja nunca más vuelve a reproducirse.
Estas aves migran a lo largo de la costa chile-
na, siendo nuestro país parte importante en su
hábitat reproductivo, más aún si consideramos
que el mayor componente de biodiversidad
para las aves costeras de Chile lo componen
las aves que migran a lo largo de la Corriente
de Humboldt (Birdlife, 2004; Birdlife, 2017),
estas aves dependen de sus zonas reproduc-
tivas y de encontrarse con su pareja. Todo lo
anterior sumado a la carencia de políticas gu-
bernamentales que protejan la biodiversidad
de nuestras costas y sus aves es porqué nues-
tro país ha sido considerado el segundo “hot
spot” (o “punto caliente”) más afectado a nivel
mundial por la actividad del hombre respecto
de las aves de alta mar (Croxall et a/., 2012).
Respecto de los microorganismos, entre ellos
bacterias, hongos y virus, que habitan tanto
a vertebrados como invertebrados, definidos
como microbiota, y en donde la composición
de familias de bacterias que la componen di-
fiere entre especies y entre individuos (www.
109
“Polizones aéreos”: vida microbiana sobre y...
gutmicrobiotaforhealth.com). Estas diferencias
están determinadas por un amplio número de
factores, entre los que se encuentran el tipo de
nacimiento, el ambiente en donde se desarro-
lla un individuo, y las interacciones sociales
que tiene durante las primeras etapas de la
vida (lizumi et al., 2017). Además, la compo-
sición de la microbiota, en tanto a abundan-
cias de poblaciones de bacterias presentes en
el cuerpo de los animales, varía a lo largo de
la vida del hospedero, y dependerán del sexo,
la edad y el hábitat, entre otros factores deter-
minantes (Grenham et al., 2011).
El trabajo de Pearce consistió en la caracteri-
zación de la composición y la estructura de
las comunidades bacterianas asociadas con la
glándula uropigial y del parche de piel me-
diante biología molecular, procedimientos
que permitieron la comparación entre pobla-
ciones bacterianas presentes en los lugares de
anidación de las aves, a fin de demostrar la
similitud entre el animal con el nido donde
nació. En el caso particular de las aves terres-
tres, se había descrito que la composición de
su microbiota depende principalmente de las
bacterias presentes en el lugar de incubación,
el ambiente que rodea al nido, y el parche de
incubación de los padres (Pearce et al., 2017);
éste último tendría un papel análogo en el
canal de parto en humanos (Grice y Segre,
2011), ya que corresponde al primer contacto
que tienen las crías con el exterior al momen-
to de nacer, es decir, la primera exposición
a microorganismos después de abandonar el
ambiente estéril dentro del huevo.
Al mismo tiempo, en petreles, el reconoci-
miento entre pares, y en consecuencia de la
pareja, es influenciado por la composición de
la microbiota de la glándula uropigial, la que
se encuentra en la región dorsal de la cola,
cuya función es secretar aceites que son dis-
tribuidos por las mismas aves en todo su cuer-
po y cuya microbiota es adquirida durante el
contacto con el mar (Montalti et al., 2005;
Pearce et al., 2017). Respecto de las diferen-
cias estas fueron asociadas al sexo del ave, a
la respuesta inmune y al reconocimiento de
microorganismos patógenos.
Pearce y colaboradores (2017) observaron en
detalle que la contribución de las diferentes
Scarlett E. Delgado €: Camila González-Arancibia
familias de microorganismos (como las bacte-
rias productoras de odorantes Pseudomonada-
ceae, Methylobacteriaceae y Moraxellaceae),
concluyendo que la mayor contribución de
carga bacteriana de las aves de alta mar pro-
vendría de la piel de los padres y del lugar de
anidación y apareamiento pero que la selec-
ción de esta y la mantención durante la vida
estaba asociada al sexo del animal y a la se-
lección por parte del sistema inmune; resul-
tado que contrasta con los obtenidos hasta la
fecha para aves terrestres y otros animales.
DISCUSIÓN
Ha sido sugerido que en el reconocimiento
social el olfato juega un papel fundamental,
ya que constituye un factor relevante en el re-
conocimiento entre pares, sin embargo, a la
fecha es muy poco lo que se sabe sobre las
características del sistema olfatorio de las aves
y semioquímicos propios de estas (que corres-
ponden a olores que median las conductas so-
ciales, como las feromonas), menos aún cómo
es que la microbiota que habitan el cuerpo de
un hospedero (Scarpellini et al., 2015), afecta
la recepción de odorantes y semioquímicos;
el componente microbiano ha mostrado un
efecto en la regulación de diversas funciones
fisiológicas en los seres vivos, y cuya disrup-
ción se encuentra asociada a patologías de
distinta índole en el reino animal, desde me-
tabólicas a neuropsiquiátricas (lizumi et al.,
2017; Collins y Bercik, 2009).
Una dificultad adicional es la necesidad de
conocer en profundidad la estructura anató-
mica que detecta pistas olfativas en las aves
marinas, ya que en principio éstas aves han
sido indicadas erróneamente como incapaces
de detectar odorantes o semioquímicos (Bal-
thazart y Taziaux, 2009), por lo que la forma
en que los microrganismos de la microbiota
pueden afectar la transducción sensorial para
señalizar en el sistema olfatorio de los anima-
les, aún no se encuentra esclarecido (Pearce
etal., 2017).
Esto es lo que recientemente hemos aprendi-
do sobre la regulación de la composición de
la microbiota de aves pelágicas. No obstan-
te, aún es insuficiente, ya que el contacto de
las aves pelágicas con la superficie terrestre
110
es escaso y éste se remite principalmente a la
reproducción. También es importante consi-
derar la forma de vida de estas aves, ya que
hasta la fecha, no había sido un factor a ana-
lizar y por lo mismo las aves Procellariformes
podrían exhibir una mayor diversidad micro-
biana que las aves terrestres o costeras, y esta
misma característica, lo que podría delimitar
y homogeneizar la variedad de microorganis-
mos que componen la microbiota de las aves
marinas (Pearce et al., 2017), un factor crítico
si consideramos cómo las actividades huma-
nas contaminan no solo con productos no-
civos el mar, sino que también con bacterias
asociadas a la actividad humana, provenien-
tes principalmente por desechos biológicos
desechados al mar (Halliday y Gast, 2011).
Por esto, es de especial interés determinar si
es que la composición de la microbiota tiene
alguna influencia en los mecanismos aviares
de direccionamiento durante los períodos de
migración o las interrelaciones que tengan
que ver con apareamiento y cuidado parental
de las crías, ya que puede entregar pistas cru-
ciales de cómo estas aves pueden orientarse y
reconocerse entre sí (Pearce et al., 2017).
Algo que tenemos en común con muchas
aves es la reducción del sistema que detecta
semioquímicos - a pesar de que los ancestros
de ambos poseían estos órganos - cuyo fin es
reconocer a otros individuos de nuestra espe-
cie. Por qué este sistema a involucionado y
desaparecido en la historia evolutiva es aún
un misterio que nos habla de nuestro pasado
y que a la fecha ha planteado diferentes ex-
plicaciones, una de ellas sugiere que la per-
dida de estos Órganos puede estar asociada a
la presencia de otras claves de reconocimien-
to entre sexos, como el dimorfismo sexual
(Suárez et al., 2011), pero aún no es claro si
otros factores también participarían. Mientras
más información tengamos de otras especies
que han pasado por historias similares como
este grupo de aves que eligen y utilizan su
microbiota para reconocerse, más podríamos
entender cómo funcionan los sistemas olfato-
rios de distintas especies y nosotros mismos,
pensando en todo lo que aún desconocemos
del sistema olfatorio humano, y cómo éste
pequeño órgano podría participar de nuestras
decisiones sociales, y que aún no podemos
responder, esto sin mencionar a la microbiota.
Desde el punto de vista de la conservación,
entender la influencia de la microbiota en el
reconocimiento social y espacial puede con-
tribuir a generar consciencia que no solo cómo
nuestra basura afecta, sino que también lo ha-
rían los microorganismos que desechamos en
el mar, complicando aún más la conservación
de aves que se encuentran amenazadas por el
actuar humano (Bolton, 2004). A la fecha, los
esfuerzos de conservación de las aves en Chi-
le han estado centrados en las aves costeras
que vemos con mayor regularidad, estos han
promovido la reducción de la perturbación de
las áreas costeras e islas donde este tipo de
aves nidifican. Este ha sido el centro y también
ha mejorado las condiciones de vida de las
aves de alta mar, sin embargo, la mayor tasa
de muerte de los albatros y petreles ocurre en
alta mar a manos de las embarcaciones que
realizan la conocida pesca de arrastre (Birdli-
fe, 2004; Burgos, 2012).
En base a esto, la protección que hemos ge-
nerado hasta la fecha es insuficiente y por lo
demás tiene poca relación con lo que ahora
conocemos de las aves Procellariformes. Si de-
seamos mantener la estabilidad de la fauna de
nuestras costas este es un punto que debemos
considerar con el fin de generar reglamentos
y protocolos más estrictos para pesca indus-
trial. Este factor es de vital importancia en una
región como Valparaíso que es una zona im-
portante para la vida y conservación de estas
especies, y al mismo tiempo es un foco de
actividad pesquera. Todo lo anterior, vuelve
importante la identificación de nichos suscep-
tibles a ser regulados para mejorar la sobre-
vida de estas aves y del mar (Burgos, 2012).
Las aves Procellariiformes cumplen una fun-
ción ecológica en la conservación de nuestras
costas, sin embargo, la actividad humana es
su principal causa de muerte, quizás si dismi-
nuimos los efectos negativos que la pesca tie-
ne sobre ellos, no solo estas especies se verán
favorecidas sino que podría contribuir a evitar
el colapso de nuestros mares, esfuerzos que
no solo contribuirán a la conservación de las
aves, sino de toda la cadena trófica (Burgos,
2012). No en vano los petreles fueron indica-
dos como la materialización del patrono de la
pesca, San Pedro (Foley, 2005).
111
“Polizones aéreos”: vida microbiana sobre y...
CONCLUSIÓN
En la actualidad, si bien la información exis-
tente nos sugiere un efecto de la microbiota
en la regulación de conductas en aves, este es
un campo abierto para investigar en profun-
didad la neuroanatomía, fisiología sensorial y
ecología de las aves Procellariiformes en pos
del cuidado de estas especies y de nuestras
costas, ya que la microbiota no solo regula
este tipo de conductas en el hospedero, sino
que también, es capaz de regular procesos
fisiológicos (tanto metabólicos como neuro-
lógicos), por lo que podría tener una impor-
tante participación en conductas de distintos
animales y podría guiarnos a comprender la
naturaleza de estas en una gran variedad de
especies migratorias.
AGRADECIMIENTOS:
El presente trabajo tiene su origen en el curso
de escritura que el Dr. Andrés Chávez dicta
para el Programa de Doctorado en Ciencias
mención Neurociencias de la Universidad de
Valparaíso, gracias a su apoyo, al del progra-
ma, al de Centro Interdisciplinario de Neuro-
ciencias de Valparaíso y al Museo de Historia
Natural de Valparaíso es que fue posible que
nuestro trabajo llegara a ustedes. Además,
queremos agradecer a la Comisión Nacional
de Investigación en Ciencia y Tecnología (CO-
NICYT) quienes financian nuestro trabajo. Por
último, pero no menos importante, a nuestros
respectivos tutores de tesis quienes han apo-
yado nuestro interés por realizar difusión de
ciencia con las herramientas que tenemos y
que estamos adquiriendo. A todos, simple-
mente muchas gracias.
BIBLIOGRAFÍA
Albores-Barajas, Y., Massa, B., Taglia-
via, M., and Soldatini, C. 2015.Paren-
tal care and chick growth rate in the Me-
diterranean Storm-petrel Hydrobates
pelagicus melitensis. Avocetta 39: 29-35
Bauer, S., Klaassen, M. (2013). Mechanistic
models of animal migration behaviour—their
diversity, structure and use. Journal of Animal
Ecology, 82(3), 498-508.
Scarlett E. Delgado €: Camila González-Arancibia
BirdLife International. 2004. State of the
World's Birds 2004: Indicators for our chang-
ing world, pp 43. Disponible desde http://data-
zone.birdlife.org/userfiles/docs/SOWB2004_
en.pdf. Revisado 14-12-2017
BirdLife International. 2017. Country profile:
Chile. Disponible desde http://www.birdlife.
org/datazone/country/chile. Revisado 14-12-
AQ
Bolton, M., Medeiros, R., Hothersall, B.,
Campos, A. 2004. The use of artificial breed-
ing chambers as a conservation measure for
cavity-nesting procellariiform seabirds: a case
study of the Madeiran storm petrel (Ocean-
odroma castro). Biological Conservation,
116(1): 73-80.
Burgos, K. 2012. Dinámica espacial de la
riqueza y abundancia de aves marinas con
problemas de conservación en la costa de Val-
paraíso, Chile central. Facultad de Ciencias
Agronómicas de la Universidad de Chile.
Bried, J., Pontier, D., Jouventin, P. 2003. Mate
fidelity in monogamous birds: a re-exam-
ination of the Procellariiformes. Animal Be-
haviour, 65(1), 235-246.
Chapman, B. B., Brónmark, C., Nilsson, J. Á.,
Hansson, L. A. 2011. The ecology and evo-
lution of partial migration. Oikos, 120(12),
1764-1775.
Collins, S. M., Bercik, P. 2009. The relation-
ship between intestinal microbiota and the
central nervous system in normal gastrointes-
tinal function and disease. Gastroenterology,
136(6), 2003-2014.
Croxall, J. P., Butchart, S. H., Lascelles, B.
E. N., Stattersfield, A. J., Sullivan, B. E. N.,
Symes, A., Taylor, P. H. 1. L. 2012. Seabird
conservation status, threats and priority ac-
tions: a global assessment. Bird Conservation
International, 22(1), 1-34.
Foley, M. P. 2005. Why do Catholics eat fish
on Friday? the Catholic origin to just about ev-
erything. pp 92. Palgrave Macmillan.
112
Grenham, S., Clarke, G., Cryan, J. F., Dinan,
T. G. 2011. Brain-gut-microbe communica-
tion in health and disease. Frontiers in phys-
¡ology, 2, 94.
Grice, E. A., Segre, J. A. 2011. The skin mi-
crobiome. Nature Reviews Microbiology, 9(4),
244-253.
“Gut Microbiota for Health, Public Informa-
tion Service from European Society of Neu-
rogastroenterology and Motility.” Disponible
desde www.gutmicrobiotaforhealth.com Re-
visado 14-08-2018
Halliday, E., Gast, R. J. 2010. Bacteria in beach
sands: an emerging challenge in protecting
coastal water quality and bather health. Envi-
ronmental science € technology, 45(2): 370-
379.
lizumi T, Battaglia T, Ruiz V, Perez Perez Gl.
2017. Gut Microbiome and Antibiotics. Archi-
ves of Medical Research [Epub ahead of print].
Jaramillo, Á., Burke, P., Beadle, D. 2005. Aves
de Chile. Lynx Edicions.
Montalti, D., Gutiérrez, A. M., Reboredo, G.,
Salibián, A. 2005. The chemical composition
of the uropygial gland secretion of rock dove
Columba livia. Comparative Biochemistry and
Physiology Part A: Molecular 8 Integrative
Physiology, 140(3): 275-279.
Pearce, D. S., Hoover, B. A., Nevitt, G. A.,
Docherty, K. M., Jennings, S. 2017. Morpho-
logical and genetic factors shape the microbi-
ome of a seabird species (Oceanodroma leu-
corhoa) more than environmental and social
factors. Microbiome, 5(1): 146.
Pollonara, E., Luschi, P., Guilford, T., Wikel-
ski, M., Bonadomna, F., Gagliardo, A. 2015.
Olfaction and topography, but not magnetic
cues, control navigation in a pelagic seabird:
displacements with shearwaters in the Medi-
terranean Sea. Scientific reports, 5: srep16486
Reynolds, A. M., Cecere, J. G., Paiva, V. H.,
Ramos, J. A., Focardi, S. 2015. Pelagic seabird
flight patterns are consistent with a reliance on
olfactory maps for oceanic navigation. Proc.
R. Soc. B 282(1811): 20150468.
Scarpellini, E., laniro, G., Attili, F., Bassanel-
li, C., De Santis, A., Gasbarrini, A. 2015. The
human gut microbiota and virome: potential
therapeutic implications. Digestive and Liver
Disease, 47(12), 1007-1012.
Shealer, D. 2002. Foraging Behavior and Food
of Seabirds. pp.137- 178. In: Schreiber, E.A. y
J. Burger. (eds). Biology of marine birds. CRE
Press, Washington.717pp.
113
“Polizones aéreos”: vida microbiana sobre y...
Suárez, R., Fernández-Aburto, P., Manger, P.
R., Mpodozis, J. 2011. Deterioration of the
Gao vomeronasal pathway in sexually dimor-
phic mammals. PLoS One, 6(10), e26436.
Weimerskirch, H., Barbraud, C., Lys, P. 2000.
Sex differences in parental investment and
chick growth in wandering albatrosses: fitness
consequences. Ecology, 81(2): 309-318.
Zelenitsky, D. K., Therrien, F., Kobayashi, Y.
2009. Olfactory acuity in theropods: palae-
obiological and evolutionary implications.
Proceedings of the Royal Society of London B:
Biological Sciences, 276(1657), 667-673.
114
A My] A ] | A Volumen 31, 2018. Páginas 115-121
UL MAS DA ATUMIA, AYORA Sección Bibliográfica y Documental
RECORDADO UN ACIAGO SUCESO: EL TERREMOTO DE AGOSTO DE 1906
REMEMBERING A FATEFUL EVENT: THE FARTHQUAKE OF AUGUST 1906
Alfredo Palacios Roa'
RESUMEN: Considerando los fenómenos geológicos ocurridos en los últimos meses denomina-
do Cinturón de Fuego del Pacífico (Perú, Venezuela, México, Alaska), la siguiente reseña busca
recuperar la memoria histórica del terremoto que en agosto de 1906 sacudió fuertemente a la
ciudad de Santiago y arruinó al puerto de Valparaíso con el fin de proyectar, en la medida de lo
posible, una rápida respuesta frente a un evento que se volverá a repetir en el tiempo.
PALABRAS CLAVES: Chile, terremoto, 1906, catástrofe, prevención, mitigación.
ABSTRACT: Considering the geological phenomena that have occurred in recent months called
the Pacific Fire Belt (Peru, Venezuela, Mexico, Alaska), the following review seeks to recover the
historical memory of the earthquake that in August 1906 strongly shook the city of Santiago and
ruined the port of Valparaiso in order to project, as far as possible, a quick response to an event
that will repeat itself in time.
KEY WORDS: Chile, earthquake, 1906, disaster, prevention, mitigation.
Doctor en Historia, Departamento de Historia y Ciencias Sociales de la Facultad de Artes Liberales, Universidad Adolfo Ibáñez, alfredo.palaciosQuai.cl
Recibido: 29 de agosto 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
115
Alfredo Palacios Roa
EL TERREMOTO DE 1906: DE SANTIAGO A
VALPARAÍSO
El jueves 16 de agosto de 1906, y cuando el
reloj marcaba las 19:55, un fuerte y prolon-
gado ruido “que se extendía de norte a sur y
de occidente a poniente”', llevó la alarma a
todos los habitante de Santiago que a esa hora
se retiraban a sus casas, O ya estaban sentados
a la mesa (Ried, 1956). Acto seguido, el sue-
lo comenzó a balance con una violencia ex-
traordinaria, por lo que muchas personas cre-
yeron que “la tierra se iba a abrir en hondos y
largos surcos”?. Incluso, los más acongojados,
pensaron que la ciudad se derrumbaría por
completo (Ojeda, 1986).
Ahora, si bien los estragos que este terremo-
to causó en la capital fueron cuantiosos, no
pueden ser comparables en nada con los que
sufrió el puerto de Valparaíso. A partir de los
datos, testimonios e informes técnicos que
disponemos, podemos decir que en esta úl-
tima ciudad el sismo “principió bruscamente
a las 19 horas 58 minutos 36 segundos, sin
ruido previo y con una fuerte oscilación de
Valparaiso despues del Terremoto
No. 1 Propiedad del Editor Carlos Brandt, Valparais..
norte a sur” (Bustos, 1931). Por la hora, y por
la persistente lluvia que caía, eran pocas per-
sonas transitaban por las calles porteñas cuan-
do se desencadenó el cataclismo, por lo que
el grueso de los habitantes de Valparaíso, al
sentir que las oscilaciones se intensificaban,
y al ver que la luz eléctrica “se había extin-
guido””, salieron despavoridos de sus casas a
la espera del cese de los remezones; sin em-
bargo, esto nunca ocurrió. Ciertamente, a las
“20 horas, 7 minutos 26 segundos” (Bustos,
1931) se reanudó el fenómeno tomando las
proporciones de un verdadero cataclismo. Los
“dos minutos” (Ugarte, 1910) que duró este
segundo y violento movimiento, llevó tanto
a los porteños, como a los residentes de las
zonas costeras próximas a Valparaíso, a creer
que el “fin del mundo” estaba cerca (D'Hal-
mara 11975):
Esa noche, toda la población porteña pernoc-
tó en las calles por medio a nuevos temblores
y derrumbes y, cuando “por fin” amaneció, se
pudo apreciar el lamentable estado de la ciu-
dad (“Fig. 1”).
Coléjio e lelesia de los Padres Franceses
Figura 1. Damnificados fuera del colegio e iglesia de los padres franceses; Archivo Histórico — Biblioteca Científica
Museo de Historia Natural de Valparaíso, Carlos Brandt editor.
1. El Porvenir. Santiago, 17 de agosto de 1906, portada.
2 El Mercurio. Santiago, 17 de agosto de 1906, portada.
3. El Porvenir. Santiago, 22 de agosto de 1906, p. 4.
Valparaiso despues del Terremoto
De No. 30 Propiedad del Editor Carlos Rrandt, Valparaiso.
Recordado un aciago suceso: el terremoto...
o
Calle Colejio
Figura 2. Escombros y cadáveres en la calle Almirante Barroso, ex calle Colegio. Archivo Histórico — Biblioteca Científica
Museo de Historia Natural de Valparaíso, Carlos Brandt editor.
A este respecto, y para apreciar la magnitud
del desastre, reproduciremos el siguiente in-
forme publicado a los seis días de la catás-
trofe: “de Valparaíso solo se han salvado la
parte de los cerros y una pequeña del puerto;
todo lo demás es ruina pavorosa entre cuyos
escombros quedan aún centenares sino miles
de cadáveres, pues los testigos oculares calcu-
lan con mucha prudencia que los muertos no
pueden bajar de 12.000 a pesar de que todo
lo que ocultan las autoridades que empiezan
a confesar la pérdida de 5.000 vidas”* (“Fig.
2
En relación a los efectos en la población de
Valparaíso, específicamente en lo que corres-
ponde al número de fallecidos, en la mayoría
de los informes extraoficiales se señaló la cifra
total de 3.764 muertos (Gajardo y Rodríguez,
1906). No obstante, la otrora Oficina Central
de Estadísticas corrigió esta cantidad y la re-
dujo a 2.380 (Oficina Central de Estadística,
1908); un bajo porcentaje si se considera que
la ciudad contaba con 162.447 habitantes
(Urbina, 2011). Ahora, en lo tocante a los he-
4 La Discusión. Chillán, 26 de agosto de 1906.
ridos, el informe del doctor José Grossi -nom-
brado por el gobierno como jefe del cuerpo
médico de los hospitales de emergencia de
Valparaíso— indició que fueron 4.836 las per-
sonas que fueron atendidas en los diversos
“puestos de socorro” dispuestos en la arruina-
da ciudad (Grossi, 1907). Por su parte, y com-
pletando el panorama de personas afectadas
por este desastre, se debe decir que las po-
blaciones de “Viña del Mar, El Salto, Quilpué,
Limache, La Calera, Ocoa, El Romeral, Casa-
blanca y Puchuncaví, fueron también en gran
parte destrozados” (Zegers, 1906), y registra-
ron varias muertes. Por su parte, en Santiago
se produjeron escasas desgracias personales”,
pues solo se contaron 28 muertos y 98 heridos
de diversa consideración.
Este desastre aumentó las consecuencias ne-
gativas en la población y en la infraestructu-
ra de Valparaíso, debido a un gran incendio
que se extendió por tres días a causa de que
el fuego fue muy difícil de controlar, ya que se
5 La Discusión. Chillán, 23 de agosto de 1906.
6 El Heraldo. Valparaíso, 19 de agosto de 1906.
Alfredo Palacios Roa
Valparaiso despues del Terremoto Avenida Brasil
Propiedad del Editor Carlos Brandt, Valparaiso.
Figura 3. Ruinas humeantes en la calle Brasil. Archivo Histórico — Biblioteca Científica Museo de Historia Natural de
Valparaíso, Carlos Brandt editor.
Teatro de la Victoria visto de la Gran Avenida
Valparaiso despues del Terremoto
Nu. Ys Propiedad del Editor Carlos Brandt, Valparni
Figura 4. Derrumbes en el Teatro de la Victoria. Archivo Histórico — Biblioteca Científica Museo de Historia Natural de
Valparaíso, Carlos Brandt editor.
118
habían roto las cañerías de agua”. Así, lo que
no fue destruido por el terremoto, se convir-
tió en ceniza por los incendios que estallaron.
Ciertamente, se estima que luego del sismo se
desencadenaron 39 fuegos en forma simultá-
nea, ya sea por el volcamiento de cocinas o
por las roturas de las cañerías de gas (Urbina,
1999) (“Fig. 37).
Debido a la destrucción, el pillaje y la cons-
ternación reinante, Valparaíso fue ocupado
militarmente. En efecto, y ante la imposibili-
dad de tomar contacto con la capital para so-
licitar auxilios inmediatos, el intendente de la
de la devastada ciudad publicó un bando en
el que, además de prohibir la circulación por
las calles con peligros de derrumbe (“Fig. 4”).
y fijar la “pena máxima” para los delincuen-
tes, designó al capitán de navío Luis Gómez
Carreño “para hacerse cargo del mando en
jefe de estas fuerzas”?.
Ya en posición de su cargo, Gómez Carreño
controló la compleja situación con fuertes
medidas, que incluían el fusilamiento en el
acto de los saqueadores e incendiarios que
fueran sorprendidos in fraganti, y la pena de
azotes a los especuladores y promotores de
desórdenes”. Estas férreas medidas de control
llevaron a ajusticiar al menos a quince antiso-
ciales (Gajardo y Rodríguez, 1906).
Una vez regularizada la situación, el gobierno
dictó una serie de medidas para ir en ayuda de
los habitantes de Valparaíso. Por ejemplo, el
23 de agosto el Presidente envió cuatro millo-
nes de pesos a la zona afectada “para atender
a las necesidades originadas por el terremo-
to”*”. Del mismo modo, el 14 de noviembre
de ese mismo año el Congreso aprobó una ley
para socorrer económicamente a los emplea-
dos públicos que resultaron damnificados,
adelantándoles hasta “tres meses de suelo”**.
Igualmente, el Ejecutivo destino la canti-
dad de dos millones de pesos para “reparar
7. El Mercurio. Santiago, 19 de agosto de 1906.
8 El Mercurio de Valparaíso. Valparaíso, 19 de
agosto de 1906.
9 La Unión. Valparaíso, 29 de agosto de 1906.
10 Diario Oficial de la República de Chile. Santiago,
23 de agosto de 1906.
11 Diario Oficial de la República de Chile. Santiago,
14 de noviembre de 1906.
119
Recordado un aciago suceso: el terremoto...
o reconstruir los establecimientos públi-
cos O beneficencia, los edificios fiscales,
los templos y casas parroquiales” fuera de
la ciudad de Valparaíso!” (“Fig. 5), y el 6 de
diciembre de 1906 se promulgó la ley nú-
mero 1887 que llevaba por título “trabajos
que se ordenan para reparar los daños cau-
sados a la ciudad de Valparaíso por el terre-
moto de 1906” (Anguita, 1913) (“Fig. 6”).
Por último, el 27 de enero de 1907 una nue-
va ordenanza destinó la suma de $3.335.000
para “la cancelación de las deudas proceden-
tes de requisiciones, compra de mercaderías y
demás gastos especiales” originados por este
paroxismo!'*. En suma, la inversión total del
Estado para reparar los estragos de este sismo
alcanzó a los $ 10.185.000, una cifra ínfi-
ma si se considera que solo en el plano de la
ciudad porteña los daños ascendieron, según
una prudente estimación, a los 237 millones
de pesos'*. En consecuencia, y atendiendo al
grado de destrucción que sufrió la ciudad de
Valparaíso, es posible afirmar que transcurri-
dos ocho meses desde aciago terremoto toda-
vía habían centenares de familias que vivían
aglomeradas en las habitaciones levantadas
en los cerros mientras se seguía discutiendo
sobre la reconstrucción'”; por lo mismo, fue-
ron necesarios muchos años e ingentes es-
fuerzos económicos para que Valparaíso, así
como todas las ciudades afectadas, pudieran
reconstruirse y recuperar su rumbo?*.
12 Diario Oficial de la República de Chile. Santiago,
15 de noviembre de 1906.
13. Diario Oficial de la República de Chile. Santiago,
26 de enero de 1907.
14 El Mercurio. Santiago, 28 de agosto de 1906.
15 Zig-Zag. Santiago, 14 de abril de 1907.
16 Zig-Zag. Santiago, 26 de agosto de 1906.
Alfredo Palacios Roa
T
Valparaiso despues del Terremoto El Cardonal
No. % Propiedad del Editor Carlos Brandt, Valparaiso
Figura. 5. Vista general del mercado El Cardonal luego del paroxismo. Archivo Histórico — Biblioteca Científica Museo
de Historia Natural de Valparaíso, Carlos Brandt editor.
Le ra ms |
AA a
. 1 Í TE e
E METRES
Valparaiso despues del Terremoto Gobernacion Maritima
No. 4 Propiedad del Editor Carlos Brandt, Valparaiso.
Figura. 6. Estado de la Gobernación Marítima tras la catástrofe. Archivo Histórico — Biblioteca Científica Museo de His-
toria Natural de Valparaíso, Carlos Brandt editor.
120
BIBLIOGRAFÍA
Anguita, R. 1913. Leyes promulgadas en Chi-
le. Santiago: Imprenta, Litografía y Encuader-
nación Barcelona.
Bustos, J. 1931. Estudio sismológico de Chile.
Santiago: Imprenta de la Universidad de Chi-
le. 31p.
D'Halmar, A. 1975. Recuerdos olvidados.
Santiago: Editorial Nascimento, 550 p.
Gajardo, C. y Rodríguez, A. 1906. La catástro-
fe del 16 de agosto de 1906 en la República
de Chile. Santiago: Imprenta y Litografía y En-
cuadernación Barcelona, 356 p.
Grossi, J. 1907. Servicio médico de un terre-
moto. Valparaíso: Litografía e Imprenta Mo-
derna, 85 p.
Oficina Central de Estadística. 1908. Sinop-
sis estadística y geográfica de Chile en 1906.
Santiago: Imprenta y Encuadernación Univer-
sitaria.
121
Recordado un aciago suceso: el terremoto...
Ojeda, S. 1986. Recuerdos de 80 años. Santia-
go: Editorial Universitaria, 298 p.
Ried, A. 1956. El mar trajo mi sangre. Santia-
go: Editorial del Pacífico, 377 p.
Ugarte, J. 1910. Valparaíso: 1536-1910. Val-
paraíso: Imprenta Minerva, 397 p.
Urbina, M. 2011. Los Conventillos de Valpa-
raíso 1880-1920. Valparaíso: Ediciones Uni-
versitarias de Valparaíso, 274 p.
Urbina, R. 1999. Valparaíso: auge y ocaso del
viejo “Pancho”, 1830-1930. Valparaíso: Edito-
rial Puntángeles, 457 p.
Zegers, L. 1906. El terremoto del 16 de agosto
de 1906. Santiago: Imprenta Cervantes, 34 p.
122
ANALES LL Volumen 31, 2018. Páginas 123-127
MAA Sección Bibliográfica y Documental
PRESENCIA ARQUEOLÓGICA DE LAS CULTURAS ABORÍGENES EN LA REGIÓN DE
VALPARAÍSO Y LA ZONA CENTRAL EN LOS ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA
NATURAL DE VALPARAÍSO (VOL. 1-30): UNA REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA
ARCHEOLOGICAL PRESENCE OF INDIGENOUS CULTURES IN THE REGION OF VALPARAISO AND THE CENTRAL
ZONE IN THE ANNALS OF THE NATURAL HISTORY MUSEUM OF VALPARAISO (VOL. 1-30): A BIBLIOGRAPHIC
REVIEW
Esteban Vera Campillay *
RESUMEN: Dentro del contexto de la celebración de los 50 años de los Anales del Museo de
Historia Natural de Valparaíso, el presente trabajo pretende realizar una revisión bibliográfica
desde el primer número de la revista hasta el más reciente (n*30). El análisis de los hallazgos
en las diversas partes de la Región y la Zona Central de Chile, permiten entender la presencia
de diversas culturas aborígenes que habitaron en estos espacios geográficos. En este sentido,
el siguiente artículo pretende evidenciar en perspectiva temporal dichos hallazgos mediante la
revisión bibliográfica de estos registros.
PALABRAS CLAVE: revisión bibliográfica, hallazgos, cultura aborigen.
ABSTRACT: Within the context of the celebration of the 50th anniversary of Anales del Museo
de Historia Natural de Valparaíso, this document intends to conduct a bibliographic review from
the first issue of the magazine up until the most recent one (n*30). The analysis of the discover-
¡es in different areas of the region and the Central Zone of Chile make it possible to understand
the presence of various indigenous cultures that dwelled in these geographical locations. In
this manner, the following article intends to demonstrate these discoveries in a time perspective
through a bibliographic review of these records.
KEYWORDS: Bibliographic review, discoveries, indigenous culture.
k Profesor de Castellano. Ayudante Académico Literatura Facultad de Humanidades. Universidad de Playa Ancha de las Ciencias de la Educación.
estebanbveraQgmail.com
Recibido: 23 de septiembre 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
123
Esteban Vera Campillay
INTRODUCCIÓN
Los hallazgos arqueológicos de las múltiples
culturas que habitaron la Región de Valparaí-
so, y las zonas aledañas a esta, han sido de
vital importancia para el reconocimiento de la
presencia de los pueblos aborígenes y sus cos-
tumbres. En este contexto, y tal como lo afir-
maba el profesor Roque E. Scarpa (1968), el
propósito de publicar en los Anales del Museo
de Historia Natural de Valparaíso (en adelan-
te AMHNV) es para dar la posibilidad de ex-
presión a las provincias como territorios de la
nación (Scarpa, 1968). Como resultado, las ex-
posiciones de los distintos descubrimientos de
la zona han sido compendiados de acuerdo a
los estudios y publicaciones que tengan rela-
ción directa con la difusión de asentamientos
y otros materiales de las culturas que habi-
taron en la Región. El orden de recopilación
se realizó de manera cronológica, abarcando
desde el primer número de la revista hasta el
más recientemente publicado con el objeto de
revisar el patrimonio etnocultural que ha sido
difundido.
