MUSEO de HISTORIA NATURAL
de VALPARAISO
Valparaiso + CHILE
1972
ANALES
DEL
MUSEO DE HISTORIA NATURAL
DE
VALPARAISO
VALPARAISO - CHILE
1972
MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE VALPARAISO
Conservador del Museo:
Nina Ovalle Escobar.
Comisión de Publicaciones:
Dr. Roberto Gajardo-Tobar,
Agustín Garaventa,
Haroldo Toro.
Director de Anales:
Dr. Roberto Gajardo-Tobar.
Dirección:
Casilla 5055 - Valparaiso - Chile
ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL
DE VALPARAISO
—Publicación Anual del Museo de Historia Natural de Valpa-
raíso con la colaboración de la Sociedad Científica, bajo los
auspicios de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y
Museos.
—De ordinario editará un número anual. Por excepción publi-
cará fascículos extraordinarios.
—La Dirección de Anales someterá los trabajos que se presenten
al juicio de la Comisión de Publicaciones. Los que no encua-
dren con el espíritu de la publicación serán devueltos a sus
autores.
—Los originales deberán venir en la forma más condensada
posible, escritos a máquina, en espacio medio, cuidadosamente
corregidos y siempre traer una copia. La bibliografía, de
acuerdo con el sistema internacional.
—Los autores son absolutamente responsables de sus opiniones.
ANALES
DEL
MUSEO DE HISTORIA NATURAL
VALPARAISO - CHILE
N* 5 === 1972
ION AACAB
páginas
EL GENERO LEUCOCORYNE
Otto Zone AAA E A IA 9
PUCARA, GENERO NUEVO DE AMARYLLIDACEAE DEL NORTE
DE PERU
Piertéelice Ravenna, e A NOS 85
DIMITRIA, GENERO NUEVO DE CRUCIFERAE DE PATAGONIA
(ARGENTINA)
PierteliceRivenni A A A a CIA 91
ONA, GENERO NUEVO DE IRIDACEAE NATIVO DE LAS PRO-
VINCIAS DE MAGALLANES (CHILE) Y TIERRA DEL FUEGO
(ARGENTINA)
Pierfelice Ravenna O o oo 97
LIQUENES DE LA REGION DE CACHAGUA Y ZAPALLAR, PRO-
VINCIA DE ACONCAGUA, CHILE
Jorge Redon En as eel re a 105
LIQUENES DEL PARQUE NACIONAL "VICENTE PEREZ ROSALES”,
PROVINCIA DE LLANQUIHUE, CHILE
Jorge Redon E: or a e lo ee 117
DOS NUEVAS ESPECIES DE PTEROMALIDAE DE LA REPUBLICA
ARGENTINA
Luistde Sans a a Ni ii 127
REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA (ANDRENIDAE-APOIDEA)
Haroldo Toro y Luisa Ruz ........ooooonsrrrrrrrrrr rr 137
NUEVOS EUAESTHETINAE DE CHILE (COL. STAPHYLINIDAE)
RTANCISCO SAT rd ea da at e 173
CERCERIS CORDILLERA, NUEVA ESPECIE DE CERCERINI
Vi PEZ LOLA A E tia 189
EL ARCHIPIELAGO DE CABO DE HORNOS Y SUS ISLAS NAVARI-
NO, PICTON, LENOX, NUEVA E ISLOTES VECINOS
Luis E. Peña y Gerardo Barría P. ......... ....ooooooo.ooooooo.».. 195
PRESENCIA DE HISTIOTUS MONTANUS MAGELLANICUS PHIL. Y
DE MYOTIS CHILOENSIS CHILOENSIS WATERH (CHIROPTE-
RA), AL SUR DEL ESTRECHO DE MAGALLANES
Luis E. Peña G. y G. Barría P. ............ .... O 201
ETNOMUSICOLOGIA DE LA ISLA DE PASCUA
Ramon Camp lA A A a ARA 207
NOTAS SOBRE ARQUEOLOGIA DE CAMPO DE AHUMADA
Normas Sanguinetti O AE 0 271
APENDICE
Haroldo Loro yy EUISA RUZ o dsd A 293
NOTAS BIBLIOGRAFICAS
Gualterio Loose A NA A 297
Valparaiso, Chile 9
EL GENERO LEUCOCORYNE
OTTO ZOELLNER SCH.
Profesor de la Universidad Católica de Valparaíso
INTRODUCCION
El Norte Chico y la Zona Central, o sea, entre el río
Copiapó y el río Maule, se caracterizan por factores climatoló-
gicos comunes. Es una zona semiárida en la cual se pueden
distinguir claramente dos períodos o estaciones: un período de
lluvia entre los meses de Abril y Octubre y el otro de sequía
entre los meses de Noviembre hasta Marzo. Los meses en que
se producen lluvias se reducen en el Norte Chico a 2 ó 3, para
terminar en la región de Copiapó donde llueve ocasionalmente.
La cantidad de agua caída en los meses de lluvia oscila en la
zona de Copiapó entre O y 5 cm; en el valle de Elqui entre 10
y 20 cm, en la zona del Aconcagua entre 20 y 40 cm, y aumen-
tando hacia el Maule hasta 80 cm. Solamente en el corto período
de lluvias se observan cielos cubiertos y aires húmedos, pero en
la mayor parte del año predominan cielos despejados y aires
secos con un porcentaje bajo de humedad.
En zonas donde las lluvias caen esporádicamente y sólo en
los meses de invierno, aparece una vegetación efímera, en la
cual predominan los geófitos y terófitos, pequeñas plantas que
cubren los campos con sus flores en los meses de primavera,
para desaparecer rápidamente cuando se acercan los meses esti-
vales y los campos se convierten en semidesiertos.
Especialmente las plantas bulbíferas se adaptan a un habi-
tat tan específico. La forma biológica de los geófitos con bulbos
subterráneos permite una protección de la yema y además un
almacenaje de abundantes reservas nutricias y acuosas, todo lo
cual favorece un rápido desarrollo de hojas y flores después de
un período seco.
Pero estas plantas bulbíferas no florecen todas a la vez,
según el género florecen con ciertos intervalos. Las primeras en
abrir sus flores durante los meses de invierno son las Gillie-
10 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
sieae: la Miersia, la Gilliesia, la Ancrumia. Cuando desaparecen
los primeros mensajeros de la primavera se abre el Nothoscor-
dum, le siguen la Tecophilaea que cubre las praderas con sus
pequeñas flores azules, Fortunatia, Rhodophiala, etc. Y ya en-
trando a períodos calurosos, en Septiembre y Octubre, aparece
en abundancia Leucocoryne que con sus umbelas de flores blan-
cas o azuladas cubren y adornan las praderas ya semisecas y
los niños juntan grandes ramos para venderlos como “Huillis”
en los pueblos y ciudades. Los Huillis son flores que no a2bun-
dan en todos los lugares. Ciertas praderas y lomas, están cubier-
tas de ellas, dando la impresión que nuestras plantas en refe-
rencia fueron sembradas, y en praderas cercanas, o en lomas
colindantes no aparece ni un representante del Huilli.
Una denominación poética de la Leucocoryne ha encontrado
el botánico inglés, y a la vez colector de plantas, Clarence Elliott,
quien visitó Chile durante la tercera década de este siglo. El
las ha bautizado como Glory of the Sun = Gloria del Sol, y
estuvo sorprendido que esta hermosa flor no haya sido más apre-
ciada por jardineros y criadores de plantas.
Habitat: El hallazgo más septentrional de Leucocoryne tuvo
lugar en quebradas cercanas a Iquique (Lat. 20* - 13”). Leuco-
coryne crece en esta zona a una altura de 500 - 800 m sobre el
nivel del mar, en quebradas profundas. Las neblinas que se for-
man durante todo el año sobre el litoral del norte de Chile,
suministran suficiente humedad para que estos bulbos puedan
existir. Las mismas circunstancias climatológicas permiten la
existencia de Leucocoryne frente a Tocopilla y Antofagasta
(Quebrada La Chimba). Entre Antofagasta e Iquique, se obser-
van poblaciones de Leucocoryne, pero éstas no forman áreas
continuas, sino poblaciones aisladas; poblaciones que deben su
supervivencia a ciertos factores favorables.
Hacia el sur de Antofagasta, especialmente en la región de
Paposo-Taltal, Leucocoryne crece ya en los cerros en forma abun-
dante y continua. Esta zona se caracteriza por la mayor altura
de los cordones montañosos que se elevan abruptamente desde
la orilla del mar, llegando a más de 1.000 m. y cuyas cumbres
están continuamente cubiertas por neblinas. En esta zona no
encontramos Leucocoryne en la parte baja, a orillas del mar;
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 11
solamente aparece a una altura de 400 - 800 m., donde puede
subsistir. Nos fue posible colectar abundante material y bulbos
de Leucocoryne en las cumbres de los cerros que rodean Cha-
ñaral. Así, el grupo más septentrional de Leucocoryne crece en
los cordones montañosos que acompañan a la costa, a una altura
de 400 - 800 m., y esta zona se extiende desde Iquique hasta el
valle do Copiapó.
Desde la desembocadura del río Copiapó se observa un
ensanchamiento del área ocupada por Leucocoryne. En las am-
plias llanuras que se extienden a ambos lados de la desemboca-
dura de este río observamos nuestra planta en forma abundante.
En la región del río Huasco encontramos Leucocoryne creciendo
en el Valle Central y en el valle del río Elqui, el área de creci-
miento se extiende desde la costa hasta la Cordillera de los
Andes. En la misma medida como mejoran las condiciones cli-
matológicas, en cuanto al aumento de las lluvias, aumenta tam-
bién el área en que encontramos Leucocoryne.
Desde el río Elqui hasta el río Maipo, Leucocoryne pros-
pera en la Cordillera de la Costa, en el Valle Central y en la
Cordillera de los Andes. En esta amplia zona que comprende
las provincias de Coquimbo, Aconcagua, Valparaíso y Santiago,
aparecen numerosas especies de Leucocoryne y las plantas se
distinguen por su exhuberancia. Lógicamente, se llega a la con-
clusión que este género debe haberse formado en esta zona por
encontrar las condiciones óptimas para su desarrollo y existencia.
En estas provincias encontramos las especies más bellas de
Leucocoryne, como la L. púrpura, pero también formas bien
modestas. En estas provincias se pudo observar los stands más
elevados sobre el nivel del mar. En la provincia de Aconcagua,
en Río Blanco, el autor colectó Leucocoryne en alturas de 2.500
m sobre el nivel del mar, éstas son regiones que están cubiertas
por un manto de nieve durante muchos meses en el invierno.
Las especies de Leucocoryne que crecen en las laderas monta-
ñosas de la Cordillera, tienen siempre una exposición al NE o
NO. La planta no proscpera en laderas con declive hacia el sur.
Desde el río Maipo hacia el sur, se nota una disminución de
Leucocoryne. No se encuentran cerca de la costa y a medida que
los cerros hacia el sur de Chile se cubren de bosques, disminuye
la abundancia de nuestra planta. En la zona del río Biobío
12 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
existe solamente una especie, la L. alliacea, la única forma que
prospera en el sotobosque de la Zona Central. E
Leucocoryne es un vegetal que sabe aprovechar un mínimo
de humedad para su desarrollo, que aun crece en regiones semi-
desérticas y poco hospitalarias, que cubre las laderas pedregosas
y dirige sus bellas flores blancas hacia el sol, Realmente el nom-
bre que Elliot dio a nuestra planta, Glory of Sun, se justifica
ampliamente.
BREVE RESEÑA HISTORICA DEL GENERO
La primera noticia de la existencia del Huilli la tenemos
de William Jackson Hooker. En 1823, en Curt. Bot. Mag. 2382,
Hooker describe una planta de Chile y la denomina: Brodiaea
ixioides e incluye el vegetal en las Triandras Monogynias. La
descripción está ilustrada por un dibujo, el que indudablemente
representa una especie de Leucocoryne. Hooker dice: Our plant
was communicated by John Walker, Esq. from his collection at
Arno's Grove, Southgate. Native of Chile, in South America.
Flowers in October”. Esto significa que nuestro Huilli fue cul-
vado ya en Inglaterra, hace 150 años.
El siguiente científico que trata nuestras flores es John
Miers, que en su libro Travels in Chile and La Plata, Vol. 1,
530-1826, cita tres Brodiaeas: Brodiaea ixioides, B. Allioides,
B. angustier. Pero Miers no nos da ningún otro dato morfoló-
gico de estas tres especies.
En la misma década estuvo Carlos Giuseppe Bertero en
Chile y publicó un trabajo en el “Mercurio Chileno” con el título
de: “Lista de las Plantas que han sido observadas en Chile en
1828”, por Don Carlos José Bertero. Bertero dice en “El Mercu-
rio”, N? 12-561-1829:
“Antheroceras, género nuevo que tiene mucha semejanza
con la Sowerbea Smith, originaria de la Nueva Holandia. Hay
dos especies, una, el A. ornithogaloides (Guilli) y el A. odorum
bertero (Guilli de San Francisco). Crecen en los pastos estériles
y pedregosos, el primero en la montaña y el segundo en los
llanos. Los dos merecen ser cultivados” (edición Looser, pág.
15-1933/34). El mismo trabajo con traducción al inglés fue
publicado en Americ. Journ. Sci. and Arts., 19, N? 2, 1831. John
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 13
Lindley denuncia omisiones en las observaciones de Hooker
referente a la “Brodiaea ixioides” y da razones para crear otro
género. Así Lindley en Bot. Reg. 1293-1830 fundó el género
de Leucocoryne y estableció tres especies:
Leucocoryne ixioides Lindl.
Leucocoryne alliacea Lindl.
Leucocoryne odorata Lindl.
Sus descripciones fueron hechas utilizando material vivo,
pues él dice: “This pretty little plant was found by Mr. Mc Rae,
in November 1825, along with two other species, upon the sides
of the mountains lying between St. Jago and Valparaíso in places
where the snow had been a few days melted. It is rather delicates,
requiring in this country the prodection of a frame or green-
house, when it produces its fragant flowers in August. lt is to
be increased by offsets, and grows best in a light loamy soil in
which some coarse white sand is mixed. It was received from
Mr. Mc Rae by the Horticultural Society in the spring of 1826,
and flowered for the first time in August of the same year, at
which period the drawing was made”. Lo importante en este caso
es que las descripciones se basan en material vivo. El holotipo:
Leucocoryne ixioides L. y Leucocoryne alliacea Lindl. se encuen-
tran en el Cambridge Botanical Museum, Inglaterra, Herbarium
J. Lindley, Ph. D. desde 1866. El tercer tipo: Leucocoryne odo-
rata Lindl. no se encuentra en Cambridge, Kew, ni en Londres.
Los siguientes botánicos que citan el género Leucocoryne
son: David Dietrich en “Sinopsis Plantarum”, Tomo I, 127, 1839,
en el cual da algunas características del género.
Hooker and Arnott en Botany of Captain Beechey's Voyage
pág. 48, 1841, donde repiten solamente la descripción de Lind-
ley, sin aportar otros aspectos sobre nuestro género.
E. T. Steudel en el Nomenclator Botanicus cita las tres Leu-
cocoryne mencionadas por Lindley, pág. 37, 1841, pero en pági-
na 38, 1841, del mismo libro, aparece el nombre genérico de
Loucoryne anotado como si fuera sinónimo con Leucocoryne.
C. S. Kunth, en Enumeratio, pág. 472-474, 1843. Kunth
trae una descripción bien minuciosa de la morfología de las tres
especies de Lindley. Además, Kunth, sinonimiza las especies de
14 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
C. Bertero con las de Lindley, uniendo L. alliacea con Anthe-
roceras ornithogaloides y L. ixioides con Antheroceras odorum.
Incurrió en dos lapsus transcribiendo las denominaciones de
Bertero en “Anthocercos” y “Anthoceras”.
Claudio Gay en Historia Física y Política de Chile, en 1853,
se refiere a las tres formas descritas por Lindley, pero agrega
dos nuevas especies, la L. angustipetala Gay y la L. purpurea
Gay. La descripción de la última está acompañada por un dibujo
en el “Atlas”, lámina 69.
R. A. Philippi en Plantarum novarum Chilensium 1857-1858,
tiene el mérito de agregar otra especie a las ya existentes, des-
cribiendo: Leucocoryne macropetala Phil.
En su obra: Viaje al Desierto de Atacama, hecho por or-
den del Gobierno de Chile en el verano 1853-1854, Philippi
agrega la especie Leucocoryne narcissoides Phil. a las formas ya
existentes.
J. G. Baker es el primero que ordena a las Leucocoryne en
su libro On Liliaceae, 1870. Crea una clave, en la cual cita cuatro
especies: L. ixioides, L. alliacea, L. angustipetala y Leucocoryne
Gayi Baker. La L. odorata la sinonimiza a la L. ixioides. La L.
purpurea Gay la reduce a una simple variedad de L. ixioides
Lindl. var. purpurea (Gay) Baker. A la L. narcissoides Phil. la
coloca también como sinónimo de L. ixioides Lindl. incurriendo
en un pequeño lapsus, el citarla como L. “narcissiflora” Phil.
No trató la L .macropetala, probablemente por desconocer la
publicación del año 1857-1858. Con posterioridad Uphof en
“Herbertia”, pág. 67, 1947, elimina la especie Leucocoryne Gayi
Baker por tratarse de Tristagma dimorphopetala descrita por
C. Gay.
R. A. Philippi aumentó considerablemente el número
de Leucocoryne en su trabajo “Plantas nuevas Chilenas”, 269-
274, 1896, agregando ocho especies descritas por él.
En la misma obra “Plantas nuevas Chilenas” 1896, aparece
una especie descrita por Federico Philippi, L. coquimbensis F.
Phil.
Posteriormente no aparecen más descripciones de Leucoco-
ryne.
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 15
Resumiendo nuestras investigaciones sobre este género exis-
ten las siguientes especies descritas:
1) Leucocoryne ixioides Lindley 1830
2) Leucocoryne odorata Lindley 1830
3) Leucocoryne alliacea Lindley 1830
4) Leucocoryne purpurea Gay 1853
5) Leucocoryne angustipetala Gay 1853
6) Leucocoryne macropetala R. A. Phil. 1857/1858
7) Leucocoryne narcissoides R. A. Phil. 1860
8) Leucocoryne montana R. A. Phil. 1896
9) Leucocoryne pauciflora R. A. Phil. 1896
10) Leucocoryne oxypetala R. A. Phil. 1896
11) Leucocoryne appendiculata R. A. Phil. 1896
12) Leucocoryne violacescens R. A. Phil. 1896
13) Leucocoryne foetida R. A. Phil. 1896
14) Leucocoryne incrassata R .A. Phil. 1896
15) Leucocoryne connivens R. A. Phil. 1896
16) Leucocoryne coquimbensis F. Phil. 1896
Francisco Fuentes, en “Indice y Comentario sobre las Liliá-
ceas Chilenas”, trata de reagrupar las diferentes especies de
Philippi. Sugiere reducir las formas de Philippi a cuatro, a L.
alliacea, L. ixioides, L. angustipetala y L. oxypetala. Opina que
las demás formas son variaciones de estas cuatro.
Entre los botánicos recientes podemos citar el trabajo de
J. C. T. Uphof en Herbertia 1945, en el cual aparecen citadas
14 Leucocoryne, cuyas descripciones coinciden con la sde Lindley,
Gay y Philippi. Uphof no cita la L. odorata Lindl. y la L. mon-
tana Phil. Además, incurre en un pequeño lapsus, al anotar la
especie “violescens”, en vez de violacescens que es la designación
correcta original.
Y como último trabajo podemos citar a Harold N. Moldenke
en su obra aparecida en Plant Life 1959, donde cita 10 Leuco-
coryne, pero este trabajo es solamente una traducción al inglés
de la obra de R. A. Philippi “Plantas nuevas Chilenas”, 1896.
También Moldenke incurre en el mismo lapsus poniendo, “vio-
lescens” en vez de “violacescens”.
16 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
Desde los tiempos de Baker, 1870, nadie ha tratado de
ordenar este grupo de plantas y tampoco ha sido estudiado en
forma intensa su difusión en los campos chilenos.
La falta de un estudio florístico sobre estas bellas plantas
de nuestros campos, nos ha inducido a realizar este trabajo. Un
abundante material, reunido durante años, en una amplia zona,
nos ha permitido aclarar las principales dudas que sobre este
género existían.
La descripción del género Leucocoryne según John Lindley
es la siguiente:
TRINDRIA MONOGYNIA
Leucocoryne: perianthium hypercrateriforme, cum pedicello
continuum, limbo 6-partito. Stamina 3 fertilia e tubo exorta;
tria sterilia carnosa teretia e fauce laciniis corollinis opposita.
Sqramae hypogynae mullae. Ovarium sessile, triloculare, polys-
permum; stylus teres, cum ovario articulatus; stigma simplex.
Herbae (Chilenses), cormis induviatis. Flores umbellati.
El nombre deriva de blanco y maza, en alusión a los estam-
bres estériles que tienen forma de maza.
LEUCOCORYNE
Plantas herbáceas, bulbíferas.
Raíces: poseen muchas raicillas filiformes, de color blanco,
naciendo del disco basal del bulbo.
Bulbo: esférico o piriforme, cubierto de membranas de color
castaño o de fibras, de 1 - 1,5 cm. de diámetro y de 1,5 - 2 cm.
de alto.
Cuello: la parte entre el ápice del bulbo y de la superficie
terrestre, cubierto de membranas o fibras, formado por los restos
foliares secos, de color castaño oscuro que envuelven y protegen
a hojas y boohordo, de 5 - 10 cm.
Hojas: lineares, angostas, estriadas, en número de 2 - 4, con-
temporáneas o prefoliadas, algo carnosas con los márgenes más
delgados y ápice romo, de 15 - 30 cm. de largo y de 2 - 5 mm.
de ancho. Un corte transversal a través de una hoja manifiesta
una forma cóncava-convexa o plano-convexa su interior recorrido.
por 4, 6 u 8 cavidades.
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 17
Bohordo: solitario, cilíndrico o ligeramente aplanado, rígi-
do, herbáceo hueco de un largo variable de 10 - 30 cm.
Espatas: bivalvas, de forma linear-lanceolada o linear-acu-
minada, recorridos por 10 a 15 nervios paralelos, de color verdo-
so en flores nuevas de consistencia pajiza en estado seco, erectas
O retrorsas, de 2,5 - 5 cm. de largo y de 0,2 - 0,3 cm. de ancho
en la base.
Pedicelos: cilíndricos, de un largo muy variable, de 1 - 10
cm. en número de 2 a 10.
Perigonio: consta de un tubo y un limbo, partido en 6 laci-
nias. Tubo hipocraterimorfo de 0,8 - 1,2 cm. de largo y de 0,2 -
0,3 cm. de diámetro, de forma cilíndrica, recorrido por 6 ner-
vios que se prolongan hacia las lacinias, de color verdoso, los
nervios de color blanquizco, rosado o violáceo.
Lacinias: en dos series, 3 exteriores y 3 interiores, de forma
lanceolada, ovalada o transovada, con ápices agudos, con bordes
lisos, almenados o erosos, patentes o semi-serradas, recorridas
en todo su largo por un nervio de color blanco, violáceo o pur-
púreo. Lacinias de color blanco o violáceo, color que se intensi-
fica por la disecación.
Androceo: de 6 estambres, de los cuales 3 son fértiles y 3
estériles. Los 3 estambres fértiles, inclusos en el tubo, sin fila-
mento o con filamento diminutivo, enteras adheridas a las pare-
des del tubo, opuestas a las lacinias exteriores, insertadas en la
parte media del tubo, de 2 - 2,5 mm. de largo, cada antera con
2 tecas con dehiscencia longitudinal. Los 3 estambres estériles
insertados en la garganta del tubo, opuestos a las lacinias inte-
riores, filiformes, cilíndricos, cónicos o apendiculados, patentes
o semiabiertos, de color blanco, violáceo, especialmente el ápice
de los estambres estériles, o amarillos, de 0,4 - 1,8 cm. de largo,
por 0,1 cm. de ancho. :
Estambres: de color cremoso, toman un color anaranjado
por la desecación.
Gineceo con ovario súpero, cilíndrico, libre, trilocular. Cada
celdilla con varios óvulos y placentación axilar. Estilo cilíndrico,
corto de 0,2 cm. de largo. Estigma algo bífido, en flores recién
abiertas el estigma no alcanza la altura: de la inserción de las
anteras.
18 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL Nñ 5, 1972
Frutos: una cápsula de forma prismática, con ápice truncado
y estilo persistente, membranoso, trivalvado, con pocas semillas:
triquedras, de color negro. Endosperma carnoso, sin almidón.
Embrión recto de 1 - 1,1 mm. de largo rodeado de abundante:
endosperma.
LEUCOCORYNE
(Su ordenación dentro de la Sistemática)
La ordenación del género Leucocoryne ha estado sometida
a varios cambios según el criterio de los respectivos botánicos:
1) Lindley, John., cita el género Leucocoryne bajo Triandria
Monogynia.
2) Hooker, W. J. and Arnott, G. A. W., citan las Leucocoryne
en el orden Asphodeleae de las Monocotiledoneae.
3) Gay, C.; Baker, J. G.; Philippi, R. A.; Reiche, C.; Fuentes Fr.;
colocan el género en la familia de las Liliáceas. Ellos seguían
fielmente el dictado del botánico Robert Brown (1810), se-
gún el cual: Liliáceas tiene el ovario súpero, Amaryllidaceas
tienen el ovario ínfero.
Según esta definición el género Leucocoryne pertenece a las
Lilíáceas, pues posee un ovario súpero y libre.
Según el “Syllabus” de A. Engler (1964) Leucocoryne per-
tenece a Clave Monocotyledoneae.
Orden : Liliiflorae.
Suborden : Liliineae.
Familia : Liliaceae.
Subfamilia : Allioideae.
Tribu : Allieae.
Género : Leucocoryne.
4) Investigaciones cariológicas de Mc Kelvey y Sax (1933), de
Whitaker (1934), de Sato (1935) comprobaron que el ca-
rácter epígeno o hipógeno del ovario, como único criterio
distintivo, no basta para la ordenación de las Liliiflorae, así
Hutchinson (1934), pasó los tribus con “bulbos y flores en
umbelas” de la familia de las Liliaceaes a la de las Amary-
llidaceas. Por estas razones los botánicos Uphof J. C. T.,
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 19
- Moldenke H. N., Traub H., Muñoz C. incluyen el género de
las Leucocoryne en la familia de las Amaryllidaceas.
Según The Families of Flowering Plants, de J. Hutchinson,
Leucocoryne pertenece a:
Subphylum: Monocotyledones.
División : Corolliferae.
Orden : Amaryllidales.
Familia : Amaryllidaceae.
Tribu : Allieae.
Género : Leucocoryne.
RELACIONES GENETICAS Y EVOLUCION DEL GENERO
LEUCOCORYNE
Como forma primitiva del tribu Allieae se debe considerar
un vegetal bulboso de hojas radicales, de un bohordo afilo coro-
nado por una umbela en cuya base se encuentran 2 espatas, de
flores pediceladas, cuyos 6 pétalos están insertados en dos series,
de 6 estambres fértiles con sus respectivos filamentos, opuestos
a los tépalos, de un gineceo tricarpelar y ovario súpero.
Todo género de las Allieae que representa diferencias res-
pecto al esquema debe haberse evolucionado posteriormente del
arquetipo. Podemos registrar las siguientes diferencias entre nues-
tro género con el tipo Allieae.
1)
2)
3)
4)
Leucocoryne posee un tubo floral formado por los tépalos
concrecidos en su parte inferior y por 6 lacinias en dos series,
las que son muy semejantes entre sí.
Leucocoryne posee solamente tres estambres fértiles.
Los tres estambres fértiles no poseen filamentos. Las anteras
están adheridas con su dorso a las paredes del tubo floral.
Leucocoryne posee tres estambres estériles, exertos, inserta-
dos en la garganta del tubo floral opuestos a las lacinias
interiores; tienen aspecto de filamentos y presentan diferente
coloración. Su color varía según la especie y puede ser blan-
co puro, blanco cremoso, amarillo anaranjado, violáceo oO
presentar 2 colores; blanco en la parte inferior y violáceo en
el ápice.
20 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
5) Leucocoryne se encuentra solamente en una área muy redu-
cida si la comparamos con otros géneros de la tribu Allieae.
Desde Iquique hasta el río Copiapó, crece en una angosta
faja de pocos kilómetros de ancho debiendo su existencia a
ciertos factores climatológicos. Su centro de desarrollo está
entre el río Elqui y el río Maipo. Desde el río Maule hacia
el sur se encuentra solamente una especie, L. allícea, que es
la única que crece en lugares semisombrios.
Todas estas observaciones nos llevan a la conclusión que
este género debe haberse derivado de otras formas. Un estudio
de las Allieae manifiesta la existencia de otro género sudameri-
cano con características muy semejantes, el género Tristagma. El
que se asemeja a Leucocoryne en muchos aspectos: en el bulbo,
en las hojas, en el bohordo, en la umbela floral, en la flor que
consta de un tubo y de seis lacinias. La diferencia reside en los
estambres. Tristagma posee seis estambres fértiles, sin filamentos
adosados con sus anteras a la pared del tubo y agrupados en dos
verticilos, el verticilo inferior en la mitad del tubo, y el superior
incluso en el tubo, pero cercano a la boca del tubo floral.
UN CUADRO COMPARATIVO
Leucocoryne Tristagma
Bulbo tunicado, ovoide bulbo tunicado, ovoide
hojas lineares 2-3 hojas lineares 3-6
bohordo afilo bohordo afilo
espatas lanceoladas espatas lanceoladas
pedicelos ¡guales-desiguales pedicelos desiguales
flores con tubo de 8 - 12 mm. 1. tubo floral de 8,5 - 12,5 mm.
lacinias en 2 series lacinias en 2 series
3 estambres sin filamentos 3 estambres fértiles sin filamento
3 estaminodios exertos 3 estambres fértiles superiores
insertos.
Tristagma posee menos evolución que Leucocoryne, pero
supera a nuestro vegetal por su amplia difusión: Tristagma es
registrada en la Cordillera desde Chile Central hasta la Patago-
nía, en Argentina y Uruguay.
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 21
a.
b,
Disposición de estaminodis: a. Leucocoryne; b. Tristagma.
Dentro de su homogeneidad genérica Leucocoryne presenta
ciertos caracteres variables cuyo valor filogenético es difícil de
establecer. A raíz de muchas comparaciones nos parece que Leu-
cocoryne ixioides representa mejor el género-tipo. Es una especie
con amplia difusión en el Centro de Chile, con lacinias blancas
o suavemente azuladas en su parte exterior, de forma ovalada y
con estaminodios filiformes blancos. Las demás especies deben
ser consideradas como formas derivadas de este arquetipo. En el
cuadro siguiente tratamos de ordenar los caracteres —según nues-
tro parecer— en primitivos y evolucionados.
CARACTERES
Primitivos
pedicelos iguales
pedicelos 4-7
lacinias blancas
lacinias ovaladas
lacinias extendidas
estaminodios sin apéndice
estaminodios blancos
plantas de lugares asoleados
Derivados
pedicelos desiguales
pedicelos menos de 4 y más de 7.
lacinias azules, rosadas
lacinias linear-lanceoladas o
lacinias semiabiertas
transovadas
estaminodios con apéndice
estaminodios violáceos, anaran-
jados
plantas de lugares sombríos.
22 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
REPRODUCCION
En libros de botánica se reproducen muchas veces fotogra-
fías de la exhuberancia de ciertas Liliiflorales en campos europeos;
así latamente son conocidas las praderas de los Alpes cubiertas
por las flores azuladas de Crocus vernus o por las flores blancas
del Narcissus poeticus en los Alpes meridionales de Francia y
Suiza. Hasta la propaganda y el turismo contribuyen para difun-
dir estos aspectos de la belleza en la naturaleza.
Nuestra flora chilena no tiene necesidad de envidiar estos
campos floridos. Chile posee bellezas idénticas y en abundancia,
tal vez, mayores, pero desconocidas o poco apreciadas por la
gran mayoría de los viajantes y turistas. Nuestros campos del
Norte Chico se cubren en Primavera con Huillis que observados
de lejos dan la impresión que el suelo estuviera cubierto de
copos de nieve.
Es admirable como nuestra planta en referencia se. repro-
duce en forma tan abundante. Esta exhuberancia se observa
especialmente en el Norte Chico, entre el río Aconcagua y el
río Copiapó. Las lomas con una pendiente muy suave al pie de
los cordones montañosos son el habitat preferido de Leucoco-
ryne, ahí florecen en una abundancia inimaginable en vastos
campos. Sin embargo, su presencia puede terminar en forma
abrupta en determinado lugar, para reaparecer en otras lomas
bien alejadas de las anteriores.
Leucocoryne crece también en los faldeos más inclinados
de las montañas, pero no en grandes cantidades. En la Zona
Central desde el río Aconcagua hasta el río Biobío crecen en
menor abundancia y nunca en agrupaciones tan densas.
Sorprendente es que todos los bulbos se encuentran a una
profundidad de 5.- 10 cm. bajo la superficie del suelo. En esta
forma el bulbo quedará protegido de una desecación excesiva
durante los largos meses del verano en la zona nortina, y de la
congelación en las zonas cordilleranas, durante la época del
invierno. |
¿En qué forma. llega el bulbo a tal profundidad?
Cada ovario desarrolla entre 12 - 24 semillas negras, tri-
quetras, que al madurar y abrirse la cápsula por dehiscencia caen
al suelo. Este proceso ocurre al entrar el verano, cuando el suelo
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE e 23
está endurecido por la sequía. Las semillas deben perdurar :el
período estival y germinan superficialmente en la próxima pri-
mavera formando un pequeño bulbo. Pero el mismo bulbo forma
en una de sus raicillas un nuevo bulbillo a una profundidad
mayor. El primer bulbo, con crecimiento superficial, está expues-
to en mayor grado a la destrucción. Así, cada año se forman
nuevos bulbillos, hasta llegar a una profundidad de 10 - 12 cm.
bajo la superficie. Bulbos que se encuentran ya suficientemente
cubiertos por la capa de tierra empiezan a engrosar una o dos
raíces horizontales para formar bulbos-hijos y contribuyen en
esta forma a la reproducción vegetativa del Leucocoryne.
ESTUDIOS CITOLOGICOS EN LEUCOCORYNE
Investigaciones citológicas de M. Cave en Leucocoryne
ixioides Lindley dieron como resultado que esta especie posee
un complemento cromosómico de 2n = 18, de los cuales 7 pares
poseen un centrómero submetacéntrico y 2 pares de cromosomas,
más cortos, poseen una constricción subterminal. La. existencia
de satélite no fue observada.
La macrosporogenesis se desarrolla según el tipo Allium.
La célula madre de la macrospora se divide en dos, de las
cuales la superior degenera inmediatamente y la inferior se divi-
de tres veces, resultando 8 núcleos.
METODO
El estudio de Leucocoryne fue realizado empleando los mé-
todos clásicos en sistemática, sirviendo principalmente de base
el material de herbario para el reconocimiento de los “tipos”,
pero estos estudios se completaron ampliamente con observacio-
nes en material vivo. Como la zona de distribución de Leucoco-
ryne no es tan amplia, hemos podido reunir la casi totalidad de
las diferentes especies, en numerosas excursiones botánicas en la
zona norte, sur y cordillerana. Hemos visto la mayoría de los
holotipos y así nos ha sido posible compararlos con el material
vivo. Los dibujos fueron hechos a base de material vivo. Sola-
mente para Leucocoryne odorata Lindley no fue posible estudiar
el holotipo.
241 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL
GLOSARIO DISTINTIVO PARA LAS DESCRIPCIONES
Bulbo:
piniforme
Cuello:
1-5 cm.
cubierto de hojas
secas.
plano-convexo
Bohordo:
delgado
10 - 20 cm. de alto.
Espatas:
erguidas
más largas que las flores.
Pedicelos:
1 - 3 cm.
cortos
iguales.
Umbela:
pauciflora
de 2-4 flores.
Lacinias:
patentes
ovadas
ovaladas
blancas
azules
marren liso
unicoloras.
Estaminodios:
cortos
est/lam = < Y,
sin adéndice
filiformes
delgados.
esférico
5 - 10 cm.
cubierto de una membrana
delgada.
3 - 5 mm.
CÓnCcavo-Convexo.
grueso
20 - 40 cm. de alto.
reflejas
más cortas que las flores.
3 - 10 cm.
largos
desiguales.
multiflora
de 5 - 12 flores.
semirerradas
transovadas
lanceoladas
coloreadas
rosadas
marsen eroso o almenado
bicolores.
largos
est/lac = > Y
con avéndice
cónicos
gruesos.
NY 5, 1972
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 25
CLAVE PARA LAS ESPECIES
1) Lacinias ovaladas, trasovadas, patentes o reflejas, estamino-
dios menores que la mitad del largo de las lacinias.
2) Estaminodios con apéndice. 1—L. appendiculata
2) Estaminodios sin apéndice.
3) Pedicelos cortos ,de 0,3 a 2 cm. de largo.
4) Estaminodios de 0,3 - 0,4 cm. de largo,
lacinias al desecarse mo cambian de co-
lor 2.—L. odorata
4) Estaminodios mayores de 0,4 cm. de largo,
lacinias al desecarse se tornan rosadas 3.-pauciflora
3) Pedicelos largos, mayores de 2 cm.
5) Lacinias trasaovadas de color purpúreo
o violáceo hacia la base 4—L. purpurea
5) Lacinias trasovadas de color purpúreo
blanco o violáceo hacia el ápice.
6) Lacinias ovaladas 5.—L. macropetala
6) Lacinias largamente acuminadas.
7) Estaminodios filiformes, hojas me-
nores de 3 mm. de ancho.
8) Estaminodios blancos, lacinias
blancas o suavemente violáceas
hacia el ápice, manteniendo su
color al desecarse. 6.—L. ixioides
8) Estaminodios amarillos, laci-
nias violáceas, intensificando
su color al desecarse. 7.—L. violacescens
7) Estaminodios filiformes, hojas me-
res de 3 mm. de ancho.
9) Lacinias de color violáceo que
se intensifica en la deseca-
ción. 8.—L. coquimbensis
9) Lacinias de color blanco, el
que no varía en la deseca-
ción. 9.—L. coquimbensis
var. alba.
26 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
1) Lacinias linear-acuminadas, estaminodios mayores
que la mitad del largo de las lacinias.
10) Lacinias reflejas, con un largo menor de 1,5 cm.
estaminodios gruesos. 10.—L. angustipetala
10) Lacinias semi-abiertas, con un largo mayor de
1,5 cm., estaminodios filiformes.
11) Pedicelos iguales, flores 4-10, erguidas.
11.—L. conferta
11) Pedicelos muy desiguales, flores 2-4, incli-
nadas a un lado. 12.—L. alliacea
1.—LEUCOCORYNE APPENDICULATA Phil.
Philipi, R. A., Plantas Nuevas Chil.: Anal. Univ. Chil. 270/271, 1896.
Fuentes, F., Indice y Comentario Liliac.: Bol. Mus. Hist. Nat. Stgo. 118,
1929.
Uphof, J. C. T., Herbertia, 12: 56, 1945.
Moldenke, H. N., Amaryllid Genera: Plant Life 49, 1959.
Bulbo piriforme, cubierto de membranas de color castaño, de
1,2 - 1,5 cm. de diámetro y de 1,5 - 1,8 cm. de alto.
Cuello cubierto de membranas y fibras de hojas secas de años
anteriores de 5 - 8 cm. de largo.
Hojas, en número de 2 a 3, lineares, carnosas, estriadas, de
un largo de 15 - 20 cm. y de 2,5 - 3 mm. de ancho.
Bohordo cilíndrico, glabro, de 1 8- 25 cm. de alto, de 2,5 mm.
de diámetro.
Espatas, dos, de forma acuminada, de consistencia membra-
nosa de 3 - 3,5 cm. de largo.
Pedicelos en número de 3 a 5, de 1,5 - 4 cm. de largo, de
1 mm. de diámetro, desiguales.
Flor formada de un tubo y 6 lacinias. Tubo de forma cilín-
drica, de color verdoso, recorrido por seis líneas oscuras de 1 - 1,2
cm. de largo. Tépalos exteriores de forma ovalada con ápice
agudo, borde eroso de color blanco, de un largo de 2,2 - 2,5 cm.
y de un ancho de 0,8 - 1 cm. Tépalos interiores, de forma ova-
lada con ápice agudo y borde poco eroso, de un largo de 2 - 2,4
cm. y de un ancho de 0,7 - 0,9 cm. de color blanco.
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 27
Androceo formado de 3 estambres fértiles y 3 estériles. Tres
estambres fértiles, sin filamentos, las anteras adheridas a la pared
del tubo floral, insertadas en la mitad superior del tubo, insertos,
de 2 - 3 mm. de largo, de color amarillo. Tres estambres estériles,
de forma cónica, con un diámetro de 2 mm. en la base y de
1 mm. en el ápice, de un color amarillo-anaranjado con el ápice
purpúreo, de 0,6 - 0,8 cm. Los estamonodios coronados por una
escama de forma linear-lanceolada, ensanchada en la base, con el
ápice filiforme, encurvada hacia los tépalos, de 1,5 mm. de largo,
de color blanco.
Gineceo formado de un pistilo de 0,5 - 0,6 cm. de alto.
Ovario súpero, libre, truncado, tricarpelar. Estilo corto, estigma
algo ensanchado, no alcanzando la altura de la inserción de los
estambres fértiles.
Cápsula trivalvar, estilo persistente, con pocas semillas de
color negro.
Anotaciones ecológicas: El único dato bibliográfico que rela-
ta algo sobre la existencia de Leucocoryne appendiculata Phil.
es de R. A. Philippi, quien declara en su descripción: “E. bulbo
prope Caldera a Pablo Ortega lecto primis septembri diebus flo-
ruit”. Esta especie crece desde Iquique hasta Caldera, prov. Ata-
cama, en una angosta faja, a una altura de 400 - 800 m. sobre
el nivel del mar, una faja que a menudo está cubierta de nebli-
nas. A medida como aumenta la humedad hacia el sur, se nota
un aumento de la vegetación en las llanuras que se extienden
entre el mar y el pie de los cordones montañosos. En las pla-
nicies a ambos lados del río Copiapó, L. appendiculata crece en
abundancia, debido a la mayor humedad de esta zona y a preci-
pitaciones ocasionales.
El autor colectó 10 bulbos de L. appendiculata en Enero de
1970 en la cima de los cerros que se elevan detrás del puerto de
Barquitos, Chañaral, cimas que permanentemente están cubiertas
por neblinas; las plantó en su jardín, en Quilpué, con pleno
éxito. De los 10 bulbos florecían 8 durante el mes de Septiembre
de 1970 y se pudo observar las pequeñas escamas blancas en to-
das las flores.
28 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Material revisado:
Caldera, Prov. Atacama, 1X-1876, Pablo Ortega (SGO. ho-
lotipo 46769).
Iquique, Prov. Tarapacá, camino a Patillos, cumbres de los
cerros frente a Km. 22, 17-X-1965 Ricardi, Marticorena, Matthei
(CONC. 1327).
Antofagasta, Prov. Antofagasta, quebrada La Chimba, 1-X-
1954 Ricardi, (CONC. 18281).
Taltal, quebrada de la Anchuña, 20-1X-1953, Ricardi,
(CONC. 14348).
Chañaral, Prov. Atacama, quebradas, 27-1X-1952, Ricardi,
(CONC. 12902).
Prov. Tarapacá, Iquique, Quebrada Huantapuya, 700 m. IX-
1925, Dr. Werdermann 759 (SGO. 59558).
Prov. Tarapacá, Iquique, Quebrada Huantaca, X-1904, P. Mar-
tens (SGO. 46786).
2,—LEUCOCORYNE ODORATA LINDLEY
John Lindley: Bot. Reg. 1293/1294, 1830.
D. N. F. Dietrich: Hortus Britannicus, Vol. 1, 171, 1839.
Hooker et Arnott: Botany Capt. Beechey, 48, 1841.
E. Th. Steudel: Nom. ed. 2, 37, 1841.
C. S. Kunth: Enum. Pl. 4, 472, 1843.
C. Gay: Hist. Fis. Polit. Chil. VI, 121, 1853.
J. G. Baker: On Liliaceae: syn. L. ixioides, 374, 1870.
Fr. Philippi: Catalog. Plant. Vasc. Ch., Anal. Univ. Ch. 338, 1881.
F. W. Neger: Introducc. flora Concepción, Anal. Univ. Ch., 1897.
Fr. Fuentes: Las Liliaceas, Bol. Mus. Nat. Stgo., 117, 1919.
C. Muñoz y E. Pisano: Estud. Veg. y Flora Parq. Nac. Fray Jorge,
138, 1947.
J. C. Uphof: Herbertia, 12: 53, 1945.
Syn: Leucocoryne foetida R. A. Philippi.
Bulbo piriforme, cubierto de túnicas de color castaño, de
0,8 - 1 cm. de diámetro y de 1,2 - 1,5 cm. de alto.
Cuello de 5 - 8 cm. de largo, cubierto de muchas membranas
y fibras, restos de hojas secas de años anteriores.
Hojas, en número de 3 - 4, blandas, algo estriadas, lisas, de
forma cóncavo-convexas, lineares, con ápice romo, de 15 - 20 cm.
de alto de 0,2 - 0,25 cm. de ancho.
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 29
Bobordo cilíndrico, de 10 - 25 cm. de alto y de 1,2 mm. de
diámetro.
Espatas bivalvas, membranaceas, estriadas, lanceoladas de
2 a 4, de 0,3 - 2 cm. de largo.
Pedicelos iguales o subiguales, muy cortos, en número de
2 a 4, de 0,3 - 2 cm. de largo.
Flores pequeñas, blancas, con tubo y seis lacinias en dos se-
ries, margen eroso. Tubo cilíndrico, de color verde, algo hin-
chado en la parte inferior, de un largo de 0,8 - 0,9 cm., recorrido
por seis líneas de color verde oscuro. Lacinias patentes, de for-
ma ovalada, con ápice agudo, corto. Lacinias exteriores de 1,1 -
1,4 cm. de largo por 0,3 - 0,4 cm. de ancho con una línea central
de color débilmente violáceo. Lacinias interiores, de color blanco,
de 1 - 1,3 cm. de largo por 0,3 - 0,35 cm. de ancho, recorridas
por una línea de color algo violáceo.
Androceo constituido por tres estambres fértiles y 3 esté-
riles. Tres estambres fértiles, incluso en el tubo, sin filamento,
las anteras adheridas a la pared hel tubo floral, insertadas en
la mitad superior del tubo, de color amarillo. Tres estambres
estériles subulados, insertados en la garganta del tubo, filiforme,
de un color blanco, de 0,3 cm. de largo.
Gineceo con un ovario súpero, libre, trilocular, truncado.
Estilo cilíndrico de 1 - 1,5 mm. de largo. Estigma muy poco
capitado.
Fruto una cápsula, truncada, con estilo persistente, trivalvar,
con dos a cuatro semillas negras por valva. Semillas poliédricas.
Material revisado:
Laguna Verde, Prov. Valparaíso, 26-X-1968, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5643).
Quilpué, provincia Valparaíso, X-1968, O. Zoellner (Herb.
Zoell., N* 5644).
Marga Marga, provincia Valparaíso, X-1968, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5645).
Cerro Puangue, Colliguay, provincia Valparaíso, 8-X1-1969,
O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5646).
Cerro Buitre, Quilpué, provincia Valparaíso, X-1970, O.
Zoellner (Herb. Zoell., N* 5647).
30 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
Cuesta Colliguay, provincia Valparaíso, X11-1970, O. Zoell-
ner (Herb. Zoell., N* 5648).
Laguna Verde, provincia Valparaíso, 30-VIII-1968, O. Zoell-
ner (Herb. Zoell., N* 5649).
Talca, provincia Talca, 6-X-1970, E. Zoellner (Herb. Zoell.
N? 5658).
Cuesta Ibacache, provincia Valparaíso, 24-X-1971, O. Zoell-
ner (Herb. Zoell., N* 5695).
Cerro Los Placeres, provincia Valparaíso, X-1970, E. Ga-
llegos (Herb. U. C. V., N? 565).
Provincia Chillán, Dic-1869, R. A. Philippi (SGO 46757).
Provincia Chillán, Dic-1869, R. A. Philippi (SGO 46780).
Cerros de Laguna Verde, prov. Valparaíso, 4-X1-1931, A.
Garaventa (Herb. Garaventa, N* 2571).
Observaciones:
Leucocoryne odorata es la especie minuciosamente descrita
por John Lindley a base de material vivo cultivado en Ingla-
terra. El holotipo de Lindley no se encuentra en la colección del
Museo de Cambridge, Inglaterra, ni en Londres y ni en Kev.
Claudio Gay repite la descripción de J. Lindley, pero expresa
cierta duda referente a la citada especie: “Tenemos algún motivo
para sospechar su identidad con la L. exioides L. El largo de los
pedúnculos varía demasiado para mirarlo como carácter de sepa-
ración”. La misma opinión repiten los botánicos J. G. Baker, Fr.
Fuentes, Uphof. Leucocoryne odorata L. crece en la Zona Cos-
tera de las provincias centrales. Habita preferentemente terrenos
planos, asoleados, lugares con poca vegetación arbórea y arbus-
tiva.
Sus caracteres distintivos son pedicelos subiguales muy cor-
tos 0,3 - 2 cm., sus pocas flores (2-4), sus lacinias blancas
patentes con un largo máximo de 1,5 cm., sus lacinias ovaladas,
sus estaminodios filiformes, blancos, cortos, no alcanzando la
mitad del largo de las lacinias.
R. A. Philippi fundó la especie L. foetida indicando como
su principal característica el fuente olor a ajo (Allium sativum
L.) que despide a pesar de su desecación. Pero el autor pudo
comprobar que otras especies en las mismas circunstancias despi-
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 31
den el mismo olor. No existe razón para mantener la especie L.
foetida, pues, sus otras características son idénticas con la L. odo-
rata.
3.—LEUCOCORYNE PAUCIFLORA, Phil.
Philippi, R. A., Plantas Nuevas Chilenas, Anal. Univ. Chil. 269/270,
1896.
Uphof, 1. C. T., Herbertia 12: 56, 1945.
Moldenke, H. N., Amaryllid Genera and Species, Plant Life 49, 1959.
Bulbo globoso, cubierto de túnicas y fibras de color castaño-
oscuro de 1,5 - 2,2 cm. de diámetro y de 2 cm. de alto.
Cuello cubierto de pocas túnicas de color gris de 8 - 15 cm.
de largo.
Hojas contemporáneas, en número de 2 a 3, algo carnosas,
de forma plan-convexas, de superficie glabra con ápice romo, an-
gostándose hacia la base, de 20 - 25 cm. de largo y de 0,3 cm.
de ancho.
Bohordo cilíndrico, erguido, tieso, de 10 - 25 cm. de alto y
de 0,15 - 0,2 cm. de diámetro.
Espatas, dos, de forma lanceolada, membranosas, de color
pajizo, recorridas por 7 - 11 nervios paralelos, de 1,8 hasta 2,5
cm. de largo.
Pedicelos, en número de 2 a 7, subiguales, cilíndricos, de
0,7 - 2,5 cm. de largo y de 0,1 cm. de diámetro.
Flores formadas por un tubo cilíndrico y 6 lacinias abiertas.
El tubo de color verdoso, recorrido por seis nervios purpúreos
de 0,7 - 1,2 cm. de largo y de 0,2 cm. de diámetro. Lacinias exte-
riores, 3, de forma ovalada con ápice agudo, algo reflejo, reco-
rridas por un nervio de color purpúreo de 0,9 - 1,8 cm. de largo
y de 0,3 - 0,5 cm. de ancho. Lacinias interiores, 3, de forma ova-
lada, con ápice agudo, reflejas, recorridas por un nervio de color
pjurpúreo de 0,8 - 1,7 cm. de largo y de 0,3 - 0.4 cm. de ancho.
Lacinias tornándose purpúreas por la desecación.
Androceo formado por 3 estambres fértiles y 3 estamino-
dios. Tres estambres fértiles, inclusos en el tubo floral, sin fila-
mento con las anteras adheridas a la pared del tubo, insertados
32 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
en la mitad superior del tubo, de un largo de 0,2 cm. de color
amarillo. Tres estaminodios, insertados en la garganta del tubo,
cilíndricos, con ápice agudo, de color blanco y de un largo de
0,45 - 1 cm. Estaminodios tornándose de color anaranjado por
desecación.
Gineceo formado por un pistilo, ovario súpero, tricarpelar.
Ovario trivalvar, cilíndrico, truncado. Estilo corto de 1 - 1,5 mm.
de largo. Estigma muy poco capitado.
Fruto una cápsula con estilo persistente, con 3 - 10 semillas
poliédricas, de color negro.
Material revisado:
Valle Polvareda en Río Blanco, Prov. Aconcagua, 10-Nov.-
1963, O. Zoellner (Herb. Zoell., N: 250).
Maitenes cerca de Río Colorado, Prov. Aconcagua, en 2,500
m., 28-Nov.-1969, O. Zoellner (N* 5625, Herb. Zoell.).
Río Blanco, Prov. Aconcagua, 30-Sept.-1969, O. Zoellner
(N? 5624, Herb. Zoell).
Cerro Mocoen en Los Andes, Prov. Aconcagua, en 2.000
m., 15-Nov.-1970, O. Zoellner (N* 5626, Herb. Zoell.).. .
Maitenes cerca de Río Colorado, 2,500 m., 18-Nov.-1970,
O. Zoellner (N* 5627, Herb. O. Zoell.).
Río Blanco, Prov. Aconcagua, 10-Nov.-1963, O. Zoellner
(N* 28389, CONC.).
Maitenes cerca de Río Colorado, Prov. Aconcagua, 310ct.-
1971, O. Zoellner (N* 5641, Herb. Zoell.).
Cerro Roble 2.200 m., Prov. Valparaíso, 2-Nov.-1971, O.
Zoellner (N* 5656, Herb. Zoell.).
Alicahue, Prov. Aconcagua, 1.500 m., 18-Sept.-1971, O.
.Zoellner (N* 5655, Herb. Zoell.).
Montenegro, Prov. Santiago, Oct. 1884, Borchers = L. pau-
ciflora, Phil. (SGO, N* 46751, lleva una anotación de R. A.
Phil: L. ixioides depauperata ?)
Montenegro, Prov. Santiago, Oct. 1884, Borchers, (SGO.
46759 = L. pauciflora Phil. y lleva una anotación de R. A.
Philippi: L. ixioides var. depauperata).
Montenegro, Prov. Santiago, Sept. 1969, O. Zoellner (Herb.
Zoellner, N* 5697).
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 33
Montenegro, Prov. Santiago, 10-Oct.-1970, O. Zoellner
(Herb. Zoell. 5698).
Petorca, Prov. Aconcagua, 5-Sept.-1970, O. Zoellner (Herb.
Zoell., N* 5699).
Fototipo del Jardín Botánico Real de Kew, N* 295, reg:
L. ixioides L. purchased of M. E. C. Reed 1872, Cumbre Andina.
L. pauciflora fue descrita sobre material proveniente de
Montenegro, Prov. de Santiago, en la Cord. de la Costa, vege-
tando en lugares muy pobres y secos, en cuyos ejemplares los
bohordos no sobrepasan los 10 cm. de alto y el número de flores,
tal como lo indica R. A. Philippi, es de 2 - 3.
Sin embargo, la misma especie la encontramos en la Cord.
de los Andes, donde en sitios más favorables alcanza tamaños
muy superiores (hasta 25 cm. de alto) y las umbelas florales
siempre tienen más de 4 flores, llegando en algunos casos hasta
7, en consecuencia, el nombre específico “pocas flores” no refle-
ja en ningún caso la realidad para la identificación de esta
especie.
Se caracteriza por su bohordo débil, sus pedicelos cortos, sus
estaminodios gruesos y más largos que la mitad de las lacinias,
las que lucen en estado vivo un color blanco puro, para tornarse
rosadas al desecarse.
Es la especie que crece a mayor altura en la Cordillera de
los Andes. La hemos colectado a 2.500 m., sobre el nivel del mar,
en zonas que están expuestas a intensas nevadas y prolongados
fríos. Los stands de Leucocoryne se encuentran siempre en el
lado norte de los faldeos montañosos.
L. pauciflora se asemeja a L. odorata, la única diferencia
entre ambas especies radica en la medida del estaminodio. En L.
odorata los estaminodios miden 1|4 - 113 del largo de las lacinias;
en L. pauciflora miden 1|2 - 3)4 del largo de las lacinias, y ade-
más son más gruesos.
34 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
4—LEUCOCORYNE PURPUREA GAY
Gay C., Hist. Fis. Polit. Chile, Bot. VI: 122, lám. 69, 1853.
Philippi, F., Cat. Plant. Vasc. Chil, Anal. Univ. Chil. 338, 1881.
Baker J. G., On Liliac., 375 ,1870 en Journ. Linn. Soc. XI (54-55).
Fuentes, F., Indice y Coment sobre Liliac Chil., Bol. Mus. Hist. Nat.
Stgo., 12: 117, 1929.
Reiche, C., Geografía Bot. de Chile (Trad. G. Loooser) 1: 289, 1934.
Muñoz, C. y Pisano, E., Estudio de la Vegetación y Flora de los Par-
ques Nac. Fray Jorge y Tal., Agric. Tec., VII, N? 2, 38, 1947.
Jiles, C., La Flora con valor econom., 28, 1963.
Muñoz, C., El Desierto Florido, 14/15, 1965.
Muñoz, C., Flores Silvestres de Chile, 66-68, 1966.
Sinónimos: Leucocoryne ixioides var. purpúrea (Gay) Baker, Journ. Linn.
Soc. XI (54-55): 375, 1870.
Leucocoryne ixioides Lindl. var. purpúrea Baker, en Fuentes, F., Indice
12: 117, 1929.
Bulbo de 1,5 cm. de diámetro y 1,8 cm. de alto, piriforme
con túnicas de color gris.
Cuello de 8 - 10 cm. de largo, cubierto de membranas y fi-
bras.
Hojas en número de 2-3, carnosas, lineares, estriadas, de 25 -
30 cm. de largo y de 2 - 3 mm. de ancho, ápice romo.
Bohordo erecto, estriado, cilíndrico de 25 - 50 cm. de alto y
de 2,5 - 3 mm. de diámetro.
Pedicelos en número de 5 - 7, de 2,5 - 4 cm. de largo, sub-
iguales.
Espatas dos, de forma linear-lanceolada, membranosas, paji-
zas de 2,5 - 3,5 cm. de largo, estriadas.
Perigonio hipocrateriforme. Tubo cilíndrico, de 1 - 1,2 cm.
de largo, algo ensanchado en la base, recorrido por 6 líneas
oscuras. Lacinias 6, en dos series, de forma oboive, ligeramente
eroso en el margen, de 2,5 - 3,2 cm. de largo y de 0,8 - 1,1 cm.
de ancho, de color blanco o blanco-rosado en la parte exterior,
con líneas de color purpúreo-oscuras, dirigidas hacia la garganta.
El color purpúreo o violáceo intensificándose hacia la garganta
en el tercio interior de la lacinia.
Androceo: 3 estambres fértiles con las anteras sésiles, adhe-
ridas con su dorso a la pared del tubo del perigonio, de color
amarillo, de 3 mm. de largo y de 0,5 mm. de ancho. Tres esta-
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 35
minodios, de 4 - 6 mm. de largo, gruesos, con ápices punteagu-
dos, insertados en la abertura de la garganta de color purpúreo
o violáceo en el ápice, amarillentos en la base.
Gineceo con 1 pistilo corto en la base del tubo, de 6 - 7 mm.
de largo, ovario estriado longitudinalmente, de 4 mm. de largo,
glabro. Estilo corto, cilíndrico, de color purpúreo, de 2 mm. de
largo. Estigma algo capitado.
Cápsula oblonga, dehiscente, trilocular, de 1,2 - 1,6 cm. de
largo.
Semillas negras de 1 - 1,5 mm. de diámetro, triquetras, em-
brión erecto, rodeado por abundante esperma.
Ecología: Habita la zona costera de la provincia de Coquim-
bo, Depto. Ovalle. Abunda en la región comprendida entre la
Bahía de Tongoy y el Parque Nacional de Talinay. Crece en
abundancia en las lomas bajas que se extienden al este de los cor-
dones montañosos de Fray Jorge, de Talinay y de Guanaqueros.
No se observa L. purpúrea en la parte alta de los Parques Nacio-
nales.
Material revisado:
Coquimbo, Sept. 1884, W. Geisse (SGO. 72924).
Coquimbo, 1888, W. Geisse (SGO. 46747).
Cerrillos, 20-Sept.-1893 (SGO. 46763).
Fray Jorge, Sept.-1903, Carlos Reiche (SGO. 46762).
Fray Jorge, Sept.-1934, Carlos Grandjot, (SGO. 58086).
Fray Jorge, Sept.-1934, Carlos Grandjot, (SGO. 58085).
Fray Jorge, Sept.-1934, Carlos Grandjot, (SGO. 58087).
Fray Jorge, 25-Sept.-1935, Carlos Muñoz (SGO. 58467).
Fray Jorge, 26-1X-1935, Carlos Muñoz, (SGO. 57699).
Fray Jorge, 30-Oct.-1956, San Martín, M. (SGO. 75744).
Coquimbo, Llanos de Tongoy, 16-Sept.-1963, E. Sierra
(SGO. 75654).
Coquimbo, Llanos de Tongoy, 16-Sept.-1963, E. Sierra
(SGO. 75653). ;
Coquimbo, Llanos de Tongoy, 16-Sept.-1963, E. Sierra,
(SGO. 75656). h
Talinay, LOct.-1967, Leg. Sáa (U. Ch. V. 635).
36 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
Cerro Guanaqueros, 15-Oct.-1965, Leg. Rojas (U. Ch. V.
1484).
a Jorge, 300 m.s.m. m/m., 18-Sept.1961, O. Zoellner
(Herb. Zoell. 5615).
Panamericana frente a Talinay 17-Sept.-1970, O. Zoellner
(Herb. Zoell. 5616).
Fray Jorge, 18-Sept.-1970, O. Zoellner (Herb. Zoellner.
5617).
Prov. Coquimbo, Depto. lllapel, Quillaícillo, 18-Sept.-1952,
M. Ricardi (CONC. 12675).
Prov. Coquimbo, Carretera Panamericana, 8 km. al norte de
la quebrada El Teniente, 13-Oct.-1963, Marticorena y Matthei
(CONC. 153).
Prov. Coquimbo, Depto. Illapel, Carretera Panamericana,
13 kms. al morte de Caleta Oscura, 28-Oct.-1963, Marticorena,
Ricardi, Matthei (CONC. 1556).
Prov. Coquimbo, Soco 23-Sept.-1961, Dr. Behn (CONC.
27205).
Proy. Coquimbo, Soco 23-Sept.-1961, Dr. F. Behn (CONC.
27204).
Prov. Coquimbo, 40 kms. al sur de La Serena 15-Sept.-1957,
Ricardi y Marticorena (CONC. 24873).
Prov. Coquimbo, 40 kms. al sur de La Serena 15-Sept.-1957,
Ricardi y Marticorena (CONC. 24875).
Prov. Coquimbo, Depto. Ovalle, Fray Jorge, parte baja,
20-Sept.-1952, Ricardi (CONC. 12735).
Prov. Coquimbo, Pichidangui, 20-Oct.-1958, O. Correa
(SGO. 73719).
Prov. Coquimbo, Pichidangui, 20-Oct.-1958, O. Correa
(SGO. 73720).
Fototipo del Jardín Botánico de Kew: N* 297. Reg: Leucoc..
ixioides var. purpúrea (Gay) Baker.
Fototipo del Museo Nac. de Hist. Nat. de París, N* 4909.
Reg: L. purpúrea C. Gay, 1839.
Fototipo del Museo Nac.| de Hist. Nat. de París, N* 4910,
Reg: L. purpúrea C. Gay, 1839.
Fototipo del Museo Nac. de Hist. Nat. de París, N* 4911.
Reg: L. purpúrea C. Gay, 1839.
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 37
6.—LEUCOCORYNE IXIOIDES LINDLEY
Brodiaea ixiodies W. J. Hooker en Curt. Bot. Marg. 2382/2384, 1823.
John Miers en Travels in Chile and La Plata, 365-1826, 530-1826.
Leucocoryne ixioides Lindley.
John Lindley en Bot. Reg. 1293/1294, 1830.
D. N. F. Dietrich en Hortus Britannicus: Vol. 1, 171, 1839.
Hooker and Arnott en Botany of Capt. Beech: 48, 1841.
E. G. Steudel en Nom. Bot. ed. 2, 37-1841.
Sig. Kunth en En. Pl. 4, 472, 1843.
Cl. Gay en Hist. Fis. Pol. Chil., VI, 121/122, 1853.
R. A. Philippi en Elementos Bot. para Med. 421, 1869.
J. G. Baker en On Liliaceae: Journ. Linn. Soc. Bot. XI, 370, 1871.
F. Philipi, en Catal. Plant. Vasc. Chil., Anales Univ. Ch. 338, 1881.
Dr. F. Meigen en Skizze der Vegetationsv. 225, 1893.
F. Jaffuel y A. Pirion en Plantas fanerog. Marga-Marga, Revist.
Chil. Hist. Nat., XXV, 399, 1921.
Engler und Prantl: Die natirl. Pflanzenf., XV?, 325, 1930.
E. E. Gigoux, El Morro Copiapó, Revista Chil. Hist. Nat., XXXIX,
265, 1935.
F. Fuentes, Indice y Coment. sobre Liliac. Chil. en Bol. Mus. Hist.,
XII, 117, 1929.
T. Harper Goodspeed, Plant hunters in the Andes, 265, 1941.
J. C. T. Uphof, en Herbertia XII, 53/54, 1945.
Federico Johow en Flora de Zapallar: Rev. Chil. Hist. Nat., IL y
L. 60/61, 1945-1946.
C. Muñoz y E. Pisano: Estudio de la Veget y Flora de los Par-
ques Nac., 38, 1947.
C. Muñoz P., en Sinopsis de la Flora Chil. 209, 1959.
Gúnther Kunckel: en Aufzeich, Busch. u. Waldtypen en Willde-
nowia, tomo II, N? 2, 222, 1959.
Antheroceras odorum Bertero en: Mercurio Chileno XII, 561, 1829.
en Ámeric. Journ. of Soienc. a. Arts., 301, 1832.
Bulbo globoso, esférico, cubierto de túnicas de un color cas-
taño oscuro, con un diámetro de 1,8 - 2 cm. y con una altura de
1,8 - 2 cm.
Cuello de 5 - 10 cm. de largo, cubierto de fibras y membra-
nas, restos de hojas secas de años anteriores.
Hojas, en número de 3 - 4, de un verde claro, lineares, con
ápice agudo, de forma cóncavo-convexa, de 2,5 - 3 mm. de an-
cho y de 20 - 35 cm. de largo, generalmente secas en la época de
la floración. | :
38 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
Bohordo cilíndrico, liso, de 20 - 40 cm. de alto y de 0,2 cm.
de diámetro.
Espatas, formadas de 2 hojas membranosas, de forma li-
near-lanceolada, recorrida por nervios paralelos, con ápice agudo,
de color pajizo o suavemente purpúreo, de 4,5 - 5 cm. de largo
y de 0,3 cm. de ancho.
Pedicelos cilíndricos, en número de 5 - 7, iguales o subigua-
les, de 3 - 6,5 cm. de largo.
Flor formada por un tubo y 6 lacinias en dos series. Tubo
cilíndrico, de un color verdoso, recorrido por 6 líneas purpúreas,
de 1,1 - 1,4 cm. de largo y de 0,2 cm. de diámetro. Tres lacinias
exteriores, de forma aovada, acuminada, con borde algo eroso,
recorrido por una línea purúrea, de 2,2 - 3,5 cm. de largo y de
0,6 - 0,8 cm. de ancho, de un color blanco o algo purpúreo en
las partes exteriores de la lacinia. Tres lacinias interiores, de for-
ma aovada, acuminada, con ápice agudo, de un color blanco,
suavemente purpúreo, recorrido por una línea purpúrea, más
oscura, de 2 - 3 cm. de largo y de 0,6 - 0,7 cm. de ancho.
Androceo formado por 3 estambres fértiles y 3 estériles.
Tres estambres fértiles, sin filamentos, insertos en el tubo floral,
las anteras adheridas a las paredes del tubo, insertadas en la
parte superior del tubo. Tres estaminodios insertados en la boca
del tubo, filiformes, de color blanco o con el ápice algo purpú-
reo-violáceo, de un largo de 0,6 - 0,65 cm.
Gineceo de un pistilo, con ovario súpero, cilíndrico, trunca-
do, con un estilo cilíndrico de 0,2 - 0,25 cm. de largo, de un
estigma algo capitado.
Cápsula, truncada, trilocular, abriéndose en el ápice, con 3 -
4 semillas negras en cada lóculo. Semillas triquetras.
Material revisado:
Melocotón, Cajón del Maipo (Prov. Santiago), 1025 m.s.m.,.
30-Oct.-1966, M. Villarroel (Herb. CONC.).
Cerros de Lo Vargas, 980 m., Depto. San Felipe (Prov.
Aconcagua), 16-Sept.-1953, A. Pfister (CONC., N* 14136).
Quilpué, camino a Poza Azul (Prov. Valparaíso), 21-Oct.-
1923, Dr. K. Behn (CONC., N* 20482).
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 39
Rayado, La Ligua, 16-Sept.-1948, A. Pfister (CONC. N*
8300).
Limache, cerro al este del Huinca, 11-Sept.-1918, Dr. K.
Beehn (CONC., N* 20485). DA
Cumbre Pass in the Andes, Nov.-1825, Mc Rae (Botanical
Museaum Univ. Cambridge, Herb. J. Lindley, holotipo).
Marga-Marga, Prov. Valparaíso, Sept.-1960, O. Zoellner
(Herb. Zoellner, N* 567).
Termas de Colina, Prov. Santiago, Oct.-1970, O. Zoellner
(Herb. Zoell., 5080).
Cerro Montenegro, Prov. Santiago, 10-Oct., 1970, O. Zoell-
ner, (Herb. Zoell., 5678).
Marga-Marga, Las Piedras, Prov. Valparaíso, 23-Sept.-1971,
O. Zoellner (Herb. Zoell., 567).
Cerro Penitentes, 1.000 m., Prov. Valparaíso, 18-Oct.-1969,
O. Zoellner, (Herb. Zoell., 5680).
Cerro Buitre, Quilpué, Prov. Valparaíso, Agosto-1968, O.
Zoellner (Herb. Zoell., N* 5681).
Cerro Vizcacha, Prov. Valparaíso, Oct.-1960, O. Zoellner,
(Herb. Zoell., 5682).
Quebrada Alvarado, Prov. Valparaíso, 20-Oct.-1968, O.
Zoellner (Herb. Zoell., N* 5683).
Cerro Penitentes, 1.000 m., Prov. Valparaíso, Oct.-1968, O.
Zoellner, (Herb. Zoell., N* 5684).
Cerro La Campana, 800 m., Prov. Valparaíso, 1-Nov.-1970,
O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5685).
Entre Peñablanca y Limache, Prov. Valparaíso, 31-Oct.-
1970, O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5686).
Cerro Montenegro, Prov. Santiago, Sept.-1969, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5687).
Putaendo, Prov. Aconcagua, 11-Oct.-1970, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5688).
Río Choapa, Prov. Coquimbo, 5-Sept.-1970, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5689).
Río Choapa, Prov. Coquimbo, 5-Sept.-1970, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5691). ]
Catemu, Prov. Aconcagua, por Carlos Reiche, (SGO. 46758).
Catapilco, Prov. Aconcagua, Sept.-1865, R. A. Philippi,
(SGO. 46749).
40 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Valle Largo, Prov. Santiago, 1882, C. Stolp (SGO. 46756).
Fototipo del Jardín Botánico Real de Kew, N* 296, Prope
Valparaíso, Chile, Macrae 1825.
Cerro Cruz (Limache), Prov. Valparaíso, 25-Sept.-1927, A.
Garaventa (Herb. Garaventa, N* 789).
El Salto, Prov. Valparaíso, 7-Oct.-1933, A. Garaventa (Herb.
Garaventa, N* 4587).
Cerro Cruz (Limache), Prov. Valparaíso, 27-Sept.-1930, A.
Garaventa (Herb. Garaventa, N* 1844).
Maitenes (Limache), Prov. Valparaíso, 10-Sept.-1929, A.
Garaventa (Herb. Garaventa, N* 1045).
Observaciones:
Leucocoryne ixioides es la especie más ampliamente cono-
cida y citada en la literatura botánica, debido a que es la más
común en la Zona Central de Chile. John Miers, en su viaje
desde Santiago a Valparaíso cita para Curacaví bajo Brodiaea
ixioides. Mc Rae colectó los bulbos en el camino entre Santiago
y Valparaíso en Noviembre de 1825 y los llevó a Inglaterra,
donde florecieron en la Horticultural Society en 1826. John
Lindley describió la especie en base a estas flores.
Caracteres distintivos de esta especie son: las hojas más finas
de un ancho de menos de 3 mm., sus pedicelos largos iguales o
subiguales, lacinias aovadas, largamente acuminadas. Las lacinias
tienen un color blanco o algo purpúreo en sus partes extremas,
con una línea central más purpúrea. Los estaminodios son cor-
tos, filiformes, de un color blanco puro o con el ápice de un
color purpúreo-violáceo.
5.—LEUCOCORYNE MACROPETALA PHIL.
R. A. Philippi: Plantarum novarum Chil. Linnaea 74, 1857/1858.
Fr. Philippi: Catalogus Plant. Vasc. Chil. Anal. Univ. Ch. 338, 1881.
F. Fuentes: Indice y Coment. Liliaceae, Bol. Mus. Hist. Nat. Stgo. 118,
1929,
Uphof: Herbertia, 12: 54, 1945.
Bulbo de forma globosa, cubierto de túnicas de color casta-
ño, de 1,2 - 1,5 cm. de diámetro, de 1,5 - 1,8 cm. de alto.
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 41
Cuello cubierto por un manojo de hojas secas, de 5 - 10 cm.
de largo.
Hojas, 3, de forma linear, estriadas por los nervios paralelos,
carnosos, con ápice obtuso, y superficie lisa, de 15 - 25 cm. de
largo y de 3 - 5 mm. de ancho.
Bohordo cilíndrico, erguido, rígido, de 2,5 mm. de diáme-
tro y de 15 - 20 cm. de alto.
Espatas, 2, membranáceas, de forma lanceolada con ápice
agudo, reflejas, de 2,5 - 3,5 cm. de largo.
Pedicelos cilíndricos, subiguales, en número de 5 - 12, de
1,5 - 3,5 cm. de largo.
Flores con tubo y seis lacinias en dos series. Tubo cilíndrico,
de color verdoso, de 0,7 - 1,2 cm. de largo y de 1,5 - 2 mm. de
diámetro. Lacinias patentes y reflejas, de forma lanceolada, lar-
gamente acuminada, de un color blanco puro. Lacinias exteriores
de 1,5 - 2,5 cm. de largo por 2,5 - 3 mm. de ancho. Lacinias
interiores de 1,2 - 2,2 cm. de largo por 2 - 2,5 mm. de ancho.
Androceo de 6 estambres, 3 fértiles y 3 estériles. Tres estam-
bres fértiles, sin filamento, con las anteras adosadas a la pared
del tubo, de color amarillo, insertados en la parte superior del
tubo. Tres estambres estériles, gruesos, insertados en la boca del
tubo, con ápice romo, de color amarillo, de 6 - 8 mm. de largo
y de 1 mm. de diámetro.
Gineceo: con 1 pistilo. Ovario súpero, tricarpelar, de forma
cilíndrica, truncado, óvulos con placentación axilar, de 0.3 cm. de
altura. Estilo cilíndrico persistente, de 2 mm. de largo. Estigma
capitado.
Cápsula alargada, cilíndrica, trivalvar con 4 - 6 semillas por
valva, de 0,8 - 1,5 cm. de largo. Semillas poliédricas, negras.
Material revisado:
Camino Rivadavia-Paihuano, 840 m., Prov. Coquimbo,
1-Oct.-1948, Dr. F. Behn (CONC. N?* 8439).
Camino de Paihuano-Rivadavia, Prov. Coquimbo, 1-Oct.-
1948, Dr. F. Behn (CONC. N* 20486). ]
Cuesta Buenos Aires, Prov. Coquimbo, 23-Sept.-1952, Ri-
cardi, (CONC. N* 12808).
Camino de Ovalle-Punitaqui, Prov. Coquimbo, 17-Sept.-1970,
O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5660).
42 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
Cuesta Los Mantos, Punitaqui, Prov. Coquimbo, 20-Sept.-
1970, O. Zoellner (Herb. Zoell., N” 5662). |
Panamericana, frente a Tongoy, Prov. Coquimbo, 2-Agos-
to-1971, O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5668).
Herradura, Prov. Coquimbo, 22-Sept.-1963, Edith Saa (Herb.
U. Ch. Valp., N* 480).
Cuesta los Cardos, Prov. Coquimbo, 19-Sept.-1970, O. Zoell-
ner, (Herb. Zoell., N* 5696).
Carrizal Bajo, Prov. Atacama, 12-Oct.-1965, (Herb. Univ.
Ch., Valpso.).
Panamericana, frente a Tongoy, 18-Sept.-1970, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5667).
Observaciones:
R. A. Philippi ha establecido 10 especies de Leucocoryne, la
primera de ellas era la L. macropetala. En la descripción Philippi
dice: “In arenosis prope La Serena”.
7.—LEUCOCORYNE VIOLACESCENS PHIL.
L. vilacescens en Plantas Nuevas Chil. Anal. Univ. Ch. 271, 1896.
Fuentes F., en Indice y Coment. sobre Liliáceas. Bol. Mus. Hist. Nat.
Stgo. 12: 117-118, 1929.
Uphof en Herbertia 12: 55, 1945.
Moldenke, Harold N., Amaryllid Genera and Species, Pant Life, 50,
1959.
Bulbo piriforme, cubierto de túnicas de color plomizo hasta
negruzco, de 2 - 2,3 cm. de diámetro y de 2,5 cm. de alto.
Cuello cubierto de túnicas y fibras de color plomizo negruz-
co de 10 - 15 cm. de largo.
Hojas en número de 3, generalmente secas en la época de
la floración, rígidas, semicarnosas, lineares, algo estriadas, de
forma cóncavo-convexa, con un nervio saliente en el envés, gla-
bras, de ápice romo, de un largo de 20 - 35 cm., con un ancho
de 4 - 5 mm.
Bohordo erguido, grueso, de un color verde claro, algo pur-
púreo hacia la base, de 35 - 60 cm. de alto y de 3 - 3,5 mm. de
diámetro en la parte inferior.
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 43
Espatas de forma lanceolada con ápice agudo, estriadas,
recorridas por 12 - 16 nervios, de un color pajizo, de un largo
de 4 - 6 cm. y de Q,7 cm. de ancho en la base.
Pedicelos en número de 6 - 10, erguidos, largos, subiguales,
de 3 - 8 cm. de largo y de 1 mm. de diámetro.
Flores con tubo angosto, recorrido por 6 líneas violáceas, de
color verdoso-purpúreo, algo ensanchado en la parte inferior, de
1 - 1,5 mm. de diámetro y de 1 - 1,4 cm. de largo. Lacinias exte-
riores 3, de forma largamente acuminada con ápice agudo reco-
rrido por un nervio de color violáceo-purpúreo, de borde algo
almenado, de 2,5 - 3,5 cm. de largo por 0,6 - 0,8 cm. de ancho.
Lacinias interiores 3, de forma acuminada, recorridas por un ner-
vio de color purpúreo, de borde almenado de 2,2 - 3,2 cm. de
largo y 0,5 - 0,6 cm. de ancho.
Androceo: 6 estambres, 3 fértiles y 3 estériles. Estambres
fértiles inclusos en el tubo, con un filamento insignificante, ado-
sados a la pared del tubo insertados en la parte superior del tubo,
de 0,3 cm. de largo, de un color amarillo. Estambres estériles in-
sertados en la boca del tubo, filiformes, con ápice agudo, de un
color amarillo-anaranjado, de 0,6 - 0,8 cm. de largo.
Gineceo, con 1 pistilo. Ovario súpero, tricarpelar, de forma
cilíndrica, con ápice truncado, recorrido por seis nervios de 0,6
cm. de largo. Estilo cilíndrico de 2 mm. de largo, estigma algo
capitado.
Cápsula trivalvar, con estilo persistente, recorrida por 3 ner-
vios salientes en forma de pequeñas alas de 1 - 1,5 cm. de largo.
Semillas 8-15, de forma poliédrica, de color negro.
Material revisado:
San Felipe, Prov. Aconcagua, 11-Oct.-1970, Dr. Gómez
(Herb. Zoell.).
San Felipe, Prov. Aconcagua, 18-Oct.-1970, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5655).
Angostura de Paine, Prov. Santiago, 25-Oct.-1969, O. Zoell-
ner (Herb. Zoell., N* 5653).
Angostura de Paine, Prov. Santiago, 24-Oct.-1970, O. Zoell-
ner (Herb. Zoell., N* 5656). ;
Cuesta Pelvín, Peñaflor, Prov. Santiago, 24-Oct.-1971, O.
Zoellner (Herb. Zoell., N* 5694).
44 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Observaciones:
Leucocoryne violacescens es una especie que presenta cierta
dificultad para distinguirla de L. ixioides y de L. coquimbensis.
El cuadro comparativo indica los siguientes caracteres distintivos:
€ > C_A< AXA4<AAA A A A A AAA í<=K< o o AAA ITA
L. IXIOIDES L. VIOLACESCENS L. COQUIMBENSIS
A _ _ _e————— ——— — —_—2 KK AA AA PA
hojas filiformes hasta hojas de 3 - 5 mm. de | hojas de 3 - 5 mm. de
3 mm. de ancho. ancho. ancho.
lacinias largamente lacinias largamente lacinias largamente
acuminadas, | acuminadas. ovaladas, ápice corto.
lacinias blancas o suave- | lacinias blancas y suave- lacinias violáceas oOscure-
mente azuladas en la mente violáceas, inten- ciéndose mucho al
parte exterior. sificándose mucho el secarse.
violáceo por desecación.
Estaminodios estaminodios filiformes estaminodios cónicos,
filiformes, de color amarillo- de color amarillo-
de color blanco. anaranjado. anaranjado.
Fruto, largo 1 - 1 1/2 cm. | Fruto 1 - 1 1/2 cm. de | Fruto 2 cm. de largo.
largo.
Habit: Cord. de la Costa. | Valle Central de las pro- | Zona costera de las
vincias centrales. provincias Coquimbo-
Aconcagua.
Referente al color de las lacinias el autor pudo observar en
cerros al sur de San Felipe grupos de L. violacescens cuyas laci-
nias demostraban un color violáceo muy pálido, pero no lejos
de ellos se encontraban otros grupos con lacinias de un color
violáceo más intenso. En ambos casos se producía una intensifi-
cación de la coloración violácea, en el proceso de desecación.
Esta especie fue observada en la Angostura de Paine, Prov. de
Santiago, donde se manifiesta el color amarillo de los estami-
nodios, mientras que la coloración violácea de las lacinias no
se manifiesta en el mismo grado.
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 45
8.—LEUCOCORYNE COQUIMBENSIS F. Phil.
F. Phil. Plantas nuevas chil., Anal. Univ. Chil. 274, 1896.
Uphof, J. C. T., Herbertia, 12: 54, 1945.
Moldenke, Harold N., Amaryllid Genera, Plant Life 50, 1959.
Muñoz, Carlos, Flores silvestres de Chile, 68, 1966.
IEUCOCORYNE COQUIMBENSIS var. COQUIMBENSIS
Bulbo esférico, cubierto de túnicas de color castaño, de 1,8 -
2 cm. de diámetro y de 1,8 cm. de alto.
Cuello cubierto de fibras y membranas de hojas secas, de
8 - 10 cm. de largo.
Hojas angostas, lineares, recorridas por nervios paralelos, de
superficie glabra, carnosas, con ápice romo, de 20 - 35 cm. de
largo y de 3 - 4 mm. de ancho. Hojas generalmente secas en
época de floración.
Bohordo cilíndrico, erguido, con un diámetro en su parte
inferior de 2,5 mm. y de 25 - 35 cm. de alto.
Espatas membranáceas, acuminadas de 4 - 4,5 cm. de largo.
Pedicelos desiguales, cilíndricos de 2,5 - 6 cm. de largo.
Flores reunidas en umbela en número de 3 - 7, formadas
por un tubo y 6 lacinias abiertas. Tubo cilíndrico, de color ver-
doso, algo ensanchado en la base recorrido por seis nervios de
color violáceo, de 11-13 mm. de largo y de 2 mm. de diámetro.
Lacinias oblongas, ovaladas, con ápice romo o muy poco agudo
con el margen almenado, recorridas por un nervio de color vio-
láceo. Lacinias de un color blanco hacia el centro de la flor,
levemente violáceas hacia la parte exterior. La coloración violá-
cea se intensifica considerablemente por la desecación. Lacinias
exteriores de 24 - 34 mm. de largo por 6 - 9 mm. de ancho.
Lacinias interiores de 22 - 32 mm. de largo por 5 - 8 mm. de
ancho.
Androceo formado por 6 estambres, 3 fértiles y 3 estériles.
Tres estambres fértiles, incluso en el tubo, sin filamento, las
anteras adosadas a la pared del tubo, insertadas en la parte
superior del tubo, de color amarillo, abriéndose longitudinal.
mente, de 3 mm. de largo. Tres estaminodios insertados en la
46 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N”? 5, 1972
boca del tubo, de forma cónica con ápice agudo, de color ama-
rillo-anaranjado, de 5 - 8 mm. de largo.
Gineceo con 1 pistilo. Ovario súpero, cilíndrico, truncado,
tricarpelar. Estilo cilíndrico, de 1,5 - 2 mm. de largo. Estigma
algo capitado.
Cápsula cilíndrica, truncada, con estilo persistente, de 1,5 -
2 cm. de largo, trivalvar, con 6 - 8 semillas por valva. Semillas
poliédricas, negras.
Leucocoryne coquimbensis es la única especie descrita por
Federico Philippi. El holotipo no existe en el Museo Nacional
de Historia Natural de Santiago. F. Philippi indica: Prope Co-
quimbo septembri 1893 lecta. Leucocoryne coquimbensis crece
en la región de la costa de las provincias de Coquimbo y Acon-
cagua llegando hasta la provincia de Valparaíso. El autor colectó
el vegetal en referencia en la Cuesta Los Cardos entre La Serena
y Ovalle y en la Cuesta Los Mantos en Punitaqui. En ambos
lugares L. coquimbensis crecía en los faldeos de cerros con una
pendiente hacia el oeste y noroeste. En estos lugares estaba ex-
puesta a las neblinas y a las corrientes húmedas del mar. Pa-
sando las cumbres de estos cerros desaparecían por completo las
grandes flores algo azuladas de L. coquimbensis. En los mismos
cerros con exposición Este o Sureste crecía Leucocoryne macro-
petala con flores más pequeñas, con lacinias reflejas de color
blanco y pedicelos cortos. Desde el río Choapa hasta la provin-
cia de Valparaíso L. coquimbensis mantiene la forma de sus
lacinias y el color amarillento de los estaminodios; en la deseca-
ción se acentúa un poco la coloración azul, pero suavemente. Se
distingue claramente de L. ixioides, por sus lacinias largamente
ovaladas con un ápice romo o poco agudo, por estaminodios
amarillo-anaranjado y pedicelos desiguales. Leucocoryne ixioides:
posee lacinias aovadas, largamente acuminadas con ápice agudo,
estaminodios blancos y pedicelos largos iguales; además, las laci-
nias en desecación mantienen su color blanco o se tornan suave-
mente azules.
Material revisado:
Socos (Prov. Coquimbo), 19-Sept.-1963, C. Jiles (CONC.
N* 4474), 70 kms. al norte de Los Vilos (Prov. Coquimbo),
18-Sept.-1952, M. Ricardi (CONC. N* 12692). |
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 47
Cabrería, Depto. Ovalle (Prov. Coquimbo), 27-Sept.-1949,
C. Jiles (CONC. N?* 1533).
Quebrada Amolanas, Depto. Ovalle (Prov. Coquimbo),
3-Oct.-1948, C. Jiles (CONC. iS 955).
Al norte de Huentelauquén, Depto. Illapel (21-Oct.-1965),
Dr. F. Behn (CONC.).
Los Vilos, Depto. Illapel, 20-Oct.-1965, Dr. F. Behn
(CONC.).
Entre Pichidangui y Los Vilos (Prov. Coquimbo), Marti-
corena y Matthei, 12-Oct.-1963 (CONC. N?* 8).
Quebrada Los Choros, 700 m., El Tofo, (Prov. Coquim-
bo), 22-Sept.-1949, Dr. F. Behn (CONC. N* 8994).
Cuesta de Punitaqui (Prov. Coquimbo), 13-Sept.-1948, Dr.
F. Behn (CONC. N?* 8271).
Entre Pichidangui y Los Vilos, Panamericana, (Prov. Co-
quimbo), 12-Oct.-1963, Marticorena y Matthei (CONC, N* 70).
Cía. Baja, al norte de La Serena (Prov. Coquimbo), 22-
Sept.-1963, Angélica Quintela (U. Ch. V., N? 447).
Cía. Baja, al norte de La Serena (Prov. Coquimbo), 22-Sept.-
1963, Carolina Villagrán (Herb. U. Ch. V., N* 447).
Quebrada Honda, al norte de La Serena, 29-Sept.-1963,
Ortiz, (U. Ch. V., N* 598).
Guanaqueros (Prov. Coquimbo), 19-Sept.-1968, O. Zoell-
ner (Herb. Zoell., N* 4927).
Quebrada Honda, al norte de La Serena (Prov. Coquim-
bo), 25-Sept.-1971, Dr. C. Gómez (Herb. Zoell., N* 5669).
Punta Teatinos, al norte de La Serena (Prov. Coquimbo),
28-Sept.-1971, Dr. C. Gómez (Herb. Zoell., N* 5670).
Cuesta Los Mantos, Punitaqui (Prov. Coquimbo), 19-Sept.-
1970, O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5671).
Entre Zapallar y Cachagua (Prov. Aconcagua), 8-Nov.-1969,
O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5673).
Cochoa, dunas (Prov. Valparaíso), 28-Oct.-1970, O. Zoell-
ner, (Herb. Zoell., N* 5674).
Los Vilos (Prov. Coquimbo), 29-Agosto-1971, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5675).
Puerto Oscuro (Prov. Coquimbo), 6-Sept.-1970, O, Zoell-
ner (Herb. Zoell., N* 5676). a
48 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
Los Vilos (Prov. Coquimbo), 22-Sept.-1963, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5675).
Canela Alta (Prov. Coquimbo), 6-Sept.-1970, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5692).
Cuesta Los Mantos, Punitaqui, (Prov. Coquimbo), 20-Oct.-
1970, O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5693).
Cuesta de Punitaqui (Prov. Coquimbo), 18-Oct.-1963, Mar-
ticorena y Matthei (CONC. N* 394).
Panamericana, 35 kms. al norte de La Serena, Oct.-1971,
E. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5821).
La Serena, Puerto Aéreo, El Pan de Azúcar, R. A. Phil.
(SGO. 69510).
LEUCOCORYNE COQUIMBENSIS F. Phil. var. ALBA nov. var.
A varietate typica differet laciniis floribus albis. Difiere
de la especie típica por poseer lacinias blancas. El color blanco
se mantiene en la desecación. Las lacinias son aovadas con un
ápice corto. Largo de las lacinias 1,5 - 2 cm., ancho de 0,6 - 0,8
cm. Estaminodios gruesos, de color amarillo, de 0,6 - 0,7 cm. de
largo.
Material estudiado:
Huentelauquén, al norte del río Choapa, Prov. Coquimbo,
17-Sept.-1970, O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5659).
Fray Jorge, Parque, Prov. Coquimbo, 17-Sept.-1970, O.
Zoellner, (Herb. Zoell., N* 5665).
Talinay, Prov. Coquimbo, 17-Sept.-1970, O. Zoellner (Herb.
Zoell., N* 5661).
Los Vilos, Prov. Coquimbo, 21-Sept.-1969, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5663).
Fray Jorge, Parque, ladera oriental, 500 m., 18-Sept.-1970,
O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5664).
La variedad alba de Leucocoryne coquimbensis crece en la
zona de la costa de la provincia de Coquimbo. Se observan cam-
pos llenos de las flores típicas de L. coquimbensis, con sus laci-
nias violáceas; entremezclados encontramos la variedad alba.
También esta variedad cubre grandes extensiones con sus flores
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 49
de color blanco puro. Común a ambas formas son las lacinias
anchas, algo erosas en el margen, poco agudas y los estamino-
dios gruesos amarillos.
10.—LEUCOCORYNE ANGUSTIPETALA GAY
Claudio Gay: Botánica, VI, 124, 1853.
J. G. Baker: On Liliaceae. J. Lim. Soc. Bot. XI, 375, 1870.
Federico Philippi: Catalogus Plant. Vasc. Chil. Anal. Univ. Ch. 338,
1881.
Dr. F. Meigen: Skizze der Veget. Santiago, 225, 1893.
F. Fuentes: Indice y Coment. sobre Liliac. Chil. Bolet. Mus. Hist. Nat.
Stgo. 12: 116, 1929.
Gertrud y Dr. Karl Grandjot: Der Potrero Grande: Verhandl. d. D.
wissens. Vereins, B. 3, 53, 1936.
Uphof: Herbertia 12: 53, 1945.
Bulbo piriforme, cubierto de membranas de color gris de
1,4 - 1,8 cm. de alto y de 1 - 1,2 cm. de diámetro.
Cuello cubierto de membranas y fibras, restos de hojas secas
de años anteriores, de color plomizo, de 7 - 10 cm. de largo.
Hojas en número de 2 - 3, carnosas, plan-convexas, con
ápice romo, de color verde claro, estriadas, de 10 - 20 cm. de
largo y de 1,2 - 2,5 mm. de ancho.
Bobordo cilíndrico, de color verde claro en la parte inferior
y de color purpúreo en la parte superior, de 8 - 18 cm. de largo
y de 1,5 - 2,2 mm. de diámetro.
Espatas, 2, de forma acuminada, membranosas, recorridas
por 9 - 11 líneas purpúreas, de 2,5 - 3,5 cm. de largo.
Pedicelos cilíndricos, en número de 2 - 10, de 1 - 3 cm. de
largo, desiguales.
Flores con tubo y dos series de lacinias reflejas. Tubo cilín-
drico, recorrido por 6 líneas de color verde oscuro, de 1 - 1,1 cm.
de largo y de 1,5 cm. de diámetro. Lacinias en dos series. Laci-
nias exteriores, de forma linear-lanceolada, acuminadas, con
ápice agudo, recorrridas en toda su extensión por una línea de
color purpúreo, márgenes algo almenados, de un color blanco-
cremoso, de 1 - 1,4 cm. de largo y de 1,2 - 2,5 mm. de ancho.
Lacinias interiores, lineares, acuminadas, recorridas por un ner-
vio central de color purpúreo, con márgenes suavemente almena-
50 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
dos, reflejas, de 0,9 - 1,3 cm. de largo, de 1 - 2,2 mm. de ancho.
Androceo con 6 estambres: 3 fértiles y 3 estériles. Tres es-
tambres fértiles, insertados en la mitad superior del tubo floral,
con filamentos cortísimos, las tecas adheridas a la pared del
tubo, las tecas abriéndose lonbitudinalmente, de color amarillo,
de 1,5 - 2,5 mm. de largo. Tres estambres estériles, de forma
cónica, algo gruesos, con ápices agudos, exertos, insertados en
la boca del tubo, de color blanco-amarillento, tornándose de co-
lor anaranjado por la desecación, de 6,3 - 7,5 mm. de largo.
Gineceo formado de 1 pistilo. Ovario cilíndrico, truncado,
súpero, de 0,3 cm. de alto. Estilo cilíndrico de 1 mm. de alto.
Estigma algo capitado.
Fruto una cápsula membranosa, truncada, trivalvada con
estilo persistente, semillas de forma triquetra, de color negro,
insertadas en el eje central.
Observaciones:
Leucocoryne angustipetala G. tiene las lacinias muy angos-
tas, casi lineares, acuminadas, de color suavemente amarillento.
Las lacinias están abiertas en la época de la floración, patentes,
hasta reflejas en flores más desarrolladas. Los estaminodios al-
canzan 2|3 hasta 3|4 del largo de las lacinias, son muy gruesos
y de color amarillo anaranjado. Los representantes de esta espe-
cie crecen en lugares abiertos asoleados. Ha sido observada en
los primeros cordones de la Cordillera de los Andes, a una altura
de 1.000 - 1.500 m. El número de flores por bohordo varía mu-
cho, en terrenos muy estériles y pedragosos, tienen 2 hasta 4
flores; en otros lugares, bajo mejores factores edáficos, se obser-
van 6 - 10 flores por bohordo, con notable diferencia en el largo
de los pedicelos.
Material revisado:
Paihuano, Prov. Coquimbo, 1884, F. Peralta (SGO. 46726).
Paíhuano, Prov. Coquimbo, 1884, F. Peralta (SGO. 46771).
Etiqueta extraviada: (SGO. 46753).
L. angustipetala Gay Nov. 1898, Guill. Geisse (SGO.
72919). :
Rivadavia, Prov. Coquimbo, Sept.-1904, Carlos Reiche (SGO.
46754).
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 51
Rivadavia, Prov. Coquimbo, 18-Sept.-1963, O. Zoellner
(Herb. Zoell. N* 565).
Combarbalá, Prov. Coquimbo, 6-Sept.-1970, O. Zoellner,
(Herb. Zoell., N* 5654).
Paihuano, Prov. Coquimbo, 18 - Sept. - 1948, A. Pfister
(CONC. N* 8333).
11.—LEUCOCORYNE CONFERTA nov. spec.
Bulbos ovato-subglobosus, tunicis arido-membranaceis.
Folía anguste linearia, glabra, debilia valde glauca, 12 - 25
cm. longa, 2,5 - 3,5 mm. lata.
Scapus tenuis glaber, 20 - 40 cm. longus.
Spatba bivalvis, floribus brevior valvis ovato-lanceolatis, lon-
gissime-acuminato-linearibus, membranaceis, striato-nervosis.
Pedicellis subaequalibus.
Flores erectis, umbella 5 - 10 flora, tubo cylindraceo, 0,7 -
0,8 cm. longo. Laciniis anguste lanceolatis, acutis, uninervis, se-
mipatulo-recurvatis, 1,3 - 1,5 cm. longis, 0,35 cm. latis.
Stamina sex; tria laciniis exterioribus opposita fertilia, me-
dio tubi inserta, inclusa; antherae sessillis, bilocularis, dorso infra
medium affixae; tria alterna laciniis interioribus opposita anthe-
ris destituta, 0,7 - 0,9 cm. longis, clavatis.
Ovarium liberum, sessile, triloculares, ovula i loculis bise-
riata, ovarium prismatice-trigonum. Stylus erectus, stigma subca-
pitatum.
Bulbo esférico, cubierto de membranas papiráceas, de color
castaño, 1,4 - 1,6 cm. de diámetro y de 1,2 - 1,4 cm. de alto.
Cuello con pocas membranas pajizas, incoloras, largo del
cuello 3 - 8 cm.
Hojas, en número de 3 - 4, delgadas, lineares, estriadas, cor,
superficie lisa, de forma cóncavo-convexa, con ápice romo, de
12 - 25 cm. de largo y de 2,5 - 3,5 mm. de ancho.
Bohordo cilíndrico, débil, delgado, de un color verde, salpi-
cado de manchas purpúreas en su parte inferior, de color verde
52 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
claro en la parte media y superior, de 20 - 40 cm. de largo.
Espatas, 2, de forma linear-lanceolada, largamente acumi-
nada, membranáceas recorridas por 11 - 13 nervios incoloros en
flores nuevas, de color purpúreo en flores secas, de 3 - 3,5 cm. de
largo.
Pedicelos erectos, en número 4 - 10, subiguales, cilíndricos,
de 2,5 - 3,5 cm. de largo.
Flor con tubo y seis lacinias en dos series. Tubo cilíndrico,
de color verde, recorrido por seis nervios de color purpúreo, de
0,7 - 0,8 cm. de largo y de 0,3 cm. de diámetro. Lacinias exterio-
res, de forma angostamente lanceoladas, margen suavemente al-
menado, ápice agudo, de color blanco, recorrido por un nervio
central, de 1,3 - 1,5 cm. de largo y 0,4 cm. de ancho. Lacinias
interiores, de forma lanceolada, con margen almenado y ápice
agudo, de color blanco, recorrido por un nervio central, de 1,3 -
1,4 cm. de largo y de 0,35 cm. de ancho.
Androceo con seis estambres, tres fértiles y tres estériles.
Tres estambres fértiles, sin filamentos, con las anteras adosadas
a la pared del tubo floral, insertados en la parte superior del
tubo, las anteras abriéndose longitudinalmente, de color amari-
llo, de 2 mm. de largo. Tres estambres estériles, cilíndricos, ergui-
dos, insertados en la garganta del tubo, opuestos a las lacinias
interiores, con ápice agudo, de color blanco, ligeramente ama-
rillento, de 0,7 - 0,9 cm. de largo por 0,1 cm. de diámetro.
Gineceo, hipógino, de 6 mm. de largo, con ovario cilíndrico,
tricarpelar, óvulos con placentación axilar, con estilo grueso,
cilíndrico de 2 mm. de largo, con estigma capitado, papiloso.
Cápsula trivalvar, con 3-5 semillas por valva, semillas ne-
gras poliédricas.
Material estudiado:
San Esteban, Los Andes, Prov. Aconcagua, Oct.-1969, O.
Zoellner, (Herb. Zoell., N* 5618).
Quilimarí, Prov. Coquimbo, 5 - Sept. - 1970, o: Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5619).
Mincha, Depto. Illapel, Prov. Coquimbo, 29-Agosto-1971,
O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5621).
Cerro Silla del Gobernador, Pichidangui, 26-Sept.-1971, O.
Zoellner (Herb. Zoell., N* 5622).
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 53
Catemu, Quebrada Honda, Prov. Aconcagua, 1860, (SGO,
46737).
Leucocoryne conferta es una especie colectada por el autor
en diferentes lugares de las provincias de Aconcagua y Coquim-
bo. Á primera vista se asemeja bastante a L. alliacea. Podemos
citar como caracteres comunes en ambas especies: crecimiento en
lugares sombríos, hojas y bohordos débiles, lacinias de forma
linear-lanceolada, semiabierta y estaminodios largos. Sin embar-
go, se presentan diferencias importantes, L. conferta posee 5 - 10
flores, con pedicelos largos, subiguales y flores erectas. La espe-
cie crece en valles boscosos de la precordillera a una altura de
1.000 - 1.200 m., pero igualmente en el valle del río Choapa en
Mincha a 200 m.s.m., en lomas con declive hacia el sur. El autor
colectó también la especie en la cima del cerro Silla del Gober-
nador en Pichidangui, Prov. Coquimbo, donde crecía en claros
del bosque con exposición Sur-Este.
12.—LEUCOCORYNE ALLIACEA LINDLEY
Syn: Brodiaea allioides Miers 1826.
Leucocoryne montana Philippi, 1896.
Leucocoryne connivens Philippi, 1896.
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Bulbo piriforme, envuelto en túnicas membranáceas de color
castaño con un diámetro de 1,5 - 1,8 cm. y de 2 cm. de alto.
Cuello envuelto de membranas de color pajizo, de 2 - 5 cm.
de largo.
Hojas, en número de 3 - 4, contemporáneas, de consistencia
débil, lineares, estriadas, con ápice obtuso, con superficie glabra,
de un color verde claro, algo purpúreo hacia la base, de 25 - 30
cm. de largo y de 0,3 cm. de ancho.
Bohordo cilíndrico, débil, de 20 - 40 cm. de alto con un
diámetro de 0,25 cm.
Pedicelos muy desiguales, cilíndricos, en número de 2 - 4;
de 1,5 - 8 cm. de largo en el mismo bordo, diámetro de 0,12 cm.
Espatas, dos, de forma lanceolada, recorridas por 11-13 ner-
vios paralelos de 0,2 - 0,3 cm. de ancho y de 2,5 - 3 cm. de largo.
Flores con tubo y seis lacinias en dos series. Tubo cilíndrico,
algo hinchado en la base, recorrido por seis líneas purpúreas, de
0,9 - 1,2 cm. de largo. Lacinias exteriores, lineares o angosta-
mente lanceoladas, de un color blanco-verdoso en la base y algo
purpúreo hacia los ápices de las lacinias, de 2 - 2,5 cm. de largo
por 0,3 cm. de ancho. Las tres lacinias interiores de forma linear-
lanceolada con ápice agudo, de un color blanco-verdoso en la
base y purpúreo hacia los ápices, de 1,8 - 2,2 cm. de largo y de
0,3 cm. de ancho. La coloración purpúrea se intensifica por la
desecación. Lacinias semiabiertas, dirigidas hacia un lado, cabiz-
bajas en el día, en la noche flores elevadas, más abiertas, olo-
rosas.
Androceo formado por tres estambres fértiles y 3 estériles
Tres estambres fértiles, sin filamentos, con las anteras adheridas
al tubo, insertadas en la parte superior de él, de color amarillo.
Tres estaminodios, filiformes, insertados en la garganta del tubo
floral, de un color blanco-cremoso, casi tan largos como las laci-
nías, de 1,5 - 1,8 cm.
Gineceo con ovario libre, súpero, tricarpelar, truncado, cada
lóculo con 6 - 8 óvulos. Estilo corto. Estigma algo engrosado.
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 55
Fruto una cápsula cilíndrica, trivalvar, con 2 - 4 semillas
negras por lóculo. Semillas poliédricas.
Material estudiado:
Leucocoryne alliacea Lindley, holotipo, que nos fue propor-
cionado gentilmente por la Universidad de Cambridge, Ingla-
terra. La carpeta demuestra una planta con bulbo y tres flores,
además dos bohordos con flores y un dibujo de una flor abierta
longitudinalmente. Las siguientes anotaciones acompañan el di-
bujo: Baths of Colina-Pass in the Andes, Mc Rae, 1825, Herb.
J. Lindley, Ph. D.
Cerro La Campana, Prov. Valparaíso, 1884, Borchers,
(SGO., N* 46778).
Leucocoryne connivens Philippi, el holotipo, no se encuen-
tra en el Herbario del Museo Nacional de Santiago.
Yumbel, Prov. Concepción, 1839, (SGO., N* 46739).
El Almendro, Araucanía, Nov. 1887, R. A. Philippi (SGO.
N? 46732).
Cordillera de Talca (SGO., N* 46735).
Chillán, Mon. Ant. de Chillán, 1864 (SGO., N* 46730).
Cordillera de Peuco (Angostura), 1886, (SGO., N* 46731).
Cordilera de Colchagua, Dic. 1860, por Landbeck, N* 5000
(SGO. 46738).
Quebrada Honda, Prov. Aconcagua, Catemu, 1860, (SGO.
N? 46737).
Arañas, Cordillera de Santiago, Noviembre 1861, (SGO.
N* 46724).
Constitución, Oct. 1890, por Carlos Reiche (SGO., N* 1008).
Macum prope Macum (Macul?), 1855, R. A. Philippi
(SGO. N* 46736).
Campana de Quillota, 1-Nov.-1899, Carlos Reiche, (SGO.,
N* 46777).
Manquehue, Oct. 1909, Carlos Reiche (SGO., N* 46779).
Constitución, Sept. 1907, Carlos Reiche (SGO., N* 61212).
El Roble en Río Itata, Prov. Ñuble, 8-Oct.-1961, Martico-
rena y Matthei (CONC., N* 28347).
Munibdo: AS Malleco, A Dr. Schwabe (CONC.
N* 12612).
56 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
Palpal, camino Yungay-Bulnes, Prov. Ñuble, 3-Nov.-1946,
A. Pfister (CONC., N* 7083).
Hualqui, Prov. Concepción, 24-Oct.-1936, C. Junge (CONC.
N? 5792).
Nacimiento, fundo Tambillo, 1 - Nov. - 1935, A. Pfister
(CONC., N? 4065).
Chillán, Talpiquén, Prov. Ñuble, 18-Oct.-1935, A. Pfister
(CONC., N* 1968).
Penitentes, Granizo a 1.000 m., 12-Oct.-1961, O. Zoellner
(Herb. Zoell., N* 5635).
Colliguay, Prov. Valparaíso, 8 - Oct. - 1961, O. Zoellner
(Herb. Zoellner, N* 5634).
Caquisito, a 1.200 m., Prov. Valparaíso, 21-Oct.-1962, O.
Zoellner (Herb. Zoell., N* 5636).
Penitentes, Granizo, Prov. Valparaíso, 23-Agosto-1969, O.
Zoellner (Herb. Zoell., N* 5637).
Sierra Bellavista, Prov. Colchagua, 24-Oct.-1970, O. Zoell-
ner (Herb. Zoell., N* 5639).
Cerro La Campana, Prov. Valparaíso, 1.200 m., 1-Nov.-1970,
O. Zoellner (Herb. Zoell., N* 5640).
Cuesta El Espino, entre Illapel y Combarbalá, 5-Sept.-1970,
O. Zoellner (Herb. Zoellner, N* 5620).
Fototipo del Jardín Botánico Real de Kew, N* 298, Colli-
nae, Chili Macrae, Herb. Soc. Hort. Lindl., 1825.
Fototipo del Museo Nac. de Hist. Nat. de París, N* 4901,
Herbier de Chili, donné per M. Gay, in collibus.
Fototipo del Museo Nac. de Hist. Nat. de París, N* 4902,
Cl. Gay, in pratis montan. Stgo., 1829.
Fototipo del Museo Nac. de Hist. Nat. de París, N* 4903,
Cl. Gay, 1829, in pratis montan. Stgo.
Observaciones:
El primer botánico que menciona esta especie es John Miers,
quien al narrar su viaje de Santiago hacia Valparaíso a través
de la Cuesta La Dormida (1.200 m.s.m.), enumerando vegetales
encontrados en esta trávesía, cita esta especie en bajo Brodiaea
allioidea Miers. John Lindley pasó la especie a Leucocoryne y
nos da la siguiente descripción: “L. alliacea, foliis linearibus,
limbi laciniis erectis acuminatis subaequalibus, staminibus sterili-
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 57
bus clavatis, pedunculis valde inaequalibus, longioribus capillari-
bus. Brodiaea alliace Miers Travels”. Lindley se basa ostensible-
mente en la especie de Miers. Claudio Gay da una descripción
mucho más minuciosa de la especie en referencia, agregando me-
diciones. R. A. Philippi creó L. connivens a raíz de hallazgos en
la zona cordillerana de Talca; plantas con bohordos de 2 a 3
flores. Los demás caracteres coinciden con la descripción de Leu-
cocoryne alliacea. El autor pudo colectar L. alliacea en la Sierra
de Bellavista, Prov. Colchagua, a 1.200 m. de altura, ejemplares
que tenían también 2 a 3 flores, pero en los demás caracteres
coincidían con el tipo L. alliacea. C. Reiche cita L. alliacea (Geo-
graf. Bot. Tomo 1-311, 1907) para el valle de El Salto, cerca de
Viña del Mar, Prov. Valparaíso, pero debe ser un error, pues
el autor que vive por muchos años en esta zona no encontró
nunca la citada especie. La zona mencionada por Reiche tiene
una altura de 50 hasta 200 m.s.m. Esta especie nunca fue obser-
vada tan cerca de la costa y a tan poca altura. También la espe-
cie L. montana Philippi, cuyo tipo procede del cerro La Campana,
provincia de Valparaíso, debe pasar a la sinonimia, pues todos
sus caracteres coinciden con Leucocoryne alliacea.