Por otro lado, la revisión bibliográfica de los
Anales, pretende responder a una necesidad
de material de consulta breve que permita ser
una fuente de información para futuras inves-
tigaciones de un innegable valor antropológi-
co y, tal como decía en la Edición Bicentena-
rio de la revista Ruth Pérez —en ese tiempo,
miembro del Comité Editorial y de la Bibliote-
ca del Museo, aumentar la visibilidad de los
valiosos hallazgos en los distintos sectores de
la Región de Valparaíso (Pérez, 2006) que dan
a conocer la presencia de pueblos aborígenes
distribuidos a lo largo del territorio.
ANTECEDENTES GENERALES
Los Anales del Museo de Historia Natural de
Valparaíso, fueron publicados a partir de la
necesidad científica y cultural a 92 años de
la fundación del Museo, pretende mostrar a
la comunidad el trabajo riguroso y constante
de ser un centro activo de investigación y ex-
hibición de la labor científica en la Región de
Valparaíso (Scarpa,1968), iniciando una nue-
va era de grandes investigaciones científicas
que han quedado para la comunidad y, a su
vez, ser un marco de referencia para los tra-
124
bajos de las múltiples disciplinas que han co-
laborado en la conformación de cada número
de la revista.
A través de cada década que cumplían los
Anales, los trabajos se iban recopilando, ge-
neralmente, en clasificaciones de acuerdo a la
especialidad. Surgen así las secciones; Notas
Científicas a partir del n*9 (1976) de la revis-
ta, Botánica, Ecología y Zoología a partir del
n* 11 (1978), Antropología a partir del n* 14
(1981). Sin embargo, la temática de los tra-
bajos compilados, siempre fueron de acuerdo
a los aportes de los profesionales y sus des-
cubrimientos, tal como el n*17-19 donde se
dedican a publicar las Actas del Congreso de
Latinoamericano de Zoología (1986), el n* 21
dedicado a los estudios de los incendios en
la Región y el n? 26 que es la edición Bicen-
tenario (2010), dedicada a compilar algunos
trabajos significativos a lo largo de la historia
de la revista. Es por esta razón, que se discon-
tinuaron tales clasificaciones y se abarcaron
nuevas disciplinas y trabajos significativos
con respecto a estudios multidisciplinares que
sondean entre las temáticas bases de la revis-
ta.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En un orden temporal de revisión bibliográfi-
ca se logran revisar los siguientes trabajos. En
el primer volumen de la Revista, Julio Mon-
tane (1968), entregaba algunas notas sobre
las técnicas arqueológicas pertinentes para la
excavación, en específico de la cultura Dia-
guita chilena, en el Río Elqui. Jorge Silva et al.
(1968), realizaron una investigación compleja
sobre las poteras, anzuelos para cefalópodos
de culturas que vivieron desde Arica hasta la
Zona Central de Chile, en su indeterminación
de la cultura de la cual procedían los hallaz-
gos, solo pudieron delimitar al período Prece-
rámico 2. Nina Ovalle (1968), se refiere a la
colección arqueológica de miniaturas indíge-
nas de la zona de Caldera, pertenecientes a la
Colección Lodwig del Museo de Historia Na-
tural de Valparaíso, llama la atención el análi-
sis de la fineza de realización de estos objetos
líticos hechos de diversos materiales y que son
de representaciones antropomorfas, zoomor-
fas y ornitomorfas, las cuales aluden al estilo
tiwanacoide de las culturas diaguitas chilenas
y argentinas. Norma Sanguineti (1968), des-
cribía los petroglíficos ubicados al norte de
Putaendo, Aconcagua, grabados en granito,
con forma antropomórfica. Miguel Vivencio
(1968), describe el hallazgo de una clava orni-
tomorfa que se le atribuye su origen araucano
en territorio diaguita. En el siguiente número,
Sanguineti (1969), estudiaba un petroglifo
en Hierro Viejo, Petorca, donde describe los
signos cruciformes precolombinos. Roberto
Gajardo y Jorge Silva (1970), describen las ex-
cavaciones hechas en el Estadio de Quillota
(1955-1956), donde se analizan hallazgos de
cerámica Aconcagua y cuerpos con objetos
fúnebres. Norma Sanguineti (1972), revisaba
los hallazgos ubicados en Campo Ahumada,
Comuna de San Esteban, Los Andes, dicho
descubrimiento se compone por petroglifos
en su mayor parte geométricos, antropomor-
fos y zoomorfos, piedras tácitas en roca baja,
junto con implementos líticos y fragmentos de
céramicas que se le atribuyen al pueblo molle
mayormente.
La misma investigadora (1975), estudiaba los
hallazgos de las construcciones indígenas
del cerro Mercachas, en Los Andes, Provin-
cia del Aconcagua, donde descubre, pircas,
parapetos, formados circularmente a lo largo
del hallazgo junto con una cantidad signifi-
cativa de elementos de la cultura de la zona
con influencia incaica. Jaime Vera (1981),
destacaba la presencia de una pala de made-
ra que data del año 1270 en la zona de los
Andes Meridionales, que documenta la agri-
culturización prehispánica de la época, atri-
buida a los pueblos agroalfareros del Perío-
do Cerámico Medio de Chile Central. En el
mismo número, José Ramírez (1981), realiza
una resención de la bibliografía arqueológica
y antropológica de la zona Central de Chile,
cuyo fin era evidenciar el estudio del desarro-
llo de los pueblos indígenas en Chile y consta
de bibliografía publicada en otras partes del
mundo referidas al espacio geográfico desig-
nado entre los 31930” y 35*30” S. aproxima-
damente. El ya citado Jaime Vera (1982), es-
tudia el yacimiento andino de la cuenca del
Cachapoal, Pangal 2, donde explica además
la movilidad de poblaciones precolombinas
en el circuito costa-cordillera de Chile Central
y la correlación del material cultural hallado
a diversas culturas aborígenes, de las cuales
125
Presencia arqueológica de las culturas aborígenes
destaca la Molle, Aconcagua y Guayquivilo.
El mismo profesor Vera (1983-85) analiza el
salvamiento realizado en el Valle de Quilpué,
Sector el Sauce, a al sur de su estero, donde se
descubrieron osamentas y restos ceramios de
un contexto funerario del Complejo Aconca-
gua, post Tiwanaku cuyos rasgos geométricos
triangulares de color salmón, negro y blanco
son característicos.
Catorce años más adelante, Jackson et al.
(1999), estudia once asentamientos del com-
plejo Huentelauquén, de la Comuna de los Vi-
los, Provincia de Choapa, restringido al sector
costero. Los litos geométricos y puntas lanceo-
ladas y pedunculadas junto a una gran canti-
dad de moluscos, datan de depósitos estrati-
gráficos que evidencia reocupación de esas
zonas por diversos pueblos aborígenes que
evidencia su desplazamiento hacia la cordi-
Illera. Por su parte, Carolina Belmar y Luciana
Quiroz (2006) realizaron un estudio en el sitio
Loma los Brujos, en Illapel con los recursos
vegetales, en su contexto, de un asentamiento
diaguita transcordillerano con influencia inka.
Finalmente, Charles Garceau (2017), bajo la
labor de monitoreo arqueológico encomenda-
da por el Consejo de Monumentos Nacionales
para la construcción de los Estacionamientos
en la Plaza O'Higgins de Valparaíso, solici-
ta estudios de sondeo arqueológico para el
yacimiento descubierto en las excavaciones
del lugar, lo cual permite rescatar, mediante
la estratigrafía estudiada, los niveles más pro-
fundos de estas. El resultado, se conoce un
importante hallazgo aborigen prehispánico,
perteneciente a contextos funerarios de la cul-
tura Aconcagua y Diaguita, dado el análisis de
los objetos de estudio, que abarcan desde lo
cerámico a lo metalúrgico y lítico, así como el
estudio de elementos de la biodiversidad de
esos tiempos.
La revisión realizada, permite entender que
estas 16 publicaciones publicadas a lo largo
de la historia de los Anales, presentan las cul-
turas que vivieron desde las costas de la Zona
Central de la Región de Valparaíso hacia la
cordillera. A lo largo de este territorio, la gran
cantidad de hallazgos, permiten entender las
manifestaciones culturales y costumbres de
vida que los pueblos precolombinos alcanza-
ron en comunión con su espacio y su cosmo-
Esteban Vera Campillay
visión propias.
Por otro lado, los hallazgos publicados, de-
muestran que los asentamientos coinciden
con las zonas habitables de la actual sociedad
y que su legado, ha demostrado el camino a
seguir. Sin duda que, analizar, dialogar e inter-
pretar estas publicaciones, permitirán enten-
der la actual sociedad y a su vez, establecer
una vía hacia nuevas investigaciones.
CONCLUSIÓN
El estudio bibliográfico permitió establecer
el valor patrimonial que las diversas investi-
gaciones de los científicos y especialistas han
podido llevar a cabo a lo largo de los años
y que se han mantenido sus trabajos a través
de la publicación en los Anales del Museo de
Historia Natural de Valparaíso, formando no
solo parte importante de la conformación de
la revista misma, sino de la presencia aborigen
a lo largo del territorio regional, conectando
la comunidad actual con los pueblos descen-
dientes actuales y a los especialistas bajo la
visión de que la presencia aborigen es de vital
importancia para la propia conformación de
la sociedad actual. Entender y dar a conocer
dichos estudios, permiten conectar etnocultu-
ralmente los mundos ancestrales con los espa-
cios actuales donde las personas habitan en
la Región.
En este contexto, vale decir que, a pesar de
la gran cantidad de hallazgos, aún quedan
muchos por descubrirse y que puedan dar a
entender el funcionamiento de nuestros an-
cestros en la propia identidad social del siglo
XXI. Solo queda alentar a los futuros trabajos
que puedan realizase en esta área y a su vez,
que puedan ser publicados a través de esta re-
vista que ha podido compendiarlos y darles
proyección y valoración social y cultural a las
nuevas generaciones, conectando un pasado
con el presente y un próspero futuro en el re-
descubrimiento de los pueblos originarios en
la zona.
126
REFERENCIAS
Belmar, C. y Quiroz, L. 2006. Recursos ve-
getales de un asentamiento Inka en territorio
Diaguita. Sitio Loma los Brujos, Valle Illapel,
IV Región. Anales del Museo de Historia Na-
tural de Valparaíso (25):79-97.
Figueroa, H., Campusano, C. y Lazo, B. 1977.
Estudio sobre la estructura genética de la po-
blación de La Serena. Anales del Museo de
Historia Natural de Valparaíso (10): 195-200.
Gajardo, R. y Silva, J. 1970. Notas sobre ar-
queología de Quillota. Excavaciones en el Es-
tadio. Anales del Museo de Historia Natural
de Valparaíso (3): 203-236.
Garceau, Ch. 2017. Una mirada bajo la su-
perficie de la Plaza O“Higgins, Ciudad de Val-
paraíso. Anales del Museo de Historia Natural
de Valparaíso (30):86-99.
Jackson, D. et al. 1999. Asentamientos y evi-
dencias culturales del Complejo Huentelau-
quén, en la Comuna de los Vilos, Provincia de
Choapa. Anales del Museo de Historia Natural
de Valparaíso (24):5-28.
Montané, J. 1968. Nota sobre técnica arqueo-
lógica. Anales del Museo de Historia Natural
de Valparaíso (1): 213-216.
Ovalle, N. 1968. Miniaturas indígenas de Cal-
dera. Colección Lodwig del Museo de Historia
Natural de Valparaíso. Anales del Museo de
Historia Natural de Valparaíso (1): 239-247.
Pérez, R. 2010. Las publicaciones del Museo
de Historia Natural de Valparaíso y su relevan-
cia en la estrategia de adaptación a los cam-
bios. Anales del Museo de Historia Natural de
Valparaíso, ed. Bicentenario (26): 13-18.
Ramírez, J. 1981. Bibliografía arqueológica
de la Zona Central de Chile. Anales del Museo
de Historia Natural de Valparaíso (14): 27-38.
Sanguineti, N. 1968. Algunos petroglifos de
Piguchén. Anales del Museo de Historia Na-
tural de Valparaíso (1): 249-259.
Sanguineti, N. 1975. Construcciones indíge-
nas en el cerro Mercachas. Anales del Museo
de Historia Natural de Valparaíso (8): 129-139.
Sanguineti, N. 1972. Notas sobre la arqueo-
logía de campo de Ahumada (Dep. de los
Andes, Provincia de Aconcagua). Anales del
Museo de Historia Natural de Valparaíso (5):
27 ZO,
Sanguineti, N. 1969. Un petroglifo de hierro
viejo (Provincia de Aconcagua, Depto. de Pe-
torca). Anales del Museo de Historia Natural
de Valparaíso (2): 225-236.
Scarpa, R.E. 1968. Prefacio. Anales. Anales
del Museo de Historia Natural de Valparaíso
(1): 9-10.
Silva, J. et al. 1968. La potera — Anzuelo para
cefalópodos. Anales del Museo de Historia
Natural de Valparaíso (1): 217-238.
127
Presencia arqueológica de las culturas aborígenes
Vera, J. 1983-85. Excavación de salvataje en
Quilpué, Chile Central. Anales del Museo de
Historia Natural de Valparaíso (16):5-14.
Vera, J. 1981. Una pala precolombina de
Chile Central del año 1270 D.C. Anales del
Museo de Historia Natural de Valparaíso (14):
19-25.
Vera, J. 1982. Pangal - 2, Yacimiento Andino
de Chile Central. Notas Preliminares. Anales
del Museo de Historia Natural de Valparaíso
(15):5-18.
Vicencio, C. 1968. Clava cefalomorfa de tipo
ornitomorfo encontrada en San Agustín. Ana-
les del Museo de Historia Natural de Valparaí-
so (1): 285-286.
128
A hn A | | $ | Í Volumen 31, 2018. Páginas 129-138
AT Sección Bibliográfica y Documental
ORGANIZACIÓN, CLASIFICACIÓN E IDENTIFICACIÓN DOCUMENTAL DEL
ARCHIVO HISTÓRICO DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍSO,
CREACIÓN DEL FONDO DIRECTORES CARLOS PORTER MOSSÓ Y JOHN JUGER
SILVER. UN APORTE A LA COMUNIDAD PORTEÑA.
DOCUMENT ORGANIZATION, CLASSIFICATION AND IDENTIFICATION OF THE HISTORICAL ARCHIVE OF THE NATURAL
HISTORY MUSEUM OF VALPARAISO, CREATION OF THE DIRECTORS CARLOS PORTER MOSSÓ AND JOHN JUGER SILVER
FUNDS. A CONTRIBUTION FOR THE COMMUNITY OF VALPARAISO.
Katherine Pérez Lazcano'
RESUMEN: Este artículo presenta los procesos de organización, la clasificación e identificación
documental de los bienes que han sido almacenados en la Biblioteca Científica Especializada
John Juger, del Museo de Historia Natural de Valparaíso. En este artículo también se da a conocer
la importancia de los archivos, su relación con las instituciones museísticas y la formación de los
fondos Carlos E. Porter Mossó y John Juger S., como primera etapa en la disposición y estructura-
ción del Archivo Histórico. Los procesos que se han puntualizado en este estudio corresponden
al trabajo elaborado en la práctica profesional de la Carrera de Bibliotecología de la Universidad
de Playa Ancha desarrollado el año 2017, en las dependencias de la Biblioteca Científica John
Juger del Museo de Historia Natural de Valparaíso.
PALABRAS CLAVES: Archivo Histórico- Museo de Historia Natural de Valparaíso- Información-
Memoria Histórica.
ABSTRACT: This article presents the processes of organization, the classification and documen-
tary identification of the goods that have been stored in the Specialized Scientific Library John
Juger, of the Museum of Natural History of Valparaíso. This article also discusses the importance
of the archives, their relationship with the museum institutions and the formation of the Carlos
E. Porter Mossó and John Juger S. funds, as the first stage in the layout and structuring of the His-
torical Archive. The processes that have been pointed out in this study correspond to the work
developed in the professional practice of the Library Science Career at the University of Playa
Ancha developed in 2017, in the offices of the John Juger Scientific Library of the Natural History
Museum of Valparaíso.
KEYWORDS: Historical Archive, Museum of Natural History of Valparaíso, Information, Histori-
cal Memory, Library.
i Bibliotecóloga, Universidad de Playa ancha. KatherineperelazcanoOgmail.com
Recibido: 1 de septiembre 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
129
Katherine Pérez Lazcano
INTRODUCCIÓN
El concepto museo, se ha considerado como
uno de los principales espacios destinado al
almacenaje de conocimiento y de la informa-
ción generada en el seno de la humanidad,
denominándose como un lugar de estudio e
investigación. “Tampoco es casual la identifi-
cación de los museos como lugares de recuer-
dos, de rememoración, de conmemoración,
de memoria” (de Mello, 2013, p.98). Se debe
agregar que los primeros museos gozaban de
estilo y múltiples contenidos museológicos,
sin embargo, estos espacios planteaban una
visión limitada, manteniendo distancia en re-
lación al público. A modo de respaldo, Her-
nández (2012) manifiesta que “(...) los mu-
seos crecieron más dispares en estilo y más
diversos en sus contenidos o temas museoló-
gicos, pero siempre mantuvieron cierta distan-
cia y arrogancia con relación al público” (p.
39). Por otro lado, de Mello (2013) afirma que:
Los museos se han asociado, en las modernas
sociedades occidentales (...) con los espacios
de “cultura”, es decir, la “cultura letrada”, de
la “alta cultura” o de la “cultura erudita”, en
oposición a las “culturas populares” (...). Este
origen recibió la influencia de dos caracterís-
ticas que marcaron el perfil de esas institucio-
nes: el carácter elitista y las dificultades de
acceso para que la mayoría de la población
entre en sus espacios. (p. 99)
En la actualidad estos lugares siguen crecien-
do en estilo y temáticas, pero su evolución se
desarrolla bajo los dominios de la historia y
la tecnología, calificándoles como medio de
comunicación en masa.
La idea que se tiene sobre el museo, como un
simple complemento de la escuela, debe ser
superado por la idea del museo como un me-
dio de comunicación, en el que interactúan la
educación y el conocimiento, y que su rela-
ción con la escuela es uno de tantos objetivos
que tiene el museo, como deberían tener los
otros medios (Rendón, 2000).
El museo, como espacio, ha sido conducido
a Cambios denominados como “ampliación
conceptual”, donde la percepción de los ob-
jetos como valor artísticos, arqueológicos,
130
etnográficos e históricos a sido dirigida a la
valoración del objeto como documento y el
reflejo de una sociedad, y una cultura esta-
blecida. Por otro lado, su “ampliación con-
ceptual” ha abarcado la creación de archivos
dentro de este mismo espacio, con la finalidad
de que su historia, su desarrollo institucional
y sus colecciones puedan ser organizados y
documentados de forma sistemática.
Ahora bien, un archivo al ser parte importante
del museo, debe ser valorizado como un área
fundamental e irremplazable del conocimien-
to y la información, puesto que almacena do-
cumentación considerada como bienes cultu-
rales y patrimoniales de la institución, además
desarrolla y pone en práctica un plan de
gestión de información en la institución mu-
seística impulsando su propia historia, dando
vitalidad al archivo para apoyar el trabajo de
investigadores y de la comunidad en general.
El archivo de un museo, debe jugar un papel
fundamental y estratégico dirigido al área de
investigación para incrementar los estándares
de excelencia a nivel regional, nacional e in-
ternacional.
CONTEXTO DE LA INSTITUCIÓN
Antes que nada, es necesario tener en cono-
cimiento que el Museo de Historia Natural
de Valparaíso, es una de las instituciones más
emblemáticas en materia de educación, cien-
cias y cultura en la Región de Valparaíso.
Esta institución fue creada por Eduardo de la
Barra! en el año 1878, donde su formación,
como el segundo museo más antiguo de Chile
y el primero a nivel regional, comenzó en dos
salas del Liceo de Hombres de Valparaíso. A
partir del año 1879 este establecimiento goza-
ba de una biblioteca de carácter científica, la
cual contaba con un acervo bibliográfico de
300 volúmenes de obras clásicas, de ciencias
naturales y antropología, además de coleccio-
nes valiosas de flora y fauna.
1 Nació en Santiago, el 9 de febrero de 1839; hijo de José María
León de la Barra y López de Villaseñor y Juana Lastarria y Munizaga.
Interesado por las ciencias naturales, organizó, con el apoyo
económico de Agustín Edwards Ross y Josué Waddington, un Museo
de Historia Natural en Valparaíso; logró traer especies raras y costosas,
sin costo alguno para el Estado. https://www.bcn.cl/historiapolitica/
resenas_parlamentarias/wiki/Eduardo_De_la_Barra_Lastarria
Durante el año 1906 este museo pasó por dos
momentos críticos para su crecimiento, un te-
rremoto que sacudió la ciudad de Valparaíso
y posterior a este un incendio que afectó con-
siderablemente las dependencias del Liceo de
Hombres de Valparaíso, perjudicando irreme-
diablemente una cantidad importante de sus
colecciones. En este periodo tan abrumador
para la institución, su director Carlos E. Porter
Mossó? realizó un trabajo significativo en la
gestión de las nuevas colecciones, elaborando
estudios científicos en base al área de la cien-
cia, zoología, antropología, así como también
la creación de la Revista Chilena de Historia
Natural, recurso que hoy en día se considera
valioso para la investigación y la memoria del
Museo de Historia Natural de Valparaíso.
En el año 1914 esta institución se vuelve a
organizar, gracias a diversas donaciones de
importantes colecciones científicas. Durante
este periodo John Juger S. asume como di-
rector, un hombre con un espíritu entusiasta,
capaz de mover cielo, mar y tierra con el fin
de conseguir los recursos necesarios para la
institución.
La relación de John Juger S. y el museo, co-
menzó en el año 1904 trabajando como jefe
de botánica, ya para el año 1910 alcanzó el
puesto de director del museo. Tras un duro
trabajo de gestión y administración logra el
arriendo de una propiedad en el sector de Pla-
ya Ancha, para comenzar la reconstrucción de
este nuevo museo, logrando su apertura en el
año 1914.
Juger S. consigue organizar las nuevas colec-
ciones, desarrollando áreas de trabajo e inves-
tigación, otorgándole un valor sustancial para
el campo científico chileno, así como también
un beneficio para la educación y la cultura.
El 15 de noviembre de 1988, gracias a un
comodato acordado entre la Dirección de
Bibliotecas, Archivos y Museos (dibam) y la
2 Carlos Emilio Porter Mosso, nace en Valparaíso en 1867. De
ascendencia norteamericana, sus padres fueron doña Emilia Mosso
Luna y don Carlos Porter W. En 1897 funda la Revista Chilena de
Historia Natural, que dirige durante prácticamente toda su vida,
en un esfuerzo de voluntad y de trabajo gigantesco. Ese mismo año
asume también como Director de esta institución (....). http://critica.cl/
historia-de-la-ciencia/carlos-porter-un-cientifico-de-dos-mundos
131
Organización, clasificación e identificación documental del...
Ilustre Municipalidad de Valparaíso, el museo
finalmente se reinaugura en el Palacio Lyon”.
Hoy en día, este museo cuenta con una Bi-
blioteca científica especializada, la cual se en-
carga de preservar y difundir el conocimiento
científico a través de sus recursos bibliográ-
ficos, formada por material del área de las
ciencias naturales, antropología y arqueolo-
gía. Actualmente esta unidad de información
cuenta con una colección conformada por
3.500 libros, 1.700 publicaciones especiali-
zadas, 700 mapas, 4.500 objetos fotográficos
y diversos recursos de información relaciona-
das con el área de ciencias naturales, transfor-
mándose en una parte integral del museo, fo-
mentando el conocimiento y la investigación.
Estos recursos de información son utilizados
para trabajar en conjunto con la comunidad
educativa y la comunidad porteña, sirviendo
de apoyo a la alfabetización, educación e in-
vestigación en el área de la ciencia.
UN ARCHIVO HISTÓRICO COMO UNA
VALIOSA FUENTE DE INFORMACIÓN
Enfrentarse al concepto de archivo, es un
poco complejo, ya que carece de una defini-
ción universal. Generalmente a este concep-
to se le dan diferentes significados, basta con
observar los diversos puntos de vistas teóricos
de la archivística que se acercan a la palabra
“archivo”.
Según Martín- Pozuelo (1996), citado por San-
telices £« Guzmán (2010), define el concepto
de “archivo” como:
(...) una acumulación ordenada de documen-
tos que se crearon en el curso de sus activida-
des por una institución o por un individuo y
que son preservados para la realización de sus
propósitos culturales, legales o políticos por la
institución o el individuo. (p. 32)
Por otro lado, Fuster (1999), citado por Sante-
lices 8 Guzmán, da a conocer su definición
de archivo, señalando lo siguiente:
3 El Palacio es obra del arquitecto y constructor Carlos Von
Moltke Koefoed y se empezó a construir en el año 1881, para ser la
residencia de la familia formada por don Santiago Lyon Santamaría y
doña Gertrudis Pérez Izquierdo.
Katherine Pérez Lazcano
Archivo es la institución donde se reúne uno
o más conjuntos orgánicos de documentos,
de cualquier fecha o soporte, producidos,
recibidos y acumulados, como resultado de
ejercicio de la función o actividad de una per-
sona o entidad pública o privada, organizado
y conservado científicamente, respetando su
orden natural, en un depósito que reúna las
debidas condiciones y atendido por un perso-
nal capacitado, para servir al sujeto productor
O a cualquier persona, como testimonio de la
gestión de actos administrativos y/o jurídicos,
o como información para fines científicos o
culturales (p. 33).
Por último, Martín Gavilán (2009) menciona
en su texto que:
(...) “archivo” es una palabra polisémica que
se refiere tanto a:
- El fondo documental, como conjunto de
documentos producidos o recibidos por
una persona física o jurídica en el ejerci-
cio de sus actividades.
- La institución o servicio responsable de la
custodia y tratamiento archivístico del fon-
do.
- El edificio o local donde se custodia dicho
fondo.
En síntesis, respecto a estas definiciones, un
archivo se puede conocer como un fondo
documental o una institución donde se alma-
cenan documentos que sirven como informa-
ción para las personas y/o la institución que
la produce.
Ahora bien, independientemente de las defi-
niciones entregadas en este texto, el archivo
en general tiene la función de gestionar fácil-
mente la información y servir como fuente de
información histórica para otorgarle valor a la
documentación y a la institución. Respecto
a esto, Heredia (1991) señala que el archivo
“(...) por una parte salvaguardar los derechos
de la institución que los crea facilitando su
gestión, al actuar como memoria y por otra
servir como fuentes de elaboración histórica”
(p.905).
132
En efecto, hablando sobre la función del archi-
vo que contempla la parte histórica, se debe
tomar en cuenta dos sentidos, los archivos
administrativos y los archivos históricos. Pero
¿dónde limitan estas tipologías de archivos?,
respondiendo a esta interrogante, Heredia
(1991), indica que se han fijado muchas re-
uniones, para fijar límites cronológicos que
señalen los márgenes divisorios, sin embargo,
no se debe confundir la fijación cronológicas
de estos límites, para asignar si el fondo docu-
mental pertenece a un archivo administrativo
o a un archivo histórico. Por otro lado, señala
que la línea que limita ambos tipos de archi-
vo, es habitual y su fijación un tanto difícil por
su movilidad.
Aunque sea difícil establecer de manera rigu-
rosa estas limitaciones, existen en la actuali-
dad instituciones, que además de contar con
documentación que se va originando a diario,
han heredado algún fondo histórico que apor-
ta valor incalculable para la memoria de este
organismo. Ejemplo de esto es el Archivo His-
tórico del Museo de Historia Natural de Val-
paraíso, cuyos fondos documentales, biblio-
gráficos y fotográficos han sido heredados de
directores de generaciones anteriores, como
es el caso de los directores Carlos E. Porter
Mossó y John Juger Silver.
Ante esto, cabe preguntar ¿qué es un archi-
vo histórico?, para entender este concepto es
necesario precisar que un fondo documental,
antes de denominarse archivo histórico, debe
ser un archivo administrativo. En base a lo an-
terior, Heredia (1991), menciona que “el con-
junto documental resultante es lo que deno-
minaremos fondo documental que integrará
primero el archivo administrativo para conver-
tirse después, tras el expurgo, en archivo his-
tórico o permanente” (p. 100). En definitiva,
cualquier documento antes de ser histórico
es primero administrativo. Respondiendo a la
pregunta, de manera directa, el archivo histó-
rico es aquel que tiene por función custodiar
y conservar documentos calificados como de
conservación permanente.
Con todo lo mencionado, se debe tener en
cuenta que un archivo histórico es generado
con la finalidad de rescatar, clasificar, ateso-
rar, gestionar, almacenar y poner a disposición
de la ciudadanía la información histórica y
patrimonial de la institución.
Este tipo de archivo da la posibilidad de que
el investigador pueda interpretar aspectos del
pasado, así como también los usuarios en ge-
neral, puedan comprender la memoria histó-
rica de la institución y el aporte histórico que
se le brinda a la ciudad donde está ubicado el
establecimiento.
El archivo histórico como tal, tiene una res-
ponsabilidad social, ya que constituye la me-
moria colectiva de una región. Por otro lado,
un archivo histórico brinda a los usuario in-
formación que los motiva a introducirse en la
historia y en la cultura fortaleciendo sus cono-
cimientos.
PROCESO DE RECUPERACIÓN Y FORMA-
CIÓN DEL ARCHIVO HISTÓRICO DEL MU-
SEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAÍ-
SO.
Un archivo está compuesto por documentos
de archivos formando partes de fondos o co-
lecciones de diversas tipologías de documen-
tos. Muchas veces estos documentos deben
ser recuperados de espacios que no poseen las
condiciones necesarias para que estos puedan
ser preservados, tal es el caso del Museo de
Historia Natural de Valparaíso, donde diversas
tipologías documentales fueron encontradas
en un subterráneo, presentando deterioros
por humedad, daños provocados por insectos,
etc., posteriormente fueron recuperadas me-
diante técnicas de conservación preventivas y
almacenadas dentro de las dependencias de
la Biblioteca científica especializada John Ju-
ger S., perteneciente al museo.
En octubre del año 2017, la Biblioteca Cientí-
fica Especializada John Juger, comenzó a tra-
bajar en conjunto con una alumna en práctica
de la carrera de bibliotecología de la Univer-
sidad de Playa Ancha, con diversas tipologías
de documentos correspondientes a dos direc-
tores relevantes de esta institución, Carlos E.
Porter M. y John Juger S*., con la finalidad de
levantar el Archivo Histórico del Museo de
Historia Natural de Valparaíso y entregarles
4 Nacido en Boston, Estados Unidos. En el año 1904 entró
a trabajar como jefe de la Sección Botánica del Museo de Historia
Organización, clasificación e identificación documental del...
valor histórico a toda la documentación ge-
nerada durante el desarrollo de la institución.
Dentro de las tipologías documentales alma-
cenadas en esta biblioteca, se encontraron
cartas, telegramas, circulares, publicaciones,
tarjetas, decretos, presupuestos, intercambios
de material bibliográfico, postales, fotografías,
objetos, etc. Para la formación de este archi-
vo histórico, se trabajó con la documentación
perteneciente al director Carlos E. Porter Mos-
só y al director John Juger Silver, donde se ela-
boró un plan de trabajo para levantar de ma-
nera correcta este archivo. Cabe destacar que
la primera fase de la formación de este archivo
se trabajó con documentos pertenecientes al
periodo de 1897 hasta 1910 (Carlos E. Porter
M.) y el periodo correspondiente a 1910 hasta
1968 (John Juger S.), documentación equiva-
lente a 71 años de ejercicio administrativo.
Dentro de los procedimientos que fueron
aplicados en el primer paso de levantamiento
del Archivo Histórico del Museo de Historia
Natural de Valparaíso, se consideraron los si-
guientes:
- Definición del sistema de clasificación a
utilizar. Que en este caso fue la clasifi-
cación “a posteriori”. La clasificación “a
posteriori” fue realizada tras el análisis y
conocimiento profundo del fondo, dada
por el cumplimiento de las funciones pro-
pias del organismo o individuo (Heredia,
2003). Además, se utilizó el criterio fun-
cional (por directores), el cual “consiste en
la agrupación de documentos a partir de
las actividades de las que son resultado,
siendo una característica común, que to-
dos ellos son producto de una misma acti-
vidad” (Schellenberg, 1953).
- Identificación documental. Este procedi-
miento consistió en la elaboración de un
informe de identificación documental,
señalando todos los documentos y mate-
riales encontrados en el archivo, donde se
contabilizó 1.119 unidades documenta-
les.
Natural de Valparaíso en reemplazo del doctor Federico T. Delfín. En
marzo de 1911 se le nombra Director Accidental y a contar de julio de
1912 es designado Director de Propiedad. http://www.mhnv.cl/636/
articles-23328_archivo_01.pdf
Katherine Pérez Lazcano
Dentro del informe se incluyeron dos
tablas en base a ambos directores, resu-
miendo la cantidad de documentación
encontrada, el tipo de documento y el tipo
de escritura.
El cuadro de clasificación, fue realizado
en base a la tipología de cada documen-
to, clasificándolos en fondos; sub-fondos;
sección; serie; sub-serie.
Fondo directores FD
Sub-fondo Carlos Porter CAP
Sección Documentos Personales Dp
Serie Hojas de Servicios hs
Serie Publicaciones pu
Sección Correspondencia co
Serie Tarjetas ta
Serie Postales Pt
Serie Cartas ca
Sub-serie Personales pe
Sub-serie Administrativas ad
Sección Documentos Administrativos DA
Serie Gestión administrativa ga
Fig.1 Sub-fondo Carlos E. Porter
- Asignación de signatura. Proceso en el cual
se seleccionó la signatura de las secciones, se-
ries, sub-series y unidades documentales del
Archivo Histórico del Museo de Historia Na-
tural de Valparaíso.
La ordenación utilizada para la signatura de
las unidades documentales, fueron la ordena-
ción cronológica y ordenación numérica. En
el caso de los documentos que no presentan
fechas, solo se utilizó la ordenación numérica.
Ejemplos:
En la descripción, se utilizó una ficha,
la cual trata las siguientes áreas: Área de
identificación; Área de contexto; Área de
contenido y estructura; área de condicio-
nes de acceso y utilización; Área de docu-
mentación asociada; Área de notas; Área
de control de la descripción.
Esta ficha hace una descripción completa de
la sección, serie, sub-serie y unidad documen-
tal que conforma el Archivo Histórico del Mu-
seo de Historia Natural de Valparaíso.
134
Fondo directores ED dl
Sub-fondo John Juger
Sección Correspondencia
Serie Cartas
Sub- serie personales
Sub- seré administrativas
Serie Postales
Sub-serie Periodo John Juger
Sub- serie Personales John Juger
Serie Tarjetas
Serie Telegramas
Sección Documentos Personales
Serie Hojas de Servicios
Serie Discursos
Serie Certificados
Serie Papeleta de Promoción
Serie Objetos Personales
Sección Documentos Administrativos
Serie Circulares
Serie Decretos
Serie Gestión financera
Sub-sem Presupuestos
Sub-será Comprobantes
Serie Publicaciones
Sección Fotografías
Serie Personales
Serie Museo
Fig.1 Sub-fondo John Juger Silver
La ficha de descripción utilizada en el primer
levantamiento del Archivo Histórico del Mu-
seo de Historia Natural de Valparaíso, es la
siguiente:
Finalmente, se elaboró un manual de
procedimiento, para dejar información
detallada, ordenada y sistematizada que
contiene todas las instrucciones y proce-
dimientos de las diferentes operaciones
que se realizaron, para llevar acabo el tra-
bajo de la primera etapa de formación del
Archivo Histórico del Museo de Historia
Natural de Valparaíso.
Organización, clasificación e identificación documental del...
CL FD CAP DP
ISO 3166: “Códigos
de representación Fondo Sub-fondo de
Carlos Sección
Porter Documentos
Personales
para nombres y Directores
paises”
Chile=CL
Fig.3 Clasificación y signatura: Sección
Ejemplo signatura Serie:
CL FD CAP CO ta
ISO 3166: “Códigos
de representación
para nombres y
paises” E Sub-fondo Sección Serie
Chile=CL Directores Carlos Porter Correspondencia Tarjetas
Fig.4 Clasificación y signatura: Serie
ISO 3166: “Códigos calsificación ordenación Ordenación
de representación Numérica
para nombres y L FD CAP CO ta|1934 08_02 002
paises”
Chile=CL
Ordenación
Cronológica
Fondo plo ión as
Directores arlos Porter Correspondencia arjetas
Fig. 5 Clasificación, ordenación y signatura: Unidad documental
135
Katherine Pérez Lazcano
de
2
TES
1.4
MES
Código de referencia
Título
Fecha
Nivel de descripción
Volumen y soporte
2
As
2D
2.4
Nombre de productor (es)
Reseña biográfica
HistoriaArchivística
Forma de ingreso
|
2
$3
3.4
Alcance y contenido
Valoración, Selección y eliminación
Nuevos ingresos
Organización
4.1 Condiciones de acceso
4.2
4.3
4.4
4.4
4.5
Condiciones de reproducción
Lengua(s) escrita(s)
a) Características físicas
b)
Instrumentos de descripción
Requisitos técnicos
5 Existencia y localización (originales)
1
50 Existencia y localización (copias)
Unidades de descripción relacionadas
Notas de publicación
6.1 Nota
yes] Nota del archivista
DA
YES
Reglas o normas
Fecha(s) de la(s) descripción(es)
Fig. 6 Ficha de descripción
LA CONSECUENCIA DE DIFUNDIR INFOR-
MACIÓN VALIOSA
La información suele definirse como datos
significativos que organiza el pensamiento hu-
mano, además permite que el hombre adquie-
ra el conocimiento necesario para entender el
entorno donde está inserto.
En épocas pasadas, tener acceso a la infor-
mación era complejo, debido a las ideologías
que censuraban información, que para ellos
no era de provecho, dificultando así el ac-
ceso al conocimiento de diversas temáticas.
136
En base a lo anterior, en la actualidad estas
dificultades están siendo superadas, en gran
medida, gracias a la aparición de nuevas tec-
nologías de información y comunicación, lo
que ha llevado a caracterizar la fase actual del
desarrollo como la “sociedad de la informa-
ción”. (Romero, 2002, p. 426).
Respecto a los museos y la información, bus-
can vincularse cada día más para construir
relaciones dentro de la sociedad, para habi-
tuarse a los cambios que se presentan en esta
época mediante el uso de la comunicación.
Los museos y la comunicación se han transfor-
mado en las nuevas herramientas de dialogo y
sociabilidad con la gente, manteniendo redes
de comunicación activa para el aprendizaje y
el conocimiento del público que accede a la
institución en busca de información y cono-
cimiento. Cordón € Gonzáles (2015) señalan
que, “en última instancia, los museos deben
utilizar la comunicación para llegar a la so-
ciedad quien, finalmente, deberá respaldar
estos centros. La comunicación debe servir al
museo para establecer relaciones duraderas y
de conocimiento mutuo entre su público (...)”
(ps 155)
Es sustancial que los museos creen redes de
información y conocimiento, para difundir
información valiosa que se almacenan en los
archivos históricos, teniendo por consecuen-
cia positiva un avance importante en el campo
de la ciencia, el conocimiento y la informa-
ción, puesto que impulsa procesos dinámicos
y provechosos para acrecentar el aprendizaje
social. Este aprendizaje social logra fortalecer
las capacidades y habilidades de la comuni-
dad en general, que se apodera de la infor-
mación que los archivos históricos entregan
mediante sus fondos documentales. Por lo
tanto, los archivos históricos y su información,
juegan un papel importante para el desarrollo
de la investigación y el conocimiento ponien-
do a disposición la memoria histórica de su
institución.
REFLEXIONES FINALES
A modo de reflexión, es importante recalcar
que la creación de un archivo histórico, den-
tro de una institución, cumple un papel fun-
damental, ya que son vitales y necesarios para
la divulgación del conocimiento, la memoria
histórica y comprensión del pasado.
Ahora bien, desde el punto de vista del Ar-
chivo Histórico del Museo de Historia Natural
de Valparaíso, es importante que sus fondos
documentales sean divulgados y puesto a dis-
posición de la comunidad y especialmente a
los investigadores, debido a que existe mucha
información sobre esta institución que no se
ha conocido y profundizado en los trabajos
de investigación.
Desde la perspectiva del Museo de Historia
Natural de Valparaíso, se reflejan tres aspectos
importantes, que se traducen a consecuencias
positivas a causa de la difusión de informa-
ción valiosa que poseen sus fondos documen-
tales. Estos aspectos son:
- Interés de los usuarios por conocer y
aprender, sobre la memoria histórica de la
institución, creando redes de información
para el intercambio de información y ex-
periencia.
- — Aumento en las investigaciones en el cam-
po científico, en base al desarrollo como
institución y su acervo documental.
- Crecimiento en el campo cultural, tenien-
do presencia no solamente en la ciudad
de Valparaíso, sino que también en sus al-
rededores.
La difusión de la información juega un papel
importante dentro del Museo de Historia Na-
tural, dado que esta es una herramienta funda-
mental para progreso de la institución, trans-
mitiendo al usuario la información requerida
cuando se acerca a consultar los fondos do-
cumentales que se han trabajado para la crea-
ción del Archivo Histórico.
Por otra parte, la difusión de la existencia y
de la información concreta que existen en los
fondos documentales del Archivo Histórico de
Museo de Historia Natural, promueve redes
de información, que no solamente se puedan
conectar a nivel regional, sino que también
pueda vincularse a nivel nacional e interna-
cional. Romero (2002) señala lo siguiente, res-
pecto a las redes de información:
137
Organización, clasificación e identificación documental del...
El propósito de las redes es mantener actuali-
zados a los científicos, empresarios y, en gene-
ral, a toda la comunidad, en los últimos avan-
ces del conocimiento, con el fin de impulsar
la investigación básica y aplicada de punta,
que permitan elevar la competitividad de los
países en los diferentes entornos. (p. 430)
En definitiva, la difusión y la información
son elementos importantes para el pro-
greso de una institución, puesto que la in-
formación es un componente inherente y
primordial en el desarrollo de la humani-
dad.
AGRADECIMIENTO
Se agradece al Museo de Historia Natural
de Valparaíso, por darme la oportunidad de
realizar mi práctica profesional y conocer a
fondo el acervo documental que poseen, que
sin duda es un aporte tremendo al desarrollo
social de Valparaíso y de Chile. Agradezco
la posibilidad de realizar este trabajo, hecho
con todo la dedicación y empeño. Por último,
agradezco a Vivian Cordero Peñafiel, encar-
gada de la Biblioteca Científica Especializada
John Juger y supervisora de práctica, por trans-
mitir a mi persona el interés por la investiga-
ción y el mundo de los archivos. Gracias.
BIBLIOGRAFÍA
Cordón, D. y Gonzáles, D. 2015. Museo y Co-
municación: Los nuevos medios como herra-
mienta de diálogo y sociabilidad de la institu-
ción. El uso de Twitter por el Museo del Prado,
Museo Thyssen-Bornemisza y Museo Reina
Sofía. Fonseca, Journal of Communication,
12. Disponible en http://nuevamuseologia.
net/wp-content/uploads/2016/07/estudiore-
des.pdf [Consulta: septiembre, 2018]
De Mello, C. (2013). Patrimonio, memoria y
educación: una visión museológica. Memoria
y Sociedad, 17(35). Disponible en http://revis-
tas.javeriana.edu.co/index.php/memoysocie-
dad/article/view/8330 [Consulta: septiembre,
2018]
Heredia H., A. 1991. Archivístico general:
Teoría y Práctica. Sevilla, España: Diputación
Provincial de Sevilla.
Heredia Herrera, Antonia. 2003. La norma
ISAD (G) “Análisis crítico”: Norma interna-
cional para la archivística.
Hernández, S. 2012. La evolución de los mu-
seos y su adaptación. Cultura y Desarrollo, 8.
Disponible en http://www.lacult.unesco.org/
docc/evolucion_museos.pdf [Consulta: sep-
tiembre, 2018]
Martín, C. 2009. Conceptos y función de ar-
chivos: Clases de archivos el sistema archi-
vístico español. Temas de Biblioteconomía.
Disponible en http://eprints.rclis.org/14058/1/
sisarchivesp.pdf [Consulta: agosto, 2018]
Rendón, M. 2000. Universum: El museo como
medio de comunicación. Cultura Científica y
Cambio Social. Disponible en http://www.
somedicyt.org.mx/congreso_2003/Memorias/
descargas_pdf/museos_centros/descarga_ren-
don.pdf [Consultada: septiembre, 2018]
138
Romero, A. 2002. Las redes de informa-
ción y su importancia para la investigación
científica. Revista Venezolana de Gerencia,
7(19). Disponible en http://www. redalyc.org/
pdf/290/29001906.pdf [Consulta: agosto,
2018]
Santelices, C. y Guzmán, C. 2010. Constitu-
ción de Archivos de Arte. Valparaíso, Chile:
teinvento.
Shellenberg, Theodore R. 1959. Modern ar-
chivies: principles and techniques. Chicago:
University of Chicago press.
ANALESTE- Volumen 31, 2018. Páginas 139-157
MAL DN Investigaciones Históricas
ANÁLISIS GEO-HISTÓRICO DE LAS CONDICIONES DE HABITABILIDAD DEL
SECTOR ORIENTE DEL ALMENDRAL DESDE TIEMPOS PREHISPÁNICOS HASTA EL
SIGLO XX
GEO-HISTORICAL ANALYSIS OF THE HABITABILITY CONDITIONS OF THE EASTERN SECTOR OF THE ALMEN-
DRAL FROM PRE-HISPANIC TIMES TO THE 20TH CENTURY
Nataly Hernández Moraga* 8 Alejandro Osorio Estay**
RESUMEN: El sector del Almendral se ha configurado como una de las principales zonas para el
desarrollo urbano, sin embargo, hasta el siglo pasado carecía de la importancia que tuvieron las
inmediaciones del Puerto. El paisaje resultante de este proceso solo puede entenderse a partir
del análisis de las distintas formas en que los habitantes se han relacionado con el medio desde
tiempos prehispánicos hasta la actualidad, configurando con ello el patrimonio material e inma-
terial plasmado en prácticas culturales y en la propia fisonomía del Almendral.
PALABRAS CLAVES: paisaje cultural, patrimonio, higienismo, cultura Aconcagua, Almendral.
ABSTRACT: The Almendral sector has been configured as one of the main areas for urban devel-
opment; however, until the last century it lacked the importance of the areas around the Port. The
resulting landscape from this process can only be understood from the analysis of the different
ways in which the inhabitants have been related to the environment from pre-Hispanic times
to the present day, thus configuring the material and immaterial heritage embodied in cultural
practices and in the physiognomy of the Almendral itself.
KEY WORDS: cultural landscape, heritage, hygienism, Aconcangua culture, Almendral.
INTRODUCCIÓN el 1900? Al parecer la respuesta es afirmativa,
sin embargo esto no fue siempre así, hay un
Valparaíso suscita la imaginación de quien lo. descubrimiento que nos lleva a plantear este
visita, la imagen de un pasado de oro cargado sector como el de mayor valor para un grupo
de ingleses en la bolsa y un movimiento co- de individuos en un tiempo lejano donde Val-
losal de mercancías en el puerto. Sus vestigios paraíso no era Valparaíso.
aún son visibles en un sector que se ha carac-
terizado por su alto valor turístico: Cerro Ale-.. El hecho puntual es el descubrimiento en el
gre, Cerro Concepción e inmediaciones de la año 2016 de restos arqueológicos de un ce-
Matriz. Joaquín Edwards Bello nos menciona menterio indígena en el Almendral, justamen-
la otra cara; un Almendral aburrido desgasta- te bajo la plaza O'Higgins lo que desecha la
do y viejo que no llama en mayor medida la ¡dea de este sector como una playa vacía solo
atención de los hombres del gran mundo ¿Se- con algunos indios changos en condiciones
guirá el Almendral siendo la periferia aún en cuasi salvajes. Ahora bien ¿qué habrá encon-
* Profesora de Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Licenciada en Historia con Mención en Ciencias Políticas. Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso. nataly.hernandezmoragaQgmail.com
** Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Licenciado en Historia con Mención en Ciencias Políticas. Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso. alejandrosorioestayQgmail.com
Recibido: 30 de agosto 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
139
Nataly Hernández Moraga « Alejandro Osorio Estay
trado este hombre en dichas tierras para que
lo eligiera como su hogar? ¿Cómo se habrá
relacionado con el medio para generar con-
diciones de habitabilidad? ¿Cómo esto fue
cambiando en el tiempo hasta llegar a un Al-
mendral que para el año 1900 representaba
una periferia añeja y desgasta? La respuesta a
tales preguntas implican la realización de un
estudio geo-histórico del barrio denotando las
formas de habitabilidad dentro de las que se
inserta una idea de cómo relacionarse con el
medio entendiendo que las distintas lógicas
que subyacen para cada tiempo traspasan la
temporalidad correspondiente a un tipo de so-
ciedad. Es preciso señalar que estas distintas
formas en que el hombre habita no son ex-
cluyentes por lo tanto se genera una superpo-
sición de estas en la cual se va creando un
paisaje donde el habitante deja una huella de
su paso y de su relación con el medio configu-
rando los principales ejes de lo que entende-
mos hoy como paisaje vivo donde confluyen
aspectos naturales, sociales y culturales.
Poder entender a cabalidad cómo nos plantea-
mos frente al paisaje precisa de comprender
cómo este se ha configurado históricamente,
en este sentido la incorporación de nueva evi-
dencia al desarrollo histórico de las relaciones
entre lo natural y cultural viene a llenar una
serie de vacíos que ponen en valor una forma
de vincularse con la naturaleza radicada en la
sustentabilidad. Esta línea interpretativa se vin-
cula directamente con el desarrollo de los con-
ceptos de paisaje y patrimonio ya que como
resultado de una serie de procesos, nuestra
cultura y las formas de vinculación social y
con el medio han configurado un paisaje cul-
tural dentro del cual no podemos desdeñar el
aporte de las sociedades prehispánicas, ya que
estas fueron la base para dar forma a lo que so-
mos hoy en un proceso marcado por cambios
y continuidades que no son más que el fiel re-
flejo de la complejidad en la conformación de
la sociedad y cultura a la cual pertenecemos.
MÉTODO
El enfoque que presenta esta investigación
apunta hacia el análisis geo-histórico, donde
se destaca como punto de partida “el grupo
social del que forma parte el individuo, ya sea
la tribu, el clan, la casta, la identidad. Este gru-
140
po social tiene unas exigencias espacio-tem-
porales para su realización que condicionan el
desarrollo y la vida de cada uno de sus miem-
bros” (Orella, 2010). Por lo tanto entendemos
este enfoque desde lo interdisciplinario donde
confluyen la historia, geografía, las ciencias
sociales y otras ciencias auxiliares que ayu-
den a dilucidar la relación entre la sociedad y
el medio físico. En este sentido la geo-historia
aborda el espacio construido por el hombre
en su constante interacción de producción y
reproducción, siendo determinado a su vez
por las condiciones históricas en que se inser-
ta. Tal espacio aparece en el momento en que
la intervención del hombre se hace efectiva,
es por ello que para el estudio geo-histórico
del Almendral en la conformación del paisa-
je cultural se hace necesario partir desde los
tiempos prehispánicos dejando atrás un en-
foque histórico europeizante donde el punto
de partida de todo análisis es la llegada del
español a la bahía.
MATERIALES
Para el desarrollo de esta investigación se ha
realizado un trabajo que conlleva análisis de
fuentes cartográficas, fuentes escritas y análi-
sis de material arqueológico.
El trabajo con cartografía histórica es de vital
importancia para dar una dimensión espacial
a los procesos que se llevan a cabo en un de-
terminado momento histórico. Por otro lado
los mapas históricos como un producto cul-
tural de una determinada época, arrojan lu-
ces sobre el pensamiento de esta, es decir, el
resaltar un elemento sobre otro o una simple
omisión puede derivar en aspectos que para
ese tiempo podían o no relevantes al momen-
to de pensar en el medio natural. Las fuentes
cartográficas consultadas se extienden desde
los primeros mapas del siglo XVIII hasta la re-
construcción del Almendral posterior al terre-
moto de 1906.
Las fuentes escritas arrojan por lo demás
una serie de evidencia que se complementa
con los elementos cartográficos, entre ellas
se recurre a registros de ventas de lotes del
Convento La Merced que corresponde a los
actuales terrenos entre Avda. Francia y Avda.
Argentina. Estos documentos insertos entre el
siglo XVIII y el XIX aportan con una aproxima-
ción a las formas de habitar y permiten deter-
minar aspectos relevantes del entorno natural
en que se insertan. Por otro lado testimonios
de viajeros como Amadeo Frezier en el siglo
XVIII, cronistas del siglo XVI como Jerónimo
de Vivar y Mariño de Lobera nos aportan des-
cripciones que dan ideas del entorno pero que
deben ser entendidas en su debido contexto.
Por otro lado como una fuente de información
más cercana se presenta el diario de Mary
Graham que relata en un afán descriptivo con
alto apego a la realidad la sociedad porteña
entre los años 1820 y 1822 cuyo aporte radi-
ca principalmente en la reconstrucción de la
desaparecida flora en las quebradas además
de algunas formas de ocupación ya desapa-
recidas.
Un último grupo de fuentes son los restos ar-
queológicos encontrados en el sitio de la Pla-
za O'Higgins que nos aportan una base mate-
rial sobre los usos y costumbres de los grupos
Aconcagua que allí se asentaron, pudiendo
desprender de ello la relación que generan
con su entorno a partir del aprovechamiento
de recursos y lugares de asentamiento. Den-
tro de estos se encuentran restos humanos,
cerámicos, óseos y malacológicos que arrojan
información relevante sobre hábitos que estos
grupos pudieron desarrollar.
El desarrollo de esta investigación se plasma
en cuatro subcapítulos donde se tratará a partir
de distintos hitos históricos las distintas formas
de habitar y vincularse con el medio, en este
sentido los subcapítulos serán la Ocupación
Aconcagua (hasta el siglo XVI); Utilización
como sector rural (siglo XVI — XIX); Proceso
de urbanización y expansión del Puerto (XIX
hasta fines del mismo); Procesos de recons-
trucción del Almendral (1912).
PERÍODO PREHISPÁNICO (1300 - 1540 D.C.)
Para comenzar podemos establecer la impor-
tancia que tiene el paisaje en el desarrollo de
los individuos que lo habitan, puesto que la
mayor cantidad de relaciones que se estable-
cen ocurren en él, por lo mismo y conside-
rando lo planteado por Tarroja (2006) donde
la idea de paisaje aparece como un concep-
to fundamental para expresar la realidad y su
141
Análisis geo-histórico de las condiciones de habitabilidad...
imagen desde la perspectiva de la compleji-
dad y como un reto para poder aprender y
comprender como se presenta en los distin-
tos procesos territoriales, se hace menester el
poder analizar el territorio que presentaba la
bahía de Valparaíso en un primer momento, es
decir, antes de la llegada de los españoles al
territorio, puesto que aquel paisaje guarda
toda la herencia cultural, material como idea-
cional que nos será transmitida a la posteri-
dad, principalmente por medio de la costum-
bre, donde muchos de los usos que se dieron
al paisaje durante este periodo se mantuvie-
ron en épocas posteriores.
Cada generación heredará bienes que por algu-
na razón la anterior había seleccionado por su
funcionalidad, o bien relegando o adquiriendo
otros, ya sea por la creatividad o por la necesi-
dad de tomar prestamos de otra cultura. Estos
se tratan de rasgos muy significativos de alguna
comunidad que no son más que el resultado de
la experiencia histórica y de las relaciones que
los individuos que conforman dicha cultura es-
tablecen con el medio y que contribuyen en la
formación de la identidad “En las llamadas so-
ciedades tradicionales los vegetales no son solo
el soporte material con el que satisfacer las ne-
cesidades, sino también cumplen una función
simbólica importante” (Pardo de Santayana,
2003, pp.174). Dicho esto es que llevaremos a
cabo un análisis de los recursos que se encon-
traban disponibles en la bahía de Valparaíso en
tiempos prehispánicos y que sí bien en un pri-
mer momento se pensó que estos no ofrecían
las posibilidades de la existencia de un asenta-
miento permanente, a raíz de los hallazgos que
se produjeron en la plaza O'Higgins llegamos a
establecer que en el sector el Almendral si exis-
tieron las condiciones para que un grupo de
individuos de la cultura Aconcagua se asentara
de forma permanente.
Si bien los relatos históricos se han encargado
de implantar la idea de que Valparaíso inicia
su vida con la llegada de los españoles y que
su auge se iniciaría durante la República en el
siglo XIX, siendo descrita como una bahía de-
sierta. La obra de Benjamín Vicuña Mackenna
habría influenciado la creación de un relato
que llama a imaginar un Valparaíso despobla-
do y solo con unas pobres caletas de pescado-
res aborígenes.
Nataly Hernández Moraga « Alejandro Osorio Estay
El relato de Vicuña Mackenna en sí podría pa-
recer bastante verídico, sin embargo hay que
tomar con cautela lo que este señala, ya que
su prosa en ocasiones resulta de una gran ima-
ginación y puede llevar a algunos errores de
interpretación. Sus escritos sobre los changos
que habitaban Valparaíso pueden arrojar algu-
nas ideas sobre otro tipo de asentamiento re-
lativo a las quebradas señalando que “tenían
sus cabañas en los declives o en el fondo de
aquellas estrechas gargantas para aprovechar
el beneficio de los riegos en sus escasos sem-
brados de maíz” (Vicuña Mackenna, 1938,
pp.33). Tales afirmaciones se contradicen con
los estudios realizados respecto a las costum-
bres de los changos y con las crónicas que
señalan la inexistencia de poblaciones per-
manentes, si bien señala que se trata de un
pueblo de indios, esto genera grandes dudas
respecto a que aborígenes se trata.
Lo que nos llevó a pensar en la posibilidad de
la existencia de un asentamiento Aconcagua
radica en primer lugar en la toponimia, ya que
en el lugar se encuentran agrupados casi la
totalidad de los topónimos que dan cuenta de
los recursos naturales que entregaba la bahía
de Valparaíso.
Al momento de la creación del nombre de
algún lugar existieron dos grandes clases de
topónimos, aquellos motivados por alguna ca-
racterística del terreno y los que recibieron su
nombre desde una motivación de simples dis-
tintivos. Son los primeros de ellos los que nos
ayudarían entregándonos luces de cuáles fue-
ron las características geográficas presentes en
Valparaíso antes de la llegada de los españo-
les, puesto que muchos de ellos se mantuvie-
ron en el tiempo y tal como señala Leopoldo
Sáez “los primeros son muy importantes en el
sentido que ofrecen una visión, a veces muy
precisa de la topografía antigua de la ciudad,
de sus plantas, animales, de las actividades
humanas y de las creaciones materiales o es-
pirituales de sus habitantes” (Sáez, 1965).
Existen según Sáez topónimos que surgen
de la relación que se da entre el lugar y el
nombre, es decir, que el nombre describe al-
guna cualidad sobresaliente del terreno que
lo caracteriza o lo distingue. Dentro de ellos
tenemos los descriptivos y los no descriptivos
142
siendo los primeros los que dan cuenta de las
características geográficas, ya que estos son
denominaciones basadas en la flora y en la
fauna presentes en el lugar, dichas denomina-
ciones que se fundan en nombres de plantas,
árboles o arbustos conservaron a menudo el
nombre que daban los indígenas a dicho ve-
getal, posteriormente muchos pasaron al idio-
ma español común e incluso al lenguaje más
científico.
Teniendo en consideración lo dicho ante-
riormente es que el sector del Almendral que
se ubica en el llano entre las actuales Plaza
O'Higgins y la Avenida Argentina, toma gran
importancia ya que dicho lugar como dijimos
anteriormente es donde se concentra la ma-
yor cantidad de topónimos del tipo descripti-
vos presentes en la bahía de Valparaíso.
Tomado en consideración lo planteado ante-
riormente y además teniendo en cuenta que
los usos que se le daban a determinadas zo-
nas se van manteniendo a través del paso del
tiempo, todo apunta a que efectivamente los
indígenas si habrían desarrollado actividades
agrícolas en el sector. Sabido es que los pue-
blos prehispánicos también complementaban
la agricultura con la caza y la recolección de
frutos. En ese sentido podemos agregar que
dentro del sector también se localizaban to-
pónimos como la Quebrada de los Cherca-
nes y Quebrada los Pequenes que apuntan a
la presencia de pequeñas aves que podían ser
cazadas por los indígenas para su consumo,
y con respecto a la recolección nos encontra-
mos con la presencia de frutos como el maqui
y el lúcumo silvestre, si bien en la actualidad
estas especies están prácticamente extintas,
en esos tiempos efectivamente si era común
su presencia, principalmente en las quebradas
con sus respectivos nombres.
El segundo elemento que nos da cuenta del
asentamiento que existió en el sector, es la
existencia “por el sur el anfiteatro de cerros
que encierra el sector denominado La Rin-
conada (actual Av. Hontaneda)” (Álvarez y
Navarro, 1994, pp. 98), este elemento es de
suma importancia teniendo en cuenta que
gran parte de los asentamientos de tipo Acon-
cagua, sino se instalaban en zonas altas de
los valles lo hacían en las partes bajas de las
denominadas Rinconadas “aunque estos gru-
pos también debieron haber instalado sitios
de caza y avistadero en las zonas altas de los
valles, los sitios más numerosos e importan-
tes corresponden a extensas dispersiones de
materiales ubicados en las terrazas fluviales o
en las partes bajas de rinconadas, en donde
debieron haber levantado sus estructuras ha-
bitacionales y pequeñas plantaciones” (Pávlo-
vic, 2003, pp. 36), este terreno le entregaba la
posibilidad de disponer de agua fresca perma-
nente por la presencia de un estero llamado
Estero de la Rinconada, también se encontra-
ba provisto de dos quebradas la de Pocuro y
la de las Cañas, se encuentra aledaño al Estero
de las Zorras y al de Jaime, esto le entregaba
una fuente importante de recursos hídricos,
además los Aconcagua acostumbraban utili-
zar las fuentes de agua de más fácil acceso en
desmedro de la utilización de grandes ríos “el
agua necesaria para sus cultivos era obtenida
de vertientes y aguadas cercanas, mucho más
fácil de utilizar que aquella perteneciente a los
grandes ríos y, a diferencia de la de estos últi-
mos, con un caudal escaso, permanente” (Pá-
vlovic, 2003, pp. 36), junto con eso debemos
destacar que el sector se encontraba en un lu-
gar estratégico protegido de las inundaciones
que acontecían.
Del mismo modo se encontraba aledaño a
un sector de utilización agrícola, lo que le
entregaba la posibilidad de poder instalar pe-
queñas plantaciones, prueba de que efectiva-
mente existió la práctica de esta actividad es
la presencia de un sector denominado como
el Rastrojo “el terreno está en el Almendral de
este puerto, su frente al norte de la calle de por
medio que por lo recién abierta no se le cono-
ce nombre pero que por su antiguo son cono-
cidos estos terrenos por el Rastrojo” (Álvarez
y Navarro, 1994, pp.34) ya su nombre nos
da señales de su uso en la actividad agrícola,
puesto que se llama rastrojo a este conjunto
de restos de tallos u hojas que quedan en un
terreno después de realizar la cosecha.
Los restos encontrados en Plaza O'Higgins
contribuyen de manera importante en el aná-
lisis que se puede realizar no solo del sector el
Almendral con respecto a los recursos natura-
les que lo componían, sino que también nos
abre una posibilidad de establecer el tipo de
143
Análisis geo-histórico de las condiciones de habitabilidad...
relación que llegaron a desarrollar los Acon-
cagua con su entorno, en ese sentido pode-
mos dar cuenta de una serie de plantas y ar-
bustos que les servían para el consumo, para
fines medicinales y algunos que se utilizaban
para la creación de tintes para teñir su vesti-
menta o en el decorado de su cerámica.
Dentro de la flora que había en el sector, nos
encontramos con especies como el litre ar-
busto y árbol xerófito, que puede producir en
las personas la aparición de ronchas o hincha-
zón, así lo describe Mary Graham cuando afir-
ma que “el litre cuyas hojas levantan ampollas
en las manos, es tan acre que las personas que
pasan á su lado quedan con la cara hincha-
da y es muy peligroso dormir a su sombra”
(Graham, 1822,pp.199) a pesar de eso sus fru-
tos abundantes pequeñas ciruelas negras son
comestibles y no producen daño alguno cuan-
do maduran. Asociado a la presencia del litre
podemos encontrar especies como el boldo
árbol frondoso de tronco torcido cuyo uso era
medicinal; el peumo que produce un fruto de
pulpa blanca y de carácter aromático el her-
vor de su corteza es empelado en la curación
de enfermedades de hígado y dolores reumá-
ticos; el quillay; romerillo de sus hojas y cor-
teza se preparan infusiones contra cólicos; el
maqui es un arbusto cuyo fruto es una baya
negra que se usaba para el consumo y para
teñir; el maitén de ramaje delgado y hojas fi-
nas se distingue por sus efectos antifebriles y
recomendado contra las molestias producidas
por el temido litre; el quilo; chequen o arra-
yan blanco es considerado muy curativo, em-
pleado en forma de infusión contra diarreas y
disenterías.
Continuando con lo anterior si tenemos en
cuenta que “el éxito de las poblaciones huma-
nas ha dependido del conocimiento y de la ma-
nipulación de su entorno y en el que las plan-
tas tienen un papel básico” (Graham, 1822, pp.
199) no es de extrañar que muchas de estas
plantas antes nombradas fueran aprovecha-
das de manera importante, por los indígenas,
dado el conocimiento que estos podían llegar
a desarrollar con su entorno por las capaci-
dades que disponían para el aprovechamiento
de los recursos naturales, conocimientos que
fueron capaces de resistir el paso del tiempo
y que a la larga pueden consagrarse como un
Nataly Hernández Moraga « Alejandro Osorio Estay
patrimonio cultural importante para las gene-
raciones posteriores.
Cabe agregar que los restos malacológicos
encontrados en Plaza O“Higgins dan cuenta
también del aprovechamiento que realizaron
los Aconcagua de los recursos marinos que les
entregaba el territorio, vemos la presencia de
un conchal con restos de caracoles, almejas,
locos, machas, erizos, jaibas, lapas y restos
óseos de peces. Además agregar que nos en-
contramos con la existencia de restos óseos
pertenecientes a la fauna local como aves te-
trápodos, que dan cuenta de la dieta que pudo
complementar la antes mencionada compues-
ta por plantas y frutos de los cuales disponían
en el sector.
EL PERÍODO COLONIAL (1540 - 1830)
La llegada de los españoles al territorio im-
plicó un hito trascendental dentro de la trans-
formación del paisaje, este a diferencia del
indígena semi nómade busca un lugar don-
de establecerse de forma definitiva llevando
consigo una lógica distinta de la utilización
de recursos, es por ello que vio en Valparaí-
so la posibilidad de encontrar en primer lugar
Sn ha | > A
E h 5 E
A ee. Jo le
BL .Fonilloe Math. Reg. del.
un puerto seguro que diera abrigo a las naves
proveniente del Perú; en segundo lugar que
tuviera recursos hídricos; y por último made-
ra para embarcaciones, edificación y leña. La
huella más visible del español en Chile será la
fundación de ciudades bajo el plano regular o
damero este denota en sí una lógica que “pre-
side tácitamente una voluntad ordenadora, a
la que se sobrepone un concepto dinámico so-
bre el uso de las cosas al servicio del hombre,
y no al revés” (Guarda, 1978). Sin embargo
para el caso de Valparaíso este se expande en
plano irregular ya que en palabras de Guarda
(1978, p.111) “su estrechez, determinada por
la topografía lugareña, generó una traza libre,
tortuosa, favorecida por el desarrollo de deter-
minadas circulaciones y el aprovechamiento
inteligente de los planos útiles de los cerros, a
los cuales, finalmente, terminaría por trepar la
mayor parte de la población”.
FACTORES DE HABITABILIDAD Y USOS DE
SUELO DEL ALMENDRAL
El estudio de El Almendral ha resultado his-
tóricamente dificultoso ya que al ser parte de
la periferia del reino no hay gran abundancia
de documentos que puedan dar una idea de
"TU 1%)
En
Mis
! E PEEL ie
i tr. al >= Ty e art Pp >
S 1 T- ER
dE Prol qual NA ” (1
Figura 1. Plano de la Bahía de Valparaíso por Louis Feuillée en 1709, se advierte la división entre el Puerto y el Almendral
buscando mostrar características generales de la bahía.'
1 Fuente: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b85965983.r=Baye%20de%20Valparaiso?rk=21459;2
cómo sucedieron las distintas transformacio-
nes durante el período colonial. Sin embargo
para compensar dicha falta se acude a distinto
tipo de fuentes, en este caso; fuentes cartográ-
ficas y documentales referentes tanto a cróni-
cas de viaje como a los archivos del Convento
de La Merced ubicado en el Almendral.
La cartografía histórica de este período se re-
monta a inicios del siglo XVIII, entre las pri-
meras se cuenta el plano de la Bahía de Val-
paraíso (Figura 1) de Louis Feuillée que data
de 1709. En este si bien no se señala detalles
claros del medio físico, sí se puede observar
la diferenciación entre ambos sectores sepa-
rados por un peñasco —Punta del Cabo. Lo re-
levante de este plano es que se pone en valor
una supuesta urbanización del sector Puerto
en contraposición de un Almendral desierto
visto más como una bahía arenosa. Es preciso
frente a esta representación comprender que
cualquier omisión o exageración de datos car-
tográficos es una evidencia del pensamiento
de la época dando mayor relevancia para este
caso al elemento urbano bajo la idea del do-
minio de la naturaleza.
La cartografía de la época es variada y por
lo tanto cada uno de los mapas busca resal-
tar distintos aspectos, sin embargo hay una
mi rr pu
X
Figura 2. Plano de la Bahía de Valparaíso por Le Gentil 1728 (Vásquez et al. 1999).