Leucocoryne alliacea Lindl. abunda en la Cordillera de la
Costa a cierta altura, creciendo entre 900 a 1.300 m. En la Cor-
dillera de los Andes crece a mayor altura; Meigen la encontró
a 1.300 m. y Grandjot en el Potrero Grande, Santiago, a 2.200 m.
En la Sierra de Bellavista, provincia de Colchagua, L. alliacea
fue encontrada por el autor a 1.200 m.
Habita preferentemente lugares sombríos o semisombríos,
boscosos. Abunda en lomajes con declives hacia el sur. Leuco-
coryne alliacea permanece de día cabizbaja, con las lacinias semi-
abiertas hasta casi ceradas, inodora, pero en la noche las lacinias
se elevan, se abren algo, dejando libre la boca del tubo floral
y exhalando un suave perfume. Los caracteres distintivos de esta
especie son: Bohordo débil, flores 2-4, dirigidas hacia un lado,
cabizbaias, estaminodios filiformes, cuyo largo alcanza las 3/4 Ó
415 partes de las lacinias, lacinias semiabiertas de forma linear-
lanceolada.
58 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
ESPECIES EXCLUIDAS
Se excluyen las siguientes:
1) L. narcosoides Phil., por poseer 6 estambres fértiles incluidos
en el tubo floral.
2) L. oxypetala Phil., por poseer 6 estambres fértiles incluidos
en el tubo floral.
3) L. incrassata Phil., por poseer 6 estambres fértiles incluidos
en el tubo floral.
4) L. foetida Phil. que debe considerarse como sinónimo de L.
odorata Lindl., coincide con todos sus caracteres con la especie
citada.
5) L. montana Phil. que debe considerarse como sinónimo de la
L. alliacea Lindley, cuya descripción tiene prioridad.
6) L. connivens Phil., que debe considerarse como sinónimo de
la L. alliacea Lindley, cuya descripción tiene prioridad.
AGRADECIMIENTOS: Expreso mis mayores agradecimientos a la
Univ. de Cambridge, Inglaterra, especialmente al señor S. M. Walters,
Curador del Herbario de dicha Universidad, quien me proporcionó los
holotipos de John Lindley que se encuentran en dicho Herbario; a la
señora Melica Muñoz S., Jefa de la Sec. Botánica del Museo Nacional
de Historia Natural de Santiago, por haberme facilitado el material de
tipos de R. A. Philippi y de Federico Philippi; al Instituto Central
de Biología de la Univ. de Concepción, que por intermedio de su
Director, Sr. Mario Ricardi, me envió en préstamo el valioso material
de dicho Instituto; a la Universidad de Chile de Valparaíso y Anto-
fagasta, que igualmente me facilitaron el material de sus herbarios; a
diversas instituciones extranjeras de Leipzig, Giessen, Berlín, Leiden,
Berkeley, elc., que me hicieron posible reunir la literatura sobre el
género Leucocoryne; al señor Hugo Gunckel, Santiago, por haberme
facilitado el material valioso de su herbario y textos, y sinceramente al
señor Agustín Garaventa, Limache, por sus buenos consejos y desinte-
resada ayuda.
Zoellner, O. EL GENERO LEUCOCORYNE 59
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Leucocoryne pauciflora Phil.: a. hábito de la planta; b. flor; c. corte longitudinal de una flor;
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PUCARA, GENERO NUEVO DE AMARYLLIDACEAE
DEL NORTE DE PERU
PIERFELICE RAVENNA
Departamento de Biología, Facultad de Ciencias, Universidad de Chile
SUMMAR Y
Pucara is proposed as a new genus of Amaryllidaceae. The main
characters of the new genus are compared with those of other genera
and discussed. The type, P. leucantha, from North Perú, is descnibed as
a new species.
En 1970 recibí en préstamo cierto número de ejemplares
de herbario para estudio, de la Facultad de Ciencias Biológicas
(HUT), Universidad de Trujillo, Perú. En dicha colección se
observó la presencia de una especie de Amaryllidaceae que no
coincidía con las conocidas del norte de ese país. Luego de
disecciones cuidadosas, se pudo comprobar que se trataba de un
género aún no descripto; la especie era, a su vez, desconocida.
En las líneas que siguen se da a conocer las características de la
nueva entidad.
PUCARA genus novus
Flores regulares erecto-patentes. Ovarium inferum triloculare
ovulis pluris superpositis instructum. Perigonium infundibulare
album. Tepala lanceolata vel oblongo-lanceolata inferne valde
connata, exteriora minute apiculata. Corona in lobis tribus pro-
funde incisa; lobi ad apicem bifidi crenati. Filamenta filiformia,
sepalina perbrevia ad basin veram coronae inserta, petalina lon-
giora ad fundum partis bifidae loborum coronae inserta. Án-
therae lineares erectae in tertio inferiore ad filamentos fixae.
Stylus filiformis staminibus multo superans. Stigma breviter trifi-
dus lobis recurve patentibus.
Plantae bulbosae vivaces. Bulbus subglobosus tunicis ochra-
ccis pluribus fragilibus vestitus; pseudocollus brevis. Folia lan-
86 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
ceolata vel lineari-lanceolata subserotina in prefoliatio ad lateras
replicata. Scapus teres solidus. Spatha bivalvata; valvae membra-
naceae marcescentes usque basin liberae. Inflorescentia multi-
flora.
Typus generi: Pucara leucantha Rav.
Una sola especie nativa de los departamentos de Cajamarca
y Amazonas, en el norte de Perú. El nombre Pucara (pronún-
ciese Pucára) ha sido tomado del término indígena homónimo
que significa fortín o lugar acondicionado para la defensa. Existe
una localidad llamada así cerca de uno de los lugares donde se
ha encontrado la especie.
RELACIONES GENERICAS
El tipo de inflorescencia de Pucara sugiere cierto parentesco
con Rauhiía, género que habita la misma región. Sin embargo,
este último posee hojas gruesas de textura casi coriácea, y Carac-
teres florales muy diferentes. Por otra parte, sólo tres géneros
existen en Perú con estigma trífido, estos son Amaryllis, Chli-
danthus y Zephyranthes; los tres difieren ampliamente de Pa-
cara. Nuestro género ofrece también cierta afinidad con Steno-
messon, pero existen discordancias decisivas en el aspecto de la
inflorescencia y en la morfología del perigonio, androceo y estig-
ma. Pucara se ubica en la tribu Exstephiae; esta última será tra-
tada en detalle en un trabajo próximo.
PUCARA LEUCANTHA sp. nov.
Planta usque 15-50 cm alta. Bulbus globosus vel subglobosus
ad 37-47,5 mm latus in pseudocollo brevis 25-40 mm longo
productus; tunicae exteriores plures membranaceo-corrugatae
ochraceae. Folia lanceolata vel lineari-lanceolata acuta in prefo-
liatio ad lateras replicata haud petiolata (?) ad anthesin saepe
unica incomplete evoluta ad 10-12 cm longa circ. 20-30 mm vel
ultra lata. Scapus teres 15-50 cm longus ad apicem circ. 5 mm
latus. Spatha bivalvata; valvae lanceolatae membranaceae mar-
cescentes subaequales usque basin liberae ad 25-31 mm longae;
bracteae interiores minutae lanceolatae. Inflorescentia multiflora.
Pedicelli erecto-patentes circ. 30-60 mm longi. Flores albi infun-
dibulati ad 12-14 mm lati. Ovarium oblongo-aellypticum ad 3,8-4
Ravenna, P. PUCARA g. n. AMARYLLIDACEAE 87
longum circ. 1,5-2 mm latum. Tepala lanceolata vel oblongo-
lanceolata usque 4,5 mm connata, exteriora 12-14,2 mm longa
circ. 4 mm lata minute obtuseque apiculata, interiora 14,2 mm
longa usque 5 mm lata. Corona circ. 6,5 mm longa in lobis tribus
5-5,3 mm longis profunde incisa; lobi ad apicem crenati conca-
viusculi usque 2 mm bifidi. Filamenta sepalina 0,4 mm longa
ad basin veram coronae inserta, petalina 1,8-2 mm longa ad fun-
dum partis bifidae loborum coronae inserta. Antherae lineares
erectae ad 3,6-5,8 mm longae; pollen luteus. Stylus filiformis
erectus ad 19,2-20 mm longus. Stigma breviter trifidus lobis
linearibus recurve patentibus 0,7-0,9 mm longis instructus. Fruc-
tus immaturus tricocco-globosus. Semina immatura complanata
pariter circularis.
Planta de 15-50 cm de alto. Bulbo globoso o casi globoso,
de 37-47,5 mm de diámetro, prolongado hacia arriba en un
pseudocuello de 25-40 mm de largo; túnicas exteriores muchas,
membranáceas, arrugadas, de color pardo. Hoja lanceolada o
linear-lanceolada, aguda, con ambos costados plegados hacia
atrás durante la prefoliación, no peciolada (?), con frecuencia
solitaria y no totalmente desarrollada durante la floración, de
10-12 cm de largo y 20-30 cm o más de ancho. Escapo cilíndrico
de 15-50 cm de largo y 5 mm de ancho en el ápice. Espata bival-
va; valvas lanceoladas, membranosas, marcescentes, casi iguales,
libres hasta la base, de 25-31 mm de largo; brácteas interiores
muy pequeñas, lanceoladas. Inflorescencia multiflora. Pedicelos
extendidos hacia arriba, de 3-6 mm de largo. Flores blancas infun-
dibuliformes de 12-14 mm de diámetro. Ovario oblongo-elíptico,
de 3,8-4 mm de largo y 1,5-2 mm de ancho. Tépalos lanceolados
u oblongo-lanceolados, soldados aprox. 4,5 mm; los exteriores
de 12-14 mm de largo y 4 mm de ancho, con apículo muy
pequeño; los interiores de 14 mm de largo y hasta 5 mm de
ancho. Corona estaminal aprox. de 6,5 mr de largo, dividida en
tres lóbulos por 5-5,3 mm de su longitud; lóbulos de ápice cre-
nado, algo cóncavos hacia el interior y bífidos aprox. 2 mm. Fila-
mentos episépalos de 0,4 mm de largo, insertos en la base misma
interior de la corona; los epipétalos de 1,8-2 mm de largo, emer-
giendo del fondo de la parte bífida de los lóbulos de la corona.
Anteras lineares, erguidas, de 3,6-5,8 mm de largo; polen ama-
rillo. Estilo filiforme, erguido, de 19,2-20 mm de largo. Estigma
88 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
cortamente trífido, sus divisiones lineares, extendidas aunque
algo recurvadas. Fruto inmaduro tricoco-globoso. Semilla inma-
dura comprimida, de contorno al parecer circular.
DISTRIBUCION GEOGRAFICA Y HABITAT
Especie propia del norte de Perú. Vegeta en pendientes
rocosas y lugares arenosos de los departamentos de Cajamarca
y Amazonas; altitud aproximada: 990-1.650 m sobre el nivel del
mar.
MATERIAL ESTUDIADO: Perú, Depto. de Cajamarca, prov. Jaén, San
Antonio (Km 81 - Pucara), ladera rocosa, 990 m; leg. A. Sagástegui, 12-X-1965
(typus HUT 5850, isotypus Herb. Ravennae). Depto. de Amazonas, prov. Cha-
chapoyas, Caclic (El Ingenio-Chachapoyas), 1650 m; leg. A. Sagástegui, 20-X-1965
(HUT 6029).
El epíteto específico está compuesto de los términos grie-
gos lexcos, blanco, y anthos, flor, en alusión a las flores blancas.
El hallazgo de esta especie nos da una idea de lo que aún
reservan ciertas regiones de Perú. A pesar de que sus flores no
son muy llamativas, la planta podría hallar aceptación entre los
cultivadores de bulbos.
RECONOCIMIENTOS
Deseo agradecer al Dr. A. López Miranda y al Prof. A.
Sagástegui Alva, del Departamento de Botánica de la Univer-
sidad de Trujillo (Perú), quienes han tenido la gentileza de
facilitarme ejemplares de herbario de las familias de mi especia-
lidad.
BIBLIOGRAFIA
BAKER, J. G.: 1888. Handbook of the Amaryllideae, 216 págs., London.
HERBERT, W.: 1837. Amaryllidaceae, 428 págs., 48 láms., London.
RAVENNA, P. F.: 1969. Contributions to South American Amaryllidaceae 11;
PLA 2555776,
— 1971. Contributions to South American Amaryllidaceae IV: loc. cit.
27: 61-89.
TRAUB, H.: 1963. The genera of Amaryllidaceac, 85 págs., ilustr., La Jolla,
California (Estados Unidos).
Ravenna, P. PUCARA g. n. AMARYLLIDACEAE 89
Fig. 1, Pucara leucantha Rav.; a) inflorescencia (x 1,5); b) flor a la que se ha quitado los
tépalos para mostrar el DO HrOEES y gineceo; c) estambre episépalo 5 dÓN d) estambre epipétalo
(x 17). Todo del tipo (HUT 5850). P. Raw a del.
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Valparaiso, Chile 91
DIMITRIA, GENERO NUEVO DE CRUCIFERAE
DE PATAGONIA (ARGENTINA)
PIERFELICE RAVENNA
Departamento de Biología, Facultad de Ciencias, Universidad de Chile
SUMMARY
Dimitria, a new genus of the family Cruciferae, is proposed in
order to include the new species D. onuridifolia. The entity is an imhabi-
tant of Montes Azules, in East Patagonia, Argentina. The relationships
e o and its relatives Sisymbrium and Chilocardamum are
discussed.
En el transcurso de mi trabajo sobre las Cruciferae andino-
patagónicas, me he visto en la necesidad de estudiar, además,
ejemplares críticos procedentes de la Patagonia seca (Argentina).
Uno de ellos correspondía a una entidad que, si bien denotaba
alguna semejanza con Sisymbrium, presentaba, por otra parte,
características propias. En efecto, su tamaño diminuto, la forma
de las hojas, los filamentos papilosos y el aspecto de las semi-
llas, no concordaba con ese género ni con ningún otro similar.
A fin de dar ubicación a la planta mencionada, se describen a
continuación una especie y un género nuevos para la Ciencia.
DIMITRIA genus novus
Inflorescentia racemosa nuda 4-9-flora. Flores regulares pe-
dicellati. Sepala valde ventricosa, exteriora obovata, interiora
obovato-oblonga. Petala insigniter unguiculata lamina obcordata
vel late ovata inferne cucullata instructa. Filamenta papillosa fili-
formia ad apicem subulata, inferiora superioribus breviora vel
interdum subaequantia. Antherae aellypticae inferne bilobatae.
Glaudulae nectariferae confluentae valde torosae, laterales annu-
lliformes. Ovarium oblongo-aellypticum. Stylus brevis. Stigma ca-
pitatus. Siliquae teretes erectae. Dissepimentum praesente. Semina
uniseriata lacrimaeformia complanata.
92 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Suffrutices humiles. Folia conferta angustissime oblanceo-
lata vel sublinearia pilis furcatis vel trifurcatis rarius simplicis
ad margines instructa.
Typus generi: Dimitria onuridifolia Ravenna.
Género con una sola especie natural del Este de la Patago-
nia (Argentina). El nombre genérico ha sido dado en honor al
Ingeniero Agrónomo Milán J. Dimitri, distinguido botánico de
Argentina.
AFINIDADES GENERICAS
Como se ha dicho, Dimitria denota afinidad evidente con
Sisymbrium. Sin embargo, se encuentra relacionado también con
el género monotípico Chilocardamum O. E. Sch. (1924). Esta
última entidad posee hojas angostamente lineares y nectarios
semejantes a los de Dimitria. Chilocardamum patagonicum es, no
obstante, una especie de aspecto muy grácil y sus filamentos
no son papilosos sino que poseen un conjunto de pelos cerca
de la base.
CLAVE PARA DIFERENCIAR LOS GENEROS DIMITRIA Y SISYMBRIUM:
A. Filamentos papilosos. Semillas muy comprimidas,
lacrimaeformes. Hojas simples, muy angostamen-
te oblanceoladas hasta casi lineares, no peciola-
das. Plantas pequeñas, no esbeltas. DIMITRIA
AA. Filamentos no papilosos. Semillas no muy com-
primidas, en general ovaladas. Hojas simples o
compuestas; si simples, manifiestamente peciola-
das. Plantas esbeltas. SISYMBRIUM
Por su similitud con Sisymbrium, el género Dimitria se in-
cluye en la tribu Sisymbriae, subtribu Sisymbrinae.
DIMITRIA ONURIDIFOLIA sp. nov.
Suffrutices humiles supra solum circ. 3-7 cm alti. Caudex
lignosus ad livellum solis ramosus. Folia angustissime oblanceo-
lata vel sublinearia ad basin vel secus ramulorum conferta ad
15-30 mm longa circ. 1-1,5 (-2?) mm lata ad margines pilis
bifurcatis vel trifurcatis rarius simplicis instructa. Inflorescentia
4-9-flora ebracteata. Pedicelli 2-6,5 mm longi. Flores regulares.
Sepala exteriora obovata ad 2,4-2,8 mm longa circ. 1,6-1,8 mm
Ravenna, P. DIMITRIA g. n. CRUCIFERAE 93
lata extus apicem versus pilis furcatis paucis. Petala
insigniter unguiculata circ. 3,7 mm longa; unguicula ad 2,5 mm
longa superne convoluta; lamina obcordata vel late ovata ad
basin cucullata usque 1,3 mm longa circ. 1,25 mm lata. Filamenta
filiformia ad apicem subulata papillosa, inferiora usque 2,9-3,1
mm longa, superiora 3,1-3,5 mm longa. Antherae aellypticae
inferne bilobatae ad 0,9 mm longa. Ovarium oblongo-aellypticum
ad 2,2 mm longum circ. 0,5 mm latum interdum pilis bifurcatis
perpaucis notatum. Stylus 0,25-0,33 mm longus. Stigma capitatus
ad 0,3-0,35 mm latus. Siliquae erectae ad 13-23 mm longae circ.
0,5-1,1 mm latae cum stylo edistincto et stigmate depresso-capitato
interdum leviter bilobato. Semina uniseriata lacrimaeformia .om-
planata ad basin saepe minute calcarata; funiculum filiforme
usque 1,1 mm longum.
Plantas sufruticosas, muy pequeñas, de 3-7 cm de alto por
sobre el suelo. Tallo subterráneo leñoso, ramificándose a nivel
del suelo. Hojas muy angostamente lanceoladas o casi lineares,
agrupadas cerca de la base y a lo largo de las pequeñas ramas,
de 15-30 mm de largo y 1-1,5 (-2?) mm de ancho, con pelos
bifurcados, trifurcados o rara vez simples en los bordes. Inflo-
rescencia desnuda, 4-9-flora. Pedicelos de 2-6,5 mm de largo.
Flores actinomorfas. Sépalos exteriores obocados de 2,4-2,8 mm
de largo y 1,6-1,8 mm de ancho, con algunos pelos bifurcados
en la parte externa cerca del ápice; los interiores obovado-oblon-
gos de 3 mm de largo y 0,9 mm de ancho, también con algunos
pelos bifurcados cerca del ápice. Pétalos marcadamente unguicu-
lados aprox. de 3,7 mm de largo; unguículos de 25 mm de largo
convolutos en su parte superior; lámina obcordada o anchamente
ovalada, de base cuculada, de 1,3 mm de largo y 1,25 mm de
ancho. Filamentos filiformes de ápice subulado, papilosos; los
inferiores de 2,9-3,1 mm de largo, los superiores de 3,1-3,5 mm
de largo. Anteras elípticas inferiormente bilobadas, aprox. de
0,9 mm de largo. Ovario oblongo-elíptico de 2,2 mm de largo
y 0,5 mm de ancho, a veces con unos pocos pelos bifurcados.
Estilo de 0,25-0,33 mm de largo. Estigma capitado, de 0,3-0,35
mm de diámetro. Silicuas erguidas, cilíndricas, de 0,51-1,1 mm de
ancho, con estilo persistente aunque poco diferenciado y estigma
deprimido-capitado O 2 veces levemente bilobado. Semillas uni-
seriadas, lacrimaeformes, muy comprimidas, con frecuencia con
94 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
un pequeño espolón en la base; funículo filiforme de 1,2 mm de
largo.
DISTRIBUCION GEOGRAFICA Y HABITAT
Montes Azules, cerca de la costa de la provincia de Chu-
but (Argentina), a 400 m sobre el nivel del mar.
MATERIAL ESTUDIADO: Argentina, Chubut, Montes Azules; leg. C.
Spegazzini? (typus LP, LPS 21526).
El ejemplar tipo de esta entidad habría sido coleccionado
por Carlos Spegazzini. Así lo demuestra al parecer la numera-
ción (citada más arriba) correspondiente al herbario del ilustre
botánico italiano. De ser así, resulta extraño que el mismo haya
pasado desapercibido a los especialistas.
RECONOCIMIENTOS
Dejo constancia de mi agradecimiento al personal de la
División Plantas Vasculares (LP) del Museo de La Plata (Ar-
gentina), en especial a su director, Dr. A. L. Cabrera, por el
préstamo del ejemplar que motivó este estudio.
BREB AO GARAGE ETA
SCHULZ, O. E.: 1924. Cruciferae Sisymbriae; Pflanzenreich 86 (IV, 105),
338 págs.
— 1930. Amerikanische Cruciferen verschiedener Herkunft; Notizbl.
Bot. Gart. Mus. Berlin-Dablem, 10 (96): 558-564.
= 1936. Cruciferae; Natur. Planzenfam. 17b: 227-658.
Ravenna, P. DIMITRIA g. n. CRUCIFERAE
31 mitri idifolia Rav.; A, aspecto general de la planta (x 1,5); B ,hoja ( 5);
E es D, pétalo (x 10); E, androcco y gineceo (x 13)5 pS y
e de los filamentos (x 3); G, ovario (x 10); H, estilo y estigma (x 30); L in EA
(x 2.5); J, fruto (x 5); K, porción de silicua abierta mostrando las semillas Gx sd iz semilla
(x 17,5); M, tipos de pelos de las hojas (x 100);. M. Raspini y P. Ravenna del.
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Valparaíso, Chile 97
ONA, GENERO NUEVO DE IRIDACEAE NATIVO DE LAS
PROVINCIAS DE MAGALLANES (CHILE) Y TIERRA
DEL FUEGO (ARGENTINA)
PIERFELICE RAVENNA
Departamento de Biología, Facultad de Ciencias, Universidad de Chile
SUMMAR Y
A new genus of Iridaceae, namely Ona, from the pprovinces of Ma-
gallanes (Chnile) -and Tierra del Fuego (Argentina), is proposed. More-
over, an historical survery of the classification of the type, Galaxia
obscura Cav., and its subsequent misleading mainly in the synonymy of
Tapeinia pumila (Foerst.) Baillon, is reported. The transference of the
species to Tapeinia by Moore (1971) revealed to be inconsistent.
Galaxia obscura Cav. ha sido una entidad mal interpretada
desde su publicación por Cavanilles en 1785. Este autor describió
la especie en base a un solo ejemplar colecionado por Commerson
en la región del Estrecho de Magallanes, que le entregara A.
de Jussieu. Al pie de la descripción original de la especie
podemos leer lo siguiente: “Plantulam hanc ad Galaxiam refero
quoadusque denuo examinetur a Botanicis qui certum genus
determinabunt”. Lo cual significa: “Ubico esta pequeña planta
en Galaxia hasta tanto sea examinada cuidadosamente por los
botánicos, quienes determinarán su género correcto”. De esto se
desprende que Cavanilles no estaba seguro respecto a la
ubicación de la especie y optó por incluirla en Galaxza, un género
africano, afín a Homeria y Moraea.
Desde entonces la mayoría de los autores consideran a
Galaxia obscura como sinónimo de Tapeinia pumila, otra planta
que habita las mismas regiones. Poeppig (1833), por otra parte,
la incluye en sinonimia de Sisyrinchium frigidum Poepp., basoni-
mo de Chamelum frigidum (Poepp.) Ravenna (1969). Reciente-
mente, Moore (1971) traslada la especie a Tapeinia. En mi
opinión, este último criterio no refleja la realidad y resulta arti-
ficial.
98 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
A principios de 1970, la señora Rae Nathalie Goodall, de
Tierra del Fuego (Argentina), me facilita las Iridaceae de su
herbario privado a fin de conocer el nombre de las especies de
esa región. Con anterioridad había manifestado im littera
su interés en saber el nombre de una “extraña plantita” (Moore
1625). Al examinar el ejemplar crítico en cuestión, pude asociarlo
de inmediato con Galaxia obscura Cav. y, ante el interés mani-
festado por la dueña del herbario, le comuniqué la identidad
de la especie y de que en mi opinión se trataba de un género
aún no descripto. La señora Goodall tuvo la gentileza, que agra-
dezco, de mostrarme un dibujo en colores de su realización, y
de permitirme copiarlo (para publicación) en base a una repro-
ducción fotográfica que me proporcionara con anterioridad.
A continuación se propone un género nuevo, en base a
Galaxia obscura Cav., y se exponen las razones que apoyan esta
determinación.
ONA genus novus
Flos regularis erectus campanulatus. Pedicellus perbrevis.
Ovarium anguste obovatum triloculare pluriovulatum; placentae
in axillis tabicarum sitae. Tepala subaequalia spathulato-oblan-
ceolata inferne in infundibulo valde connata, interiora perparum
angustiora. Filamenta in columna tereti-filiformi stylum inclu-
denti subtote connata. Antherae obcordatae vel subsagittatae ba-
sifixae. Stylus tenuiter filiformis. Stigma trifidus; lobi condupli-
cati subulati adaxialiter tumescentes.
Plantae pumilae. Rhizoma perbrevi radicibus fibroso-cras-
siusculis fasciculatis emitens. Folia late vaginantia sursum teretia.
Caulis floriferus intra vaginas foliorum occultus. Spatha uniflora
bivalvata; valvae leviter inaequales foliis basalibus conformes.
Typus generi: Ona obscura (Cav.) Ravenna (Galaxia obs-
cura Cavanilles).
Una sola especie nativa del Sur de Argentina y Chile.
El nombre del género ha sido asignado en homenaje al
pueblo indígena de los Ona, que vivía en la misma región donde
se encuentra la planta.
Ravenna, P. ONA g. n. IRIDACEAE 99
RELACIONES GENERICAS
A pesar de hallarse relacionado con Tapeinia, Ona denota va-
rias diferencias importantes, a saber:
1) Ona posee un rizoma pequeño de internodios muy cortos,
del que se originan raíces fasciculadas carnoso-fibrosas. Tapeinia
posee rizomas duros y quebradizos, de internodios espaciados,
que con frecuencia se prolongan en tallos aéreos de la misma
consistencia; las raíces no son fasciculadas.
2) En Ona los tépalos se encuentran soldados en parte entre
sí, formando un embudo por encima de la inserción del androceo.
En Tapeinía los tépalos son algo concrescentes por debajo de la
inserción del androceo; este tipo de formación debe tal vez
considerarse como un tubo perigonial incipiente y no como cons-
tituido por soldadura de la base de los tépalos.
3) Ona posee su área estigmática en la parte adaxial de
las divisiones de un estigma trífido auténtico. Tapeínia cuenta
con ramas estilares cuya parte receptiva se ubica en la porción
distai; se trata pues de tres estigmas independientes,
Phaiophleps y Chamelum son géneros mucho más afines a
Ona que Tapeinia. El primero ofrece varias características simi-
lares, tales como el tipo de rizoma, hojas y perigonio. El segundo
corresponde a plantas de talla muy reducida. Chamelum frigidun
(Sisyrinchium frigidum Poepp.) se parece a Ona en el aspecto
ventricoso de las valvas de la espata; en Ona, sin embargo, éstas
seen lámina foliar. Esta semejanza confundió a Poeppig (1833,
p. 1), haciéndole creer que la especie de Cavanilles y la suya
propia constituían una sola entidad. Ona se distingue con faci-
lidad de Phaiophleps y Chamelum por su estigma trífido.
ONA OBSCURA (Cav.) comb. nov. (Fig. 1)
Galaxia obscura Cavanilles, Diss. Bot., textus: 341, tab.
189, fig. 4, 1785.
Planta de 3-8 cm de alto (hasta el ápice de las hojas). Rizoma
muy corto, de 5-16 mm de largo, cubierto parcialmente por fi-
bras foliares. Raíces fasciculadas, carnoso-fibrosas, de 2-8 o más
cm de largo. Hojas basales 3-4, subcilíndricas, falcadas o a veces
erguidas, de 3-9 cm de largo y 0,7-1,8 mm de ancho, de vaina
100 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
amplia, ventricosa, y lámina aguda con canales laterales obser-
vables al estado seco. Espata uniflora; valvas falcadas semejantes
a las hojas basales, algo desiguales en longitud, de vainas muy
amplias, la exterior de 30-40 mm de largo, la interior de 17-27
mm de largo. Pedicelo muy corto, rojizo, aprox. de 2 mm de
largo. Tallo florífero corto, casi siempre oculto por las vainas
foliares. Flores acampanadas, erguidas, blancas salvo el cen-
tro anaranjado-amarillento, de 10-11 mm de largo y 11-14 mm
de diámetro. Ovario angostamente elíptico, amarillento en el
tercio inferior, purpúreo más arriba, de 4-4,1 mm de largo y
1,5-1,7 mm de ancho, cubierto de pelos cortos y ralos. Tépalos
(ambas series) obovados o anchamente oblanceolado-espatula-
dos, soldados hacia la base aprox. 2,2-2,7 mm, luego de 7-9 mm
de largo y 4,2-4,4 mm de ancho, obtusos y con un apículo dimi-
nuto aprox. de 0,15 mm de largo. Columna estaminal cilíndrica,
de color naranja pálido en el tercio superior, amarillenta más
abajo, de 2,7-3,4 mm de largo, partida en tres filamentos apica-
les de 0,2 mm de largo. Anteras obcordadas o sagitadas, erguidas
o casi erguidas, amarillas, de 0,9 mm de largo. Estilo filiforme,
incluido en la columna estiminal; divisiones del estigma falcado-
recurvadas, anaranjadas, conduplicadas, pero no aplanadas, su-
buladas.
DISTRIBUCION GEOGRAFICA Y HABITAT
Especie descubierta por Commerson en 1766, en un cerro
cerca de Puerto Galán (1), en el Estrecho de Magallanes. Este
lugar se ubica en la Bahía de Fortesqué, Península de Bruns-
wick, al oeste de Fuerte Bulnes. Ona obscura fue tal vez encon-
trada en el “Monte del Pico” o “Monte de la Cruz” (700 m),
cerro que domina el puerto. Moore (1971) cita cinco lugares
de colección para la especie; estos se distribuyen desde la región
del Canal de Beagle hasta Puerto Edén en la provincia de
Magallanes, Chile. La planta habita las elevaciones entre 500
y 700 m sobre el nivel del mar. El ejemplar citado más abajo
crecía en mallines cerca de un arroyo por encima del límite
superior del bosque, y junto a especies tales como Caltha sagittata
Cav. y Viola tridentata Menz. (fide Moore).
(1) La variante ortográfica anterior era “Puerto Gallant”, nombre dado por el
corsario Cavendish en homenaje a su barco, el “Hugh Gallant”.
Ravenna, P. ONA g. n. IRIDACEAE 101
MATERIAL ESTUDIADO: Argentina, Tierra del Fuego, cerro cerca del naci-
miento del río Chico, aprox. 518 b; leg. D. Moore 1625, 25-1-1968 (Herb. R. N.
Gaodall, Tierra del Fuego, Arg.).
Luego de un cuidadoso estudio del ejemplar arriba mencio-
nado, se comprobó que algunos aspectos del dibujo original de
la señora Goodall adolecían de imperfecciones. Las modificacio-
nes que fue necesario realizar se refieren en especial a lo siguien-
te: 1) la coijumna estaminal aparecía inserta en la parte supe-
rior del ovario; 2) la valva externa de la espata no ofrecía
solución de continuidad respecto del tallo inmediato inferior. Se
agregó además un detalie del estigma y se perfeccionó el ya exis-
tente del corte transversal dei ovario.
Moore dice que el perigonio es blanco o amarillento. En mi
opinión, este último color sólo aparece en flores secas. La descrip-
me figura aquí ha sido ampliada en lo que respecta a todas
las tonalidades de la flor.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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Ravenna, P.
ONA g. n. IRIDACEAE 103
Nil
A |
!
|
IN
Fig. 1, Ona obscura (Cav.) Rav.; a) aspecto general de la planta (x 1); b) tallo florifero
(x 1); c) flor con el perigonio cortado longitudinalmente, mostrando la porción soldada de los
tépalos y la columna estaminal (x 4); d) parte superior de la columna estaminal y estigma
(x 13); e) corte transversal de ovario (x 13); f) estigma (+ — x 13). Con autorización; copia
parcial modificada de un dibujo de R. N. Goodall; detalle f. original. P. Ravenna del.
Valparaiso, Chile 105
LIQUENES DE LA REGION DE CACHAGUA Y ZAPALLAR,
PROVINCIA DE ACONCAGUA, CHILE
JORGE REDON F.
Departamento de Biología, Universidad de Chile, Valparaíso.
z. Z. Naturkundemuseaum der Stadt Kassel, Steinweg 2, Alemania.
ABSTRACT. Eighty five species are recorded of lichens from
Cachagua and Zapallar, Prov. Aconcagua, Central Chile, and their
distribution is noted in connection with ecological and sociological
factors. The composition of the flora in relation to other areas of Chile
is briefly discussed.
INTRODUCCION
En el año 1945 apareció en la Revista de Historia Natural
el trabajo póstumo del Dr. Federicho Johow (1859 - 1933),
“Flora de Zapallar”. Esta obra realizada en forma muy com-
pleta, representa un gran aporte al conocimiento de la flora
fanerógama de esta región. En él se citan diez especies de
líquenes. Esto constituye el único aporte realizado en favor de
la flora liquénica para esta región. Este hecho movió al autor a
efectuar una revisión sistemática de colecciones liquénicas hechas
por él mismo y colaboradores (Redon 1966, 1967; Redon y
Keuck 1969; Keuck 1971, 1972). Estas colecciones pertenecen
al Herbario del Departamento de Biología de la Universidad de
Chile, Valparaíso. Se revisaron también algunos ejemplares de la
Colección Follmann depositada en el Museo de Historia Natural
de Kassel, Alemania.
La zona ubicada entre Zapallar y Cachagua presenta un
particular interés desde el punto de vista botánico y especial-
mente liquenológico. Las quebradas húmedas, situadas muy cerca
de la costa (oasis de neblina) albergan una rica flora, en la que
es posible encontrar algunos elementos relictuales. Esta condi-
ción, por lo tanto, nos permitirá efectuar comparaciones ecoló-
gicas, sociológicas y sistemáticas con otros relictos de neblina
ubicados más al norte, tales como, Fray Jorge-Talinay (Follmann
y Redon 1972) y Cerro Moreno (Follmann 1967). Algunas
106 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
especies se presentan también en el sur de Chile. Por otra parte,
los líquenes que se desarrollan sobre rocas costeras, se encuen-
tran también en la zona litoral del Norte Chico y Grande.
En la zona intermedia, entre las quebradas húmedas y la
costa, es posible observar comunidades epifíticas que son repre-
sentativas de la zona central.
Es necesario destacar que la lista de líquenes aquí presen-
tada no puede considerarse definitiva. Solamente el estudio reí-
terado que se realice a futuro, permitirá conocer en forma más
completa la flora liquénica de esta región.
ZONA. Habitat: La región situada entre Zapallar y Ca-
chagua se ubica aproximadamente en la latitud de 32% 30" S y
ocupa un área de unos 15 km?. En su mayor parte está consti-
tuida por cerros y quebradas, cuyas bases llegan hasta el mar.
La costa es principalmente rocosa con algunas playas arenosas
intermedias. Es posible observar la presencia de varias terrazas
marinas, que se extienden desde Coquimbo hasta Quintero y que
se sitúan entre 16 y 140 m. Durante el terciario superior toda
esta región se encontraba ocupada por un mar plioceno, apare-
ciendo islas, que corresponden a algunos cerros costeros de baja
altura en la actualidad. A comienzos del pleistoceno se produje-
ron solevantamientos costeros y/o fenómenos de eutatismo, con
los consiguientes retrocesos del nivel del mar a su línea actual.
El basamento rocoso y gran parte de los afloramientos corres-
ponden a granodiorita, posiblemente de edad cretácica.
Macroclima: De acuerdo a la clasificación de Kappen, el
clima de la región corresponde a “templado-cálido con estación
seca prolongada (Cs B1-9)”. Las precipitaciones alcanzan un
promedio de aproximadamente 400 mm anuales. Las neblinas
son muy frecuentes en esta zona y a veces se mantienen varios
días dentro de quebradas y alrededor de los cerros, aumentando
considerablemente la cantidad de agua asimilable por las plan-
tas. Este factor es uno de los principales, en cuanto al origen de
las condiciones microclimáticas que permiten la conservación de
algunos elementos relictuales.
La temperatura media anual oscila alrededor de 14* C.
Redon F., J. LIQUENES DE CACHAGUA Y ZAPALLAR 107
Vegetación superior: El círculo de vegetación de Chile cen-
tral está caracterizado por comunidades esclerófilas de la Clase
Lythraeo-Cryptocaryetea Oberd. (Oberdorfer, 1960). En un sen-
tido más amplio, esta región puede ubicarse dentro del “Hartlaub-
gebiet” o zona de vegetación esclerófila (Schmithúsen, 1956).
Las quebradas húmedas, tales como Qda. del Tigre, Qda. de
la Magdalena o Qda. de los Manantiales, se caracterizan por
una abundante vegetación, en que sobresalen formas arbóreas:
Aextoxicon punctatum R. et Pavon (tique), Myrceugenia exsucca
(DC.) Berg. (petra) y Beilschmiedia miersii (Gay) Kosterm
(belloto). En las partes más secas aparece el típico bosque escle-
rófilo: Cryptocaria alba (Mol.) Looser (peumo), Peumus bol-
dus Mol. (boldo), acompañado por diversas especies de arbus-
tos y matorrales. En las cercanías del mar abundan representantes
de Cactaceae y Bromeliaceae. También existen, cerca de la costa,
algunos elementos introducidos, como coníferas y eucaliptus.
RESULTADOS
Sistemática: Los líquenes han sido ordenados taxonómica-
mente, de acuerdo al criterio de Hale (1967), el cual está basado
hasta el nivel de Orden en el sistema adoptado por Dennis (1960)
para los Ascomycetes británicos. Este sistema descansa, a su
vez, en los conceptos de Mannfeldt (1932) modificados por
Lutrell (1955).
Familia LICHENACEAE
Prerygiopsis foliacea HENSS.
Familia COLLEMATACEAE
Leptogium azureum (SWANS.) MONT.
Familia PELTIGERACEAE
Nephroma gyelnikii (RAS.) LAMB.
Peltigera canina (L) WILLD.
Familia STICTACEAE
Pseudocyphellaria crocata (L) WAIN.
Familia CHRYSOTHRYCACEAE
Byssocaulon niveaum MONT.
Chrysothryx noli-tangere MONT.
108 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Familia GRAPHIDACEAE
Graphis brevissima FEE.
Graphis follmannii DODGE.
Graphis lineola ACH.
Graphis sauroidea LEIGHT.
Graphis zapallarensis DODGE.
Familia GYLECTACEAE
Coenogonium patagonicum MÚLL. ARG.
Familia LECIDEACEAE
Bacidia multilocularis (MÚULL. ARG.) ZAHLBR.
Bacidia vulgata MALME.
Catillaria coquimbensis ZAHLBR.
Lecidella carpathica KOERB.
Rhizocarpon obscuratum (ACH.) MASS.
Familia STEREOCAULACEAE
Stereocaulon albicans FRIES.
Familia CLADONIACEAE
Cladonia chlorophea (SOMM.) SPRENG.
Cladonia scabriuscula (DEL.) LEIGTH.
Familia PERTUSARIACEAE
Lecanidium subvelatum (RAS.) DODGE.
Pertusaria columnaris MALME.
Familia LECANORACEAE
Candelariella mendozae (RAS.) DODGE.
Haematomma puniceum (SWANS.) MASS.
Omphalodina johowi¿ FOLL. et REDON.
Familia PARMELIACEAE
Parmelia acariospora ZAHLBR.
Parmelia congensis STEIN.
Parmelia conspersa (ACH.) ACH.
Parmelia flaventior STIRT.
Parmelia microspora MÚLL. ARG.
Parmelia perlata (HUDS.) ACH.
Parmelia pseudoreticulata TAV.
Parmelia reticulata TAYL.
Parmelia sorocheila WAIN.
Familia USNEACEAE
Usnea rubicunda STIRT. var. primaria MOT.
Redon F., J. LIQUENES DE CACHAGUA Y ZAPALLAR 109
Familia RAMALINACEAE
Ramalina sulcatula NYL.
Familia BUELLIACEAE
Buellia coquimbensis DODGE.
Buellia fuscocinerea JATTA.
Buellia fuscula (NYL.) JATTA.
Buellia jorgensis ZAHLBR.
Buellia sordidula JATTA.
Buellia stellulata (TAYL.) MUDD.
Buellia verruculosa (SOMR.) MUDD.
Familia PHYSCIACEAE
Heterodermia galactophylla (TREV.) CULB.
Heterodermia multiciliata (KUR.) FOLLM. et REDON
Heterodermia neoleucomelaena (KUR.) FOLLM. et
REDON.
Physcia albicans (PERS.) THOMS.
Familia TELOSCHISTACEAE
Caloplaca festiva (ACH.) ZW.ACH.
Caloplaca herbidella (RAS.) DODGE.
Caloplaca micropbylla HUE.
Caloplaca pyracea (ACH.) FRIES.
Caloplaca selkirkii ZAHLBR.
Caloplaca thysanodes STIRT.
Candelariopsis chilena DODGE.
Teleschistes caespitosus (MÚLL. ARG.) POELT.
Xanthoria parientina (L) FRIES.
Familia PYRENULACEAE
Pyrenula cerina (FEE) ESCHW .
Familia STRIGULACEAE
Strigula elegans (FEE) MULL. ARG. var. stellata
(NYL et CROMB.) SANT.
Familia ARTHONIACEAE
Arthonia atacamensis FOLLM.
Arthonia australis (ZAHLBR.) DODGE.
Arthonia austrolitoralis FOLLM.
Arthonia octolocularis W.AIÍN.
Arthothelium follmannii DODGE.
Arthotbelium halophilum FOLLM.
Arthothelium pacificum FOLLM.
Arthothelium tigrense DODGE.
110 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Familia ARTHOPYRENIACEAE
Melanothecopsis follmanni; DODGE.
Familia LECANACTIDACEAE
Lecanactis amylaceae (EHRH.) ARN.
Familia OPEGRAPHACEAE
Chiodecton follmannii RIEDL.
Enterographa albinea (NYL.) DODGE.
Minksia chilensis (DODGE) REDON et FOLLM.
Opegrapha decussata DODGE.
Opegrapha follmannii DODGE.
Opegrapha zapallarensis DODGE.
Familia ROCCELLACEAE
Dirina limitata NYL.
Dirina lutosa ZAHLBR.
Dirinastrum chilenum DODGE.
Ingaderia pulcherrima DARB.
Lobodirina cerebriformis (MONT.) FOLLM.
Lobodirina mabuiana FOLLM.
Roccella arboricola FOLLM.
Roccella portentosa (MONT.) DARB.
Roccellaria mollis (HAMPE) ZAHLBR.
Roccellina condensata DARB.
Ecología: Las asociaciones liquénicas que se desarrollan so-
bre las rocas costeras, en su parte más baja (entre 1 a 10 m.s.n.m.),
presentan una marcada halofilia, higrofilia, nitrofilia y relativa
neutrofilia. Los sustratos preferidos son diorita, granito, perido-
tita, filitas y porfiritas. La inclinación del sustrato es por lo gene-
ral alta y fluctúa entre 70 y 100%. Desde el punto de vista de
la luminosidad, pueden considerarse estos líquenes, en su mayo-
ría, fototolerantes y esquiofíticos. Las especies más característi-
cas pertenecientes a estas comunidades son: Arthothelium paci-
ficum Follm., A. halophilum YFollm., Arthonia austrolitoralis
Follm., Dirina limitata Nyl, entre las formas crustáceas. Lobodi-
rina cerebriformis (Mont.) Follm., semicrustácea; Roccella por-
tentosa (Mont.) Darb., fruticuloso y Pterygiopsis foliaceae Henss.,
semifruticuloso.
Por encima de este cinturón es posible observar otras comu-
nidades saxícolas ubicadas entre 10 y 50 m.s.n.nm., con menor
Redon F., J. LIQUENES DE CACHAGUA Y ZAPALLAR 111
g*rado de higrofilia y halofilia y mayor fototolerancia: Buellia
stellulata (Tayl.) Mudd., B. verruculosa (Somr.) Mudd., (am-
bas ombrófilas), Caloplaca herbidella (Ras.) Dodge, C. pyra-
cea (Ach.) Eries, Candelariopsis chilensis Dodge, Catillaria co-
quimbensis Zahlbr., Candelariella mendozae (Ras.) Dodge, Rbhi-
zocarpon obscuratum (Ach.) Mass., Minksia chilensis (Dodge)
Redon et Follm. y Omphalodina johowii Follm. et Redon.
Las comunidades epifíticas que crecen sobre arbustos y espi-
nas de cactáceas, son por lo general, crustáceas o filamentosas.
Muestran una marcada fototolerancia, xerofilia, aerofilia, acido-
filia y ligera coniofilia, nitrofilia y fostatofilia. Representantes
de este grupo son: Chrysothryx noli-tangere Mont., sobre espinas
de cactus; Heterodermia multicicliata (Kur.) Follm. et Redon;
H. neoleucomelaena (Kur.) Follm. et. Redon; Roccellina con-
densata Darb.; Roccellaria mollis (Hampe) Zahlbr., Usnea rubi-
cunda Stirt. var. primaria Mot.
En la cercanía de la costa, sobre corteza, ramas, y a veces
también frutos de Cupressus macrocarpa L. y Pinus radiata D.
Don., se encuentran asociaciones con marcada acidofilia, ombro-
filia e higrofilia, constituidas por: Arthonia australis (Zahlbr.)
Dodge, Arthothelium follmannii Dodge, Graphis follmanni
Dodge, Opegrapha decussata Dodge y Parmelia perlata (Huds.)
Ach.
La vegetación liquénica epifítica propia de las quebradas
húmedas, por encima de los 100 m.s.n.m. está constituida por
variadas comunidades. Entre ellas se observan: sobre Beilsch-
miedia miersii (Gay) Kosterm. (belloto), Bacidia multilocularis
(Mill. Arg.) Zahlbr., B. velgata Malme, Byssocaulon niveum
Mont., Lecanactis amylacea (Ehrh.) Arn., Pyrenula cerina (Fee)
Eschw., Arthonia octolocularis Wain., Arthothelium tigrense
Dodge y Haematomma puniceum (Swnas.) Mass. Sobre las ho-
jas de este mismo árbol crece Strigula elegans (Fee) Múll. Arg.
var. stellata (Nyl. et Cromb.) Sant., la única especie epifila
conocida para esta región. Sobre corteza de Myrceugenia exsucca
(Dc.) Berg.: Coenogonium patagonicum Mill. Arg. y Grapbis
follmannii Dodge. Colgando de ramas de árboles, en las partes
más bajas de las quebradas: Ramalina sulcatula Nyl. y Roccella
arboricola Follm.
112 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
Sociología: La asociación liquénica costera más representa-
tiva es el Roccelletum portentosae Follm., que posee una amplia
distribución desde la costa del norte grande hasta el sur de Val-
paraíso. Menos vistoso, pero igualmente constante es el Ártho-
nietum austrolitoralis Follm. (in literis), que alcanza niveles
muy cercanos a la superficie del mar. Ambas asociaciones perte-
necen al higrohalino Roccellion oceanicum (Matt.) Follm., ca-
racterístico de la costa central y norte de Chile (Follmann 1964,
1968).
En la franja de matorrales costeros y cactaceas se observan
fragmentos del Chrysothrychetum noli-tangere Follm.
En las quebradas húmedas existen varias asociaciones epifí-
ticas sobre corteza y también, saxícolas, cuya descripción será una
tarea futura.
Geografía: La mayor parte de los componentes del Reccelle-
tum portentosae Follm. y Arthonietum austrolitoralis Follm.,
son endemitas de la costa morte y central de Chile. El mayor
desarrollo de estas especies se alcanza más al norte, entre Co-
quimbo y Antofagasta. Algo similar ocurre con el Chrysothry-
chetum-nolí tangere Follm., que tiene su mejor desarrollo en la
zona de Coquimbo. Formas características de los oasis de neblina
de Cerro Moreno y Fray Jorge-Talinay, tales como Oropogon
loxensis (Fee) Fries, Everniopsis trulla (Ach.) Nyl., Tornabe-
nia atlantica (Ach.) Kur., Tornabenia ephebaea (Ach.) Kur.
no se han encontrado aún en esta región.
En resumen, la distribución porcentual de las especies
resulta aproximadamente como sigue: cosmopolitas = 23%;
neotropicales = 17%; paleotropicales = 9%; subantáiticos =
8%; neotropicales endémicos = 43%.
La comparación de estas cifras indica un menor porcentaje
de endemismo respecto a Cerro Moreno (54%), pero mayor,
en relación a Fray Jorge-Talinay (31%). El bajo porcentaje de
formas subantárticas, comparado, por ejemplo, con las neotropi-
cales, parece señalar una conexión más fuerte en ese sentido.
Sin embargo, debe considerarse que la mayoría de estos ende-
mitas corresponden a formas costeras, las cuales, es muy proba-
ble que se hayan originado durante el terciario debiendo ser su
dirección de migración de norte a sur. Por otra parte, las especies
que existen dentro de las quebradas húmedas (oasis de neblina)
Redon F., J. LIQUENES DE CACHAGUA Y ZAPALLAR 113
no muestran relaciones tan fáciles de explicar. Algunos elementos
presentan un endemismo más limitado que las formas costeras,
por ejemplo: Roccella arboricola Follm., Arthothelium follmanni
Dodge y Arthothelium tigrense Dodge, los cuales pueden consi-
derarse momentáneamente como microendemitas. Otros muestran
un evidente origen subantártico, tal como: Coenogonium pata-
gonicum Múll. Arg., liquen higrófilo y ombrófilo, que sólo puede
subsistir en habitats de alta humedad. Parece fuera de duda que
este elemento migró en dirección sur-norte. Lo mismo puede afir-
marse respecto a otras especies más xeroresistentes, como: Ne-
pPhroma gyelnikii (Ras.) Lamb, Lecanactis amylacea (Ehrh.) Arn.,
Leptogium azureum (Swans.) Mont. y algunas especies de Par-
melia.
Podemos deducir, por tanto, que a pesar de su cercanía
actual, la flora liquénica existente en las quebradas húmedas
(oasis de neblina) parece tener un origen y edad diferentes res-
pecto a las comunidades que se desarrollan sobre las rocas lito-
rales.
AGRADECIMIENTOS
Se agradece a la Fundación Alexander von Humboldt, por
el otorgamiento de una beca de investigación en Alemania; al
director del Museo de Historia Natural de Kassel, Prof. Dr.
Gerhard Follmann, por revisión de algunos ejemplares de líque-
nes chilenos.
RESUMEN
1.—Se analizó la flora liquénica de la región de Cachagua y
Zapallar, Prov. de Aconcagua, Chile Central, tanto en la
región de la costa como en las quebradas húmedas y zona
esclerófila intermedia. Se contabilizaron en total 85 especies
pertenecientes a 25 Familias y 47 Géneros.
2.—43% de las especies se pueden considerar endemitas neotro-
picales de la región norte-central de la costa chilena, que se
originaron posteriormente al alzamiento terciario de la Cor-
dillera de los Andes.
114 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
3.—La composición actual de la flora liquénica tendría una edad
pre-glacial.
4.—Ecológicamente predominan formas corticícolas y saxícolas,
acidófilas hasta neutrófilas, higrófilas, fotófilas hasta xero-
resistentes.
5.—En cuanto a la sociología, están representadas las asociacio-
nes Roccelletum portentosae Follm., Arthonietum austroli-
toralis Follm y Cbrysothrychetum noli-tangere Follm.
ZUSAMMENFASSUNG
1.—Die Flechtenflora der Zapallar - Cachaguagebiet in der Pro-
vinz Aconcagua (Mittelchile), auf den Kústenfelsen, auf
den Hartlaubgebieten und auf den feuchten Schluchten,
wurde analysiert. Dort treten 85 Flechtenarten aus 25 Fami-
lien und 46 Gattungen auf.
2.—Die 43% an Edemarten stellen Endemiten aus dem Zeitraum
nach der terticeren Andenauffaltung dar.
3.—Die aktuelle Zusammensetzung der Flechtenflora auf eine
voreiszeitliche Herkunft hindeutet wirden.
4.—“Ekologisch úberwiegen corticole und saxicole, acidophile bis
neutrophile, photophile, hygrophyle und xeroresistente For-
men.
5.—Soziologisch sind die Flechtengesellschaften:
Roccelletum portentosae Follm., Arthonietum austrolitoralis
Follm. und Chrysothrychetum noli-tangere Follm. vertreten.
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Valparaiso, Chile 117
LIQUENES DEL PARQUE NACIONAL “VICENTE PEREZ
ROSALES”, PROVINCIA DE LLANQUIHUE, CHILE
JORGE REDON F.
Departamento de Biología, Universidad de Chile, Valparaíso.
z. Z. Naturkundemuseaum der Stadt Kassel, Steinweg 2, Alemania.
ABSTRACT: Seventy five species are recorded of lichems from
the “Vicente Pérez Rosales” National Park in Prov. Llanquihue, South
Chile, and their distribution is noted in connection with ecological
factors. The composition of the flora in relation to other areas of Chile
and Argentine is briefly discussed.
INTRODUCCION
El Parque Nacional “Vicente Pérez Rosales” ubicado en la
provincia de Llanquihue, en el sector del lago “Todos los San-
tos”, detenta una rica flora y abundante vegetación. Una gran
parte de su área está constituida por bosques naturales, en su
mayoría bien conservados.
Los líquenes de la vecina región argentina de Nahuel Huapí,
también Parque Nacional, han sido suficientemente estudiados
(Santesson 1942, Lamb 1958). No ocurre lo mismo en Chile,
ya que hasta el momento, no existe para esta región ninguna
publicación sobre su abundante flora liquénica. El estudio com-
parado de ambas zonas, ubicadas en diferentes vertientes cordi-
lleranas, resultará evidentemente interesante.
A través de diferentes excursiones efectuadas al Parque
Nacional “Vicente Pérez Rosales”, (Redon 1968; Redon y Quil-
hot 1969; Redon, Quilhot y Keuck 1970; Redon 1970; Quilhot
1971; Keuck 1972), se ha logrado reunir un conjunto de obser-
vaciones ecológicas conjuntamente con una colección de líquenes,
pertenecientes al Herbario del Departamento de Biología de la
Universidad de Chile, Valparaíso. |
Los resultados que se exponen a continuación constituyen
un aporte al Programa de Ecología que el Departamento de
Biología de la citada Universidad, está llevando a cabo desde
hace algunos años en esa zona.
118 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
La determinación sistemática de la mayoría de las especies,
fue realizada en los laboratorios del Museo de Historia Natural
de Kassel, Alemania.
ZONA. Habitat: La región se caracteriza por sus montañas
muy escarpadas, cubiertas con abundante vegetación y que des-
cienden hasta el valle de origen glacial ocupado actualmente por
el lago “Todos los Santos”. Las grandes unidades geológicas que
conforman el área son las siguientes (Aguirre y Levi 1964):
a) rocas graníticas y migmatitas de origen cretácico y terciario.