Análisis geo-histórico de las condiciones de habitabilidad...
relación entre ellos que arroja grandes luces
sobre cómo se fue configurando el Almen-
dral y que apoyan la tesis de un sector semi
rural. En esta línea el plano “Perespective de
Valparayso” (Figura 2) de Pierre Montier deja
de lado los cursos de agua que fueron repre-
sentados por otros autores dando mayor rele-
vancia a la vegetación en el sector. La repre-
sentación evidencia un contraste entre ambos
poblados siempre dentro de la exageración,
teniendo por un lado el Puerto con sus alma-
cenes, baterías, fuertes y otros elementos que
denotan una considerable población dentro
de un espacio reducido y por el otro el Al-
mendral como un espacio más amplio pero
cuya iconografía denota una población aisla-
da destacando el Convento de la Merced. Se
puntualiza además por medio de la iconogra-
fía la vegetación, que en dicho sector es nu-
merosa frente a la nula incorporación de este
elemento dentro del sector Puerto — esto más
allá de ser un elemento cartográfico se pre-
senta como dibujos complementarios o expli-
cativos (Crespo Sanz, 2003). Si bien no hay
un plano urbano tal como lo conocemos, hay
componentes que nos ayudan a reconstruir la
fisonomía del sector a partir de la iconografía
que el cartógrafo decide incluir lo que deben
ser tomados como una representación más
que la realidad misma.
e e Td =
pl a q.”
des pa. o >
ep
LA
Nataly Hernández Moraga « Alejandro Osorio Estay
Además de los elementos como vegetación y
cursos de agua hay algunas representaciones
que ponen en relevancia accidentes geográ-
ficos como quebradas y cerros, intentando
representarlos con una mayor exactitud, esto
surge principalmente en la cartografía de la
segunda mitad del siglo XVIII a partir de un
crecimiento en el interés por conocer el terri-
torio, cuya base es la nueva cultura científica
que apunta al aprovechamiento de los recur-
sos por medio de su conocimiento exacto?
(Saldaña, 1995, p.47). Es por ello que irá des-
apareciendo la iconografía dispersa para ser
reemplazada por elementos convencionales
en la representación del territorio, dando ori-
gen a una cartografía más exacta.
Dentro del perfeccionamiento de la represen-
tación cartográfica el Plano de Puerto de Val-
paraíso de 1790 (Figura 3) resulta de gran re-
levancia dada la complejidad y minuciosidad
con que se presenta el Almendral, en él se pue-
de ver en detalle la parcelación y ocupación
del suelo distinguiendo claramente lo urbano
de la rural diferenciando la tierra dedicada a la
producción agrícola con otros tipos de vegeta-
ción. Entre los elementos a destacar del plano
para comprender las formas de habitar en este
sector se tienen: los cursos de agua de Las Zo-
rras; quebrada de Los Lavados y la formación
de una laguna cercana a su desembocadura;
destaca como único elemento de vialidad la
Calle Real o Calle Vieja (posteriormente Vic-
toria) en torno a la cual se visualizan algunas
construcciones presumiblemente de viviendas.
EN e
3 si -
,l ¡ * e
"e e
he ef Pa ”
ho i 23 e
A ] " 1 4 ¡E |
S - Ú QS: 2
> a. *
A E M> y E
A A E A | de
Figura 3. Detalle de plano de El Almendral de 1790 (En
Vásquez et al. 1999). Se configura un incipiente núcleo
urbano en torno a la calle principal que evita la línea de
inundaciones costeras.
2 Soto, Diana, Miguel Puig-Samper y Luis Arboleda (editores), La
ilustración en América colonial. Madrid, Ediciones Doce Calles, 1995, p. 47
146
Ahora bien de dicha aproximación cartográ-
fica es preciso situarse en el sector contenido
entre el estero de Jaime y Las Zorras que es la
principal área de estudio. En esta hay elemen-
tos que la cartografía de la bahía no considera
por ser considerados de menor importancia
para el establecimiento del Puerto. Con tales
datos tomados desde una aproximación gene-
ral a las características de la zona es preciso
profundizar en sus dinámicas de relación con
el medio, para lo cual las fuentes relativas a
terrenos del Convento la Merced -ubicado
en las inmediaciones de la Rinconada- como
también esquemas sobre los terrenos y su di-
visión de aguas permiten establecer nuevas y
más detalladas relaciones de habitabilidad.
Dentro del plano de la Estancilla del Almen-
dral (Figura 4) los principales elementos que
permiten reconocer las dimensiones del pla-
no son: Estero que baja del cerro que llaman
Salto del Agua (Estero las Zorras); Convento la
Merced; Camino que baja del Alto del Puerto
al Almendral y Estero que baja por la quebrada
y da agua a todo el Almendral (Estero la Rin-
conada). Este último punto además de quedar
establecido geográficamente, permite enten-
der cómo se realizaba el aprovechamiento del
recurso hídrico precisando que la quebrada
señalada pertenecería a la de Pocuro que jun-
to con la de las Cañas formarían el cauce del
Estero de la Rinconada por lo que es clara la
importancia atribuida a estos cursos de agua
para el desarrollo de la incipiente población.
Las compraventas de tierra -documentos que
pertenecen al Convento de La Merced- permi-
ten abordar aspectos puntuales de la fisono-
mía de El Almendral en el siglo XVIII. Dentro
de dichos documentos se puede encontrar
descripciones de primera mano como lo seña-
la el extracto en relación a los deslindes y lo
que en estos hay:
“ (...) un sitio de tierra con lo edificado y plan-
tado que tengo en el Almendral, en parte no-
toria, y conocida que es el mesmo que poseia,
y vivia fabricado, todos de adobes y tapias, y
enmaderado, como para de teja (...)'
3 Copia de escritura de venta del sitio del Almendral por Juan
Velázquez de Covarrubias a Jerónimo Vera. 1715. Archivo provincial de
la orden Mercedaria de Chile (APOM). Fondo histórico. MS. 0673. 1.225.
A
sal
Figura 4. Estancilla del Almendral 1771 (En Vásquez et al.
1999) Se reconoce tanto el estero de Las Zorras (abajo)
como el estero de la Rinconada (arriba) que pasa en las
cercanías del convento de La Merced.
El tipo de edificación señalado: tapias, ado-
bes, madera y tejas, arroja además del aspecto
visual que pudo haber tenido el sector la no-
ción sobre la utilización de recursos, que en
el caso de Valparaíso como un Puerto aislado
necesitaba de los recursos locales para edifi-
car y suplir las necesidades. Con ello se puede
relacionar cómo los materiales de construc-
ción en base a los elementos naturales que
rodean a los habitantes van conformando un
paisaje específico y diferenciado.
En otro aspecto las referencias realizadas para
demarcar los deslindes de los terrenos com-
prados por la falta de una regulación clara se
sientan sobre elementos del paisaje:
En cual dicho pedazo y desde un quilo que
está entre un manzano y un rancho que yo
tenía por cocina en la vivienda antigua, cuyo
quilo linda con un peral, que está en la otra
parte del estero en tierras de Doña Magdalena
Veas y hace derecera a una quebradita o ver-
tiente angosto, que está a las faldas del cerro
conjunto al dicho peral: y desde el dicho quilo
tirando para el mar llevando por costado por
la parte baja del estero que divide tierras con
Doña Magdalena Veas: y por el otro costado
los paredones antiguos exceptuando en este el
hueco donde tengo labrado un horno de teja
con sus entradas y salidas para su beneficio,
hasta donde rematan los dichos paredones.
147
Análisis geo-histórico de las condiciones de habitabilidad...
Con la derecera a unos peñascos del cerro
de la dicha Magdalena Veas en que se hallan
algunos almendros dejando camino real a ori-
llas de dicho estero que divide dichas tierras”.
A partir de los deslindes de Bocanegra se pue-
de reconstruir un paisaje rural en base a árboles
frutales como perales, manzanas y almendros
mezclados con flora nativa como el quilo entre
otros, que en conjunto con los cursos de agua
mencionados serán los puntos de referencia
que se utilizarán para realizar las demarcacio-
nes de terrenos y precisar sus dimensiones. Este
paisaje colonial se condice además con lo que
posteriormente señalaría Mary Graham hacia
1822 respecto al Almendral donde “en todas
las chacras hay un huerto o arboleda, pequeño
sin embargo, y pocas son las que no tienen su
pequeño jardín” (Graham, s.f., p. 162).
Las relaciones entre cartografía histórica y do-
cumentos de ventas de terreno dejan algunos
aspectos claros respecto a los elementos que
generan posibilidades de habitabilidad para el
hombre hispano. Por un lado se tiene una ex-
tensión de tierra con potencialidad para desa-
rrollar actividades agrícolas, por otro lado un
suministro variable pero constante de agua,
un inagotable suministro de construcción en
cuanto a elementos de barro (tejas, vasijas y
adobes) además de madera para construcción
de vivienda y embarcaciones.
La relación por lo tanto entre el habitante y su
medio está marcada por el uso directo de los
recursos naturales recurriendo al entorno para
desarrollar las actividades cotidianas. Se pue-
de establecer así que esta forma particular de
habitar respecto a la relación con la naturaleza
presenta una serie de continuidades desde el
período prehispánico. Este antiguo habitante
de la bahía se relacionaba directamente con
lo que el medio ofrece para su subsistencia
tomando cuanto tiene a disposición, generan-
do una relación de sustentabilidad del cual
depende su permanencia en el tiempo. Tales
prácticas surgidas en el marco de lo semi ru-
ral se mantendrían hasta avanzado el período
Republicano.
4 Deslinde de las tierras del Alférez Don Juan de Bocanegra:
a quien vendió en el Almendral el cura Dn. Juan Velásquez de
Covarrubias. 1714. Archivo provincial de la orden Mercedaria de
Chile (APOM). Fondo histórico. MS. 0673. 1.178.
Nataly Hernández Moraga « Alejandro Osorio Estay
RELACIÓN CON LOS RECURSOS
En primer lugar nos remitiremos al suministro
de agua ya que el Almendral tiene como carac-
terística un número considerable de quebradas
con un curso permanente de agua: Las Zorras
al oriente; Estero la Rinconada (Pocuro), Este-
ro de Jaime o las Piedrecillas y la Aguada ha-
cia el poniente. De dichos esteros que bajan
de las quebradas cobra vital importancia para
este período el de Pocuro o la Rinconada que
como señalaba el Plano de la Estancilla del
Almendral (Figura 4), da agua a todo el sector
corriendo en dirección poniente hasta juntarse
con el de Jaime ofreciendo una gran alternati-
va de aprovechamiento hídrico para regar las
chacras y árboles que se disgregan por el plan
aumentando la productividad de los terrenos
con suelos relativamente fértiles, los mismos
con los que años más tarde Mary Graham (s.f.,
p.184) se deleitaría, destacando cómo el uso
del estero Pocuro conlleva a que prácticamente
desaparezca antes de juntarse con el de Jaime
dado el extenso uso de sus aguas traducido en
innumerables subdivisiones.
Las quebradas con cursos permanentes o se-
mipermanentes ofrecen barro y arcilla, ne-
cesarios para la confección de artefactos de
uso diario y de construcción, como el adobe,
ladrillo y las tejas. La producción alfarera de
cántaros, ollas y vasijas se llevará a cabo espe-
cíficamente en el sector de la Rinconada como
señala Graham (s.f., p. 184) donde se puede
observar un estilo de vida precario ligado a
la periferia del sector rural. Es posible que La
Rinconada sea el predilecto para toda la pro-
ducción relacionada con este material ya que
los hornos de tejas y ladrillo también se encon-
traban instalados hasta entrado el siglo XIX en
este sector (Álvarez y Navarro, 1994), lo que es
un indicador de la abundancia del material re-
lacionado específicamente con las quebradas
— Pocuro y Las Cañas. Se puede inferir que en
estas mismas quebradas se extraía la madera
necesaria para la construcción ya que como se
menciona en el apartado anterior, es en estos
espacios donde se desarrolla la mayor diversi-
dad y cantidad de especies arbóreas.
El uso de recursos presenta continuidades en
la vinculación con el medio de forma directa,
algo que los habitantes prehispánicos tam-
148
bién realizaban, sin embargo hay una dife-
rencia radical: Mientras el indígena (Cultura
Aconcagua) es semi nómade tomando sólo
los recursos necesarios de la naturaleza y de-
dicando una incipiente actividad agrícola por
temporadas, el colonizador hispánico posee
una lógica de dominar la naturaleza a su favor
materializada en asentamientos permanentes
con una agricultura que utiliza métodos más
avanzados que el indígena y que se relaciona
también con generar un excedente que puede
ser comercializado. Dentro de las continui-
dades además de la relación directa con la
naturaleza hay una ocupación de los mismos
lugares como base productiva que el habitan-
te prehispánico utilizó, es decir: el Almendral
para la agricultura, la Rinconada y sus que-
bradas como suministro de agua, el material
para alfarería y construcción.
CONSTRUCCIÓN DEL PAISAJE RURAL
COLONIAL
El período colonial fue para el Almendral y
todo Valparaíso de un gran letargo respecto al
desarrollo urbano, sus elementos más sobre-
salientes estaban ubicados en el sector Puerto,
destacando los fuertes, almacenes y el palacio
del gobernador. En contraposición a esta inci-
piente urbanización, el Almendral se presenta
como un núcleo rural donde la trama vial se
reduce sólo al Camino Real que llegando al
estero Las Zorras se subdivide entre el camino
a Santiago y a Quillota.
Analizando el plano de Valparaíso de 1790
(Figura 3) y estableciendo proyecciones con
los demás del siglo XVII! se identifica la com-
binación de dos tipos de poblamiento rural:
En primer lugar una compactación en el área
cercana a una iglesia que en este caso sería
el Convento de la Merced y en segundo lugar
una aldea caminera donde las viviendas se
van dispersando en torno al camino Real. Por
lo tanto y según las tipologías de poblamiento
rural establecidas por Capel (2002), se tiene
una aldea lineal con cierta concentración en
torno al convento.
Ahora bien de las características en la ubica-
ción de esta aldea y del camino hay que en-
tender que se trata de un camino que bordea
la bahía y por lo tanto sigue la línea que evita
la zona de inundaciones corriendo de forma
paralela a la playa sorteando también la des-
embocadura del estero Las Zorras (Figura 3).
Esto debe entenderse como un crecimiento
espontáneo y de forma no reglada lo que da
pie a la imagen de mosaico visible en el plano
mencionado (Capel, 2002). De esta forma las
condiciones del soporte original, obligaban a
replegarse de los riesgos por inundación crea-
dos por condiciones hidrológicas y litorales:
Marismas (marea alta), Sicigias (marea alta),
y Cursos de agua. Todas estas “líneas de inun-
dación” e “inundación por afloramientos” de-
finirán las áreas “no urbanizables” (Álvarez,
2001), que estarán ubicadas principalmente
por el lado norte del Camino Real cuyos es-
pacios se corresponden con lo que hoy en día
sería la franja entre las calles Chacabuco y
Yungay; dado lo señalado y como se aprecia-
ba en los documentos de compraventa anali-
zados, el poblamiento se fue vinculando con
la iniciativa privada donde estos establecían
los deslindes de sus terrenos en base a ele-
mentos naturales que podían definir límites o
barreras.
Una segunda característica en la ubicación de
la aldea y explicando además su crecimien-
to espontáneo es su ubicación en una vía de
acceso al principal Puerto del reino que co-
munica a este con las ciudades de Quillota y
Santiago implicando un tráfico relativamente
constante de mercancías y personas por dicho
sector. Ahora bien la subdivisión de tierras y
por ende del desarrollo del núcleo de pobla-
ción en el Almendral fija sus límites por lo ge-
neral en barreras naturales como los esteros y
el nacimiento de las vertientes en las quebra-
das que muchas veces durante las lluvias de
invierno dejaban a sectores incomunicados
por sus crecidas. La incapacidad tecnológica
de poder sortearlos lleva a que la trama vial y
de división de tierras se entienda condiciona-
da por dichas barreras. Entre los tipos de divi-
sión de terrenos se encuentra la realizada en
la “Explicación del derecho que el convento
(La Merced) tiene a la Loma que da princi-
pio con el Fray Cansiani y el fray Hever?. En
ella incorpora una descripción de los límites
dentro de los que se inserta la Rinconada que
según el documento, se encuentra limitando
5 Explicación del derecho que el convento tiene a la Loma que
da principio con el Fray Cansiani y el fray Hever Archivo provincial de
149
Análisis geo-histórico de las condiciones de habitabilidad...
al norte con el estero de Pocuro (o de la Rin-
conada) al sur con “las vertientes de todos los
cerros” y al oeste con el estero Jaime o de las
piedrecillas. Esta división deja claro que los lí-
mites no son establecidos arbitrariamente sino
que responden a los accidentes del terreno, es
decir se tiene como límite norte y oriente el
estero de Pocuro o la Rinconada?, al sur con el
nacimiento de las vertientes, esto es el límite
accesible de las quebradas y cerros donde es
posible edificar, y por último al oriente con el
estero de Jaime o de las Piedrecillas. En suma
las barreras establecidas como límites supo-
nen en primer lugar dos esteros y en segundo
lugar la consideración de las pendientes de las
quebradas y cerros, algo que hasta ese mo-
mento era difícil de superar dada la falta de
medios y tecnología necesarios.
Los límites del Almendral son establecidos en
otro fragmento del documento” y estos al igual
que la Rinconada se corresponden también
con barreras naturales señalando que la estan-
cia del Almendral se extiende desde San Juan
de Dios hasta el viejo camino de Carretas in-
cluyendo todo el cajón del Estero Las Zorras?
a esta división de tiempos de la conquista se
añade una subdivisión marcada por el Estero
de Jaime. Se tiene a partir de lo anterior que
tanto los límites externos como subdivisiones
internas responden en un primer momento al
reconocimiento de las barreras naturales, en
este caso esteros y quebradas con un impor-
tante curso de agua. Sería dentro de la división
correspondiente entre Estero de Jaime y Las
Zorras? donde se levantaría el convento de La
merced cuya posterior parcelación daría inicio
a un incipiente proceso de urbanización.
la orden Mercedaria de Chile (APOM). Fondo histórico. MS. 0673.
f. 184-185,
6 Probablemente se refiere al que posteriormente se llamó sólo
estero de la Rinconada y haya tomado el nombre de Pocuro a partir del
nombre de una de las quebradas que dotan de agua dicho estero.
ía Explicación del derecho que el convento tiene a la Loma que
da principio con el Fray Cansiani y el fray Hever Archivo provincial de
la orden Mercedaria de Chile (APOM). Fondo histórico. MS. 0673. f.
184-165.
8 Esto es desde actual sector Bellavista hasta Avenida Argentina.
9 Actualmente corresponde al sector contenido entre Avenida
Argentina y Avenida Francia bajos las cuales circulan los antiguos
cauces.
Nataly Hernández Moraga « Alejandro Osorio Estay
La construcción del paisaje colonial de este
período debe tomar algunas consideraciones
pertinentes:
- Un tipo de urbanización marginal que
deviene en usos y prácticas del tipo rural
generando una parcelación que abarca
grandes porciones cuyas subdivisiones se-
rían posteriores al siglo XVIII. En esta línea
el Plano de Valparaíso de 1790 (Figura 3)
muestra que no hay un patrón claro en el
ordenamiento de las charcas denotando
así su origen espontaneo posiblemente en
base a los recursos y espacios disponibles.
- La disponibilidad del recurso hídrico
como su utilización por medio de canales
permitió general un sustento agrícola al
sector facilitando la plantación de olivos,
perales, manzanares y almendrales en las
distintas chacras que componían el entra-
mado rural.
- — La llegada del convento la Merced implica
la atracción de un mayor núcleo de po-
blación que se concentra en sus alrede-
dores cuya parcelación hacia la segunda
y tercera década del siglo XIX dará pie a
uno de los principales núcleos de urbani-
zación del sector del Almendral iniciando
la aparición de nuevas calles como la de
Independencia y Maipú.
Las edificaciones de adobe — esto es las más
cercanas al camino real — con tejas de greda,
de un piso y tal vez pintadas de blanco gracias
a la pasta que se hacía en base a la molienda
de los conchales'?%, constan de elementos ex-
traídos de los alrededores tanto de las quebra-
das como lugares aleatorios de la explanada.
En los sectores periféricos de este núcleo rural
- entiéndase la rinconada y otros fondos de
quebradas — la proliferación de chozas cons-
truidas principalmente con caña y otras ramas
con el fin de protegerse del frío podría ser par-
te de una continuidad en las formas de asen-
tamiento prehispánico que ha sido empujado
a la periferia por las nuevas prácticas rurales.
Sin embargo tanto el uso de recursos como
el sitio elegido para edificar y plantar además
del camino, como la confección de artículos
10 Graham, Mary, Diario de su residencia en Chile (1822) y de su
viaje al Brasil (1823).
150
en greda o cerámica y la toponimia son una
herencia de la cultura indígena que se man-
tiene viva en las prácticas y formas de habitar
del hombre hispano. Entender el paisaje colo-
nial por lo tanto es entender a su vez que no
se hace tabula rasa sobre lo que se encuentra
sino que se incorpora y se transforma en base
a la utilidad que puede tener para el nuevo
habitante extranjero.
PERÍODO REPUBLICANO (1830 - 1906)
Podemos sostener que fuera del régimen co-
lonial la situación que vivió el puerto de Val-
paraíso fue una situación excepcional a co-
mienzos de la república, movido por el auge
del liberalismo donde el desarrollo del co-
mercio y servicios tuvo un papel fundamental
en la búsqueda de una mayor urbanización
tal como lo señala Eduardo Cavieres “respec-
to al sector servicios, las sociedades colectivas
jugaron un importante papel en los primeros
intentos de modernizar Valparaíso en términos
de proveerle con una mínima infraestructura
relativa especialmente a gas, agua potable y
transporte urbano” (Cavieres, 1984, pp. 64).
Para fines del siglo XVIII, el trazado que se en-
contraba en el sector del Almendral da cuenta
aun de la continuidad existente en el esquema
impuesto por las condiciones naturales que
dan forma al entorno, es decir, no se obser-
va la presencia de un abovedamiento de los
cursos de agua, en este caso del Estero de las
Zorras y el de Jaime. Los terrenos en su mayo-
ría planos muestran la presencia de actividad
agrícola, aun cuando esta sea de baja escala,
por otro lado la cantidad de sitios no es nume-
rosa, por consiguientes estos son de dimen-
siones considerables. Tampoco cuenta con un
trazado marcado por la existencia de calles.
Esta situación comienza a modificarse a partir
de 1820 cuando el sector del Almendral pasa
de ser un sector periférico a constituirse como
un núcleo central, lo que trajo consigo un
cambio importante en el uso de suelo que se
le daba antiguamente al lugar, se rompe con
el uso rural característico para dar paso a un
uso más urbanístico teniendo como propósi-
to el desarrollo del comercio. Lo señala tam-
bién Mauricio Molina que a contar de dicha
fecha se aprecia como la actividad comercial
comienza a ejercer una fuerte presión sobre
el plan de la ciudad, principalmente en lo re-
ferente a la construcción de nuevas bodegas
para poder guardar sus mercancías que venían
desde el extranjero, junto con eso apuntan a
la necesidad de ampliar las instalaciones por-
tuarias que reciben a los barcos cuando reca-
laban en el puerto.
Este proceso de urbanización que comienza a
gestarse en el territorio del Almendral, tendrá
como consecuencia en primer lugar un alza
en la demanda de los terrenos que se encon-
traban emplazados en dicho lugar, principal-
mente por sus características planas, que los
volvían muy apetecidos tanto para el esta-
blecimiento de equipamiento urbano como
para la actividad agrícola, aunque la práctica
de esta última fue perdiendo importancia en
relación con el uso comercial. Y en segundo
lugar la creación de nuevas calles, el ensan-
chamiento de las ya existentes, expandir el te-
rreno que ya se le había podido ganar al mar y
delimitar el cauce de algunos esteros.
Bladh en su crónica Valparaíso 1821 y 1828
describe el barrio el Almendral como un su-
burbio que se encontraba próximo a la bahía,
destaca su superficie basta y plana, que se en-
contraba dividido en cuadras con la presencia
de algunas calles, las cuales generalmente se
encontraban poco habitadas. Este sector se-
gún el autor era habitado por extranjeros los
que motivados por un sentimiento de año-
ranza buscaban darle un toque europeo al
lugar, por lo mismo se podía ver la existen-
cia de jardines, terrazas y casas, sin embargo
“se había puesto poca atención a la solidez
de las construcciones, pues todavía no había
ocurrido ninguna inundación de importancia”
(Calderón, 1986, p.81) hecho que cambiaría
en 1828 cuando en temporada de lluvias los
golpeo un frente que duró catorce días y que
dio como resultado una inundación que aca-
bo con todo el barrio del Almendral. Sin em-
bargo antes de eso, sucedió otro evento que
contribuyo a reestructurar la configuración
del sector de manera obligada, hablamos del
terremoto del 19 de noviembre de 1822 que
“sacudió a Valparaíso durante dos o tres mi-
nutos, según cálculo probable, ¡ sólo duran-
te unos cuarenta segundos con una violencia
extraordinaria” (Calderón, 1986, p.101) y que
151
Análisis geo-histórico de las condiciones de habitabilidad...
dejo estragos en la ciudad, sobre todo en las
construcciones de terrenos movedizos. Como
el sector del Almendral compuesto por casas
quinta ubicadas de manera dispersa en tierras
planas y sueltas, formadas mayoritariamente
por materiales que eran arrastrados por los
arroyos o esteros que bajaban de las quebra-
das de los cerros.
En relación a lo antes mencionado cabe se-
ñalar que en estos sectores más periféricos
del Almendral como lo es la Rinconada se
mantiene el carácter rural de antaño, median-
te el desarrollo de actividades como la tradi-
ción alfarera, pensamos que dicha tradición
se mantenía desde tiempos prehispánicos,
donde posiblemente fueron los Aconcagua,
quienes aprovecharon la buena calidad de la
greda que había en el sector, para la construc-
ción de su cerámica característica Aconcagua
Salmón, lo que da cuenta que el patrimonio
cultural es capaz de resistir al paso del tiem-
po. Significa entonces que en 1822 se seguía
fabricando alfarería de greda como ollas, lám-
paras, braseros y cantaros “en vano miré a mi
alrededor tratando de descubrir una alguna
construcción bastante grande que sirviera de
fábrica o bien que tuviera hornos para cocer
la loza; con todo, pasé por delante de varias
chozas a cuyas puertas había en venta fuentes
y cantaros” (Calderón, 1986, p.98).
Con respecto al crecimiento de la demanda
de terrenos cobra gran importancia la venta
de sitios que realizaron los mercedarios en
dicho lugar entre los años 1835-1842, ante
esto Verónica Navarro y Luis Álvarez nos des-
criben la estructura interna que se desarrolló
en el sector y que además la dividió en tres
partes formado por un espacio consolidado
que comprendía entre las calles Maipú y Vic-
toria; el espacio en vías de consolidación que
estaba constituido por el norte por la calle
Chacabuco a la calle Independencia y por
el barrio llamado como el Rastrojo; núcleos
periféricos en proceso de consolidación con
espacios marginales que se encuentran recién
en vías de urbanización que se encontraban
en los extremos del Almendral.
Ya en 1838 toma gran fuerza la trama vial ur-
bana, es decir, que en esta etapa de transición
entre lo periférico y lo urbano, el Almendral
Nataly Hernández Moraga € Alejandro Osorio Estay
paso a ser un gran corredor en donde las vías
de comunicación se llevaron todo el protago-
nismo, todo apuntaba por un lado a mejorar el
traslado de las mercancías hacia el sector del
puerto, como al mejoramiento de la comuni-
cación que conectaba Valparaíso con Quillo-
ta y Santiago, ayuda también de gran manera
por su posición estratégica.
Será entre 1860 y finales del siglo XIX cuando
se termine por consolidar no solo el proceso de
urbanización que se había iniciado, sino tam-
bién la dotación de los servicios públicos que
se requerían para una sociedad comercial en
la cual se había transformado el puerto de Val-
paraíso “en 1850 Guillermo Wheelwright logra
la concesión de la Municipalidad para dotar a
la ciudad de agua potable en 1849 ya se había
obtenido el privilegio exclusivo otorgado por el
gobierno para construir el ferrocarril de Valpa-
raíso a Santiago” (Molina, 2012, p.44).
A partir de esta segunda mitad del siglo XIX y
O A A AR A E
pon ÓN e perrito idea att
E CORONEL D. CARLOS WOOD,
pr gig dl ae A TA
Erioraado y antnentado porel Autor
A
A CIA RNP
Es RL MARA BER AGOFTO uE 12.
pa
>
según lo señala Mauricio Molina se pueden
distinguir tres procesos que se comienzan a
desarrollar y a la larga terminan caracterizan-
do a la ciudad, dichos procesos son la expan-
sión y ocupación que se da del espacio, dota-
ción de los nuevos servicios que se necesitan
y las obras públicas y el surgimiento de las
nuevas formas y estilos de construcción.
Las ordenanzas municipales de 1872 com-
prendieron una visión integradora que encaro
el trazado de calles y fachadas. En esa línea
en el Almendral 1874 se lleva a cabo una re-
modelación de las plazas Victoria, del Orden,
del Hospital (rebautizada como Hontaneda),
la compra del jardín Abadie, el desarrollo de
una alameda como el paseo de las Delicias y
en la gran Avenida del Brasil. La calle Victoria
e Independencia serán reformuladas sobre lo
que era la calle Maipú, desplegándose una es-
pacialidad en el Almendral -la avenida Pedro
Montt- y eje vertebral vial de todo Valparaíso
(Figura 5).
Figura 5. Plano topográfico de la ciudad y Puerto de Valparaíso levantado en 1848!* y dedicado a la Municipalidad en
el que se visualiza el estado previo a la remodelación de 1878.
Un elemento importante que se integra en las
lógicas del desarrollo urbano es el higienismo,
que aun cuando ya se tenía en cuenta desde
el año 1830, mediante la publicación de un
reglamento que apuntaba a mantener la lim-
pieza de quebradas, esteros y los cursos de
agua. Será desde la segunda mitad del siglo
152
XIX cuando se ira reforzando la concepción
higiénica derivada de los focos de epidemias
y de las nuevas creencias en los paradigmas
sobre la salud y se insertarán de manera clara
en los procesos de modernización económica
y social.
11 Fuente: Mapoteca Biblioteca Nacional Digital. http://www.
bibliotecanacionaldigital.cl/ond/631/w3-article-165715.html
A modo de cierre podemos ver como Valparaí-
so se ha construido históricamente en relación
a las quebradas y lo que estas le ofrecen. Sin
embargo a partir del XIX al amparo de estas
ideas higienistas se teme por las aguas que es-
curren a cielo abierto por lo que se construyen
las redes de agua y alcantarillado, como seña-
la Álvarez (2001, p. 6) se adoquinan las calles
y también se controlan las evacuaciones de
las quebradas y cauces cercanos dando paso
a nuevas vías de acceso a los cerros, algunas
de ellas conservarán los viejos nombres de
quebradas como Pocuro, Las Cañas, Pajonal,
El Litre, Los Pequenes, entre otros.
TERREMOTO DE 1906, DESTRUCCIÓN Y RE-
CONSTRUCCIÓN.
El Almendral otrora vergel del puerto era para
1906 una radiante ciudad moderna y urbani-
zada, si bien no gozaba del mismo reconoci-
miento que el sector bancario y del puerto,
Sepúlveda, A. (2009) indica que ya poseía
muchas de las comodidades que la moder-
nidad podía otorgar: sectores verdes, ilumi-
nación eléctrica (1903), moderno acceso a
locomoción como tranvías eléctricos (1905),
calles relativamente ordenadas y edificios de
buen gusto; todo ello daba un conjunto con
aires de modernidad que era percibido por
sus habitantes. No obstante aún habían pro-
blemas que afectaban en lo social y sanitario
como los conventillos, calles sin pavimentar y
quebradas sin abovedar.
El 16 de agosto de 1906 sobrevino el gran
sismo, fue tal su fuerza que se cobró la vida de
más de dos mil personas en esta bullente ciu-
dad. El almendral “edificado sobre terreno de
arena, fue la parte de la ciudad más azotada
por el gran fenómeno sísmico; destruyéndose
casi todas las casas de que se componía, que
en su derrumbe aplastaban cocinas encendi-
das o lámparas de parafina, de uso muy fre-
cuente entre los pobladores de esta parte de
la ciudad. He aquí la causa del incendio del
Almendral” (Rodríguez Rozas, 1906, p. 66).
La completa destrucción hace necesario una
reconstrucción por completo dando la posibi-
lidad de replantear la ciudad desde los están-
dares más modernos.
153
Análisis geo-histórico de las condiciones de habitabilidad...
Es indudable que “pocas ciudades han teni-
do la oportunidad de repensarse a sí mismas
y generar un proyecto de reconstrucción que,
aprendiendo de los errores del modelo de
ciudad anterior, mirara al futuro desde una
perspectiva contemporánea” (Millán, 2015,
p.1) Para Valparaíso la oportunidad se presen-
ta como consecuencia de un terremoto que
dejo a la mayor parte de la ciudad en el suelo
sucumbiendo aquello que quedo de pie a las
llamas de un feroz incendio.
La reconstrucción en ningún caso resultaría
fácil teniendo en cuenta que el crecimiento
de la ciudad estaba estructurado a partir de
las características naturales del territorio. Con
todos los avances urbanos del siglo XIX el
puerto estaba lejos de ser la ciudad moder-
na e inmersa en la realidad que acontecía a
la totalidad de las ciudades chilenas en ese
momento cuyo principal problema radicaba
en las carencias habitacionales e higiénicas.
Por otro lado surgirán constantes focos de epi-
demias principalmente por la falta de higiene
que producía el hacinamiento — conventillos
— y las formas de construir donde se veía la
presencia de un precario sistema de evacua-
ción tanto para los residuos orgánicos como la
basura que se producía en la ciudad, de este
modo surgirían de manera inevitable brotes
de viruela, cólera, y tifus que se propagaron
de manera rápida. Este fenómeno se revela
además en el trabajo de Sepúlveda, A. (2009)
donde hace referencia a una publicación de
El Mercurio donde señala que el Almendral
estaba mal edificado, cruzando por estrechas
e inmundas callejuelas que se consideraban
como incompatibles con las reglas de la higie-
ne pública y privada.
Antes tales problemas el plan de reconstruc-
ción integra no solamente las necesidades
que pudieran surgir de una nueva ciudad, sino
también la proyección de todas las expecta-
tivas e ideas que rondaban en la mente de la
ciudadanía. Con dichas transformaciones se
lograría terminar con el desastre en el cual
se encontraba sumida la ciudad junto con la
oportunidad de poder seguir expandiéndose y
modernizando en aspectos sociales, políticos,
culturales y urbanos, llegando a ser una ciudad
más limpia, organizada y con una estructura
urbana que estuviera mejor preparada para los
Nataly Hernández Moraga « Alejandro Osorio Estay
desafíos a los que se vería enfrentada en el
futuro. El contexto en el cual se encontrara in-
mersa la redacción del plan de reconstrucción
se refleja en tres ideas fundamentales: “una
nueva ciudad moderna abierta a las nuevas
tendencias urbanas, una ciudad intercultural
y una ciudad higiénica” (Sepúlveda, 2009, p.
7). El nuevo plan cambiaría radicalmente el
trazado de la ciudad, ya sea nivelándolo o in-
troduciendo nuevas instalaciones en el sector,
ampliando las avenidas y plazas, por lo que la
mejor manera de llevarlo a cabo de manera
eficiente sería transformándolo en propiedad
estatal que una vez reordenada sería vendida
al mejor postor. Si bien las propuestas tuvie-
ron diferencias en su ejecución, estas fueron
capaces de recoger un sentir común; la ne-
cesidad de que dicho proyecto fuera de ca-
rácter global, ya que si se tenía en cuenta que
el Almendral — que sufrió la mayor cantidad
de destrucción— “ocupaba tres cuartas partes
de la zona plana de Valparaíso, el proyecto de
reconstrucción no podía ser afrontado desde
reconstrucciones individuales” (Sepúlveda,
2009, p.7). De esta forma la autora recoge el
detalle de las distintas propuestas de recons-
trucción siendo sus principales lineamientos
los siguientes:
La primera propuesta apuntaba a una ciudad
higiénica en manos del ingeniero Francis-
co Garnham, quien levantará un plan de re-
construcción basado en el estudio una serie
de deficiencias y de demandas sociales. Este
planteaba la necesidad de presentar diversas
medidas para una posible intervención enfo-
cadas en llevar a cabo grandes expropiaciones
para reorganizar la ciudad, así se desarrolló
el Plan de Reconstrucción en Valparaíso, que
fue conocido como el Proyecto de Transfor-
mación del Almendral que como uno de sus
principales objetivos la búsqueda de la con-
temporaneidad en el trazado lo que implicaba
hacer tabula rasa sobre el antiguo trazado. Se
planteaba la idea de comenzar con una nue-
va ciudad dotada de los últimos adelantos en
cuanto a sistemas de iluminación pública y
abastecimiento de servicios básicos. Sin em-
bargo Sepúlveda, A. (2009, p. 10) puntualiza
que “las actas señalan, que esta hubiera sido
la propuesta del consenso de no haber sido
por las fuertes repercusiones económicas que
hubiera tenido”.
154
La ciudad ordenada, propuesta realizada
por el ingeniero Abelardo Arriagada recoge
mucho de los planteamientos que desarrolló
Benjamín Vicuña Mackenna para la ciudad
de Santiago que tienen relación con la idea
de llevar a cabo una segregación urbana y
zonificación social. Hay que destacar que lo
planteado por Arriagada para la ciudad pro-
fundizará aún más en este criterio clasificador
donde los cerros seguían configurando el lugar
de habitación para la clase más desfavorecida,
mientras que el plan se reconstruía de forma
ordenada según el nuevo criterio. En este plan
de ningún modo consideraba el trazado origi-
nal ya que las expropiaciones serían totales,
adoptando el concepto europeo del espacio
público, donde tres grandes plazas servirían
como espacios públicos urbanos. Buscaba ge-
nerar una ciudad sin imprevistos que estuviera
articulada según la lógica del orden; recta, de
calles amplias y de lugares de esparcimiento
al más puro estilo parisino.
Carlos F. Claussen propone una ciudad reci-
clada, él partiendo de la propuesta antes trata-
da pretendía reducir al máximo el impacto del
nuevo plan con respecto a las preexistencias
urbanas, así a diferencia de las propuestas an-
teriores Claussen sugiere una reconstrucción
anclada en el trazado previo al terremoto arre-
glando, embelleciendo y ensanchando lo ya
existente en un auténtico proceso de reciclaje
urbano. Con ello igualmente se puede hablar
de una ciudad moderna en la medida que se
planteaba zonas comerciales y zonas destina-
das para estar.
Por último la idea de una ciudad nueva de
Alejandro Bertrand, recomendaba recortar
trayectos, eliminar recodos, esquinas brus-
cas y calles sin salida. Fija los anchos míni-
mos que debe tener una calle, desde las que
poseen menos importancia a aquellas que se
configuran como las arterias principales. Sos-
tiene que la necesidad de abrir nuevas calles
y vías responde por un lado a la necesidad de
conectar los cerros con el plan mediante el
establecimiento de una calle ubicada al pie
de los cerros. Así mismo planteaba un proce-
so de nivelación del terreno que eliminara los
desniveles existentes y configurara una cota
definitiva de terreno horizontal.
Finalmente el proyecto seleccionado fue el
de Alejandro Bertrand, que tras haber sido
aprobado por la junta y gobierno se debía co-
menzar a implementar. Podemos evidenciar
de manera clara a través de la aprobación de
este proyecto la inexistencia de las nociones
de patrimonio cultural, natural y en especial
el que Ortega (1998) denomina como “patri-
monio territorial” calificando no sólo el obje-
to edificado, sino la construcción del espacio,
por sobre el edificio, en este caso el trazado
anterior al terremoto. No obstante de los múl-
tiples esfuerzos por modernizar el sector exis-
tían sectores que continuaban apegados al
modelo que tenía como pauta la naturaleza y
las relaciones que los habitantes podían llegar
a establecer en el lugar.
Las ideas de Bertrand para la reconstrucción
se visualizan el memorándum que presentó a
la Junta de Reconstrucción, en este destacan
las ideas de simplificar la trama urbana res-
pondiendo a las ideas del Plan Haussman del
que se desprende la idea de ciudad moderna.
Bajo sus principios se llevó a cabo un proceso
de modernización de las ciudades que según
Romero (2010) implicaba la demolición de lo
antiguo —ya que significaba decadencia tras
un aire colonial — dando paso al ensancha-
miento de calles para agilizar las comunica-
A 0 e 1
mapor
e
a
Análisis geo-histórico de las condiciones de habitabilidad...
ciones implantando grandes avenidas y par-
ques que como resultado tendría una ciudad
cuyas calles más amplias y con un entramado
vial más recto buscaría evitar futuras catástro-
fes como la de 1906.
Las ideas se materializaron en el aboveda-
miento de la totalidad de los esteros que ba-
jaban a tajo abierto por el Almendral, siendo
sometidas a este trabajo los esteros Las De-
licias (antes las Zorras), los Lavados, Pocuro,
Las Cañas, Rinconada y estero de Jaime den-
tro del sector en estudio. Se prefirió usar como
principales arterias las calles cuyo trazado era
recto, así se desplaza la calle Victoria (antes
camino Real) como principal ruta de comuni-
cación entre el sector del estero las Delicias y
el de Jaime siendo reemplazada por la nueva
Avenida Pedro Montt mucho más ancha y rec-
ta que facilitaría en gran medida el desplaza-
miento dentro del sector. A esta misma idea
responde la aparición de calles como Colon
y el nuevo ordenamiento de la Rinconada ya
que por un lado se precisaba de una vía que
conectara los cerros desde sus faldas como de
accesos más seguros y expeditos a estos. En las
quebradas una vez que su función hídrica fue
desestimada, comienza a plantearse su abo-
vedamiento que finalmente se llevaría a cabo
en su totalidad con posterioridad a 1910, tras
Figura 6. Plano de Valparaíso realizado por Alfonso Jara en 1928*?. Se observa el trazado final propuesto por Alejandro
Bertrand con nuevas calles como Colon y Hontaneda entre otras.
12 Fuente: Mapoteca Biblioteca Nacional Digital. http://www.bibliotecanacionaldigital.cl/bnd/631/w3-article-317920.html
Nataly Hernández Moraga « Alejandro Osorio Estay
ello el acceso a los cerros por las quebradas
pasó de estar en las huellas de sus márgenes
a utilizar directamente su fondo —abovedado
y pavimentado- como ruta. Nuevamente la
forma de habitar anterior queda relegada a la
periferia desplazada más allá de los límites del
camino Cintura O Avda. Alemania.
REFLEXIONES FINALES
Ante los procesos de cambio urbano convie-
ne resaltar que la actitud de valoración ha-
cia ciertos objetos, es de carácter moderno.
En ese mismo sentido el reconocimiento de
que una parte de nuestro entorno natural o
artificial representa un legado valioso para
las generaciones posteriores, forma parte de
una actitud cultural que recientemente ha
ido calando en el pensamiento occidental,
por ende no es de extrañar que los vecinos
del Almendral no sintieran esa necesidad de
conservar aquel patrimonio cultural que era el
sector mismo, es más, lo único que frenaba
a la Junta de Vecinos para aprobar de mane-
ra inmediata los planes que apuntaban a una
construcción desde cero, era el hecho de las
expropiaciones que sufrirían los dueños. Tal
vez el terremoto de 1906 en esta conciencia
de ruptura y discontinuidad que trajo consigo,
puede llegar a estimular la aparición de una
cultura de la preservación, que va mucho más
allá de la idea cuidar y proteger los monu-
mentos, y se encauza con mayor profundidad
en la necesidad de mantener la memoria del
pasado común, y también afecto a esa idea
que se tenía ciudad.
Ahora para cualquier habitante de Valparaíso,
sería impensado y difícil de imaginar que en
los tiempos de antaño una de las principales
características que poseía el puerto, y princi-
palmente el sector del Almendral sea la pre-
sencia permanente de agua, un elemento que
la actualidad se encuentra cautivo y oculto
tras los muros de cemento y una infinidad de
tubos que la canalizan hasta sus hogares. El
agua de Valparaíso pasó de gozar de una am-
plia libertad deslizándose por las quebradas
en busca de una salida hacia el mar a estar
oculta y abovedada bajo el suelo, ciertamente
podría decirse que se ha cambiado el agua por
el cemento dando paso a un serie de galerías
subterráneas que conformaban una continua-
156
ción de las quebradas que se extienden hacia
el mar. Sin embargo se puede señalar que las
viejas prácticas rurales aún no han desapare-
cido por completo ya que estas más que ser
eliminadas fueron forzadas a una constante
retirada hacia la periferia.
Ciertamente la imagen que podemos construir
a partir de la información recabada pudo no
haber cambiado desde tiempos prehispánicos,
puesto que hay evidencias que permiten esta-
blecer una continuidad en los usos históricos
que se habían desarrollado en el sector, don-
de se transponen formas de habitar un espacio
transfiriendo costumbres evidenciadas en el
lenguaje, a través de la toponimia. Si se piensa
que este sector ofrecía todo lo necesario para
la supervivencia, es decir, agua, tierra relativa-
mente fértil, cercanía con el mar, protección
frente a inundaciones y diferente vegetación
con posibles usos para la alimentación y con
fines medicinales, los usos agrícolas y de los
recursos hídricos pudieron presentarse como
un continuo desde la existencia de los habi-
tantes prehispánicos, hasta la implantación de
las ideas higienistas que terminan con cam-
biar las formas que se tiene de relacionarse
con el espacio, todo con este idea que nace
de poder llegar a construir la ciudad ideal ba-
sada en la urbanización del sector de manera
racional.
BIBLIOGRAFÍA
Álvarez, Luis, Navarro, Verónica. 1994. Análi-
sis geo-Histórico de espacio urbano del barrio
del Almendral Valparaíso, entre la Av. Argenti-
na y la Av. Francia, hacia 1835-1842, Revista
Geográfica de Valparaíso (22-23): 97-119.
Álvarez, Luis. 2001. Origen de los Espacios
Públicos en Valparaíso: Discurso Higienista y
las Condiciones Ambientales en el Siglo XIX.
Revista de Urbanismo (4).
Calderón, Alfonso. 1986. Memorial de Valpa-
raíso, Valparaíso, Ediciones Universitarias de
Valparaíso.
Capel, Horacio. 2002. La morfología de las
ciudades. | sociedad, cultura y paisaje urbano,
Barcelona, Ediciones del Serbal.
Cavieres, Eduardo. 1984. Estructura y funcio-
namiento de las sociedades comerciales de
Valparaíso durante el siglo XIX (1820-1880),
Cuadernos de Historia, pág. 61- 86.
Crespo, Sanz, Antonio. 2003. Localización:
Cuadernos de la Sociedad Española de Cien-
cias Forestales (16), Ejemplar dedicado a: Ac-
tas de la 11 Reunión sobre Historia Forestal, pp.
47-54.
Graham, Mary. Diario de su residencia en
Chile (1822) y de su viaje al Brasil (1823), Ma-
drid, Editorial América.
Guarda, Gabriel. 1978. Urbanismo diecio-
chesco. Disponible en Memoria Chilena, Bi-
blioteca Nacional de Chile.
Millán, Pablo. 2015. Los planes de reconstruc-
ción de Valparaíso (Chile) tras el terremoto de
1906: la búsqueda de la modernidad en el tra-
zado urbano, revista Bibliográfica de Geogra-
fía y ciencias sociales (1): 1-20.
Molina, Mauricio. 2012. Estado sanitario y Sa-
lubridad en Valparaíso, 1870-1900. Baldome-
ro Estrada (compilador), Valparaíso Progresos
y conflictos de una ciudad puerto 1830-1950,
Santiago, RIL editores
Orella, José, Luis. 2010. Geohistoria, Lurral-
de: invest. Espac, (33), pp. 233-310.
Ortega Valcárcel, José. 1998. El Patrimonio
Territorial como recurso cultural y económi-
co. Territorio y Patrimonio, Ciudades (4), pp.
124-199.
157
Análisis geo-histórico de las condiciones de habitabilidad...
Pávlovic, Sánchez, Troncoso, A. 2003. Pre-
historia Aconcagua, Ediciones del Centro -Al-
mendral, Chile.
Rodríguez, Gajardo. 1906. La catástrofe del
16 de agosto de 1906 en la república de Chi-
le, Imprenta Barcelona, Santiago, p. 66
Romero, José, Luis. 2010. Latinoamérica las
ciudades y las ideas, Buenos Aires, Siglo Vein-
tiuno editores.
Sáez, Leopoldo. 1965. Los topónimos de Val-
paraíso.
Sepúlveda, Andrea. 2009. Plan de recons-
trucción de Valparaíso 1906-1910: Sus ideas
urbanas hacia el centenario de la República,
Santiago, Universidad Academia de humanis-
mo cristiano.
Tarroja, Alex. 2006. Transformaciones territo-
riales y valoración social del paisaje, Barcelo-
na, Observatorio territorial, pág. 41-50.
Vásquez, Iglesias, Molina. 1999. Cartografía
histórica de Valparaíso. Valparaíso en los si-
glos de la colonia. El crecimiento urbano de
Valparaíso en el siglo XIX. Ediciones Universi-
tarias, Valparaíso.
Vicuña Mackenna, Benjamín. 1938. Historia
de Valparaíso: Tomo l, Chile, Universidad de
Chile. 1936.
158
ANALES Volumen 31, 2018. Páginas 159-177
MAL DN Investigaciones Históricas
IDENTIDAD URBANA Y MUSEO. LA REFUNDACIÓN DEL MUSEO DE HISTORIA
NATURAL DE VALPARAÍSO DESPUÉS DEL TERREMOTO DE 1906
URBAN IDENTITY AND THE MUSEUM. THE REFOUNDATION OF THE NATURAL HISTORY MUSEUM OF VAL-
PARAISO AFTER THE EARTHQUAKE OF 1906
Javiera Carmona Jiménez*, Catalina Muñoz Cabezas** €: Valentina Ávalos Bustamante***
RESUMEN: En el presente artículo se estudia el restablecimiento del Museo de Historia Natural
de Valparaíso en el marco de la reconstrucción de la próspera ciudad destruida por el terremoto
de 1906. La necesidad de levantar nuevamente la metrópoli después de la catástrofe le permitió
al Estado, autoridades y grupos de poder local ejecutar un nuevo proyecto de diseño urba-
no higienista y moralizador en el que el MHNV quedó postergado ante la reposición de otras
instituciones culturales. Asimismo, la actividad científica es asumida por nuevos agentes que
desplazan al museo en la tarea de construcción de conocimiento, aspectos que configuran en
la primera década del siglo XX en Chile un escenario de crisis de identidad para los museos de
historia natural entre su orientación a la educación y la investigación. Las consideraciones sobre
ciencias y educación que permiten definir el contexto del MHNV en las primeras décadas del
siglo XX requieren incorporar variables de sociabilidad, así como los aspectos relacionados con
el orden social y el proyecto de ciudad implicados en el “sistema museal” en el que se sitúa el
MHNV y otras experiencias de museos locales.
PALABRAS CLAVE: Museo de Historia Natural de Valparaíso, terremoto, educación, biblioteca
ABSTRACT: In this article the restoration of the Natural History Museum of Valparaiso is exami-
ned in the period of reconstruction of this prosperous city which was destroyed by the earthquake
of 1906. The necessity of rebuilding the metropolis after the catastrophe allowed the state, autho-
rities and local power holders to carry out a new project of social hygiene and moralizing urban
design, which left the Natural History Museum of Valparaiso behind before the reinstatement of
other cultural institutions. Likewise, scientific activity was taken over by new agents which repla-
ced the museum in the act of building knowledge. All of these aspects created an identity crisis
scenario for the natural history museums in their role of guiding education and research in the
first decade of the 20' century in Chile. The considerations about sciences and education that
define the context of the Natural History Museum of Valparaiso in the first decades of the 20"
century require the additional consideration of sociability variables, as well as the aspects rela-
ted with social order and the city project involved in the “museum system” in which the Natural
History Museum of Valparaiso and other local museum experiences are placed.
KEY WORDS: Natural History Museum of Valparaiso, earthquake, education, library
4 Periodista, Doctora en Historia Mención Etnohistoria, Universidad de Playa Ancha, javiera.carmonaQupla.cl
+* Tesista de la carrera Periodismo, Universidad de Playa Ancha, catalinasofia930 gmail.com
+* Tesista de la carrera Pedagogía en Historia, Universidad de Playa Ancha, valentinavalosbO gmail.com
Recibido: 4 de septiembre 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
159
Javiera Carmona Jiménez, Catalina Muñoz Cabezas € Valentina Ávalos Bustamante
INTRODUCCIÓN
El Museo de Historia Natural de Valparaíso
(MHNV) es el segundo más antiguo de Chi-
le y fue fundado en 1878 por Eduardo de la
Barra, polígrafo rector del Liceo de Hombres
del puerto, poco después de la instalación del
Museo Nacional de Historia Natural (MNHN)
en la Quinta Normal de Santiago en 1876.
Sin embargo, pese a su antigúedad apenas ha
sido visto como objeto de estudio a diferencia
del renovado interés científico que concita el
museo estatal capitalino en la comprensión
de sus prácticas de valoración y adquisición
de objetos y su inserción en las redes interna-
cionales de intercambio de piezas museables
de las que participó en el marco de la defi-
nición de Chile como nación (Schell, 2001 y
2013; Gómez, 2012; Urízar, 2012; Sanhueza,
2013, 2016 y 2017; Ganger, 2014; Gil, 2016).
En efecto, son escasos los estudios sobre el
MHNV en términos historiográficos y socio-
culturales que problematicen su papel como
institución pública, científica, educativa, re-
creativa o disciplinadora, tanto para imponer
significados como para crear hábitos “ciuda-
danos” en un contexto local, como se ha visto
para otros museos estatales de Latinoamérica,
Europa y Estados Unidos. Tampoco se han
examinado las relaciones que estableció con
otras instituciones dentro y fuera del país, así
como las prácticas de recolección, exhibición
y políticas discursivas desplegadas en su espa-
cio de representación durante su dilatada vida
institucional.
Sobre la trayectoria del MHNV se cuenta con
un conjunto de crónicas breves en las que se
describe de modo sucinto el desarrollo del
museo a partir de la gestión de sus directo-
res y directora, destacando la continuidad del
proyecto institucional orientado fundamental-
mente a la comprensión del medio ambiente
local (Anales, 1973; Pérez, 2008 y 2013; Hen-
ríquez et al., 2016). El resto de las publicacio-
nes sobre el MHNV corresponden a semblan-
zas de Carlos Porter (condujo el museo entre
1897 y 1910) y John Juger (1911 a 1967), los
directores considerados emblemáticos. Estos
artículos aportan con datos biobibliográficos
(Feliú, 1969) y anécdotas sobre las figuras vi-
sionarias ya desaparecidas, realzando su com-
promiso en la gestión y tenacidad inagotable
160
de los personajes por mantener la actividad
del museo ante las carencias financieras (Loo-
ser, 1957; Tobar, 1967; Scarpa, 1968; Ovalle,
1968; Fajardo, 1969; Bahamonde, 1983; Et-
cheverry, 1988). En la caracterización del de-
venir y transformaciones de las revistas cien-
tíficas chilenas aparecen alusiones oblicuas
al MHNV por su política de publicaciones y
canje, realzando su papel en la creación de la
Revista Chilena de Historia Natural (1897), an-
tecesora de los Anales del Museo de Historia
Natural de Valparaíso (Las publicaciones del
MHNV, 2008; Broitman, 2018).
Mención aparte requiere el artículo de Patien-
te Schell en el que repasa la etapa fundacio-
nal del MHNV en el siglo XIX, referida a la
orientación institucional, formación de sus
colecciones, y relaciones que entabla con la
comunidad científica internacional y la socie-
dad porteña, bajo las direcciones de Edwyn
C. Reed (1878-1879), Federico Puga Borne
(1879-1884) y Carlos Porter (Schell, 2005). En
el auge que cobra el MHNV en las últimas dé-
cadas del siglo XIX se observa el peso de las
voluntades personales de los directores en la
identificación plena de la institución consigo
mismo, apego bajo el que conformaron una
robusta colección y nutrida biblioteca científi-
ca, destinadas tanto a la formación de las nue-
vas generaciones de investigadores así como
de aficionados a la historia natural. Esta fase
cúspide del MHNV es la mejor conocida, y
permite reconocer un museo inclinado hacia
la pedagogía, la difusión científica e investiga-
ción como resultado de la identidad que im-
prime el director y que se plasma en las políti-
cas de recolección y publicaciones, así como
en los criterios de exhibición (Schell, 2005).
La “era dorada” del MHNV finaliza abrupta-
mente con el terremoto e incendio del 16 de
agosto de 1906 que lo destruyó por completo.
Las síntesis sobre el itinerario del MHNV a tra-
vés del desempeño de sus directores revelan
una trayectoria que lejos de ser un firme re-
corrido hacia el progreso de la institución y la
ciencia nacional y local, exhibe más bien la
tensión constante por lograr la consolidación
de la institución en escenarios de precariedad
y déficit. En esta perspectiva, la condición lo-
cal del MHNV, emplazado fuera de la capital,
subraya los factores relacionados con las es-
tructuras sociales y dinámicas de los contextos
que determinaron sus tareas, énfasis y relacio-
nes. Los intereses nacionales que condujeron
la actuación del MNHN se yuxtaponen (y en
Ocasiones se enfrentan) a las valoraciones lo-
cales y las variables que particularizan las ex-
periencias periféricas como la de Valparaíso en
contraste con la de Santiago, en el entendido
de la proyección desde Europa y EE.UU. hacia
Latinoamérica, entre los siglos XIX e inicios del
XX, de un modelo de museo de historia natural
(considerando también la estructura, funciona-
miento y conflictos similares) que permite en
términos generales compararlos con el resto de
los museos que participaban de las redes de re-
ferencias e intercambios (Podgorny, 2005). Jus-
to en el momento caracterizado como la “era
de los museos” (Sheets-Pyenson, 1989; Benne-
tt, 1995), el MHNV y la ciudad de Valparaíso
viven -como el “canto del cisne”- el esplendor
previo a la catástrofe de 1906. Al avanzar las
primeras décadas del siglo XX los museos de
historia natural comienzan a perder visibilidad
a nivel mundial ante otras instituciones cien-
tíficas y académicas (bibliotecas, universida-
des), y sufren el impacto (como zoológicos y
jardines botánicos) de las nuevas prácticas de
consumo cultural de las clases medias en el
marco del surgimiento de la entretención de la
cultura de masas o industrias culturales como
el cine, radio, etc. (Jones, 1997). Este contexto
de declive y posterior cuestionamiento de los
museos -junto con otras variables a despejar
en este artículo- conspiró en cierta medida
contra el proyecto de refundación del MHNV
en los primeros años de la reconstrucción de
Valparaíso post terremoto.
Sin inmueble propio durante buena parte del
siglo XX, el MHNV itineró entre Santiago y
Valparaíso, entre distintas casas y edificacio-
nes del puerto y del balneario vecino de Viña
del Mar, pese a la norma que estableció desde
1897 su pertenencia al Ministerio de Instruc-
ción Pública, separándose definitivamente
del Liceo de Hombres de Valparaíso. Después
del colapso provocado por el terremoto (y el
mega incendio que le siguió), lo poco que
se salvó del MHNV permaneció reducido a
un conjunto de cajas en una sala del Liceo
Miguel Luis Amunátegui en el centro de San-
tiago hasta 1912, año en que volvió al puer-
to, a una casona en el cerro de Playa Ancha.
161
Identidad urbana y museo. La refundación...
Allí permaneció de manera provisoria hasta
1952, cuando el inmueble fue comprado por
la Marina de Chile para ubicar su Servicio Hi-
drográfico. El MHNV estuvo a punto de desa-
parecer en la década de 1950 cuando se eva-
luó su fusión con algunas de las mansiones
de Viña del Mar devenidas en museos. Des-
de 1952 hasta 1967 el MHNV continuó con
sus actividades en Playa Ancha, en un nuevo
inmueble arrendado, ubicado al costado del
Departamento de Ciencias de la Universidad
de Chile en Valparaíso. En la década de 1970
el museo migró a un edificio en el centro de
Viña del Mar y al cabo de unos años regresó
al puerto hasta que en 1988 quedó emplaza-
do de manera definitiva en el Palacio Lyon,
en el centro de Valparaíso. Esta condición
nómade del MHNV, que de ser una condi-
ción provisoria se volvió permanente, ocasio-
nó que muchos objetos de las colecciones,
catálogos, inventarios y documentos relacio-
nados con las prácticas científicas (diarios de
campo, dibujos, fotografías) se perdieran en
80 años de mudanzas, situación que impac-
ta en los esfuerzos por hacer una historia del
proceso formativo del MHNV durante el siglo
XX, período en el que sus objetos y propósitos
se enlazan en la definición de la agenda inte-
lectual (Secord, 2004: 666).
En el presente artículo se estudia los rasgos
que diferenciaban al MHNV del gran museo
de la capital a fines del siglo XIX, lo que revela
la marca de las condiciones que proporcionó
su contexto local en la constitución y desa-
rrollo del museo, siempre activo en las redes
internacionales. Se observa la posición secun-
daria del MNHN en Santiago en la definición
y desarrollo del proyecto en Valparaíso, relati-
vizando su lugar ejemplar y modélico para los
museos de Chile, y el valor de las voluntades
individuales en la identidad de estas institu-
ciones. La importancia de Valparaíso como
puerto principal del Pacífico Sur, devenido en
centro financiero y político de Chile -previo a
la apertura del Canal de Panamá en 1914- le
proporcionó un carácter espléndido a la ciu-
dad a la que se adscribió el MHNV y un con-
junto de instituciones asociadas al progreso
local. Asimismo, se examinan las condiciones
del restablecimiento del MHNV en el marco
de la reconstrucción de Valparaíso destruida
por el terremoto de 1906. La necesidad de
Javiera Carmona Jiménez, Catalina Muñoz Cabezas € Valentina Ávalos Bustamante
levantar nuevamente la urbe después de la
catástrofe le permitió al Estado, en concierto
con las autoridades y élites locales desplegar
un nuevo proyecto de diseño urbano y reorga-
nización social. En este nuevo orden espacial,
social y cultural el MHNV fue menospreciado
ante la importancia que cobran otras institu-
ciones como la Biblioteca Pública. Finalmen-
te, el MHNV queda emplazado en la periferia
de la ciudad; desplazado del centro de Valpa-
raíso hacia el populoso cerro de Playa Ancha
-donde permaneció por más de 50 años-, esta-
día que impuso nuevas claves culturales para
el museo vinculadas a su rol social en la ciu-
dad, convirtiéndola en una institución cada
vez más distante de la respetable y educada
minoría porteña que en el siglo XIX vio en su
fundación un proyecto patriótico que enalte-
cería a la ciudad, beneficiaría a la nación mo-
derna y el progreso de Chile (Schell, 2005).
El contrapunto entre la microhistoria y la mi-
cropolítica institucional permiten matizar la
idea ampliamente difundida sobre la cohe-
rencia y eficacia absoluta del museo en el
conjunto de mecanismos y discursos oficiales
de representación de la nación en la capital y
fuera de ella. Esta proposición apunta hacia la
aproximación a los museos de historia natural
más allá de su comprensión como instrumen-
to del poder del Estado, del saber científico y
sus instituciones, todos aparentemente articu-
lados racional y planificadamente hacia la do-
minación, y artificialmente hacia el progreso
moderno.
MATERIALES Y MÉTODO
La propuesta de aproximación a la refunda-
ción del MHNV posterior al terremoto de Val-
paraíso de 1906 se propone a partir del repa-
so de los diferentes contextos por los cuales
pasó la institución previos al sismo, y los que
se conformaron en el marco del planeamiento
de la ciudad a reconstruir. Analizados como
“sistemas museales” (Pearce, 1989), estos
contextos articularon consideraciones de tipo
política, ideológica, educacional y científica
que impactaron sobre la conformación de co-
lecciones y redes sociales que se tejieron en
torno a las instituciones, las piezas y objetos
a musealizar. Las ideas urbanas y la concep-
ción de la sociedad porteña por los grupos de
162
poder local inicios del siglo XX se abordaron
a partir de un conjunto de fuentes documen-
tales de la época, que abarcan notas de prensa
de El Mercurio de Valparaíso y de La Unión
entre 1906 y 1913, textos sobre los que se
realizó análisis de contenido. La correspon-
dencia remitida por Carlos Porter y John Juger
provenientes del archivo histórico del MHNV
fueron fuentes primarias significativas para es-
tablecer las concepciones de museo que cada
uno acuñó en los contextos previo al terremo-
to y durante la reconstrucción de Valparaíso.
RESULTADOS
1. Contextos y convenciones desde la capital
en la “era dorada” del MHNV
El MHNV participó durante el siglo XIX de
un entramado de relaciones entre distintos
actores e instituciones nacionales e interna-
cionales científicas y museísticas por el que
circularon informaciones, publicaciones, ob-
jetos, saberes y prácticas relacionadas con el
fomento de un orden para las disciplinas cien-
tíficas, un modelo arquitectónico museístico
y una lógica de exhibición (Sheets-Pyenson,
1988). De manera semejante a muchas otras
experiencias latinoamericanas del siglo XIX,
en las que se incluye al MNHN en Santiago,
el caso del MHNV revela la situación ambi-
valente de los museos estatales de responder
al afán universalizante de sujetos y objetos de
los museos de historia natural (Podgorny y Lo-
pes, 2013: 16) y ejecutar tal universalización
en exhibiciones que sólo podían presentar
una parcialidad del mundo en sus espacios de
representación (Bennett, 1995).
Para el caso de Chile, se ha considerado que
los museos nacionales (ciencias, arte e histo-
ria) habrían sido parte del proceso de cons-
trucción de una idea de cultura e identidad
de carácter nacional, unificadora, uniforme
y controladora del territorio, de su población
(criolla e indígena), de sus recursos, historia
y costumbres, emanadas de una política de
Estado que ejecutó estrategias educativas y
culturales diseñadas por una élite dirigente
que reproduciría la desigualdad social (Lopes
y Murillo, 2005; Alegría, Gánger y Polanco,
2009; Urizar, 2012: 216). Sin embargo, la
complejidad del tipo de actores y las relacio-
nes que encierran los museos permiten atisbar
que al menos el Museo Nacional de Historia
Natural en Santiago atravesó durante el siglo
XIX distintas etapas en torno a la cuestión de la
construcción de la “invención de la nación”,
marcadas por las relaciones construidas por
sus agentes, las lógicas de la acumulación de
objetos y circunstancias coyunturales políticas
y económicas. Es así como bajo la dirección
del naturalista alemán Rodulfo A. Philippi
(1853-1897) la función del MNHN no habría
sido la exhibición pública o difusión de la
información para las multitudes a civilizar y
“chilenizar”, sino también la exposición para
su autosatisftacción científica y para una pe-
queña élite de visitantes formada por sus estu-
diantes de ciencias de la Universidad de Chile
y distinguidos colegas investigadores que ex-
cluía de manera rotunda a las mujeres (Schell,
2001: 62, 47). La contribución de Philippi a
través del MNHN en la representación de la
Nación residió en proporcionar al proyecto
nacional elaborado por una facción de la éli-
te, una idealización de Chile dirigida a una
audiencia restringida y no masiva.
El estudio de la recopilación de objetos y los
modos de exhibición durante el siglo XIX per-
miten observar que la colección intervenida
por Philippi desde 1875 no solo se remitió a
especies y piezas minerales que promovie-
ran la riqueza del territorio chileno y su valor
comercial, como tradicionalmente se le ha
atribuido al naturalista francés Claudio Gay.
La colección del MNHN comenzó a abarcar
trofeos de guerra, reliquias militares y objetos
históricos provenientes del extranjero, piezas
etnográficas, arqueológicas y “naturalistas”
(elementos zoológicos, botánicos y mineraló-
gicos), de acuerdo a la visión que tuvo el ale-
mán Philippi de lo que debería pertenecer a
un museo nacional de Chile. Philippi se alineó
al modelo de los museos europeos que cons-
truyeron una representación de lo “exótico”
en los que también Latinoamérica fue objeto
de la exotización aplicada a todo lo no euro-
peo (Schell, 2001: 55). Así Philippi recogió las
banderas de los batallones bolivianos y perua-
nos de la Guerra del Pacífico, un par de mo-
mias egipcias, conchas italianas, una jirafa y
hiena africanas. Los objetos fueron adquiridos
a precios elevados, donados o intercambiados
con otros museos, y finalmente encarnaron la
163
Identidad urbana y museo. La refundación...
visión sobre Chile que elaboró el científico
alemán, y las relaciones del país con la comu-
nidad científica internacional (Schell, 2001:
47-50). Se podría considerar que el dilema
de Philippi fue desarrollar la colección del
MNEHN al estilo de los grandes museos pero
con la dificultad de asumir que la representa-
ción de lo exótico en Europa correspondía a la
representación de lo nacional en Chile.
Por último, en la caracterización de este perío-
do del MNHN dirigido por Philippi es preciso
señalar la publicación de los Anales del Mu-
seo de Historia Natural (1891) y la realización
de expediciones para el estudio del medio
ambiente de Chile, que sin bien tuvieron una
intención explícita científica y no política, es-
tuvieron cargados de implicaciones geopolíti-
cas, como demostraron los viajes al Desierto
de Atacama en 1854 y 1884. Vale mencionar
que incluso las exploraciones de Claudio Gay
motivadas por el interés científico que darían
cuerpo a la Historia física y política de Chile,
concitaron el apoyo del gobierno a causa del
interés práctico por conocer el territorio y no
por el interés por crear un gabinete de historia
natural, aspiración más bien marginal (San-
hueza, 2013). Basadas en consideraciones
científicas, ambas exploraciones de Atacama
terminaron por construir una valoración sobre
los territorios anexados y establecer víncu-
los con las élites provinciales interesadas en
negociar con el museo la forma de represen-
tación en la capital de sus provincias en sus
propios términos (Schell, 2001: 51).