Este gran cuerpo de rocas intrusivas (granodiorita, gneis,
esquistos anfibólicos y migmatitas) rodea casi por completo
al lago “Todos los Santos” dejando libre sólo su parte occi-
dental;
b) serie efusiva máfica, pertenecientes al terciario superior y
pleistoceno (lavas, piroclásticos andesíticos o basálticos y
lahares). Estas rocas limitan por el este al lago y tienen como
centro de dispersión al volcán Osorno;
c) sedimentos cuaternarios fluvio-glaciales, glacio-lacustres y la-
hares, escasamente representados en las riberas del río Pe-
trohué.
El lago “Todos los Santos” y el “Llanquihue” formaron
posiblemente, un gran lago durante el pleistoceno, y posterior-
mente, debido a la intensa actividad volcánica, se determinó su
separación (Briggen 1950).
Macroclima: Según Kappen, el clima corresponde a “marí-
timo templado, frío lluvioso de costa occidental, Cfb.” Esta uni-
dad climática se extiende a través de la vertiente occidental de
los Andes y alcanza la costa en la latitud de la isla de Chiloé.
La temperatura es uniforme y la presencia de los lagos contri-
buye a suavizar el clima. Los promedios pluviométricos aumen-
tan hacia los Andes, alcanzando hasta más de 4.000 mm anuales.
Vegetación superior: La región está ubicada dentro de las
llamadas Pluvisilvas perennifolias de la zona templada: pluvi
silve de Valdivia, Patagonia septentrional y subantártica
(Schmithisen 1956). La asociación dominante es de ulmo y
coigúe, Dombeyo-Eucryphietum Oberd. (Oberdorfer 1960). El
bosque de coigúe y ulmo es siempre verde, muy bien desarrollado
Redon F., J. LIQUENES, "V. PEREZ ROSALES” 119
en la región del lago “Todos los Santos” y en las partes bajas
del norte de la isla de Chiloé. Se caracteriza por su predominio
de fanerófitas y la abundancia de criptógamas epífitas. Esta
asociación, adaptada a un habitat frío y húmedo, se ubica siem-
pre por encima del complejo de roble-tique.
En algunos habitats de naturaleza volcánica, históricamente
recientes y muy mal poblados, se observa la presencia de arbus-
tos enanos y cojines de musgos y líquenes.
RESULTADOS
Sistemática.
Los líquenes fueron ordenados taxonómicamente siguiendo
el sistema adoptado por Hale (1967). La lista que a continua-
ción sigue, representa sólo un primer inventario, bastante incom-
pleto, acerca del número total de especies que existen en la
región. La mayoría de las formas crustáceas se han omitido
voluntariamente en razón de su difícil determinación. Otros
numerosos representantes de géneros tales como, Parmelia y
Usnea se encuentran en estudio. Solamente se consideran en esta
revisión, los ejemplares de nuestras colecciones que fueron reco-
gidos dentro del área del Parque o en zonas adyacentes.
Familia PANNARIACEAE
Erioderma chilense MONT.
Familia COCCOCARPIACEAE
Coccocarpia gayana (MONT.) NYL.
Familia PELTIGERACEAE
Peltigera polydactyla (NECK.) HOFFM.
Nepbroma antarcticum (WULF.) NYL.
Nephbroma cellulosum (SM.) ACH.
Nephroma lobuligerum (MÚLL. ARG.) GYELN.
Familia STICTACEAE
Sticta caulescens DE NOT.
Sticta damicornis (SW.) ACH.
Sricta fuliginosa (DICKS.) ACH.
Sticta hypochra WAIN.
Sricta weigelií (ACH.) WAIN.
120
ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Pseudocyphellaria albidopallens WAIN.
Pseudocyphellaria argyracea (DEL.) WAIN.
Pseudocyphellaria billardieri (DEL.) RAS.
Pseudocyphellaria chloroleuca (HOOK. et. TAYL.)
DU RIETZ.
Pseudocyphellaria coerulescens (MONT.) MAGN.
Pseudocyphellaria compar. (NYL.) MAGN. var. gra-
nulifera (HUE) SANT.
Pseudocyphellaria coriifolia (MÚLL. ARG.) MALME.
Pseudocyphellaria crocata (L) WAIN.
Pseudocyphellaria durvillez (DEL.) WAIN.
Pseudocyphellaria encoensis SANT.
Pseudocyphellaria flavicans (HOOK. et TAYL.)
WAIN.
Pseudocyphellaria gilva (ACH.) MALME.
Pseudocyphellaria hirsuta (MONT.) WAIN.
Pseudocyphellaria horrida (HUE) LAMB.
Pseudocyphellaria nitida (TAYL.) MALME.
Pseudocyphellaria orygmaeca (ACH.) MALME.
Pseudocyphellaria pluvialis SANT.
Pseudocyphellaria physciospora (NYL.) MALME.
Pseudocyphellaria scabrosa SANT.
Pseudocyphellaria subrubella RAS.
Pseudocyphellaria valdiviana (NYL.) FOLLM.
Familia STEREOCAULACEAE
Stereocaulon curtum (RAS.) LAMB.
Stereocaulon paschale (L) HOFEFM. var. alpinum
(LAUR.) MUDD.
Stereocaulon ramulosum (SW.) RAUSCH.
Stereocaulon ramulosum (SW.) RAUSCH. var. ma-
crocarpum (RICH.) BAB.
Stereocaulon speciosum LAMB. var. surreptans LAMB.
Stereocaulon vesuvianum PERS.
Familia CLADONIACEAE
Cladonia aggregata (SW.) ACH.
Cladonia bacillaris NYL.
Cladonia capitata (MICHX.) SPRENG.
Cladonia chlorophaea (SOMM.) SPRENG.
Cladonia coccifera (L) WILLD. var. aberrans ABB.
Redon F., J. LIQUENES, “V. PEREZ ROSALES” 121
Cladonia coniocraea (FLORK.) SPRENG.
Cladonia gracilis (L) WILLD. ssp. elongata (JACQ.)
WAIN.
Cladonia metacorallifera ASAH.
Cladonia pycnoclada (PERS.) NYL.
Cladonia rangiferina (L) WIGG. var. vicaria (SANT.)
AHTIÍ.
Cladonia scabriuscula (DEL.) LEIGHT.
Cladonia subsquamosa AHTI
Cladonia subulata (L) WIGG.
Familia UMBILICARIACEAE
Umbilicaria nylanderiana (ZAHLBR.) MAGN.
Familia PERTUSARIACEAE
Perforaria cucurbitula (MONT.) MÚLL. ARG.
Familia PARMELTIACEAE
Hypogymnia bitteriana (ZAHLBR.) RAS.
Hypogymnia lugubris (PERS.) DODGE.
Menegazzia dispora (NYL.) SANT.
Menegazia hollermayeri (RAS.) SANT.
Menegazzia valdiviensis (RAS.) SANT.
Parmelia arnoldii DU RIETZ.
Parmelia perlata (HUDS.) ACH.
Parmelia sinuosa (SM.) ACH.
Platismatia glauca (L) CULB. et CULB.
Familia LECANORACEAE
Placopsis gelida (L) NYL.
Placopsis parellina (NYL.) LAMB var. carnea (RAS.)
LAMB.
Placopsis stenophylla (HUE) LAMB.
Familia USNEACEAE
Usnea aurantiacoatra (JACQ.) BORY.
Usnea magellanica (MONT.) MOT.
Alectoria pubescens (L) HOWE.
Siphula complanata SANT.
Familia SPHAEROPHORACEAE
Sphaerophorus australis LAUR.
Sphaerophorus melanocarpus DC.
Sphaerophorus ramulifer LAMB.
Sphaerophorus tener LAUR.
122 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Familia PHYLLOPYRENIACEAE
Lepolichen coccophorus (MONT.) TREV.
Familia DICIYONEMATACEAE
Dictyonema montanum (SWANS.) PARM.
Ecología: Dentro de los bosques, principalmente las formas
foliáceas de líquenes epifíticos alcanzan un enorme desarrollo.
Todos ellos presentan una marcada higrofilia, ombrofilia y aci-
dofilia. El género mejor representado es Pseudocyphellaria, con
numerosas especies que crecen sobre corteza de árboles, especial-
mnte en la región basal. Representantes de los géneros Sticta,
Nephroma, Parmelia, Hypogymnia y Menegazzia alcanzan tam-
bién alta cobertura. Colgando de ramas de diversas especies arbó-
reas, y en particular del alerce, Fitzroya cuppressoides (Mol.)
Johnst., crece Usnea magellanica (MONT.) MOT., cuyos tallos
alcanzan excepcionalmente hasta 1 metro de longitud. Sobre
troncos en descomposición abundan especies de Cladonia entre
ellas: C. gracilis (L) Willd. ssp. elongata (Jacq.) W.AILN., C.
coccifera (L) Willd. var. aberrans ABB. C. metacorallifera Asah,.
En las zonas abiertas constituidas por sustratos volcánicos
relativamente recientes, entre 100 a 300 m.s.n.m., existen asocia-
ciones saxícolas relativamente pobres, constituidas en gran parte
por especies de los géneros Placopsis y Stereocaulon: Placopsis
gelida (L) Nyl. y Stereocaulon vesuvianum Pers. En esta misma
región, sobre el suelo, se desarrollan abundantes cojines de mus-
gos constituidos principalmente por Dicranoloma sp. y algunas
especies de Cladonia: C. pycnoclada (Pers.) Nyl., C. scabrinscula
(Del.) Leight. y C. aggregata (Sw.) Ach., las cuales presentan
un mayor grado de xeroresistencia. Sobre ramas de arbustos enanos
se observan: Erioderma chilense Mont y Coccocarpia gayana
(Mont.) Nyl.
La mayor parte de las típicas comunidades liquénicas de
bosque, mencionadas anteriormente, tienen su mejor desarrollo
entre los 150 y los 700 m.s.n.m. Por encima de este nivel, y hasta
aproximadamente 1.200 m.s.n.m., hay' un empobrecimiento en
abundancia y cobertura de las vistosas formas foliáceas. Se ob-
servan, en cambio, comunidades corticícolas, relativamente esca-
sas, constituidas por Sphaerophorus melanocarpus Dc., Sphacro-
phorus australis Laur. y Menegazzia valdiviensis (Ras.) Sant.
Redon F., J. LIQUENES, “V. PEREZ ROSALES” 123
Persisten, además, Usnea magellanica (Mont.) Mot. y Pseudo-
cyphellaria crocata (L) Wain. Entre 1.200 y 1.400 m.s.n.m. se
encuentra el límite de los bosques y aparecen elementos que
muestran una clara convergencia ecológica antártica, aunque
sólo en el aspecto fisionómico. Las formas saxícolas más caracte-
rísticas son: Usnea aurantiacoatra (Jacq.) Bory, Alectoria pu-
bescens (L) Howe, Umbilicaria nylanderiana (Zahlbr.) Magn.
junto a formas crustáceas de Rhizocarpon y Lecidea. A esta altura
se encuentran además planicies de limitada extensión, pobladas
por comunidades muscícolas que recuerdan por su fisionomía a
aquellas que se desarrollan en las islas de la Antártida occidental
(Redon 1969). Estas comunidades, muy abundantes, quedan cu-
biertas por nieve durante la estación invernal. Sus componentes
son: Cladonia rangiferina (L) Wigg. var. vicaria Ahti y Ste-
reocaulon speciosum Lamb. var. surreptans Lamb.
Sociología: El conocimiento que se posee actualmente sobre
las asociaciones liquénicas de esta región, es aún muy reducido
(Huneck y Follmann 1967; Follmann 196,). Los líquenes foliá-
ceos que crecen en el interior de los bosques, pertenecen a la
alianza Stiction subantarctitcum Matt., con varias asociaciones
aún no descritas: Nephrometum, Pseudocyphellarietum, Usnee-
tum, Stictetum, Cladonietum, Sphaerophoretum y Menegazzie-
tum. Las asociaciones ubicadas sobre sustrato volcánico, fuera de
los bosques, pueden clasificarse, en parte, dentro de la alianza
Stereocaulion ramulosi Matt. Las comunidades sobre suelo y mus-
gos constituyen otro Cladonietum. Por encima del límite de los
bosques y bajo el límite de las nieves, las asociaciones más vis-
tosas son: Usnea-Alectoria, saxícola y Stereocaulon-Cladonia,
terrícola-muscícola.
Geografía: La región del Parque “Vicente Pérez Rosales”
se ubica en el extremo norte del subreino floral subantártico, en
su extensión sudamericana. Los elementos que componen la flora
liquénica de esta región muestran ser heterogéneos. Se observa
un abundante endemismo subantártico, pero muy escasas rela-
ciones antárticas. Hay representantes cosmopolitas y neotropica-
les, pero muy escasas relaciones con el Holártico. Dos ejemplos
ilustran este último caso: Perforaria cucurbitula (Mont.) Mill.
124 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
Arg., presente además en Nueva Zelandia y Japón, que parece
tener una distribución circumpacífica (Oshio 1968), y, Stereo-
caulon paschale (L) Hoffm., de distribución bipolar (subantár-
tico-neotropical-holártico), el cual, conjuntamente con otras espe-
cies del subgénero Enteropodium, posiblemente ha migrado desde
el hemisferio norte como elemento de la “Stephanoflora” en el
cretácico y terciario.
Las relaciones con el Paleotropis son muy débiles.
El género Pseudocyphellaria es, sin duda, el que presenta
mayor interés en cuanto a su distribución, tanto por su abundan-
cia como por su variedad (Redon en prep.). Existen relaciones
fisionómicas y seguramente filogenéticas con numerosas especies
de Nueva Zelandia e islas subantárticas. Parece cierto que el
sector comprendido por la Patagonia occidental ha sido un im-
portante centro de origen y dispersión durante el terciario. Lo
mismo puede afirmarse respecto al género Menegazzia (Santes-
son, 1942).
La distribución porcentual de las especies es, aproximada-
mente, la siguiente: cosmopolitas = 14%; neotropicales = 12% z
paleotropicales = 40%; subantárticos = 9%; subantárticos-endé-
micos = 49%; holárticos = 9%.
La presencia de 59,7% de las especies registradas, en la
región argentina de Nahuel Huapí y zonas adyacentes, es un
ejemplo de la intensa migración ocurrida entre ambos sectores
geográficos.
AGRADECIMIENTOS
Se agradece a la Fundación Alexander von Humboldt por
el otorgamiento de una beca de investigación en Alemania: al
Director del Museo de Historia Natural de Kassel, Prof. Dr.
Gerhard Follmann, por las facilidades otorgadas en relación a la
revisión de material liquénico y literatura; al Dr. Teuvo Ahti
(Helsinki) por la determinación de algunas Cladonia; al Dr.
Rolf Santesnson (Uppsala) por sus interesantes sugerencias en
torno a la familia Stictaceae.
Redon F., J. LIQUENES, “V. PEREZ ROSALES” 125
RESUMEN
1.—Se analizó la flora liquénica de la región del Parque Na-
cional “Vicente Pérez Rosales”, provincia de Llanquihue,
Sur de Chile. Se contabilizaron 75 especies, pertenecientes a
14 Familias y 21 Géneros.
2.—49% de las especies pueden considerarse endemitas suban-
tárticos de la región patagónica occidental de Chile.
3.—Ecológicamente predominan formas corticícolas, acidófilas,
ombrófilas e higrófilas.
4.—En cuanto a la sociología, están representadas varias asocia-
ciones no determinadas de las alianzas Stiction subantarcti-
cum Matt. y Stereocaulion ramulosi Matt.
ZUSAMMENFASSUNG
1.—Die Flechtenflora der Nationalpark “Vicente Pérez Rosales”
in der Provinz Llanquihue (Siúdchile) wurde analysiert. Dort
treten 75 Flechtenarten aus 14 Familien un 21 Gattungen
auf.
2.—Die 49% an Edemarten stellen Subantarktischen-endemiten
aus dem westlichen patagonischen Gebieten von Chile.
3.—CEkologisch úberwiegen corticole, acidophile, ombrophile und
hygrophile Formen.
4.—Soziologisch sind die Flechtengesellschaften noch nicht bes-
timmt und sie zur Stiction subantarcticum Matt. und Stereo-
caulion ramulosii Matt. gehceren.
REFERENCIAS
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126 " ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
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SCHMITHUSEN, J. 1956: Die reumliche Ordnung der chilenischen Vegetation.
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Valparaiso, Chile 127
DOS NUEVAS ESPECIES DE PTEROMALIDAE
DE LA REPUBLICA ARGENTINA
(Hymenoptera; Chalcidoidea)
LUIS DE SANTIS
Facultad de Ciencias Naturales y Museo La Plata - República Argentina
El equipo de técnicos del Museo de La Plata que está
realizando el estudio limnológico de las lagunas de la provincia
de Buenos Aires, me ha confiado la determinación de los mate-
riales de tisanópteros y microhimenópteros que obtiene en las
recolecciones entomológicas que periódicamente efectúa, princi-
palmente al examinar la fauna que vive asociada con la vegeta-
ción flotante. Algunas de estas determinaciones aparecen en un
trabajo de Ronderos y colaboradores (1969, An. Comis. Invest,
Cient. Bs. As., 7; 311-391).
En esta nota describiré una nueva especie de Enpteromalus
y otra de Cyrtogaster descubiertas por el doctor R. A. Ronderos
y el licenciado J. A. Schnack, ambos del mencionado equipo
de técnicos. Como quiera que es ésta la primera vez que se
señala la presencia de dichos géneros en el país, también doy
los datos correspondientes a los mismos. Los tipos han sido
incorporados a las colecciones del Museo de La Plata.
GENERO EUPTEROMALUS KURDJUMOV
Eupteromalus Kurdjumov, 1913, Rev. russe Ent., 13: 12.
Nemicromelus Girault, 1917, Descr. Hym. Chalcid. varior.
cum. observ. V, publicación privada, pág. 4.
Distribución geográfica: Europa, Asia, América del Norte
y América del Sur.
Biología y utilización: Las especies de este género de bio-
logía conocida, se comportan como parásitos primarios de lepi-
dópteros y dípteros de familias diversas, de coleópteros brúquidos
y curculiónicos y de araneidos epéiridos y tomísidos y también
128 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
como hiperparásitos sobre otros microhimenópteros, principal-
mente icneumónicos y bracónidos. E. hemipterus (Walter, 1836)
de Europa, ha sido introducida en los Estados Unidos para com-
batir los lepidópteros limántridos Nygmia phaeorrhoea (Donov.)
y Stilpnotia salicis (L.) que ocasionan serios perjuicios en las plan-
taciones de forestales de ese país, habiéndose obtenido cierto
éxito en el control de la plaga mencionada en último término
[véase Clausen, 1956, Techn. Bull. U. $. Dept. Agric., (1139):
64-65 y 103-104]. Su biología ha sido estudiada detalladamente
por Proper (1931, Jowrn. Agric. Res., 43: 37-56) y Howard et
Fiske [1911, Bull. Ent. U. S. Dept. Agric., (91): 262-263 y 267-
278]. También se conoce la de E. cognatus Gahan, 1924, investi-
gada por Auten (1925, Ann. ent. Soc. Amer., 18: 242), de E.
dubius (Ashmead, 1896) por Blickenstaff, Arbuthnot et Harris
(1953, Journ. Scie. lowa State-Coll., 27: 374-375), de E. subap-
terus (Riley, 1885) por Osborn [1898, Bull. Ent. U. S. Dept.
Ágric., n. S., (16): 28-29], Packard (1916, Jour. Agric. Res.,
6: 377-381) y McColloch [1923, Techn. Bull. Kans. agric. exp.
Sta., (11): 63 y 67-69] y de E. viridescens (Walsh, 1861) por
Girault (1912, Bull. Wiscons. nat. Hist. Soc., 10: 31-46), Balduf,
(1929, Obio Journ. Scie., 29: 226-227 y 237), Decker (1935,
Journ. Scie. lowa State Coll., 9: 572 y 575-576) y Hamlin et alt.
[1949, Techn. Bull. U. $. Dept. Agric., (975): 41, 44, 50-51,
55-58 y 83].
Observaciones: Parker, Berry et Silveira Guido [1953, Rev.
Asoc. Ings. Agrs. Uruguay, (92): 43 y 87, sep.] mencionan una
especie no identificada de este género criada de Apanteles sp.
que a su vez parasita Pseudaletia adultera (Schaus) en el Uru-
guay.
EUPTEROMALUS PALUSTRE sp. nov.
(Figs. 1 y 2)
Hembra: Negro, brillante, sobre todo en el abdomen, con
débiles reflejos verdosos y purpúreos. Ojos rojizos. Mitad basal
de escapo y patas a partir de los trocánteres, amarillento, algo
ennegrecido en los fémures, tibias posteriores y artejo apical de
los tarsos. Alas hialinas con nervaduras amarillento ennegrecido.
Santis, L. de NUEVAS ESPECIES DE PTEROMALIDAE 129
Cabeza y dorso del tórax reticulado-punteado; abdomen liso
excepto en el tercio apical.
Cabeza un poco más ancha que el tórax; vista de frente de
forma subtriangular, más ancha que larga (13,5: 10); occipucio
excavado con quilla fina, pero bien marcada; escrobas poco
excavadas, no marginadas; margen apical del clípeo convexo;
mejillas un poco más cortas que la mitad del diámetro longitu-
dinal de los ojos; sienes muy aplanadas; sutura genal apenas
perceptible; ojos medianos, lampiños; ocelos en triángulo obtus-
ángulo; línea postocelar subigual a la ocelo-ocular; antenas inser-
tas ligeramente por encima de la línea inferior de los ojos; escapo
subcilíndrico que llega al plano del vértice; pedicelo subpirifor-
me, más largo que ancho y casi tan largo como el primer artejo
del funículo más los dos anillos; éstos muy aparentes, el segundo
más largo; artejos del funículo de igual longitud y anchura y
gradualmente más anchos hacia la maza, con algunas sensorias
longitudinales gruesas; maza triarticulada, engrosada, un poco más
larga que los dos artejos precedentes reunidos y también con
sensorias longitudinales gruesas.
Collar del pronoto muy corto y claramente marginado; me-
soescudo con surcos parapsidales marcados nada más que en
los dos tercios anteriores; escudete convexo, tan largo como el
mesoescudo; metanoto estrecho; propodeo bastante desarrollado,
prolongado en un cuello posterior muy aparente y con quilla
mediana y pliegues laterales completos. Alas amplias, las ante-
riores 3,3 veces más largas que anchas, con pestañas marginales
más bien largas, casi lampiñas en tercio basal; longitudes de las
nervaduras submarginal, marginal, postmarginal y estigmática,
en la relación siguiente: 12: 5: ÓN
Pecíolo corto, pero bien aparente; gáster oval, aguzado en
el ápice, tan largo como el tórax y aproximadamente de la mis-
ma anchura; primer urotergito ocupando el tercio basal; segundo
y sexto de longitud igual a la mitad de la del primero; tercero a
quinto y séptimo, subiguales y un poco más cortos; séptimo sub-
cónico; oviscapto oculto.
Longitud del cuerpo 1,5.
Macho: Reflejos purpúreos más intensos que en la hembra.
Antenas conformadas tal como se ve en la fig. 2; escapo apenas
130 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
ennegrecido en la parte apical y sobrepasando el plano del vér-
tice; flagelo filiforme, poco ensanchado hacia el ápice; maza más
larga que los tres artejos precedentes reunidos, poco engrosada;
dimensiones de cada artejo:
LONGITUD ANCHURA
RA a MI 0,028 0,026
PA 0,216 0,034
re te 0,060 0,036
o de dd O o 0,008 0,024
dira IA 140 0,016 0,026
LI A 0,036 0,032
AE IN ES 0,046 0,034
A o, 0,042 0,034
IN AE 7 E 0,042 0,036
VIE AA 0,044 0,036
VITAE AE AN 0,044 0,038
le E Al LAR 0,052 0,044
A co ARAS A 0,048 0,044
e A E A 0,048 0,032
Longitud de las alas anteriores 0,981 (fig. 1); anchura
0,389; longitud de las pestañas marginales más largas 0,048; lon-
gitudes de las nervaduras submarginal, marginal, postmarginal
y estigmática, en la relación siguiente: 38: 19: 13: 13. Longitud
de las alas posteriores 0,685; anchura 0,144; pestañas marginales
un poco más cortas que en las anteriores.
Gáster más corto que el tórax, semitruncado en el ápice;
primer urotergito más largo, pero sin llegar a la línea media.
Longitud del cuerpo 1,1.
Distribución geográfica: Buenos Aires. Localidad tipo: La-
guna Las Perdices.
Biología: Desconocida. Los ejemplares estudiados fueron
obtenidos recolectando materiales entomológicos en la vegeta-
ción flotante.
Observaciones: Esta nueva especie tiene que incluirse en el
grupo que presenta el primer urotergito corto, alrededor de un
tercio de la longitud total del gáster, y al lado de E. americanas
Santis, L. de NUEVAS ESPECIES DE PTEROMALIDAE 131
Gahan, 1933; se diferencia por la conformación de las alas ante-
riores y ofrecer el collar del pronoto claramente marginado.
Material estudiado: 1 hembra holotipo y 1 macho alotipo,
Laguna Las Perdices, 17-18-X11-1968, Schnack, col. y 1 hembra
y 2 machos paratipos, Laguna de Chascomús (provincia de Bue-
nos Aires), 28-X-1965, Ronderos, col.
GENERO CYRTOGASTER WALKER
Cyrtogaster Walker, 1833, Ent. Mag., 1: 371, 381.
Distribución geográfica: Europa, Asia, América del Norte,
Las Antillas, América del Sur e islas de Java y Juan Fernández.
Biología: Las especies de este género de biología conocida,
parasitan dípteros de las familias Agromyzidae, Opomyzidae,
Lonchopteridae, Ephydridae y Chloropidae. Se conoce con cierto
detalle la biología de C. vulgaris Walker, 1833, estudiada prin-
cipalmente por Cameron (1940, Bull. ent. Res., 30: 197-199)
y Askew (1965, Entomophaga, 10: 185-186). Sólo excepcional-
mente han sido criadas de lepidópteros o como hiperparásitas
sobre otros microhimenópteros de la familia Braconidae.
CYRTOGASTER FLUITANTIS sp. nov.
(Figs. 3 y 4)
Hembra: Negro y algo brillante, con débiles reflejos purpú-
reos. Ojos rojizos. Base del escapo y patas a partir de los trocán-
teres, de color castaño, más o menos ennegrecido. Tibias en dos
bandas borrosas, sub-basal y apical, tarsos y nervaduras alares,
negruzco. Alas hialinas.
Cabeza y dorso del tórax, micro-reticulados; abdomen casi
liso excepto en el ápice.
Cabeza gruesa, tan ancha como el tórax; vista de frente de
forma subtriangular, más ancha que larga (31: 26); occipucio
poco excavado ,sin quilla; sienes redondeadas; escrobas poco
excavadas, no marginadas; mejillas un poco más largas que la
mitad del diámetro longitudinal de los ojos; sutura genal apenas
marcada; ojos ralamente pestañosos, con pestañas cortas; ocelos
132 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
en triángulo obtusángulo; línea postocelar un poco más larga
que la ocelo-ocular; margen apical del clípeo tridentado; ante-
nas insertas a la altura de la línea inferior de los ojos, confor-
madas tal como se ve en la fig. 3; el escapo sobrepasa un poco
el plano del vértice; dimensiones de cada artejo:
LONGITUD ANCHURA
RI As 0,040 0,032
CER IA e E 0,288 0,036
A O O. 0,088 0,044
anu Ae a Erica. 0,012 0,032
A ts is 0,016 0,032
LIA A o o 0,044 0,044
NACI 0,048 0,048
VIS lar NA TAS 0,048 0,050
AE 0,048 0,056
VIA e 0,048 0,060
LIE A o INR 0,046 0,070
O A AE Ls UE M0 0,048 0,076
YE dd E EE 0,044 0,074
a e O E 0,038 0,062
Tórax el doble más largo que ancho; visto de perfil, poco
convexo; collar del pronoto marginado surcos parapsidales an-
chos y profundos en toda su extensión, con puntos gruesos; escu-
dete ancho, tan largo como el mesoescudo, con surco frenal bien
marcado propodeo bastante desarrollado, rugoso; espiráculos cir-
culares; callus densamente pestañoso, con pestañas largas de
color blanco. Pleuras fuertemente reticuladas. Longitud de las
alas anteriores 1,758 (fig. 4); anchura, 0,666; longitud de las
pestañas marginales más largas 0,056; longitudes de las nerva-
duras submarginal, marginal, postmarginal y estigmática, en lo
relación siguiente: 35: 19: 11: 9. Longitud de las alas posterio-
res 1,240 anchura 0,304.
Pecíolo un poco más ancho que largo, rugoso y con quillas
longitudinales. Gáster oval, de igual longitud y anchura que el
tórax; primer urotergito ocupando aproximadamente un tercio
Santis, L. de NUEVAS ESPECIES DE PTEROMALIDAE 133
de la longitud total, con margen apical muy poco excavado;
segundo urotergito más corto ocupando ambos algo más de la
mitad de la longitud total; los restantes mucho más cortos; Ovis-
capto apenas saliente.
Longitud del cuerpo 2.
Macho: Desconocido.
Distribución geográfica: Buenos Aires. Localidad tipo: La-
guna Yalca.
Biología: Desconocida. Los ejemplares estudiados fueron
obtenidos en las mismas condiciones que los de la especie ante-
rnor,
Observaciones: Siguiendo la clave de Askew (1965, loc. cit.,
pág. 184) para las especies holárticas del género, se llega a
C. britteni Askew, 1965, pero la nueva especie es diferente por
detalle de la coloración, la conformación de las antenas y alas
anteriores, los tarsos medios con el artejo apical no ensanchado,
el mesoescudo comparativamente más largo y el margen apical
del primer urotergito apenas excavado. Algunos de estos carac-
teres también la separan de C. sanctaclarae De Santis, 1964, de
las islas Juan Fernández.
Material estudiado: 1 hembra holotipo y 2 hembras para-
tipos, Laguna Yalca (provincia de Buenos Aires), 2 y 23-V-1969,
Schnack, col.
La Plata, 5 de Julio de 1969.
135
NUEVAS ESPECIES DE PTEROMALIDAE
Santis, L. de
14%
UN
l
NN
Í
157
antena.
lor.
lor; 2,
4, ala anter
,
1, ala anter
. nov., hembra: 3, antena
Hantis sp
Eupteromalus palustre sp. nov., macho
Cyrtogaster flu
E
185
Figs. 1 y 2
E
Valparaiso, Chile 137
REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA
(ANDRENIDAE - APOIDEA)
H. TORO - L. RUZ
Laboratorio de Zoología, Universidad Católica de Valparaíso
ABSTRACT: The authors describe two sub-genera of Spinoliella
in this paper: Sub-genus Spinoliella Ashmead sensu stricto, includes
S. nomadoides (Spin. 1851) and S. psamita n. sp. and Peniella n. subgen.
including $. maculata (Spin. 1851), S. herbsti (Friese 1916), $. rozeni
n. sp. and $. rufíventris mn. sp. A. key and morphological data of the
species are provided. All the species are described and ¡llustrated.
El Género Spinoliella, propuesto por Ashmead en 1899,
aparece definido por los caracteres dados en su clave de Panur-
ginae. Michener en 1944 lo cita como sinónimo de Nomadopsis,
llamando la atención, sin embargo, sobre su distinta distribución
geográfica. En 1952 Timberlake discute el grupo, considerando
válida lo agrupación de Ashmead y hace una descripción del
Género basándose en los caracteres de la especie tipo: C. noma-
doides, desgraciadamente los ejemplares estudiados por él, no
son conespecíficos con el tipo de C. nomadoides de Spinola (de-
signado por Moure 1958) y corresponden a $. rufiventris n. sp.
que se describe en el presente trabajo. El criterio de Ashmead es
seguido posteriormente por Sandhouse (1943), Michener (1953)
y Rozen (1967).
A nivel de especies las primeras informaciones aparecen
dadas por Spinola (1851) que describe Camptopoeum noma-
doides y C. maculatum. Consideradas en este mismo género apa-
recen en los trabajos de Dalla Torre (1896), Friese (1910),
Herbst (1917) y otros. En 1916 Friese describe C. herbsti y C.
difficile, la primera es considerada, en este trabajo, como una
buena especie ya que está bien definida en la descripción, aun-
que en el material determinado por Friese está mezclada con
S. maculata.
En la literatura chilena las especies aparecen mencionadas
por Ruiz (1923), Joseph (1926), Jaffuel y Pirión (1926), Ga-
138 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
zulla y Ruiz (1928); curiosamente Herrera y Etcheverry (1960)
ubican a $. maculata en el Género Ruizapis (=Ruiziella) de
Timberlake, que había sido creado para C. ochraceum, cierta-
mente muy alejado de esta especie.
Hasta donde alcanza nuestra información, las especies del
Género se distribuyen sólo en Chile, aunque se presentan en
Argentina grupos muy vecinos.
En este trabajo se hace una descripción de los caracteres
comunes a las especies del Género, se distingue dos subgéneros
y se da una clave de identificación. Se proporciona al final del
trabajo una tabla de datos morfométricos obtenidos con micros-
copio estereoscópico Wild M5 usando objetivo 25 y ocular 10
excepto en las piezas bucales donde se usó 50 x 10. Con objetivo
25 la conversión a mm. puede hacerse multiplicando por factor
0.4 debiendo usarse 0.2 para las piezas bucales. Los nombres de
las estructuras medidas han sido señalados con un número, el
mismo que aparece en los esquemas que indican como ellas han
sido tomadas. Para las piezas bucales no figuradas se consideró
siempre las distancias máximas. No se midieron las estructuras
bucales de $. 2omadoides ya que se dispuso sólo del ejemplar tipo.
Se anota una redescripción de $. romadoides, S. maculata y S.
herbsti, se describen además tres nuevas especies: $. psamita
N. Sp.,. $. rozeni n. sp. y S. rufiventris n. sp. En todas las descrip-
ciones se mantiene el mismo patrón para facilitar la compara-
ción morfológica.
Las siglas junto al material estudiado indican la colección
extranjera en que se encuentra depositado :American Museum
of Natural History (AMNH); United States National Museum
(USMN); University of Kansas (K.U.); colección Schlinger
(SCHL.).
Agradecemos al Dr. Rozen del AMNH, por alentarnos a
la realización de este trabajo, poner a nuestra disposición abun-
dante material del Museo y haber conseguido para estudio los
ejemplares de otras colecciones norteamericanas y en forma muy
especial al Dr. U. Parenti del Museo de la Universidad de Torino
por habernos facilitado gentilmente material de la Colección
Gay.
Toro, H. y Ruz, L. REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA 139
Este trabajo se ha realizado bajo el patrocinio del Centro
de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad
Católica de Valparaíso.
CARACTERES COMUNES PARA LAS ESPECIES
DEL GENERO SPINOLIELLA
Coloración: Tegumento con áreas amarillas en: labro, clípeo,
por fuera de la sutura subantenal externa, área subantenal, área
supraclipeal, patas y tergos metasómicos.
Pilosidad: Cabeza y tórax con pilosidad más bien corta, po-
co densa, dejando ver el tegumento. En hembras borde ventral
de fémures medios con una fila bien definida de cerdas cortas
(Fig. 12). Tibias y basitarsos metatorácicos en la cara externa
con pelos largos, espaciados; en hembras cara interna de la tibia
con un pequeño cepillo hacia los extremos, en machos en toda la
superficie, salvo una banda marginal ventral. Tergos metasómi-
cos con pilosidad muy corta y escasa, pero larga en los últimos;
6” esterno de las hembras con una fila distal de pelos cortos
(Fig. 13).
Tegumento: Triángulo propodeal areolado.
Estructuras: Sutura subantenal externa sinuada, aproxima-
damente dos veces la interna, mayor que el área subantenal y
con notable solevantamiento del tegumento por su lado externo.
Impresión tentorial en sutura subantenal externa (Fig. 6). Man-
díbulas con proceso basal interno (Fig. 9). Primer segmento de
los palpos labiales aproximadamente dos a tres veces elp2rcacas
sumados. Labro cuadrangular, menos de 2 veces más ancho que
largo. Fóveas facialies alargadas en forma de surco más cortas
y mejor marcadas en los machos. Espolones tibiales microserra-
dos. En hembras placa basitibial redondeada de bordes ligera-
mente solevantados, no apreciable en machos. Basitarsos poste-
riores delgados, ligeramente mayores que la mitad del largo de
las tibias. Garras bifurcadas. Célula marginal poco mayor que la
distancia del extremo al ápice del ala y más de 3 veces más larga
que ancha, 1* submarginal ligeramente mayor que la 2% Lóbulo
jugal claramente mayor que la célula cubital. Tergos metasómi-
cos con graduli cariniformes recurvados antes de alcanzar el
140 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
estigma. 6” esterno metasómico de los machos deprimido basal-
mente, con área central lisa y brillante; 7? con lóbulos distales
simples, pequeños; 8” triangular con margen proximal excavado
lateralmente, área distal angosta y alargada. Cápsula genital con
gonocoxitos algo ensanchados, apodema gonocoxal medianamente
desarrollado; volselas (¿?) unidas al borde distal de los gono-
coxitos; valvas hendidas en el extremo. 6? esterno metasómico
de las hembras con expansiones laminares proximales, poco escle-
rozadas (Fig. 13).
CLAVE PARA ESPECIES
Machos.—
1.—Cara externa de basitarsos posteriores con pelos cortos, den-
sos; fóveas faciales en un surco por lo menos tan ancho
como 1/3 del ancho menor del escapo (Subgénero PENIE-
IO ep O a ta ad a o RAE 2
Cara externa de basitarsos posteriores con pelos largos y
espaciados; fóveas faciales tan anchas como 1/5 del ancho
menor del escapo (Subgénero SPINOLIELLA) S. psami-
fa Mn. Sp.
2.—Ocelos laterales bajo el vértice en vista lateral (Fig. 5);
6” tergo metasómico sin manchas claras .............. 3
Ocelos laterales a nivel del vértice en vista lateral (Fig. 7);
6? tergo metasómico con manchas claras .. $. rozeni n. sp.
3.—Clípeo 4 o más veces más ancho que largo; 2* segmento del
flagelo 3/5 del 1”; tergos metasómicos marrón o casi ne-
O A IR O o 4
Clípeo menos de 4 veces más ancho que largo; 2* segmento
del flagelo 2/3 del 1%; tergos metasómicos rojo-anaranja-
ds O Aj. S. rufiventris n. sp.
4.—Cabeza vista por abajo con procesos angulares del clípeo
a distancia semejante entre el borde posterior y anterior (Fig.
3); cabeza y tórax con tegumento fuertemente areolado en-
tre los puntos; cara externa de basitarsos anteriores ma-
E A E as S. maculata (Spin. 1851)
Cabeza vista por abajo con procesos angulares del clípeo
más cerca del borde posterior que del anterior (Fig. 4);
Toro, H. y Ruz, L. REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA 141
cabeza y tórax con tegumento casi liso entre los puntos, si
es areolado por lo menos el escutelo liso; cara externa de
los basitarsos amarillos. .... .... S. herbsti (Friese 1916).
Hembras.—
1.—Espolón tibial externo de patas posteriores, aproximadamen-
te dos tercios del interno, con ápice casi recto; fóveas facia-
les en un surco por lo menos tan ancho como un tercio del
ancho menor del escapo (subgénero PENIELLA) ..... 3
Espolón tibial externo de las patas posteriores aproximada-
mente la mitad del interno con ápice incurvado; fóveas fa-
ciales tan anchas como un quinto del ancho menor del escapo
(SUbronero SINE A A 2
2.—Clípeo protuberante; ocelos a nivel del vértice en vista late-
ral (Fig. 7); metasoma dorsalmente negro con extensas
áreas amarillas; tamaño aproximado 5 mm. $. psamita n. sp.
Clípeo casi plano; ocelos por abajo del vértice en vista late-
ral (Fig. 5); metasoma dorsalmente rojo con áreas amari-
llas reducidas; tamaño aproximado 7 mm... $5, nomadoides
(Spin. 1851).
3.—Ocelos laterales a nivel del vértice en vista lateral (Fig. 7);
manchas de los dos últimos tergos formando banda con una
angosta escotadura central .............. S. rozent n. sp.
Ocelos laterales bajo el vértice en vista lateral (Fig. 5); man-
chas de los dos últimos tergos por lo general triangulares,
a veces unidos por Sus VÉTtICES .....oooooocoooooooc.. 4
4 —Metasoma rojo anaranjado .........- S. rufiventris nm. sp.
Metasoma marrón: Casi DEDO e 5
5.—Clípeo aproximadamente 4 o más veces más ancho que largo;
manchas claras de los tergos 3 y 4 grandes, casi tocándose al
centro o formando banda ........ S. herbsti (Friese 1916)
Clípeo aproximadamente tres o menos veces más ancho que
largo; manchas de los tergos 3 y 4 pequeñas, ampliamente
separadas al centro ...........- S. maculata (Spin. 1851).
142 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
Subgénero SPINOLIELLA Ashmcad
Especie Tipo: C. nomadoides Spin. 1851.
Fóveas faciales en un surco aproximadamente tan ancho
como un quinto del ancho menor del escapo, recto en las hem-
bras. Hembras con peine del borde ventral de los fémures medios
con pelos más bien delgados, muy juntos entre sí, espolón tibial
externo de las patas posteriores aproximadamente la mitad del
largo del interno, con ápice curvado, placa pigidial redondeada.
En machos, por arriba gonocoxitos aproximadamente 1/3 del
largo de las valvas del pene; ápice de las valvas con expansión
ventral aguda y dorsal lobulada.
Especies incluidas: S. nomadoides y S. psamita n. sp.
SPINOLIELLA (SPINOLIELLA) NOMADOIDES
Lámina V
Camptopoeum nomadoides Spin. 1851, Gay, Hist. Fis. Pol. Chil. Zool.
VI: 196: Dalla Torre, 1896, Leipzig X: 177; Herbst, 1917, Deutsch
Entom. Ztschr.: 270; Herbst, 1921, Catalogus Apidarum Chilen-
sium: 27 (inédito).
Spinoliella nomadoides: Ashmead 1899, Trans. Amer. Entom. Soc. 26:
86; Sandhouse, 1943, Ent. Amer.: 601; Timberlake, 1952. Ann.
Entom. Soc. Americ. 45: 106.
Hembra: Longitud total aproximada 7 mm.; alas anteriores
5 mm.; ancho tórax 2 mm.; ancho cabeza 2 mm.
Coloración: Cabeza y tórax caoba casi negro, las siguientes
partes amarillentas: mitad inferior del clípeo, una mancha trian-
gular supraclipeal, áreas subantenales, una débil mancha por
fuera de la sutura subantenal externa, área central del labro (ma-
rrón hacia los márgenes), mandíbulas (ápice caoba), cara infe-
rior del flagelo antenal y área proximal interna del escapo (testá-
ceo en el resto), una pequeña mancha a cada lado en el reborde
pronotal. Patas rojizas, salvo amarillo: ápice de fémures ante-
riores y medios, tibias anteriores en su mayor parte excepto su
faz posterior; tibias medias y posteriores solo en extremo proxi-
mal y una pequeña mancha distal. Alas ligeramente testáceas con
venación caoba; Tégulas testáceas casi transparentes. Metasoma
Toro, H. y Ruz, L. REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA 143
rojizo con una mancha amarillenta a cada lado en los 5 primeros
tergos (Lámina V).
Pilosidad: Cabeza y tórax con pelos blanquecinos, cortos, apa-
rentemente no ramificados y espaciados; muy cortos en los ter-
gos metasómicos, con escasos pelos más largos entremezclados
en las áreas laterales; área parapigidial con pelos largos densos;
cortos densos en esternos metasómicos, con una fila de pelos me-
dianos en el margen del 6”.
Puntuación y tegumento: Cabeza y tórax fuertemente micro-
aerolado excepto clípeo, labro, genas y partes amarillas de la
cabeza; areolado más fino en las pleuras. Puntuación muy gruesa
y densa en el clípeo, casi no discernible en el resto de la cabeza;
poco marcada, densa en el dorso del tórax; superficial en meso-
pleuras. Poco visible en tergos metasómicos, salvo el 5% con pun-
tos más grandes superficiales espaciados, más densos distalmente.
Esternos con área premarginal punteada, con intervalos tan gran-
des como los puntos.
Estructuras: Ocelos laterales algo por abajo del vértice (en
vista lateral. Fóvea facial muy bien marcada ,angosta casi lineal,
apreciablemente más larga que el escapo. Clípeo poco menos de
3 veces más ancho que su longitud menor, apenas prominente,
sin surco longitudinal medio. Labro poco menos de dos veces
más ancho que largo, borde distal casi recto. Primer segmento
del flagelo semejante al pedicelo y dos veces el largo del 2”. Se-
gundo tergo metasómico con impresiones laterales ovaladas, muy
superficiales. Placa pigidial aplastada al centro, de ápice redon-
deado. Octavo tergito abdominal no estudiado.
Material estudiado: 1 hembra Colección Gay 1851, Chile,
designada como Tipo por Moure 1958, en colección Museo
de Zoologia Universitá di Torino.
SPINOLIELLA (SPINOLIELLA) PSAMITA n. sp.
(Figs. 17; 32-34; 39-40)
Próxima a nomadoides de la que se diferencia por su tama-
ño pequeño, el metasoma negro con una línea premarginal tes-
tácea y los ocelos a nivel del vértice en vista lateral,
Macho: Longitud total aproximada 5 mm.; alas anteriores
3 mm.; ancho tórax 1.3 mm.; ancho cabeza 1.4 mm.
144 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
Coloración: Cabeza y tórax negro, las siguientes partes ama-
rillas: mitad distal del clípeo, áreas supraclipeal y subantenal;
una mancha por fuera de la sutura subantenal externa y en la
esquina de áreas paraoculares; labro, mandíbulas (proceso denti-
forme y ápice, caoba); parte inferior de la antena (parte supe-
rior ligeramente testácea), lóbulos pronotales, una débil línea
en el borde distal del trocánter, ápice de fémures, tibias y basi-
tarsos, pero una mancha marrón en cara interna de tibias ante-
riores y externa e interna de las otras, tarsitos siguientes testá-
ceos. Alas hialinas, tégulas y venación alar amarillenta. Tergos
metasómicos negros con una línea premarginal testácea, una man-
cha amarilla a cada lado en segmentos 1* a 6?, la primera en
forma de zapato invertido con la punta hacia afuera, las otras
alargadas transversalmente (Fig. 39). Esternos más pálidos que
los tergos.
Pilosidad: Cabeza y tórax con pelos blanquecinos, más cor-
tos que el escapo en cara y escudo, más bien espaciados y apa-
rentemente no ramificados; muy cortos en 1? a 6*, pelos media-
nos espaciados lateralmente; área parapigidial con pelos largos
y densos. Pilosidad en esternos semejante a los tergos, pero espa-
ciados en la línea media; último esterno con una gran área
mesal glabra.
Puntuación y tegumento: Cabeza y tórax fuertemente micro-
areolado excepto área distal del clípeo. Puntuación espaciada en
la cabeza, más densa hacia los alvéolos. Densa en el tórax, pero
puntos espaciados en el disco de escutelo y metapleuras. Meso-
pleuras con intervalos tan anchos como los puntos. Tergos meta-
sómicos con pequeños puntos separados por espacios mayores a
su diámetro. Densa en los esternos excepto en la línea media;
área marginal lisa; último esterno no punteado hacia el centro.
Estructuras: Ocelos laterales a nivel del vértice (en vista la-
teral). Fóvea facial en un suave surco angostado dorsalmente,
mayor que la mitad del escapo. Clípeo más de 3 veces más an-
cho que su longitud menor, fuertemente protuberante, con leve
depresión media distal (no marcada en algunos ejemplares). La-
bro menos de 2 veces más ancho que largo, borde distal bicon-
vexo. Primer segmento del flagelo tan largo como el 2* y el pedi-
celo. Segundo tergo metasómico con impresiones laterales algo
ensanchadas al centro, superficiales. Placa pigidial aplanada.
Toro, H. y Ruz, L. REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA 145
Sexto esterno metasómico no deprimido lateralmente. Cápsula
genital y esternos asociados como en Figs. 32-33-34.
Hembra: Longitud total aproximada 5 mm.; alas anteriores
3.1 mm.; ancho tórax 1.4 mm.; ancho cabeza 1.5 mm.
Coloración: Como en el macho pero: labro marrón excepto
un área media amarillenta; manchas de tergos metasómicos en
segmentos 1* a 5”, uniéndose ampliamente hacia el centro en 4?
y 5% (Fig. 40).
Pilosidad: Como en el macho, pero con pelos más cortos en
escudo, muy cortos en 1* a 4? tergo metasómico, con pelos largos
espaciados lateralmente; 5% tergo y área parapigidial pilosa; más
densa en los esternos.
Puntuación: Semejante al macho, pero genas y labro lisos.
Con puntos más bien gruesos y muy espaciados; poco más
densos en las genas, mitad proximal del clípeo y mesopleuras,
aparentemente ausentes en tergos metasómicos. Una banda de
puntos densos y poco profundos en esternos, área media del
último no punteada.
Estructuras: Semejante al macho, pero clípeo fuertemente
protuberante, aproximadamente 3 veces más ancho que largo
ligeramente deprimido hacia el centro. Fóvea facial en un pro-
fundo surco angostado dorsalmente, casi 2 veces más largo que
el escapo. Labro menos de 2 veces más ancho que largo, borde
distal ligeramente convexo. Impresiones del 2* tergo más angos-
tas en extremos, bien marcadas. Placa pigidial redondeada en el
ápice. Octavo tergito abdominal como en Fig. 17.
Holotypo macho: Atacama (Travesía) Oct.-1969 (Toro col.)
en colección Toro; allotypo hembra Atacama (26 mi. S. Copia-
pó) X-19-1969 (Rozen-Peña col.) en colección American Mu-
seum of Natural History.
Paratipos: 26 machos y 7 hembras, la misma localidad y fe-
cha (Rozen-Peña col.) (AMNH); 2 machos Atacama (Trave-
sía) Oct.-1969 (Toro-Ruz col.) depositados en Universidad Ca-
tólica de Valparaíso y colección Toro.
Localidad tipo: Travesía, Atacama.
Se ha propuesto el nombre psamita por encontrársele en
zonas arenosas.
146 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
Subgénero PENIELLA n. subgen.
Especie Tipo: C. maculatum Spin. 1851.
. Fóveas faciales en un surco por lo menos tan ancho como
un tercio del ancho menor del escapo, sinuado en las hembras.
Hembras con peine del borde ventral de fémures medios con
cerdas gruesas bien separadas entre sí, espolón tibial externo de
las patas posteriores aproximadamente dos tercios del largo del
interno, con ápice casi recto, placa pigidial bifurcada. En machos,
por arriba, gonocoxitos aproximadamente la mitad del largo de
las valvas del pene; ápice de las valvas con expansiones ventral
y dorsal agudas.
Especies incluidas: $. maculata, S. herbsti, S. rufiventris n. sp.
y $. rozeni n. sp.
Este subgénero se ha dedicado al Sr. Luis Peña por sus
aportes al estudio de los insectos chilenos.
SPINOLIELLA (PENIELLA) MACULATA
(Figs. 15; 20-22; 37)
Camptopoeum maculatum Spinola 1851, Gay: Hist. Fis. Chile, Zool.
VI: 197; Dalla Torre 1896, Leipzig, X: 177; Friese 1910, Zool. Jahrb.
LXXX: 643; Herbst 1917, Deutsch. Entom. Ztschr.: 270 ¡Ruiz 1923,
Rev. Chil. Hist. Nat. XXVI: 105; Joseph 1926, Annales des
Sciences Naturalles, Zoologie, IX; Jaffuel y Pirión 1926, Rev.
Chil. Hist. Nat. XXX: 369; Gazulla y Ruiz 1928, Rev. Chil. Hist.
Nat. XXXIT: 301; Gutiérrez 1939, Rev. Chil. Hist. Nat. XLIII:
de
Camptopoeum difficile Friese 1916, Stettin, Entom. Ztg. LXVII: 165;
Herbst, 1921, Catalogus Apidarum Chilensium: 26 (inédito).
Camptopoeum (Liopoeum) maculatum Friese 1906, Ztschr. Syst. Hym.
Dipt. VI: 176; Friese 1908, Flora og Fauna X: 31.
Ruizabis maculata Herrera y Etcheverry 1960, Public. Centr. Estud.
Entom. U. Ch. 1: 64.
Spinoliella maculata Michener 1953, Univ. Kansas Sci. Bull, 35; Rozen
1967, Americ. Mus. Novitat (2297): 4.
Macho: Longitud total aproximada 8 mm.; alas anteriores
5.2 mm.; ancho tórax 2.4 mm.; ancho cabeza 2.4 mm.
Coloración: Cabeza y tórax negro, las siguientes partes ama-
rillas: áreas laterales del clípeo que se unen hacia el centro en
el margen distal, una mancha triangular supraclipeal, área sub-
Toro, H. y Ruz, L. REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA 147
antenal, una mancha por fuera de la sutura subantenal externa
(variable en otros ejemplares), la mayor parte de labro y mandí-
bulas (parte distal caoba); parte inferior del flagelo antenal
(testáceo por arriba). Patas en su mayor parte testáceas, pero
amarillo: un adébil línea en el borde distal del trocánter, extre-
mo distal del fémur y área proximal de la tibia. Alas ligeramente
testáceas, tégulas y venación testácea. Tergos metasómicos testá-
ceo obscuro con manchas amarilas transversas en áreas laterales
de segmentos 1? a 4*, pequeñas en el último (Fig. 37); esternos
más pálidos que los tergos.
Pilosidad: Cabeza y tórax con pelos amarillentos, casi tan
largos como el escapo, aparentemente no ramificados y media-
namente espaciados. Muy cortos en tergos metasómicos, con pe-
los largos entremezclados en las partes laterales; área parapi-
gidial densamente pilosa. Esternos con pelos espaciados, casi
glabros mesalmente; muy densos en el último, con una gran área
mesal glabra.
Puntuación y tegumento: Cabeza y tórax fuertemente micro-
areolado excepto: clípeo, labro, genas y partes amarillas de la
cabeza; areolado fino en las metapleuras. Puntuación más bien
gruesa, más densa hacia el triángulo ocelar, alvéolos y partes la-
terales del clípeo; muy espaciada en el área ocelorbital; más
superficiales en el tórax, espaciados en el área discal del escudo y
metapleuras. Muy pequeños, con intervalos poco más grandes
que los puntos en tergos metasómicos, pero área marginal no
punteada; espaciado en esternos, con puntos gruesos en la línea
premarginal; área marginal de los segmentos 2? a 5* en gran
parte no punteada; último esterno no punteado hacia el centro.
Estructuras: Ocelos laterales baio el vértice (en vista late-
ral). Fovea facial ligeramente deprimida no angostada dorsal-
mente, mayor que la mitad del escapo. Clípeo casi 4 veces más
ancho que largo, ligeramente protuberante, con un débil surco
medio longitudinal proximal. Labro menos de 2 veces más ancho
que largo, borde distal convexo. Primer segmento del flagelo
poco menos de 2 veces el largo del 2* y pedicelo. Segundo tergo
metasómico con impresiones laterales ensanchadas al centro,
muy superficiales. Placa pigidial con débil carina longitudinal.
Sexto esterno metasómico deprimido proximal y distalmente a
148 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
cada lado. Cápsula genital y esternos asnociados como en Figs.
ZO ELE
Hembra: Longitud total aproximada 8 mm.; alas anteriores
5.2 mm.; ancho tórax 2.4 mm.; ancho cabeza 2.4 mm.
Coloración: Como en el macho, pero: las áreas laterales del
clípeo separadas o casi uniéndose, mitad distal del labro marrón
obscuro, manchas de los tergos metasómicos en segmentos 1* a
5”, pequeñas en el último.
Pilosidad: Como en el macho, pero más densa en patas y
gran parte de esternos metasómicos; una fila de pelos medianos
en el 6?.
Puntuación y tegumento: Como en el macho, pero 5* tergo
metasómico con puntos gruesos entremezclados y área premargi-
nal de esternos enteramente punteada con intervalos semejantes
al diámetro de los puntos.
Estructuras: Semejantes al macho excepto: fóveas faciales
ensanchadas por sobre la línea media, más largas que el escapo.
Clípeo casi 3 veces más ancho que largo. Margen distal del labro
ligeramente bicóncavo. Impresiones laterales del 2* tergo, alar-
gadas, muy bien marcadas. Placa pigidial hendida en el extremo.
Octavo tergito abdominal com en Fig. 15.
Material estudiado: 9 machos y 3 hembras, 15-1-1967 (Ruz
col.), 1 macho y 1 hembra 30-1-1965 (De la Hoz, col.), 4 ma-
chos y 3 hembras 12-X-1968 (varios colectores) todos de Valpa-
raíso (Horcón); 6 machos y 4 hembras 18-X1-1958, 1 hembra
5-X-1958, 6 machos 11-X-1959, 1 macho 7-XIL-1958 (todos
Toro ,col.), - hembra 1*”-X-119 (Herbst, col.) (USNM) y 1 ma-
cho y 2 hembras 18-X-1970 (Pino, col.) todos Valparaíso (Con-
cón); 10 machos y 3 hembras 15-X-1967 (Ruz, col.), 1 macho
19-1-1961 (Barrientos, col.), 4 machos 3-X-1960 (Toro, col.), y
1 macho 4-XI[-1962 (Hichins, col.) todos Valparaíso (Lilenes);
5 machos y 2 hembras Valparaíso (Quintero) 10-1-1967 (Ruz,
col.); 1 macho y 1 hembra Valparaíso (Maitencillo) 8-X1-64
(De la Hoz, Cabezas, col.); 2 machos Valparaíso (Mantagua)
8-XIL-65 (De la Hoz, col.); 1 macho Valparaíso (Reñaca)
3-X1-65 (Toro, col.); 3 machos Valparaíso (Salinas), 1*-1-68
(Toro, Montenegro, De la Hoz, col.); 9 machos Aconcagua (Pa-
Toro, H. y Ruz, L. REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA 149
pudo-Zapallar) X1-71 y 1 hembra Coquimbo (Carret. Panam. N.
de La Serena), misma fecha (Moldenke, col.); 1 macho Ñuble
(Refugio Las Cabras) 11-16-1967, 1560 m. (Schilinger, col.)
(SCHL.). El material no consignado depositado en Universidad
Católica de Valparaíso y colección Toro.
SPINOLIELLA (PENIELLA) HERBSTI
(Figs. 19; 23-25; 35)
Camptopoeum herbsti Friese 1916, Stettin. Entom. Ztg. LXII: 165;
Herbst, 1921, Catalogus Apidarum Chilensium: 26; Joseph, 1926,
Annales des Sciences Naturelles, Zoologie, IX; Rozen 1967, Americ.
Mus. Novitat. (2297): 5.
Macho: Longitud total aproximada 9 mm.; alas anteriores
5.1 mm.; ancho tórax 2.4 mm.; ancho cabeza 2.4 mm.
Coloración: Cabeza y tórax negro, las siguientes partes ama-
rillas: gran parte del clípeo, una mancha triangular supraclipeal,
área subantenal, una mancha por fuera de la sutura subantenal
externa que se une a otra en la esquina de las paraoculares a lo
largo de la sutura epistomal prolongándose junto a la órbita
(variable en otros ejemplares), labro, mandíbulas (proceso basal
y ápice caoba), una pequeña mancha distalmente en el escapo
y parte inferior del flagelo; una mancha a cada lado en el pro-
noto, una débil línea en el margen posterior del escutelo y me-
tanoto (variables o ausentes en otros ejemplares). Patas marrón
obscuro, las siguientes áreas amarillas: una débil línea en el
borde distal del trocánter, extremo distal de fémures, gran parte
de cara anterior de tibias y cara externa de basitarsos en el pri-
mer par, área proximal de tibias en 2* y 3er. par. Alas transpa-
rentes, ligeramente testáceas. Tergos metasómicos testáceo obs-
curos con manchas, amarillas transversas, laterales en segmentos
1? a 4%; la 4? más pequeña que las anteriores (Fig. 35). Esternos
testáceo obscuro.
Pilosidad: Cabeza y tórax con pelos amarillentos, casi tan
largos como el escapo, aparentemente no ramificados y media-
namente espaciados. Muy cortos en tergos metasómicos, con pelos
largos entremezclados en áreas laterales; área parapigidial den-
samente pilosa; esternos con pelos espaciados en área premargi-
150 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
nal, casi glabros mesalmente; muy densos en el último con una
gran área mesal glabra.
Puntuación y tegumento: Cabeza y tórax casi liso entre los
puntos, pero área ocelar y triángulo propodeal débilmente areo-
lado. Puntuación más bien gruesa, densa hacia el triángulo oce-
lar, alvéolos y partes laterales del clípeo; poco profundos en el
tórax; espaciados en disco de escudo y metapleuras. Muy peque-
ños, con intervalos un poco mayores que el diámetro de los
puntos en tergos metasómicos, pero área marginal no punteada.
Espaciados en esternos, con puntos gruesos en línea premargi-
nal; área marginal de segmentos 2” y 5* enteramente punteada;
último esterno liso al centro.
Estructuras: Ocelos laterales bajo el vértice (en vista late-
ral). Fóvea facial no angostada dorsalmente, tan larga como el
escapo. Clípeo varía entre 4 a 5 veces más ancho que largo,
ligeramente protuberante, sin surco longitudinal medio. Labro
poco menos de 2 veces más ancho que largo, borde distal con-
vexo. Primer segmento del flagelo poco menos de 2 veces el
largo del 2* y pedicelo. Segundo tergo metasómico con impre-
siones laterales ensanchadas al centro, muy superficiales. Placa
pigidial aplastada. Sexto esterno metasómico deprimido proximal
y distalmente a cada lado. Cápsula genital y esternos asociados
como en Figs. 23, 24, 25.
Hembra: Longitud total aproximada 7 mm.; alas anteriores
4.7 mm.; ancho tórax 2.2 mm.; ancho cabeza 2.2 mm.
Coloración: Como en el macho, pero manchas por fuera de
sutura subantenal externa y esquina de paraoculares, pequeñas,
no unidas entre sí (o unidas hasta formar ancha banda en otros
ejemplares); parte distal del labro marrón. Escapo con débil
mancha amarilla distal (bien notoria y hasta la base en otros
ejemplares), línea amarilla del metanoto forma banda en a!gu-
nos ejemplares. Tergos metasómicos con manchas en segmentos
1* y 5”, más pequeñas en el último, casi unidas mesa'mente en
3* y 4” (Fig. 36) (unidas algunas o todas, excepto en 2*, en otros
ejemplares). Esternos ligeramente testáceos.
Pilosidad: Semejante al macho, pero los esternos más den-
samente pilosos y una fila de pelos medianos en el margen
distal del 6.
Toro, H. y Ruz, L. REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA 151
Puntuación y tegumento: Como en el macho, pero los ester-
nos metasómicos muy punteados en el área premarginal, con
intervalos tan grandes como los puntos; área marginal no pun-
teada.
Estructuras: Como en el macho excepto: fóveas faciales li-
geramente deprimidas, en un surco más ancho, aproximadamente
2 veces el largo del escapo. Clípeo 4 veces más ancho que largo.
Borde distal del labro, recto. Primer segmento del flagelo poco
mayor que el 2? y semejante al pedicelo. Impresiones laterales
del 2? tergo alargadas, muy bien marcadas. Placa pigidial hen-
dida en el ápice. Octavo tergito abdominal como en Fig. 19.
Material de trabajo: 8 machos Valparaíso (Reñaca) 3-XI-
65 (Dazarola, Chiappa, Toro, col.); 4 machos, 2 hembras Val-
paraíso (Reñaca) 20-XI-66 y 1 macho Valparaíso (Lilenes)
25-X-66 (De la Hoz, col.); 1 macho, 1 hembra Valparaíso (Re-
ñaca) Nov. 1964 (Rocca, col.); 2 machos ,2 hembras Valparaíso
(Concón) 18-X1-58 (Toro, col.); 6 machos, 2 hembras Coquim-
bo (Peñuelas) 1*%X1-1967 (Wagenknecht, col.); 3 machos, 3
hembras Coquimbo (15 Km. N. Los Vilos) X1-15-1964, y 5 ma-
chos, 9 hembras Coquimbo (Elqui) X1-16-1964 (Peña, col.)
(AMNH); 1 hembra Coquimbo (Tilama) X-24-69, y 32 ma-
chos, 9 hembras la misma localidad, X-24-1971 (Rozen-Peña,
col.) (AMNH); 1 macho Coquimbo (Fray Jorge, 5 Km. W.
Pachingo) 1V-30-1966 (Schlinger, col.) (SCHL); 2 machos, 1
hembra Coquimbo (Fray Jorge 15 S. W. Pachingo), X-20-1966
(Schlinger-Irwin, col.) (SCHL); 2 machos, 7 hembras AÁcon-
cagua (Papudo-Zapallar) X1-71, y 5 hembras Coquimbo (Ca-
rretera Panam. Sur de La Serena) el mismo año (Moldenke,
col.). El material no consignado depositado en: Universidad Ca-
tólica de Valparaíso y colección Toro.
Esta especie presenta notables variaciones en ancho del
clípeo en machos y coloración en áreas de cara, tórax y abdomen
especialmente en hembras.
SPINOLIELLA (PENIELLA) RUFIVENTRIS n. sp.
(Figs. 14; 26-28; 43-46)
Próximo a 5. maculata de la que se diferencia fácilmente por el meta-
soma de color rojo, clípeo menor que 4 veces más ancho que largo
y el 2? antenito del flagelo aproximadamente dos tercios del 10.
152 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
Macho: Longitud total aproximada 8 mm.; alas anteriores
4.7 mm.; ancho tórax 2.2 mm.; ancho cabeza 2.1 mm.
Coloración: Cabeza y tórax caoba casi negro, las siguientes
partes amarillentas: casi todo el clípeo excepto una pequeña
área dorsal; una mancha triangular supraclipeal; áreas subante-
nales; una mancha por fuera de la sutura subantenal externa
hasta la órbita, estrangulada al centro; labro; mandíbulas (ápice
caoba); cara anterior del flagelo antenal (testáceo superiormen-
te); una pequeña mancha a cada lado en el reborde pronotal
(algunos ejemplares con mancha débil en el lóbulo pronotal).
Patas rojizas, pero amarillo: ápice de fémures anteriores y me-
dios; extremo proximal de tibias y faz anterior del ler. par.
Alas ligeramente testáceas, con venación marrón casi negra. Té-
gulas a cada lado de los 4 primeros tergos (Fig. 45) (variable
en otros ejemplares, Fig. 43).
Pilosidad: Cabeza y tórax con pelos blanquecinos, cortos,
aparentemente no ramificados y espaciados, muy cortos en tergos
metasómicos, con escasos pelos más largos entremezclados en
áreas laterales; área parapigidial con largos pelos densos. Ester-
nos con pelos espaciados en el área premarginal, casi glabros
mesalmente; muy densos en el último con una gran área mesal
glabra.
Puntuación: Cabeza y tórax fuertemente areolado (menos
marcado en algunos ejemplares) excepto clípeo, labro, genas y
partes amarillas de la cabeza; areolado más bien fino en las
pleuras. Puntuación más bien gruesa en el clípeo y poco discerni-
bles en el resto de la cabeza y dorso del tórax; superficial en las
mesopleuras. Poco visible en los tergos metasómicos excepto en
los últimos pequeños y densos. Esternos con puntuación más bien
gruesa en línea premarginal, el resto liso en su mayor parte;
último esterno con área central lisa.
Estructuras: Ocelos laterales por abajo del vértice (en vista
lateral). Fóvea facial poco deprimida, no angostada dorsalmente,
ligeramente mayor que la mitad del escapo. Clípeo menos de 4
veces más ancho que su longitud menor, poco protuberante, con
un surco medio longitudinal apenas marcado. Labro un tercio
más ancho que largo, borde distal suavemente convexo. Primer
segmento del flagelo semejante al pedicelo y más largo que el 2*.
Toro, H. y Ruz, L. REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA 153
Segundo tergo metasómico con impresiones laterales ensanchadas
al centro, muy superficiales. Placa pigidial sin carina longitudi-
nal. Cápsula genital y esternos asociados como en Figs. 26, 27
y 28.
Hembra: Longitud total aproximada 7 mm.; alas anteriores
4.1 mm.; ancho tórax 2 mm.; ancho cabeza 1.8 mm.
Coloración: Como en el macho, pero la mancha amarilla de
los fémures medios ausente y reducida en las tibias anteriores;
con una mancha a cada lado del 5” tergo metasómico (ausente
en algunos ejemplares) (figuras 44 y 46).
Pilosidad: Como en el macho, pero más densa en patas y
O metasómicos; una fila de pelos medianos en el margen
elos
Puntuación y tegumento: Como en el macho, pero el 5*
tergo metasómico con puntos más gruesos entremezclados; área
premarginal de los esternos completamente punteada, con inter-
valos tan grandes como los puntos.
Estructuras: Como en el macho, pero: ocelos laterales poco
por abajo del vértice en vista lateral; fóvea facial apreciablemen-
te más larga que el escapo, angostándose hacia los extremos.
Clípeo poco menos de tres veces más ancho que su longitud me-
nor. Impresiones del 2* tergo angostas, muy marcadas. Placa
pigidial hendida en el ápice. Octavo tergito abdominal como en
figura 14.
Holotypo: macho y allotypo hembra Ñuble (Las Trancas)
14-11-1952 (Peña, col.) en colección University of Kansas.
Paratipos: 7 machos y 11 hembras, Ñuble (Las Trancas)
28-11967 (Schlinger, col.); 5 machos y 7hembras, misma loca-
lidad, 14-XI1-1952 (Peña, col.); 6 machos y 6 hembras O'Hig-
gins (Las Cabras) 10-23-X11-1954 (Peña, col.); 1 hembra mis-
ma localidad 16-11-1967 (Schlinger, col.); 3 machos y 2 hem-
bras Concepción (Concepción), distintas fechas 1904-1908,
(Herbst, col.) (AMNH); 1 macho y 2 hembras, Curicó (Este-
ro La Palma a 6 Kms. Este Los Queñes) 4-1-1967 (Irwin, col.)
(SCHL). Depositados en: colección Schlinger, University of Kan-
sas, American Museum of Natural History, Universidad Cató-
lica de Valparaíso y colección Toro.
154 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
Localidad tipo: Las Trancas, Ñuble.
El nombre específico alude al color rojo del metasoma.
Esta especie presenta gran variabilidad en: coloración espe-
cialmente en manchas del metasoma, tegumento en general y al-
gunas estructuras como fóveas faciales y órbitas.
Curiosamente en el material del AMNH, determinado por
Friese, esta especie aparece como C. nomadoides.
SPINOLIELLA (PENIELLA) ROZENI n. sp.
(Figs. 16; 29-31; 41-42)
Próximio' a 5. maculata, pero más pequeña, se distingue por la línea
amarilla del escutelo y el metanoto; ler. segmento del flagelo poco
más largo que el 2%, semejante al pedicelo.
Macho: Longitud total aproximada 7 mm.; alas anteriores
4.5 mm.; ancho tórax 2 mm.; ancho cabeza 2.1 mm.
Coloración: Cabeza y tórax negro, las siguientes partes ama-
rillas: 2/3 distales del clípeo con un punto negro cercano a la
impresión tentorial; área supraclipeal y subantenal; una gran
mancha en paraoculares inferiores; labro; mandíbulas (proceso
dentiforme y ápice caoba); mitad distal de la cara anterior del
escapo (más ampliada en otros ejemplares); parte inferior del
flagelo antenal (parte superior testácea); lóbulos pronotales; una
línea a lo largo del margen posterior del escutelo y la mayor
parte del metanoto. Patas negras, pero: ápice de los fémures,
tibias anteriores en gran parte, áreas proximal y distal de 2* y 3*
tibia y 1? y 2* basitarso, amarillos; los demás tarsitos testáceos.
Alas hialinas. Tégulas y venación amarillenta. Tergos metasó-
micos testáceos, con una mancha triangular amarilla a cada lado
en segmentos 1* a 6?, más pequeña en el último (Fig. 41). Ester-
nos testáceos, más obscuros que los tergos.
Pilosidad: Cabeza y tórax con pelos blanquecinos, más cor-
tos que el escapo en la cara y escudo, más bien espaciados y apa-
rentemente no ramificados. Muy cortos en 1% a 6? tergo meta-
sómico, más densos en 5” y 6*, con pelos medianos espaciados
lateralmente; área parapigidial con pelos largos y densos. Ester-
nos con pelos espaciados por delante del área marginal posterior,
Toro, H. y Ruz, L. REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA 155
casi glabros mesalmente; el último con una gran área mesal
glabra.
Puntuación y tegumento: Cabeza y tórax fuertemente micro-
areolado excepto: labro, área subantenal y área amarilla que se
extiende desde la órbita a la sutura subantenal externa. Puntua-
ción más bien gruesa y espaciada; escasa en el área supraclipeal,
por debajo del ocelo medio y áreas ocelorbital y orbitoccipital.
Superficiales en el tórax con intervalos aproximadamente dos
veces el diámetro de los puntos. Espaciados en disco de escutelo
y metanoto. Muy pequeños en las metapleuras. Esternos meta-
sómicos con puntos muy finos separados por intervalos un poco
mayores que su diámetro, área marginal no punteada. Espaciada
en los esternos, con puntos gruesos en línea premarginal; área
marginal de segmentos 2? a 5? en su mayor parte no punteada;
últimos esterno sin puntos hacia el centro.
Estructuras: Ocelos laterales a nivel del vértice (en vista
lateral). Fóvea facial ligeramente deprimida, no angostada dor-
salmente, mayor que la mitad del escapo. Clípeo más de 3 veces
más ancho que largo, fuertemente protuberante, sin surco medio.
Labro menos de dos veces más ancho que largo, borde distal casi
recto. Primer segmento del flagelo poco más largo que el 2* y
semejante al pedicelo. Segundo tergo metasómico con impresio-
nes laterales alargadas, muy bien marcadas. Placa pigidial con-
vexa con leve carina media distal. Sexto esterno metasómico de-
primido proximal y distalmente a cada lado. Cápsula genital y
esternos asociados como en Figs. 29, 30 y 31.
Hembra: Longitud total aproximada 7 mm.; alas anteriores
4.4 mm.; ancho tórax 2.1 mm.; ancho cabeza 2 mm.
Coloración: Como en los machos, pero manchas de los ter-
gos metasómicos en segmentos de 1* a 5”, casi se unen mesal-
mente en el 3? y ampliamente unidas en 4? y 5” (Fig. 42). Ester-
nos ligeramente testáceos.
Pilosidad: Como en el macho, pero con pelos más cortos en
escudo; muy cortos en 1? a 4? tergo metasómico, con pelos largos
espaciados lateralmente. 5* tergo y área parapigidial pilosa. Den-
sa en los esternos.
156 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
Puntuación: Similar al macho, pero tergos metasómicos con
puntos separados por intervalos dos veces su diámetro y puntos
gruesos entremezclados en el 5%. Esternos enteramente puntea-
dos con intervalos tan amplios como los puntos, línea marginal
no punteada.
Estructuras: Semejante al macho, pero fóvea facial en un
suave surco angostado en los extremos, un poco más largo que
el escapo. Clípeo aproximadamente 3 veces más ancho que largo.
Borde distal del labro ligeramente bicóncavo. Placa pigidial hen-
dida en el ápice. Octavo tergito abdominal como en Fig. 16.
Holotypo macho y allotypo hembra Atacama (Travesía)
Oct.-1969 (Toro col.) en colección Toro.
Paratipos: 42 machos y 11 hembras la misma localidad y
fecha (Ruz, Montenegro, Toro, col.); 3 machos y 2 hembras
Atacama (Castilla) X-22-1969, 8 machos y 18 hembras Ataca-
ma (Chacritas) X-14-1969, 2 machos y 3 hembras Atacama (5
mi. S. Algarrobal) X-14-1969, 1 hembra Atacama (15 Kms. S. E.
Caldera) X-9-1971 (todos Rozen-Peña col.) (AMNH); 3 ma-
chos y 2 hembras Coquimbo (Carret. Panam. N. Serena) X1-1970
(Moldenke col.). El material no consignado depositado en Uni-
versidad Católica de Valparaíso, colección Toro, Universidad de
Kansas y Museo Nacional.
Localidad tipo: Travesía, Atacama.
Dedicamos esta especie al Dr. J. Rozen del American Mu-
seum que siempre nos alentó en la realización de este trabajo.
LITERATURA CITADA
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158 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
LAMINA 1
FIGURA 1: 1. ancho de la cabeza; 4. interorbital media; 5. interorbital inferior;
8. largo clípeo; 9. ancho clípeo; 11. clípeo-línea frontal; 13. clípeo-orbital;
18. alveolo-ocelo medio; 19. alveolo-ocelo lateral; 22. ancho sutura subantenal;
24. ángulo ocelar.
FIGURA 2: 2. largo cabeza; 12. clípeo-ocelo medio; 14. largo sutura subantenal;
15. alveolar; 16. interalveolar; 17. alveolorbital; 20. largo sutura subantenal in-
terna; 21. largo sutura subantenal externa; 23. ocelo medio.
FIGURA 3: Cabeza vista ventral de S. maculata; 39. largo clípeo.
FIGURA 4: Cabeza vista ventral de S. herbstí; 40. ancho clípeo.
FIGURA 5: Cabeza vista lateral de S. herbsti; 6. largo del ojo; 10. alto clipeo;
29. ancho genas; 30. ancho malar.
FIGURA 6: 7. ancho ojo; 31. largo escapo; 32. largo pedicelo; 33. largo ler.
segmento flagelo; 34. largo 2% segmento flagelo; 35. largo 3er. segmento flagelo;
36. largo 4% segmento flagelo; 37. ancho cuarto segmento flagelo.
FIGURA 7: Cabeza vista lateral de S. psamita, n. sp.
FIGURA 8: 3. interorbital superior; 25. interocelar; 26. ocelorbital; 27. ocelo-
occipital; 28. orbito-occipital.
FIGURA 9: Mandíbula de S. herbsti.
Toro, H. y Ruz, L. REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA 159
DBAMINA 1
impresión
tehtorial
160 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
LAMINA Il
FIGURA 9: Tórax. Izquierda: mitad dorsal; derecha: mitad ventral; 59. largo
escudo; 60. ancho escudo; 61. largo línea parapsidal; 62. largo escutelo; 63. largo
metanoto; 95. distancia impresión esternal media-posterior.
FIGURA 10: Tórax: vista lateral; 64. largo espiráculo; 65. espiráculo impresión
metepisternal.
FIGURA 11: 86. largo fémur; 87. largo tibia; 88. ancho tibia; 89. largo basitarso;
90. ancho basitarso; 91. largo 2” tarsito; 92. largo 3er. tarsito; 93. largo 4% tarsito;
94. largo 5% tarsito.
FIGURA 12: Fémures de patas medias.
FIGURA 13: 6? esterno hembras.
FIGURA 14: Octavo hemitergito $. rufiventris Mn. Sp.
FIGURA 15: Octavo hemitergito $. maculata.
FIGURA 16: Octavo hemitergito $. rozenf n. sp.
FIGURA 17: Octavo hemitergito $. psamita n. sp.
FIGURA 18: 66. largo ala anterior; 67. ancho ala anterior; 68. largo prestigma;
69. Ancho prestigma; 70. largo pterostigma; 71. ancho pterostigma; 72. largo
marginal; 73. ancho marginal; 74. marginal al ápice; 75. largo primera submar-
ginal; 76. largo segunda submarginal; 77. largo primera discoidal; 78. largo ala
anterior; 79. ancho ala anterior; 81. largo cu-v; 82. largo 2* abscisa de M-Cu;
83. largo lóbulo jugal; 84. largo lóbulo vanal; 85. largo célula cubital.
FIGURA 19: Octavo hemitergito $, herbssf.
Toro, H. y Ruz, L. REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA 161
LAMINA II
Ióbulo
pronotal
162 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
LAMINA III
SPINOLIELLA MACULATA: 20. cápsula genital; 21. séptimo esterno metasó;
mico; 22. octavo esterno metasómico.
SPINOLIELLA HERBSTI, 23-24-25.
SPINOLIELLA RUFIVENTRIS n. sp., 26-27-28.
“Toro; H. y Ruz, L. - REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA
164 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
LAMINA IV
SPINOLIELLA ROZENI n. sp.: 29. cápsula genital; 30. séptimo esterno meta-
sómico; 31. octavo esterno metasómico.
SPINOLIELLA PSAMITA n. sp., 32-33-34.
165
REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA
Toro, H. y Ruz, L.
LAMINA
Iv
166 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
LAMINA V
SPINOLIELLA HERBSTI: 35. macho; 36. hembra.
SPINOLIELLA MACULATA: 37. macho; 38. hembra.
SPINOLIELLA PSAMITA n. sp.: 39. macho; 40. hembra.
SPINOLIELLA ROZENI n. sp.: 41. macho; 42. hembra.
SPINOLIELLA RUFIVENTRIS n. sp.: 43-45 machos; 44-46 hembras.
SPINOLIELLA NOMADOIDES: hembra.
167
REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA
Toro, H. y Ruz, L.
LAMINA V
A
psamita
169
rozeni
MORFOMETRICOS
herbsti
maculata
DATOS
tris
REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA
rufiven-
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Toro, H. y Ruz, L.
(continuación)
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Los números anotados por delante de las estructuras se refieren a las figuras
la 12.
Nota:
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171
MORFOMETRICOS
herbeti
maculata
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REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA
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ota: Los números anotados por delante de las estructuras se refieren a las
figuras 1 al 18.
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ene
Valparaiso, Chile 173
NUEVOS EUAESTHETINAE DE CHILE
(COL. STAPHYLINIDAE)
(III Contribución) *
FRANCISCO SAIZ
Lab. Ecología, Depto. Biología, U. Católica, Valparaíso
SUMMARY.— Three new chilean species of the subfamily Euaes-
thetinae (Alzadaesthetus furcillatus n. sp., Nothoesthetus affinis n. sp.,
and N. singularis n. sp.) are herein described. The genera Alzadaesthetus
and Nothoesthetus are keyed and new records of localities are added.
Some generic characteristics are reviewed and a possible evolutive ten-
dency of the group in Chile is discussed.
Prosiguiendo nuestro estudio de la estafilinidofauna chi-
lena, especialmente aquella que puebla el humus y el suelo
propiamente tal, hemos encontrado algunas especies nuevas de
Euaesthetinae, las que describimos a continuación. Su hallazgo
nos permite confirmar algunos aspectos ecológicos y biogeográ-
ficos de la subfamilia en Chile, así como precisar ciertos elemen-
tos sistemáticos.
A. —SISTEMATICA
La subfamilia Euaesthetinae presenta en Chile tres géne-
ros, los que pueden separarse según la clave siguiente:
CLAVE DE GENEROS
1.—Tarsos de 5 artejos; cabeza, pronoto y élitros groseramente
punteados, los puntos umbilicados; talla alrededor de 2,5
IO A I—ALZADAESTHETUS Kistner.
Tarsos de 4 artejos; cabeza, pronoto y élitros a lo más cha-
grinados y con algunos micropuntos; talla inferior a 1,7
DOT IIA 2.
* Para las Contribuciones 1 y 11 ver F. SAIZ 1968 y 1969.
174 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL: —N” 5, 1972
2.—Abdomen no marginado lateralmente, con restos de parater-
gitos solamente en los segmentos uno y cinco; segmentos
10 y 11 de las.antenas casi fusionados, formando una porra
compacta; parámeros del edeago birrameados y portando se-
tas sensoriales de dos tamaños muy diferentes. .. IM.—CHL
LIOESTHETUS Saz.
Abdomen netamente marginado lateralmente sobre todos los
segmentos; artículos 10 y 11 de las antenas completamente
separados; parámeros del edeago simples y portando sola-
mente setas sensoriales cortas. .... IL—NOTHOESTHE-
TUS Sazz.
I—Gen. ALZADAESTHETUS Kistner.
Alzadaesthetus Kistner, 1961, The Pan-Pacific Entomologist,
37 (4): 217. Tipo: A. chilensis Kistner.
Contrariamente a lo expresado por Kistner en la descrip-
ción del género, los palpos maxilares están formados por cuatro
segmentos en vez de tres, siendo el último muy pequeño e hia-
lino (Fig. 5), pero muy neto, correspondiendo a un décimo de
la longitud del precedente. La causa del error puede deberse a
que el cuarto segmento se esconde, al menos parcialmente, en el
ápice del tercero. Este número de segmentos es común a todos
los géneros chilenos.
También nos parece una característica genérica, no mencio-
nada por Kistner, ni siquiera a nivel específico, la presencia de
4 setas sensoriales apicales en los parámeros del edeago.
Respecto al número de tarsos debemos anotar que si bien
las patas anteriores presentan 5 artejos bien diferenciados, se
nota, hacia las patas posteriores, una tendencia a la fusión de
los artejos basales, situación que en algunos ejemplares de A.
chilensis lega a ser casi completa.
Las especies son poco abundantes, poblando típicamente la
hojarasca y el humus de los bosques valdivianos.
A. pesar de las múltiples y profundas diferencias entre las
dos especies conocidas del género no creemos se justifique aún
la creación de subgéneros.
Sáiz, F. : NUEVOS EUAESTHETINAE DE CHILE a 175
CLAVE DE ESPECIES
1.—Abdomen subcilíndrico, rebordeado por paratergitos netos;
cuerpo rojo oscuro excepto los élitros, los que son ligera-
mente más claros; élitros densa y regularmente punteados
(Fig. 1); labro con 13 dientes distribuidos según la Fig. 11;
4% esternito abdominal visible del macho simple; edeago
según las Bips. 2 Y 3 c.o.i....... 1.—chilensis Kistner.
Abdomen cilíndrico, sin trazas de paratergitos en ningún
segmento; cuerpo rojo oscuro en la cabeza, pronoto y cuatro
primeros segmentos abdominales, los élitros y el extremo
posterior del abdomen mucho más claro; élitros con el pun-
teado ralo, dejando grandes espacios libres sobre el disco
(Fig. 6); labro con 9 dientes distribuidos según la Fig. 12;
4% esternito abdominal visible del macho con una fuerte
prolongación posterior (Fig. 7); edeago según las Figs. 9
E o ds e to UD e Sl
1.—Alzadaesthetus chilensis Kistner.
Distribución. Nuevas capturas:
Valdivia: Cordillera Pelada, 11-V-1967, 1 hembra.
Osorno: Puyehue, 24-X-1967, 1 macho y 2 hembras.
Chiloé: 8 kms. al sur de Ancud, 20-1-1971, 1 hembra.
De esta especie se dibuja el edeago, el labro y un élitro con
el fin de dar elementos fáciles de comparación con la nueva
especie aquí descrita (Figs. 1, 2, 3, 4 y 11).
2.—Alzadaesthetus furcillatus n. sp.
Holotipo: 1 macho de Cordillera Pelada, Valdivia, 11-V-1967.
Paratipos: 1 macho de igual localidad y fecha; 3 machos y
2 hembras de Puyehue, Osorno, 23-1X-1965; 1 hembra
de Moncopulli, Osorno, 21-X-1967. Valdivia, Saval, 1
hembra, 8-111-71.
Figuras 5 a 10 y 12. Long. 2.5 mm. Habitus general de
A. chilensis K. diferenciándose fundamentalmente por:
a. Color: Cabeza y pronoto café rojizo oscuro, los cuatro
primeros segmentos abdominales casi negros; élitros y extremo
posterior del abdomen rojizo muy claro. y
b. Labro: Borde anterior convexo portando 9 robustos dien-
tes dispuestos regularmente (Fig. 12).
176' ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
c. Elitros: Punteado grueso, irregular, dejando amplios es-
pacios libres en el disco (Fig. 6).
-d. Abdomen: Perfectamente cilíndrico en corte transversal;
sin paratergitos en ningún segmento.
. €. Abdomen: Brillante, el fondo liso.
- £. Abdomen: Segundo esternito abdominal visible del ma-
cho sin ningún tipo de denticulación sobre el borde posterior.
g. Abdomen: Cuarto esternito abdominal visible presenta
en la región mediana del borde posterior un ancho y gran apén-
dice oblicuo dirigido hacia atrás dando la impresión de una
fuerte furca (Fig. 7). Dicho apéndice termina en punta, siendo
excavado ventralmente en una especie de canal de una anchura
casi igual a su ancho apical. Su extremo tiene 60-70 gruesos
tubérculos espiniformes, siendo más largos los apicales (Fig. 8).
h. Edeago: Ancho, el lóbulo mediano ensanchado gradual-
mente hacia el ápice y luego bruscamente estrechado en punta
angosta (Fig. 9). El lóbulo mediano presenta, en su mitad api-
cal, 3 grupos de 8-12 largas setas cada uno. Los parámeros son
anchos, truncos en el ápice (Fig. 10), portando 4 setas apicales
distribuidas según se muestra en la figura 10.
Hay también diferencias en la micro y macroescultura de la
base de los esternitos abdominales.
TI.—Gen. NOTHOESTHETUS Sáiz
Nothoestbetus Sáiz, 1969, Bull. Soc. Hist. Nat., Toulouse
(France), 105 (3-4): 295. Tipo: N. coiffaiti Sáiz. |
A la caracterización del género en 1969 quisiéramos agre-
gar la descripción del segmento genital del macho. Este está for-
mado por los pleuritos fusionados dorsalmente (Fig. 14), los
que dejan una escotadura sobre toda su mitad posterior, la que
está ocupada por un corto tergito terminado en borde convexo.
Ventralmente los pleuritos están separados, llevando entre ellos
un largo esternito libre de forma lanceolada y terminado apical-
mente en punta (Fig. 15).
El número de setas sensoriales de los parámeros parece fluc-
tuar entre 5 y 7 siendo todas, salvo casos excepcionales, de dis-
tribución apical y subapical.
Sáiz, F. NUEVOS EUAESTHETINAE DE CHILE 177
CLAVE DE ESPECIES
1.—Labro con 10 dientes; edeago pequeño, ancho, gradualmente
angostado hacia el ápice, y con los parámeros más largos
que el lóbulo mediano (Fig. 21) ...... 2.—affinis n. sp.
Labro con número diferente de dientes; edeago diferente-
mente conformado y con los parámeros tan largos o más
cortos que el lóbulo mediano ............. a ze
2.—Labro con la denticulación poco definida (Fig. 13), cons-
tando aparentemente de 11 dientes, estando los tres centra-
les parcialmente fusionados en un lóbulo central prominente
(algunos de los dientes laterales pueden aparecer también
fusionados); edeago muy largo y estrecho (Figs. 16 y 17),
trisinuado en vista ventral y con el lóbulo mediano muy esti-
rado terminando en forma de punta de lanza; curvado en
Sen yistaclateral Pe a IES, 7.—singularis n. Sp.
Labro con dientes bien definidos y edeago diferentemente
a o cae an
3.—Labro con 11 dientes en el borde anterior; fosetas discales
del pronoto puntiformes, a veces inexistentes. ........ 4.
Labro con un número diferente de dientes; fosetas discales
delfpronoto de storma diferente is E o:
4.—Talla mediana (1,6 mm.), aspecto robusto, ancho; escota-
dura posterior del esternito del pigidio del macho dos veces
tan profunda como ancha; edeago con el lóbulo mediano
estrecho, estirado bastante más allá que el extremo de los
parámeros, el ápice redondeado; parámeros con 5 setas sen-
soriales, dos apicales, dos subapicales y una hacia la base del
tercio anterior oo 3.—scitulus Sáiz.
Talla inferior (1,4 mm.), aspecto esbelto; la escotadura pos-
terior del esternito del pigidio del macho tan profunda co-
mo ancha; lóbulo mediano alcanzando el extremo de los
parámero, terminado en punta; parámeros con 6 setas sen-
soriales, 3 apicales y 3 subapicales ...... 1.—coiffaiti Sáiz.
5.—Mejillas excavadas, labro con 12 dientes en el borde anterior,
los marginales con el borde anterior trunco, el resto con el
borde anterior romo; la carena lateroposterior del pronoto
alcanza la mitad del disco; talla inferior (1,4 mm.); super-
ficie corporal bastante plana. .........- 4.—australis Sáiz.
178 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Mejillas no excavadas; labro con número diferente de dien-
tes; la carena pronotal no sobrepasa el tercio basal del pro-
noto; talla superior (1,6 mm.); superficie fuertemente con-
A A e ea die 6.
6.—Labro con 13 dientes en el borde anterior; el conjunto con-
vexo con un lóbulo central más prominente..... 6.—monta-
nus Sáiz.
Labro con 14 dientes en el borde anterior, el conjunto muy
débil y regularmente ConvexO ........... 5.—obesus Sáiz.
1.—N. coiffaiti Sáiz.
Distribución. O'Higgins: Palmas de Cocalán.
Arauco: Contulmo, 20-11-1967, 1 macho y 1 hembra.
2.—Nothoesthetus affinis nm. sp.
Holotipo: 1 macho de Bahía Mansa, Osorno, 17-X-1969.
Paratipo: 1 hembra de la misma localidad y fecha.
Figuras 20 a 23. Long. 1,40 - 1,45 mm. Especie muy próxi-
ma a N. coiffaití por el habitus general, por la pigmentación, por
el número de ommatidios, por el número de setas sensoriales de
los parámeros, etc.
Se diferencia fundamentalmente de éste por el labro con-
formado solamente por 10 dientes anchos y truncos (Fig. 20),
los que configuran una línea recta como borde anterior; y por el
edeago pequeño con un lóbulo mediano ancho y gradualmente
angosto hacia el ápice en vista ventral (Fig. 21), terminando en
punta bastante aguda. Los parámeros son más largos que el
lóbulo mediano y portan 6 setas sensoriales dispuestas en dos
núcleos (Fig. 23): 3 apicales y 3 subapicales. El saco interno
lleva dos pequeñas piezas esclerificadas en su interior, lo que
también lo diferencia de coiffaiti, quien lleva solamente una,
muy diferentemente estructurada.
Otras características son: cabeza chagrinada; pronoto y éli-
tros casi lisos; el abdomen muy laxo y finamente estriado; depre-
siones discales del pronoto casi obsoletas; la escotadura poste-
rior del esternito del pigidio del macho es tan profunda como.
su anchura, etc.
3.—Nothoesthetus scitulus Sáiz.
Distribución. Concepción: Bulnes, Agua de la Gloria. Pi-
nares, 13-V11-1968, 1 hembra.
Sáiz, F. NUEVOS EUAESTHETINAE DE CHILE 179
4.—Nothoesthetus australis Sáiz.
Distribución. Magallanes: Bahía Orange.
5.—Nothoesthetus obesus Sáiz.
Distribución. Valdivia: Cordillera Pelada.
6.—Notbhoesthetus montanus Sáiz.
Distribución. Valdivia: Cordillera Pelada. Cordillera Pela-
da, 1 macho, 19-VII-1967.
7.—Notboesthetus singularis n. sp. :
Holotipo: 1 macho de Camino Viejo a La Unión, 25 kms.
al S. de Valdivia, 16-XII-1970.
Paratipos: 1 macho y 2 hembras de la misma localidad y
fecha.
Figuras 13 a 19. Long. 1,7 mm. N. simgularis n. sp. puede
caracterizarse según los principales elementos siguientes:
Cabeza netamente chagrinada; el pronoto, los élitros y el
abdomen casi liso, no chagrinados. Los ojos están formados de
8-9 ommatidios. El labro presenta una dentición irregular (Fig.
13) conformada por un total de 11 dientes distribuidos en dos
núcleos laterales de 4 dientes cada uno y todos con el borde
anterior trunco, más tres centrales más o menos fusionados estruc-
turando una especie de lóbulo central saliente. A veces se ob-
serva una fusión parcial entre dientes de las series laterales.
Las carenas latero-posteriores del pronoto alcanzan solamente el
tercio basal del mismo y las depresiones discales son grandes y
poco profundas. La escotadura posterior del esternito del pigidio
del macho es dos veces tan profunda como ancha.
El edeago es peculiar. Presenta un bulbo bastante esférico
y un lóbulo mediano muy largo y angosto (Fig. 16), trisinuado
en vista ventral, terminando en punta de lanza. En vista de perfil
aparece curvado en S (Fig. 17). El saco interno lleva una pieza
copuladora quitinizada estructurada según se dibuja en la Fig.
19. Los parámeros son bastante más cortos que el lóbulo media-
no y llevan siete setas sensoriales distribuidas en dos núcleos: 3
apicales y 4 subapicales (Fig. 18).
180 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
I11.—Gen. CHILIOESTHETUS Sáiz.
Chilioesthetus Sáiz, 1968, Rev. Chil. Entom., 6: 73. Tipo:
Ch. lorenae Sáiz.
1.—Chilioesthetus lorenae Sáiz.
Distribución. Valdivia: Cordillera Pelada. Camino Viejo a
La Unión, 25 kms. al S. de Valdivia, 23-X1-1970, 1 macho
y 5 hembras. Idem, 16-X11-1970, 7 ejemplares.
2 —Chilioesthetus marcelae Sáiz.
Distribución. Arauco: Contulmo, 20-11-1967, 1 macho. Cau-
tín: Cuesta Lastarria.
Valdivia: Cordillera Pelada. Cordillera Pelada, 19-V1I1-1967,
3 hembras. Saval: 2 ej.; 4-XI-70; 4 ej. 2-X11-70; 1 ej.,
8-1-71; 1 en 8-111-71; 6 ej. 19-VIL-71.
Chiloé: Quellón, 18-1-1971, 1 hembra, bosque de Drymis
winter.
B.—OBSERVACIONES GENERALES
Al nivel actual de nuestro conocimiento de los Euaesthetinae
chilenos podemos considerarlos como un grupo bastante homo-
géneo y en el que se pueden distinguir algunas adaptaciones evo-
lutivas más o menos netas. Desde luego, hay una clara tendencia
a la profundización en el suelo y consecuencialmente a una re-
ducción del área de distribución geográfica. Como una secuencia
evolutiva debemos pensar en Alzadaesthetus como el género más
primitivo y en Chilioesthetus como el más evolucionado. Los si-
guientes elementos tienden a justificar este planteamiento.
La talla de 2,5 mm. en Alzadaesthetus se reduce a 1,7-1,6
mm. en las especies de Nothoesthetus que pueblan la región de
los bosques valdivianos para bajar a 1,4 mm. en aquellas espe-
cies que se proyectan septentrionalmente hacia la zona de clima
mediterráneo. El número de ommatidios va de 70-80 en Alza-
desthetus hasta 4-5 en las especies más pequeñas de los otros
dos géneros, pasando por 8-9, de acuerdo al mismo esquema y
características anteriores. Algo similar sucede con el número de
artejos tarsales, los que de 5 (Alzadaesthetus) se reducen a 4
en el resto de la subfamilia. Igual tipo de reducción sufren todas
Sáiz, F. NUEVOS EUAESTHETINAE DE CHILE 181
las características ornamentales del tegumento, estando directa-
mente relacionados con otros elementos propios de una incipiente
tendencia adaptativa al medio edáfico. La puntuación corporal
que es neta, grande y umbilicada (carácter primitivo) en Alzada-
esthetus desaparece en los otros géneros. Por su parte las ante-
nas tienden a un acortamiento proporcional en el mismo sentido,
lo que se complementa con la cuasi fusión de los artejos termi-
nales en Chilioesthetaus.
La distribución actual de la subfamilia en Chile ratifica la
idea de un origen paleantártico, al menos de la línea presente
en Chile.
RESUMEN
Se describen 3 nuevas especies chilenas de la subfamilia
Euaesthetinae (Alzadaesthetus furcillatus n. sp., Nothoesthetus
affinis mn. sp. y N. singularis n. sp.). Se dan claves de determi-
nación para los géneros Alzadaesthetus y Nothoesthetus y se
agregan nuevos lugares de captura para la mayoría de las espe-
cies. Se revisan algunas características genéricas y se discute una
posible tendencia evolutiva del grupo en Chile.
BIBLIOGRAFIA
KISTNER, D., 1961: A new Genus and species of Euaesthetinae from Chile
(Col. Staph.) The Pan-Pacific Entomologist, 37 (4): 216-220.
SAIZ, F., 1968: Chilioesthetus, muevo género de la Subfamilia Euaesthetinae (Col.
Staph.). Rev. Chil. Entom., 6: 73-79.
—= 1969: Nothoesthetus, nouveau genre humicole et endogé des Euaes-
thetinae chiliens (Col. Staph.). Bull. Soc. Hist. Nat., Toulouse
(France), 105 (3-4): 295-310.
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Figs. 1 a 4. Alzadaesthesus chilensis Kist.: 1. élitro izquierdo; 2 y 3, edeago en
vista lateral y ventral; 4, extremo del parámero izquierdo.— Figs. 5 a 10: A.
furcillarus n. sp. Holotipo de Cordillera Pelada; 5, dos últimos segmentos del
palpo maxilar; 6, élitro derecho; 7, esquema lateral del cuarto segmento abdomi-
nal del macho; 8, extremo del apéndice del cuarto segmento abdominal del ma-
cho; 9 y 10, edeago en vista ventral y lateral.
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Sáiz, F. NUEVOS EUAESTHETINAE DE CHILE 185
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Figs. 11 y 12, labro de Alzadaesthetus chilensis Kist. y A. furcillatus nm. sp.,
respectivamente.— Figs. 13 a 19, Nothoestbetus simgularis mn. sp. holotipo de
Camino Viejo a La Unión: 13, labro; 14 y 15 segmento genital del macho en
vista dorsal y ventral; 16 y 17. edeago en vista ventral y lateral; 18. extremo
del parámero izquierdo; 19, pieza copulatriz vista desde el lado izquierdo.—
Figs. 20 a 23, N. affinis n. sp. holotipo de Bahía Mansa: 20, labro; 21 y 22,
edeago en vista ventral y lateral; 23, extremo del parámero derecho.
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Fig. 24: Distribución de los géneros y especies de la subfamilia Euaesthetinae en
Chile. Igual dibujo interior de las figuras geométricas indica igualdad de especies.
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Valparaiso, Chile 189
CERCERIS CORDILLERA, NUEVA ESPECIE
DE CERCERINI
(Hymenoptera - Sphecidae)
V. PEREZ* - H. TORO**
ABSTRACT: A new species of Cercerís is described and figured
in this paper. The authors study the variation of some structures consi-
dered of taxonomic value.
CERCERIS CORDILLERA n. sp.
Hembra: Próxima a C. gayi Spin., de la cual se diferencia
por la forma del proceso clipeal muy apegado y ensanchado; la
puntuación gruesa de los tergos metasómicos y la coloración roja
de los fémures.
Longitud total aproximada 11 mm.; ancho de la cabeza 3,2
mm.; ancho del tórax 2,8 mm.; largo del ala anterior 7,9 mm.;
ancho del metasoma 2,6 mm.
Coloración: Tegumento en general negro, pero blanco ama-
rillento: clípeo excepto borde inferior y ápice del proceso, pe-
queña mancha supraclipeal, paraoculares medias e inferiores sin
alcanzar los alvéolos, pequeña mancha en faz superoexterna de
las mandíbulas y parte superior de las genas, amplia banda inte-
rrumpida al centro en faz superior del pronoto, angostada lateral
y mesalmente, gran parte de las tégulas, segundo, cuarto y quinto
tergos metasómicos con bandas angostadas en la parte media,
más ancha la del segundo. De color ferruginoso: banda longi-
tudinal en escapo, flagelo antenal y patas excluidas caxas; tro-
cánteres y tarsos metatorácicos (los últimos marrón).
Pilosidad: En general blanco amarillenta. Medianamente
densa en la cabeza, más larga en área ocelar y genas ventral-
mente; borde del clípeo con una fila de pelos más gruesos. Me-
sosoma con pelos largos en pleuras y propodeo. Pelos largos y
* Museo de la Patagonia, Punta Arenas.
** Laboratorio de Zoología, Universidad Católica de Valparaíso.
190 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
escasos en tergos metasómicos, más abundantes en el primero;
2? a 4? y parte del 5* con pilosidad muy corta y densa apegada
al tegumento excepto en las partes claras; placa pigidial bor-
deada de pelos gruesos. Esternos con pilosidad mediana, cerdosa,
postgradular; un pincel distal a cada lado del último esterno.
Puntuación: Bien marcada y espaciada en el clípeo; más
densa en paraoculares formando estraciones. Tegumento negro
de la cabeza micropunteado y con puntos gruesos regularmente
distribuidos. Escudo y escutelo micropunteados con puntos grue-
sos espaciados; gruesa, densa y profunda en mesopleuras con
espacios cariniformes; triángulo propodeal brillante con estrías
incompletas oblicuas irregulares en la parte media superior. Pri-
mer tergo metasómico con puntuación gruesa y abundante; se-
gundo a cuarto con puntos bien visibles e intervalos irregulares
micropunteados, algo mayores que los puntos, más densa y mar-
cada en el quinto. Placa pigidial coriácea. Esternos con puntua-
ción gruesa y marcada, con intervalos lisos mayores que los
puntos.
Estructuras: Mandíbulas con dos dientes en su borde inter
no. Margen distal del clípeo con cinco dientes, más desarrollados
los laterales y más próximos a la base de las mandíbulas que
entre sí, intermedios con ápice redondeado y el central ondulado.
Clípeo casi plano, con proceso clipeal laminar ampliamente hen-
dido distalmente, dientes laterales más alejados entre sí que de
la base de las mandíbulas, poco elevado sobre el clípeo y pro-
yertado más allá del margen distal. Fémur metatorácico con seis
espinas de base laminar.
Holotypus: Hembra, Santiago (Cajón del Yeso), 21-11-1967
(R. Pérez, col.) en colección Museo Nacional de Historia Na-
tural.
Paratypil: 4 hembras, Santiago (Cajón del Yeso) 21-22-
11-1967 (R. Pérez, col.); 2 hembras Santiago (El Alfalfal) 23-11-
1967 (V. Pérez, col.); 2 hembras misma localidad 25-1-19€8
(J. Moroni, col.); 13 hembras Santiago (El Romeral) 9-11-1967
(T. Ramírez, col.); 1 hembra Santiago (Cajón del Maipo)
12-25-1-1967 (L. Alfaro, col.); 2 hembras Santiago (Fl Peumo)
21-X1-1966 (T. Ramírez, col.); 1 hembra Santiago (El Coipo)
12-1-1968 (T. Ramírez, col.); 4 hembras Santiago (Fl Manza-
no) 11-1968 (T. Ramírez, col.); 2 hembras Santiago (Río Mai-
Pérez, V. y Toro, H. CERCERIS CORDILLERA 191
po) 10-1-1968 (J. Moroni, col.); 1 hembra Santiago (Las Con-
des) 27-XIL-1966 (R. Pérez, col.); 5 hembras Aconcagua (Pe-
torca) XIL-1968 (R. Pérez, col.); 1 hembra O'Higgins (T. de
Cauquenes) 11-1-1953 (G. Monsalve, col.).
Localidad tipo: Santiago (Cajón del Yeso).
Los paratipos serán depositados, en su mayor parte, en colec-
ción Museo Nacional de Historia Natural.
VARIACION: Con respecto a caracteres cromáticos los
paratipos presentan la siguiente variación: Manchas laterales
blanco amarillentas en: MI tergo (13 especímenes); I y II (2
especímenes); dos ejemplares con manchas laterales en esterno
TT y uno en esterno Il; estas manchas son ferrugíneas en esterno
MI de dos ejemplares y en esterno 11 de otro; la mancha bajo
la carina frontal desaparece en 16 especímenes; 9 paratipos ca-
recen de manchas genales.
El tegumento del triángulo propodeal varía considerable-
mente en su forma de estriación de acuerdo al siguiente detalle:
Propodeo liso o casi liso: 8 ejemplares.
Región central no estriada:
a. Resto con estrías gruesas y finas, 11 ejemplares.
b. Resto con estrías gruesas, 4 ejemplares.
c. Resto con estrías finas, 6 ejemplares.
Región central muy estriada, 13 ejemplares.
Llama la atención la variación de este carácter ya que ha
sido usado como carácter distintivo en la separación de otras
especies no sólo para fauna extranjera sino también para la fauna
patagónica (Fritz y Toro, 1969).
Un paratipo (O'Higgins, T. de Cauquenes), presenta la
hendidura del proceso clipeal muy abierta (aproximadamente
127”) en relación al holotipo (aprox. 1102).
Se realizó una observación cuidadosa de las espinas tibiales
de base laminar triangular encontrándose una amplia variación
incluso en el mismo individuo en la pata derecha con respecto
a la izquierda.
192 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
* 8d-7i 7d-8i 7d-6i 6d-8i 6d-9i 6d-7i 7 6
e 1 4 6 1 1 7 14 7 1
* Número de espinas. d= derecha; ¡=izquierda.
** Número de ejemplares.
Igual que la estriación del propodeo este carácter ha sido
considerado de importancia taxonómica para otras especies.
Es probable que la amplia variación presente en C. cordillera
n. sp. guarde relación con mayores variaciones ambientales de
las zonas altas.
Con C. cordillera n. sp. el número de especies descritas para
Chile asciende a siete, esta última se separa en la clave de Fritz
y Toro (1969) en el N? 5 junto con C. gayi de la siguiente forma:
Dientes laterales del proceso clipeal más cerca de la base
de las mandíbulas que entre sí. Tergos metasómicos 2 a 4 con
puntos bien marcados con intervalos ligeramente mayores que
ellos arar pie le .... Cerceris cordillera n. sp.
Dientes laterales del proceso clipeal más alejado de la
base de las mandíbulas que entre sí. Tergos metasómicos 2 a
4 con puntos apenas visibles e intervalos de más de dos veces
SUMEN A ad Cerceris gayí Spinola.
Pérez, V. y Toro, H. CERCERIS CORDILLERA 193
4
CERCERIS CORDILLERA n. sp. Hembra: 1. Vista dorsal; 2. cabeza, vista frontal;
3. Placa pigidial. Cabeza, vista lateral.
Valparaiso, Chile 195
EL ARCHIPIELAGO DE CABO DE HORNOS Y SUS ISLAS
NAVARINO, PICTON, LENOX, NUEVA
E ISLOTES VECINOS
(Algunos Aspectos de la Biogeografía, Fauna y Flora)
LUIS E. PEÑA y GERARDO BARRIA P.
Facultad de Agronomía, Departamento de Producción Agrícola,
Universidad de Chile, Santiago.
Se ha denominado geográficamente como Archipiélago de
Cabo de Hornos a las islas del sur de la Isla Grande de Tierra
del Fuego, que por sus condiciones naturales pertenecen a un
conjunto.
La zona de “canales fueguinos”, o de “canales magallánicos”,
como vulgarmente se denomina a todo el territorio fracturado
del extremo sur de Chile, es una zona hundida del territorio
continental y que correspondería a lo que se ha denominado “el
Llano Central” de Chile. En tiempos remotos este llano longi-
tudinal se habría extendido hasta latitudes muy australes, inclu-
yendo a las islas del Archipiélago del Cabo de Hornos en el
cual están incluidas las Islas de Navarino, Picton, Lenox y Nueva,
como también los islotes que están sobre el Canal Beagle.
Las islas que forman este Archipiélago son por lo general
de litoral abrupto. El continuo batir del oleaje marino, no ha
llegado todavía a erosionar los cantos rodados que constituyen
el basamento de la generalidad de las playas, salvo en algunas
raras bahías, donde las arenas son escasas.
Los bosques suben desde el litoral, cubriendo estas abruptas
laderas. Son bosques en los cuales hay dominancia de Fagaceas
(Nothofagus) y Winteraceas (Drymis), estando presentes tam-
bién otras familias, pero no como dominantes. Por lo general
estos bosques son bajos, de una altura media entre los cinco y
los seis metros, habiendo lugares en quebradas protegidas donde
éstos pueden elevarse hasta unos veinte metros. En las partes
abiertas y planas estos bosques, cuando existen, son aparragados
y lo constituyen árboles torcidos y de estructuras modificadas
196 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
que no sobrepasan los dos o tres metros de altura; son estas
regiones, por lo general áreas expuestas a los rigores de los
vientos dominantes.