En este propósito fue relevante la participación
del Ejército con sus expediciones y campañas
que permitieron la recolección de materiales
ante la falta de naturalistas capacitados para
la tarea. Philippi fue hábil negociador para
obtener recursos del Estado y usar sus redes
dentro y fuera de Chile para incrementar la
colección, no obstante enfrentó obstáculos
para lograr el apoyo de la élite minera del nor-
te del país de manera de obtener materiales de
la región, situación de constante queja por el
naturalista alemán (Schell, 2001). En síntesis,
durante la gestión de Philippi el MNHN con-
solidó desde la segunda mitad del siglo XIX
alianzas que no solo constituyeron el contex-
to de la institución y su director, sino además
conformaron la propia práctica científica, ac-
Javiera Carmona Jiménez, Catalina Muñoz Cabezas € Valentina Ávalos Bustamante
tividad en que la frontera entre lo político y lo
científico se vuelve imprecisa y permite reco-
nocer de manera nítida la articulación entre el
poder y el saber.
El MNHN de Santiago fue el punto de refe-
rencia obligado de la élite porteña para la
fundación y desarrollo del MHNV en su fase
de esplendor durante el siglo XIX hasta 1906.
Fundado por una élite local ligada a la ciencia
y la educación, el cometido de crear el mu-
seo fue visto como un proyecto patriótico que
beneficiaría a la nación moderna y su progre-
so, y que además traería prestigio y un aire
cosmopolita a la ciudad puerto (Schell, 2005).
De modo que desde su origen, el MHNV estu-
vo asociado a la constitución de la identidad
urbana de Valparaíso y la representación del
progreso como rasgo de la Nación comparti-
do con la capital.
Así, los museos nacionales cumplieron el pa-
pel de crear contextos, prácticas y convencio-
nes culturales de importancia en las ciudades
capitales como fuera de ellas (Hill, 2005). La
adopción del modelo internacional de museo
implicaba entonces la incorporación del mu-
seo (o su director) a una compleja red de vín-
culos transfronterizos entre actores diversos, y
a un modo de presentar los objetos en la exhi-
bición recogiendo parcialmente las directrices
de los grandes museos y fundamentalmente
incorporando las prioridades reconocidas por
la dirección de la institución de acuerdo a su
entorno local.
Este ejercicio de adecuación fue realizado por
Carlos Porter durante su gestión en el MHNV,
quien al igual que sus antecesores privilegió
hasta 1906 el carácter pedagógico del museo
para instruir tanto a naturalistas aficionados
como a científicos profesionales a través de la
formación de una colección representativa del
medioambiente regional y en segundo lugar
nacional. A las donaciones de encumbrados
mecenas locales (Agustín Edwards Ossandón
y Francisco Echaurren, entre otros) siguieron
las de los estudiantes sensibilizados y capa-
citados por el propio museo en las prácticas
recolectoras. Se sumaron también los recuer-
do de viaje de los oficiales de la Armada que
recibieron breves capacitaciones previas a las
salidas de los buques, de manera que estos
164
funcionarios finalmente aportaron con espe-
címenes que permitieron los intercambios de
piezas entre el MHNV con numerosas insti-
tuciones internacionales (Schell, 2005). Fue
durante la conducción de Carlos Porter entre
1897 y 1911, quien fue además encargado de
cartas y planos de la Marina chilena (Etcheve-
rry, 1989:129), cuando el MHNV mantuvo una
estrecha relación de apoyo y cooperación con
la Armada. Esta institución desarrolló su acti-
vidad científica orientada fundamentalmente
a la cartografía, meteorología y oceanografía a
través de la Oficina Hidrográfica (OHA) a par-
tir de su creación en 1875. Asimismo, miem-
bros de la Marina, como el médico Federico
Delfín, escribieron artículos científicos en la
Revista Chilena de Historia Natural, Órgano de
difusión del museo creado por Porter apenas
asumió como director del museo.
A fines del siglo XIX la Armada junto con el
MHNV, el MNHN de Santiago y un conjunto
de sociedades científicas nacionales e inter-
nacionales formaron una red de intercambio
de información, publicaciones y objetos en
torno al estudio de la fauna, flora y geogra-
fía de las costas, islas y mares territoriales
de Chile. Así pasaron a integrar la dinámica
regional latinoamericana en el proceso de
mundialización de las ciencias del mar. Es-
tos lazos se consolidaron en las exposiciones
internacionales y congresos científicos en el
marco del naturalismo de fines del siglo XIX
(Lopes, 2000: 232). Vale señalar que entre las
instituciones científicas que en 1936 rindieron
homenaje a Carlos Porter por los 40 años de la
Revista Chilena de Historia Natural (RChHN)
no sólo estuvieron las sociedades científicas,
los museos del país y la Universidad de Chile,
sino también la Armada Nacional (Etcheverry,
1987: 106) agente relevante en la construc-
ción del saber oceánico en Chile.
Desde 1892, Carlos Porter perteneció a la ac-
tiva Société Scientifique du Chili, fundada el
año 1891 por un conjunto de casi 80 hombres
de la intelectualidad chilena interesados en
promover la ciencia en el país, en su mayoría
franceses asentados en Chile. A través de su
revista científica Actes de la Société Scientifi-
que du Chili se fomentaron los contactos con
investigadores e instituciones científicas euro-
peas y se estimuló el sistema de canjes de pu-
blicaciones. De este modo, los intercambios
de revistas motivados por la Sociedad Cientí-
fica de Chile y la REhHN motivaron la forma-
ción de una nutrida biblioteca en el MHNV,
contribuyeron con la difusión de figuras cien-
tíficas y de estudios en variadas disciplinas.
También difundieron el desarrollo y resulta-
dos de las numerosas exploraciones científi-
cas internacionales apoyadas por la Armada,
expediciones que que recorrieron el ignoto
territorio chileno austral e insular, como fue
la divulgación en la ciudad de Valparaíso de
las expediciones científicas suecas a los mares
australes y la Antártica, encabezadas por Otto
Nordenskjóld en 1897 y 1904.
A fines del siglo XIX y hasta 1906 proliferaron
en Valparaíso las agrupaciones de intelectua-
les y estudiosos que compartían la preocu-
pación por editar sus propias publicaciones,
organizaciones vinculadas además a las co-
lectividades extranjeras. Entre ellas se cuenta
la Sociedad Científica y Literaria de Valparaíso
de 1856, en la que participaron fundamental-
mente británicos y estadounidenses, y la So-
ciedad Científica de Valparaíso -de efímera
actividad pues fue fundada en julio de 1896 y
en noviembre cesó sus funciones- la que agru-
pó a casi un centenar de connotados hombres
de la ciudad puerto, como políticos, cientffi-
cos y artistas, entre ellos Carlos Porter previo
a su ingreso en el MHNV (Valenzuela, 1968:
36).
Valparaíso convertida en el centro financiero
más importante del país desde mediados del
siglo XIX rivalizaba con Santiago, capital que
concentraba la actividad intelectual y cultu-
ral de Chile. Las élites porteñas considera-
ron a las sociedades científicas y al MHNV
como símbolos del progreso de Valparaíso,
representantes de la civilización, institucio-
nes fundamentales para afianzar la grande-
za, dignidad y prestigio de la ciudad. Carlos
Porter, miembro de esta cúpula y diestro en
las relaciones públicas locales se encargó de
aumentar la colección del MHNV y a la vez
construir vínculos duraderos con los grandes
museos de la región latinoamericana como el
de Guayaquil, Montevideo y Costa Rica, y con
las respectivas élites que los amparaban (Lo-
pes, 2000: 230).
165
Identidad urbana y museo. La refundación...
Asimismo, Carlos Porter también consolidó
lazos con el poder central político y científico
de Santiago, es decir tuvo acceso a los gru-
pos de poder capitalinos que controlaban el
Estado después de la Guerra Civil de 1891,
y perteneció a las redes intelectuales que se
articulaban entre la Universidad de Chile y el
MNHN. Fue apenas asumió Porter cuando el
MHNV fue separado del Liceo de Hombres
de Valparaíso y quedó formalmente bajo la
tuición del Ministerio de Instrucción Públi-
ca, conducido por el médico Federico Puga
Borne (1897) quien había precedido a Porter
como curador del museo entre 1879 y 1884.
Las relaciones cruzadas finalmente favorecie-
ron que el Estado chileno asumiera los gastos
del museo, rebajando el aporte de las socie-
dades científicas que rivalizaban entre sí, y la
élite local que incentivó su creación. En esta
lógica, Carlos Porter obtuvo el apoyo del Con-
greso y logró que se duplicara la subvención
a la RChHN en el presupuesto del museo del
año 1901 para lograr “aumentar el número de
pájinas i publicar con láminas o figuras inter-
caladas los trabajos que convenga sean ilus-
trados” (Porter en Etcheverry, 1987: 105).
En la red de instituciones científicas de la que
participó el MHNV, uno de sus socios estra-
tégicos fue la Armada, en particular la Ofi-
cina Hidrográfica (OHA), relación estrecha
que Carlos Porter cuidó en tanto compartían
el interés mutuo por la exploración del te-
rritorio insular y el conocimiento de sus ri-
quezas. El contexto de expansión territorial,
consolidación geopolítica de Chile y júbilo
de las Fuerzas Armadas por el triunfo en la
guerra del salitre (1879-1884) dio lugar a la
revisión del papel militar del país en el Pací-
fico. La necesidad de incrementar el conoci-
miento oceanográfico, de las costas y la vida
marina se habría planteado como una nueva
prioridad de la Marina, interés que condujo
a la fundación del Club Naval (1885) como
espacio de fomento de la especialización
científica de los oficiales con una biblioteca y
la creación de una publicación para difundir
la investigación realizada, Revista de Marina
(Fierro, 2005:182). De acuerdo a Saldivia, el
Club Naval se convirtió en el espacio natu-
ral de formación de una generación científica
en la Armada, relacionada estrechamente con
la comunidad científica nacional (Saldivia,
Javiera Carmona Jiménez, Catalina Muñoz Cabezas € Valentina Ávalos Bustamante
2005: 125-126). Es así como el médico de la
Marina y director del MHNV, Federico Del-
fín, fue desde 1879 a 1883 el promotor de la
colección de peces en un escenario en el que
la costa y sus productos recién comenzaron a
suscitar una preocupación del mundo cientffi-
co y político no vista antes por el protagonis-
mo de la agronomía y minería, consideradas
los motores y sustentos de la economía y dieta
nacional (Muñoz y Ther, 2013). Reconocido
como el primer ictiólogo chileno, Federico
Delfín se preocupó por incentivar la contri-
bución pública en la recolección de peces a
través de sus artículos en la RCHhHN, de mane-
ra que no solo el mercado o la cocina fueran
los receptores de los especímenes, sino tam-
bién el museo (Schell, 2005:7). Delfin fue un
convencido de la existencia de conocimiento
científico en el saber popular, y planteó que
las personas solo requerían algo de entrena-
miento para desarrollar el conocimiento, pen-
sando en los saberes no institucionales de los
pescadores, a los que Delfín criticaba la tipo-
logía restringida que aplicaban a los peces de
acuerdo a su demanda en el mercado (“venta
valiosa, fácil i nula”) (Delfin en Muñoz y Ther,
2013: 1631). Delfín insistía en que todos los
tipos de peces eran necesarios en los museos
chilenos (Delfín en Schell, 2005:7).
En la construcción del saber oceánico fue la
Oficina Hidrográfica de la Armada fundada
en 1875, antes del Club Naval, la cooperado-
ra fundamental del MHNV en las actividades
científicas junto con las expediciones en las
que participaban los oficiales de la Marina en
el conocimiento del Chile Insular con dona-
ciones para la colección del museo. La OHA
desarrolló su actividad científica con un ca-
rácter general -estudios geográficos, topográ-
ficos y meteorológicos- y profesionalizante al
participar sus miembros en congresos cientí-
ficos y con artículos en su propia revista, el
Anuario Hidrográfico, y la RChHN, entre otras
publicaciones. Entre 1903 y 1904, el director
de la OHA e hidrógrafo, Luis Pomar Ávalos,
insistió en el cambio de rumbo de la institu-
ción ante el incremento, diversificación y es-
pecialización de instituciones científicas en el
país, priorizando sus trabajo en los océanos
Pacífico y Atlántico Austral para servir a la na-
vegación de las embarcaciones militares y de
la marina mercante (Pomar Ávalos en Jara y
166
Mancilla, 2014:71). El nuevo giro que adopto
la OHA coincide con las profundas transfor-
maciones de los paradigmas de las ciencias
naturales desde fines del siglo XIX, rupturas
esenciales que derivaron en que los profesio-
nales de los museos demarcasen sus áreas de
especialidad (Lopes, 2000: 229). Así, mientras
la OHA sondeaba cuál habría de ser su es-
pecialidad y en definitiva su identidad insti-
tucional, el MHNV marcado por la zoología
durante la gestión de Carlos Porter, avanzaba
en el reordenamiento de los materiales exis-
tentes, reclasificando y documentando las
colecciones representativas del entorno na-
tural de Valparaíso, de Chile, y de los países
vecinos por sobre los europeos, formando un
conjunto claramente etnográfico y no de “an-
tigúedades”.
En tanto, la OHA en sintonía con las ciencias
que cobraban mayor interés a nivel mundial
en relación al desarrollo del transporte ma-
rítimo y en especial la industria pesquera
orientó su atención científica en la hidrogra-
fía, meteorología, climatología (relevante para
la industria agrícola del país) y oceanografía.
El interés científico de la Armada se hallaba
alineado con la preocupación del gobierno
chileno por la explotación de los recursos
marinos y la amenaza de reclamaciones de
soberanía de otros países sobre los territorios
insular y austral. Estas nuevas demandas exi-
gían más unidades a la Armada, así como ele-
mentos técnicos (científicos) y operativos para
resguardar estos recursos (Jara y Mancilla,
2014: 69). De este modo, el incremento de la
colección de peces y fauna marina del MHNV
proveniente de Isla de Pascua y del Archipié-
lago de Juan Fernández respondió a un interés
geoestratégico.
Así como en las primeras dos décadas del si-
glo XX se ha identificado en Santiago la yuxta-
posición chileno germana en la construcción
de la Nación a través de instituciones clave de
la educación (el Instituto Pedagógico) y la de-
fensa (Academia de Guerra) (Alarcón, 2009),
en Valparaíso es la Armada y una élite local
cosmopolita, dueña de la actividad financiera
nacional y de la minería en el norte del país,
quienes concurren en las instituciones cientí-
ficas y educativas de la ciudad puerto, como
fue el MHNV. Esta élite que no colaboró con
Philippi en la recolección de piezas mineraló-
gicas para proveer el MNHN en Santiago, pa-
trocinó al MHNV hasta el terremoto de 1906.
2. Concepciones de museo para Valparaíso
El inicio del siglo XX sorprendió al MHNV
y al conjunto de instituciones científicas del
país en una coyuntura favorable en tanto los
gobiernos liberales de la época abogaron por
modernizar los procesos productivos (mine-
ros y agrícolas) de la economía exportadora
desde el conocimiento aplicado. Este empeño
estimuló en los grandes centros urbanos la in-
vestigación y la enseñanza de las ciencias na-
turales, para lo que se contrataron científicos
extranjeros, se organizaron expediciones cien-
tíficas para reconocer los territorios de la na-
ción, se compraron colecciones, se fundaron
nuevos museos y se apoyó a las publicacio-
nes científicas. El fenómeno ocurrió a escala
latinoamericana y en diversas regiones dentro
de cada país (Lopes, 2000: 229). Valparaíso y
Concepción tomaron parte en este movimien-
to a nivel regional que en la ciudad puerto fue
interrumpido por la devastación que dejó el
terremoto y mega incendio del 16 de agosto
de 1906. El MHNV quedó reducido a escom-
bros, y lo poco que sobrevivió fue embalado
en cajas que quedaron depositadas en el Liceo
Amunátegui de Santiago. La catástrofe aca-
bó de manera abrupta con la vida mundana,
abierta y opulenta de Valparaíso, que la dis-
tinguía del resto de las ciudades y de Santia-
go, reflejada en la arquitectura de mansiones
art nouveau, castillos neoclásicos, fantasías
mudéjares y palacios neogóticos venecianos,
entre muchas otras obras, que sellaron en la
cultura urbana porteña la transición del siglo
XIX al XX (Nordenflycht, 2007: 214). En tanto,
Carlos Porter se trasladó a Santiago también,
y se mantuvo por cuatro años más en su rol
como director del MHNV. En 1907 sostuvo
que “La destrucción del Museo, que nunca la-
mentaremos lo bastante, no significa su muer-
te. Cierto es que muchos objetos valiosísimos
tal vez no se recuperen jamás; pero quedan
en pie las numerosas relaciones (...)” (Porter
en Henríquez et al.,2016:11). Porter seguía
siendo el director de un museo materialmente
inexistente que se fue desdibujando del imagi-
nario porteño pero que persistía en el entrama-
do internacional de redes científicas.
167
Identidad urbana y museo. La refundación...
En 1910 Carlos Porter dejó la dirección del
MHNV, fue nombrado oficial del Ministerio
de Instrucción Pública y en 1911 académico
del Instituto Agronómico de Santiago. Asenta-
do de manera permanente en la capital, Por-
ter consolidó su carrera científica trasladando
también la dirección de la RChHN a Santiago
(Etcheverry, 1986: 96). La RChHN fue dirigida
por Porter hasta su muerte en 1942, y en ese
lapso la publicación fortaleció su relación con
la Sociedad Científica de Chile -a la que perte-
necía Porter- y dejó de ser órgano de difusión
del MHNV. Incluso, la publicación quedó li-
gada por un tiempo a la Universidad de Chile,
lo que revela el proceso en el que las tareas
científicas de los museos y las sociedades
científicas fueron absorbidas por las universi-
dades modernas como parte de un fenómeno
de envergadura latinoamericana (Podgorny,
1995). Cabe señalar que Juvenal Hernández,
Rector de la Universidad de Chile, resolvió en
1934 publicar la REHHN de manera perma-
nente en las prensas de la casa de estudio a
petición de la Facultad de Agronomía y Vete-
rinaria (Etcheverry, 1987, 105). Así, en la pri-
mera década del siglo XX los museos fueron
perdiendo su papel en el concierto científico
nacional, reemplazados por las instituciones
científicas ligadas a los gabinetes ministeria-
les. Por ejemplo, en la prensa local se comen-
tó la investigación que realizó un funcionario
del Ministerio de Justicia entre 1916 y 1917,
de las condiciones de habitabilidad y recur-
sos propios de las islas de Chile para instituir
colonias penales agrícolas y así aportar con la
economía fiscal y la moralización de los reos,
estudio realizado a partir de la revisión de in-
formes y publicaciones científicas hechas en
el país (El Mercurio de Valparaíso, 1917b). La
asesoría técnica especializada fue asumida
por otros actores considerados más idóneos
que el museo para enfrentar las demandas
del proyecto de desarrollo del país en el mar-
co de la ocupación formal de los territorios
despoblados, y la evaluación de las materias
primas disponibles en ellos, lo que seguía pro-
moviendo las exploraciones militares e inda-
gaciones científicas las primeras décadas de
1900. El terremoto de 1906 catalizó en Val-
paraíso la tendencia mundial en que el museo
fue relegado a un lugar secundario frente a
otras instituciones científicas y culturales, lo
que se observa en la accidentada trayectoria
Javiera Carmona Jiménez, Catalina Muñoz Cabezas € Valentina Ávalos Bustamante
del MHNV durante los años de la reconstruc-
ción de la ciudad.
El 24 de noviembre de 1910 John Juger fue
nombrado director accidental del MHNV
mientras Porter fue becado para realizar es-
tudios de zoología marina en Europa, y el 18
de junio de 1912 fue reconocido formalmente
como nuevo director a la renuncia de Porter.
La relación entre ambos se prolongó hasta la
muerte del último en 1942, remontándose su
inicio a 1904, cuando el joven Juger, natura-
lista formado en el Instituto Pedagógico y fun-
cionario del MNHN, le escribió a Porter desde
Santiago señalándole la admiración que tenía
por su obra científica e interés en colaborar en
tareas del área de zoología del MHNV. A la
muerte del Dr. Delfín en 1904, Porter propu-
so a Juger para conducir la sección botánica
que quedó sin conducción pues no existía el
cargo de asistente de zoología, acusando ade-
más la elogiosa recomendación que con an-
terioridad Carlos Silva Cruz le hizo de Juger
(Porter, 1904a). En la carta de Porter en la que
le anunció a Juger su contratación compartió
su proyecto de desarrollo para el MHNV y le
animó a adoptarlo como propio:” llegará a ser
un magnifico cooperador de mas desvelos por
hacer del Museo de Valparaíso uno de los prin-
cipales del mundo ¿Por qué no ambicionarlo si
se tiene voluntad y fuerzas para ello y se cuen-
ta con el apoyo del Gobierno? (Porter, 1904b).
Las condiciones de establecimiento de museos
en Chile que alentaron las enormes expectati-
vas de Porter en 1904, cambiaron completa-
mente en el transcurso los dos primeros dece-
nios de 1900, distanciándose además de las
condiciones europeas que ofrecían un modelo
y concepción de museo inalcanzables. Ya en
1890, Francisco P. Moreno, director del Mu-
seo de Historia Natural de La Plata, percibió
las dificultades en ascenso para el desarrollo
de los museos de historia natural fuera de la
capital de la Argentina, y así reconoció que
“Lo que era posible en Londres, fue imposible
exigirlo de la Plata, la ciudad que no existía
cuando admiraba aquellas colecciones y hube
de dar tiempo al tiempo para poner en práctica
mi programa” (Moreno en Lopes y Muriello,
2005: 212). Sin duda el museo era visto como
una de las instituciones capaces de imprimir el
carácter de gran urbe a una localidad.
168
Juger abrazó el anhelo de Porter de construir
una gran institución para una gran nación. En
su ideario, las exposiciones y museos fueron
“los medios educativos de que echan mano
los países que tienen la noble ambición de
ocupar un puesto prominente en el concier-
to de las grandes naciones” (Juger, 1910). En
un principio, Juger se adscribió a la tenden-
cia que representaba Porter, la que reconocía
la doble función de los museos en educar y
desarrollar la investigación científica a la par
en sintonía con el “movimiento de museos”
a nivel internacional. Sin embargo se obser-
va que la posición de Juger comenzó a diferir
cuando señaló que las colecciones cumplían
la función de instrucción, mientras que la in-
vestigación permitía la organización científica
de éstas (Juger, 1911). Este giro fue resultado
de la adecuación al contexto de reconstruc-
ción de Valparaíso, escenario en el que Juger
imprimió un énfasis educativo a su proyecto
de nuevo museo para una gran ciudad, esto a
partir de una articulación distinta para las dos
actividades gravitantes, relación que había
originado intensos debates en Europa a fines
del siglo XIX sobre la diferenciación entre las
colecciones de investigación y las de instruc-
ción, controversia que en definitiva apuntaba
hacia las finalidades del museo frente a otras
instituciones orientadas al progreso. Juger si-
tuó la investigación científica en otros ámbi-
tos, concebidos como agentes colaboradores
del museo. Para entonces se puede observar
que la investigación científica se consideraba
una actividad que enaltecía la nación y la pa-
tria ante el resto de los países, era fundamen-
tal en la proyección internacional de Chile, lo
que justificaba el esmero en mantener y for-
talecer las publicaciones científicas. En tanto,
la tarea educativa en el museo (la biblioteca y
la escuela) contribuía al desarrollo integral de
la población y así elevaba a la ciudad en el
escenario nacional; por esta razón Juger prio-
rizó el mantenimiento de buenas y completas
colecciones. Apenas asumió la dirección del
MHNV, Juger se entregó a la tarea de movili-
zar con mucho cuidado las piezas desde San-
tiago y reunir en Valparaíso nuevos ejempla-
res y piezas para restablecer las colecciones,
para lo que necesitaba con urgencia un local
apropiado. Juger no vuelve sobre la cuestión
de crear nuevas publicaciones científicas del
MHNV pues hay un nuevo principio rector
que justifica el apartamiento de la RChHN del
MHNV y su establecimiento en Santiago.
En 1911, Juger le escribió a Domingo Amu-
nátegui Solar, ministro de justicia e instruc-
ción pública, para persuadirle de reconstruir
el MHNV y mantener para el año siguiente el
presupuesto actual. En la misiva Juger le expu-
so al ministro las tareas del museo en el con-
texto de la reconstrucción de Valparaíso:
“Por su carácter educativo ¡ de esparcimiento a
la vez el Museo está llamado a prestar servicios
de suma importancia para la cultura general o
hijienizacion moral de un pueblo como Val-
paraiso, sano por tendencia pero en muchos
casos de proyecciones morbosas por carencia
de los grandes factores de progreso i mejora-
miento social e intelectual: los Museos, Biblio-
tecas, Exposiciones artísticas, industriales, etc.
Estas instituciones no se limitan a aumentar el
coeficiente de difusión de los conocimientos
científicos sino que a la vez sirven, como lo ha
dicho Bunge, al nobilísimo propósito de “su-
jerir ideales” en los espíritus deprimidos o fal-
seados por el medio ambiente” (Juger, 1911).
Juger sintonizó con la perspectiva salubrista
originada en la creciente medicalización para
interpretar el devenir de la sociedad, surgida
alrededor de 1880 y mantenida hasta la dé-
cada de 1930. En la aproximación salubrista
a las “enfermedades sociales” (alcoholismo,
tuberculosis, sífilis, etc.) en la que convergían
educadores, médicos, intelectuales y reforma-
dores sociales, se les ligaba a la formación in-
telectual y moral, de manera que su resolución
se planteaba como problema educativo. Leal a
la impronta moderna de los museos de historia
natural europeos, Juger manifestó una especial
preocupación por el aspecto de las exhibicio-
nes y del espacio museal, en una perspectiva
evolucionista que incorporaba al hombre y su
obra como cumbre del desarrollo, añadiendo
finalmente las bellas artes como máxima ex-
presión humana. “Cuando mas artística la con-
cepción de sus pabellones i respectivas exhibi-
ciones tanto más certera será su contribución a
la educación estética o al agrado del especta-
dor naturalmente reclutado en todas las esferas
sociales ¡ dentro de todas las fronteras de la
madurez intelectual i fisiolójica” (Juger, 1911).
El restablecimiento del MHNV fue para Juger e
Identidad urbana y museo. La refundación...
recuperar una institución “de incuestionable
utilidad pública” (Juger, 1911) que aporta-
ría a la salud individual y al bien colectivo
de Valparaíso y del país. Así Juger diseñó un
ambicioso proyecto que reunía en un mismo
espacio en el Cerro de Playa Ancha al MHNV
estructurado en pabellones para cada disci-
plina científica- un jardín botánico, acuario,
zoológico y escuela agrícola y de pesca (Ova-
lle, 1968: 18-22). De acuerdo a Juger, el nue-
vo MHNV podía ocupar un lugar privilegiado
como institución implicada en la promoción
de un estilo de vida higiénico implicaba tam-
bién proveer de espacios saludables tanto para
la instrucción general, la técnico-industrial
como para el tiempo de ocio, entretenimien-
to. “...ubicar estas instituciones ['museos, bi-
bliotecas] preferentemente dentro de estensos
parques públicos. De esta manera el público
a la vez que respirará aire puro no despreciará
la oportunidad que se le presenta con toda la
seducción del artístico escenario circundante
de hacer adquisiciones intelectuales que con-
tribuirán a elevar en forma gradual i segura su
nivel intelectual, moral i físico” (Juger, 1911).
Las exigencias en torno a la ampliación del
alcance de la educación en el sector más vul-
nerable y mayoritario de la sociedad porteña,
junto con la concepción de la ciencia, la edu-
cación y la comunicación, esbozaron a prin-
cipio del siglo XX un contexto que interpeló
de manera problemática la identidad de los
museos públicos en Chile frente a otras ins-
tituciones culturales. Este dilema apareció en
las deliberaciones sobre el proyecto liberal de
reconstrucción de Valparaíso.
3. La reconstrucción saludable de Valparaíso:
entre el museo y la biblioteca
El Plan de Reconstrucción de Valparaíso fue
propuesto por una elite con poder económico
aglutinada en la Junta de Vecinos, grupo de
poder que además ocupaba cargos como
autoridades locales (Alcalde e Intendente) y
nacionales (diputados y algunos ministros). En
acuerdo concibieron el diseño de un nuevo
orden urbano, financiado con la bonanza
salitrera, y dirigido a enaltecer su identidad
aristocrática ligada a la estructuración de un
discurso modernizante europeo industrialista
(Claro, 2007), clasista (Cáceres, 2002), con
pretensiones higienistas y moralizadoras
Javiera Carmona Jiménez, Catalina Muñoz Cabezas € Valentina Ávalos Bustamante
(Álvarez, 2001). La reconstrucción de
Valparaíso diseñada por una minoría significó
el reacomodo y control de la población
mayoritaria del puerto, conformada por
peones, labradores, jornaleros, gañanes y
mujeres que se emplearon como sirvientas
-entre otras tareas-, sector vulnerable que
se fue incrementando con el movimiento
migratorio ocasionado por la atracción del
crecimiento comercial de la ciudad. Las clases
populares en Valparaíso se caracterizaron por
su enorme pobreza material en el siglo XIX y
buena parte del XX, miseria que se expresó
en una condición sanitaria desastrosa. La
vida de pobreza en Valparaíso se desarrollaba
sin agua potable, ni sistema de desague, con
escurrimiento permanente de aguas servidas,
circulación permanente de animales y
proliferación de conventillos y ranchos urbanos
de enorme hacinamiento (Urbina, 2002). La
propagación de enfermedades como sífilis,
viruela o tuberculosis ocasionó altas tasas de
mortalidad, al punto de comportarse como
epidemias (Flores, 2005). El grupo minoritario
de propietarios y comerciantes percibían como
un obstáculo del progreso de la ciudad la falta
de cumplimiento de los hábitos de higiene
y salubridad entre los pobres, disposición
que comprometía la salud moral y alentaba
el delito, la prostitución y el crimen en tanto
se transmitían por contagio de acuerdo a la
interpretación que ofrecía el modelo salubrista
en boga (Cárdenas, 2013). El permanente
contraste entre la minoría opulenta y el resto
de la población de Valparaíso acrecentó el
estado de conflicto social que se manifestó
en huelgas, marchas y movilizaciones
por reivindicaciones salariales y derechos
laborales en las primeras décadas del siglo XX,
las que convertían el espacio público en una
arena de disputa social, económica y política
en la que se proscribió la protesta, vagancia,
mendicidad, juegos, ebriedad, fondas,
cantinas y chinganas (Cárdenas, 2013:60).
La política de higienización y moralización
que ejecutó la elite liberal consistió en
normar el funcionamiento de la ciudad y sus
espacios públicos mediante ordenanzas y un
cuerpo de policía fiscal, que se fortalecieron
después de la alarma social ocasionada por
la tugurización posterior al terremoto ante la
destrucción masiva de viviendas (Sepúlveda,
2009:92). El Plan de Reconstrucción recogió la
170
preocupación por la instauración de un nuevo
ordenamiento bajo los principios del progreso,
así consideró ampliar y reorganizar la estructura
urbana (uso del suelo) y su morfología
(forma) —lo que entrañaba un mecanismo de
reordenamiento y control social -en un plazo
menor a los 5 años para incorporar a Valparaíso
en 1910 en las celebraciones del Centenario
de la República (Sepúlveda, 2009). La idea
de comienzo de siglo catapultada por las
necesidades de reconstrucción post terremoto
estimó borrar todo el trazado antiguo, es decir,
borrar el pasado y crear una nueva ciudad.
La renovación de plazas y jardines con
inmobiliario, obras de arte público (estatuas
y monumentos), arborización, ensanche
de calles y alumbrado eléctrico fueron los
proyectos que circundaron el levantamiento de
los edificios monumentales como la Biblioteca
Pública. Este modelo envió a los sectores
populares a la periferia “vertical”, a los cerros
periféricos, bajo la idea de reordenamiento e
higienización de la ciudad, no solo social y
médico, sino también cultural (Álvarez, 2001).
Las élites porteñas plasmaron en esta empresa
de reconstrucción su noción de ciudad ideal,
con fuerte influencia de la doctrina urbanística
de Benjamín Vicuña Mackenna aplicada en
la renovación de Santiago de mediados del
siglo XIX (Sepúlveda, 2009); ideario urbano en
el que se destacó la formulación de espacios
públicos y la segregación socio espacial
(Romero, 1997).
Para la celebración del Centenario de la Re-
pública en 1910, la reconstrucción de Val-
paraíso apenas había avanzado y las obras
a inaugurar como parte de la celebración se
remitieron tan solo a los monumentos de las
colectividades extranjeras en la Av. Brasil, y
Av. Francia, así como el nuevo Teatro de la
Victoria (frente a la Plaza Victoria) y algunos
templos católicos. Varias obras finalizaron
en 1912, como el Mercado del Cardonal, el
Palacio Polanco y algunas viviendas lujosas
(MINVU, 2005:262), y también se anunció la
construcción de otras nuevas como la Biblio-
teca Pública y el MHNV. Pero en definitiva, la
reconstrucción de la ciudad se prolongó has-
ta la década de 1920, y hubo proyectos que
nunca se ejecutaron (como el del MHNV). La
reconstrucción se desarrolló en un ambiente
de incertidumbre para las élites financieras de
Valparaíso, consternadas por el declive eco-
nómico internacional ocasionado por la Pri-
mera Guerra Mundial y la apertura del Canal
de Panamá (1914), este último reemplazó la
ruta de navegación interoceánica por el Estre-
cho de Magallanes, prescindiendo del puerto
de Valparaíso en las rutas comerciales.
El escenario de inestabilidad económica y de
inflación se discutió de manera constante en
la prensa local, así como la ralentización de
las obras del Plan de Reconstrucción. Algu-
nos proyectos arquitectónicos y urbanísticos
se atrasaron por la adecuación al contexto
económico, incluso se realizaron ajustes en
obras en curso que debían ser modificadas en
medio de su ejecución con el riesgo constate
de su paralización (El Mercurio de Valparaíso,
1917a). A esto se suma la aparición de nume-
rosos litigios por la propiedad de los terrenos
después del terremoto que agitó el mercado
inmobiliario con la sobrevaluación de los pre-
dios ya escasos. Julio Pérez Canto, director de
El Mercurio de Valparaíso desarrolló a través
del periódico una larga campaña de apoyo
explícito al proyecto de Juger en Playa Ancha,
de manera de conseguir el favor de las auto-
ridades y del público. John Juger y otros cola-
boradores informaron a través de El Mercurio
de Valparaíso de la recepción de donaciones
para las colecciones (El Mercurio de Valparaí-
so, 1916), -entre ellas algunas realizadas por
Carlos Silva Cruz director de la Biblioteca Na-
cional (Tobar, 1967)- así como de las ilustres
visitas como la Liga de las Sociedades Católi-
cas de Valparaíso (El Mercurio de Valparaíso,
19170). Así, Juger logró entrevistarse con dos
presidentes de la República Juan Luis San-
fuentes en 1918 y Carlos Ibáñez en 1928), y
ambos comprometieron recursos económicos
para la construcción del edificio propio para
el MHNV, no obstante nunca se concretó la
obra ni la compra de los terrenos.