La formación de estos bosques caducifolios ocupa una zona
precordillerana que a mayor altitud va desapareciendo en sus
características boscosas, para transformarse en lo que Kuschel
(1960), denomina “Mountain Zone”, donde dominan los líque-
nes que tapizan las piedras en una zona desprovista de vegeta-
ción arbórea y de escasos matorrales. Son aquí frecuentes las
plantas de forma de rosetas de la familia Calyceteraceas, (Boopis),
bajo las cuales se guarecen variedad de insectos y otros artró-
podos que aprovechan el microclima que allí se manifiesta.
Las áreas abiertas están por lo general ocupadas por “tur-
beras”” o “turbales”, zonas muy húmedas, constituidas por mate-
rias orgánicas acumuladas y sin descomponer. Esta formación
está compuesta por diversas especies de plantas, (Sphangum,
Equisetum, etc.). Encontrándose Juncaceas y algunas Gramineas
que crecen entre estas masas de conglomerados vegetales en
formas de cojines.
Debido a la inmersión de las zonas Occidental y Sur de
la Cordillera de los Andes, todos los territorios altos quedaron
convertidos en islas rodeadas de canales, todos los cuales están
conectados al Océano Pacífico, como claramente se puede apre-
ciar en cualquier mapa geográfico (Fig. 1).
La sucesión de hundimientos se ha ido generando desde
tiempos remotos, pero relativamente cercanos, a juzgar, esto por
lo que indica la fauna y la flora de dicho territorio. Esta indica-
ción se refiere a la no similitud, sino que a la identidad de estos
elementos que poseen estas islas entre sí. Ni en la bibliografía
existente, mí en las expediciones que hemos realizado a esta
zona, hemos encontrado elementos que nos desdigan. Es cierto
que aparecen especies recolectadas en ciertos lugares y que si no
han sido colectados en otros, se debe a que no se han efectuado
las exploraciones en forma acuciosa, como lo hemos comprobado,
al hallar multitud de especies dadas sólo a determinadas islas,
y siendo su distribución mucho más amplia de lo que se pensaba.
Entre algunas especies citaremos al Sericoides glacialis (Fabr.)
común en todas las islas mencionadas, como también el Cero-
glossus suturalis Fabr., el Pycnosiphorus femoralis Guér., el
Peña, L. E. y Barría P., G. ARCHIPIELAGO DE CABO DE HORNOS 197
Paulsenius carinicollis caudiculatus Fairm. y varias otras especies
de Curculionidae, el Metins blandus Dej. el Hypolitus magella-
nicus (Bl.), el Brachybelops habni Fairm. y varias especies de
Hydromedion, etc., todos dentro del orden de los Coleoptera.
Entre otros insectos podríamos citar a Gamostolus subantarticus
(Berg.), Isodermus gayi (Spin.), Polychisme chilensis (Hagl.),
etc. Entre los pequeños caracoles terrestres son comunes los del
género Amphidoxa y Radiodiscus. Los Isopoda son abundantes
y la especie posiblemente dominante es el Styloniscus magella-
nicus Dana, entre los arácnidos hay varias especies distribuidas
entre el archipiélago y llama la atención el Trasychirus denti-
chelis Simon Opilionidae que se encuentra bajo palos en descom-
posición.
Muchos estudios se han realizado sobre la ornitofauna de
estas islas, pero nada nos van a indicar debido a que las aves
tienen un gran poder de desplazamiento, por lo cual no las
hemos tomado en cuenta para valorar nuestro punto de vista.
En otros grupos de animales muy poco se ha hecho y poco se
conoce al respecto.
Naturalmente que en todo este conglomerado de archipié-
lagos australes en que se ha fracturado el territorio, existe una
variación faunística, pero que sólo está determinada por fenó-
menos generales que afectan a todos ellos, (mayor humedad,
temperatura, etc.), y no por un fenómeno parcial de aislamiento
geográfico, como podemos observar sí recorremos el territorio
austral desde occidente a oriente. Veremos en nuestro recorrido
cómo la fauna va variando, dominando los dípteros hacia el
occidente, para luego ir apareciendo otros elementos mixtos con
representación de variados órdenes y por fin ver la dominancia
de los coléopteros en la zona más árida, ya esto en pleno terri-
torio continental.
Como dato informativo detallamos estas regiones:
a) REGION PACIFICO AUSTRAL (XVIII Seg. Peña, 1966)
Comprende una cantidad de islas y los extremos de algunas
penínsulas continentales, tales como se expresa en el mapa. Sus
lluvias alcanzan los alrededores de los 9.000 mm. al año. Sus
árboles están cubiertos por una muy gruesa capa de musgos y
198 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
líquenes, son bajos y torcidos y abundan las fagaceas y winte-
raceas. La dominancia de Dípteros es muy notable, escaseando
los coleópteros de los cuales sólo se conocen contadas especies.
Ha sido una región muy poco explorada y estudiada en estas
materias por estar alejada y absolutamente abandonada por el
hombre, debido a su clima de permanentes lluvias, lloviznas y
vientos. El mar bate sus costas muy fuertemente lo que hace
también difícil su exploración.
b) REGION INTEROCEANICA MAGALLANICA (XVII
Peña, 1966)
Bien caracterizada por ser una región de transición entre
la Región Pacífica Austral y la Región de Estepa Patagónica.
Sus bosques de Nothofagus se mantienen en una cierta aridez.
Probablemente el máximo de lluvias anuales no supera los 1.300
mm., con un mínimo cercano a los 200 mm. Sus límites son
difícilmente definibles, pero más o menos concuerdan con lo que
el mapa muestra (Fig. 1). En esta región se pueden observar
cadenas de montañas, (Cordillera Sarmiento, Cordillera de Dar-
win, etc.), que mantienen características diferentes y que podría
concordar con lo que Kuschel (1960) denomina “Mountain
Zone”. Sus laderas están cubiertas con bosques de fagáceas,
tanto caducifolios como siempre verde, dominando los primeros
en las alturas y los otros en el bajo. Hay grandes extensiones
de “turbales” (nombre sólo).
Es una región bien accesible y bastante recorrida por botá-
nicos y zoólogos y por lo tanto su fauna y flora se conoce muy
bien. Aquí los Coleópteros se encuentran en forma más abun-
dantes dominando los Carabidos, Tenebrionidos y Curdulioni-
dos, siempre siendo más abundantes en los lindes del bosque.
Aquí vuelan diversas especies de Lepidopteros, Pieridae, Saty-
ridae y hay varias especies de Hymenoptera, '
Las aves son bastante comunes y las hay de variedad de
especies.
c) REGION ESTEPA PATAGONICA (XVI, Peña, 1966)
- No se manifiesta en el Archipiélago de Cabo de Hornos.
Peña, L. E. y Barría P., G. ARCHIPIELAGO DE CABO DE HORNOS 199
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos al señor Alvaro Barros V. y al señor Alfredo
Salomón, el primero organizador del viaje efectuado en el mes
de Abril de 1972 y el segtundo su coordinador. Al Dr. Theodore
H. Hubbell y al Dr. J. P. Darlington, quienes fueron los prin-
cipales auspiciadores de la larga expedición hecha entre 1960 y
1961, en la cual nos acompañó el Dr. Júrgen Rottmann S., al
señor Tomás Cekalovic K., quien determinó parte de los artró-
podos citados y a tantas otras personas que nos colaboraron en
Otros viajes.
Muy especialmente vayan nuestros agradecimientos a la
Armada de Chile la que siempre puso a disposición nuestra sus
barcos y a su culto y disciplinado personal, sin cuya ayuda
nada o muy poco se abría podido realizar.
67” escz1: s000000
LITERATURA CITADA
KUSCHEL, G., 1960, Terrestrial zoology in southern Chile, Proc. Royal Soc. 152:,
540-550 (B).
PEÑA, LUIS E., 1966, A preliminary attempt to divide Chile into Entofaunal
Regions, etc. “Postilla”, Peabody Museum at Yale Univ., 97: 1-17.
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Valparaíso, Chile 201
PRESENCIA DE HISTIOTUS MONTANUS MAGELLANICUS
PHILP. Y DE MY OTIS CHILOENSIS CHILOENSIS W.ATERH.
(CHIROPTERA), AL SUR DEL ESTRECHO
DE MAGALLANES
LUIS E. PEÑA G. y G. BARRIA P.
Facultad de Agronomía, Depto. de Producción Agrícola
Universidad de Chile, Santiago
En varias oportunidades hemos tenido la ocasión de explorar
las islas ubicadas al sur del Estrecho de Magallanes, en un plan
de prospección de la Fauna de Chile. Durante estos viajes hemos
visitado la isla de Navarino y allí se nos informó sobre la
presencia de murciélagos, no sólo en esa isla, sino que en muchas
otras, ubicadas dentro de lo que se ha denominado el Archipié-
lago de Cabo de Hornos, es decir, en las islas que sobre y al
sur del Canal Beagle, forman un bloque bien definido, (Islas:
Nueva, Lenox, Picton, Navarino, Wallastone, Hoste ,etc.).
No conociéndose colectas de estos pequeños mamíferos al
sur del Estrecho de Magallanes, (W. H. Osgood. 1943, The
Mammals of Chile, Field Mus. N* 30), nos interesó investigar
la realidad de lo que se nos informaba.
Durante nuestra estadía en la isla Navarino, en el mes de
Noviembre de 1962, viaje efectuado en compañía del Dr. Júrgen
Rottmann, observamos murciélagos volando al atardecer en las
inmediaciones de Puerto Williams, sin que lográramos colectar
ejemplares. A nuestro parecer se trataba de un Myotis. Este dato
lo pudimos confirmar gracias a una comunicación personal reci-
bida del Sr. Tomás Cekalovic K., Conservador del Museo del
Departamento de Zoología de la Universidad de Concepción,
quien nos dice en ella, que a principios de Febrero de 1957 logró
capturar en ese mismo lugar de la isla de Navarino, seis ejem-
plares de murciélagos que al ser estudiados resultaron pertenecer
a la especie Myotis chiloensis chiloensis Waterh., ejemplares que
fueron enviados a diversas instituciones científicas, mantenién-
202 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
dose en el Museo de la Universidad de Concepción un ejemplar.
Durante el último viaje realizado en Abril de este año 1972
a las islas mencionadas, nos obsequiaron un ejemplar de mur-
ciélago que después de ser examinado llegamos a deducir de
que se trataba de Histiotus montanus magellanicus Phil.
El ejemplar fue encontrado bajo corteza semidesprendida
de un árbol, (Notophagus) en las inmediaciones de Puerto Toro
lugar que está ubicado en la costa oriental de la Isla de Navarino,
frente a la isla Picton. Está en malas condiciones, sólo se le ex-
trajeron las vísceras. Sus incisivos superiores no existen y los
inferiores son 2-3 trífidos y colocados muy juntos. Las medidas
aproximadas que hemos tomado son las siguientes: extensión del
antebrazo, 43 mm. y de la tibia 19 mm. Su coloración es café
oscuro. más clara en la parte inferior del cuerpo y en la base
superior de las orejas.
Como datos ilustrativos agregaremos que el día 6 de Diciem-
bre de 1966, en un viaje efectuado en compañía del Dr. Evert
I. Schlinger de la Universidad de California, USA, encontramos
un ejemplar de esta misma especie, también bajo corteza de un
árbol seco en el camino entre Punta Arenas y Natales en un
lugar cercano a Monte Alto.
Agosto 1972.
Valparaíso, Chile 203
OBSERVACIONES ACERCA DE LA INCORPORACION
DE CRUSTACEOS A LA DIETA DE ANIMALES
DOMESTICOS
HERMANN RIEGEL
RESUMEN: Se da cuenta de las posibles ventajas que invo-
lucra la alimentación de rumiantes y aves domésticos con dese-
chos de la fabricación de conservas de camarones.
ZUSAMMENFASSUNG: Es wird ueber vorteilhafte Wirk-
ung berichtet, die man durch Verfuetterung von frischen Kreb-
sabfaellen aus der Konservenfabrikation erzielte, wobei der
Haupteffekt im Karotingehalt vermutet, aber auch Protein-Mi-
neral- und Spurenelementgehalt in Rechnung gestellt und weiterer
Forschung, die schon im Gange ist, ueberlassen wird.
Cuando después de la Segunda Guerra Mundial, unas
goletas alemanas empezaron por primera vez con la pesca de
arrastre a lo largo de nuestro litoral, extrajeron del mar, no sólo
grandes cantidades de merluzas, sino también camarones y lan-
gostinos. Tal era la abundancia, que no les era posible colocarlos
todos en el mercado nacional, pues faltaban instalaciones para
deshidratar y moler el exceso de la pesca no consumida por el
público.
Hoy, este problema se encuentra en gran parte solucionado.
El exceso de peces se convierte en harina de pescado; los crustá-
ceos se hierven y se aprovechan las colas que —una vez conge-
ladas— representan un importante producto de exportación. Sin
embargo, subsiste una dificultad, el cuerpo restante del crustá-
ceo se pierde, pues varias empresas pesqueras no disponen de
las instalaciones necesarias para deshidratarlos, y aquellas que
las poseen, se ven obligadas a exportar la harina de camarones
que de esta manera se obtiene, por no encontrar compradores en
el país.
204 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Nos parece evidente que este producto de desecho es muy
rico en proteínas, sales minerales y pigmentos que suponemos
del grupo de los carotenoides, precursores, por lo tanto, a la
Vitamina A. y debe resultar altamente positivo al ser incorpo-
rado en la alimentación de animales domésticos.
Tratando de probar el efecto de la alimentación con crus-
táceos, se realizó una experiencia en aves cuando se presentó
en la zona la peste aviar “Newcastle”, que arrasó con la casi
totalidad de aves de los criaderos.
Se comenzó a agregarle al alimento un máximo aceptado
por las aves de crustáceos (principalmente Cervimunida y Rhyn-
chocinetes) desecho del producto de una empresa pesquera. El
efecto de esta alimentación no tardó en quedar en evidencia.
A pesar de haber vacunado las aves demasiado tarde contra la
peste, ya que había algunas enfermas, sólo 7 ejemplares de 140
murieron a causa de ella. Todas las demás se salvaron. En los
demás criaderos, en cambio, y en aquellos, en que la vacunación
también se había comenzado ya con demasiado atraso, la peste
arrasó con todos los animales.
De los factores proporcionados en la dieta nos parece más
posible que hayan sido los carotenoides, los que mayor papel
hayan tenido en la prevención y resistencia al “Newcastle”,
actuando como factores precursores de Vitamina A.
Estamos conscientes, que esta interpretación corresponde
sólo a una hipótesis de trabajo, que debe ser afirmada o recha-
zada mediante un cuidadoso estudio del rol de la Vitamina A
en esta enfermedad.
El pigmento rojo de los crustáceos pasa con facilidad a los
huevos de las aves incorporándose al vitelo que resulta así fuer-
temente teñido, observaciones semejantes llevadas a cabo por
Einsele, Director de las Pisciculturas de Austria, en comunica-
ción personal, indican un hecho semejante en Salmónidos. El
probable aprovechamiento de los carotenoides en forma de Vita-
mina Á aconsejaría una alimentación rica en crustáceos para las
aves y una promoción al consumo de huevos con vitelo rojo
pensando en una mejor alimentación de la población. En el caso
de los salmónidos estudiado por Einsele se creyó observar una
apreciable mejoría en la fecundidad y un mejor desarrollo en
las primeras edades de los alevines.
Riegel, H. CRUSTACEOS A LA DIETA DE ANIMALES 205
La incorporación de crustáceos a la dieta de animales
domésticos fue probada también en cerdos y ovejas Karakul.
Los problemas fundamentales que se nos presentaban en
estos Casos eran:
a) buscar una fuente rica en proteínas para el crecimiento de
los animales, jóvenes y de las hembras preñadas.
b) encontrar algún sistema de bajo costo que proporcionase mi-
nerales (Ca, Mg, Cu y otros) a las hembras preñadas o con
cría. La necesidad de enriquecer la dieta en este aspecto era
más imperativa, ya que las ovejas están casi permanente-
mente en un corral.
c) incorporar a la alimentación una fuente de Vitamina A que
ayudase en la prevención y curación de enfermedades.
Se dispuso de crustáceos cocidos, no deshidratados que fue-
ron mezclados con otros productos, llegando después de varios
ensayos a la siguiente fórmula:
2.500 Kgs. de crustáceos
200 ” maíz molido.
90 ” pasto picado.
90 ” paja picada.
Esta mezcla se repartía una vez al día a una majada de 700
ovejas Karakul, que la consumía sin dejar restos. Se daba además
una ración de aserrín de pino o eucalipto mezclada con un coci-
miento espeso de afrecho de porotos (desecho de una fábrica de
alimentos); parte del aserrín usado había sido cocido con lejía
de soda (NaOH al 1%) y parte provenía de silos dispuestos
con un agregado de engrudo de maíz y levadura (creando un
ambiente de CO2).
Los crustáceos corresponden a ejemplares sin abdomen de
langostinos (Cervimenida johni), camarones (Rhynchocinetes
typus), escasos ejemplares de Decapoda y Stomatopoda y posi-
blemente raros especímenes que no fueron identificados, sin
ninguna significación en la masa total proporcionada. Se prefi-
rió usar material mo deshidratado, pensando en aprovechar los
líquidos ricos en amino-ácidos y evitar las alteraciones produci-
das por el calentamiento en el proceso deshidratador.
206 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Inicialmente los crustáceos eran molidos, para obtener una
mezcla más fina, suponiendo así una mejor aceptación. Esta
práctica se abandonó pronto al comprobar que las ovejas acep-
taban bien los cuerpos enteros sin dejar restos de ellos.
Los otros factores de la mezcla pretendían los siguientes
objetivos principales:
—+favorecer la aceptación de los langostinos.
—proporcionar carbohidratos como productos energéticos.
—proporcionar vitaminas.
—+favorecer los procesos de digestión.
Un factor limitante en el aprovechamiento de los crustáceos
no deshidratados es su descomposición rápida, lo que obliga a
utilizarlos el mismo día de su producción.
En nuestras observaciones se pudo apreciar los siguientes
resultados, algunos de los cuales necesitan de comprobación pos-
terior en un estudio más acucioso:
—Los crustáceos cocidos son bien aceptados en la alimentación
de ovejas y cerdos.
—Después de 12 semanas no se advierte disminución de peso en
los ejemplares adultos.
—Hay un incremento rápido de peso y mejora la velocidad de
crecimiento de los ejemplares jóvenes.
—Las hembras con cría disponen de abundante leche; se aprecia
en este aspecto una mejora notable en relación a la dieta sin
langostinos con muchos ejemplares, que por falta de leche no
podían alimentar a sus crías.
—Aparentemente ha aumentado la resistencia hacia las enferme-
dades del pulmón.
La interpretación de los resultados y sus factores determi-
nantes no pueden ser analizados con rigurosidad en base de la
experimentación realizada, pero creemos que además de demos-
trar un posible aprovechamiento de una fuente importante de
proteínas y sales minerales, plantea una serie de hipótesis de
trabajo que pueden ser abordadas. En el momento actual se está
trabajando en un análisis comparativo de mezclas alimenticias y
excretas en los animales citados, estudiando también la leche en
el caso de las ovejas.
Valparaiso, Chile 207
ETNOMUSICOLOGIA DE LA ISLA
DE PASCUA (1)
RAMON CAMPBELL
Facultad de Ciencias y Artes Musicales, Universidad de Chile.
El conocimiento de que en la Isla de Pascua existía una
acentuada musicalidad entre los habitantes, data de no más de
cincuenta años. Los visitantes del pasado (Loti, Thomson, Knoche,
y otros) no hacen más que destacar algo sobre los bailes y sobre
características generales de una forma particular de cantar de
los isleños.
Es un sacerdote, el Padre Bienvenido de Estella, el primero
que anota, destaca y llama la atención sobre la calidad de la
música antigua que, aunque ya en una etapa de influencia
foránea, pudo apreciar en todo su valor. Las primeras nota-
ciones musicales del capuchino, son las muestras iniciales que
nos han llegado de cantos antiguos. Adolecen del defecto de
tratarse de música vertida a un lenguaje musical moderno, con
armonización occidental y escrita en forma de corales de iglesia.
Pero ello no les quita su valor. En forma un poco ingenua tras-
cribe el Padre Estella una carta del religioso capuchino Tomás
de Elduayen, a quien envió algunas notaciones de cantos “ka-
nakas”, como los denomina, de acuerdo al término usado corrien-
temente en aquella época (1917) para los isleños del Pacífico,
que tenían rasgos orientales y se hacían llamar a sí mismos
“tangata”. El Padre Elduayen quedó asombrado de la hermo-
sura de los cantos y trascribió algunos. En su carta de respuesta
al Padre Estella, escribe:
“He procurado sujetar estos cantiquitos (sic) a algún ritmo
o movimiento fijo. Te diré por qué. El ritmo libre indudable-
mente es más artístico, pero requiere cantores muy experimentados
(1) Capítulo VI del Libro: El Misterioso Mundo de la Isla de Pascua, Editorial
Francisco de Aguirre, Buenos Aires, 1971. Licencia especial del autor y
de la empresa editorial para su publicación en Anales del Museo de Historia
Natural de Valparaíso.
208 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
y resulta poco práctico sobre todo para enseñar a los que no han
oído nunca esos cantos; así, es de temer que en esa versión
libre les den un vistazo y los archiven después como cosa rara,
pero inútil. Yo querría que esas melodías fueran la señal de vida y
de expresión del alma kanaka, y que contribuyeran a conservar
esta raza, y que no hubiera kanaka que no las cantara”.
Revela así, en su ingénita sinceridad el Padre capuchino,
la influencia que ha ejercido la misión religiosa en la evolución
de la música antigua de Rapanui y de muchos otros territorios.
Con la mejor intención del mundo se desvirtúa la autenticidad
de los textos, en pro de una mejor conservación de ellos para
su adopción, ya transformados, por las generaciones posteriores.
La musicología moderna, carente aún de los métodos cien-
tíficos objetivos que podrían librarla del factor apreciación humana
(siempre sujetos a distorsión), cuenta por lo menos con los
medios de recolección de la electrónica y del análisis comparativo.
De esta manera ha nacido la etnomusicología, disciplina cien-
tífica del siglo veinte que permite a la música integrarse en
forma fructífera al estudio de la prehistoria.
Los documentos escritos de los exploradores del pasado
dan, por lo menos, el testimonio de que un tipo especial de cantos
existía en la isla, que era diferente a lo encontrado en otras islas
del Pacífico.
Nos hemos referido a Pierre Loti. Su relato es interesante:
“En efecto la Isla de Pascua o Rapanui, tal como yo me lo
figuraba, y aquellos hombres que veía agitarse de un modo tan
extraño, eran los últimos restos de su misteriosa raza... Canta-
ban una especie de recitado quejumbroso y lúgubre. Los indígenas
cantan... Habría querido escribir algunos de sus aires; pero es
imposible, las notas que poseemos son insuficientes”.
En otro capítulo de su obra Reflets sur Pombre route, es-
cribe: “Cantan una melopeya (sic) quejumbrosa, lúgubre, que
acompañan con un balanceo de cabezas y de cintura, como lo
hacen los grandes osos danzantes sobre sus patas traseras. Cantan
palmoteando, como para dar un ritmo de danza. Las mujeres
dan notas tan suaves y aflautadas como canto de pájaros. Los
hombres a veces cantan en falsete, con vocecillas baladoras y
temblorosas, y a veces prorrumpen en mujidos de son cavernoso”.
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 209
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Conjunto pascuense actual.
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Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 211
Y esta referencia encierra aún valor documental más gran-
de si se considera que en ese tiempo (1872), a sólo seis años
de la llegada de los misioneros Roussel y Zumbohn, ya habían
adoptado el estilo y texto de los cantos litúrgicos occidentales.
“...La sorpresa que tuvimos fue grande, —anota Pierre Loti—,
al ver y oír a ese pueblo ignorante y salvaje prosternado ante el
altar, en profundo recogimiento, cantando en voz alta en nues-
tro idioma (el francés)”.
La referencia a las danzas fue lo primero que distinguió y
asombró a los navegantes europeos.
Geiseler (1886), citado por Metraux, escribe:
“Las danzas son diferentes del tipo usual en Polinesia.
Mientras en Samoa los danzantes se posan y balancean las caderas,
haciendo movimientos de brazos, aquí ellos permanecen sobre
un pie y extienden el otro en sacudidas, que siguen el ritmo del
canto. De los movimientos pude deducir que el baile llamado
recreacional era una danza bastante inmoral”.
Knoche (también citado por Metraux), escribió:
“El katenga es una danza muy obscena, en la cual una fila
de hombres está de pie frente a otra fila de mujeres. La danza
consiste en saltos sobre un pie, con la rodilla flectada. Los
cuerpos son movidos alternativamente hacia uno y otro lado”.
Pero la referencia más extensa sobre la danza, se debe a
Thomson. En su libro Te-pito-o-te-henua (mumerosas veces Ci-
tado), escribe:
La Danza Nativa. “Justamente como las tradiciones que son
conservadas de padres a hijos, las danzas nativas son recordadas
y conservadas en estima, aunque nunca públicamente practicadas,
Mr. Salmon me procuró los servicios de algunos artistas, y tuve
la fortuna de presenciar las peculiaridades de la danza nativa en
su casa de Vaihú, en la víspera de nuestra partida de la isla.
La música la proporcionaban tres personas sentadas sobre el
suelo, que acompañaban con discordantes voces y con golpes
sobre un tam-tam improvisado de viejas calabazas, y la danza era
ejecutada por dos mujeres, una vieja y una joven. Esta última
tenía la pretensión de hacer simetría con la figura de la otra.
Ellas llevaban un sencillo vestido holgado, bastante largo como
para exponer sólo los tobillos y los pies, quemados por el sol.
Sobre la cabeza y los hombros tenían echado un manto blanco,
212 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
compuesto de tela como de algodón, el cual a veces era exten-
dido y abierto para esconder la figura completa, mientras se
desarrollaban las varias evoluciones de la danza. Este
manto no era llevado con ninguna particular habilidad o gracia,
y parecía identificarse con alguna determinada danza, después
de la cual era descartado y se iniciaba una breve danza de pal-
madas o de varas. Los cantos fantásticos relataban las hazañas
y proezas de los antepasados en la guerra, en la pesca o en el
amor y los gestos de los danzantes eran en esta ocasión, perfec-
tamente propios y modestos. Algunos movimientos sugerían una
gran relación con las danzas de las Geishas del Japón, con sus
odori y consistían en movimientos y actitudes calculadas para
lucir la elegancia y gracia de los ejecutores. El carácter más
peculiar de la danza nativa es la ausencia de movimientos vio-
lentos; no hay saltos ni elaboradas piruetas, nada de extrava-
gancias ni contorsiones y nada que pudiera llamarse precisión
de pasos. Los miembros inferiores juegan una parte muy secun-
daria respecto de los brazos, y los danzantes no se entregan a
ningún vertiginoso giro. Los pies y manos guardan un moví-
miento lento, en unísono con la música, mientras los danzantes
procuran actuar fuera de las palabras del canto, por pantomima.
Estas isleñas, tal como sus hermanas a través de Polinesia, tienen
su Hula-hula, danza que participa de pasión y abandono y que
retrata la vieja historia de coquetería, celos y finalmente rendi-
ción de la dama. Suaves movimientos laterales, un gentil vol-
verse, tímidas miradas y sobresaltados gestos, dando lugar gra-
dualmente a raptos pasionales, hablan plenamente del tema del
canto, aunque los movimientos son menos gráciles y elegantes
que los que caracterizan a las danzas de la India (Naughtdan-
ces). Entre estas diversas danzas, algunas son ejecutadas por,
hombres y otras por mujeres, pero los dos sexos raramente bailan
juntos. Las varas son llevadas usualmente con las dos manos,
pero ocasionalmente una o ambas son descartadas. Sombreros de
plumas y otros ornamentos adornan las figuras. Se dice que
algunas de las danzas son de tendencias obscenas”.
Esta interesante referencia, que he trascrito in extenso, pues
expresa más de lo que puedan imaginar los visitantes de la época
o los tratadistas de hoy en día, nos presenta ya un panorama
transformado de lo que debió ser la música y la danza del pasado.
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 213
La vestimenta, “sencillo vestido hol gado bastante largo como
para exponer sólo los tobillos y los pies”, es ya la vestimenta
impuesta por los misioneros de la casa de Vaihú.
Las características de la danza y del vestido son bien dife-
rentes de los usados cuarenta años antes, y reseñado en la obra
del almirante Du-Petit-Thouvars, Atlas pintoresco del viaje alre-
dedor del mundo a bordo de la fragata Venus (Gide y compa-
ñía, París, 1846).
En una ilustración de dicha obra aparecen dos parejas de
indígenas desnudos completamente, bailando sobre la cubierta del
barco, ante la atenta y asombrada mirada de los oficiales fran-
ceses. Los hombres barbados y las mujeres con largas cabelleras,
están cubiertos sólo con taparrabos (tal vez agregados por los
editores, ya que los relatos hablan sólo de tatuajes), y ejecutan
un baile acrobático, que el autor titula, de acuerdo a las infor-
maciones de los nativos, “hagana”. Los pies lanzados hacia ade-
lante, y las piernas levantadas de las mujeres, hablan de un
ritmo violento y sensual, con mímica expresiva de manos y brazos,
tal como sugiere el relato de Thomson.
Esta misma ilustración apareció algunos años después, en
otro libro de viajes publicado en Francia, pero el escenario es
muy diferente y naturalmente imaginario. Las parejas aparecen
danzando entre un grupo de casuchas polinésicas y altas palmeras
y platanares.
En las obras de etnología publicadas en el presente siglo es
curiosa la ausencia de toda referencia a la música del pasado.
Metraux es categórico: “The ancient music of Easter Island ¡s
now dissapeared”, —asegura en su monumental Ezhmology of
Easter Island, publicada en Honolulú en 1934. Sólo registra unos
dos o tres textos, no muy antiguos, de cantos conservados por la
tradición.
Igual aseveración hace Englert catorce años después, en su
obra: La Tierra de Hotu Matua, (1948): “Es de lamentar que
los antiguos cantos se hayan perdido por completo. Hoy día
existen solamente cantos de texto y melodía tahitianos y algunos
pocos cantos inventados en los últimos decenios”. den
¿Cuál ha sido la razón de esta ignorancia sobre la tradición
mantenida de los cantos antiguos de Rapanui?
214 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
Estimo que han sido dos los motivos que han ocasionado
esta desinformación de la que derivó, durante mucho tiempo,
un errado concepto sobre la música aborigen de Rapanui. El
primero ha sido que los informantes de Metraux, de Routledge,
de Englert y de muchos otros, han sido personas de la isla, que
a pesar de su conocimiento de las tradiciones, no pertenecieron
a las castas de cantores, a los ““maori anga riu”, como podrían
haberse llamado. Juan Tepano fue, durante muchos años, una
especie de “guía oficial” de los investigadores, como lo han sido
posteriormente los hermanos Pakarati Ranguitaki, hijos del cat>-
quista Nicolás Pakarati. Hombres muy doctos y sabios en tradi-
ciones, pero malos músicos, que no han podido rememorar O
reproducir para los investigadores los cantos del pasado. Los
mismos investigadores no han sido muchas veces personas muy
doctas en el arte musical. Si lo hubiera sido Metraux, segura-
mente no habría estampado como canto antiguo el conocido
“Tupahotu rake-rake”, que es fácilmente identificable como copla
moderna. Aunque mi estimación por el Padre Englert no tiene
limitaciones, debo confesar, en beneficio de la verdad, que su
preparación musical era muy elemental. Aparte del conocimiento
del canto litúrgico gregoriano y de los himnos religiosos de
origen tahitiano cantados en la misa pascuense, no tenía mayor
conocimiento de técnica musicológica.
El otro factor, que se aprecia en especial en cuanto al ves-
tuario de danzas y al estilo de éstas, es el prejuicio religioso
impuesto por las moralizadoras enseñanzas de la iglesia.
Puede apreciarse así, con los documentos que he citado,
como en pocos años (de 1846 a 1886) se había impuesto ya un
tipo de vestimenta en forma de largo sayal, que llegaba hasta
los tobillos, y que hemos descrito en la evolución del vestuario
desde la época antigua. La danza que muestra el grabado de
1846, dibujado del natural, es también muy diferente de la pan-
tomima descrita por Thomson cuarenta años después. Es indu-
dable que esas danzas obscenas y salvajes que hemos descrito
como complemento de los ritos de Orongo o de los “koro” anti-
guos, han sido prohibidas como cosa del demonio, en la obra de
moralización de los misioneros.
En los últimos años dos investigadores chilenos, Eugenio
Pereira Salas y Jorge Urrutia Blondel, han escrito sobre la mú-
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 215
sica de la Isla de Pascua. Es este el primer ensayo de trabajo
serio de investigación. El uno, obra de recopilación, en base a
los escritos del Padre Bienvenido, que ya hemos reseñado, y el
otro, en manos de un músico de alta preparación, como Urrutia
Blondel, que es de apreciación personal, valiosísimo aporte dado
el reducido tiempo que el músico pudo pasar en Rapanui (15
días). Por tal motivo, con honradez ejemplar, tituló su trabajo
como: Reportaje de un músico a Rapa-nui, y fue publicado, al
igual que el de Pereira Salas, en la Revista Musical Chilena en
1958. En su publicación Urrutia pudo apreciar, al lado de la
música de origen polinésico, la existencia de una música autóc-
tona de alto valor. Con verdadera intuición de artista, escribe:
“...es urgente la necesidad de realizar una investigación más
profunda y prolongada de la música de nuestra joya”.
Este era para mí, y para cualquier músico, el punto de
partida para el conocimiento e investigación de la música pas-
cuense.
Había, aparte de este tipo de trabajo, la labor de recolec-
ción o recopilación hecha por distinguidos folkloristas, atraídos
por el encanto de temas llegados de la isla a través de los pocos
pascuenses que viajaban en los barcos de abastecimiento de la
Armada Nacional. Aparecía esta música como una derivación
directa de los cantos conocidos a través de grabaciones comer-
ciales llegadas de Tahití, que ha sido el único grupo de islas
donde se ha establecido en época reciente una industria fono-
gráfica.
Varios folkloristas viajaron, en los últimos veinte años a la
isla, entre ellos la destacada artista muestra amiga Margot Lo-
yola, a quien debemos excelentes versiones de música pascuense.
La primicia traída por Margot, fue acogida con entusiasmo
por los cultores del folklore musical. En verdad se creaba en
nuestro país una responsabilidad en la conservación de los cantos *
populares de Isla de Pascua, que desde muchos años, como ya
lo hemos relatado, estaba bajo soberanía chilena.
Margot Loyola hizo algo más que recolectar. Se hizo apre-
ciar y querer por los pascuenses en los pocos días que pasó entre
ellos. Con intuición de artista pudo captar los temas en boga en
la isla, e hizo anotaciones sobre su significado y el de algunos
usos y costumbres relacionados con la música. Además, en uno
216 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
de sus viajes se hizo acompañar por un selecto grupo de cantores
pascuenses a los cuales presentó en Chile continental e hizo
participar en grabaciones de discos.
Entre los artistas venía uno de los representantes de la
antigua tradición musical de Rapanui: Ricardo Hito. Trasladado
al continente a causa de una enfermedad pulmonar, fue invitado
por Margot a actuar en su conjunto, formado principalmente
por cantores jóvenes. Ricardo enseñó algunos temas a la artista
y ella me los hizo oír.
Fue el primer eco que llegó a mis oídos de la extraña mú-
sica de la isla. En un recital, que después repitió en privado en
mi casa, Margot me cantó dos temas: ““Tuu-Maheke” y “Ka huru
koe neru”. Fueron para mí una revelación. Había, encerrado en
esa música, un mundo lejano y distinto de todo lo que había
escuchado hasta el momento. Un ritmo vital, potente, extraño,
que nada tenía de relación con las muelles y blandas melodías
grabadas anteriormente.
Desde ese momento empezó a incubarse en mi espíritu el
deseo de investigar la música de esa isla, lo que pude lograr a
través de mi profesión. El nombramiento como médico de la isla
me proporcionaba la oportunidad de permanecer largo tiempo
entre ellos. Esa sería la única forma de adentrarme en su mundo.
1.—PRESENCIA DE LA MUSICA ANTIGUA
A poco de instalado en mis funciones profesionales, y pre-
munido de un piano, máquina grabadora Grundig y mucho
papel pautado, me puse en contacto con los grupos musicales
de la isla.
No existía un conjunto organizado. Sólo en la escuela pú-
blica el profesor y alcalde Alfonso Rapu había encargado a uno
de los músicos más connotados la formación de un conjunto
de artistas jóvenes. Este hombre entendido en música era Luis
(Kiko) Paté. De unos cuarenta años, mejorado ya de la grave
enfermedad de Hansen, de carácter bonachón y amable, Kiko
animaba a las muchachas y niños de la escuela a formar un
conjunto de cantos y bailes. '
Con ocasión de la estada del buque en que yo llegué se
efectuó una función de este conjunto. Actuaron en el salón de
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 217
actos del establecimiento y presentaron una serie de números
muy monótonos de cantos acompañados con guitarra, cantados
al unísono, con poca alternancia, y realmente una mala versión
de todo lo que yo había escuchado en discos tahitianos. Se debe
considerar que estaban recién ensayando, y que eran jóvenes de
poca edad, pero ello no prometía gran cosa.
Busqué entonces a Ricardo Hito que había regresado del
continente y que se desempeñaba como cocinero del Gobernador
de la isla, un distinguido capitán de la Marina chilena.
El trabajo de Ricardo no le permitía dedicarse al conjunto
ni a cantar en público, pues era mucha la tarea de presentar
dignamente la mesa de la autoridad máxima de la isla. Le ayu-
daba en sus labores su esposa, Verónica Atan, una excelente
mujer y cantante de grandes condiciones. Hubo que esperar que
el barco, tras dos semanas de estada en la isla, regresara al
continente, para disponer del buen Ricardo y empezar a escu-
char algo de lo que él sabía sobre los cantos.
Al principio lo que pudimos escuchar de sus labios, y de sus
colaboradores, casi todos servidores de la casa del Gobernador,
fueron cantos tahitianos y algunos arreglos de temas fácil-
mente reconocibles como internacionales o mexicanos, que el
buen hombre había aprendido en sus meses de estada en Chile.
Atraídos por la novedad del piano y la grabadora, se jun-
taban también en mi casa diversos grupos de gente de todas
edades y categorías, los que después de escuchar grabaciones me
hacían oír también cantos de la isla, todos casi del mismo estilo
polinésico.
Si hubiera debido interrumpir mi estada a los tres meses
de permanencia no habría conseguido más que recopilar uno
que otro tema de estilo diferente.
La mayoría eran cantos acompañados de guitarra, con ritmo
bailable de “hula-hula”, que ya conocía por las grabaciones de
Margot. , an,
Sólo una que otra vez me había hecho oír Ricardo, con
mucha reserva, algunos de los temas que él había hecho conocer
a Margot y que ya estaban grabados en disco. Entre éstos me
dio a conocer, en una noche propicia, algunos cantos dedicados
a rememorar la presencia de los espíritus del otro mundo, o
“aku-aku”.
218 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5; 1972
No tenía yo la más remota idea de la existencia de estos
cantos. Algunos de ellos presentaban características bien peculia-
res: llenos de un sentimiento arcano y misterioso, parecían venir
de épocas muy lejanas. No permitían acompañamiento rítmico
bailable y eran temidos por la gente joven que acompañaba al
simpático viejo en sus ejecuciones nocturnas. En una de estas
oportunidades, una joven del grupo huyó despavorida al imitar
Ricardo la voz de un “aku-aku”, al terminar un canto.
Empecé a comprender así que poco a poco, sin forzarlos,
irían saliendo de su memoria, los cantos del pasado. No ignoraba
que la música en los pueblos primitivos tiene un carácter ritual,
y por tal motivo encierra un cierto poder oculto, similar al
“mana” de que hemos hablado. La música para el deleite o
para el baile colectivo, no tenía esta especie de “tapu”. Por
dicho motivo no tenían ellos inconveniente en hacerme oír sus
cantos bailables y sus ritmos polinésicos.
Pero fue en una ocasión sorpresiva y trágica en que me
enfrenté por primera vez al mundo de los cantos antiguos.
Repentinamente, falleció en el leprosario el decano de los
enfermos, un hombre tristemente famoso, Gabriel Veri-Veri, que
subsistía mutilado y ciego en el Sanatorio situado a unos tres
kilómetros al norte de Hangaroa.
Al ser informado de su agravamiento partí al momento en
el jeep, pero no alcancé a llegar a tiempo. La muerte me había
ganado la delantera.
No encontré a nadie en los sitios de entrada. Gabriel resi-
día con uno de sus nietos, Joel, también enfermo, en un pabellón
separado y alejado del cuerpo principal del leprosario. En medio
del silencio me encaminé hacia el pabellón en que debía estar.
Desde lejos escuché el rumor de extraños cantos. Eran letanías
que se elevaban y bajaban alternativamente, como melopeas inter-
minables que iniciadas por las voces de los enfermos parecían no
terminar nunca; pasaban de un tema a otro, con variaciones e
inflexiones llenas de emoción íntima, las que traslucían el sen-
timiento de dolor por el ser que los había acompañado en el
sufrimiento durante largos años.
- Comprendí, por la serenidad de los cantos y la solemne
soledad que rodeaba el ambiente, que el pobre enfermo ya no
necesitaba mis servicios. Todo había terminado y esos cantos lo
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 219
expresaban elocuentemente. Al asomarme a la habitación, yacía
en medio de la pieza, cubierto por una blanca sábana, pequeño
montón informe, rodeado por sus compañeros de infortunio y
parientes.
No interrumpí la ceremonia. Los cantos fueron apagándose
paulatinamente y poco a poco en silencio fueron todos retirán-
dose de la estancia. Un rito fúnebre se había desarrollado ante
mi presencia y a través de él se había abierto para mí un velo
del pasado. Aún persistían los antiguos cantos. Había que espe-
rar la oportunidad y tenía yo que adentrarme en sus costumbres.
Sólo así podría entrar en la categoría de los iniciados en el arte
del canto, estrechamente relacionado con los momentos trascen-
dentes de la vida y de la muerte.
Los cantos que me habían hecho oír espontáneamente en
las fiestas y bailes no tenían para ellos ningún sentido ““tapu”.
Eran música foránea, aprendida a través de viajes y grabaciones.
Muchos había que tenían viejas victrolas en las que escuchaban
los discos llegados de Tahití, de Chile y de otras partes. Entre
esta música tenía gran aceptación el corrido mexicano, que había
estado en boga veinte años antes. Discos rayados de “Allá en el
Rancho Grande”, o “Jalisco no te rajes”, películas sonoras famo-
sas en su tiempo, eran escuchadas con deleite en la victrola del
viejo Santiago Pakarati (Katipari). Sus hijas, muy graciosas
bailarinas, interpretaban estos ritmos con estilo de “hula-hula” o
de ““sau-sau”, que aparecía en ese tiempo como una danza popu-
lar de la isla.
Bien pronto empezó a cristalizar en mi mente un concepto
claro de lo que era la música de la isla.
El contacto estrecho con Ricardo Hito, que llegó a ser mi
gran amigo y colaborador, me fue dando una pauta para com-
prender la forma en que habían ido ingresando al folklore de la
isla muchos de esos temas.
El “sau-sau” había llegado pocos años antes, sólo en 1939,
a través de unos marineros tripulantes de un yate llamado “La
Walkiria”, comandado por un capitán alemán. Estos marineros,
cuyos nombres se recordaban (Henere y Mapé) cantaban un son
de origen samoano, que encantó a los pascuenses. Pronto lo
aprendieron y lo adoptaron, agregándole algunos versos en idio-
ma pascuense, y variaciones vocales, llenas de gracia y colorido.
220 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Había tomado así “carta de ciudadanía” pascuense y como tal
se le consideraba en Chile continental.
Cosa similar sucedía con otra canción popular muy en boga,
el “Opa-opa” que se cantaba mucho entre los folkloristas de
Chile, como netamente pascuense. Á través de Ricardo (confir-
mado posteriormente por Rafael Haoa, en el continente) pude
conocer la pintoresca historia de este canto, que tenía como
autor nada menos que a un romántico marino norteamericano,
dueño del yate “Mónica”, llegado a la isla en 1943. Su mujer,
una rubia de ojos azules, habíale inspirado la canción:
,
“Vahine mata ninamú...'
(“Mujer de ojos azules...”)
“Opa-opa” significa el balanceo del barco, por acción del
oleaje, y el canto una evocación del sentimiento que embargaba
al enamorado mientras se acercaba lentamente a la isla de
Rapanul:
“*.. .tetere mai nei Rapanui nel.. di
(vá: . mientras nos acercamos a Rapanul. , 5)
Había entonces dos tipos de música: una recientemente lle-
gada a la isla, durante el período de gran conexión con Tahití
(1870-1950); y otra muy antigua, de tiempos inmemoriales, que
estaba enraizada en las viejas costumbres rituales.
Pero esta música ritual antigua tenía también una cierta
diferenciación dentro de sus características arcaicas.
Había una que presentaba un carácter muy elemental y sim-
ple, con sentido rítmico poco variado, compuesta de frases cortas
repetidas y predominio de escalas pentafónicas, y otra más meló-
dica y variada, como melopea desarrollada libremente, conser-
vando siempre un cierto carácter de música oriental, pero de
indudable complejidad en sus elementos constitutivos.
¿En qué consistía esta diferencia que definía tan claramente
períodos dentro de la música pascuense?
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 221
2.—ENSAYO DE CLASIFICACION
Cuando sometemos a estudio y análisis una materia es
preciso clasificar dichos elementos y agruparlos en sus similitu-
des o diferencias, para así poder estractar conclusiones que lleven
a algún resultado musicológico útil.
La simple recolección sin espíritu analítico pasa entonces a
ser una fría “cosecha” de elementos del saber musical de un
pueblo que en nada contribuye al conocimiento de sus tradicio-
nes y desenvolvimiento cultural.
La música antigua subsistía, pero, tal como sucede con los
restos arqueológicos, mucha otra música había cubierto la super-
ficie de la isla y la memoria de sus habitantes. Desde hacía un
siglo una corriente continua de música foránea había ido haciendo
olvidar la música propia. Pero bastaba que un hecho trascen-
dental conmoviera sus espíritus para que los ecos del pasado
se evidenciaran,
Había tenido ocasión desde mi llegada a la isla de asistir
a los oficios religiosos semanales, que se celebraban bajo la
respetable presencia del Padre Englert. Todos los domingos ha-
bía dos misas. Una a las siete de la mañana y otra a las diez.
Era esta segunda la más concurrida y verdaderamente la Misa
oficial para todos. Temprano asistían sólo aquellos que deseaban
salir a faenas de pesca por el día o algunos ancianos madruga-
dores que recibían las bendiciones sacerdotales con el ayuno
correspondiente.
En estas misas se cantaba mucho. Prácticamente toda le cere-
monia transcurría en medio de corales de gran belleza y varie-
dad. El canto se hacía en forma polifónica, a tres, cuatro y aún
cinco voces, a capella, y era dirigido por Kiko que oficiaba en
esta forma como maestro de capilla.
Premunidos los más ancianos de unos pequeños libritos
misales en los cuales iban anotados los textos de los cantos
litúrgicos, pude apreciar que estos himnos eran cantados en
idioma tahitiano y que la música había sido influenciada pode-
rosamente por la acción de los sacerdotes misioneros, de los cua-
les hubo algunos muy buenos maestros de música.
Ellos se habían encargado de enseñar y difundir los evan-
gelios a través del canto, el mejor vehículo de convencimiento
222 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
colectivo en un pueblo especialmente dotado para la música. Esta
acción venía desde la instalación de la misión, en 1864, a
cargo del Hermano Eugenio Eyraud.
He aquí entonces la primera influencia externa sobre el canto
primitivo. El paso de los navegantes del siglo anterior había
sido furtivo y no había alcanzado a ejercer influencia alguna
en los usos locales.
Pero ahora había llegado una influencia exterior perdurable.
La labor del Hermano Eugenio no fue en un principio fácil
ni bien recibida por los isleños. La vida del misionero en la isla
es un ejemplo humano y moral tan extraordinario que podría
ser tema suficiente para la mejor novela histórica o un film muy
dramático. Con santidad y paciencia sin iguales fue venciendo el
natural salvajismo de los nativos y el encono que habían dejado
las crueles depredaciones de los piratas esclavistas de los años
anteriores.
Enfermo y hambriento, soportó la crueldad de los resentidos
isleños y la inclemencia de los elementos confabulados para
derrotar su fe. Al fin triunfó y estableció la semilla de la con-
fianza y de la piedad entre los habitantes.
Sus memorias relatan que al cabo de varios meses ya el
rebaño de los fieles se reunía alrededor de su choza a aprender
las lecciones del catecismo y a cantar los primeros himnos reli-
giosos que esos seres escuchaban.
Fue esta la primera influencia externa que vino a modificar
el sentido musical o lírico de los habitantes. Esta acción fue
mayor con la llegada de los Padres Roussel y Zumbohn, que
vinieron a relevar al apóstol de Rapanui, como se suele llamar a
Eugenio Eyraud.
Por un tiempo éste volvió a Valparaíso a reponer su salud
y a fortalecer sus conocimientos de teología. Después, consciente
de que sería su último viaje, pidió autorización para regresar a
Rapanui. Allí quedó su alma, entre sus sencillos pascuenses, que
entonaron ante su tumba himnos cristianos junto con “Riu”
antiguos, en un postrer homenaje en el cual no podía faltar el
sentimiento de los antepasados.
El canto antiguo adquirió entonces, bajo la acción del canto
gregoriano litúrgico, una mayor elasticidad. La línea quebrada
y escalonada, con pequeños motivos repetidos, se hizo más dúctil
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 223
y ondulada. Se introdujeron los modos cadenciales y se estableció
un sentido de la forma de que carecía el canto primitivo.
Fue una influencia que enriqueció el patrimonio musical de
ese pueblo. La música litúrgica se caracteriza por su tendencia
coral. Así fueron ellos, guiados por los pacientes sacerdotes, sis-
tematizando sus “koro”. La polifonía, el arte de cantar en con-
junto y en diversas voces, llegó a su más alto grado. La parte
negativa de esta acción fue la introducción entre los nativos, del
idioma tahitiano en forma masiva. Los textos de los misales,
que primero llegaron en idioma francés (pues así venían im-
presos desde Europa), fueron traducidos al dialecto del Obispado
de Axieri, con sede en Papeete. El idioma, emparentado
con el dialecto de Rapanui, vino a consagrar al tahitiano como
lengua oficial, perdiéndose así gran parte del vocabulario pas-
cuense.
Pero esta acción de los misioneros no fue muy duradera.
Por actuación de un personaje fatídico, un marino francés llamado
Onezimo Dutrou-Bornier, los sacerdotes hubieron de abandonar
la isla por muchos años. Expulsados en 1870 de su“último reduc-
to en Vaihú, éxodo en que fueron acompañados por unos dos-
cientos pascuenses, la isla quedó abandonada a su suerte, en
manos del despótico francés, que se había erigido en reyezuelo,
al desposar violentamente a una humilde nativa, descendiente
de los últimos “ariki”, llamada Ko-Reta.
Dutrou-Bornier había formado sociedad con un inglés resí-
dente en Tahití, Mr. John Brander, para explotar comercial e
industrialmente la isla. Se estableció para dicho efecto un sistema
regular de comunicaciones con la madre patria, que entonces
venía a ser Papeete. Cada dos o tres meses viajaban veleros entre
Hangaroa y la capital de la Polinesia. La Isla de Pascua se con-
virtió en una granja ovejera que proveía de lana a los socios, la
que era vendida muy ventajosamente en el mercado de Londres.
A su vez el tráfico de las goletas aprovisionaba la isla, y permi-
tía el viaje de los tahitianos que acudían atraídos por el misterio
de Rapanui. : E
Junto con las mercancías y la lana, iban y venían los cantos
y los bailes. Muchas familias de Rapanui establecieron contactos
ermanentes con Tahití donde existen parientes y pertenencias
desde esa época.
224 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5. 1972
También exportó Rapamui, al resto de Polinesia, el embrujo
de muchos de sus cantos antiguos. Soy un convencido de que la
riqueza cultural del pasado era proporcionalmente mucho mayor
en la solitaria isla de las estatuas que en todo el resto de Ocea-
nía. Así es muy posible que hayan llegado, en aquellos últimos
decenios del siglo XIX, elementos musicales y poéticos de la
antigua Rapanui, milenaria expresión de un arte desconocido, a
la mayor parte de las islas de los mares del sur. y
La vida de Dutrou-Bornier fue segada en “su propia ley”.
Quién dio tormento y muerte a tantos, pereció acribillado por
las armas de un grupo de exasperados pascuenses. Cerca de
Mataveri está su tumba sin nombre.
Pero el consorcio Brander-Bornier continuó por muchos
años, administrado por diversos representantes de la firma y las
condiciones internas no cambiaron fundamentalmente, aparte del
ablandamiento del rigor tiránico del representante comercial, que
fue por muchos años un tahitiano de apellido Salmon (Tati
Salmon, más precisamente). Durante este período la influencia
de la música y de las costumbres tahitianas se acentuó más y
más.
Hay que considerar que en ese tiempo (1880 más o menos)
la isla estaba casi despoblada. Apenas un centenar de famélicos
habitantes mantenía el culto de las tradiciones, de los cantos y
del arte de hacer “kai-kaj”.
Algunos ancianos habían sobrevivido a la “razzia” esclavista.
Especialmente una noble anciana, “Eva”, cuyo nombre pascuense
era “Ko-uka-A-hei-Arero”. Junto a ella, “Te-oho-a-Neru”, madre
del catequista Pakarati; ““Veri-amo”, madre de Juan Tepano; y
Verónica Mahute, nacida en Tahití de padres de pura raza rapa-
nui, y madre de otro patriarca actual, Juan Riroroko.
Fueron ellas las que mantuvieron el fuego sagrado de las
tradiciones, de los cantos y de las leyendas, que transmitieron a
sus hijos. Los hombres sabios de ese tiempo, los llamados ''mao-
11”, habían perecido en su gran mayoría.
El canto religioso era mantenido, en tiempos del catequista
pascuense, por Antonia Te-Puku, madre de Victoria Rapahango,
otra de las fuentes inagotables de la tradición actual, que (para
suerte mía) residió muchos años en Quilpué, cerca de mi casa,
donde me fue posible consultarla sobre temas de la antigúedad.
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 225
Por circunstancia providencial para la conservación de los
cantos del pasado, mi informante y amigo de la isla, Ricardo
Hito (hoy desgraciadamente desaparecido), se crió con Eva. Ella
murió en 1946, de 114 años de edad. Según Ricardo, la anciana
mantuvo su dignidad de reina hasta sus últimos años y también
su prodigiosa memoria. En las veladas de la infancia, Ricardo
oía de sus labios narraciones, cantos y melodías de épocas
muy remotas. Era una voz ancestral que iba transmitiendo a la
también milagrosa memoria del joven, el acervo de una época
que nunca podría volver y que se ha conservado merced a la
investigación de quienes hemos indagado el pasado, cuando
todavía era posible recoger algo de la valiosa herencia.
Se configura de este modo «nx esbozo de clasificación de la
música antigua de Rapanui, en períodos determinados por la
influencia foránea.
No existe en etnomusicología ningún medio de datación
fidedigno como ayuda de reconstitución de la prehistoria. Tal
vez un estudio de registro electromagnético de la voz, en forma
de un fonograma, podría servirnos de pauta para establecer hitos
de modulación o inflexión vocal. No conozco estudios de gloto-
cronología, como existe respecto del lenguaje, en referencia a la
música. En todo caso, la recolección lo más completa posible de
la música del pasado rre ha permitido establecer dos tipos de
clasificación musical: h
Una en relación con las etapas históricas por las que ha
pasado la isla; y otra en relación con los ritos y costumbres anti-
guas.
De este modo nuestros ensayos de clasificación pueden resu-
mirse en dos: una clasificación cronológica y una clasificación
etnológica. |
La clasificación cronológica se basa en las fechas que han
influido en forma importante en el acervo musical de la isla.
Estas fechas no pueden referirse al descubrimiento (1722) ya
que en esa época, como en las siguientes visitas de europeos, no
hubo influencia musical alguna. Fueron meras visitas de recono-
cimiento, en que la grandeza de los monumentos opacó toda
otra manifestación cultural. e
La primera influencia decisiva fue la llegada de los misio-
neros, que marca el fin de una etapa que podríamos llamar pri-
226 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
mitiva. Pero desprenderse de la música ritual no fue cosa tan
sencilla. Ya hemos visto que los misioneros tuvieron que aban-
donar la isla más o menos a los diez años de residencia en ella.
El catequista Pakarati hubo de continuar la obra de evangeliza-
ción, pero en cuanto a música el buen hombre debió continuar
la tradición secular de los antepasados.
De esta manera no es posible establecer definitivamente una
división entre música antigua y moderna, sino que como punto
de referencia, tal vez la época del gran tráfico entre Tahití y
Rapanui o sea entre 1870 y 1917, más o menos. En esa época
empieza a cambiar la corriente de influencia. Ya no se hacen
los viajes regulares entre la isla y la Polinesia, sino más bien
entre la isla y la patria de adopción, Chile.
Sabemos que Chile ocupó la isla en 1888, pero la rela-
ción definitiva sólo vino a establecerse cuando la Armada tomó
a su cargo el abastecimiento y gobierno interior en 1917.
Esta será para nosotros, cronológicamente, la línea de demar-
cación imaginaria entre música antigua y música moderna.
Después de 1917 la población de Rapanui empieza a resta-
blecerse de sus pasadas penurias. Los habitantes aumentan y se
comienza a vivir una etapa de recuperación cultural, interrumpida
por vicisitudes pasajeras. La música sigue recibiendo la influencia
tahitiana en gran escala durante muchos ños, por los pascuenses
que regresaron de Tahití, trayendo tradiciones, cantos, juegos y
costumbres.
¿Cuándo termina esta etapa de gran influencia polinésica?
Creo que comienza a declinar desde la interrupción de los
viajes a Tahití, en la década del 40 al 50. En 1954 se establece
un nuevo sistema. de vida, con la explotación directamente a
cargo de la Marina de la granja ovejera de Vaitea. La compañía
Williamson Balfour abandona la ista y Mr. Edmunds, Adminis-
trador de muchos años, que dejó una familia en la isla, se tras-
lada a residir a Papeete.
El aumento de las comunicaciones con Chile, lleva el aporte
de la música internacional, criolla, mexicana y luego la norte-
americana. Esto marca la etapa de influencia internacional, que
lleva a la decadencia definitiva de la música aborigen, al intro-
ducir en las costumbres los ritmos y estilos internacionales, que
desplazaron a los cantos antiguos, hasta tal punto que la gente
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 227
joven (y aún los de edad mediana), casi perdieron contacto
con sus “riu” primitivos.
Un esquema de esta clasificación cronológica queda estable-
cido de esta manera:
CLASIFICACION CRONOLOGICA
Período de la música antigua
rimitiva.
PERIODO DE LA MUSICA (Desde tiempos remotos hasta
ANTIGUA l 1864)
(desde tiempos remotos, hasta
1917) Período de la música antigua
secundaria.
(Desde 1864 hasta 1917)
Período de la música moderna de
origen polimésico.
(Desde 1917 hasta 1954)
PERIODO DE LA MUSICA
MODERNA mM
(Desde 1917 hasta nuestros días) Período de la música moderna de
origen internacional.
(Desde 1954 en adelante).
Una clasificación de esta índole no puede ser considerada
sino como un encuadre en límites temporales de un fenómeno
dinámico como es la cultura. Elementos de uno y otro período
pueden presentarse en época moderna. El estilo antiguo no ha
desaparecido del todo de los usos actuales. Durante mi estada
pude conocer cantos en el más clásico estilo primitivo que habían
sido compuestas en años recientes, como el cantado durante el
año 1960, en que el “ahu” Tongariki fue destrozado por un
maremoto.
Otro fenómeno de difícil enfoque es el entronque de temas
poéticos antiguos adaptados a melodías modernas. Los nativos
son muy aficionados a estos arreglos. Cualquier suceso impor-
tante, visitas de buque que eran muy bien recibidas, acontecimiento
social, muerte de persona querida o partida de seres a los que
ellos apreciaban especialmente, determinaba la composición de
cantos alusivos, sobre melodías antiguas. De esta manera había
muchas ocasiones para un canto y muchos cantos para una oca-
228 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
sión, en una mezcla sui géneris, muestra de un arte en deca-
dencia. :
. Es por este motivo que hemos preferido hacer una clasifi-
cación de los cantos de acuerdo con las costumbres y los ritos
de la vida insular. Este modo de enfocar el tema me ha parecido
más real y útil para los estudiosos, aparte de no comprometer
al autor en un marco estrecho de épocas cronológicas un tanto:
arbitrarias, sujetas a crítica o a enmienda.
CLASIFICACION ETNOLOGICA
CANTOS DE AKU-AKU
RIU Y RIU-TANGI
CANTOS DE “ATE"”
CANTOS DE “UTE”
CANTOS DE “El”
CANTOS DE “HAKARIO o de AGRADECIMIENTO
CANTOS DE “HA-IPO-IPO” o de MATRIMONIO
CANTOS “KAIKAI”
RECITACIONES “PATAUTAU”
HIMENE o CANTOS POLINESICOS
En un grupo aparte... CANTOS RELIGIOSOS.
Estos dos tipos de clasificaciones se pueden, en grandes:
líneas, conjugar, especialmente con fines didácticos. Así es posible
resumir ambas clasificaciones en la siguientes forma:
I—PERIODO DE LA MUSICA ANTIGUA PRIMITIVA.
Comprende principalmente los siguientes tipos de cantos:
RIU; RIU-TANGI; ATE; UTE; KAILKAI recitados; PATAU-
TAU; El antiguos; y “AKU-AKU”.
1.—PERIODO DE LA MUSICA ANTIGUA SECUNDARIA.
Comprendería los RIU evolucionados; los CANTOS DE
“El” modernos; los CANTOS DE “HAKAKIO”; los CANTOS.
DE “HA-IPO-IPO” algunos HIMENE POLINESICOS.
111—PERIODO DE LA MUSICA MODERNA POLINESICA.
“HULA-HULA” TAHITIANA; SAU-SAU; TAMURE;:
VALS TAHITIANO o HAWAJNANO.
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 229
IV.—PERIODO DE LA MUSICA MODERNA INTERNACIONAL.
TANGO PASCUENSE; VALS INTERNACIONAL; CO-
RRIDO MEXICANO; FOXTROT; ROCK AND ROLL; MU-
SICA A “GO-GO”, etc.
3.—GRUPOS MUSICALES Y DANZAS
Parecería a primera vista que en un medio donde la música
y la poesía se cultivan con tanto entusiasmo, serían numerosos
los conjuntos de cantores o bailarines. Por el contrario había a
mi llegada escaso número de conjuntos organizados. En la actua-
lidad (pude comprobarlo en mi último viaje en 1968), hay dos
O tres grupos organizados, pero actúan en forma comercial, para
los turistas y ello les ha hecho perder la espontaneidad que
caracterizaba el ambiente musical antiguo.
Aparte del grupo formado en la escuela pública, que estaba
a cargo de Kiko Paté, había un solo grupo que actuaba regular-
mente a mi requerimiento y que se aglutinaba alrededor de
Ricardo Hito. Con él cooperaban su mujer, Verónica Atan, su
cuñada Susana Atan, su prima Verónica Hito, un hijo de ésta,
Rubén Hito, y alguno que otro pariente o amigo. Era como puede
apreciarse un grupo netamente familiar. Así fue también en el
pasado. Cada familia o clan tenía su grupo de cantores, que se
presentaban en ocasión de los “Koro” de que he tratado ante-
riormente.
Kiko Paté cooperaba con nuestro grupo en forma activa,
haciendo dúo en las primeras voces con Ricardo y las hermanas
Atan. Junto a él un joven bien dotado para la música y el baile,
Andrés Te-Ave, actuaba con nosotros. El nombre de esta familia
ha sido castellanizado, Chávez, e inscrito así en el Registro Civil.
El grupo de la escuela era formado por niños y muchachas
entre 12 y 18 años de edad, adiestrados en el baile y canto por
el hábil Kiko. Muy a menudo los encontraba en las cercanías
de la playa, haciendo ejercicios de calistenia y gimnasia. Entre
los ejercicios era muy usado el conocido “hula hop”, con un
aro que se mantiene en giro alrededor de la cintura y las caderas.
La cadencia de los bailes exigía especialmente este tipo de movi-
mientos.
230 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
En la época antigua los grupos musicales eran muy bien
organizados y ha quedado una tradición clara de ello en los
escritos del Padre Sebastián Englert, quien alcanzó a presenciar
la actuación de algunos grupos, treinta años antes.
“Las principales diversiones de carácter social —escribe— eran
las diversas clases de koro; pues bajo este nombre general caen
todas las fiestas que se celebraban con cantos y repartición de
comida, como recuerdo de algún acontecimiento o en honor
de alguna persona”.
“Los padres y abuelos de la actual generación, nacidos antes
de la llegada de los piratas peruanos, recordaban todavía haber
asistido cuando niños a los últimos koro y decían que se celebra-
ban con grande aglomeración de gente. El que quería celebrar
un koro buscaba primero una persona para preparar y dirigir
los cantos. Si aceptaba esta tarea era de rigor ofrecerle un curanto
especial, “el umu pare haonga”. Este era el nombre general de
cualquier curanto que se hacía para una persona que se compro-
metiera a prestar sus servicios en algún trabajo oO fiesta.
Aquella persona tenía que buscarse hombres y mujeres y dirigir,
como “hatu”, o sea director de coro, los ensayos y el canto en
la fiesta. Los cantores formaban dos grupos que cantaban
alternativamente, como los coros del teatro griego, que recitaba
estrofa y antiestrofa. Cada grupo se componía de una fila de
hombres, llamados “pere”, y otra de mujeres, llamadas “ihi”.
Los “pere” se colocaban atrás, las “¡hi”” adelante. Todos los can-
tores se pintarrajeaban el cuerpo con diversos colores; el jugo
del bulbo de púa; la tierra roja llamada “kiea”; greda blanca y
tizne. Llevaban en la cabeza el “hau-mingoi”, cinta o diadema
adornada de plumitas cortas”.
“Un hombre, llamado “va'e” (pie), estaba a cargo del tam-
bor que era de los más primitivos que pudiera imaginarse. Se
hacía un hoyo ancho en la tierra y en el fondo de este hoyo se
abría otro, más pequeño y circular. En éste se ponía una calabaza
vacía, cubierta de una piedra laja. El “va'e” golpeaba con un
pie esta piedra, produciendo un ruido sordo, semejante al de
un tambor”.
“El “hatu” se colocaba de pie delante, mirando a los grupos
de cantores y acompañaba el canto, saltando alternativamente en
un pie y blandiendo una insignia en forma de remo, el “ua”
>
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 231
con las manos puestas en alto; mientras los “pere” y las “ihi”
cantaban sentados y moviendo solamente el tronco y los brazos,
en un continuo vaivén, el llamado “hoko”.
CUADRO DE LA POSICION DE LOS CANTORES
“HATU”
En base a esta descripcion muy digna de fe, he conseguido,
de una distinguira artista, un dibujo ideal de cómo pudo ser la
apariencia de un conjunto de esta especie (ver dibujo pág. 233).
Termina el capítulo del Padre Englert con estas palabras:
“Al canto caracterizaban la monotonía e interminable repeti-
ción del mismo texto. Pero daban variación a sus monótonas
entonaciones, acompañándolas de diferentes voces. Se cantaba a
cuatro voces, que se llaman “reo arunga, reo vaenga, reo vaenga
oraro, reo araro” que corresponden a “soprano, contralto, tenor
y bajo”. El excelente oído de los actuales nativos, su asombrosa
facilidad para aprender una nueva melodía y acompañarla luego
con diferentes voces son una herencia racial. Es de lamentar que
los antiguos cantos se hayan perdido por completo. Hoy día exis-
ten solamente cantos de texto y melodía tahitianos y algunos
pocos cantos inventados en los últimos decenios”.
“Los cantores, “pere” e “ihi”, cantaban sentados en el suelo
sobre sus pantorrillas y acompañaban el canto con rítmicos movi-
mientos del tronco, el llamado “hopo”.
“El “hatu”, y otras personas detrás de él, hacían sus primi-
tivas danzas para las fiestas, saltando alternativamente en un pie.
Sélo en la era moderna se han introducido los bailes exóticos
como el “upa-upa” tahitiano”.
Hasta aquí la cita de Englert. En ella podemos imaginar la
forma de situarse los grupos de cantores y bailarines, definiéndose
claramente los dos tipos de canto y danza. Una de Upo estático,
con mímica marcada y la otra de tipo más bien acrobático, que
parece una descripción de la lámina de Du-Petit-Thouars, ya
citado.
232 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
Al final de la referencia del Padre Sebastián, figura el
término de “upa-upa” como nombre de la danza de origen tahi-
tiano. Aquí conviene hacer una aclaración: “upa-upa” significa
en rapanui el instrumento de fuelle, el acordeón, introducido en
los últimos decenios. El nombre de “upa-upa” en idioma tahitiano
corresponde a “danza”, y el de acordeón a “upa-upa-ume”. El
“upa-upa” vendría a equivaler al llamado “hula-hula”, que es una
danza muy difundida en islas de Polinesia.
El Hermano Eugenio Eyraud hace en sus cartas referencias
a las fiestas con cantos y bailes, que se celebraban aún en gran
escala en ese tiempo (1864).
“Un día de trabajo les asegura una abundante cosecha de
batatas para un año entero; durante los trescientos sesenta y
cuatro días restantes se pasean, duermen, se visitan. De este
modo las reuniones, las fiestas, son continuas; cuando cesan en
un punto de la isla, comienzan en otro”.
Por informaciones directas recibidas de Ricardo Hito y de
Verónica Atan, pude imponerme de otro tipo de danza que no
he visto descrito en memorias de viajeros del pasado. Se trataba
de danzas en las cuales los artistas se ponían en fila, unos al
lado de los otros, mujeres y hombres separados. Al compás de
los ritmos cantables hacían una representación mímica muy ex-
presiva de los poemas con el rostro, cabeza y manos. Una verda-
dera pantomima. Los movimientos de las manos, de especial
relevancia, consistían en golpear los muslos, el pecho y luego
elevarlas hacia lo alto, en una especie de ofrenda. Se mantenía
permanentemente la posición hincada, similar a la del “moai
tuturi” que está en el Rano-Raraku. Los gestos faciales eran de
gran viveza, con movimientos laterales de la cabeza, los ojos y
el cuello, similares a los giros cefálicos de los bailarines de
Indochina.
En general la danza primitiva pascuense sigue la división
de todos los grandes tipos de danzas aborígenes, o sea: “danzas
rituales o ceremoniales”; “danzas de costumbres o circunstancias
de la vida”; y “danzas de mero esparcimiento”.
Es preciso destacar que la mayoría de los temas musicales
de la época antigua primitiva son esencialmente vocales. La in-
Campbell, R.
ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA
233
Representación ideal de un “koro'” antiguo.
Dias pura La bis
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 235
fluencia polinésica de los últimos decenios se caracteriza por el
predominio de la música para danzas.
En ninguna de las descripciones conservadas del tiempo
antiguo se describen bailes del tipo predominante en
la actualidad en ritmo de “hula-hula”. Si así hubiera sido el
baile de la época, no habría causado extrañeza a los visitantes,
ya que lo habrían encontrado en Rapanui tal como en las Islas
de la Sociedad (Tahití) o las Sandwich (Hawaii). Sin embargo,
lo que ellos describen les causa sorpresa y los hace pensar en
danzas de extremo oriente, algo inusitado para ellos.
La época moderna se caracterizó pues por la gran difusión
del baile polinésico. En el presente siglo, a través de los recuerdos
de visitantes de muchos años atrás, se destaca el gran cultivo
de esas danzas en casi todas las casas de la isla.
Aunque no es mi objetivo describir este tipo de danza mo-
derna creo interesante hacerlo pues ya empieza a desaparecer
esta influencia, ante la llegada de los ritmos de Occidente, y
con ello también la etapa de la danza y música polimésica de
Rapanui pasará a la historia. :
Hay tres tipos de danza de origen polinésico bien diferen-
ciados: el “Hula-hula” tahitiano, el “tamuré”, y el llamado “san-
sa”, que he señalado como de origen samoano.
No he tenido oportunidad de ver bailar el verdadero “hula”
tahitiano. Lo que se baila en Rapanui es una imitación del baile
original.
Danzado generalmente en ritmo de corrido, las parejas
acostumbran bailar separadas, haciendo ondular las caderas late-
ralmente, en forma suave descansando los pies alternativamente
sobre el talón y la punta y luego rotando los pies al deslizarse
sobre el suelo. Las mujeres acompañan el baile con gráciles mo-
vimientos de los brazos, en forma ondulante, imitando a menudo
al acto de peinar los cabellos y mirarse al espejo, haciendo una
pantomima llena de gracia. No suele haber en esta danza movi-
mientos indecentes o provocativos. Predomina la gracia y la
“souplesse”. Los hombres acostumbran también a mantener los
brazos en movimiento, como circundando a la compañera, sin
tocarla, y apoyando una mano en la nuca mientras se avanza la
otra al encuentro de la pareja.
236 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Se suele alternar el movimiento bailable con figuras capri-
chosas, fruto de la gracia e imaginación de los bailarines. Entre
estas figuras es común hacer lentas genuflexiones, hasta llegar
a la posición en cuclillas, sin interrumpir el ritmo. nú
El “tamuré” que se baila en la isla es sólo una variación
más rápida del “Hula”. No hay quien lo dance con la acrobacia
que es frecuente ver en Tahití y otros grupos insulares más occi-
dentales que Rapanui.
El “tamuré” de Rapanui tiene sólo cultores entre aquellos
que han viajado a las islas de origen y que lo han enseñado en
la isla de Pascua. Hay dos particularidades dignas de ser desta-
cadas en esta danza: la acrobacia y la sensualidad. La primera
consiste en movimientos de las piernas, casi sobre la punta de los
pies y también movimientos de grupos musculares separadamente,
lo que requiere gran adiestramiento. La sensualidad del “tamuré”
consiste en movimientos de la pelvis y caderas que simulan direc-
tamente el acto sexual. Colocados los bailarines muy cerca el uno
del otro se mantienen en su sitio, moviendo el cuerpo en una
especie de cópula figurada, en ritmo muy rápido y apoyando
las manos en las caderas o en el vientre.
Pocas son las parejas que lo bailan así en la actualidad, por
inhibición religiosa o moral. Sin embargo es común que cuando:
el grado de entusiasmo o alcohol están al máximo aparezcan en
la danza este tipo de movimientos.
El “sau-sau” es un tipo de danza y canto en boga en la isla
desde hace poco más de treinta años. Ya he narrado la forma
en que llegó a Rapanui. En mi libro: La Herencia Musical de
Rapanui doy el texto y detalles completos sobre esta danza de
origen samoano.
Por antonomasia toda fiesta con baile se denomina en la
actualidad ““sau-sau”. Esto deriva de la gran boga de la danza
desde su implantación en la isla.
Es interesante conocer como ha evolucionado la costumbre
del baile y el cambio que ha significado la introducción de los
usos occidentales en la isla.
Cuando alguien decidía celebrar un ““sau-sau”, hacía primero
una invitación escrita a todas sus amistades, autoridades y rela-
ciones de familia. El motivo podría ser una celebración de cum-
pleaños, de onomástico o cualquier evento digno de ser realzado.
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 237
La tarjeta de invitación se hacía cuidadosamente, generalmente
a máquina de escribir y directamente dirigida a la persona, lo
que implicaba gran trabajo y cooperación de personas que tuvie-
ran máquina y supieran usarla. Se indicaba en la tarjeta la fecha,
sitio y hora de la fiesta, que generalmente comenzaba alrededor
de las siete de la tarde. No tenía importancia que la persona
viviera cerca O se la viera todos los días. La tarjeta pasaba a ser
un “rito” que debía cumplirse. No era cuestión de invitar de pala-
bra o por recado. Nadie se daba por invitado si no recibía su
tarjeta.
Antes de la hora señalada ya la dueña de casa ha prepa-
rado grandes cantidades de comida que, a diferencia de las cos-
tumbres antiguas, no es usual ofrecer en “umu” o curanto. Aquí
se trata de imitar las costumbres occidentales presentando un
“buffet” a la americana. Sobre mesones más o menos gran-
des, según el número de invitados, se colocan fuentes con la
más rica variedad de comidas de la isla, no faltando langosta,
pescado, ave, carne de chancho, cordero, vacuno y numerosos
vegetales. Ensaladas de diversas clases, patatas, camotes y frutas.
Gran cantidad de plátanos y piñas, además de los apreciados
“bai-peti”” o duraznos en conserva, a los que son muy aficionados.
Aparte de la comida hay por lo general mucha cantidad de
bebidas. Desde refrescos, licores fuertes y vino (que ellos llaman
““guari”) hasta whisky.
La gente asiste al “sau-sau” con sus mejores galas. Las mu-
jeres con peinados elegantes y de fantasía, con vestidos occiden-
tales de gran costo, que han encargado o comprado en el conti-
nente. Zapatos de taco alto y de moda, en fin, un despliegue de
vestuarios desproporcionado.
Los hombres asisten con ropas livianas y trajes de color
claro, que bien pronto hacen más leves, sacándose los vestones y
corbatas, quedando en mangas de camisa y algunos sólo en
camiseta.
Los invitados llegan puntualmente a la cita. Aunque sean
ultra conocidos, el dueño o dueña de casa los va presentando,
muy ceremoniosamente. Luego todos se van sentando en las pie-
zas hablando poco y un tanto cohibidos de la moda impuesta,
que como cosa de “buen tono” todos aceptan.
238 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Después de brindar y libar copiosamente empieza el baile.
La primera fase de la danza acompañada de tocadiscos eléctricos,
con música internacional. Se tocaba principalmente foxtrot, corri-
do, rock and roll, twist y los ritmos más audaces del momento.
Todos participaban, en la fiesta creciendo el entusiasmo colec-
tivo, derivado en gran parte de la ingestión de alcohol.
Esta etapa de fiesta con bailes internacionales duraba hasta
que terminaba la energía eléctrica, al dar la medianoche. Se
tenían preparadas para dicho momento lámparas de parafina o
velas. Entonces empezaba el verdadero “sau-sau”.
Aunque en 1965 había pocas guitarras en la isla, alguien
conseguía una y se organizaba un grupo de cantores. Esto era
recibido con gran alegría por todos, con gritos de “viva” y otras
manifestaciones efusivas. Era realmente el “comienzo de la fiesta”.
Al ritmo de la cadenciosa danza nadie se quedaba sin bailar.
El “sau-sau” empieza en forma de un corrido. La pareja enla-
zada hace evoluciones por la sala, dando varias vueltas en dicha
forma. Luego el varón suelta a la dama, manteniéndola sujeta
sólo de una mano, para permitirle hacer unas vueltas sobre sí
misma. Después la pareja se separa y se inician una serie de
evoluciones que podrían resumirse en paseos oblícuos, partiendo
los danzantes desde un lado y cruzándose tangencialmente. En
cada uno de estos paseos, la figuración bailable se va haciendo
más variada, agregándose movimientos de “hula-hula” o “tamu-
ré” en los momentos álgidos, como también las genuflexiones que
he descrito. El ritmo de la música se va acelerando paulatina-
mente, después de durar largo tiempo. Es frecuente que un solo
baile dure 15 a 20 minutos, poniendo a prueba la resistencia y
ánimo de los asistentes.
El aceleramiento indica una especie de coda terminal. El
baile se transforma en un verdadero torbellino, con gritos y
exclamaciones de placer y acciones mímicas deleitosas. Hay per-
sonas que llevan su efusión hasta hacer de la danza un espec-
táculo realmente sensual, verdadera ebriedad del baile, estado
de éxtasis que deriva de un espíritu ancestral y del largo baile.
Se pierden las inhibiciones de la civilización y se gritan alocucio-
nes en idioma rapanui, como: “Kote-kote” (¡Qué bonito!) o
Kote reka”, (¡Qué rico!) o “aué-aué” (¡Ay!, ¡Ay!).
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 239
El baile termina en medio de alegría general, con libacio-
nes abundantes y cantos colectivos. A la embriaguez del alcohol
se une la borrachera de la música y de la danza. Después se
reanudan los bailes, hasta que pasa gran parte de la noche y
empiezan a retirarse los asistentes.
Este tipo de fiestas bailables perduró durante el lapso de
semi-abandono en que vivió la isla durante quince años, desde
1950 a 1966, en que se iniciaron los viajes aéreos. Después de
esta fecha, y especialmente a partir del año siguiente en que
se instaló en la isla una agencia de turismo con viajes regulares
de la Línea Aérea Nacional y llegada de numerosos turistas de
Estados Unidos y Europa, este tipo de fiesta bailable de carác-
ter privado comienza a desaparecer.
En la actualidad los conjuntos actúan en relación con la lle-
gada de los turistas. Hay tres conjuntos: el de la escuela, que
permanece siempre bajo la dirección de Kiko Paté; otro conjunto
formado por una pascuense llegada en los últimos años a la isla,
después de algunos años pasados en el continente, Florencia
Atan, y por último el grupo formado por miembros de la familia
Pakarati.
La muerte de Ricardo Hito, ocurrida simbólicamente en el
día aniversario de la anexión chilena (9 de Septiembre de 1968),
vino a marcar el término de una era musical. El grupo de gente
que él presidía ya no volvió a reunirse. Al año siguiente murió
su prima Verónika Hito, que fue mi empleada por largo tiempo,
y que sabía mucho de las tradiciones.
El tipo de espectáculo que vi en 1968 era diferente del que
tuve oportunidad de presenciar durante los años 1965 y 1966.
Habían bastado dos años, para que la tradición se desintegrara.
Ya no se trataba de la espontánea expresión de un senti-
miento popular sino de la presentación de un espectáculo comer-
cial a tantos dólares la hora y con un fondo musical incon-
sístente.
Se trataba de presentar una especie de “show” al estilo
antiguo, para lo cual se ocupaba la propiedad de Juan Edmunds,
uno de los pascuenses más acomodados de la isla, que tenía un
hermoso platanar al lado de la casa. AMí entre los árboles se
hacían fogatas y se preparaban asados y “curantos” al estilo
antiguo. El conjunto se mantenía expectante, esperando la hora
240 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
justa para empezar el espectáculo. Mientras tanto los turistas
comían las vituallas preparadas por la empresa turística y se
informaba de los usos locales en cuanto a bailes y otras costum-
bres. Se practicaba también la transacción de figuras típicas, que
habían alcanzado con la mayor demanda precios fabulosos, mu-
cho más elevados que los que se podían transar en Valparaíso,
Santiago u otras ciudades de Chile continental.
A una hora señalada, generalmente a las 9 de la noche,
empezaba a actuar el conjunto, de muy desigual calidad, el que
ejecutaba una serie de cantos en ritmo bailable, sin forma defi-
3,
nida, en un “potpourrí” de muy escaso valor musical y etnológico.
Muchachas ataviadas con trajes de fibra de plátano
(“kakaka””) y también de plumas al estilo antiguo (“huru-
huru”), sacaban a bailar a la gente cohibida o de más edad, los
cuales al poco tiempo eran los más entusiastas contorsionistas.
Los demás se dedicaban a tomar fotografías a los bailarines y a
filmar películas, convencidos de que estaban presenciando lo
más típico de los bailes de la “Polinesia chilena”.
Las fiestas se desarrollaban en medio de los árboles, ilu-
minando el ambiente con antorchas, y con abundante licor.
A una hora precisa, el conjunto se retiraba y terminaba la
fiesta, salvo que los turistas pagaran una suma extra por deter-
minado tiempo, lo cual estaba perfectamente tarifado.
He relatado con detalle estas representaciones, pues consi-
dero importante como antropólogo, mostrar la forma en que se
“deshace” el folklore. Así como el trabajo del estudioso y del
investigador consiste en la búsqueda de lo auténtico, de lo pri-
mitivo, el objetivo del comerciante de la empresa turística, es
presentar el “show” vistoso y atractivo que se piensa espera el
turista. Pierde entonces el arte popular su natural espontaneidad
y se transforma en un “pastiche” o imitación de escaso valor.
Por desgracia cuando se cae en ese terreno es imposible desandar
lo andado y volver atrás. El turismo, llamado actualmente
“industria sin chimeneas”, hace una verdadera “erosión” en las
costumbres y el arte primitivos. Rapanui ha caído en esa situación,
que si bien ha traído divisas económicas a los habitantes y a la
nación chilena, ha terminado con la autenticidad del arte musi-
cal local. Por lo demás este es un fenómeno mundial que inexo-
rablemente pesa sobre el arte aborigen de todos los pueblos.
241
ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA
Campbell, R.
Muchacha pascuense ataviada con traje de plumas, o "huru-huru
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Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 243
En los últimos decenios de gran influencia internacional, ha
sido muy común en Rapanui el uso de otros dos tipos de danza,
que han llegado a tomar caracteres propios, asimilándose a las
costumbres. Son el llamado “tango pascuense” y el “vals pas-
cuense”.,
El primero deriva del tanto argentino, pero con una caden-
cia muy diferente, influenciada por el “hula-hula”. Conserva
de la danza original la costumbre de bailar la pareja tomada y
la ejecución de giros que recuerdan la hermosa danza del Río
de :a Plata. Hay también allí el rápido giro al llegar al extremo
de la pista de baile, con levantamiento del pie, pero aquí hay
una cierta “souplesse” o blandura del ritmo, que le da elegancia,
siendo una danza de tipo distinguido en la isla, ejecutada por
parejas seleccionadas. Algunos cantos populares estaban compues-
tos en compás del “tango pascuense”.
En cuanto al “vals pascuense” no difiere mayormente del
vals internacional, aunque tiene semejanza con el ritmo de algu-
nas canciones hawaiianas. Es también un baile de pareja tomada,
muy elegante y fino, que suele ser acompañado por acordeón.
Las canciones compuestas en ritmo de “vals” son generalmente
influenciadas por los cantos de Tahití y Hawaii y se refieren
principalmente a ensalzar el amor.
4—INSTRUMENTOS AUTOCTONOS
El canto antiguo era sin acompañamiento. Los “riu” gene-
ralmente se ejecutaban con voces solas, las que cantaban sujetas
a su libre inspiración, sin sujeción a ritmo definido.
Se ha podido conservar, empero, memoria de algunos tipos
de acompañamiento instrumental primitivos que son dignos de
destacar, pues contribuyen a configurar la paradójica situación
del primitivo habitante de Rapanui, cuya vida se desenvolvía
entre las más discordantes manifestaciones de la cultura, desde
el arte paleolítico hasta la escritura jeroglífica y la poesía de
alto vuelo. y
El primer instrumento que se encuentra en las tradiciones
del pasado, es la voz humana. Aparte de ser vehículo de canto,
la voz servía como elemento de acompañamiento rítmico. Con-
tracciones glóticas y ruidos de la garganta y del pecho ayu-
244 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
daban a mantener el ritmo bailable en los conjuntos y a animar
las fiestas colectivas de los diversos “koro”.
Este tipo de ruido, que también se encuentra en otros gru-
por aborígenes lo hemos llamado el “»gau”, derivado de “gar-
ganta”. Se solía apreciar en los conjuntos, cuando se llegaba al
paroxismo del entusiasmo.
En muchos cantos antiguos se hacía acompañamiento rítmico
golpeando dos piedras duras con las manos. Se usaba para ello
piedras de lecho marino, que son más resistentes y sonoras. Con
este elemento litofónico, que llamaremos “maea” (“piedra”),
se acompañaba la mayor parte de los cantos de “aku-aku” y
muchos “riu”.
El instrumento primitivo por excelencia era el “keho”, o
tambor de piedra, el litófono más original que pueda darse en
la historia de los instrumentos musicales.
Se trata de grandes hoyos abiertos en la tierra, de unos 60
cms. de profundidad y otro tanto de ancho, en cuyo fondo se
colocaba un poco de arena. En el centro de esta arena se hacía
un hoyo más pequeño en el cual se colocaba una calabaza par-
tida, que servía de caja de resonancia. Sobre el hoyo se colocaba
una gran piedra tableada, o piedra laja (“keho”) y una perso-
na danzaba sobre ella, marcando el ritmo del canto y del baile.
Este personaje corresponde al que hemos descrito como “vale”
en el conjunto esquematizado del Padre Englert.
El resultado de esta percusión era un sonido cavernoso,
verdadera “voz de la tierra”, que contribuía a poner una nota
de emoción en el canto. (Figura en pág. 245).
Otro instrumento antiguo, aunque discutible en su auten-
ticidad, es el llamado “Raxaha”. Consiste en una quijada de
caballo reseca al sol, la cual conserva los dientes en los alvéolos.
Se considera que el caballo es un animal aportado por la civili-
zación, que habría sido llevado a la isla en el siglo pasado y
cuando más en el síglo XVIII. Algunos autores insinúan que
el instrumento “kauaha” en la antigiedad habría sido una qui-
jada humana. Es posible que sea verídico, pero la conformación
del maxilar inferior humano hace difícil que los molares se con-
serven en los alvéolos y esto constituye la esencia sonora de la
“kauaha”. Llama la atención que esta palabra no figure en el
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 245
Representación ideal del tambor de piedra, o “keho”.
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Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 247
diccionario del Padre Englert ni en el de Fuentes. Tampoco es
palabra tahitiana.
El sonido de la “kauaha” es doble y bastante audible en los
conjuntos. Produce dos clases de ruidos: uno derivado del golpe
mismo, que se hace cogiendo la mandíbula por la punta y dando
con ello sobre el suelo o sobre la otra mano, y otro ruido tre-
molante, producido por los dientes, al vibrar dentro de los alvéo-
los después del golpe.
Aunque no aparece en las tradiciones de los etnólogos con-
sultados (Metraux, Lavacherie, Thomson, y otros) se usaba en
la antigúedad una especie de flauta de caña, llamada “bio”. Esta
es palabra tahitiana que significa “silbar” o “soplar”. Es posi-
ble que sea un instrumento derivado de la flauta nasal de origen
polinésico; pero en el pasado no hay memoria de que se hubiera
usado en esa forma. Se trata de un trozo de caña de bambú
hueco, con hoyos para soplar. Se la usaba especialmente en los
cantos de “ha-ipo-ipo” o cantos de casamiento, originarios de
Tahití, lo cual explica el uso del instrumento. En estos cantos
se usaban diversos elementos para hacer bulla y ritmo.
Las manos servían también como elementos de acompaña-
miento rítmico. Manejadas con destreza constituían factores de
extraordinario colorido y riqueza rítmica. Muchas danzas y cantos
antiguos son acompañados de golpes de mano, que llamamos
“rima”.
No hay memoria de que haya habido instrumentos sonoros
en base a conchas marinas o cuernos de animales, como en otros
pueblos de Polinesia.
En la región oriental de la isla, vecina a la bahía de la
Perousse, hay una formación lítica, tal vez obra del hombre, que
consiste en una piedra de forma oval, con numerosos agujeros.
Se la llama “Pu-o-Hiro” (“hoyo o trompeta del Hiro”) y está
cubierta de signos de “komari” (vulvas), tallados en épocas
antiguas. Soplando por algunos de los orificios de la piedra se
produce un sonido como de trompa que alcanza a distancias
bastante grandes. Hay nativos que son diestros en hacerla sonar,
lo cual no es fácil pues se requiere más bien una boca peque-
ña. Es un artefacto sonoro único en la isla y su uso no está bien
establecido. Es probable que haya sido un mero instrumento
sonoro de llamado, aunque es posible también que haya constitui-
248 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
do elemento central de un sitio ceremonial del pasado ya que
esa zona es muy rica en monumentos líticos.
En la época moderna los instrumentos usados son los habi-
tuales en el arte popular de Polinesia: la guitarra y el acordeón,
que se llama “upa-upa”.
Se acostumbra usar la guitarra criolla, derivada de la espa-
ñola, de seis cuerdas afinadas en quintas y una cuarta. Por
derivación del acompañamiento polinésico, que usa la guitarra
hawaiiana o del “ukelele”” se usan solamente las cuerdas supe-
riores, desconectándose las dos cuerdas bajas. La afinación es
convencional y diversa según los intérpretes. Para el acompaña-
miento de los bailes de origen polinésico se usa generalmente
una afinación intermedia entre tónica y dominante, acordes
entre los cuales se desarrollan la mayoría de estos cantos.
El acordeón es de uso relativamente reciente. Se presta para
acompañar los bailes de tipo internacional, como el “tango
pascuense” y el “vals”.
Hay personas diestras en el uso del acordeón de botones
y aún el de teclado, que sirve generalmente de simple bajo
rítmico, sin melodía. Había algunos de estos tocadores que
ejecutaban sus monótonos ritmos durante mucho tiempo, lle-
ando a dormirse durante la interpretación, lo que jocosamente
originaba bailes interminables que había que interrumpir des-
pertando al ejecutante.
Pero si las guitarras y acordeones eran escasos en la isla,
en ninguna casa de pascuense acomodado podía faltar un “pick-
up” o tocadiscos eléctrico. En el pasado se usaron las victrolas,
y aún había algunas en uso. El uso del “pick-up” ha sido el
vehículo que ha determinado el cultivo de la música interna-
cional. En cambio la victrola, que reinó en las décadas del treinta
al cincuenta, dio auge a la música polinésica, al llegar desde
Tahití numerosas grabaciones de canciones y ritmos de las islas.
5. —CARACTERISTICAS MUSICALES GENERALES
En una información general no creo oportuno dar detalles
etnomusicológicos. Sería tarea larga presentar el cuadro de todos
los cantos recopilados en la isla, con sus características princi-
pales. En mí completo estudio se pueden encontrar datos exhaus-
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 249
tivos sobre la materia. Para ello remito a los lectores a La He-
rencia Musical de Rapanui, recientemente editada.
Es difícil presentar un estudio etnomusicológico sobre ma-
terial tan variado. Para ello es preciso conocer los cuadros de
resumen de cada grupo de cantos. Unos pertenecen a épocas
remotas (más de 200 ó 300 años); otros son de fecha reciente,
influenciados por la música occidental.
Referente a los cantos más antiguos, vertidos a las graba-
ciones por gente anciana de la isla, podemos presentar algunas
características, las más destacadas de este tipo de música.
En primer lugar llama la atención, en las grabaciones de la
gente de pura raza pascuense: el timbre sonoro de las voces.
Este es un fenómeno antropológico de la mayor impor-
tancia, pues deriva de la conformación de las cavidades bucales,
nasales y senos faciales.
La cualidad tímbrica más destacada es una tonalidad nasal
de las voces, que se presenta especialmente al cantar. No tanto
en el lenguaje común ni en el recitado. Esta particularidad tiene
estrecha relación con la pronunciación del fonema “ng”, propio
del dialecto local.
Otra característica digna de destacarse es el uso de la sílaba
o letra “e” en diversas partes de la ejecución vocal. Especial.
mente al final de las frases es común que la música se prolongue
en largas modulaciones sobre la “e”, sin que ello quiera signi-
ficar algo en la traducción. A veces esta prolongación se hace
agregando las sílabas “ere”, que no es más que una manera de
prolongar el valor de las notas.
El metro musical es en general irregular, debiéndose anotar
muchos temas sin divisiones de compás. En contraposición de
esto existe una gran estabilidad del tiempo metronómico, espe-
cialmente en los cantos más antiguos. Sólo al final de algunos
cantos existe tendencia a retener el tiempo, lo cual suele ser
anunciado por el cantor que dirige el conjunto.
El sentido tonal de la música antigua es más bien menor,
aunque el uso de escalas pentafónicas regulares o irregulares, da
a la música una indefinición tonal característica. La música del
último período de gran influencia polinésica es en cambio neta-
mente tonal y generalmente de tono mayor.
250 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
El movimiento melódico en los cantos más antiguos (““aku-
aku”, Riu, Ate) es más bien reducido, con intervalos pequeños
y marcha melódica frecuentemente escalonada, como sucede en
otros ejemplos de música aborigen. Los cantos de la época anti-
gua secundaria, con influencia del canto litúrgico católico, pre-
sentan la más rica y variada línea melódica, generalmente ondu-
lada. Los cantos de “ute” presentan un tipo de melodía carac-
terística que se podría llamar melodía en forma de parábola,
o sea, una línea que parte de una nota central y hace elevacio-
nes periódicas para volver a la nota de origen, que se suele
mantener como una “fermata”.
Las formas musicales de los cantos antiguos se limitan sola-
mente a una fórmula elemental de motivo simple o ampliado,
que se repite monótona a lo largo del trozo. En las obras de la
etapa secundaria es frecuente encontrar formas de canción sim-
ple o doble y también esbozos de rondó.
La polifonía parece haber sido un fenómeno instintivo de
la más grande antigiedad. Sometidos al canto sin acompaña-
miento, las voces tienden espontáneamente a cantar polifónica-
mente, por simple diversidad de capacidad musical de los
integrantes del conjunto. Lo difícil para un pueblo sin cultura
musical (aunque esto parezca paradojal), es cantar al unísono
perfecto. Se determina entonces en esta forma una polifonía
semejante al llamado “organum” y que se presenta común-
mente en la música medioeval.
Mientras la voz principal hace una línea melódica ondulada,
las otras mantienen notas de menor evolución melódica, siguiendo
a la voz solista. Ello produce intervalos distintos al correr del
canto, a veces francamente disonantes, para terminar común-
mente en el unísono inicial.
En los cantos más evolucionados es posible apreciar un alto
sentido de polifonía. Esto me fue fácil de reproducir mediante
un artificio de técnica de grabación que he llamado el “micrófono
volante”. Haciéndolos cantar en grupo circular, iba recorriendo
con el micrófono a cada uno de los cantantes jalternando con
momentos en que colocado el micrófono al centro del grupo se
captaba el conjunto. Al escuchar posteriormente las grabaciones
era fácil individualizar la marcha de la voz en cada uno de los
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 251
artistas, por su timbre y por anotación de la disposición de ellos
en el grupo.
De esta manera pude apreciar un tipo de polifonía muy
curioso. El tema es iniciado generalmente por el cantor principal.
A poco del comienzo entran otros cantores. Cuando esto se pro-
duce, el primer cantor hace una segunda voz, entregando la
melodía a los que han entrado posteriormente. Al hacerse la
entrada de los diversos acompañantes en forma sucesiva, se
puede distinguir que esto va sucediendo en la misma forma
cada vez que otro voz inicia el unísono de la melodía. Automá-
ticamente (o instintivamente) la voz que ejecuta la melodía
hace contrapunto. Si otra voz sigue este contrapunto, el cantor
cambia constantemente su melodía, de manera de no ser alcan-
zado en el unísono. Se va originando en esta forma una rica
polifonía que es difícil encuadrar en tipos conocidos.
Son muy típicas algunas formas de comienzo o de termi-
nación de los cantos. Algunos se inician por una especie de “lla-
mada” estereotipada, muy notoria en los cantos de “uté”, lo que
constituye casi su característica.
En otros casos se trata de una introducción hablada o can-
tada, diferente del tema principal, que a veces constituye verda-
dera invocación.
Los cantos de la época moderna se caracterizan por pre-
sentar una “anacrusa”, o sea nota apoyada de iniciación o de
impulso melódico. Esta nota frecuentemente es sobre la domi-
nante de la tonalidad respectiva.
En las formas de terminación de los cantos antiguos hay.
generalmente una especie de coda lenta o recapitulación en la
cual, tras una nota prolongada el cantor resume la clase o tipo
de canto y luego de una especie de cadencia descendente, termina
con una nota arrastrada, o “glissando”.
En algunos casos se produce el término brusco, con nota
acentuada al final, o un tiempo “accellerato” anuncia el término
del trozo. Esto es más notorio en las danzas de origen poli-
nésico.
Los cantos de los períodos antiguos, primitivo o secundario,
son esencialmente de contrapunto horizontal o lineal. Los de la
época moderna en cambio definen un cierto sentido armónico,
derivado de la influencia occidental, especialmente de los cantos
252 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
litúrgicos, que son armonizados en diferentes grupos de voces.
Durante el período de cristianización de la isla esta influencia
del canto gregoriano y de los himnos católicos se efectuó en las
casas de isleños que habían sido guiados en el canto por los
primeros misioneros. Se establecieron verdaderas escuelas de canto.
De la fecunda combinación del instinto musical primitivo
y de la enseñanza del canto litúrgico católico derivó la rica
tradición musical coral de los pascuenses. Himnos traídos desde
Tahití en los primeros libritos Misales han llegado a tener en
nuestra isla una grandiosidad realmente sorprendente.
6.—DIVERSOS TIPOS DE CANTOS
No pudiendo extenderme desmesuradamente sobre materia
tan interesante, ya tratada in extenso en otra obra, me limitaré
a hacer relación suscinta de las diversas variedades de cantos,
destacando sólo algunas de sus características particulares.
Cantos ceremoniales y rituales. Estos son cantos relaciona-
dos con circunstancias de la vida, momentos trascendentales,
sucesos importantes, tradiciones, guerras O muertes.
La música entre los pueblos primitivos es un elemento má-
gico de la vida. Preside muchos de los actos de la existencia
humana y aún del área universal, tendiendo hacia un dominio
filosófico del mundo que los rodea.
La música participa del poder o “mana” de los seres sobre-
naturales. Por ella se puede llegar al control de los elementos
de la tierra, del fuego, del mar y de la lluvia. También la vida
más allá del trance final, se prolonga por el poder oculto del
canto.
Los cantos de “aku-aku” forman un grupo hasta ahora des-
conocido de música primitiva. Aunque muchos autores habían
logrado una relación de mumerosos de estos espíritus del otro
mundo, la ejecución de cantos dedicados a ellos no había sido
posible.
En nuestro contacto con los antiguos cantores de Rapanui
pudimos obtener algunos de estos cantos, muchos de los cuales
tienen características arcaicas.
En ellos se relatan las costumbres de los ““aku-aku”, sus
sitios de residencia o “pepe” y anécdotas de carácter terrorí-
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 253
fico. No falta a veces el sentido picaresco, como en el canto
dedicado a los “aku-aku” “Hitirau y Nuku-te-mangó” que ha-
brían inspirado, según la leyenda, al escultor Tuu-ko-iho en la
creación de los "moai-kava-kava”.
Los más bellos ejemplos de cantos de “aku-aku” son los
dedicados a “Tare-tare”, un espíritu hambriento y ladrón, que
robaba comida para llevarla a sus familiares.
EJEMPLO N* 1
( Cantu de Alas - Alas )
MM. -d76.-
e Eto - mona - ga ba -ma q o-mu ni-uao te he -nu- a, Ko-Ra -pa-
VE:
z 4 553
lu — =
| Maca E —Á<S [===] LES a]
PES e
da A A e 2 ——_—_—
=== O AAA
»
Canto de “aku-aku'”
En su línea melódica se puede apreciar el tipo de melodía
escalonada con ritmo mantenido y polifonía de “organum”.
Otro ejemplo de sumo interés musical es el canto llamado “Moai-
tau-aro”, de corte antiguo, con melodía pentafónica y períodos
vocales de glissando.
EJEMPLO N* 2
(Canto de Aku -2ku)
MM. d= 92
Mo - ai Tau - Ar Jo Ko- pa- pa-= a Hi-ro Ko- pa pa- a Ki-=raán- gi
Canto de “aku-aku”
La letra de este canto es muy breve y se refiere a los “aku-
aku” de sexo femenino “Moai Papa'a-Hiro” y “Moai Papa'a-
ki-rangi”, que inspiraron la creación de las figuras de madera
de sexo femenino.
Los cantos de mayor riqueza musical con poemas de bello
contenido son los “six”, nombre que abarca la mayoría de los
254 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
cantos del pasado pascuense. Los hay de la más diversa natu-
raleza, siendo los principales los “riu” funerarios, que suelen
tener la característica de verdaderos lamentos o “riu-tangl”.
El sentimiento de estos cantos es profundo y la expresión
llena de emoción, constituyendo buenos ejemplos de melodía
libre, sin sujeción a metro ni ritmo. Son verdaderas rapsodias en
que el cantor deja fluir libremente su inspiración, intercalando
cadencias de gran expresividad.
Entre los “riu” más bellos está el canto para hacer caer la
lluvia, llamado “E te ua matabai”.
EJEMPLO N* 3
(RIU)
-M.M.d= Ta
bai ki-ra - ro... e u- ac ka hoa ko -= €; ki toma tou Ea
Invocación a la lluvia.
En él, uno de los cantores hace primero una invocación a
la lluvia, a la cual llama poéticamente “lágrimas largas del cie-
lo”. Con extrema dulzura, casi diríamos con ternura más que
con solemnidad, llama a la lluvia para que se apiade de los
sedientos. Pide primero aunque sea una gota, o dos o tres...
Hasta siete gotas que sean! Después el coro eleva una melodía
de gran belleza, de forma ondulada, con polifonía sencilla, en
la cual piden que se derrame el agua del cielo, que les llegue
a dejar ciegos de tanto caer y que caiga el aguacero (“ua mata-
bara-bara”) de Tarakiu, que parece ser una zona del norte de la
isla propicia para la lluvia. En forma histriónica, el mismo
cantor que hizo la invocación, la termina pidiendo al cielo que
cese la lluvia, que ya es demasiada: “¡Oye lluvia... Sécate ya,
poco a poco... Está bueno por hoy...!”
Termina el fascinante trozo en una figura de difícil expli-
cación, al decir y reiterar con los brazos un signo de la cruz,
para pedir que cese la lluvia.
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 255
EJEMPLO N* 4
(WUIU-TANGI)
M.M. ey = 84
Canto de la guerra.
En el “canto de la guerra de los Tupahotu”, la queja de la
hermana “Renga-aroi” a la culpable “Riva-aúke”, reitera musi-
calmente el sentido del bello poema con la repetición monótona
del lamento. La melodía es de tipo escalonado y el tiempo metro-
nómico libre.
Los “Cantos reales” forman un grupo numeroso e impor-
tante, basados en leyendas referentes a los “ariki” de más desta-
cada actuación en la prehistoria.
EJEMPLO N' 5
MAL. =4í
5 > A — — . —
AER EE Se
3 HR E: PP
-<ma-lu - 0 e - hu- ora ne - 1? I le pi - toote he
o e [LEPE Sp o e do a y =
Sá dl —Á Él E ES ==
E ——_—A AÑ A E
pU-a € -= hu -=- ra ne - id, Il -= te Pi -too te - he=nu -a e -= hu - ra me -i,
Himno de Hotu Matua.
El “Canto de Hotu Matua” es un verdadero himno pas-
cuense. Aunque su melodía serena y majestuosa tiene apariencia
moderna, creo que se trata de un temá antiguo que ha adquirido
esta propiedad al vulgarizarse en las versiones acompañadas de
guitarra de la época actual.
256 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
EJEMPLO N* 6
MM. do 108
Danza real,
Un canto referente a juegos acuáticos en que aparecen el
“ariki” Hotu Matua y su hermana la princesa Ava-rei-pua, Origi-
na un hermoso rondó, llamado “Ngaru te arik?”. Es uno de los
más vivos y bellos cantos bailables de la antigua tradición, que
se ha mantenido en la memoria de las generaciones presentes.
EJEMPLO N* 7
MM. d= 66
E — tu-uma-be-ke tea-ri-kinu i kapiri maikitangi tan- gi já pa-tu-a €
Mat d= 63
Canto real.
También es muy hermosa la melodía del canto llamado de
“Tuu-Maheke”, el hijo mayor de Hotu Matua, o “atariki”. Con
su ritornello tiene forma de rondó. La melodía netamente pen-
tatónica le da un sello oriental.
EJEMPLO N* 8
M.M. 4 =88 (RIU)
E ha -ka re re la ma-nu É-= nac tu here - ve- ri e
Canto del volantín.
El “Canto del volantín”, que también he presentado en el
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 257
capítulo de los poemas, tiene una melodía relativamente moder-
na, cuyo principal valor es el sentido onomatopéyico de la línea
del canto, como lanzado hacia lo alto, cual un volantín. Similar
característica corresponde al canto del bote de totora, llamado
*Pora”.
EJEMPLO N*? 9
(RIU)
El bote de totora.
Un vigoroso impulso parece animar a la leve embarcación
que surca airosamente las olas.
La melodía sostenida, en registro agudo, con voz real-
mente de “falsete”, del canto llamado “Hiro-hiro te tangi”, es
otro buen ejemplo de música antigua, con acompañamiento del
tipo de “organum” y cox una característica que debe ser desta-
cada: la gran separación entre las voces extremas del bajo y del
agudo, que en algunos casos alcanza hasta dos octavas. La voz
grave toma en estos casos la característica de una nota-pedal.
EJEMPLO N* 10
(MIU TANGIY
Lamento funerario.
Buen ejemplo de canto de tipo rapsódico libre es el canto
llamado “He tangi o te maori”, (“Lamento del sabio”).
258 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
EJEMPLO N* 11
Lento (RIU TANCI
Iecitativo.
Lamento del sabio.
La voz vuela aquí libre de toda atadura rítmica, en un reci-
tado melódico de la más alta calidad. La ejecución de Kiko Paté
era insuperable.
EJEMPLO N?* 12
(RIU TANGD
M.M:¿=76
Recitativo libre
ES === == —á RRE
=== == E=== === 2=!=:
Canto de amor.
De tan alta calidad es el tema musical del canto llamado
“Kabia mana”.
EJEMPLOS N? 13 y N? 14
MM. 4=126..
=== AE AO 4
A ES
Ka tu-ru Ki ha=re=mo-f la -e pu-ra É ta -a -
Canto de la tumba.
an - ho - pu-=ra e--
ritardando :
Canto de las reclusas,
La calidad melódica de los “riw” queda consagrada plena-
mente en las versiones de dos cantos antiguos, obtenidas del gran
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 259
artista que era Ricardo Hito. El canto del sepulcro, “Ka tura ki
hare moritae”, y el canto de las reclusas “Ka huru koe nern...”,
alcanzaban en su voz una altura de expresión realmente increí-
ble. La belleza de tales melodías denota una madura concepción
musical, que no puede ser fruto de una cultura primitiva. Quie-
nes han podido inventar tales melodías han debido poseer una
preparación muy cuidadosa en el arte de la música o una tradi-
ción secular de origen tan remoto que es difícil imaginar.
EJEMPLO N* 15
(CANTO DE ATE)
M-M. 4 ="de 104 a 96 m
e e Fe PP o
O me-a o te o- ka o-m es - to-m Eu e = lo-m no La lu-u é----
Canto de alabanza.
Los cantos de alabanza, llamados “Ate”, tienen caracterís-
ticas también de la misma calidad musical de los mejores “Riu”.
Buen ejemplo es el trozo “Áte o te miro hakataba”, ("Alaban-
za de la casa terminada”). Aparte de la interesante descripción
de la manera de hacer úna “casa-bote”, la bella melodía, de tipo
rapsódico libre, se eleva a una calidad de expresión muy alta.
Un numeroso grupo de cantos corresponde a las fiestas
populares o juegos. Son los “Cantos festivos”, de los cuales los
más importantes son los “Ka-kai”, los “Ez”, los “Hakakio” y los
“Ha-ipo-1po”.
EJEMPLO N?* 16
MM. 4=152
2)
16, *= -_ ma -, ss, = -.
Kano=gna le ron- go kia lina -Man gó eve mabku ra.sku teke te ma-
Recitado rítmico.