Sin descartar por completo que las fuerzas
políticas locales y nacionales se inclinaran en
perjuicio del proyecto de Juger y el MHNV (lo
que es sugerido por Tobar, 1967), cabe aten-
der a otros aspectos relacionados con las po-
líticas públicas (cultura, educación, salud y
justicia) de las primeras décadas del siglo XX
que jugaron un papel manifiesto como claves
interpretativas del “sistema museal” del caso
171
Identidad urbana y museo. La refundación...
que representa el MHNV en la reconstrucción
de Valparaíso post terremoto 1906.
Junto a la policía fiscal y la escuela, la bi-
blioteca pública -en particular la lectura- se
consideró a contar de 1910 entre los agen-
tes llamados a revertir los problemas morales
del país, intensamente debatidos en el marco
del centenario de la nación (Gazmuri, 2001).
Durante el siglo XIX, la biblioteca pública fue
una institución dirigida a la actividad cien-
tífica y la formación de las elites prioritaria-
mente. En Santiago, Luis Montt, director de
la Biblioteca Nacional entre 1886 y 1909,
excluyó del catálogo los títulos modernos de
entretenimiento (novela, poesía, teatro) que
eran del gusto mayoritario de la población,
adoptando la reglamentación de las bibliote-
cas de Madrid y Paris, “con cuyas costumbres
tienen analogías las nuestras” (Hernández,
2016:409). Las obras científicas predomina-
ban en el material bibliográfico y delatan lo
relevante que fue para la dirección de la Bi-
blioteca Nacional la participación activa en
las redes de canje internacional con centros
científicos estadounidenses fundamentalmen-
te (Museum of Comparative Zoology, Harvard
University, The Fraser Institute, entre otros) y
en menor medida con las bibliotecas euro-
peas (Nacional de España, Portugal, Viena,
Berlín y San Petersburgo) pues permitían di-
fundir la imagen del país en el exterior a través
de la producción literaria y científica hecha
en Chile (Montt en Hernández, 2016:504).
Asimismo, la Biblioteca Nacional editaba sus
propias revistas (Boletín Biblioteca Nacional,
la Revista Bibliografía), y en ella funcionaban
distintas sociedades científicas y literarias que
elaboraron sus publicaciones regulares como
la revista Los Diez, entre otras. Desde 1910,
cuando asumió la dirección Carlos Silva Cruz,
el modelo europeo que censuraba y prohibía
las obras de pasatiempo y las asociaba a ma-
los hábitos, fue reemplazado por el estadou-
nidense que al realzar la labor social y edu-
cativa de la biblioteca y la lectura abrió sin
trabas el acceso a los libros de entretención
y dejó de señalarlos negativamente. El acento
estuvo en motivar la lectura dado que en si
misma podía exterminar los malos hábitos del
pueblo sin importar lo que se leyera (Labarca,
1913:5). Así, la Biblioteca Nacional incluyó
como nuevos lectores a los actores sociales
Javiera Carmona Jiménez, Catalina Muñoz Cabezas «€: Valentina Ávalos Bustamante
emergentes como las clases bajas y la media,
convirtiéndose en un espacio de sociabilidad
cultural del Estado y de disciplinamiento en
tanto instruyó normas y prácticas que regían
el comportamiento en su interior (guardar si-
lencio, no dañar los libros, devolverlos fina-
lizados los préstamos a domicilio, etc). Un
año demoró la construcción del monumental
edificio de la Biblioteca Nacional en el cen-
tro de Santiago, obra anunciada en 1912 y
finalizada en 1913. Al cabo de cinco años,
en 1918, su modelo bibliotecario ya atendía
con decisión la promoción de bibliotecas en
los distintos barrios de la ciudad a través de
“sucursales”, así como en las provincias. La
biblioteca pública se concebía como un fac-
tor de desarrollo social y educativo fuera de
Santiago y que finalmente beneficiaría al país
atrayendo la mayor cantidad de público posi-
ble (no solo a científicos y artistas), y con la
extensión máxima de sus redes (Hernández,
2016). Mientras el Museo de Bellas Artes am-
plificó la exclusividad y operó como agente
de distinción elitista, la Biblioteca Nacional
a la inversa, cumplió desde 1910 una labor
social de integración de las clases populares y
se convirtió en centro de un movimiento cul-
tural del Estado, desde la capital hacia toda la
nación (Hernández, 2016).
Los restos del MHNV, ya de vuelta desde San-
tiago, permanecían guardados en Valparaíso
a la espera de conseguir un local propio per-
manente o uno transitorio para arrendar que
John Juger buscó afanosamente en el Cerro de
Playa Ancha. En medio de estas gestiones se
inició la construcción de la gran Biblioteca
Pública de Valparaíso a partir de la donación
en 1912 de un gran terreno en el centro de la
ciudad -frente a la Plaza Simón Bolívar jun-
to a la Av. Brasil- por el empresario salitrero
y diputado Santiago Severín, quien también
costeó la construcción. Creada en 1873 por
una facción de la elite porteña ligada a las
sociedades científicas y al MHNV, la Biblio-
teca Pública de Valparaíso quedó instalada
apretadamente en distintas habitaciones de
los Tribunales de Justicia por las que constan-
temente peregrinó. Después del terremoto, en
1912 pasó a un amplio inmueble en la calle
Edwards mientras se anunciaba la donación
de Severín, sitio en el que se comenzó a am-
pliar rápidamente la cantidad de usuarios (La
172
Unión, 1918). La intelectualidad porteña se
quejaba de la falta de atención del gobierno
central por la biblioteca de la “segunda ciu-
dad de Chile”, dotada exiguamente en inmo-
biliario y obras (donadas por vecinos encum-
brados del puerto y por el Liceo de Valparaíso)
creando una imagen poco favorable de la cul-
tura intelectual y dedicación al estudio en Val-
paraíso (Amunátegui en La Unión, 1918). Así,
en el contexto de la reconstrucción, no fue el
gobierno central el que financió el magnífico
edificio de estilo neoclásico renacentista, sino
Santiago Severín —y la colonia española- en un
gesto interpretado como “voto patriótico” y de
“seneroso civismo” fueron reconocidos en la
prensa local dentro de una tendencia interna-
cional encabezada por EE.UU. en la que “los
ciudadanos ricos tienen en mucha estima la
institución de las Bibliotecas y están legítima-
mente orgullosos de los progresos que le han
hecho alcanzar”, en vencer el problema físico
y moral que encarnaba la pobreza urbana (La
Unión, 1918). Inaugurada en 1920, en el di-
seño de la Biblioteca Severín se contemplaron
varios salones, el de mayor tamaño abarcaba
176 metros cuadrados en el que se instalarían
cómodamente 130 lectores (La Unión, 1918).
La Biblioteca Pública de Valparaíso aguardaba
así recibir a los nuevos lectores provenientes
de las clases medias y el proletariado.
DISCUSIÓN
Fue la Biblioteca Pública y no el MHNV el
agente cultural considerado para la refunda-
ción de Valparaíso siguiendo el modelo de la
ciudad moderna o ciudad industrial que se
debatió en la prensa, emulando las ciudades
estadounidenses más que las europeas, en
pleno proceso de expansión urbana por la
Revolución Industrial. Tanto el MHNV como
la Biblioteca Pública dependían formalmente
del Ministerio de Justicia e Instrucción Públi-
ca, lo que revela no solo la asociación entre la
educación como solución a la criminalidad y
el delito, y el papel que instituciones como bi-
bliotecas y museos debían pronunciarse. Tam-
bién delata los gestos espasmódicos de la elite
por fundar y crear instituciones culturales de
acentuado rol social pero sin dotarlas de re-
cursos para su funcionamiento y permanencia
en el tiempo, dejándolas en manos de Estado
que escoge a las que considera más adecua-
das apoyar y desampara a otras que avanzan
en su proceso de pauperización.
Por la férrea voluntad de John Juger la reaper-
tura del MHNV se realizó el 25 de diciem-
bre de 1913 en una casona de Playa Ancha
arrendada al acaudalado vecino del puerto,
Domingo Munizaga Varela, junto a las depen-
dencias de la OHA. En este inmueble provi-
sorio, el MHNV permaneció hasta 1953. El
cerro Playa Ancha se había convertido en uno
de los nuevos polos de desarrollo urbanístico
de la ciudad, y el MHNV junto con otras ins-
tituciones deportivas y culturales contribuyó
con la definición de la identidad local de este
barrio que realzó su carácter urbano y de pro-
greso hasta la década de 1960.
El terremoto de 1906 no solo devastó Valpa-
raíso pues impactó en toda la zona central del
país provocando destrucción en varias ciuda-
des, de manera que no solo el MHNV sufrió
los efectos del sismo, también el MNHN en
Santiago vio dañado su edificio y colecciones.
No obstante, su restauración se realizó casi de
inmediato, probablemente por la presión de
las celebraciones del Centenario en la capi-
tal, epicentro político y cultural del Estado y
la Nación. Vale señalar que los estragos del
sismo de 1906 en el MNHN fueron menores
en comparación con la destrucción que dejó
el terremoto de 1927 (Gómez, 2012:210), y su
rehabilitación se prolongó por cuarenta años,
terminando en 1968, debido a las continuas
dificultades económicas que adujo el gobier-
no (Mostny y Niemeyer: 1983). Ante estos dos
casos (MNHN y MHNV) cabe observar en el
transcurso del siglo XX cómo se desarrolla el
proceso de debilitamiento de los museos de
historia natural en el panorama de la transfor-
mación de la cultura científica y las políticas
educativa y cultural del país. Si bien el MHNV
fue una institución dependiente del Ministerio
de Instrucción Pública desde el siglo XIX, la
idea de incorporar formalmente a los museos
al sistema educacional de la nación se cristali-
zó mucho más tarde (Mostny, 1968: 11).
CONCLUSIONES
Las consideraciones sobre ciencias y edu-
cación que permiten definir el contexto del
MHNV en las primeras décadas del siglo XX
173
Identidad urbana y museo. La refundación...
requieren incorporar variables de sociabili-
dad, así como los aspectos relacionados con
el orden social y el proyecto de ciudad im-
plicados en el “sistema museal” en el que se
sitúa el MHNV. En el caso de Valparaíso, el
museo estuvo ligado al devenir de la ciudad
y a los grupos de poder que determinaban su
acontecer. En la perspectiva de elaborar una
periodización de la trayectoria del MHNV
por el siglo XX, son estas variables conside-
rando los proyectos políticos de las elites y el
Estado, los que aportan con elementos para
establecer con mayor claridad las demarca-
ciones internas de este largo período en que
John Juger tuvo un papel protagónico. Bajo su
dirección se fundó un nuevo museo inserto en
las prioridades de la instrucción pública, lo
que condujo la política y prácticas de reco-
lección de objetos, identificación y posterior
exposición, participando de la construcción
de la identidad de la región, y de la localidad
de Playa Ancha en su tensión por diferenciarse
del resto de Valparaíso, lo que propone una
rica senda de estudio para profundizar en la
comprensión y papel de esta institución a la
que se le llamó coloquialmente como Museo
de Playa Ancha.
AGRADECIMIENTOS
Este artículo se enmarca en el Proyecto de
Investigación Museo local, memorias y patri-
monio. El Museo de Historia Natural de Valpa-
raíso y su temporada en Playa Ancha (1912-
1967), realizado en 2017 y financiado por el
Convenio de Desempeño Educación Superior
Regional - UPA 1301 “Generación de conoci-
miento compartido: Un modelo replicable de
Innovación Social para el desarrollo territorial
de Playa Ancha (2014-2017), ejecutado por la
Universidad de Playa Ancha.
Se agradece a Loredana Rosso, directora del
MHNV; a Andrea Vivar, encargada Área de
Educación del MHNV; a Claudio Henríquez
y a Vivian Cordero de la Biblioteca Científica
John Juger del MHNV.
FUENTES PRIMARIAS
Juger, John .1910. Carta a Alcibiades Vicen-
cio, presidente de los Boy Scout de Chile. 3 de
febrero de 1910.
Javiera Carmona Jiménez, Catalina Muñoz Cabezas €: Valentina Ávalos Bustamante
Juger, John.1911. Carta al Ministro de Instruc-
ción Domingo Amunátegui Solar. Mayo de
1911.
Porter, Carlos.1904a. Carta a Carlos Silva
Cruz. 25 de junio de 1904. Archivo MHNV.
Porter, Carlos.1904b. Carta a John Juger. 25
de noviembre de 1904. Archivo MHNV.
BIBLIOGRAFÍA
Alarcón, Cristina.2009. Construcción del es-
tado nacional chileno a través de sociedades
de referencia: la recepción de modelos de
formación docente y militar alemanes des-
de 1880-1920 en Chile. En Hernández, J.M
(coord.) Influencias alemanas en la educación
española e iberoamericana. Globalia Edicio-
nes Anthema, 367-3709.
Alegría, L.; Gánger, S. y Polanco, G. 2009.
Momias, cráneos y caníbales. Lo indígena en
las políticas de “exhibición” del Estado chi-
leno a fines del siglo XIX. Nuevos Mundos,
Mundos Nuevos. 1-14. Disponible en: https://
nuevomundo.revues.org/53063 [Último acce-
so 17.07.2018]
Álvarez. L. 2001. Origen de los Espacios Pú-
blicos en Valparaíso: el discurso higienista y
las condiciones ambientales en el siglo XIX.
Revista de Urbanismo (4), 24-34.
Anales Museo de Historia Natural de Valpa-
raíso (1973), (6), 11-12.
Bahamonde, Nibaldo .1983. Don Carlos Emi-
lio Porter Mosso, sabio naturalista chileno
(1867-1942). Revista Chilena de Historia Nat-
ural (56), 7-9.
Bennett, Tony .1995. The birth of the museum.
London: Routledge.
Broitman, Claudio. 2018. La vocación cientí-
fica de la revista Anales del Museo de Historia
Natural de Valparaíso (1968-1980). Coleccio-
nesDigitales, Subdirección de Investigación
Dibam. Disponible en: http://www.dibam.cl/
xml/697/articles-83503_archivo_PDF.pdf[Úl-
timo acceso 17.07.2018]
174
Cáceres, G.; Bot, R. y Sabatini, F. 2002. Su-
burbanización y suburbio en el Chile: una mi-
rada al gran Valparaíso Decimonónico (1820-
1870). Revista Archivum (4).
Cárdenas Muñoz, Vania. 2013. El orden ga-
ñán. Historia social de la policía. Valparaíso
1896-1920. Concepción: Ediciones Escapara-
e;
Claro Tocornal, R. 2007. A un siglo del Terre-
moto de Valparaíso 1906-2006. Boletín de la
Academia Chilena de la Historia (116), 56-76.
Etcheverry, María.1986. Sobre las coleccio-
nes de la Revista Chilena de Historia Natural.
Revista Chilena de Historia Natural (59), 95-
98.
Etcheverry, María. 1987. Sobre los noventa
años de la Revista Chilena de Historia Natural
1897-1987. Revista Chilena de Historia Natu-
ral (60): 105-107.
Etcheverry, María. 1988. Datos biográficos
sobre don Carlos Emilio Porter Mossó (1867-
1942). Revista Chilena de Historia Natural
(61), 127-128.
Etcheverry, María. 1989. Carlos E. Porter, la
“Société Scientifique du Chili” y las “Actes de
la Société Scientifique du Chili”. Revista Chi-
lena de Historia Natural (62), 129-147.
El Mercurio de Valparaíso .1916. Valioso ob-
sequio al Museo de Valparaíso. Septiembre de
1916:
El Mercurio de Valparaíso .1917a. La Biblio-
teca Pública de Valparaíso. Viernes 1* de di-
ciembre de 1917, 16.
El Mercurio de Valparaíso .19176b. Islas Chile-
nas. Lunes 22 de enero de 1917.
El Mercurio de Valparaíso. 1917c. El Museo
de Valparaíso. Martes 2 de enero de 1917,
Fajardo, R. 1969. Don Carlos E. Porter y el
Museo de Historia Natural de Valparaíso. Ana-
les del Museo de Historia Natural de Valparaí-
so (2), 9-26.
Feliú Cruz, Guillermo .1969. Carlos Porter
(1867-1942). La bibliografía de las ciencias
naturales. Santiago: Bibliógrafos chilenos.
Fierro, Juan .2005. Recuerdos del Club Naval
de Valparaíso (narrados por su edificio). Revis-
ta de Marina, 122(885), 182-183.
Flores F., Sergio .2005. El acontecer infausto
en un Valparaíso sorprendente. Valparaíso:
Editorial Puntángeles Universidad de Playa
Ancha.
Gajardo Tobar, Roberto .1967. John Juger. Bo-
letin Informativo Sociedad Científica de Val-
paraíso, 4(55), 1-12.
Gánger, S. (2014). Relics of the past: the col-
lecting and study of Pre-Columbian Antiquities
in Peru and Chile, 1837-1911. OUP Oxford.
Gazmuri, Cristian .2001. El Chile del Cen-
tenario, los ensayistas de la crisis. Santiago:
Pontificia Universidad Católica de Chile.
Gil, Magadalena .2016. Exhibiting the Nation:
Indigenousness in Chile's National Museums.
Museum and Society, 14(1), 82-97.
Gómez, Claudio .2012. El Museo Nacional de
Historia Natural de Chile: Breve reseña de su
historia y aspectos de su actual gestión estra-
tégica. Revista Museo Argentino de Ciencias
Naturales 14(2), 209-212.
Henríquez, Claudio; Vivar, Andrea y Pérez,
Ruth .2016. Museo de Valparaíso... sus ini-
cios. Valparaíso: Dibam. Disponible en: http://
www.mhnv.cl/636/articles-72313_archi-
vo_01.pdf [Último acceso 17.07.2018].
Hernández Toledo, Sebastián .2016. Un ver-
dadero centro de la cultura nacional”.Difu-
sión de la lectura e internacionalización del
conocimiento en la Biblioteca Nacional de
Chile (1900-1925). Historia 2 (49), 487-507.
Hill, Kate .2005. Culture and Class in English
Public Museums, 1850-1914. Aldershot: Ash-
gate.
175
Identidad urbana y museo. La refundación...
Jara, Mauricio y Mancilla, Pablo .2014. Apro-
ximación a una primera visión científica chile-
na sobre Tierra del Fuego, Islas Australes y An-
tártica, 1892-1906. Magallania 42(2), 61-79.
Labarca, Guillemo .1913. Misión social
de la biblioteca. En Las Últimas Noticias,
OSOS
La Unión .1918. A donación de Santiago Se-
verin. Domingo 3 de noviembre de 1918, 1.
Looser, Gualterio .1927. Sobre algunos obje-
tos que venden los habitantes de las Islas de
Juan Fernández — Apuntes folklóricos. Revista
Chilena de Historia Natural, 31(1), 240-244.
Looser, Gualterio .1957. El Sr. John Juger. Re-
vista Chilena de Historia y Geografía (135),
259-261.
Lopes, Maria Margaret .2000. Cooperacáo
científica na américa latina no final do século
XIX: os intercámbios dos Museus de Ciéncias
Naturais. Interciencia, 25(5), 228-233
Lopes, Maria M. y Muriello, Sandra E. 2005.
El movimiento de los museos en Latinoaméri-
ca a fines del siglo XIX: el caso del Museo de
La Plata. Asclepio 57(2).
Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MIN-
VU) .2005. Guía de arquitectura Valparaíso/
An architectural guide Valparaiso. Valparaí-
so-Sevilla: Ed. Junta de Andalucía.
Mostny, Grete .1968. Los museos como insti-
tuciones educacionales. Anales del Museo de
Historia Natural de Valparaíso (1), 11-16.
Mostny, Grete. y Niemeyer, Hans. 1983. El
Museo Nacional de Historia Natural. Colec-
ción Chile y su Cultura. Santiago: Ediciones de
la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos.
Muñoz Sougarret, Jorge y Ther, Francisco
.2013. El pescador en el imaginario científico
durante la etapa de formación de la acade-
mia ictiológica chilena, 1829-1909. História,
Ciéncias, Saúde 20(24), 1621-1633.
Javiera Carmona Jiménez, Catalina Muñoz Cabezas €: Valentina Ávalos Bustamante
Nordenfílycht, José de .2007. La copia feliz
del Edén: un centenario, su museo y el cón-
dor. Apuntes 19(2), 210-215.
Ovalle, Nina. 1968. Homenaje a John Juger
Silver 1884-1967. Anales del Museo de Histo-
ria Natural de Valparaíso (1), 17-25.
Las publicaciones del MHNV .2008. Dis-
ponible en: http://www.mhnv. cl/636/arti-
cles-23328_archivo_02.pdf [Último acceso
17.07.2018]
Pearce, S. 1989. Museum Studies in Material
Culture. En Pearce, S. (ed.), Museums Studies
in Material Culture. Londres: Leicester Univer-
sity Press.
Pérez, G. 2008. La historia de vida del Museo
de Historia Natural de Valparaíso a través de
sus Directores. DIBAM. Disponible en: www.
mhnv.cl/63 6/articles-23328_archivo_01.pdf
[Último acceso 17.07.2018]
Pérez, G. 2013. 25 años en la historia del
Museo de Historia Natural de Valparaíso. DI-
BAM. Disponible en: www.mhnv.cl/636/ar-
ticles-36037_archivo_01.pdf [Último acceso
17072018]
Podgorny, Irina .1995. De razón a facultad:
ideas acerca de las funciones del museo de
La Plata en el período 1890-1918. Runa (22),
89-104.
Podgorny, Irina. 2005. La mirada que pasa:
museos, educación pública y visualización
de la evidencia científica. História, Ciéncias,
Saúde — Manguinhos12, 231-264.
Podgorny, Irina y Lopes, María Margaret.
2013. El desierto en una vitrina. Museos e
historia natural en la Argentina, 1810-1890.
México: Limusa.
Puelma B., Max .1968. Las colecciones del
Museo de Historia Natural de Valparaíso. Ana-
les del Museo de Historia Natural de Valparaí-
so (1), 261-271.
Romero, L. A. 1997. ¿Qué hacer con los pobres?
Elite y sectores populares en Santiago de Chile,
1840-1895. Buenos Aires: Sudamericana.
176
Saldivia Maldonado, Zenobio. 2005. La cien-
cia en el Chile decimonónico. Santiago: Edi-
ciones Universidad Tecnológica Metropolita-
na.
Sanhueza, Carlos .2013. El Gabinete de Histo-
ria Natural de Santiago de Chile (1823-1853).
En Podgorny, l. y Achim, M. (eds). Museos al
detalle. Colecciones, antigúedades e historia
natural, 1790-1870. Rosario: Protohistoria,
201-218.
Sanhueza, Carlos. 2016. Objetos naturales
en movimiento. Acerca de la formación de
las colecciones del Museo Nacional de Chile
(1853-1897). Revista de Humanidades, (34).
Scarpa, R. 1968. Prefacio. Anales del Museo
de Historia Natural de Valparaíso (1), 7-10.
Secord, James A. 2004. Knowledge in Transit.
Isis 95, 654-672.
Schell, Patience A. 2001. Capturing Chile:
Santiago's Museo Nacional during the nine-
teenth century. Journal of Latin American Cul-
tural Studies, 10(1), 45-65.
Schell, Patience A. 2005. El Museo de Histo-
ria Natural de Valparaíso. En Andermamn, J. y
Schell, P. (curadoras) Relics and Selves: lco-
nographies of the National in Argentina, Brazil
and Chile, 1880-1890, 1-10. Disponible en:
http://www.bbk.ac.uk/ibamuseum/texts/Sche-
1101.htm [Último acceso 17.07.2018]
Schell, Patience A. 2013. Darwin and his Con-
temporaries in Chile. New York: Palgrave Mac-
millan.
Sheets-Pyenson, Susan. 1988. Cathedrals of
Science. The Development of Colonial Nat-
ural History Museums during the late Nine-
teenth Century. Montreal: McGill-Queen's
University Press.
Sheets-Pyenson, Susan. 1988. Cathedrals of
Science. The Development of Colonial Nat-
ural History Museums during the Late Nine-
teenth Century. Montreal: McGill-Queen's
University Press.
Sepúlveda Jamett, Andrea .2009. Plan de re-
construcción de Valparaíso 1906-1910: Sus
ideas urbanas hacia el Centenario de la Re-
pública. Tesis para optar a la Licenciatura en
Historia, Mención Estudios Culturales, Uni-
versidad Academia de Humanismo Cristiano.
Disponible en: bibliotecadigital.academia.
cl/handle/123456789/71 [Último acceso
17.07.2018]
Urbina Carrasco, Ximena. 2002. Vendedores
ambulantes, comerciantes de “puestos”, men-
digos y otros tipos populares de Valparaíso en
el siglo XIX. Archivum, Viña del Mar 3(4), 45-
61.
177
Identidad urbana y museo. La refundación...
Urizar, Gabriela. 2012. Estado y museos na-
cionales en Chile durante el siglo XIX. Repre-
sentación de una nación en construcción. Bo-
letín Americanista, 62(2), 211-229.
Valenzuela G., Álvaro .1968. Historia de la
Sociedad Científica de Valparaíso. Anales del
Museo de Historia Natural de Valparaíso (1):
27-48.
178
ANALES? LL Volumen 31, 2018. Páginas 179-187
510 Investigaciones Históricas
VALPARAÍSO
CONSTRUYENDO EL PASADO DE LA CIUDAD
VALPARAISO,
BUILDING THE CITY'S PAST
Xaviera Díaz Carrasco" € Andrea Muñoz Gálvez”
RESUMEN: Este artículo pretende abordar el imaginario social de Valparaíso a partir del descu-
brimiento de osamentas indígenas en la Plaza O'Higgins, y cómo esto se inserta en el mismo.
Indagando, además, en la valoración de la ciudad desde una perspectiva histórica y patrimonial,
tanto por el porteño como por el Museo de Historia Natural de Valparaíso, y como este último
tiene un rol en la construcción del imaginario en sí.
PALABRAS CLAVES: Valparaíso, imaginario social, valorización histórica y patrimonial, museo.
ABSTRACT: This article tries to approach the social imaginary of Valparaiso from the discovery
of indigenous skeletons in Plaza O'Higgins, and how this fact is inserted in it. In addition, it in-
vestigates the appreciation of the city from a historical and patrimonial perspective, by both the
porteño and by the Natural History Museum of Valparaiso, and how the latter has a role in the
construction of the imaginary itself.
KEY WORDS: Valparaíso, social imaginary, historical and patrimonial valorization, museum.
INTRODUCCIÓN puede llegar a cambiar al incluir o transfor-
mar términos.
Valparaíso, al igual que la historia de Chile,
se remonta con el arribo español en 1536, A medida que la ciudad ha ido creciendo y ha
siendo esto lo que se conoce y lo que es en- tenido que ser remodelada, ha surgido material
señado en los establecimientos educativos. arqueológico indígena por el sector, siendo el
Este aprendizaje y enseñanza continuos que último de ellos el descubrimiento ocurrido en
existe en la sociedad es lo que ayuda a re- Plaza O'Higgins entre los años 2016 y 2017.
producir y reforzar ideas, en este caso, que Este descubrimiento ha llamado la atención
la ciudad de Valparaíso solo fue poblada a del mundo académico, pero ¿cuál es la reac-
/ ¿
partir de la llegada de los españoles; este ción del porteño ante esto? El objetivo princi-
fortalecimiento de ideas y creencias es lo pal de este trabajo es averiguar si este descu-
que se conoce como imaginario social. Este brimiento en particular ha llegado a afectar o
término, acuñado por C. Castoriadis (2013), noel entendimiento que se tiene de la ciudad,
hace referencia a una estructura que puede es decir, el imaginario social. Además, se tiene
moldear y reproducir sistemas, pero que está la intención de explorar los conocimientos his-
sujeto al individuo y cómo éste cambia su tóricos del ciudadano y sus expectativas con
forma de ver el mundo en el que vive. Es de-. respecto a estos hallazgos y su relación con
cir, la historia de la ciudad está sujeta a re- el MHNV, así como el rol de este último en la
producciones de sistemas e ideas, pero que construcción de la memoria de Valparaíso.
*
Antropóloga sociocultural. xavieracatalinaQ gmail.com
Antropóloga sociocultural. andrea.munoz.galvezOgmail.com
Recibido: 11 de septiembre 2018 - Aceptado: 22 de octubre 2018
179
Xaviera Díaz Carrasco 8: Andrea Muñoz Gálvez
ANTECEDENTES
La historia de Valparaíso, según los textos edu-
cacionales, se remonta a la llegada de los es-
pañoles, quienes no encontraron en la bahía
más allá de unos cuantos sujetos pertenecien-
tes a los pueblos originarios de la región. Lo
que pocos saben es que en realidad en todo
el sector de la región de Valparaíso y valle del
Aconcagua pueblos indígenas habitaban la
zona, y cercana a la fecha de la llegada es-
pañola estos pueblos estaban bajo el dominio
inca. Dentro de este sistema incaico de domi-
nación, el pueblo diaguita —a diferencia de los
otros conquistados por los incas— buscaban el
beneficio propio a partir de un arreglo políti-
co-ideológico con el imperio. De esta forma
el arreglo permitía a los diaguitas la reproduc-
ción de su propia cultura y de los intereses de
su sociedad. Quienes, además, lograron con-
vertirse en los mejores aliados para los incas,
lo cual se vio reflejado en el manejo del te-
2 A
12 A Ca e
ya ” a "5 "> :
MPA L ER É
CU
PAS Y > Ll —-
59 Ln AE quel
A s
dew alparaíso
Ñ 2.
rritorio sur del imperio por dicho aliado. Esto
último trajo como consecuencia una mezcla
cultural entre el imperio inca y el pueblo dia-
guita en sectores del Aconcagua, lugar donde
se encuentra inmerso Valparaíso (L. Cornejo,
2001).
Siguiendo con la historia del puerto, en el año
2003 el centro histórico de la ciudad fue de-
clarado como Patrimonio de la Humanidad
por la UNESCO (Ver Figura 1); esta declara-
ción fue el resultado de la propuesta realizada
por el Gobierno de Chile en el año 1999. A
pesar de que se considera que todo Valpa-
raíso es Patrimonio de la Humanidad, es el
centro y su arquitectura de fines del siglo XIX
—construida luego del terremoto e incendio de
1906-. Como consecuencia de esto, la ciudad
ha intentado mantener la zona declarada, al
mismo tiempo que el resto de la ciudad está
ligada a un proceso modernizador; generando
los sucesos que configuran esta investigación.
us
Figura 1: Sector patrimonial de Valpraíso. El sector 1 corresponde a la zona de amortiguamiento de la UNESCO, la cual
es utilizada como área de protección. El sector 2 es la zona declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humani-
dad. (Mapa.valpo) Fuente: http://mapa.valpo.net/mapa-hitos
180
En el año 2013, se hicieron públicos los pla-
nos del proyecto de construcción de 450 es-
tacionamientos de forma subterránea bajo la
Plaza O'Higgins (Ver Figura 2), comenzan-
do esta obra en el año 2015. Esta plaza, la
cual no pertenece a la zona patrimonial de la
UNESCO, se encuentra ubicada entre las ca-
Illes Pedro Montt, Uruguay, Victoria y Rawson.
Sector concurrido y central dentro del plan
porteño, en donde se encuentran: el Congreso
Nacional por la calle Rawson, el Terminal Ro-
doviario de Valparaíso por la Av. Pedro Montt,
Farmacias Ahumada 3
. E 9) Restaurant Paola
porista TO Distribuidora 5
belo's Libreria
Teatro Municipal
de Valparaíso
a
a
E
E
=
9
Escuela Ramon
Victori
Barros Luco e
0
Colegio San
Pedro Nolasco
[1] Restaurante vegano
La Piazza Almendral q
Valparaíso. Construyendo el pasado de la ciudad
el colegio de San Pedro Nolasco por calle Vic-
toria, y —por último- la existencia de distintos
negocios por Av. Pedro Montt y Uruguay. Sin
embargo, debido a la obra en proceso, se han
tenido que reubicar distintos elementos sobre-
salientes de la plaza, como son la Feria de An-
tigúedades de La Merced, la zona de juegos
de mesa y los sectores para eventos culturales.
A pesar de estos cambios, en la actualidad si-
gue abierta al público, sólo que con funciones
más limitadas.
o. 0
Turbus
o 0 Librería Crisis
Congreso
Nacional de Chile
q Senado De Chile
Parroqu
Banco Estado ATM Doce Apá
Restaurant O'Higgins
Figura 2: Ubicación del proyecto de estacionamientos en Plaza O'Higgins (Google Maps)
Una de las consecuencias de la excavación,
que dio lugar a esta investigación, fue el des-
cubrimiento de restos arqueológicos. Estos ha-
llazgos realizados entre los años 2016 y 2017,
se caracterizó por objetos de distintas épocas
de la ciudad; algunos anteriores al terremoto
y posterior incendio de 1906, otros de épocas
coloniales, y relacionados al período español,
incluso artefactos prehispánicos tardío. Se
encontraron cerca de 10 cuerpos, generando
una noticia difundida por los medios de co-
municación de la región. Según el encargado
del rescate, el arqueólogo Charles Garceau,
estos cuerpos fueron encontrados en un con-
texto similar al funerario, lo que implica que
los cuerpos fueron depositados en ciertas po-
181
siciones a propósito y, además, con distintas
ofrendas acompañándolos.
Debido a que estos restos contenían cerámi-
cas y objetos del periodo Aconcagua con in-
fluencia Diaguita y que la disposición de los
cuerpos en contexto fúnebre era según las
costumbres diaguitas, es que al principio de
la investigación se había determinado que es-
tos pertenecían a estas culturas. Sin embargo,
debido a la progresión de las investigaciones
por parte de los especialistas a cargo del res-
cate arqueológico, es que al terminar nuestro
propio trabajo —noviembre de 2017-, no se ha
podido concluir de forma concreta este ámbi-
to de la investigación.
Xaviera Díaz Carrasco 8: Andrea Muñoz Gálvez
Si bien, el encargado del rescate era el ar-
queólogo Charles Garceau, los restos y obje-
tos hallados pasarán a estar a cargo del Museo
de Historia Natural de Valparaíso, entidad fun-
dada en 1878 que tiene por misión: “rescatar,
conservar, investigar y difundir el patrimonio
que resguarda”. Además de su exposición per-
manente sobre la flora y fauna perteneciente
a la Quinta Región, cuenta con exposiciones
temporales sobre distintos aspectos de la his-
toria de la ciudad y de sus habitantes, lo que
a la vez genera interés por parte de los por-
teños en relación a la historia de la ciudad.
Interés que con estos hallazgos volvieron a ge-
nerar una variedad de opiniones por parte del
ciudadano, recordando que, en el año 2009,
durante febrero, en el Liceo Eduardo de la Ba-
rra -ubicado en Av. Colón con Av. Francia- se
encontraron otros restos humanos también
asociados a la época pre-española, según el
arqueólogo Rodrigo Riveros a cargo del res-
cate. A diferencia de los hallazgos de Plaza
O Higgins, este rescate fue manejado por el
Consejo Nacional de Monumentos Naciona-
les, pero de igual forma generó interés por
partes de los porteños en cuanto a sobre qué
estaba construida la ciudad.