Los “kai-kai? o cantos combinados con juegos de cuerdas,
tienen mucho en común con los recitados rítmicos o poemas
“Patautau”, que hemos visto en poesía épica antigua. Sólo que
estos pertenecen a un género lírico descriptivo, festivo o satírico,
más superfiical en expresión que los "patautau”.
260 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
EJEMPLO N* 17
(PATAUTAU)
Recitad oritmico M.M. J=132
2 ñ
I
53 < -
E Tu'u e na =ve te tuzpa o te taz. u'_ aj ka ta_hi ne -—i
Recitado “patautau”.
Buen ejemplo de recitado rítmico es el poema “E Tw'w-E
Nabe”, en el cual el ritmo es marcado con un largo bastón de
mando, (probablemente un “ua” en la antigúedad) con el cual
se golpea el suelo, manteniéndolo apretado entre el primero y
segundo ortejo del pie derecho.
EJEMPLO N? 18
(Kai -kai evolucionado)
M.M. e =108
Canto de “kai-kai”.
El ritmo de los “kai-kai” primitivos o recitados es muy
demostrativo en el conocido ““U-tami”, que parece ser de origen
tahitiano, aunque hemos emitido la hipótesis de que pudiera
haber sido originario de Rapanui, de donde habría sido llevado
a Tahití en la época del éxodo de los pascuenses en el siglo
pasado. La palabra “U-tami” no tiene traducción en tahitiano ni
aparece en los diccionarios rapanui. Según explicación de Ricardo
y otras personas de edad, correspondía a una descripción de la
cópula sexual, y no otra cosa es la figura de cuerdas que lo
motiva. Esta es una figura animada de movimiento de las que
el etnólogo Handy llama “figuras deslizantes” y tiene dos termi-
naciones: una suelta (“U-tami tetere””) y una fija o amarrada
(“U-tami hihi”). La ejecución del canto recitado y de las figuras
originaba siempre picarescas risas y comentarios.
Al recitar este “kai-kai” cada uno seguía el ritmo en forma
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 261
perfecta e invariable, pero con distinta entonación vocal, lo cual
determinaba una especie de armonía disonante de gran expresi-
vidad. Por supuesto que no se trata en este caso de un verda-
dero sentido armónico, sino de un fenómeno casual.
En los “cantos de El?” se usaban diversas formas musicales,
entre las cuales predominaba el tipo usual en el canto de “Uté”.
Hemos descrito estos “Uté'” como cantos líricos de la más alta
calidad poética. La particular forma de su línea melódica los
hace fácilmente identificables. Es notable la forma de comienzo
de los "Uté”, siempre con una especie de llamada estereotipada,
sobre la palabra “E héraru...”, cuyo significado ha permanecido
arcano.
EJEMPLO N? 19
(CANTO DE El - UTE)
E hé.- m-m.,, taa=gota E-ra kee ki- he? ka e-ra, ka o-hoe - na?
Canto de "“uté-el”. Los celos.
La entonación siempre igual de este motivo en una ter-
cera menor ascendente, con una nota fermata, le da tal carácter
de autenticidad al “Uté” pascuense, que me he atrevido a pensar
que también se trata en este caso, como en el “kai-kai” “U-tami”
de una exportación de Rapanui a Tahití, en donde ha tenido
mucho desarrollo, aunque no en el grado que en Isla de Pascua.
La forma musical del “Uté” se presta mucho para el “canto
de Eí”, por lo cual se le encuentra a menudo asociada al torneo
de burlas, de que ya he tratado. Los cantos de “Makota” (Los
celos); de “Paihenga” (La perra); de “Ho?” (El caballo), son
23,
en estilo de "Uté”.
EJEMPLO N*” 20
Canto de burla. El glotón.
262 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?=5, 1972
La línea melódica del canto de los glotones, llamado “Ma-
kona”, es digna de ser anotada. La acentuación de una nota
repetida da especial realce a la burla, lo que debe haber origi-
nado grandes risas colectivas.
Los “Cantos de Hakakio” y los “Cantos de Ha-ipo-ipo”,
tienen mucha influencia tahitiana. Pertenecen a la época de gran
influencia polinésica, por lo menos en lo referente a la línea
melódica y sentido rítmico.
No han perdurado en la tradición los “Koro-paina” y
los “Ngongoro-moa” a que corresponden las melodías origi-
nales. Recordemos que estas fiestas colectivas antiguas corres-
pondían a los “hakakio” y a los ““Ha-ipo-ipo”.
El canto llamado “Te koro paina o Hotu Matua”, que figura
en mi obra entre los “Riu” antiguos, podría corresponder a una
de estas fiestas de “Hakakio”, pero tiene tal diferencia con los
actuales cantos de “Agradecimiento” que realmente pertenece a
otra época. En ese hermoso “Riu” se hace referencia muy signifi-
cativa al nuevo culto, que ha venido a reemplazar al de los dioses
antiguos:
"En ese mismo sitio adoramos ahora
a otros dioses...
Es el sitio llamado “Sin venganza”.
,”,
Los modernos “Cantos de casamiento” son en su mayoría de
influencia internacional. No se ha conservado ningún tema de
“Fiesta de pollos”, como los descritos por el Padre Englert. El
único en el cual se hace alusión a una invitación colectiva a
comidas es el conocido “Ka kai te koro”, pero su melodía es una
simple imitación de un tango-canción argentino. El nombre de
la fiesta de matrimonio que aparece en este canto es indudable-
mente una expresión antigua: “oro'a”. En Tahití significa sim-
plemente fiesta. En el dialecto de Rapanuí quiere decir precisa-
mente “Fiesta de bodas”. Pero la expresión común en las Islas
de la Sociedad es “Fa-ipo-ipo”.
En una etapa siguiente, en los últimos decenios del siglo
pasado y en el presente, aparece en las tradiciones de Rapanui, el
canto polimésico en gran escala. Ello está en relación con el trá-
fico frecuente entre Tahití y Rapanui durante este período, a
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 263
través de los viajes de veleros y otros buques de que disponía la
Compañía Explotadora de la Isla de Pascua, sociedad Brander-
Bornier, con sede en Papeete.
La cadenciosa y alegre música bailable de Polinesia llegó
a Rapanui y desplazó casi por completo la música autóctona. No
tenía ésta el carácter “tapu” de la música antigua, lo cual la hizo
más asequible al uso festivo o de esparcimiento. La llegada de
instrumentos de acompañamiento, especialmente de guitarra, hizo
fácil el advenimiento de esta música que indudablemente encon-
tró en nuestra isla un campo propicio.
Estos cantos se han adaptado a los usos populares de Ra-
panui en tal forma que ya es imposible separarlos de su folklore.
Aunque se sabe que muchos de ellos provienen de Samoa, Ta-
hití o Hawaii, no dejan por eso de ser cultivados en la tierra de
Hotu Matua con igual deleite que los antiguos “riu”.
La tradición popular de la juventud conserva numerosos de
estos temas, muchos llegados en los últimos años. Entre estos son
dignos de recordarse los temas de “Erimtapeta”, “Epiti potii”,
“Hinano”, “Vabine anamite”, “Paemit1”, “Tiare anan?”, “Vabine
kapuné”, “Aué-ané”, “Meri-ana”, etc., aparte de los ya recorda-
dos “Sau-sau” y “Opa-opa”.
La línea melódica de estos cantos de origen polinésico, indu-
dablemente graciosa y de cadencioso ritmo bailable, es más
pobre en calidad que la antigua melodía de los “riv' y de los
otros tipos de cantos antiguos. Los poemas también cambian. Ya
no hay en ellos esa expresión trascendente y panteísta, esa iden-
tificación del ser con el mundo que lo rodea, el misterio de la
vida y de la muerte, de ese reino tenebroso de “Po”, la Noche,
que parece ser la máxima expresión del Más Allá pascuense.
En estos cantos polinésicos se ensalza el amor en todas sus
formas, pero en especial el amor carnal, el juego del beso y del
encuentro de la pareja humana. El mar, pero un mar suave,
amigable y mecedor, aparece como tema de fondo. El balanceo
de las barcas está simulado en el ritmo pausado y monótono de
las guitarras. Las canciones lentas, de tipo “hawaiiano tienen
gran atractivo entre los jóvenes que conservan algo del romanti-
cismo original de la música polinésica. ÍA
Desgraciadamente esta bella música polinésica de Rapanui,
264 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
tiende en la actualidad a ser desplazada por la corriente de la
música internacional.
7.—CANTOS LITURGICOS CATOLICOS
Para el visitante de Rapanui, uno de los aspectos que ha
producido siempre un mayor impacto ha sido la asistencia a la
Misa dominical, al escuchar los himnos religiosos.
Esta tradición se ha mantenido por largos años en la isla,
y ha llegado a su más alto grado de autenticidad y perfección
durante el largo período en que fue el Padre Englert el Párroco
de la Isla.
Siendo estos cantos de origen foráneo, han mantenido
una tradición secular en Rapanui, y en ambiente tan propicio
han tenido un desarrollo sorprendente. Es por este motivo que
muchas personas han considerado que allí podía apreciar un
ejemplo de música autóctona de la isla.
Nada más distante de la realidad. Por bellos y perfectos
que aparezcan estos cantos religiosos, son música extraña a las
tradiciones de los pascuenses, a su idioma y a su idiosincrasia.
Estos cantos fueron traídos desde la Oceanía francesa, a
través del Vicariato Apostólico de Tahití, de donde venía la obra
evangelizadora a los habitantes de las islas del Pacífico.
Llegaron al principio en idioma latino y francés; pero
pronto se convencieron los misioneros que la única forma de
llegar a los sentimientos de los isleños era traduciendo dichos
cantos al lenguaje de Polinesia. La versión de los Evangelios al
dialecto tahitiano permitió la penetración de la fe a todos 'os
rincones insulares. De este modo llegaron a fines del siglo pasado
los “himnos” religiosos a Rapanui. De ahí deriva el nombre de
“Himene” con que se les conoce comúnmente.
Hay varias colecciones de libros misales, conteniendo nume-
rosos himnos. Los más antiguos de estos misales que han llegado
a mis manos están fechados e impresos en Versalles en 1874,
por iniciativa del padre Alberto Montiton, misionero de Oceanía
que también visitó Rapamui en el siglo pasado.
Largo sería relatar nuevamente el período histórico de la
instalación de la fe católica en Rapanui, después de la cruzada
del Hermano Eyraud, de sagrada memoria en la isla. A los
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 265
cuatro años de su llegada, y después de soportar una larga en-
fermedad, regresó a morir a su querida isla en Agosto de 1868.
Han pasado ya cien años de esa fecha y se ha extinguido
la otra personalidad eminente desde todo punto de vista, la del
Padre Sebastián Englert, que durante más de treinta años rigió
los destinos espirituales de Rapanui.
Una de las grandes virtudes del Padre Englert fue mantener
la tradición antigua en perfecto equilibrio con la evolución de las
costumbres hacia una vida moderna, llena de piedad y moral
cristiana. Es por esto que la autenticidad de la Misa Pascuense
ha impresionado tan grandemente a quien haya escuchado los
cantos dominicales.
La relación completa de las costumbres religiosas de los
isleños, de los grupos musicales que ensayaron la música coral,
y de los misioneros y artistas pascuenses que establecieron ver-
daderas escuelas de canto litúrgico en la isla, se pueden encontrar
en mi obra sobre la música de la Isla de Pascua. Es tema muy
largo y especializado al cual es preciso referirse a menudo en
este capítulo de etnomusicología.
La música litúrgica de Rapanui sigue en líneas generales el
desarrollo del Año Litúrgico Católico, con sus Ciclos de Navidad
y Pascual. Adaptada a las costumbres de la isla, la ceremonia de
la Misa ha sido siempre esencialmente coral, limitándose el
sacerdote a la marcha fija de los actos litúrgicos invariables,
como el Ofertorio, el Credo, el Agnus Dei, el Sanctus y la Co-
munión.
Las épocas de mayor fervor religioso son las cercanas a la
Semana Santa, en Jas cuales se conmemoran dos herhos impor-
tantes: La Pasión de Jesucristo y el descubrimiento de Rapanui,
en el Día Domingo de Resurrección.
Es en esta época cuando se escuchan los más bellos himnos
religiosos, especialmente en el tiempo ue Pentecostés, época de
la venida del Espíritu Santo. Precisamente los cantos dedicados
al Varua Maita”, figuran entre los más bellos ““Himene”.
Muchos de los cantos originalmente ejecutados en la misa
se han ido olvidando o dejando de usarse. Los que han persis-
tido en la costumbre de los isleños han sido los siguientes:
266 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5,1972
“Iroto i te phatene” (Dentro del pesebre), verdadero “Vi-
llancico” de Navidad; “No te mabana Tominika” (Para el día
Domingo), consagración de la Santa Misa; “la Orana, te tatau-
16” (Yo te saludo, Cruz), apoteósis de la Cruz del Salvador.
EJEMPLO N” 21
M.M. 4 =108
- ró...! To le - 1ú dá o - ra - md.!
(Canto religiosa)
lao - 1m- - na...! Te ta-tou
“A la Cruz”. Himno religioso.
“I te mabana ma'a moa rau'a” (En el día de la Abstinencia) en
que se eleva el himno al sepulcro de Jesús; “Ma: ¡a lona” (Como
Jonás), canto de Aleluya, o Alegría de la Resurrección; “No te
mauera o letu” (De la Ascensión de Jesús); “No te mau viretu
Atua” (Por la virtud del Señor), canto de exaltación a seguir y
perseverar en la Fe; “O te Peneketote” (De pentecostés), uno
de los más bellos cantos religiosos que he escuchado;
EJEMPLO N? 22
MM, .=5)
¿O- vai te Va=mu- a, te Va-.0m- a Mai=ta - 1? O te hi- po=ta=ti to=m
IO. z
(ASS === 2 == == =>= 2 ==
(== PE rm Í o A NA SS E
Gr | “===>.
no te A-tu-á 0 TEM-PO- TA- TA-Tu-A TA" A E VA-RU-A MA -1I TAL
“El Espíritu Santo”. Himno religioso.
“Ovai te Varua Maitai?” (¿Quién es el Espíritu Santo 2), tam-
bién himno de gran belleza expresiva; “Horoa hitu a te Varna
Maitai” (Los siete dones del Espíritu Santo), coral de hermosa
factura y gran efecto de conjunto; ""Hoe roa mahana e vai nep”
(Queda sólo un largo día), también bellísima melodía coral, en
forma de villancico y muchos otros cánticos que sería largo de-
tallar.
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 267
He transcrito sólo unos pocos de estos himnos, los más fre-
cuentemente escuchados. En La Herencia Musical de Rapanui
está la colección completa que he podido reunir. Muchos
otros se han perdido y los actuales están en vías de abandono,
después del lamentable fallecimiento del Padre Englert.
En mi último viaje a Rapanui no estaba el Padre en la isla.
Había viajado a Estados Unidos a dictar conferencias para apor-
tar fondos y nuevas adhesiones a la institución para la reconstruc-
ción de los monumentos.
Fue su último viaje. Poco tiempo después fue inhumado en
su querida isla.
Con sentimiento de nostalgia pude apreciar, en la víspera
de mi partida, el cambio sufrido por la isla en tan poco tiempo
de ausencia del Padre Sebastián.
En el frontis de la iglesia de Hangaroa habían sido insta-
lados altoparlantes por los cuales se transmitía música a la po-
blación.
Durante toda mi vida he rendido verdadero culto a la mú-
sica clásica, especialmente al gran Beethoven, a Schubert y a
Mozart. Pero no esperaba escucharlos a través de las campiñas
y colinas de Rapanui. Allí donde el rumor del mar y el lejano
eco de los “himene” cantados en la iglesia se mezclaban apacible-
mente, no era concebible para mí la transmisión de música gra-
bada con aires de Schubert, Beethoven, Mozart o melodías
italianas.
Es posible que yo esté equivocado, y que la evolución de
las costumbres sea el ideal en una sociedad tan minúscula y
cerrada como Rapanui. Pero esa tarde compredí que mi querido
Schubert nada tenía que hacer entre los isleños, como tampoco
tenía nada que hacer el ritmo bailable moderno del twist o del
rock, escuchados en las fiestas folklóricas.
Cada cosa en su lugar. Creo que una conservación de los
valores autóctonos mantenida durante tantos años puede perderse
en un momento. Por el camino de la desintegración del folklore
se puede llegar hasta la moda de vestir a los “moai-maea” O
decorar con ampolletas de colores los grandes “ahu” en los días
de aniversario. f
El progreso que tanto bien ha traído al mundo moderno,
268 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
ha contribuido también a la desintegración de muchas culturas
valiosas del pasado.
VOCABULARIO DE PALABRAS RAPANUI
AHU = terraza o monumento funerario antiguo.
AKU-AKU = personificación de los espíritus del otro mundo.
ARIKI = rey o monarca antiguo.
ATE = cantos de alabanza o loa.
El = cantos de burla.
HA IPO-IPO = casamiento (cantos de).
HAKAKIO = agradecimiento (cantos de).
HIMENE — himnos.
HIO = especie de flauta antigua.
HOTU-MATUA = monarca semilegendario.
HULA-HULA = tipo de danza de origen tahitiano.
HURU-HURU =— vestimenta antigua hecha con plumas finas de ave.
KAI-KAI = antiguo juego de cuerdas, acompañado de recitaciones y
cantos.
KAKAKA = fibra de plátano usada para vestidos de festival.
KANAKA = palabra derivada de “tangata” y que servía antiguamente
ara denominar a los polinesios en general.
KAUAHA = mandíbula seca de caballo, usada como instrumento de
rcusión.
KEHO = tipo de tambor primitivo hecho con piedra laja.
KOMARI = vulva; signo que aparece en muchos petroglifos como
representación de la fecundidad.
KORO = en general fiesta con cantos.
MAEA .= piedra.
MANA = poder oculto de las personas o cosas.
MAORI = a Nombre de les habitantes aborígenes de Nueva Ze-
andia.
MOAI = figura tradicional.
Campbell, R. ETNOMUSICOLOGIA, ISLA DE PASCUA 269
MOAI KAVA-KAVA =— figura de madera con costillas muy visibles.
NGAU = garganta.
NGARU =— juego acuático correspondiente al surf-riding.
PATAUTAU = poema recitado antiguo.
PEPE = sitio de morada de los Aku-aku.
PO = la noche. Corresponde al Más Allá.
RAPANUI = nombre antiguo de la Isla de Pascua.
RIMA = mano.
RIU = canto ritual antiguo.
RIU-TANGI = canto lamentoso o lamento.
RONGO-RONGO = tipo de escritura jeroglífica antigua.
SAU-SAU = baile popular importado de Samoa.
TAMURE = baile popular de origen tahitiano.
TANGATA —= hombre.
TAPU = (o tabú), sagrado o prohibido.
TE-PITO-O-TE-HENUA = El ombligo del mundo; nombre antiguo
de la isla.
UMU = comida hecha en el suelo, con piedras calientes.
UTE = tipo de canto antiguo, usado principalmente con fines amo-
rOSOS.
VARUA MAITAI —= nombre dado al Espíritu Santo.
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Valparaiso, Chile 271
NOTAS SOBRE LA ARQUEOLOGIA DE CAMPO
DE AHUMADA
(Dep. de Los Andes, Provincia de Aconcagua)
NORMA SANGUINETTI
INTRODUCCION
Durante varios años nuestra atención se ha centrado en
la zona de Campo de Ahumada. Desde los primeros recorridos
que hiciéramos, nuestro interés se vio acrecentado al encontrar
numeroso restos indígenas consistentes en petroglifos y material
lítico y cerámico.
El vecino de Los Andes, señor Manuel Rodríguez, ha estado
durante varios años reconociendo el lugar, lo que le permitió
reunir material que fue objeto de una muestra arqueológica en
la ciudad. Junto a éste, están algunos objetos de piedra y una olla
de cerámica que recogió Domingo Ayala, habitante del lugar,
quien nos dio las primeras informaciones sobre sus restos pre-
colombinos.
Los hermanos Vivar, que poseen una propiedad en Campo
de Ahumada, han reunido cuidadosamente gran cantidad de
implementos líticos formando así una interesante colección.
A todas estas personas debemos agradecer el habernos per-
mitido examinar el material que en este informe describiremos
suscintamente, junto a los petroglifos localizados hasta hoy.
DESCRIPCION GEOGRAFICA
Campo de Ahumada es una comunidad agrícola, situada en
un cordón de cerros al NW de la comuna de San Fsteban en
el departamento de Los Andes, provincia de Aconcagua.
Ocupa la hoya hidrográfica de las Quebradas Seca, Honda
y del Arpa. Estas quebradas tienen su origen en cerros que
alcanzan hasta los 3.500 m. de altura, y cuyas nieves, al derre-
272 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?” 5, 1972
tirse riegan terrazas situadas entre los 1.500 y 1.700 m. y que se
han aprovechado para la agricultura. Esta área forma parte de
Campo de Ahumada Alto.
La Quebrada del Arpa, lugar donde se ha encontrado gran
cantidad de vestigios arqueológicos, nace al NW en un cordón
que se extiende entre los cerros del Yaretal y el Alto del Cobre.
Corre encajonada en su parte superior, hasta alcanzar los Llanos
de los Corrales.
Otro sitio que ha sido investigado es el denominado El
Visnagal, terreno a los pies del cerro del mismo nombre, y que
separa las hoyas de las Quebradas Honda y del Arpa.
CLIMA
El clima de la zona es de estepa, de gran sequedad atmos-
férica con temperaturas elevadas en verano y humedad relativa-
mente baja.
FAUNA
La fauna está formada por diversos carnívoros: culpeo, chi-
lla, gato montés, quique. Variados roedores como el degú, el
ratón chinchilla, el lauchón, la lauchita de los espinos, el coruro,
el coipú, etc. Hay diversas variedades de quirópteros. Reptiles
como la culebra de cola larga y corta, lagartijas, iguanas y gran
cantidad de aves.
FLORA
La vegetación corresponde al matorral espinoso subandino,
formado por mumerosas plantas y arbustos mesomórficos. La
zona es apta para el talaje de ganado menor y en primavera de:
ganado mayor.
SITIOS ARQUEOLOGICOS
LLANOS DE LOS CORRALES
En la Quebrada del Arpa se encuentra el sitio llamado Lla-
nos de Los Corrales entre los 1.800 y 1.900 mts. de altura s.n.m.
En este lugar encontramos:
Petroglifos
Bloque N* 1 (Lámina 1, fig. 1)
Sus medidas son: 2.30 x 2.70 aproximadamente.
Sanguinetti, N. ARQUEOLOGIA, CAMPO DE AHUMADA 273
La cara norte es de superficie muy irregular; se han aprove-
chado las partes más parejas para ejecutar las grabaciones. La
principal de ellas es una figura antropomorfa de 0,52 cm. de
altura, El cuerpo está formado por un rectángulo en cuya parte
inferior vemos dos diagonales que se cruzan formando un trián-
gulo lleno. Otro triángulo forma la parte superior del tronco.
La cara luce una máscara o pintura; está percutida dejando libre
la zona alrededor de los ojos y dos franjas que salen de la boca
hacia abajo. De lo alto de la cabeza salen orejas. Las piernas
se ven de perfil y algo flectadas. La figura está perfectamente
ejecutada; la técnica usada es la percusión y el rayado. Parece
representar un hechicero.
Otro figura similar a ésta es la ubicada en la parte superior
izquierda del bloque. Es de menores proporciones y se diferencia
de la anterior por carecer de brazos y tener las piernas en posi-
ción recta.
Alrededor de éstas hay otras figuras, una de las cuales
parece ser un coleóptero inconcluso. Más abajo se ve una figu-
rilla que lleva una especie de faldellín. Otra grabación puede
representar una máscara. A la izquierda de la primera figura hay
otra formada por una cruz enmarcada en su parte superior por
un círculo y abajo dos diagonales.
Se observan además circunsferencias y otros signos leve-
mente marcados y varias letras modernas.
Algunas partes de la roca se encuentran rayadas, tal vez
con el propósito de borrar ciertas figuras. :
En este sitio no se ha encontrado material lítico ní cerámico.
Bloque N' 2 (Lámina 1, fig. 2)
En los alrededores del sitio donde se encuentra el bloque
anterior, y cerca de un gigantesco peñasco conocido en el lugar
con el nombre Piedra Varina, examinamos en nuestro último
recorrido un bloque que tiene un conjunto de glifos que sólo
son visibles al trepar la roca. Se encuentran en el centro de ella
en una pequeña cara inclinada hacia el Fste. a
Elementos: geométricos, antropomorfos y zoomorfos (lámi-
na 1, fig. 2). FS
Geométricos: círculos concéntricos, pequeños círculos unidos
por una barra, dos cuadriláteros yuxtapuestos, un círculo rodeado
274 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
por varios más y unidos a la periferia a manera de una flor.
Antropomorfos: figurilla de cuerpo lleno que tiene en la
mano un objeto que se podría interpretar como un arma.
Zoomorfos: figuras que consideramos representaciones orni-
tomorfas. Hay además, varias grabaciones escasamente visibles
que no pudimos identificar.
LAS REPRESAS
Este sitio corresponde a la propiedad que trabaja Domingo
Ayala. Está a continuación del Llano de los Corrales a 1.800
m.s.n.m. En este lugar la quebrada se ensancha formando terra-
zas que se han ocupado para las siembras.
Hace algunos años, al borde de una acequia, el agua puso
al descubierto un esqueleto que tenía como ajuar un jarrito de
uso doméstico de forma globular con dos asas aplanadas que
salen del borde. Tiene 16 cm. de alto y un diámetro de 12,5 cm.
en la boca. La superficie es alisada.
Muy cerca de la casa se encontraba en esa época, una piedra
tacita de pequeñas dimensiones con una cavidad central pro-
funda y alineadas a ambos lados de ella, dos más pequeñas y
de escasa profundidad.
No lejos se encontró otro esqueleto con restos de cerámica
que no pudimos examinar.
A unos cien metros del lugar, en dirección a la quebrada
hay un tupido bosquecillo de arrayanes donde encontramos, en
nuestros primeros viajes, varios metates de forma alargada, todos
ellos desgastados debido al uso.
En este sitio se ha encontrado bastante material lítico con-
sistente en puntas triangulares de diferentes tipos, varios tem-
betás y algunos pendientes. Con el tiempo la mayor parte de estas
piezas se dispersaron, de ahí que los datos que podamos propor-
cionar no sean más precisos especialmente en lo que se refiere
a la cantidad.
Petroglifos
Bloque N? 3
Este bloque queda a orillas del camino frente al Visnagal.
Roca de 1.30 x 3.50 mts., cara grabada orientada al norte.
Técnica: percusión.
Sanguinetti, N. ARQUEOLOGIA, CAMPO DE AHUMADA 275
Elementos de diseño: geométricos, zoomorfos, antropo-
morfos.
Geométricos: círculos con punto y sin punto, círculos con
rayos, círculos asociados, triángulos unidos por su vértice, signo
escudo figuras indeterminadas. (Lámina 1, fig. 3 a y b).
Zoomorfas: pequeña figura que parece ser un lagarto.
Antropomorfas: figuras esquemáticas que parecen ejecutar
una danza. Figurilla levemente marcada.
EL LLANO
Tacitas
En estos terrenos se encuentra una piedra de superficie
plana de cerca de 2.00 mts. que tiene una cavidad central de 20
cms. de diámetro por 18 de profundidad.
En el potrero Las Majadas, del mismo fundo se encontra-
ron numerosos morteros y metates partidos.
EL VISNAGAL
En los vastos potreros que rodean la casa del vecino Céspe-
des hay varios petroglifos y dos piedras tacitas.
Petroglifos
Bloque N* 4
Está a pocos metros de la casa en la ladera de la Quebrada
del Arpa. :
Dimensiones: 6.50 v 5.20. Roca con la cara superior plana.
Flementos de diseño: geométricos, zoomorfos, antropo-
morfos. :
Geométricos: Son la gran mayoría. Hay alrededor de 39
figuras que corresponden al denominado signo escudo. Sus for-
mas varían. Hay elipses con diagonales que se cruzan en su
interior, rectángulos divididos por una recta, otros divididos en
varias secciones; hay además círculos con rayos cortos.
Zoomorfos: figura esquemática, al parecer de mamífero.
Antropomorfos: figura muy esquemática,
Tiene numerosas Superposiciones.
La roca está tan desgastada que las figuras son escasamente
visibles. (Lámina 1, fig. 4 muestra parte del bloque).
276 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
Bloque N? 5
Se encuentra a unos 500 mts. del anterior, formando parte
de una pirca de la época actual.
Dimensiones: 1.00 x 0,90 mts.
Elementos de diseño: líneas curvas y rectas que por lo
general forman una continuidad, sin que se alcance a identificar
figuras determinadas. (Lámina 1, fig. 5).
Bloque N* 6
A pocos metros de la roca anterior existe otra de grandes
proporciones que en una cara que se expone al norte tiene
grabada una línea serpentiforme. En otras caras, aislados unos
de otros, vemos: un signo escudo, líneas cortas paralelas, todos
superficialmente grabados y muy borrosos. (Lámina 1, fig. 6).
Al NW de la casa hay una faja de terreno muy pedregoso
donde hay algunas grabaciones.
Bloque N* 7
Es un trozo de roca muy erosionada que tiene una doble
hilera de signos escudos casi idénticos a algunos de Jahuel (Lá-
mina Il, fig. 7).
Bloque N* 8
Un pedazo de roca, evidentemente parte de otra mayor,
muestra tres figuras concéntricas de lados cóncavos.
Bloque N* 9
Cerca de allí hay otro bloque de más o menos 2.00 mts. de
largo que tiene algunas grabaciones en su cara anterior y poste-
rior. Se ven figurillas antropomorfas de mucho dinamismo. Hay
algunos signos escudos, círculos, rectángulos, líneas cortas cur-
vas. Hay letras y signos modernos. (Lámina 2, figs. 9a y 9b).
Bloque N* 10
Al NE de la casa de Céspedes hay un potrero denominado
Collantino; en él encontramos una piedra chata en cuya cara
superior horizontal se encuentra un conjunto de círculos sin punto.
En la parte central presenta un desgaste como si hubiera servido
para la molienda. Inmediatamente al lado hay otro trozo de
Sanguinetti, N. ARQUEOLOGIA, CAMPO DE AHUMADA 217
roca en el cual se observan varios círculos más pequeños. (Lá-
mina 2, fig. 10).
En este sitio hemos encontrado varios bloques partidos que
tienen grabados de escaso interés, pues sus trazos son tan borro-
sos que no hemos podido descubrir sus verdaderas formas ni
tomar fotografías.
Piedras Tacitas
En un potrero cercano a los primeros petroglifos descritos
para este sitio se encuentra una roca baja de 0,85 x 0,50 mts.
Tiene dos oquedades cupuliformes; la primera de 9 cm. de pro-
fundidad por 6 cm. de diámetro. En las vecindades hay otra
tacita con una sola oquedad de dimensiones parecidas a la pri-
mera.
QUEBRADA HONDA
Descendiendo hacia el W llegamos a Quebrada Honda.
Aquí localizamos dos bloques que están juntos y cuyos grabados
representan nuevamente el signo escudo. Hay algunas variacio-
nes respecto a los bloques anteriores que tienen este signo. Las
figuras están divididas por líneas horizontales y otras perpendi-
culares y algunas combinaciones de ambas. En otra cara, hay
una figura rectangular que tiene sus lados mayores cóncavos.
En las cercanías se han encontrado varios trozos de piedras
de moler.
BAJO DEL MAITEN
Fn este sitio se encuentra la propiedad de la familia Vivar
donde se halló gran parte del material que forma la colec-
ción que describiremos más adelante.
Aquí encontramos una piedra tacita con dos cavidades. Una
tiene 20 cms. de diámetro y 12 cms. de profundidad. Otra, 12
cms. de diámetro y 8 cms. de profundidad. Observamos cinco
depresiones, tal vez comienzos de horadación de la roca.
Dispersos por el sitio se encuentran pedazos de piedras de
moler grandes y de superficie muy plana.
278 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N” 5, 1972
IMPLEMENTOS LITICOS
Ante la imposibilidad de determinar el sitio exacto de pro-
cedencia de cada implemento los describiremos en general, como
procedentes todos de la zona de Campo de Ahumada Alto. Sola-
mente aquellos cuya procedencia sea fidedigna las clasificaremos
denominándolas.
Entre las diversas colecciones hemos logrado contabilizar
alrededor de 300 puntas enteras de diferentes tamaños y formas
y que examinamos en conjunto. (Lámina 3, figs. 1 y 2).
La mayor parte del material pertenece a la colección de los.
hermanos Vivar; sólo nos fue posible examinarla a través de un
vidrio. Se encuentra enmarcada y encerrada en un cuadro.
Tembetás, 18 ejemplares.
Forma Altura Diámetro del disco
Discoidal 20 mm. 23 mm.
Discoidal 8 mm. 18 mm.
Discoidal 10 mm. 10 mm.
Discoidal 12 mm. 10 mm.
Discoidal 16 mm. 18 mm.
Cónico 17 mm.
Cilíndrico 35 mm. 23 mm.
Hay 9 tembetás a los que sólo se les pudieron tomar me-
didas aproximadas.
Hay un único ejemplar de cerámica de tipo botellita.
Discoidales con alas: 5. El diámetro del disco va desde
los 5 hasta los 20 mm. y el ancho de las aletas desde los 18
hasta los 40 mm. Cilíndricos: 4. Con pequeñas aletas; diámetro
del ápice 5 mm. más o menos. (Lámina 3, figs. 1, 2 y 3).
Pendientes, 11 ejemplares.
Son de piedra blanca con agujero de suspensión bicónico
hacia un extremo. (Lámina 3, figs; 1,2 y 3):
Sus formas son: elípticas, rectangulares, redondeadas en un
extremo. Tienen de 15 a 30 mm. de longitud. Uno de ellos
tiene un sacado triangular en el centro del borde opuesto a la
perforación y está decorado con dos rayitas y dos puntos.
Sanguinetti, N. ARQUEOLOGIA, CAMPO DE AHUMADA 279
Otro, de forma cónica, tiene una altura de 25 mm. y un
diámetro en la base de 15 mm. Hay otro de formá elíptica con
cintura cerca del agujero de suspensión. j
Existe una pequeña pieza de forma cónica de piedra blanca
bien pulimentada de 25 mm. de largo con una ranura en la
mitad.
Pieza de forma aplanada de 40 mm. de alto con acanala-
dura en el tercio superior.
Una chaquira.
Pulidores para cerámica de piedra negra: 5.
Pulidores pequeños de piedra blanca: 2.
PUNTAS
En los sitios Las Represas, El Visnagal y Bajo del Maitén
se han encontrado los siguientes tipos de puntas:
Triangulares isósceles, bifaciales, de base recta, cóncava O
ligeramente convexa. Miden 2,5 a 3,5 cm. de longitud. Hay
varios ejemplares que miden hasta 6,5 cm.
Triangulares pedunculadas y apedunculadas, de trabajo muy
fino desde 1 cm. de largo. !
Hoja de sauce de base recta y sección romboidal.
Punta triangular a percusión monofacial, sección triangular
de 6 cm. de largo.
Existen algunos implementos de forma oval de sección bi-
convexa de 5 a 6 cm. de longitud.
Incluimos aquí una breve descripción de algunas puntas
ue fueron encontradas en la cordillera en el sector denominado
La Cruz del Padre que está a 3.900 mts. de altura. La ruta hacia
ese punto cordillerano pasa por el Cajón del Arpa.
Las puntas son foliáceas pedunculadas trabajadas en ambas
caras y de 4 a 8 cm. de longitud. El pedúnculo es ancho, redon-
deado, y ocupa más o menos un cuarto del total de 1a hoja. La
sección es lenticular delgada.
De este tipo se conocen 12 ejemplares.
RASPADORES í .
Hay alrededor de 15 raspadores de tamaño pequeño, de
forma discoidal y de uña; la sección es biconvexa.
El material con que fueron elaborados todos estos imple-
mentos es muy variado: pedernal, diversas variedades de jaspe,
280 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N?* 5, 1972
carniola, andalucita, alunita, rodonita, staurolita, olivino, idocra-
se, jaspe lechoso, etc.
BOLAS
Ejemplares: 2.
Son de piedra rojiza. Tienen un perímetro de alrededor de
11 cm. Una de ellas presenta una superficie ligeramente aplanada
sobre la cual se ha querido representar una cara. Tiene cavados
ambos ojos y la nariz; la boca está delineada por dos trazos. Dos
líneas curvas enmarcan los ojos y podrían corresponder a las
cejas Oo al peinado con partidura al medio marcado por una
línea perpendicular. El segundo ejemplar sólo tiene algunas in-
cisiones. Al parecer no se alcanzó a terminar el trabajo. (Lámi-
na 4, fig...).
Estas piezas se encontraron en el sitio Barros Negros, unos.
10 kms. al norte de Corrales de Alamo.
PERCUTOR
Es una herramienta de forma almendrada, plana en ambas
caras; en un extremo tiene una prominencia que sirvió para gol-
pear y machacar. (Lámina 4, fig. 5).
Piedras horadadas: Existen varias piedras horadadas con:
perforación bicónica, quebradas y enteras. (Lámina 4, fig. 5).
CERAMICA
En todos los yacimientos se encuentra cerámica rústica de
diversos tipos, pero reducida a pedazos muy pequeños. Escasos:
son los trozos pintados. La decoración, negro sobre blanco con-
_ siste en reticulados y cuadriláteros rellenos en negro. Fsto es lo
que pudimos observar en las reducidas muestras. (Lámina 4,
fig. 6).
CONSIDERACIONES GENERALES
La mayor parte de los implementos líticos y los fragmentos
de cerámica de la zona de Campo de Ahumada Alto, fueron
recolectados en superficie de manera selectiva. Es obvio, por lo:
tanto, que no podamos sacar conclusiones definitivas que nos:
permitan atribuirlos a culturas conocidas.
Sanguinetti, N. ARQUEOLOGIA, CAMPO DE AHUMADA 281
Los fragmentos de alfarería pintada pertenecen a la cerá-
mica que se encuentra comúnmente en el Valle Central, especí-
ficamente en los enterramientos en túmulos. Son numerosas las
sepulturas de este tipo que se han encontrado en el departa-
mento de Los Andes. Ultimamente algunas de ellas fueron
excavadas y sus materiales se encuentran en proceso de estudio.
El tembetá, que ha sido hallado con relativa abundancia,
corresponde a una difusión cultural del pueblo molle cuyas
influencias tuvieron una amplia dispersión; no hemos encon-
trado, hasta ahora, otros elementos de esta cultura.
Los numerosos morteros, metates y moletas encontrados en
casi todos los sitios, indican la presencia de grupos de recolec-
tores y agricultores; asimismo las piedras tacitas, todas con no
más de una o dos oquedades, de superficie muy plana, y de
regulares dimensiones, deben haber tenido un uso doméstico,
sirviendo para moler y machacar.
Las puntas pedunculadas obtenidas en la Cruz del Padre,
tienen gran semejanza con un tipo de Huentelauquén y se rela-
cionan morfológicamente con otras encontradas en otros sectores
cordilleranos y que caracterizan a grupos de cazadores andinos.
Los petroglifos de Campo Ahumada ofrecen en su aspecto
general, las mismas características que son comunes a otros
observados en la provincia.
Los elementos son: geométricos, antropomorfos y zoomorfos.
Entre los primeros, que son los más frecuentes se destaca
el círculo en todas sus variantes. Sin punto, con punto, radiado,
concéntrico, asociado, etc., aparece en 7 de los 11 bloques des-
critos. En la provincia de Aconcagua se conocen en los petro-
glifos de Chincolco, Piguchén, Hierro Viejo, Río Colorado,
Puntilla de Los Andes y Alicahue. Nosotros los ubicamos en el
fundo San Vicente, en Los Andes. En otras provincias del país
se encuentran integrando gran parte de los grabados rupestres.
El signo que, sin duda, es característico para la zona es
el denominado signo escudo, por Niemeyer. Se presenta en los
bloques siguientes: N* 4 del Visnagal donde lo vemos en forma
casi exclusiva, pero sus formas son simples; en general figuras
elipsoidales con diagonales que se cruzan en su interior. Bloque
N? 7 donde constatamos la similitud de los signos con uno de
ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N* 5, 1972
1057
00
ta
Jahuel (Igualt, 1971). Esta relación se explica por la cercanía
de Jahuel con la zona de nuestro estudio.
En los bloques de Quebrada Honda volvemos a encontrarlo
con algunas diferencias. Este signo tan frecuente en esta área
no ofrece la variedad de los de Río Colorado y Vilcuya. Sus
formas son más simples y repetidas.
Los elementos antropomorfos son figuras esquemáticas su-
mamente simples en actitudes movimentadas.
Entre los zoomorfos observamos figuras de insectos y aves.
El bloque N? 5 tiene un estilo diferente, pero es difícil
determinar y describir las figuras.
El grabado más importante de todos es el del bloque N” 1.
La figura antropomorfa principal es de contornos bien definidos
y de un tamaño poco usual en los petroglifos de la provincia,
donde, por lo general, las representaciones antropomorfas son
esquemáticas o de rasgos simples y de proporciones reducidas.
Por el acabado perfecto del dibujo y la representación bastante
naturalista dentro de su significado, posiblemente mágico, la
clasificamos como una figura de excepción dentro del arte rupes-
tre de la zona. Buscando vincularla con otros grabados de Chile,
encontramos ciertas analogías con algunas figuras humanas del
Norte Grande. En la Quebrada de Jeri, Toconao (Le Paige,
1965) encontramos pictografías con personajes de cuerpos rec-
tangulares con líneas diagonales cruzadas. También en Antofa-
gasta, en los petroglifos de Río Salado (Niemeyer, 1968) apa-
recen estilizaciones antropomorfas que tienen semejanzas con la
figura más importante de nuestro grabado.
Al terminar este informe sobre el material arqueológico de
Campo de Ahumada queremos expresar nuestro interés por se-
guir estudiando la zona y otras circundantes, para poder, de
esta manera, aclarar las incógnitas que se nos han planteado en
este superficial análisis de sus restos prehistóricos.
Sanguinetti, N. ARQUEOLOGIA, CAMPO DE AHUMADA 283
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Valparaíso, Chile 293
APENDICE
REVISION DEL GENERO SPINOLIELLA
(ANDRENIDAE-APOIDEA)
H. TORO y L. RUZ
Luego de haber terminado este trabajo se pudo disponer de
dos machos y una hembra de Spinoliella nomadoides colectados
en Coquimbo (Vicuña).
Los machos se separan en la Clave juntos con $. psarmita
n. sp. en el número 1 en la siguiente forma:
— Ocelos por abajo del vértice en vista lateral; clípeo aproxima-
damente 5 veces más ancho que largo; tergos metasómicos roji-
ZO AI E S. nomado:des (Spin. 1851)
Ocelos a nivel del vértice en vista lateral, clípeo menos de
4 veces más ancho que largo; tergos metasómicos marrón casi
DE o ES S. psamita n. Sp.
SPINOLIELLA NOMADOIDES (Spin. 1851)
(Lámina VI)
Macho: Longitud total aproximada 8 mm.; alas anteriores
5 mm.; ancho tórax 2 mm.; ancho cabeza 3 mm.
Coloración: Semejante a la hembra pero: mancha triangular
supraclipea! ¡truncada dorsalmente; angosta banda en paraocula-
res inferiores siguiendo la órbita; gran parte del labro amarillo
(árca central marrón); mancha interna del escapo se extiende
por faz ventral; sin mancha en reborde pronotal; patas con ápi-
ce de fémures posteriores y basitarsos anteriores, amarillos; ter-
gos metasómicos rojizos, salvo los últimos obscuros, con manchas
en los 4 primeres segmentos: esternos marrón casi negros, con
área margina! potertor amarillo rotizo.
Plosidad: Semeianto a la hembra pero: pelos de cabeza y
tórax dorsa'mente amarillentos: cortos, densos en esternos, pero
premarginales más largos y espariados.
294 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N”? 5, 1972
Puntuación y tegumento: Como en la hembra pero: con te-
gumento areolado suave en áreas supraclipeal, subantenal, man-
cha junto a la órbita, clípeo y mitad dorsal de genas. Puntuación
más densa y fina en clípeo, puntos del 5” tergo similares a los
restantes; esternos con puntos premarginales bien marcados, pe-
queños y densos anteriormente, pero algunos grandes y espacia-
dos en los 2 primeros; último con una gran área central lisa.
Estructuras: Como en la hembra pero: fóvea facial con ex-
tremos suavemente ensanchados y ligeramente curvados hacia
adentro, algo más cortas que el escapo. Clípeo aproximadamente
5 veces más ancho que su longitud menor, aplanado al centro,
borde distal ligeramente procurvado en línea media, con notable
proyección redondeada a cada lado de la escotadura para el la-
bro; borde distal del labro cóncavo. Mandíbulas fuertemente cur-
vadas hacia adentro casi formando ángulo, con un pequeño
proceso anteapical. Primer segmento del flagelo mayor que el
pedicelo y 2? segmento. Placa basitibial bien marcada de ápice
redondeado. Placa pigidial aplanada. Sexto esterno metasómico
no deprimido lateralmente. Cápsula genital y esternos asociados
como en Lámina VI.
APENDICE 295
SPINOLIELLA NOMADOIDES (macho): 47. Cabeza vista frontal. 48. Vista dorsal. 49. Cápsula'
gsnital. 50. Octavo hemitergito, hembra. 51. Mandíbula, 52. Octavo esterno abdominal.
53. Séptimo esterno abdominal.
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Notas Bibliográficas
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Valparaiso, Chile 299
POLLEN AND SPORES OF CHILE
By Calvin J. Heusser. XIHM and 167 pp., 60 plates. University of
Arizona Press. P. O. Box 3398, College Station, Tucson, Arizona 85700.
1971. 15 dólares.
En el espacio de pocos meses, tuvimos ocasión de leer en
revistas científicas de Estados Unidos y Europa, no menos de
tres importantes reseñas aparecidas en rápida sucesión sobre esta
obra. Tal cosa despertó poderosamente nuestra atención e interés
por conocerla, lo que, por cierto, no fue nada fácil, pues parece
que han llegado poquísimos ejemplares a Chile. Nuestras biblio-
tecas sufren, ahora más que nunca, de penuria presupuestaria. La
enorme desvalorización de nuestra moneda y los gravosos im-
puestos que recargan la importación de libros, impiden en forma
poco menos que absoluta, que un particular pueda pedirlos, pues
salen carísimos.
Por fin, logramos ubicar un ejemplar del libro, que había
logrado atravesar la cortina de hierro.
El Dr. Heusser estuvo en Chile hará unos 10 ó 12 años,
cuando tuvimos ocasión de conocerlo. Hizo aquí extensas colec-
ciones en el campo y también estudió material conservado en
nuestros museos. Después de largos años de preparación, nos
ha entregado una obra de gran valor, que es sin duda, una de
las publicaciones botánicas más importantes que han aparecido
sobre la flora chilena en la última década. El Dr. Heusser pudo
estudiar los pólenes y esporas de unas 700 especies, pertene-
cientes a más de 600 géneros y 178 familias. De este total, 54
especies corresponden a pteridófitos de Chile continental, Juan
Fernández e Isla de Pascua. Lo demás son de plantas faneró-
gamas. Las sesenta láminas de gran formato, están cubiertas de
un elevado número de buenas microfotografías, que nos dan
una imagen clara de los pólenes y esporas. Además, hav claves
para el estudio de la flora chilena actual como de las floras
extinguidas. El libro trae además, una valiosa introducción y
extenso texto, con varias hermosas láminas de escenas de la
flora chilena (Araucaria, palma chilena). Estas láminas se deben
a la hábil pluma del distinguido botánico catalán avecindado en-
tre nosotros, don Eugenio Sierra Rafols.
Gualterio Looser.
12 de Agosto de 1972.
300 ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
DIE GATTUNG ESCALLONIA (SAXIFRAGACEAE). H. Sleumer.
Verhandeligen der Koninklijke Nederlandse Akademie van Weten-
schappen, afd. Natuurkunde. Tweede Reeks - Deel LVIIT. No 2, 146
pp., 1 mapa .Amsterdam, 1968.
El autor de esta monografía residió durante cuatro años en
la Argentina. Era botánico del Instituto Miguel Lillo, de Tucu-
mán, en cuya revista publicó valiosos trabajos. De regreso en
Europa, es uno de los pocos botánicos del Viejo Mundo, que se
interesa por la flora sudamericana y sabemos que actualmente
tiene en preparación un estudio sobre las flacourtiáceas.
Para la preparación de su trabajo sobre las Escallonias,
género de arbustos y árboles bien representado en Chile, el autor
tuvo a su disposición un material de herbario muy amplio y
extenso proveniente de no menos de 40 de las más afamadas
colecciones botánicas de Europa y América. No pudo consultar
el Herbario de Santiago, que guarda los tipos de Philippi, pero
como sus Escallonias fueron revisadas en forma muy satisfac-
toria pocos años ha por el Dr. Eberhard Kausel (recientemente
fallecido) y, además, el Dr. Sleumer vio numerosos cotipos y
duplicados de Philippi en los grandes herbarios que tuvo a su
alcance, este contratiempo se reduce a un mínimo.
Después de la introducción y una sección general sobre los
caracteres vegetativos, caracteres de las partes florales, distri-
bución, ecología, polinización, polen, cromosomas, utilidad, etc.,
viene la parte taxonómica, que es la más extensa de la obra.
Un mapa (p. 12) nos ilustra sobre el área general de las
Escallonias. En Chile y zona limítrofe argentina, se extiende
desde el extremo sur del continente hasta la parte sur de la
región de los desiertos. Después de una interrupción breve,
reaparece en el norte de nuestro territorio y el norte de Argen-
tina, alcanzando por el Perú, Ecuador hasta Colombia y Vene-
zuela, más un islote en la región fronteriza de Panamá y Costa
Rica. Otra área enteramente separada se extiende desde la región
de Buenos Aires (Isla Martín García), Uruguay, región atlán-
tica sur del Brasil, hasta el estado de Espirito Santo (20* lat,
aus.). Hay que mencionar todavía otras dos pequeñas áreas sepa-
radas, que se encuentran en la región de Córdoba (Argentina)
e islas de Juan Fernández.
Looser, G. NOTAS BIBLIOGRAFICAS 301
Según Sleumer, en Chile hay sólo 14 especies de Escallo-
nas, aunque algunas son bastante polimorfas y nuestro autor
menciona no pocas variedades. Reiche admitía 25 especies, cifra
que Kausel redujo a 19. Ha habido, pues, una marcada reduc-
ción de especies. Las especies chilenas se encuentran con fre-
cuencia también en la banda argentina de los Andes. El género
según Sleumer tiene 39 especies en total.
En las Escallonias, se observan con frecuencia bastardos.
Sleumer reconoce que el primero en señalar este hecho fue
Kausel. En un capítulo especial, el autor se ocupa de los híbri-
dos naturales que pudo reconocer. Son bastante numerosos en
plantas chilenas, por ej., en Escallonia rosea, E. alpina, E. virgata,
E. illinita, etc.
Las Escallonias han tenido buena acogida, desde más de
un siglo, como plantas ornamentales, por su crecimiento rápido,
hojas siempreverdes, bonitas flores y floración tardía, que se
produce en Europa entre Junio y Septiembre. Requieren clima
templado algo coluroso y se han adaptado mejor en la Europa
atlántica y mediterránea, California y Nueva Zelandia. Entre
las Escallonias chilenas cultivadas, pueden mencionarse E. rosea,
E. alpina, E. virgata, etc. Los horticultores han producido varios
híbridos artificiales.
El valioso trabajo del Dr. Sleumer trae extensas sinonimias,
claves y minuciosas descripciones de todas las especies y varie-
dades. Las claves y descripciones están en latín; no hay figuras,
salvo el mapa ya mencionado.
Gualterio Looser.
20 de Agosto de 1972.
REPERTORIUM PLANTARUM SUCCULENTARUM
Nos. l a XX. Leeds (Inglaterra), después Utrech (Holanda), 1950-
1969 (sigue).
Esta importante publicación botánica anual iniciada por H.
N. Roan, bajo los auspicios de The National Cactus and Succulent
Society, de Inglaterra, para The International Organisation for
Succulent Plant Study, ya desde su segunda entrega obtuvo la
colaboración de G. D. Rowley, que desde entonces ha sido su
ANALES DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL N? 5, 1972
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sostenedor principal. A contar del No. VII (1956), aparece en
la serie Regnum Vegetabile, que edita en Utrecht The Inter-
national Bureau for Plant Taxonomy and Nomenclature y, como
las primeras 10 entregas se agotaron muy pronto, Regxu1m
Vegetabile dio a luz una nueva edición de dichos 10 primeros
números, que constituye el No. 76 de su serie.
El Repertorirm tiene por finalidad el catalogar todos los
nombres científicos de las plantas suculentas o crasas (carnosas)
publicados a partir de 1950. No sólo se mencionan las descrip-
ciones originales de los géneros y especies nuevos, sino también
de los subgéneros ,series, variedades, combinaciones muevas y
aún nomina nuda, etc.
Las plantas suculentas han adquirido en el curso de este
siglo una gran importancia, donde la ciencia ha sido, a veces,
muy sobrcpasada, debido al enorme interés desarrollado en el
público aficionado a la jardinería por el aspecto a menudo tan
extraño de cstas plantas, con flores hermcsísimas muchas veces
y Cultivo relativamente fácil. Esta afición ha sido la base de
actividades comerciales de entidad. Importantes obras sobre estas
plantas han aparecido principalmente en Alemania y Estados
Unidos y numerosas revistas especializadas de Alemania, Fran-
cia, Inglaterra, Checoslovaquia, Holanda, Estados Unidos, Aus-
tralia, Suiza, México, etc., tienen buena acogida entre los cien-
tíficos y aficionados. Algunas son ya muy antiguas. No pocos
colectores de plantas recorren las partes más estériles e inaccesi-
bles del mundo entero, que es donde mejor se desarrollan estas
plantas con frecuencia de aspecto sensacional, para descubrir
nuevas especies y formas, actividad que suele ser bastante remu-
neradora .En ocasiones tales colectores y cultivadores comercia-
les, han ido demasiado lejos y mos inventan nuevos géneros,
especies y otras entidades botánicas, que difícilmente podrá
aceptar la ciencia estricta.
Para Chile, casi la única familia suculenta que nos interesa,
es la las Cactaceae, exclusivamente americana salvo contadísimas
excepciones. Las otras familias apenas tienen en nuestro país
una que otra forma suculenta, como Carpobrotus (Mesembryan-
themaceae), la doca, algunas Calandrinias (Portulacaceae), etc.
Mientras que en 1929, basándonos en el sistema de Britton
y Rose, pudimos señalar para Chile 13 géneros y 51 especies de
Looser, G. NOTAS BIBLIOGRAFICAS 303
Cactaceae, ahora estas cifras deben de haber subido quizás al
doble o triple, debido a las numerosas entidades nuevas descritas
en las últimas cuatro décadas por Werdermann, Backeberg, Rit-
ter, Espinosa y otros.
Con la publicación del Repertorium Plantarum Succulenta-
rum, creíamos poder poner al día la lista de los nuevos géneros,
especies y demás táxones de las Cactáceae chilenas; pero no
pudo ser así, pues, el Repertorium, que nos complacemos en reco-
nocer como un trabajo muy minucioso y cuidado y que significa
un esfuerzo enorme, con un criterio acaso demasiadamente biblio-
gráfico, omite el indicar el lugar de origen de los tipos o, por
lo menos, el país de origen de los nuevos géneros, especies y
demás categorías sistemáticas propuestos. Habría, pues, que acu-
dir a las fuentes originales, lo cual en muchos casos es muy
difícil, pues están dispersas en gran número de libros y revistas
aparecidos en muchos países de ambos mundos. Este proceder se
aleja completamente de lo que se ve en otros catálogos de plantas,
como el Index Kewensis o el Index Filicum de Christensen y
Pichi-Sermolli, que siempre indican el país de origen de las
entidades sistemáticas nuevamente descritas. El mayor espacio
habría sido insignificante y la utilidad práctica del Repertorium
habría aumentado mucho.
Gualterio Looser.
27 de Agosto de 1972.
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