Estas percepciones del porteño, sobre la histo-
ria y conformación de Valparaíso, pueden ser
visibilizadas desde la antropología. Mediante
esta disciplina se pueden conocer y entender
tanto las inquietudes como opiniones, hasta
los conocimientos sobre la historia de la ciu-
dad o si es que también es de su interés o no
la misma. De este modo, la antropología pasa
a ser una herramienta que permite una aproxi-
mación al imaginario social de los habitantes
de Valparaíso.
Con el conocimiento de este imaginario so-
cial del porteño, será posible conformar una
primera base para que el museo lo utilice en
futuras exposiciones que tengan relación con
las piezas rescatadas y el rol del mismo en la
sociedad. Además, también se podrá profun-
dizar en el sentido patrimonial local y su va-
loración actual o posible revaloración. Por lo
tanto, lo que esta investigación busca conocer
y profundizar será la siguiente pregunta de in-
vestigación: ¿Cómo se insertan, en el imagina-
rio social de los habitantes de Valparaíso, los
hallazgos en Plaza O'Higgins?
182
METODOLOGÍA
Para la realización de este trabajo, el tipo de
estudio que se implementó fue el explorato-
rio, esto se debe a que el MHNV no posee
estudios previos acerca de la percepción del
individuo. De esta forma, se buscó la creación
de una base de conocimientos para la institu-
ción, y para que pueda ser utilizada para futu-
ras exposiciones.
Para esta investigación, la población objetivo,
en un principio, estuvo centrada en dos tipos
de sujetos: especialistas y aquellos que fre-
cuenten el sector de la plaza —donde también
están considerados los alrededores de la mis-
ma-—. Sin embargo, debido a la información
limitada, se decidió por agrandar la muestra,
terminando por tomar agentes de toda la ciu-
dad de Valparaíso. De esta forma, se logró
hacer una población mucho más significativa,
heterogénea y representativa del ciudadano
porteño.
El primer tipo de sujetos, los especialistas,
fueron un complemento para la creación de
una base histórica-técnica, la cual fue utiliza-
da como punto de referencia al momento de
las entrevistas con el porteño. Dentro de estos
sujetos, se encuentran desde arqueólogos, an-
tropólogos físicos e historiadores, quienes die-
ron su opinión con respecto a la historia de la
ciudad y a los sucesos en la plaza.
El segundo tipo de sujetos fueron aquellos
que frecuentan los alrededores de la Plaza
O'Higgins, aquí se buscó tener un acerca-
miento informal con las personas, y así ver su
conocimiento con respecto a la plaza, sien-
do también el sector de la realización de la
observación participante. Además de las per-
sonas en la plaza y alrededores como en dis-
tintos cerros de Valparaíso, se decidió incluir
a la comunidad Diaguita de la zona, con esta
perspectiva se buscó profundizar en la parte
identitaria indígena que tienen los restos recu-
perados. Por último, se intentó establecer con-
tacto con algún miembro del Congreso Nacio-
nal y al colegio San Pedro Nolasco, debido a
la cercanía con el lugar, sin embargo, no hubo
respuesta por los miembros contactados, por
lo que esta representación debió omitirse.
Técnicas
Las técnicas utilizadas para este trabajo bus-
caron la creación de una base histórica, una
aproximación con las personas y los lugares
en los cuales estuvimos -como la plaza y al-
rededores-, y también para la información de
personajes claves. Para lograr esto, en primer
lugar, se recabó información de fuentes his-
toriográficas y de especialistas —tanto en lo
que concierne al hallazgo mismo como a si-
tuaciones similares que hayan ocurrido en la
ciudad—. Con esta recopilación de fuentes se
creó un punto de referencia para el contraste
con la información que fue recabada después.
El segundo tipo de información surgió a par-
tir de la observación participante, técnica que
fue el primer contacto directo con los porte-
ños, siendo la idea general de estos con res-
pecto a lo sucedido en la Plaza O'Higgins. Por
último, las entrevistas semi-estructuradas fue-
ron aplicadas en informantes claves, los cua-
les surgieron a partir del primer acercamiento
con la observación participante. Gracias a
esta técnica, se permitió una mayor libertad
entre los entrevistados, dando la posibilidad
de hablar de otras temáticas que se quisieron
desarrollar en la pauta de preguntas.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
A partir de la recopilación de datos, el trabajo
en el campo etnográfico y las entrevistas se-
mi-estructuradas, han surgidos diversas temá-
ticas. En primer lugar, se encuentran los mitos
urbanos, los cuales surgieron dentro de las
conversaciones informales con las personas
que frecuentan la plaza. En segundo lugar, se
encuentra la temática de Valparaíso Diaguita,
temática que surge dentro de la reunión con
la comunidad Diaguita de Valparaíso. Por úl-
timo, están las entrevistas, de las cuales sur-
gieron tres aristas correspondientes a la infor-
mación, la historia de la ciudad y la relación
con el museo; siendo estos los resultados de
la investigación.
Mitos urbanos
Muchos de los mitos que surgieron en terreno
tienen directa relación con lo informado por
la prensa y especulaciones alimentadas tanto
183
Valparaíso. Construyendo el pasado de la ciudad
por la historia moderna del país como por la
antigua geografía de la bahía. En el caso de los
primeros, la prensa y los medios de comuni-
cación tienen el poder de dar conocimientos a
la población, así como para limitarlos. Esto se
vio reflejado en el terreno al existir personas
que tenían vagos conocimientos de la situa-
ción o ninguno y aquellos que no creían en
lo ocurrido y salían con sus propias conclu-
siones.
Aquellos que no creían en lo ocurrido, se
basaban en hechos históricos para llevar a
cabo sus propias teorías sobre lo que había
realmente en el territorio de Plaza O'Higgins.
Los mitos que más fuerza tomaron en estos
terrenos fueron los detenidos desaparecidos,
la imposibilidad física de la bahía del periodo
prehispánico por su geografía y una mentira O
invención por parte de la empresa encargada
de los estacionamientos. Estas especulaciones
se refuerzan en la escasa difusión de situacio-
nes de este estilo y, también por la falta de
seguimiento.
Hablando con los especialistas, como Clau-
dio Hernández —historiador— y Rodrigo Rive-
ros -arqueólogo—, una de las fallas que existen
en estas situaciones es la poca posibilidad de
entregarle la información a la sociedad. Esta
falta de espacio impide un involucramien-
to por parte de la comunidad, tanto para ser
un agente que reciba información como para
emitir alguna opinión y generar un diálogo.
Creando, de esta forma, los distintos mitos
que se describirán a continuación.
El primer mito, los detenidos desaparecidos,
se sustenta en el significado que tiene este
tema para el país. Estas personas, de las que
nunca más se tuvo conocimiento, están laten-
tes dentro de las esperanzas de sus familiares
por encontrarlos. Esto también genera que,
ante cualquier encuentro de restos humanos,
la posibilidad de que sea un detenido desapa-
recido no es escasa. Y aunque lo fuera, no es
una posibilidad que se descarta de inmediato.
Es más, R. Riveros destacó que “lo primero
que llaman en estas situaciones es a la PDI”,
lo que también podría ayudar a la especula-
ción sobre que son personas desaparecidas.
Siguiendo con el segundo mito, la imposibi-
Xaviera Díaz Carrasco 8: Andrea Muñoz Gálvez
lidad física de la bahía se basa en cómo se
piensa que era Valparaíso antes de su cons-
trucción como ciudad. Como se sabe, el mar
se adentraba por varias calles en las que hoy
en día se transita, incluyendo el sector de la
plaza hasta llegar a Av. Colón. Esto último
hace difícil visualizar la posibilidad de vida
por los sectores más cercanos al mar, así como
de la creencia de algún tipo de entierro indí-
gena. “Pero si el agua llegaba hasta Colón”,
destacó una vendedora de libros, vecina de la
plaza; resultándole imposible la idea de vida
indígena y mucho menos la de un entierro.
Aunque, si bien se reconoce de la existencia
del Estero de Las Delicias, pensamos que es
debido a la idea de hasta donde abarcaba el
mar que hace más difícil imaginar otro tipo de
geografía para la bahía.
Por último, se encuentra el mito de que los
hallazgos son una mentira O una invención
por parte de la empresa para detener tempo-
ralmente la obra. Más que sea una creación
por parte de la empresa, lo interesante de esto
es que algunos crean que es mentira lo de los
hallazgos y que no es más que un montaje.
Esto es interesante desde el punto de vista de
qué tanta confianza o desconfianza hay con
los medios o con situaciones en donde gran-
des empresas se encuentran involucradas y,
también quiénes están involucrados —como
los vendedores de la Feria de La Merced-.
La consecuencia de estos mitos es la pérdi-
da de relevancia para situaciones como éstas
y, debido a la baja difusión y seguimiento, se
colabora con el bajo involucramiento social.
Mencionando, además, que casos específicos
como éste —entierro Diaguita—, poseen rele-
vancia debido a que reconfiguran la historia
y el entendimiento de zonas como la Bahía
de Valparaíso. Sin embargo, y como mencio-
naron C. Garceau y R. Riveros, la falta de cir-
culación de información imposibilita darle el
espacio a lo arqueológico dentro de lo social,
manteniendo ideas o pensamientos que se en-
cuentran sujetos a un sistema estructurador ya
establecido.
Valparaíso Diaguita
La próxima temática por tratar es acerca de
cómo el rol configurador del Estado logra
184
crear límites en el desarrollo social de las
comunidades indígenas, como lo es la Dia-
guita. Impacto que trae como consecuencia
una baja participación e involucramiento por
parte de la comunidad, así como un recono-
cimiento social. Para fines de la investigación,
se decidió incluir a la comunidad Diaguita,
debido a que son voces que no suelen ser
consideradas en casos como estos. Además,
se les decidió incluir porque fueron las mis-
mas personas que Charles Garceau contactó
antes del retiro de los cuerpos de la plaza. En
la reunión, la pareja diaguita explicaba cómo
el entendimiento que se tiene de la comuni-
dad —territorialmente hablando- genera una
idea errónea de su cultura; terminando por
encasillar en las regiones del norte de Chile.
Creando así, un imaginario social en donde
los pueblos se arraigan a ciertas áreas especí-
ficas para su desarrollo.
“Los pueblos no son estáticos”, nos decían en
la reunión, recalcando la importancia de la
movilidad de las culturas hasta el día de hoy.
Ya que, así como el hombre contemporáneo
tiene la capacidad de movilizarse por distintas
regiones, las comunidades —-como la Diagui-
ta— también tenía esa capacidad en el pasado.
Sin embargo, y debido a la creencia de inmo-
vilidad, no existe una asociación directa con
los diaguitas, ni su influencia en la zona de
Valparaíso. Lo que impide, en consecuencia,
asociar esta información que rompe comple-
tamente con los paradigmas enseñados duran-
te la educación básica y media, sobre los pue-
blos indígenas que habitaban la zona central
del país.
El impedimento de esta asociación, también
se ve influenciada por la dificultad en bajar la
información a la sociedad, ya sea a través de
los medios de comunicación o de los mismos
encargados del rescate. Como se mencionó
en la temática anterior, el bajo interés de la
población y los pocos espacios para entregar
informaciones de esta índole, terminan por
mantener un simbolismo y una configuración
social errónea, y que impide cambiar el ima-
ginario social del presente, trayendo como
consecuencia la generación de mitos urbanos
—los cuales se relacionan con el imaginario ya
establecido—.
Complemento de lo anterior, también se en-
cuentra la baja o nula participación de las
comunidades indígenas en situaciones como
éstas. Esta falta de participación también se
relaciona en cómo son llevadas las noticias
a lo largo del territorio y a cómo se entien-
de la situación indígena en casos como estos.
Es más, y como nos mencionaron, sólo fue
gracias a C. Garceau que miembros de la co-
munidad pudieron entrar en contacto con los
restos hallados y realizar los ritos que creían
pertinentes antes de su desentierro. Sin esta
ayuda, nada obliga a la empresa para que dé
el permiso a la población local o indígena de
que vea las excavaciones y entre a la obra. Lo
anterior reafirma las dificultades de los pue-
blos originarios para participar e involucrarse
con temas de su cultura, así como la decisión
que podrían tomar sobre sus ancestros. Esta
falta de participación y límites que tienen las
comunidades para involucrarse en sus temas
culturales también mantiene un imaginario
fijo. Es decir, si no hay participación diaguita
o no se les permite participar, no puede haber
un cambio simbólico con respecto a ellos y
su forma de vivir la cultura, y de cómo fue
vivida. Por lo tanto, su entendimiento social se
mantiene de la misma forma en la que ha sido
enseñada y reproducida, como una comuni-
dad del norte de Chile y que no se movilizaba
de su territorio. Impidiendo así, que se reco-
nozca, por ejemplo, que la zona de Valparaí-
so también se vio influenciada por Diaguitas,
llegando a cambiar paradigmas y, junto a eso,
la historia.
Entrevistas
Dentro de los variados temas que fueron sur-
giendo a lo largo de las entrevistas, hubo al-
gunos que aparecían constantemente en ellas
y que llegaron a ser una opinión o visión ge-
neral del porteño. Estas temáticas son con res-
pecto a la información y difusión de la misma,
la inexistencia o falta de historia de la ciudad,
y la poca o nula identificación con el MHNV.
El primer punto, que fue altamente criticado y
se consideró como un elemento clave, fue el
de la información en términos generales, pero
por, sobre todo—, la información que se le
hace llegar al ciudadano. Gran parte de nues-
tros entrevistados no tenían conocimientos
sobre los hallazgos o las remodelaciones, y se
185
Valparaíso. Construyendo el pasado de la ciudad
enteraban al momento de la entrevista misma.
Las reacciones que tuvieron al saber sobre lo
ocurrido en la plaza, era similar a un senti-
miento de impotencia tanto con las autorida-
des como con los encargados de la obra. “(...)
nadie sabe y nos tapan la boca a todos. Nadie,
nadie puede decir que, qué está pasando allá
dentro. No lo, no lo dan a conocer. Es muy
importante que la gente sepa que tenemos his-
toria (...)”, nos decía una estudiante universi-
taria. En general, los entrevistados sentían un
gran desagrado con respecto a la omisión de
la noticia. Noticia que, para muchos, signifi-
caba un gran aporte a la historia de la ciudad.
Había un acuerdo total entre los entrevistados
de que no se les había dado la importancia
necesaria a estos hallazgos.
El segundo elemento está relacionado a la his-
toria de Valparaíso y a la falta de esta. Esto, en
el sentido de que las personas decían que por
fin habría una historia para ser contada de la
ciudad, que ahora Valparaíso tendría pasado
y cultura; en algunos casos, se comparaba la
historia con cultura. “Pero eso está todo calla-
do pero, nadie sabe, Valparaíso no sabe. Ha-
blan de la cultura, de los, de Los Mil Tambores
—que eso no es cultura—, pero no hablan de es-
tas cosas que realmente son importantes para
Valparaíso”, comentaba una dueña de casa
de 55 años, quien destacó la falta de conoci-
mientos que se tiene del pasado de la ciudad
antes de la llegada del español. De esta for-
ma, se determina una especie de “vacío his-
tórico” existente en la narrativa de la ciudad.
Esta narrativa, además, no es una en la cual
se pueda encontrar continuidad. En este caso,
no se habla solamente de tener conocimientos
de lo que fue Valparaíso antes del arribo euro-
peo, sino también del proceso histórico en sí
del sector. Con respecto a esto, también nos
comentaban que lo más que se sabía sobre la
ciudad era su historia más reciente, es decir,
la de 1900. Esta falta de historia, continuidad
de la misma y de narrativas también se ve re-
flejado en la exposición del MHNV. Lo cual
se vincula directamente con la relación e in-
teracción entre la institución y el ciudadano.
El último punto, tiene que ver precisamente
con la cercanía entre el porteño y el museo.
Cuando se le preguntaba a la gente si es que
conocían el Museo de Historia Natural de Val-
Xaviera Díaz Carrasco 8: Andrea Muñoz Gálvez
paraíso, si se sentían identificados con la en-
tidad o si creían que la ciudad necesitaba un
museo histórico, las respuestas dejan ver que
el porteño promedio —a pesar de que conoce
al MHNV-, no suele frecuentarlo a menudo.
Esto último es debido a que la exposición per-
manente no ha cambiado y tampoco les dice
nada sobre la ciudad, ya que únicamente ha-
bla de la flora y fauna de la región. Gracias
a esto, es que el ciudadano no logra sentirse
identificado con la institución ni con su expo-
sición. No sienten que ésta refleje de forma
alguna a su ciudad o a la región en sí misma,
en un sentido sociohistórico.
“Yo creo que ha variado muy poco en el trans-
curso de los años el Museo de Historia Natu-
ral. Lo que tú veías cuando yo era cabro chi-
co, como ya hace cuarenta años atrás, (...) no
ha cambiado nada”, nos decía un entrevistado
de alrededor de 60 años que trabaja por los
alrededores de la plaza. Quien, al igual que el
resto de los entrevistados, encontraba necesa-
rio la incorporación o creación de un museo
dedicado al pasado de la ciudad, como de co-
sas tan simples como los nombres de los ce-
rros. Es decir, se hace necesario un lugar en el
cual el porteño pueda interiorizarse más con
su historia, como nos comentaba otro trabaja-
dor, cercano a los 40 años, cerca del terminal
de buses de la ciudad: “Yo creo que, en reali-
dad, toda ciudad debería tener un museo de
su, de su historia. Porque yo creo que cada
ciudadano o cada persona que nace en ese lu-
gar quisiera saber cómo era, eh, antiguamente
la ciudad”. Comentarios como estos también
se complementaron con el fuerte interés con
respecto a los hallazgos. Al momento de con-
sultarles a los entrevistados por sobre la posi-
ble exposición de los hallazgos, estos presen-
taron un gran interés en ir y ver la muestra,
pero también mencionaron los elementos que
creían que debían estar presentes en ella. Esto
empezaba con una contextualización de los
objetos y del hallazgo en sí mismo, una con-
textualización más histórica que científica.
Los entrevistados daban a entender que que-
rían que les fueran contando una historia con
la que ellos se pudieran sentir identificados
hasta cierto punto con los pobladores de an-
taño en la zona, que les explicaran cómo era
posible un entierro en un sector donde antes
llegaba el mar. Pero por, sobre todo, querían
186
que la difusión fuera mayor al que se había te-
nido en una primera instancia. De esta forma,
lograr no sólo una narrativa más fácil de inte-
riorizar, sino también lograr apelar a aquellos
elementos simbólicos identitarios del porteño.
CONCLUSIONES
A lo largo de este trabajo, fuimos capaces
de responder a la pregunta de investigación,
así como a los distintos objetivos planteados.
Primero, con respecto a la pregunta: ¿Cómo
se insertan, en el imaginario social de los
habitantes de Valparaíso, los hallazgos en
Plaza O'Higgins? Se define que estos restos
encontrados durante la construcción de los
estacionamientos en Plaza O'Higgins no se
insertan en el imaginario social del porteño.
Esto se debe, principalmente, a la idea que se
tiene de la antigua configuración de la bahía
barrio puerto y sector del Almendral-, así
como de la escasa información y seguimiento
del descubrimiento. Esto también se refleja en
los demás objetivos de la investigación.
Comenzando con la descripción del imagi-
nario social del porteño, se entiende que este
imaginario se enmarca en la construcción de
la ciudad por sobre el mar, lo cual no permi-
te la posibilidad de la existencia de asenta-
mientos en aquellos lugares en donde antes
se encontraba la bahía. Debido a esto, es que
el porteño trataba de darle alguna lógica a lo
ocurrido en la plaza, y así mantener su imagi-
nario social intacto. Es decir, existe una fuerte
creencia con respecto a la antigua configura-
ción de la costa en Valparaíso.
Continuando con los conocimientos del por-
teño en cuanto a la historia de la ciudad, se
pudo comprender que la base de conocimien-
tos es en base a rumores. Esta fuente de infor-
mación se crea a partir de situaciones casua-
les como por ejemplo las inundaciones que
sufren las obras de construcción en el plan de
Valparaíso. Además, también hay que consi-
derar que no existe una historia continua de
la ciudad, creando un vacío histórico. Por lo
que, los porteños se terminan por aferrar a las
ideas que surgen de la misma ciudadanía, te-
niendo un fundamento físico o histórico para
creerlas, y luego difundirlas.
Con respecto a las expectativas de distin-
tos actores en relación con cómo narrar la
historia de Valparaíso, y al manejo y uso de
los hallazgos encontrados. Se determinó que
la población estudiada basa su narración
histórica de la ciudad en el desarrollo urbano
de la misma. Dentro de esto, se destaca la
construcción del barrio del Almendral, es de-
cir, de cómo la bahía se fue configurando a
través de los años. Por lo que, narrar una histo-
ria que enmarque el contexto de los hallazgos
dentro de la construcción de la ciudad, es lo
que el porteño esperaría encontrar dentro de
la exposición del MHNV. Es decir, una contex-
tualización en la que se relata la forma de vida
de estas personas hasta poder lograr, incluso,
una especie de identificación con ellos.
Por último, la relación del porteño con el
MHNV, en cuanto a institución pública. Dio
como resultado una falta de interés general, ya
que la exposición permanente de flora y fauna
de la Quinta Región no apela a su identidad
porteña. De esta forma, existe una relación
distante entre el museo, como institución pú-
blica, y el ciudadano de Valparaíso.
Una forma de poder tener un mejor acerca-
miento es la implementación de objetos o his-
torias que apelen a la identidad de Valparaíso.
Además, hay que recalcar que los museos tie-
nen la facultad de implementar nuevos patro-
nes simbólicos para su reproducción (Ander-
son, 1993). Dentro de este mismo tema y con
respecto a los hallazgos, el museo tiene un rol
fundamental con respecto a la difusión y ense-
ñanza con respecto a la historia de Valparaíso.
Es decir, si los canales de información se am-
plían y se usan de forma ideal, el porteño po-
dría llegar a configurar su imaginario social,
incluyendo elementos como los del hallazgo
en Plaza O'Higgins.
AGRADECIMIENTOS
Agradecimientos especiales al CIR por la
beca que hizo posible esta investigación, al
MHNV por acogernos; y a Roberto Campbell,
por ser nuestro profesor guía en este taller de
título.
187
Valparaíso. Construyendo el pasado de la ciudad
BIBLIOGRAFÍA
Anderson, B. 1993. La comunidad imagina-
da. Capítulo X, El Censo, el Mapa y el Museo;
p.228-259.
Castoriadis, C. 2013. La institución imagina-
ria de la sociedad. Capítulo III, La institución y
lo imaginario: primera aproximación; p. 183-
265. Liberdúplex, S. L., Barcelona.
Cornejo, L. 2001. Los Inka y sus aliados Dia-
guita en el extremo austral del Tawantinsuyu
len Tras la huella del Inka en Chile]. Museo
chileno de arte precolombino. Santiago. Res-
catado de http://www.precolombino.cl/biblio-
teca/tras-la-huella-del-inka-en-chile/.
Museo de Historia Natural de Valparaíso. Mi-
sión. Recuperado de http://www.mhnv. cl/63 6/
w3-propertyvalue-42327.html
188
ANALES]
Volumen 31, 2018.
Normas de Publicación
Normas de Publicación: indicaciones para autores y autoras
I. INFORMACIÓN GENERAL
a. Anales del Museo de Historia Natural de
Valparaíso, ISSN 0716-0178, fue fundada y pu-
blicada el año 1968 por el Museo de Historia
Natural de Valparaíso y la Dirección de Biblio-
tecas, Archivos y Museos. Esta publicación es
de carácter anual destinada a publicar trabajos
originales e inéditos referidos al estudio de te-
mas relacionados con el área de las ciencias
naturales, arqueología y antropología princi-
palmente de la Región de Valparaíso y la Zona
Central de Chile. La publicación esta dirigida
a especialistas y público en general que tenga
interés en las disciplinas de estudio. Su distri-
bución es de carácter nacional e internacional.
b. Se reciben contribuciones producto de in-
vestigaciones originales que sean un aporte en
su campo disciplinario, presentadas por inves-
tigadores nacionales o extranjeros, redactadas
en castellano o inglés, pudiendo presentar la
información en los siguientes formatos de tex-
to: artículos científicos originales, artículos de
revisión, reseñas históricas, notas científicas
breves, recensiones bibliográficas y artículos
de opinión, todos de carácter inédito, es decir
que no hayan sido publicados en otra revista
o medio de comunicación.
c. Anales del Museo de Historia Natural de Val-
paraíso se encuentra indexada en el Directorio
de LATINDEX (Sistema regional de información
en línea para revistas científicas de América La-
tina, el Caribe, España y Portugal), Pascal, Pe-
riodica (Índice de Revistas Latinoamericanas
en Ciencias) y Zoological Record.
d. Todas las contribuciones presentadas se de-
ben acoger de manera estricta a las normas de
publicación definidas por el Comité Editorial
de Revista Anales; el no cumplimiento de las
mismas es razón suficiente para su rechazo.
e. La recepción de los trabajos para la crea-
ción del próximo volumen comienza e partir
del primer día hábil de Octubre 2018 y tiene
como fecha de cierre el último día hábil del
189
mes de Julio 2019. Los artículos recibidos se-
rán sometidos a una primera revisión por el
Comité Editorial, el que determinará su acep-
tación o rechazo. Aquellas contribuciones que
pasen esta primera instancia serán sometidas
al juicio crítico de especialistas externos vin-
culados a la temática del escrito; la opinión de
estos expertos será definitiva para la acepta-
ción, modificación o rechazo de los trabajos.
La aceptación final de un trabajo para su pu-
blicación estará condicionada a que se hayan
realizado las modificaciones de estilo, forma
y contenido que el Editor haya comunicado.
Los autores son responsables del contenido y
el correcto uso de las referencias que se citen.
f. Los artículos se deben enviar a la Editora
general de Revista Anales, Vivian Cordero Pe-
ñafiel por correo electrónico a vivian.corde-
roOmuseoschile.gob.cl. Apenas sea enviado,
el o los autores(as) recibirán una notificación
de recepción del material. Luego de ello el
artículo pasa a revisión, entregando al autor
como resultado del proceso una ficha de Re-
visión de estructura, elaboración del texto y
contenido según normas de publicación Re-
vista Anales del Museo de Historia Natural de
Valparaíso, en donde se indicarán el cumpli-
miento de los requisitos, junto con la solicitud
de rechazo, modificación o aceptación.
A él o los autores (as) se le mantendrá infor-
mado vía correo electrónico sobre el avance
de los procesos de publicación de la revista;
cuando el volumen ya este impreso se le hará
llegar a cada autor que participe de la publi-
cación dos ejemplares impresos de cortesía y
el artículo en formato PDF (separata) para su
uso personal.
II. CÓDIGO ÉTICO
a. Mientras un manuscrito se encuentre en
proceso de revisión para su aceptación, no
debe ser enviado para su publicación a otras
revistas. Tampoco puede ser distribuido en bi-
bliotecas o similares sin el permiso explícito y
por escrito del Editor.
b. El comité editorial considerarán la publica-
ción de un trabajo de acuerdo a los méritos,
estructuración adecuada y cumplimiento de
las normas de publicación y se reservan el de-
recho de rechazar aquellos trabajos que, a su
juicio, no se ajusten a la política editorial o al
nivel de la revista. La aceptación, rechazo o
sugerencias y observaciones serán puestas en
conocimiento de los autores.
c. Los manuscritos recibidos se procesarán con
la mayor diligencia y no se revelará ninguna
información sobre un manuscrito en proceso
de revisión o publicación, a ninguna persona
fuera del Comité de Expertos o del Asesor al
que se le solicite consejo profesional.
d. No se aceptará la vinculación directa de los
autores con algún experto de la Comisión, la
existencia de conflictos de interés, ni la falta
de nivel de expertisse del revisor con respecto
al autor.
e. Al momento de ser notificado como parte
del próximo volumen de Revista Anales, se le
enviará al o los autores (as) dos documentos.
El primero responde a la originalidad de la
obra y el segundo a la autorización de uso de
propiedad intelectual, para efectos de difusión
de la obra en distintas plataformas que el Mu-
seo de Historia Natural de Valparaíso utiliza
para este fin. El Museo no asume responsa-
bilidad alguna por los dichos, comentarios u
opiniones expresadas en el trabajo, los que
son de completa responsabilidad del autor y
de los coautores.
f. El Museo pública esta revista con la finali-
dad de lograr un fomento a la investigación y
divulgación científica, en ningún caso respon-
de a una actividad con fines de lucro.
111. ESPECIFICACIONES DE LA PUBLICACIÓN
FORMATO DEL MANUSCRITO
General
Original escrito en archivo Word con formato
carta, letra Calibri, tamaño de letra 10pt, inter-
lineado a 1,5 líneas y justificado, márgenes 2
cm por lado.
190
Secciones del manuscrito
a. Título: debe exponer el contenido real del
trabajo, en forma concisa y si incluye algún
nombre científico genérico o específico se
deberá indicar el taxón inmediatamente supe-
rior. El Editor se reserva el derecho de editar el
título previa consulta con los autores.
b. Autor (es): él o los autores(as) deben colocar
su nombre y dos apellidos seguidos de uno
o más asteriscos, los que indicarán al pie de
página en letra Arial 10pt la profesión, grado
académico, pertenencia institucional y direc-
ción (postal o electrónica).
c. Resumen y abstract: deben ser concisos e
informativos, especificando el objetivo, la me-
todología, los principales hallazgos y las con-
clusiones en un máximo de200 palabras.
d. Palabras claves y keywords: bajo el resu-
men y el abstract se propondrán entre dos a
seis palabras claves que hagan referencia a los
aspectos más destacados del artículo y no es-
tén presentes en el título.
e. Texto: debe contar con introducción, mate-
riales y método, resultados, discusión y conclu-
siones. No usar tabulaciones. Para la puntua-
ción: dejar un espacio después de coma (,) y de
punto y coma (;) - y dejar dos espacios después
de punto (.). El contenido gráfico será deno-
minado figura en el texto y su lugar tiene que
estar claramente identificado en el cuerpo del
artículo. Todo el contenido gráfico y la lista de
leyendas respectiva deben entregarse en archi-
vo separado, nunca inserta en el manuscrito.
f. Agradecimientos, deben ser breves y en lo
posible debe evitarse el uso de grados acadé-
micos. Se sugiere poner el nombre de la perso-
na a la que se agradece y el nombre completo
de las instituciones (Corporación Nacional Fo-
restal en lugar de CONAP), considerando un
máximo de 30 palabras.
g. Bibliografía o literatura citada: debe estar
relacionada con el texto mediante las citas y
notas de pie de página. Se deben limitar en la
utilización de pie de página, comprendiendo
que son de utilidad aclaratoria o de comple-
mento al texto.
h. Anexos (tablas, figuras, leyendas): se pue-
den incluir hasta 15 imágenes; las fotografías
serán consideradas como figuras para su nu-
meración.
¡.Las notas científicas breves, reseñas históri-
cas, recensiones bibliográficas y artículos de
opinión, las cuales tienen menor extensión se
deben construir con la misma estructura aquí
presentada, considerando las siguientes ex-
tensiones de acuerdo al tipo de manuscrito:
Tipo de manuscrito extensión máxima
Artículos científicos originales
Artículos de revisión
Notas científicas breves
Reseñas históricas
Recensiones bibliográficas 5
Figuras
Las imágenes, gráficos, fotografías y tablas de-
ben ser adjuntados en un archivo aparte, en
formato TIF oJPG (JPEG) de buena resolución.
Todas las figuras deben numerarse e indicar
su ubicación en el texto (“Fig. 1”.). Cada uno
deberá tener un título breve y mencionarse en
el cuerpo del artículo. El uso de figuras deberá
limitarse al mínimo indispensable para com-
prender el texto.
Tablas
Realizar tablas en Word, una en cada página,
si la tabla excede el tamaño de una página
debe iniciar una nueva en otra página y conti-
nuar completando los datos. No realice tablas
continuas en varias páginas, para evitar que
se alteren datos al traspasar a diseño. Sepa-
re sus celdas con doble espacio (1,5 líneas).
Encabezado columna corto o abreviado, que
no exceda el tamaño de la columna. Separe
con líneas horizontales solamente los encabe-
zamientos de las columnas y los títulos gene-
rales. Las columnas de datos deben separarse
por espacios y no por líneas verticales. No uti-
lice formatos PDF ni Excel.
191
Fotografías
Entregar cada una en archivo separado en for-
mato TIFF o JPG (JPEG) con alta resolución.
Sólo si el tamaño real de las imágenes resul-
ta excesivo, éstas pueden reducirse a escala;
dada la pérdida de resolución, no deben in-
cluirse imágenes que requieran aumento de
tamaño. La resolución mínima aceptable es
de 300 dpi. Si las fotografías se obtienen di-
rectamente de cámara digital, la indicación
debe ser “alta resolución”. No se aceptan imá-
genes obtenidas en internet o escaneadas con
resolución baja o entre 72 y 96 dpi.
Consideraciones
Los cuadros de datos tabulados que conten-
gan exclusivamente texto deberán elaborarse
con la aplicación “Tabla” de Word. Los esque-
mas y diagramas, gráficas de pastel, barras, et-
cétera, con herramientas Word.
Literatura citada
Las citas bibliográficas incluidas en el tex-
to deberán consignar el apellido del autor y
el año (Baeza, 2010), si son dos autores se
mencionarán los apellidos separados por la
palabra ”y”, una coma (,) y el año (Baeza y
González, 2015); cuando sean más de dos
autores se citará al primero seguido por una
coma (,) y las palabras “et al.” y el año (Baeza,
et al. 2015). Si hay varios trabajos de un mis-
mo autor(es) en un mismo año, se citará con
una letra en secuencia junto al año (Baeza, et
al. 2015a, 2015b, 20150), siempre colocando
los paréntesis correspondientes en cada caso
como se ejemplifica en este punto.
La literatura citada que no corresponda a pu-
blicaciones en libros o revistas deberá ser cita-
da como notas al pie de página comprendién-
dolas como una aclaración o complemento al
texto. La fuente de las notas al pie de página
es Arial 10 pt y debe consignar un número co-
rrelativo de acuerdo a su lugar en el texto.
La bibliografía incluirá solo las referencias
citadas en el texto en formato APA, ordenán-
dolas alfabéticamente por apellido del primer
autor, seguido del año de publicación y el títu-
lo de la obra. Para las referencias de un mismo
autor se seguirá el orden cronológico usando
el siguiente formato:
Libros, tesis y otras monografías
Albert, F. 1900. Las dunas del centro de Chile.
Santiago:Imprenta Cervantes, 228 p.
Artículos o capítulos de libros
Castro, C. 2012. Federico Albert y las dunas
en Chile.En: Las dunas del centro de Chile (Al-
bert, F). Santiago: Cámara Chilena de la Cons-
trucción, pp. 9-24.
192
Artículos de revistas
Vidal, A. 2010. Evaluación de la evidencia ar-
queobotánica durante el período formativo en
el norte grande de Chile. Revista Werken (12):
61-76.
Stehberg, R. y Sotomayor, G. 2012. Mapocho
Incaico. Boletín del Museo Nacional de Histo-
ria Natural (61): 85-159.
Recursos procedentes de Internet
Cita bibliográfica correspondiente. Disponible
en <dirección internet> [Consulta: mes, añol.
Consultas y contribuciones a:
Vivian Cordero Peñafiel
Editora General revista Anales del Museo
www.mhnv.cl
vivian.corderoOmuseoschile.gob.cll